Capítulo 2
Quisiera decir que esa noche Jude dejó de llorar, pero no fue así. Aquella fue la primera noche que dormimos juntos. Me caía del sueño, y se reusaba a ir con Ever, así que lo metí a escondidas al cuarto de las niñas y lo acosté a mi lado. No había nada de malo, había dormido junto a un gentío cada que mis padres iban a algún festival. Supongo que pensó que yo era una almohada, porque me abrazó, a eso sí que no estaba acostumbrada, pero si con ello se callaba y me dejaba dormir, que me abrazara todo lo que quisiera.
Sé que en algún punto de la noche volví a escuchar sus sollozos, y que yo medio somnolienta hice lo inimaginable, canté.
"Hey Jude, don't make it bad / Take a sad song ad make it better"
Él sonrió, o así lo vi en medio de la neblina en la que Morfeo había sumergido mi cerebro, y el llanto cesó. Por unos años pensé que lo había soñado, hasta que él en una noche de copas lo recordó.
Jude resultó ser un niño que se asustaba por todo. ¡Una araña! Estaba yo aplastándola. ¡Un ratón! Estaba yo atajándolo por la cola. "Ima la destripadora" me llamaban en los bajos mundos del Saint George. Porque Ever era muy bueno con desbaratar a seres humanos, pero era una completa vergüenza con los insectos. ¡Truenos! Se me olvidaba. Jude odia los truenos, su mamá murió en una noche de tormenta. Así que Jude durmió conmigo durante nuestros primeros dos años en Saint.
El primer año las niñas no decían nada por miedo a que les hiciera algo. Yo no les caía bien, pero me temían; a veces, solo a veces, el temor es un mejor remedio. El segundo año no dijeron nada porque si antes me temían sin conocerme, ahora me temían porque tenían todas las razones para hacerlo. Fue al tercer año que las razones cambiaron, nadie se quejaba de Jude en la habitación porque, aunque yo lo ignoraba, todas estaban "enamoradas" de él.
¿En qué momento Jude pasó de ser el niño llorón y mocoso que no podía quitarme de encima, al chico voz de ángel que me hacía acelerar el corazón y actuar como una cavernícola con tal de controlar mis estúpidas hormonas; el chico que no quería que se alejara de mí?
No lo sé con certeza, pero la culpable definitivamente fue la perra de Melanie Green. Recuerdo cuando se sentó a mi lado en el banco de madera frente a la malograda cancha donde los chicos disputaban un juego de futbol americano. Jude jugaba en el equipo contrario al de Ever, ambos eran demasiado competitivos. Aunque los tres éramos una familia, ellos dos, sobre todo Jude, mantenía una eterna y "secreta" competencia. Melanie Green se sentó a mi lado con sus perfectas trenzas oscuras, jugueteando con una bola de estambre que ni idea de dónde la había sacado, estaba haciendo una pulsera con ella o algo así. Ella arruinó mi vida con tres "inocentes" preguntas.
Uno:
—¿Debe ser bastante difícil escoger a un equipo, verdad? Después de todo tu novio está en un equipo y tu mejor amigo en otro.
Aún no había cumplido los doce años, y pese a toda mi vasta experiencia de vida, continuaba siendo una niña muy inocente en cosas del corazón. Para mí Ever y Jude, eran unos niños sucios y molestosos que constituían mi familia. Así que me costó digerir lo de novio y mejor amigo. Los amigos de Ever solían decir cada que me veían: llegó tu novia, Ever. Pero los amigos de Ever eran nedertanles, humanos con cerebros no desarrollados. ¿Quién podía tomar en serio sus palabras? ¡Bingo! Melanie Green.
Antes de que pudiera responder ella lanzó la pregunta número dos:
—¿Cómo es que te enamoraste de Ever y no de Jude? No niego que Ever es re tierno, pero Jude es tan hermoso.
—¿Jude hermoso?
El cuestionamiento salió de mi boca como vómito. En ese momento para mi Melanie era una esquizofrénica en una etapa muy avanzada.
—Claro que lo es. Nada más mira sus rizos, sus piernas, su sonrisa. ¿Sabías que sus ojos cambian de color a lo largo del día? Llegan a ser incluso algo miel al mediodía. Además...
Mientras Melanie enumeraba todas las cualidades físicas de Jude, no hice más que mirarlo dentro de la cancha, sudando como cochino y recibiendo patadas como pelota. No, Jude no era todas las cosas que Melanie estaba diciendo.
—Eres la envidia de todas, porque siempre estás tan cerca de Jude, incluso duermen juntos. No sabes lo que daría yo por poder ser tan cercana a él. De verdad eres un caso especial Ima, porque...
Pregunta número tres:
—¿Qué chica podría estar cerca de Jude sin enamorarse de él?
Yo definitivamente yo. Me habría gustado responderle eso, era la respuesta que repetía a gritos en mi cabeza. Pero para ese momento muy pocas personas me consideraban del sexo femenino, yo era una especie de extraterrestre o al menos así me sentía, así que no dije nada. Después de todo no era conversadora, y Melanie no merecía mi atención. Sin embargo, ella continuó.
—¿Crees que podrías hablarle a Jude bien de mí?
—¡¿Qué?! ¡No!
El grito salió natural de mis labios. No supe por qué actué tan a la defensiva. Pero Melanie estaba loca si creía que yo le serviría de Cupido. La niña de verdad tuvo que estar desesperada para pedirme aquello. Por mi mente pasó la canción de Jude y Melanie se besan debajo de un árbol y mi piel se erizó. No porque me gustara Jude en ese plan "romántico". Era tan mojigata que susurré esa palabra en mi mente. Es que Jude era el mocosito llorón, y el mocosito llorón no se besaba por ahí con niñas, menos con la desagradable Melanie Green.
Me levanté de aquel banco antes de que Melanie protestara, aunque dudo que se atreviera a hacerlo. Sé que me alejé de las canchas, ya no me provocaba ver a Jude y Ever cayéndose disimuladamente a golpes. Pero por alguna razón las palabras de Melanie continuaban reproduciéndose en mi cabeza. No solo eso, ahora me habían quitado la venda de los ojos, y vi en cada niña de Saint George, incluso en las mayores una forma de ver a Jude y de querer tener su atención que iba más allá de una amistad inocente.
Desde entonces me era imposible dejar de observarlo con atención, con la voz de Melanie de fondo. Sí sus rizos eran lindos y cuando les pegaba el sol eran casi blancos, también sabía de buena fuente que ni el champú altamente alcalino que usábamos le había quitado la suavidad. Sus ojos eran azules como el cielo al mediodía, Melanie estaba loca sus ojos no eran un tanto miel cuando... ¡Oh no! Sí que lo eran a la luz del atardecer. Su sonrisa, ¿qué tan bonita podía ser la sonrisa de un niño que...? Maldita sea cómo es que no los tenía chuecos. Y aquel lunar encima de su labio, eso sí que no lo había visto Melanie la asquerosa Green. Estaba ahí, celebrando que yo conocía más cualidades de Jude, como el lunar en forma de estrella que tenía justo debajo de su oreja izquierda, o que su piel era tan blanca que era fácil ver sus venas, o que...
—¿Por qué me ves tanto?
Fue la primera vez que el corazón casi se me sale por la boca. Había sido atrapada haciendo algo malo, o al menos así lo sentí.
—Sí, ¿por qué lo miras tanto?
Quise, en ese momento, patear a Ever. Estábamos los tres sentados sobre unos troncos que bautizamos como nuestro fuerte, en el bosque tras el orfanato, al que se supone que no podíamos ir. Pero nosotros, cuál perros con alma callejera, encontrábamos la forma de salir. Cada que Sor Candence encontraba uno de nuestros agujeros y los tapaba, nosotros hacíamos otro. Supongo que al final se cansó.
—No lo estaba mirando, estaba pensando.
Si hay algo que debo agradecer es que heredé el don mentiroso de papá.
—¡Ah! ¿Tú sueles pensar?
Odiaba cuando Ever decía cosas así seguidas de su eterna sonrisa entre burlona y dulce, lo odiaba porque era precisamente imposible enojarse enserio. Es decir, ¿podría caerte mal un oso panda? Así exactamente era y es Ever.
—Más que tú sí, idiota.
—De acuerdo a la real academia de las calificaciones yo pienso más que tú, señorita.
—¡Por favor! ¿Por 0.3 puntos, en serio?
—Mi promedio es de seis pun – to ¡tres! Seis ¡punto tres! Superior a un seis rasguñado. Conclusión, soy un humano más desarrollado que tú.
—Desarrollada tu panza.
—Oh, sí —dijo sosteniendo su mayor orgullo— Y no sabes cuánto he trabajado por mantenerla. Eso de robar raciones de comida cada día, ¿crees que es fácil? Requiere el uso de mi cerebro superior.
—¡Ever!
Nos íbamos a fundir en una de nuestras múltiples discusiones sin sentido, hasta que Jude intervino para empeorar todo.
—Es por tu culpa que Ima es bruta.
—¿Yo bruta?
Creo que días antes de las locuras de Melanie no habría dudado en partirle la nariz a Jude, a ese imbécil niño malagradecido. Sin embargo, estaba en una situación sentimental en la cual me importaba lo que pensara Jude de mí.
—No bruta, pero si no sacas buenas calificaciones es porque te la pasas siguiendo a este en todo, como vaca al matadero. Crees que estudiar es una pérdida de tiempo, porque se puede vivir de explorar el mundo, sí cómo no.
—Y habló la estrellita.
Sé que Ever no lo dio en mal plan, o puede que sí, él sabía que Jude odiaba que lo llamara de esa forma. Como sea Jude no aguantó dos para ir tras Ever y el otro tampoco esperó dos para ponerse de pie.
—¡Ya basta! —grité interponiéndome entre ambos—. Todo el tiempo es lo mismo. ¿Acaso me han visto agarrándome a los puños con alguien? ¿Por qué es que ustedes tienen que estar en eso a cada rato?
—Yo no empecé —argumentó Ever.
—¡No empezaste!
Y ahí iban de nuevo.
—Ambos empezaron, punto y final. Ya basta de ofenderse por cada estúpida cosa. Ustedes me dicen tonta —miré a Ever—, bruta —reviré hacia Jude—. ¿Les di un golpe por eso? No ¿Ustedes realmente creen que soy bruta?
—¡No! —gritaron al unísono.
—Lo ven. Somos familia, podemos decirnos de todo porque sabemos que no es cierto. ¿Entendido?
Ambos asintieron, Jude sin muchos ánimos, Ever con todos los ánimos del mundo.
—Aunque yo hablo en serio cuando le digo estrella a Jude.
Pude ver a Jude hacer puños sus manos, y honestamente estaba dispuesta a dejar que le metiera una buena tunda a Ever, aunque sabía que sería muy difícil que Ever se dejara pegar. No obstante tenía aún mis brazos extendidos para separarlos, miré hacia Jude para indicarle que desistiera de eso, pero noté otra cosa.
—¿Por qué me estás mirando de nuevo?
—Sí, Ima, ¿por qué lo miras de nuevo?
—Yo no... Sí lo estoy mirando, ¿qué es eso? ¿Qué es eso al lado de tu ojo? Lo morado, lo... ¡Ah! ¡¿Es un golpe?! ¿Quién te metió un golpe? Dime si fue el cavernícola de Ansel para ir a sacarle todos los dientes. ¡Ever! ¿Cómo dejaste que ese idiota le pegara a Jude? ¿De qué sirve tu talento oculto si no...?
—Pero es que no lo sabes Ima, nuestro bebé ya creció. Peleó contra Inri y ganó. Nuestro hijo es todo un hombre.
—¡Yo no soy tu hijo y menos el de ella!
—¿Inri?
Para que entiendan mi estupefacción, Inri era un chico mayor que Ever, en sus dieciséis a punto de salir del orfanato, así que Jude ganándole era un gran mérito.
—No es que esté de acuerdo, porque ya les dije, yo no ando jalándome de los cabellos con nadie, pero... ¡Inri! ¡Aw! Jude, tú en serio... creciste.
—¡Agh! No saben cuánto los detesto a ambos —dijo antes de molesto darse la vuelta y volver al edificio.
Aquel día no lo vi en durante la cena. Las luces se apagaron, las horas pasaron y pensé que sería la primera noche que Jude no dormiría a mi lado, la sensación fue extraña, como un vacío en el estómago que no era por hambre.
El vacío desapareció cuando una silueta apareció frente a mis ojos. Él se metió en la cama con la meticulosidad y el silencio que usaba siempre.
—No pienso que seas bruta —susurró mirando al techo, yo también lo hacía—. Para mí eres la persona más genial que existe.
—Ambos lo somos, somos los niños Beatles, ¿no?
Él hizo alguna mueca rara, pero lo dejé pasar. Esa noche me abrazó de nuevo y empezó la primera de nuestras últimas noches juntos, porque él tenía razón en algo, ya estábamos dejando de ser niños.
Fueron seis meses después, yo ya tenía doce años, cuando en Saint George hicieron un festival de talentos. Jude recibía clases de canto en el coro del orfanato, además uno de los curas le estaba enseñando a tocar guitarra. Jude era la estrella del coro, y ese día, en el festival todos querían verlo a él. No tenía idea de qué cantaría, él había decidido no hablar de ello, aunque yo igual le di varias recomendaciones.
Aún con el feo uniforme gris, él resplandecía sobre la pequeña tarima con una guitarra vieja en sus manos. Reconocí la canción al primer acorde de la guitarra. Había escuchado tanto a mi papá cantarla que en mi mente la letra estaba grabada.
"Mama take this badge from me / I can't use it anymore / It's getting dark too dark to see / Feels like I'm knockin' on heaven's door"
La canción original es un espectáculo, con los arpegios de la guitarra eléctrica de McGuinn, los rasgueos y la increíble voz de Bob Dylan, el bajo de Paul y la sutil batería de Keltner. Pero ninguna versión, ni siquiera la de Gun's a Roses se asemeja al glorioso cover de Jude. Una guitarra, una voz angélica proveniente de un alma demasiado joven para cantar con tanto dolor. Jude, al igual que la mayoría de los niños de Saint George, sabía bien lo que era estar a punto de tocar las puertas del cielo.
Creo que todos, incluso los que nos habíamos olvidado de nuestras circunstancias recordamos ese momento donde nuestra vida cambió. Yo por primera vez entendí que sí había perdido algo, la posibilidad de poder llamar a mi mamá, la posibilidad de creer que existía alguien en el mundo con la tarea de cuidarme.
Fue en ese momento que el niño mocoso y llorón, se convirtió ante mis ojos en un adolescente con un hueco en su corazón. En el chico físicamente más hermoso que vería jamás, pero no era solo su apariencia, él era el chico meláncolico que yo querría cuidar por el resto de mi vida.
Ahí sobre una tarima de madera carcomida, con una pared gris llena de moho de fondo, supe que él sería una estrella de la talla de las estrellas que persiguió mi papá. Yo no sería otra seguidora más, sería esa estrella que acompañaba su camino, y así fue como el sueño más ambicioso comenzó. ¿Les cuento un secreto? Jamás lo logré. Hay quienes solo nacimos para ser desecho. Pero fue en ese momento que comenzó la etapa de Ima enamorada, una etapa que se prolongó hasta el día de hoy. Yo enamorada soy la cosa más horrible que pueda existir.
Nota de autor:
Quiero desearle felices fiestas a todos. Espero mañana traerles un nuevo capítulo. Tengo unos días de descanso del trabajo, así que debo aprovecharlos.
Me gusta conocer a mis lectores así que como en mis otras novelas les dejaré algunas preguntas curiosas. Acá va la pregunta número uno.
¿Cuál fue el primer niño o niña que les gustó? Cuando uno es niño es bastante enamoradizo jajaja, o no fueron de esos.
En el pr{oximo capítulo les dejo mi respuesta. Gracias por estar aquí!!!!!
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