Capítulo 7

Por mucho tiempo creí que lo hicieron premeditadamente, que fue un complot para separarnos. Ahora entiendo que solían hacer eso, no daban tiempo para despedidas o planes de escape. Éramos como cochinos en el matadero. Un día simplemente te subías a un camión ignorante de ser tu último día en el lugar donde sufrir es la orden del día.

Les conté antes que yo fui la única chica en tomar el taller de mecánica. Un señor muy mayor al que le costaba caminar, iba un día a la semana al orfanato a enseñarnos los milagros de la mecánica con un carro que jamás andaría. Con él aprendí a soldar. Estuve gran parte de ese 4 de diciembre intentando soldar dos tuercas para crear con ellas una estrella. Sería mi regalo de navidad. Yo era torpe, tosca, seria, aburrida, y escupidora por excelencia, pero tengo que admitir que era bastante cursi también. Siempre pensaba en qué podría regalarle a Jude. En cómo demostrar mi amor, sin demostrar mi amor. No había llegado el día y ya pensaba en cómo iba a dárselo. De seguro solo se lo arrojaría como si fuera la cosa más estúpida del mundo y le diría un: Feliz navidad chico Beatles. De seguro me vería muy cool de esa forma. Eran mis pensamientos de chica hormonal adolescente. Creo que bastante normales e ingenuos comparados a los pensamientos de los jóvenes de ahora.

El asunto es que yo estaba preparando mi regalo, ignoraba que afuera un montón de chicas lloraban porque la gran estrella del orfanato estaba recogiendo sus cosas para irse. Había un niño que estaba pegado a Jude como una garrapata, su nombre es Nathan, ahora es un maldito mujeriego, pero en aquel momento era un niño dulce que llegó corriendo al taller. No sé ni qué fue todo lo que dijo, en mi mente se grabaron las palabras: Jude se va. Dijo algo de un carro que lo vino a buscar a él y a otros cuatro chicos más.

¿Cómo explicar lo que sentí? No sentí. Corrí en un estado en el que todos los sentidos estaban dormidos y mi cuerpo se movía por inercia. Corría contra un tiempo detenido, dentro de un enorme burbuja que estaba por explotar. Sabía que él me estaría esperando en nuestro lugar y no me equivoqué.

Mi corazón latía como loco y la garganta me quemaba, pero nada de eso importó. Me paré ahí, a distancia de él, con la respiración agitada y dispuesta a tomarlo de la mano y emprender una nueva carrera, una que no haría sola.

—¡¿Dónde maldita sea estabas?! —No era rabia lo que había en su grito, sino miedo—. Pensé que no iba a poder despedirme de ti.

—¡¿Despedirte?! Nos iremos. Escaparemos. Es el plan que teníamos con Ever, es el plan que seguiremos ahora. Será fácil.

Recorrí los últimos pasos que nos alejaban y tomé su mano para que empezáramos nuestra huida. Mas él se plantó en su lugar sin seguirme.

—No. Es peligroso.

—¿Qué? ¿Crees que esas monjas podrán con nosotros? ¡¿Estás tonto?!

—No es miedo a ellas, lo peligroso está allá, en ese lugar que vimos la otra noche.

—¿De qué hablas? Soñamos con estar allá. El lugar de la magia, de la música, la ciudad.

No lo entendía ni un poco. ¿Cómo él podría saber algo más que yo sobre el mundo exterior? Yo había visto mucho más que él antes de entrar a la cárcel.

—No estaba de acuerdo con el plan de escapar con Ever, pensé que él era un insensato por seguir ese plan, que era un egoísta por exponerte de esa forma.

—¿Exponerme a qué?

—Bruce me contó...

—¡Ese idiota! Le creíste solo porque entró hace poco acá.

—Lo que dice es lógico. Ima, no somos más que niños. Niños que hemos crecido mucho, pero niños al fin y al cabo. No podré hacer nada por ti allá afuera, al menos no por ahora. No cuando llegaré como un primitivo. No puedo exponerte a cosas horribles que ni podemos imaginar. A cosas como las que le hicieron a Cindy o...

Cindy era una niña que llegó unos tres años después de nosotros, todos hablaban de que su padre abusaba de ella. En ese tiempo no sabía ni lo que significaba "abusar", tiempo después lo supe.

—No soy ninguna tonta, yo...

—No lo eres. Eres lista, eres fuerte, eres genial, pero eso no es suficiente, no por ahora. Yo...

He visto a Jude quebrarse en muchas ocasiones. Lo conocí mientras él lloraba, pero ese día fue la primera vez que el chico, no el niño, contenía las ganas de llorar. No había soltado mi mano, y yo misma sentía mis ojos arder, porque presentía que eso no terminaría bien.

—Yo... Hay un recuerdo que viene de vez en vez a mi mente. No es algo que pude haber imaginado o soñado, es un recuerdo, aunque uno difuso. La cosa es que me viene esta imagen de yo siendo un niño muy pequeño, comiendo algo, estaba sentado en la pequeña mesa de la cocina. De pronto veo a mi mamá ir a abrir la puerta, ella me sonríe en el camino y yo le sonrío de vuelta. Lo otro que recuerdo es a un hombre, no sé qué tan viejo es, ni cómo es su cara, solo que es enorme, como una gran masa de sombra. Toma a mi mamá del cuello, y la golpea una vez lanzándola al suelo, y otra y otra, y yo no puedo hacer nada más que llorar, llorar, no me muevo de la silla, nunca me bajo solo lloro y lloro. No sé si ese hombre era mi papá, tampoco me importa. Lo único que recuerdo es a mi mamá siendo golpeada al borde de la muerte y yo sin poder hacer nada. Sin poder hacer nada —Ya para este momento él lloraba—. No puedo pensar en que algo así pase de nuevo, ¿entiendes? No soy tan fuerte, ni tan listo, aún no puedo hacer nada. Aquí estás a salvo, aún eres...

—¡Una niña! No tienes que cuidarme, yo lo haré, yo me cuidaré. Yo...

—Ima.

Me tomó de las dos manos, pero fue su mirada la que me calló. Era una mirada de dolor, de miedo no solo del pasado sino por el futuro.

—No puedo vivir sin ti —susurré. Era cierto, mi vida era él.

—Llevas un año viviendo sin Ever que es tu todo. Créeme que no te haré tanta falta.

—No seas tonto, tú...

«Tú eres mi todo» debí decir, pero callé.

—Eres mi familia.

—Vendré por ti. Claro que lo haré. Solo deja que me adapte, pero vendré por ti cuando menos te lo esperes. También te escribiré seguido así como Ever. Juro que vendré por ti. Los chicos Beatles deben estar juntos por siempre.

Sé que me abrazó. Mi cabeza quedaba justo debajo de su nuez de adán. Él presionaba mi cabeza contra su pecho, pero yo no hacía más que negar y negar, mientras lloraba por segunda vez. Esta vez se iba no mi mejor amigo, sino el amor de mi vida. Eran sentimientos igual de desgraciados. No quería soltarlo, no podía hacerlo.

—Si me quieres vas a entender que lo que estoy haciendo es lo mejor. Vendré por ti, lo juro. Solo espérame.

—Si no vuelves por mí te buscaré y seré tu peor pesadilla, te arruinaré, lo juro.

—Te creo —dijo sonriendo. Incluso limpió mis lágrimas con su mano derecha, la que no me sostenía.

Alerta de spoiler, sí resulté ser su peor pesadilla luego de haber jurado mil veces que viviría para hacerlo feliz.

Me quedé no por miedo al aterrador mundo. Me quedé para no alimentar más su trauma de niño. Porque una parte de mí no soportó verlo llorar, y porque otra quería confiar en él. En que vendría por mí.

Empezamos a escuchar gritos, todas las monjas lo buscaban, era hora de irse. Mis manos comenzaron a temblar, fue algo tan inusual. En serio él se iría.

—Deja de robar cosas. Y responde cada una de mis cartas. Respóndelas antes de las de Ever. Hasta pronto.

Estábamos uno frente a otro. Él con la cabeza un poco inclinada para verme y yo observando cada mínima parte de su rostro, con miedo de que fuera a olvidar algo. Algo como la peca que tiene encima del lado izquierdo del labio. La peca que tiene justo debajo de la punta de la nariz. La pequeña y casi invisible cicatriz encima de la ceja derecha, que se hizo en una caída magistral que tuvo al pelearse con Ever. O ese mechón de cabello que siempre le cae sobre la frente.

De haber estado Ever ahí habría salido con su: ¿Por qué estás viendo con tanta atención a Jude? ¡Dime por qué, Ima!

Lo miré con tanta atención, me concentré en las cosas más insignificantes que me cayó por sorpresa cuando la distancia entre nosotros se acabó, y de pronto sus labios estaban unidos a los míos. ¿Él me besó o yo lo besé? ¿Pueden creer que aún no lo sé?

En el preciso mini segundo que ocurrió mis oídos se sellaron, y en serio fue como en todas las canciones cursis, sentí que volé, que viaje al mismo centro de la tierra y volví. Y estamos hablando de un mini segundo de un beso inocente de dos niños que no sabían lo que era besar. Cuando me di cuenta me alejé, brinqué como si hubiera recibido una descarga eléctrica. De hecho así parecía, mis labios hormigueaban, hasta de pronto sentí que temblaban. Y avergonzada me llevé la mano a la boca para cubrirla.

—Bueno. No podía irme sin tener mi primer beso. Y mi primer beso claro que tenía que ser contigo. Hasta pronto Imagine Jones.

El segundo beso que recibí fue en la mejilla. Me tomó unos segundos revirar para ver la espalda de Jude desaparecer por la pequeña ventana a la que subíamos al techo. Creo que me tomó otro par de minutos reaccionar y comenzar a correr tras él. Cuando llegué a la entrada del orfanato ya estaba dentro de un destartalado carro amarillo, mientras todos lo despedían y las chicas lloraban desconsoladas. El carro arrancó y yo corrí por la cerca siguiendo su camino. Lo vi, una última vez, sacó la mano por la ventana y me dijo adiós. Entonces me detuve y también moví mi mano despidiéndome. Aunque se supone que lo nuestro no era un adiós sino un hasta luego.

Por muchas noches sus palabras se repitieron en mi mente: «Mi primer beso claro que tenía que ser contigo». ¿Por qué era algo que estaba tan claro? ¿Qué significaba ese claro? ¿Él me besó? ¿O dijo eso para que yo no me sintiera incómoda luego de haberlo besado como loca?

Esa primera noche sin él consistió en llorar por no tenerlo a mi lado, por primera vez en seis años, y en sonreír entre lágrimas al recordar que nos habíamos besado. No quería pensar si fue él o yo, solo en que ambos lo quisimos. Tal vez y Ever siempre tuvo razón y debí confesar mis sentimientos. Pensé en que yo también le gustaba, y si eso era cierto, él si volvería por mí.

Creo que está más que claro que sí nos volvimos a encontrar, incluso a vivir juntos por muchos años más, pero no porque él fuera a buscarme, sino porque yo llegué a él. Y esa es una historia más larga. La historia de cómo Jude no se equivocó, y el mundo exterior fue un asco mucho mayor que el orfanato. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top