Capítulo especial: Navidad de Matt
Un montón de años después...
Narra Matt
—Ahí viene mi parte favorita, escucha, escucha —la chica subió el volumen de su aparato y cerró sus ojos—. Ay no —sus ojos se aguaron—. Es que de verdad me pone sentimental.
Me acerqué a ella. Le quité el aparato y lo apagué.
—Señorita Raina, estamos ensayando —dije poniendo el celular en mi bolsillo—. Además, exageras. Es solo una melodía más y no es la mejor que he compuesto.
La chica mostró un rostro serio, aunque sabía que no se había molestado de verdad.
—Estamos tomando un breve descanso y digas lo que digas, Matt. Es mi favorita —acercó disimuladamente su mano a mi bolsillo—. Aunque digas que no es la mejor, yo siento al escucharla que es con la que más te conectas al tocarla. Es que es como si el violín y tú fueran uno solo, como si contaras con cada nota una historia hermosa...
—Y triste —interrumpió la molesta Astrid atravesándose entre los dos y evitando que el celular fuese recuperado—. Sinceramente no sé por qué te gusta tanto. En lo personal no me gusta escucharla, es demasiado deprimente. ¿Por qué escribiste eso? ¿Qué estabas pensando al hacerlo? ¿A caso se acababa de morir tu gato o qué?
Estaba a punto de contestarle que una mocosa sin talento no debía opinar de arte, pero Raina me ganó.
—Astrid, cállate. Tú no sabes nada de arte y mucho menos de música —Raina se echó en un sofá que había en el pasillo—. ¿Qué haces aquí? ¿No tenías clase?
—Mi padre me dijo que quería que viera cómo va el montaje de la obra. Sigue insistiendo en que tome un papel en ella, pero yo no voy a tomar un papel de extra.
—Apenas estás comenzando —me senté junto a Raina—. No puedes pretender iniciar con papeles protagónicos, al menos no en una obra tan importante. Ni siquiera has terminado el primer semestre y ya te comportas como una diva.
—¿Me has visto actuar en serio? No cuentan los monólogos que he hecho en la casa, esos han sido exagerados para molestar a mi papá —la chica se cruzó de brazos—. Además, incluso así a Sara le encantan.
Recordé algunas de sus presentaciones en cenas familiares y no pude evitar soltar una risa. Raina no era la peor actriz del mundo, pero no tenía un talento innato y tampoco se esforzaba mucho para desarrollarlo. Era como si creyera que con el nombre de su padre ya era suficiente para lograr lo que quería, y aunque en muchas ocasiones le había funcionado, un vínculo sanguíneo no la haría tener presencia escénica y dejar de sobreactuar sus papeles.
—Mi madre siempre dirá que le gusta todo para no hacer sentir mal a nadie. Yo no me confiaría de su criterio —miré mi reloj—. Yo creo que hay que volver ya. ¿Vamos? —miré a Raina, ella sonrió con timidez.
—¡Vamos! —la chica se levantó entusiasmada.
—Ay sí, vamos, vamos. Ahora agárrense de las manos y váyanse dando besitos —dijo Astrid haciendo un ruido desagradable con sus labios.
Raina se sonrojó y agachó la mirada.
Astrid siempre molestaba a Raina cuando nos encontrábamos en la misma habitación y cuando no estaba ella, se la pasaba diciendo que ella estaba enamorada de mí y que deberíamos salir. Que supuestamente hacíamos buena pareja. Yo no dejaba de pensar en que era necesario decirle que no me interesaban las mujeres, sin embargo, no podía imaginar lo molesta que podría llegar a ser al tener esa información.
—No entiendo cómo sigues siendo amiga de Astrid, Raina. De verdad es insoportable. Si no estuviera obligado a convivir con ella...
—Pues ahora soy como tu hermana menor, así que te aguantas. Además, Raina es mi mejor amiga desde los tres años. Tenemos un vínculo especial, imposible de romper, ¿verdad, Raina?
La chica no podía ocultar lo avergonzada que se sentía. Sentí pena por ella, aunque no me tomara en serio las cosas que decía Astrid, sabía que Raina me admiraba mucho y que era posible que le gustara más de lo normal. Algunas veces me sentía culpable por no decirle sobre mi sexualidad, no decírselo a Astrid tenía sentido, pero Raina era completamente diferente a ella, pues no solo era talentosa, sino también dulce y sensible. No quería romperle el corazón, aunque con el pasar del tiempo el daño podría ser más grande.
—Yo de ti lo haría —le dije levantándome del sofá.
La relación entre Raina y yo era básicamente académica y profesional. No lograba entender por qué se había fijado en mí si no habíamos compartido tiempo fuera de la universidad y el tiempo en las aulas había sido muy corto. Ella era estudiante de segundo semestre de Johan, padre de Astrid y actual pareja de mi madre, quien además había sido mi profesor favorito y a quien yo le debía mi éxito pues era un músico muy importante y respetado en el país. Yo siempre que tenía tiempo libre trataba de apoyarlo en algunas clases y en los montajes para eventos de final de año. Este año se presentaría un musical, él había escrito el libreto y yo le había ayudado a componer la música, haber participado en ese proyecto era importante pues me ayudaría a ampliar mi currículo y a tener más oportunidades a futuro.
La relación de mi madre con Johan no dejaba de traerme ventajas, lo único que llegaba a fastidiarme era Astrid. A mis 27 años ya no estaba en edad de aguantarme a una jovencita caprichosa y prepotente. Ya no tenía ánimos ni tiempo para hacerlo. Además, su personalidad no hacía más que recordarme la época en la que conocí a Tobi y por ende todo lo que había pasado con él. Todavía me entristecía recordarlo y pensar en la forma en la que todo terminó hecho trizas. Me era imposible asegurar que lo había olvidado, ni siquiera estaba seguro de lo que sentía por él. Era absurdo pues había pasado mucho tiempo y el Tobi que yo había conocido posiblemente no existía ya, al igual que el Matt de ese tiempo.
—Tierra llamando a Matt —Astrid me dio un golpecito en el cachete—. ¿Estás bien? Como raro andas todo ido. A veces pienso que la única manera en la que pareces concentrado y conectado con algo es cuando estás tocando. No entiendo qué le ves, Raina.
—Deja de decir esas cosas —la chica tenía el rostro totalmente rojo—. No sé por qué Astrid siempre molesta con eso. No es cierto lo que dice. Qué vergüenza —cubrió su rostro con sus manos.
—No te preocupes. Dudo que alguien tome en serio lo que dice Astrid.
Volvimos al salón para seguir ensayando. Teníamos que tenerlo todo preparado para la tarde siguiente. Cada año se hacía una presentación artística para año nuevo, esta se transmitía por televisión y por redes sociales, y a ella asistían personas importantes para la industria de la música, el teatro, el cine, la danza, la escultura y las bellas artes en general. Ya que cada una de las áreas tenía sus representantes en la universidad y los estudiantes siempre buscaban oportunidades en eventos de ese tipo.
—Me equivoqué otra vez —Raina bajó el instrumento con frustración. Parecía al borde del llanto—. Lo siento. Tal vez no debería presentarme —dijo con voz temblorosa.
—Te vas a presentar —me acerqué e hice que volviera a poner el violín en su lugar—. Tú te la sabes perfectamente, ¿por qué estás tan nerviosa? Te he visto tocarla de memoria en el patio.
—¿Me viste? —nuevamente se sonrojó—. Nunca me he presentado frente a tantas personas. Si lo arruino se burlarán de mí.
—¿Por qué lo arruinarías? Te he escuchado y hasta diría que lo haces mejor que yo.
—N-no digas eso, cómo crees.
La primera vez que me presenté en el evento de final de año llegó a mis pensamientos. Recordé que habíamos preparado un concierto de cuerdas con mis compañeros de tercer semestre. Aquel día había sido mágico, era la primera vez que me presentaba ante tantas personas y saber que el evento era transmitido de manera virtual me hacía sentir emocionado. Sin embargo, la mañana del evento me sentía tan nervioso que me enfermé del estómago. Estuve a punto de no presentarme cuando Johan llegó molesto a mi habitación y a regañadientes me hizo levantarme y prepararme en cuestión de segundos.
—No soy ni la mitad de buena de lo que tú eres, además, vi tu primera presentación y fue demasiado buena. Dijiste que te habías puesto nervioso, pero eso no te lo cree nadie.
—Pues aunque me veía tranquilo por dentro sentía que me iba a desmayar. Te lo juro. Sé cómo te sientes y así mismo sé que saldrá bien porque tienes talento y has practicado mucho. Si te llegas a equivocar probablemente lo disimules, incluso puede que nadie lo note, pero si te mentalizas de que todo saldrá mal pues no harás nada más que ponerte más nerviosa e incrementar la probabilidad de que algo no salga como quieres.
—Es que si me pongo nerviosa no sé qué hacer.
—Puedes buscar en el público a alguien en quien confíes. A esa persona que es como tu lugar seguro. Así hice yo y me tranquilicé. Luego todo salió mejor de lo que esperaba.
—¿Tu lugar seguro?
La imagen de Tobi en el público sonriendo y mirándome fijamente apareció en mi memoria. Aquella primera presentación Tobi había viajado hasta Alemania solo para verme. Recordé lo mucho que el chico había trabajado para ahorrar para los tiquetes y las peleas que tuvo con su padre que casi le quita todo su apoyo por eso. ¿Cómo era que todo había terminado tan pronto? ¿Había sido mi culpa? ¿Por qué tenía que seguirlo recordando si ya había pasado tanto tiempo? Lo más probable era que Tobi ya hubiese seguido con su vida, sin mí, muy, muy lejos. Él no me necesitaba y yo al él tampoco, pero ¿por qué parecía que estuviese esperando a que volviera? En todos esos años me había sido imposible salir con alguien. No era como que me la pasara pensando en Tobi, sin embargo, no lograba sentir ningún tipo de interés romántico hacia otras personas y cuando me ponía a pensar en ello, no podía evitar volver a los recuerdos de Tobi.
—¿Quién era? ¿Tu mamá?
Asentí con la cabeza.
—C-claro que sí. Mi madre. Ella siempre ha estado allí para apoyarme y por eso siempre que me siento nervioso sé que ella me puede ayudar.
—¿Puedo mirarte a ti?
—Si no te vas a poner como un tomate, sí.
—Ay —agachó la mirada enseguida—. ¿Por qué eres así? —me dio la espalda. Supuse que se había sonrojado de nuevo.
*****
—¿La tienes lista? —mi madre había llamado muy temprano para pedirme que preparara la natilla para esa noche. Yo no había tenido tiempo en todo el día, así que en lugar de natilla había comprado una torta de vino—. No me digas que lo olvidaste.
—Tengo algo mejor —la llevé hacia mi comedor y le mostré la torta—. Es mucho más deliciosa, en mi opinión.
—¿Es en serio? —mi madre volteó a verme con decepción—. No digo que no sea deliciosa, pero la idea es llevar algo preparado con tus propias manos. Te pedí que llevaras la natilla porque era lo más sencillo de preparar y mira. Te ganó la pereza.
—Podemos decir que la preparé y ya.
—Matt, compraste la marca más popular. Es claro que cualquiera en esa cena la va a reconocer —mi madre sacó su celular—. Es que mira —buscó algo en el aparato—. Hasta Astrid está preparando algo —me mostró una foto en la que la chica aparecía junto con Raina haciendo lo que parecían ser galletas—. Ella que ni hervir agua sabe.
Guardó su aparato y volvió a mirarme.
—Por cierto, Matt. No te lo había dicho pero hace un par de semanas compré esto —sacó de su bolso unos tiquetes aéreos—. Pasaremos año nuevo en casa de tu padre, también visitaremos a tus tías. No te había dicho porque no quería que los cancelaras, a estas alturas ya no es posible hacerlo.
—Estás bromeando, ¿verdad? —no podía creer que aun teniendo 27 años mi madre se tomara el atrevimiento de usar mi tiempo a su gusto—. ¿Por qué hiciste eso? Yo no quiero viajar y mucho menos ir a casa de mi papá. La verdadera pregunta es ¿por qué quieres ir allá?
—Tu padre quiere verte desde hace años y tú no has hecho más que ignorarlo. ¿No quieres ver a tu hermana? ¿Hace cuánto no la ves? —el rostro de mi madre mostraba preocupación—. Siento que debes acercarte más a ellos, también son tu familia. Tal vez no lo ves como algo importante en este momento, pero cuando llegan los tiempos más difíciles es la familia la que estará allí para apoyar.
—Mamá, he pasado tiempos difíciles y la única que siempre ha estado eres tú. Eres la única familia que necesito. Además, mi padre básicamente nos abandonó en uno de los momentos que más necesitaba de su apoyo y aceptación. Solo me dio la espalda cuando más confundido y asustado me sentía. Yo lo perdoné, no voy ahora a sacar todos sus errores como padre a flote, pero no me pidas que haga como si nada hubiera pasado. Su única ayuda fue económica y así mismo estaré para él cuando necesite de mi dinero.
—No digas esas cosas, Matt.
—Es que me da mucha rabia. ¿Por qué no me preguntaste primero? Además, ese día es la presentación de fin de año. Johan tiene que estar ahí, yo debería estar también y tú, ¿no piensas acompañarlo?
—Ya hablé con él sobre eso y me dijo que no había problema con que no estuviéramos. Dijo que grabaría todo y nos mostraría apenas volviésemos, además, lo transmiten por YouTube.
—Pero yo quiero estar presente. He trabajado con los chicos todos estos meses y quiero ver el fruto de mi trabajo.
—Matt —mi madre tomó aire y lo soltó lentamente por la boca—. Deberías ir a visitar a tu padre y a tu hermana. Desde que era bebé no la has vuelto a ver, no te parece que...
—Yo creo que ni se acordará que tiene un hermano. Es mejor así.
—Los tiquetes están comprados. Yo usaré el mío, si vas a dejar perder el tuyo es tu problema. Solo te digo que un día cualquiera puede que yo simplemente ya no esté y entonces ¿quién quedará? —sus ojos se aguaron—. Te has vuelto muy —guardó silencio—. No sé cómo decirlo. Solo siento que deberías tratar de socializar más. La vida no puede ser solo música. La familia es importante, los amigos son importantes. No sé cuándo te volviste así.
—Yo no sé por qué me dices esas cosas ahora. Hasta me estás asustando, suena como si algo malo estuviera pasando —un montón de ideas pesimistas se apoderaron de mi imaginación. ¿Estaba mi madre enferma? ¿Iba a morir? ¿Se iría del país?—. Como si pronto fueses a desaparecer y...
—No es eso —mi madre interrumpió. Las ideas enseguida se desvanecieron—. Es solo que me preocupa ver que ni siquiera te he visto hacer amigos aquí. Con las únicas personas que hablas son con tus compañeros de trabajo y estudiantes de la universidad. Siempre que vengo a visitarte estás en casa y estás solo.
—¿Qué tiene que ver eso con mi padre?
—No tiene que ver en nada —subió el tono de su voz—. Solo creo que podría ser una buena idea que volviéramos, tal vez así pudieses encontrarte con tus viejos amigos o al menos recuerdes un poco sobre cómo eras antes. Tú no eras tan amargado y solitario. Definitivamente no eras así.
—No soy amargado.
—Pues no pareces feliz —por un instante ambos permanecimos en silencio—. Las únicas veces que te veo sonreír es cuando estás detrás de un instrumento. Sé que amas lo que haces y que estás cumpliendo tus sueños, pero ¿por qué en los tiempos libres pareces un hombre miserable?
¿Hombre miserable? ¿A qué se refería mi madre?
—No soy amargado, mamá. Y no quiero ser grosero contigo, así que te pediré que me dejes solo. Nos vemos en la noche.
—Solo quiero que seas feliz, Matt.
—Yo sé cómo llevo mi vida, madre. Las cosas que hago las hago pensando en mi felicidad, si no me la paso por ahí con una sonrisa de oreja a oreja no significa que no sea feliz.
—Si vieras la expresión de tu rostro y tu mirada entenderías a lo que me refiero —mi madre caminó hacia la puerta—. Nos vemos en la noche. Piensa lo del viaje —me abrazó—. Estoy segura de que volver podría traerte recuerdos felices. Además, sé que tus amigos estarían dichosos de verte.
Mi madre se fue. Cuando cerré la puerta sentí mucha rabia. Me molestaba siquiera pensar en que ella pudiera tener razón. ¿Me había vuelto amargado? De algo estaba seguro, los días se tornaban cada vez más grises y con el pasar del tiempo era más complejo hallar interés o diversión en lo que me rodeaba.
—La vida de adulto es una mierda —me lamenté caminando hacia la cocina en busca de un vaso con agua—. Trabajamos y trabajamos para poder tener dinero y comprar lo necesario para seguir viviendo y disfrutar del poco tiempo libre que nos queda. Sin embargo, cuando tenemos tiempo libre no sabemos qué hacer con él, ya que no podemos quedarnos quietos, nos resulta absolutamente imposible detenernos a pensar qué es lo que realmente queremos y entonces terminamos perdiendo el tiempo en lo primero que surge —me dirigí a mi escritorio y me senté—. O simplemente nunca descansamos del trabajo porque no encontramos sentido en nada más —encendí el computador—. Debería ponerme a ver videos o a trabajar. Luna está conectada, ¿debería llamarla y hablar horas con ella? O invitar a la primera persona que me conteste a caminar —suspiré—. No. Mejor me quedo tratando de no perder el tiempo —¿trabajar en las relaciones era perder el tiempo?—. De cualquier modo estaré aburrido. Qué triste pensar en que la vida es solo eso.
*****
Eran las ocho de la noche. Me hallaba frente a la casa de mi madre. La decoración exagerada de su casa me mareaba, el exceso de luces me daba dolor de cabeza, no podía entender cómo sabiendo de arte podía decorar su casa de esa forma. Luego recordé a Astrid y supuse que había sido ella la diseñadora de aquel desastre.
—Por fin llegaste —no había alcanzado a golpear cuando Astrid abrió la puerta—. Te estábamos esperando.
La chica soltó la puerta, me quitó la torta de vino de las manos y entró.
—Buenas noches —dije. Todos los presentes me saludaron distantemente.
Había varias personas que no conocía y en el fondo vi a Raina, Astrid volvió a sentarse junto a ella. Cuando la chica me vio me saludó agitando su mano con suavidad.
—Pensé que no vendrías —mi madre me abrazó—. Siento mucho las cosas que dije. No estaba hablando en serio —sabía que sí—. Si no quieres ir no importa. De cualquier modo tampoco es que se pierda mucho dinero.
—Luego hablamos de eso, má.
Fui a buscar a Johan para saludarlo. El hombre estaba ocupado hablando con algunos vecinos y terminando de organizar el jardín para poder hacer pasar a los invitados a esa zona.
Como no conocía a nadie más me senté junto a Astrid y Raina.
—Aquí llegó tu regalo de navidad —dijo Astrid levantándose de la silla. Raina no pudo evitar sonrojarse—. Los dejos solitos.
—En serio no sé por qué hace eso, Matt. Qué vergüenza me da contigo.
—No te preocupes.
Ambos nos quedamos en silencio. Yo volteé a verla y pude notar que mi mirada la hacía sentir más nerviosa. No sabía de qué hablar, así que solo pregunté lo primero que vino a mi mente.
—¿Crees que soy amargado?
Ella abrió sus ojos con sorpresa.
—¿Amargado? ¿Qué es esa pregunta?
—No lo sé. Solo dime lo que crees.
—Pues la verdad no lo sé porque no te conozco realmente —contestó con la mirada clavada en el suelo.
—Pero según lo que has visto de mí.
—N-no lo sé. Tal vez eres un poco serio y a veces das miedo. O bueno eso he escuchado decir.
—¿Qué?
Ella soltó una risita nerviosa.
—No te lo tomes a mal, pero algunos compañeros dicen que les da miedo hablarte porque eres muy bravo —yo no pude evitar reír también. Eso hizo que Raina se sintiera más cómoda—. Dicen que tienes cara de profesor bravo que no le gusta nada y que seguramente los hará llorar. También escuché una vez que dabas miedo porque siempre andabas solo con mala cara y algunas de tus canciones eran demasiado deprimentes. Es que incluso he visto que hicieron una historieta sobre ti en la facultad de artes plásticas.
—¿Es en serio? —no sabía si ofenderme o reír.
—Claro que no —respondió tratando de aguantar la risa—. Qué persona tan egocéntrica. ¿Crees que los de la facultad de artes te han puesto cuidado? Ni siquiera eres profesor como tal de la universidad. Si te conocen pensarán que tus expresiones son parte del show y que en la vida real no eres tan malacaroso.
—¿Qué? ¿Acaso parezco amargado cuando toco?
—Tal vez un poco triste, pero depende de la canción. Creo que tu rostro expresa lo que la canción quiere transmitir.
—Ya no sé qué pensar.
Volvió el silencio.
—Matt, ¿puedo preguntarte algo tal vez un poco personal?
Asentí con la cabeza.
—¿T-tienes novia? Nunca te he visto salir con nadie y me causa curiosidad.
—No —dije a tiempo que negaba con la cabeza—. Hace mucho no salgo con nadie.
—¿Y te gusta alguien?
La chica se notaba algo incomoda, era claro que le costaba hacerme esas preguntas. Sentí que era necesario decirle la verdad, confesarle que no me gustaban las mujeres, pero no sabía cómo hacerlo.
—La verdad no sé, supongo que no.
—¿No sabes?
En ese instante volteé a mirar a otro lado y vi a mi madre con una expresión triste y con el celular en la oreja. Supe que estaba haciendo lo mismo que hacía todos los años, tratar de comunicarse con Tobi. Yo no podía entender por qué él no se dignaba siquiera a contestarle a mi madre, las cosas habían salido mal entre él y yo. Mi madre no tenía nada que ver. Ella seguía viéndolo casi como un hijo y se sentía dolida al ver que él no hacía más que evitarla e ignorarla.
—¿Pasa algo? —Raina dirigió su mirada hacia mi madre también—. Con quién hablará la señora Sara. Pareciera que fuera a llorar.
—No habla con nadie, solo intenta hacerlo, pero el idiota no hace más que ignorarla.
Raina abrió sus ojos con sorpresa.
—¿El idiota?
—De verdad me da rabia, le he dicho mil veces que deje de llamarlo. Él nunca va a contestar, lo hace para vengarse de mí, estoy seguro. Nunca maduró y nunca madurará.
—Suena extraña la situación. ¿Es tu padre o algo así?
—¿Mi papá? No. Él es mi —hice una pausa—. S-salíamos hace unos años.
—¿Salían? ¿Él y tú?
Asentí con la cabeza.
—¿Él?
Volví a asentir.
—O sea que tú...
Asentí una vez más.
—Oh, entonces... —cubrió su rostro con sus manos—. Es que yo... Bueno, no sé qué decir, eso no me lo esperaba.
—Solo no se lo digas a Astrid. No me imagino lo molesta que puede ponerse con el tema. ¿Puedo confiar en ti?
En sus ojos percibí tristeza, aunque trató de disimularla con su sonrisa y amabilidad.
—Claro que sí. Me hace feliz que me tengas confianza y poder saber más de ti —volvió su mirada al suelo—. Pero entonces tu madre lo quería mucho. Incluso parece que todavía le tiene mucho cariño.
—Sí. Es que vivimos muchas cosas.
—¿Hace cuánto terminaron?
—Hace años. La última vez que lo vi en persona fue en mi primera presentación de fin de año. Vino a verme aunque su padre no estaba de acuerdo y le armó tremendo drama —no pude evitar sonreír—. Después de la presentación fuimos a cenar, mi madre hizo un banquete delicioso y pasamos año nuevo los tres.
—¿Él era tu lugar seguro?
—Sí.
Pude ver cómo mordía su labio inferior mientras mantenía la mirada fija en el suelo.
—¿Y todavía lo quieres?
¿Todavía lo quería?
—No, por supuesto que no. Ya pasó mucho tiempo y cada quien siguió su camino.
—¿De verdad? Mira que nunca te había visto sonreír como hace un par de segundos cuando hablabas de él.
—¿Qué? No digas bobadas. La verdad solo quisiera olvidarlo, pero mi madre sigue haciendo esas cosas. Además, Tobi era muy lindo y amable, seguramente ya habrá encontrado a alguien más y deben estar viviendo felices y comiendo perdices, ya sabes lo que dicen.
—Así que Tobi. ¿Tobi qué? —sacó su celular y abrió Instagram.
—¿Qué haces? No vayas a buscarlo. No quiero saber nada de él, ni ver su cara siquiera.
—¿No te causa curiosidad?
—No.
—A ver —Raina buscó mi perfil y comenzó a bajar hasta llegar a la primera foto—. Tu primera foto publicada es en el aeropuerto. No veo fotos con amigos y mucho menos con el tal Tobi, pero —abrió la foto del aeropuerto—. Seguramente alguno de tus amigos debió comentar.
—¿Qué haces? Cierra eso —dije con seriedad.
—Un tal Santiago comentó "Matt buen viaje, te vamos a extrañar mucho. No nos olvides". Veamos el perfil de Santiago.
—Cierra esa cosa.
—Parece que Santiago tiene novio, un tal Alexander. Ay mira, en esta foto salen con una bebé, ¿será que la adoptaron? Parecen una familia feliz.
—No sé nada de ellos.
—En los comentarios no hay señal de ningún Tobi, pero —miré la pantalla del celular—. Parece que un tal Tobi_blue le dio un corazoncillo a la foto.
—Me voy a enojar.
—Ese tal Tobi es muy activo en Instagram. Según esto es psicólogo. ¿Si es él?
—No lo es.
—Ay qué tierno. Sale en una foto como vestido de payaso con varios niños. En varias sale con niños, como que trabaja en un colegio. Se ve muy tierno —miré de reojo—. Bueno, no veo ninguna foto que muestre que sale con alguien. Tal vez todavía tengas oportunidad.
—Dame eso —le rapé el celular.
Ver la cara de Tobi después de tanto tiempo se sintió extraño. Por un momento sentí que se me cortaba la respiración. Se veía diferente, muy diferente. Su cabello y sus ojos eran los mismos, pero ahora tenía barba y se veía más acuerpado. "Lograste tu sueño también" mis ojos se aguaron.
—Definitivamente no es él —le devolví el celular a Raina y me levanté—. Ni una palabra de esto a nadie —volteé a verla—. Confío en ti.
https://youtu.be/j2WeFMXhYDM
Hola a todos. La idea era publicar este especial el 24, pero... a veces las cosas no salen como uno las planea >w< sin embargo, aquí esta. Y ustedes se preguntarán: ¿por qué te gusta tanto el drama? ¿Por qué no los dejas ser felices? Calma, calma. La vida está llena de obstáculos y ni la relación más firme y bonita es eterna o carece de problemas. No se preocupen, este no es el final, habrá otro especial de año nuevo (que tampoco será el final de la historia de Tobi y Matt, pues mil cosas pueden pasar en una vida antes del verdadero final que ya sabrán cuál es). Saludos a todos, gracias por leerme y por apoyar esta historia. Ya saben que me hacen feliz <3
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