Especial San Valentin p.2
Narra Tobi
—Duérmete niño, duérmete ya —una voz femenina y espectral se hizo presente—. Que viene el coco y te comerá —rió. Abrí mis ojos y sentí unas manos delgadas acariciando mi rostro. Traté de moverme o hablar, pero era imposible—. No tengas miedo, yo estoy contigo. Siempre he estado contigo —sus caricias comenzaban a quemar—. Una madre nunca abandona a su hijo, menos cuando él la necesita —ahora sentía como si sus uñas se clavaran en mi piel—. Duérmete Tobi, duérmete ya —quería gritar, me quemaba el cuerpo—. Que viene el coco —puso su mano sobre mi pecho—. Y te comerá —dijo en un susurro atravesándolo—. Pobre, pobre, niño solitario. No necesitas esto, ¿para qué? —arrancó mi corazón.
Yo quería gritar, moverme, alejarla de mí. Podía escucharla masticar, se estaba comiendo mi corazón. Me dolía todo, me costaba respirar. Sentía que en cualquier momento se me acabaría el aire.
—N-no —dije con dificultad—. A-y-u-d-d —todo se puso negro.
Cuando abrí mis ojos Matt estaba ahí. No pude evitar sonreír, el dolor desapareció y me encontraba ahora en el que había sido nuestro cuarto.
—Al fin te veo —dije acercándome a él—. Sabía que en mis sueño sí te encontraría —él no contestó—. ¿Estás molesto conmigo? ¿Por qué no me escribiste? Pensé que haríamos algo en San Valentín.
El chico se acercó a mí y puso su mano en mi pecho.
—Sí lo necesitas —sentí fuertemente el latido de mi corazón. La figura de Matt se desvaneció.
Abrí mis ojos con lentitud. Por un instante me sentí confundido, alguien me abrazaba; y entonces me llené de temor. ¿Qué había pasado esa noche? ¿Quién estaba junto a mí? No podía dejar de pensar en que me hubiese emborrachado tanto que hubiese terminado en la cama con el amigo de Santiago y Alex, o con cualquier otra persona diferente a Matt.
—No puede ser —susurré tratando de soltarme de su agarre. Como me encontraba en el borde de la cama, pues esta era muy pequeña, resulté en el suelo. Miré bajo la cama, del otro lado vi sus zapatos—. No puede ser —era incapaz de mirar quién yacía en mi cama—. ¿Qué hice?
Imágenes de la noche anterior aparecían de manera aleatoria en mi cabeza, estaba asustado, no dejaba de pensar en que le había fallado a Matt. ¿Tal había sido mi enojo como para haberlo traicionado de esa forma?
—No —me quemaba el pecho —. Qué cobarde —murmuré apoyando mi frente en el borde de la cama—. No hay nada que justifique haber traicionado a Matt —las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos.
La persona en la cama se movio, jalando la cobija y haciéndome reaccionar.
—Debo sacarlo —me armé de valor y me levanté. La persona se encontraba de espaldas—. Eres una mierda, Tobi —pensé al ver que incluso había tenido el descaro de buscar a alguien similar a Matt—. ¿Cómo pudis... —el chico se giró todavía dormido y de repente mi corazón pareció detenerse—. No puede ser —sobé mis ojos y sacudí mi cabeza—. ¿M-Matt? —mis labios y manos temblaban—. Esto debe ser una broma —me sobé los ojos nuevamente—. Es Matt —no pude evitar soltar unas lágrimas de emoción—. Realmente eres tú —me acerqué para verificar que mis ojos no me estuvieran engañando.
Luego de observarlo dormir durante un par de minutos, al fin acepté que Matt realmente se encontraba frente a mí. Quería abalanzarme sobre él, abrazarlo, besarlo, encadenarlo con mis brazos y piernas y no soltarlo nunca más.
—Debo estar soñando —pero parecía dormir tan plácidamente que no quería despertarlo—. Descansa —lo arropé y salí del cuarto.
Pensé en preparar un desayuno especial. Matt me había sorprendido y yo no me quedaría atrás. Antes de dirigirme a la cocina busqué mi celular, tenía varias llamadas perdidas de Matt. También un par de mensajes.
Matt: Tobi, no contestas, estoy preocupado
Matt: Pensé que estarías en el karaoke pero cuando llegué ya te habías ido, llevo esperándote en la recepción de tu edificio un par de horas. He intentado llamarte, no sé qué más hacer. Apenas veas mi mensaje llámame, hay algo que debo decirte.
—Matt quería sorprenderme en San Valentin —me sentía muy feliz, aunque esa sensación se esfumó pronto al recordar lo que había pasado el día anterior. De algún modo había arruinado el que podría haber sido el mejor San Valentin de mi vida. No había hecho más que culpar y dudar de Matt—. Soy un tonto.
Me sentí culpable. Volvía mirar los mensajes y una enorme preocupación se apoderó de mis pensamientos.
—¿Qué será lo que me va a decir? —por un instante sentí algo de miedo.
Prendí el televisor de la sala y me dirigí a la cocina. Cuando estaba preparando los huevos el nombre de Matt fue pronunciado en las noticias. Según la nota el gran músico había dado la oportunidad a una joven promesa de participar en la gira en la que se supone Matt participaría. Mis manos temblaron y por poco hago un desastre al casi soltar los platos que tenía en mis manos.
—¿Qué fue lo que hiciste? —no pude evitar sentirme preocupado y culpable—. ¿Estás dejando tus sueños por mi culpa?
Por un instante me sentí egoísta. Tal vez había presionado tanto a Matt que él había renunciado a su sueño por darme el gusto, eso me hacía sentir horrible. Yo quería que Matt fuera feliz, no quería que se sacrificara por mí o se alejara de su sueño solo por estar conmigo.
—Qué rico huele —su voz se hizo presente y mi corazón dio un vuelco—. ¿Te ayudo?
Era incapaz de girarme y darle la cara.
—¿Estás molesto? —escuché sus pasos acercándose a mí—. Debí avisarte, pero quería darte la sorpresa anoche. Sin embargo, llegué demasiado tarde. Lo siento.
Me giré hacia él.
—Matt —mi corazón latía cada vez más rápido—. Realmente estás aquí —dije con voz temblorosa.
—Feliz San Valentín atrasado, Tobi —sonrió y se acercó más—. ¿Cómo has estado?
Quería solo lanzarme sobre él, abrazarlo y besarlo. Pero no quería hacer nada que pudiera incomodarlo.
—Bien, Matt. Todo ha estado muy tranquilo.
—¿No me vas a dar un beso y un abrazo? —preguntó el castaño dando un paso más cerca—. Sé que llegué tarde, pero después de tan largo viaje creo que al menos eso merezco.
Sin pensarlo dos veces lo abracé. Nuestro abrazo duró un par de segundos, yo no lo quería soltar, sentía que de hacerlo pasarían años antes de volver a sentir los latidos de su corazón junto a los míos. Él se alejó, me miró a los ojos, acarició mi mejilla y me besó.
—Te extrañé, Tobi —volvió a besarme—. Extrañaba verte, te ves muy lindo —paseó su mano por mi cabello—. Pensé en que podríamos ir a caminar. Hay algo que quisiera decirte pero me gustaría que fuese en un lugar tranquilo.
Asentí con la cabeza. Cada vez me sentía más ansioso. No dejaba de pensar en lo que acababa de ver en las noticias. ¿Por qué Matt se encontraba frente a mí? ¿Había realmente abandonado su gira? ¿Lo había hecho por mí? ¿Por qué no me había preguntado qué pensaba? ¿A caso no confiaba en mí? ¿Mi opinión no era importante? Muchas preguntas abordaban mi cabeza, me sentía ahogado.
—Quiero subir esta montaña —mostró su celular—. Hay un mirador allá arriba. Dicen que la vista es espectacular —se quedó mirándome fijamente—. ¿Estás bien? Estás sudando —puso su mano en mi frente—. No tienes fiebre.
Quité su mano con verguenza.
—¿Pasa algo?
Negué con la cabeza.
—Comamos algo y vamos —respondí con voz temblorosa.
Desayunamos casi en silencio. Cruzábamos miradas de vez en cuando. No dejaba de pensar en lo que Matt quería decirme y eso me tenía muy nervioso. Cuando terminamos de desayunar nos pusimos ropa deportiva y salimos enseguida.
La caminata fue fácil, al final eran solo escaleras. El aire fresco me sentó bien, la naturaleza me hacía sentir más tranquilo, además había tratado de respirar a conciencia, no solo para llegar a la cima, sino para calmar y despejar mis pensamientos. Al llegar a la cima me tiré en el pasto.
—Estoy muerto —dije mirando el cielo.
—Yo igual —Matt se sentó junto a mí—. Y ahorita nos toca bajar.
Se recostó al igual que yo. Permanecimos un par de minutos escuchando la música de la naturaleza. Quería preguntarle a Matt sobre lo que quería decirme y también sobre el porqué del abandono a su gira, no dejaba de sentir culpa por ello. Matt seguía en silencio, volteé a verlo, tenía sus ojos cerrados.
—¿Te dormiste?
Él negó con la cabeza. Era mi oportunidad de preguntarle.
—Matt —me senté—. ¿Por qué estás aqui?
Él abrió sus ojos y me miró.
—¿Qué pasó con la gira? Hoy vi a tu amiga en la televisión, ella está ocupando tu lugar.
Matt sonrió.
—Quería verte, Tobi. Te extrañaba.
Huí de su mirada, sentía que mi rostro se había puesto rojo. —Debo parecer un adolescente —pensé, sintiendome cada vez más avergonzado.
—Pero podías esperar a que la gira terminara —al fin fui capaz de mirarlo.
—Son varios meses —se sentó—. No podía esperar ni un día más.
Mentiría al decir que sus palabras no me alegraban, sin embargo, la culpa que sentía opacaba cualquier sentimiento positivo que pudiera llegar a tener. No había duda de que Matt realmente me quería y estar junto a él era algo que llevaba años deseando, pero si para lograrlo Matt tenía que renunciar a sus sueños...
—Pensé que estarías feliz al verme —su voz se tornó triste.
No contesté. Claro que verlo me hacía sumamente feliz, pero no podía ser tan egoísta. No podía solo ser feliz ignorando el sacrificio de Matt. Amar a una persona significa apoyarla en sus sueños, no hacerla renunciar a ellos por un deseo egoísta.
—Es tu futuro, Matt. Es tu sueño —no pude evitar agachar la mirada—. Sabes que te amo —el abrió sus ojos con sorpresa—. Lo único que quiero es que seas feliz. No quiero que renuncies a tus sueños por mí, no quiero que te sacrifiques ni hagas cosas para hacerme sentir feliz a mí. ¿Qué tal luego te arrepientas? Si te arrepientes no habrá marcha atrás, vivirás el resto de tus días pensando en lo que pudo ser y no fue.
—Es por eso mismo que estoy aquí, Tobi. No quiero arrepentirme después —no entendía a lo que se refería—. La música es importante para mí, claro que sí, pero hay algo que me hace aún más feliz que cualquier otra cosa y cuando te tuve frente a mí me di cuenta de que no podía soportar que el tiempo me arrebatara eso.
¿De qué hablaba Matt?
—No te entiendo —lo miré a los ojos con preocupación.
—El tiempo pasa rápido, Tobi —miró hacia el cielo—. Ni siquiera se siente y en menos de nada transforma o acaba todo —me miró fijamente a los ojos—. Sin embargo, no importa cuánto tiempo pase ni en dónde esté, la música siempre está conmigo, la llevo conmigo. Justo en este momento está aquí, y si me voy a Alemania me seguirá.
Tomó mi mano.
—Y luego está eso otro que me hace más feliz que cualquier otra cosa —la apretó—. Y ahora que lo tengo aquí, frente a mí, no quiero que se aleje nunca más —mis ojos se aguaron—. Verás. El amor se transforma constantemente al igual que nuestros cuerpos. El tiempo que pasemos lejos no podrá ser jamás recuperado y aunque existan actualmente las pantallas, no es lo mismo mandar un beso al aire que mirarte fijamente a los ojos mientras sostengo tu mano —me besó—. Que sentir tus labios, tu aliento —se recostó contra mí—. El latir de tu corazón en tu pecho.
—No digas eso, Matt. Sabes que yo siempre estaré aquí para cuando me necesites. La distancia nunca podrá afectar mis sentimientos o acabar con lo que siento por ti. Siempre has querido...
Me interrumpió con un beso.
—Tobi, créeme que he pensado esto por demasiado tiempo y nunca me había sentido más seguro de lo que quiero —acarició mi mejilla—. Sé que estarás ahí siempre, pero de lo que más seguro estoy es que mi sueño y mi felicidad no están en Alemania. No están lejos de ti. De verdad ya no soporto la idea de abrir los ojos cada mañana y no verte.
No podía creer todo lo que Matt decía. Debía ser un sueño, no podría ser más que un delirio.
—Donde se encuentre Tobias está mi felicidad.
Dijo. Mi corazón latía cada vez más rápido. Su cercanía, sus tacto, sus palabras... Sentía que en cualquier momento me desmayaría de la emoción.
—Te amo, Matt.
Lo abracé y lo besé.
—Y yo a ti, Tobi. Te amo mucho —nos volvimos a abrazar—. ¿Vamos a casa? Estoy cansado y quiero dormir.
—Vamos.
Narra Matt
—¿Qué te gustaría almorzar? —inquirió el rubio, caminando directo a la cocina—. Aprendí muchas recetas nuevas para sorprenderte.
—La verdad no tengo mucha hambre todavía —me recosté contra la pared—. ¿Por qué no saltamos directo al postre? —en lo único que pensaba era en lo mucho que deseaba besar a Tobi.
—¿El postre? —caminó hacia la nevera—. La verdad no tengo nada para eso. Creo que hace unas semanas había comprado un helado, déjame mirar.
Solté una risita. No podía creer que Tobi no entendiera qué era lo que realmente quería.
—Hay de chocolate —volteó a verme—. ¿Qué pasó?
No podía parar de reír.
—Tobi —tomé un respiro—. No es ese tipo de postre el que quiero.
Me acerqué. Él se puso nervioso y dejó caer la caja de helado.
—Por dios, qué torpe soy —se agachó a recogerlo enseguida—. Entonces, ¿no quieres helado?
Puso la caja sobre la mesa.
Sin decir una palabra lo tomé de la mano y lo jalé hasta la habitación. La puerta se cerró con un leve chasquido, todo estaba en silencio, solo eramos Tobi y yo. Ninguno dijo nada al principio. Estabamos ahí, frente a frente, como si aún dudaramos de si el momento era real o si se trataba de un simple eco de las tantas veces que lo habíamos deseado.
—Te he extrañado demasiado —posé mis labios sobre los suyos. Tobi parecía nervioso, por alguna razón era incapaz de sostenerme la mirada—. ¿Tú no me extrañaste?
—¿Cómo me preguntas eso? —por fin me miró—. Obvio te extrañé, solo que todavía me cuesta creer que realmente estás aquí. Siento que me va a dar algo de todo lo que estoy sintiendo en este momento. No puedo ni organizar mis ideas. Es que...
Di un paso hacia Tobi y cuando alcé una mano para apartar un mechón de su cabello, él cerró los ojos.
—Te ves igual —murmuré, con un tono entre serio y juguetón.
—T-tú te ves más lindo —dijo con una tímida sonrisa.
Me acerqué más y estiré los brazos para rodearlo. Tobi me apretó con fuerza, como si no quisiera soltarme nunca, como si con ello intentaran recuperar todo el tiempo en el que la distancia nos había separado.
—En serio te extrañé, Matt —me abrazó aún más fuerte—. No puedes ni imaginar cuánto —su voz se quebró.
Me separé de su pecho. Él rápidamente tapó sus ojos con una de sus manos.
—No te escondas —quité su mano. Tobi lloraba—. No tienes que ocultar nada.
—Matt —Tobi se sentó en el borde de su cama—. Es que...
Antes de que dijera otra palabra ya me encontraba sobre él, tan cerca que podía sentir su respiración. Cuando finalmente nuestros labios se encontraron, fue como un suspiro contenido durante meses. El beso fue profundo, lleno de preguntas y respuestas al mismo tiempo. Nuestras manos se encontraron a mitad del camino y nuestros dedos se entrelazaron como si no quisieran volver a soltarse.
—Estamos aquí —susurró Tobi acariciando mis mejillas, sus ojos brillaban y sus labios temblaban—. No sabes cuánto deseé este momento —metió sus manos bajo mi camisa, estaban heladas, sentí un cosquilleo recorrer mi cuerpo. Tobi se sentó y me quitó la camisa mientras me besaba.
Mi piel se estremeció al sentir la caricia de sus labios bajando lentamente hacia mi cuello. Era un movimiento lento, deliberado, como si quisiera saborear cada segundo, cada centímetro de mi cuerpo.
—Matt —susurró de nuevo, abalanzandose sobre mí y besando mi pecho, bajando a mi abdomen y deteniendose un instante para deshacerse de mi pantalón. Cada beso era más profundo que el anterior, cargado de emociones que no habían encontrado salida hasta ese instante.
Nuestras respiraciones se volvieron un solo ritmo, acompasadas, creando una melodía que solo nosotros podíamos escuchar. De repente estabamos completamente desnudos, nuestra piel se buscaba, se encontraba, se reconocía. Mis manos trazaron líneas invisibles en su espalda, como si quisieran memorizarlo una vez más, como si temiera que, al soltarlo, pudiera perderlo de nuevo.
—Tobi —nuestros cuerpos se movían como si estuvieran escribiendo una canción antigua, una que nuestras almas conocían pero que apenas estabamos aprendiendo a interpretar. Nuestros corazones latían al unísono, creando un ritmo imperfecto pero hermoso. Había ternura en cada movimiento, pero también una fuerza contenida, una intensidad que hablaba de todo lo que habíamos esperado. Nuestros cuerpos hablaban un lenguaje que no necesitaba traducción, uno donde el deseo y el amor se enlazaban sin separarse—. Te amo, Tobi.
Aunque no era la primera vez que habíamos estado juntos, nunca me había sentido tan seguro y tan feliz. Era una noche mágica, llena de caricias, placer y susurros que parecían secretos del universo. Era algo tan intenso, tan genuino, tan lleno de vida... Fue como si el tiempo se detuviera y el mundo desapareciera. Solo Tobi y yo. ¿Cómo podía siquiera considerar la idea de volver a estar lejos?
Narra Tobi
—No había visto este lunar —besé el cuello de Matt mientras le ponía jabón—. Ni este —besé su hombro.
Matt soltó una risita y se giró hacia mí.
—Creo que esta es la primera vez que nos bañamos juntos —dijo poniendo sus manos en mi pecho—. Quiero hacerlo todos los días.
—¿Y si luego te aburres?
El negó con la cabeza.
—No creo que eso pueda pasar —suspiró—. Deberías comprar una cama más grande —¿Matt se iría a vivir conmigo? No pude evitar sentirme emocionado, estaba seguro que la sonrisa en mi rostro me revelaba ante él—. ¿No vas a decir nada? —abrió la llave, el agua helada cayó sobre mi espalda y no pude evitar soltar un grito.
Luego del baño preparamos juntos la cena y nos preparamos para ir a dormir. Matt me compartió su rutina de skin care y la hicimos juntos. Fue divertido, no dejaba de imaginarme junto a Matt todas las noches.
—Estoy pensando en crear mi propia academia de música clásica —dijo en tanto cepillaba sus dientes—. Tú puedes ayudarme a conseguir alumnos.
—No creo que necesites de eso. Cuando lo hagas tendrás una larga fila de aspirantes, más bien luego los mandas a mi consultorio.
No podía creer lo que había pasado ese día. Seguía sintiendo que estaba en un sueño. Era increible tener a Matt frente a mí, hablándome de sus planes, haciéndome parte de ellos. Lo abracé con fuerza.
—Este fue el mejor San Valentin —Matt me miraba por medio del espejo.
—El mejor hasta el momento —besó mi brazo, que rodeaba su pecho—. Me siento feliz, muy feliz, tanto que me da miedo que todo se arruine.
—¿Por qué se arruinaría? —besé su cabeza. Matt se giró hacia mí.
—No lo sé, nada es seguro en esta vida. Eso me aterra.
—Tienes razón. Nada es seguro, cualquier cosa puede pasar, y por eso mismo no debemos preocuparnos tanto. A veces pensamos más en lo que no ha pasado que en lo que sucede realmente. Es como si ignoraramos el presente por un futuro inexistente.
Matt hundió su cabeza en mi pecho.
—Lo único que puedo asegurarte ahora es que pase lo que pase estaré aquí para apoyarte.
—Tobi...
—Pase lo que pase, mientras pueda sentir los latidos de tu corazón nada podrá arruinarse.
—Eres un cursi, Tobi —Matt me dio un suave cabezaso en el pecho.
—Es culpa tuya.
https://youtu.be/aN8vnzNWa60
"Creo que a esto lo llaman amor. ¿Qué podría ser esto entre tú y yo? Cuando todo lo que sueño son tus ojos. Todo lo que anhelo es tu toque. Y, cariño, algo me dice que eso es suficiente"
I Thik They Call This Love- Elliot James Reay
Hola a todos. Nuevamente yo por aquí. Espero les haya gustado esta segunda parte. No sé si alguien vaya a leer esto. Sea como sea, siento no haber podido publicar en tanto tiempo. Ha sido un año bastante difícil, para ser sincera, hace tiempo no me sentía tan cansada y aburrida. En parte eso me hace sentir ganas de escribir. La escritura siempre ha sido una especie de terapia para mí. Tengo pensado comenzar una historia sobre Tobi y Matt y su vida como adultos. Espero comenzar a publicar pronto. Gracias por leerme y por llegar hasta aquí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top