Capítulo 71 (Alternativo)

Narra Tobi

—¿Qué pasó? ¿Te aceptaron? —la mujer se acercó a mí. Yo tenía mi computador abierto entre las manos—. Muestra —me lo quitó—. Oh por Dios —llevó el aparato al comedor y se sentó—. Pasaste, Tobi —su rostro brillaba de felicidad—. Sabía que te saldría, ¿ves?

—No lo puedo creer, Clara —me acerqué a ella—. El examen de ingreso estuvo horrible, yo pensé que lo había perdido.

—Pero tu puntaje fue excelente, quedaste en el primer grupo. O sea que podrás escoger sin temor a que la carrera que quieres se quede sin cupos —Clara le dio un par de palmadas a la silla de al lado, haciéndome señas de que me sentara—. Tobi, yo trataré de hablar con tu padre. Estos meses te has esforzado mucho por complacerlo y has trabajado duro. Sin embargo —hizo una pausa un tanto larga—. Tú sabes que con él no es tan fácil. Si bien se ha calmado, sabes que ha sido solo porque le hemos hecho caso en todo, ¿verdad?

Asentí con la cabeza.

—Pase lo que pase tienes mi apoyo.

Clara era oficialmente la nueva novia de mi padre. Ella era una mujer muy linda, dulce e inteligente. A sus apenas 26 años ya tenía una maestría y sabía hablar 4 idiomas. No entendía cómo había resultado con alguien como mi padre, pues era completamente diferente a él, era el tipo de persona que seguramente mi padre despreciaba por pensar primero en los otros que en lo que él creía más importante: el dinero.

No entendía muy bien cómo funcionaba su relación. Era una pareja muy rara, yo estaba seguro de que él en ocasiones la trataba mal. Ella decía que sabía cómo controlarlo, que el poder en la relación, aunque no pareciera, estaba en sus manos. No obstante, siempre que estaban en la casa sentía miedo de que discutieran y mi padre le hiciera algo. Ella podía ser muy inteligente y muy fuerte, pero ¿cómo se controla a una persona que ha sido cegada por la ira?

—Tengo miedo —murmuré tan bajo que no estaba seguro si ella me había escuchado.

—Tú tranqui. Yo hablaré con él, trataré de hacerlo comprender que se trata de tu vida y de tus sueños. No pienses mucho en ello, ¿qué es lo peor que puede ocurrir? —no pude evitar imaginar a mi padre ahorcándome o persiguiéndome violentamente por toda la casa—. No es como que te vaya a matar o algo por el estilo. A veces le da sus ataques de ira, pero yo no permitiré que te haga nada.

—¿Y si me echa? —mi padre había sido muy claro. Si no trabajaba con él en la empresa ya no tendría su apoyo. Eso no se limitaba a quitarme el apoyo económico, sino que también implicaba sacarme de la casa.

—¿Has ahorrado algo?

—Sí.

De lo que había ganado trabajando con él no había gastado mucho. Mis gastos se habían limitado a los pasajes y las fotocopias requeridas en el proceso de admisión a la universidad.

—Mira, Tobi. Yo creo que incluso antes de que tu padre te eche deberías pensar en irte a vivir solo, o con un compañero. Así te ahorras el tiempo que inviertes llegando a la universidad. Cerca de tu u hay muchas residencias estudiantiles, apartaestudios o apartamentos un poco más costosos, pero que compartiendo la renta con alguien terminarían siendo fáciles de pagar.

—¿Quieres que me vaya?

—Claro que no, pero creo que es lo mejor. Ambos conocemos perfectamente a tu padre y él no va a aceptar esto. Tú mismo sabes qué esperar, te gritará, te humillará, te echará en cara mil cosas y tratará de aplastar tus ilusiones.

—No sé si lo que tenga ahorrado sea suficiente.

—Yo te voy a ayudar. Hagamos una cosa —la mujer posó sus manos en mis muñecas—. Yo te ayudaré. Yo voy a pagar el arriendo y tú utilizas tu dinero para los demás gastos. ¿Qué tal?

—¿Qué? —¿Por qué ella era tan buena conmigo? Y, todavía más incomprensible, ¿por qué una persona como ella estaba con alguien como mi padre?—. Me da mucha pena contigo, tú no tienes por qué hacer eso.

—Tobi yo trabajo por mi cuenta, tengo mi propio dinero, tengo mis ahorros. Y aun así tu padre, quien cree que todo se compra con dinero, me da lo que yo pida —sacó unas tarjetas de su bolso—. No necesito ni siquiera explicarle para qué uso su dinero. Pagarte la universidad debería ser responsabilidad de tu padre, es decir, tiene la posibilidad, pero no lo hace porque no quiere. Apoyarte es su obligación como padre. Así que quiera o no te ayudará, aunque ni siquiera se entere de que lo está haciendo —sonrió con malicia.

Clara había sido demasiado buena conmigo. Era muy curioso pensar en que lo único bueno que había hecho mi padre en los últimos años por mí, era conseguirse como novias a las mejores personas posibles. Primero Sara, luego Clara. Ambas me habían aceptado y apoyado como si fuesen parte de mi familia.

—Muchas gracias, Clara. De verdad no sé cómo agradecer lo que has hecho por mí.

—No te preocupes —la mujer se levantó—. Sabes por qué lo hago.

Y sí, sabía perfectamente por qué lo hacía. Semanas atrás, luego de que mi padre le gritara cosas horribles por defenderme le pregunté los motivos por los que lo hacía. Ella me contó que un hermano suyo se había intentado quitar la vida y ella no lograba perdonarse por no haber estado allí para él cuando la necesitaba. Además, dijo que ese hecho había acabado completamente con su familia, que su padre no había vuelto a decir palabra alguna y que ella sentía que él se culpaba por haber sido extremadamente estricto y duro con él.

Lo que seguía sin entender era por qué estaba con mi padre, ¿era por el dinero? Porque más allá de eso no encontraba motivos válidos. Pero... ella no necesitaba su dinero, ella misma me decía que era totalmente independiente de él.

—Y piénsalo bien —gritó desde otra habitación—. ¡Vuela si puedes!

Me quedé mirando la pantalla de mi computador mientras pensaba. Mi fondo de pantalla era una frase que decía: I have a long way to go, and the power to go a long way. La había puesto después de comenzar con mi plan de meditar todas las mañanas al levantarme y antes de ir a dormir, respondiendo a mi plan de controlar los sueños y evitar ver a Matt en los mismos. Hasta el momento no veía frutos en mis intentos, llevaba un diario de sueños, miraba rutinas de meditación en YouTube y trataba de repetir frases relacionadas con lo que quería soñar, pero cada día me levantaba a describir sus ojos, su sonrisa, sus movimientos, las cosas que hacíamos cada vez que se aparecía en mis fantasías nocturnas.

—¿Qué estará haciendo justo ahora? —pensé mirando la hora. Allá ya debía estar por amanecer, mientras que aquí apenas iba a caer la noche—. ¿Habrá conocido a alguien ya?

El día en el que se fue me quedé donde Allan, estuve allí un par de días. Luego fui a visitar a Sara. Ella me dijo que Matt la había llamado desde el aeropuerto, que había intentado llamarme, pero que yo no había contestado. Dijo que había preguntado por mí.

Ella me preguntó si estaba molesto con Matt, a lo que le respondí que simplemente había olvidado poner a cargar mi celular y que casi no había estado en la casa. Cuando al fin pude comunicarme con Matt, lo vi muy feliz, me mostró su apartamento y me presentó a algunos de sus compañeros. Hace mucho tiempo no lo veía tan contento, verlo así me hizo sentir mucha tranquilidad y me ayudó a entender que era momento de dejarlo ir. Después de eso nuestras llamadas tuvieron lugar los sábados en mi mañana, tiempo después cada quince días y luego solo hablábamos por chat. Me gustaba mucho ver las fotos que subía en redes, se notaba que estaba disfrutando mucho de los nuevos paisajes y las nuevas personas.

—Yo también debo seguir con mi vida.

Realmente lo intentaba, trataba de no pensar en él, al menos no de esa manera. Pero ¿por qué mi subconsciente lo hacía tan complicado?

El sonido de notificación de mi celular me hizo pegar un brinco. Alexander me había escrito por WhatsApp.

Alexander: Ya salieron los resultados, Tobi. ¿Cómo te fue?

Alexander: Yo quedé en el primer grupo, estoy super feliiiiiiiiiiiiiiiz. No puedo esperar para entrar.

Alex y yo nos habíamos presentado a la misma universidad. Él se había decidido finalmente por estudiar ingeniería de sistemas y yo por psicología.

Tobi: También quedé en el primer grupo.

Tobi: Tuve que recargar mil veces la página porque no lo podía creer.

En ese instante se me ocurrió la idea de proponerle a Alex lo de irnos a vivir juntos, estaba seguro que con lo flojo que era no querría tener que viajar a diario.

Tobi: Oye, ¿te parece si vamos a comer algo para celebrar?

Alexander: Sí. Buena idea.

Alexander: ¿Pasas?

—Este flojo —bufé.

Tobi: Dale. En unos diez salgo para allá.

Me despedí de Clara, busqué mi bici y me encaminé hacia la casa de Alex. Cuando llegué el pelirrojo estaba asomado a la ventana. Apenas me vio desapareció. Al detener mi bicicleta lo vi acercándose junto con Irene.

—¡Felicitaciones! —la chica corrió hacia mí y me abrazó—. ¿Ves? Te dije que te había ido bien y tú diciendo que ni siquiera ibas a pasarlo.

—Fue solo suerte —contesté un poco sonrojado.

—La suerte no es suficiente para pasar un examen de esos. Créeme —Irene me cogió de gancho—. Deja la falsa modestia. Admite que eres inteligente de una buena vez.

—Yo creo que es un tonto con suerte —intervino Alex.

Yo le lancé una mala mirada.

—Con la suerte de tener un buen razonamiento. No lo dejan a uno terminar.

—Ajá —lo empujé.

Entramos a un establecimiento de comidas rápidas y pedimos una megasalchipapa especial de la casa. Se supone que era para dos personas, pero Irene dijo que ella comería poco y no queríamos pedir algo muy grande. Al final nos llevamos la sorpresa de tener frente a nosotros una redonda y enorme bandeja llena de salchicha, papa, carne desmechada, pollo, lechuga, ya ni recuerdo que más. Apenas la tuvimos en frente nos miramos los unos a los otros con sorpresa.

—¿Esto se supone que es para dos? —inquirió Irene abriendo aún más sus ojos—. Se ve deliciosa, pero ¿podremos con ella?

—Imposible que quede al menos una papa en ese plato —tomé la primera—. Quien desperdicie una salchipapa no merece más que el sufrimiento eterno.

Comimos y comimos hasta que nos vimos obligados a desabrochar el primer botón de nuestros pantalones. Cuando terminamos Irene se recostó sobre la mesa y se quejó.

—Creo que mañana amaneceré muy enferma.

—Yo igual —Alexander se tocó la barriga—. Pero no me arrepiento de nada.

—Enfermo pero contento —dije recostándome contra el espaldar de la silla—. Alex, yo quería comentarte algo. Lo que pasa es que estoy pensando en irme a vivir cerca de la universidad. Ese viaje a diario me da mucha pereza, creo que se pierde mucho tiempo. Entonces no sé si te suene la idea de ser mi roomie. Así podemos buscar algo chévere y no nos sale tan costoso.

—Mira que sí. Pues yo estaba pensando en buscar un apartaestudio para mí solo, pero todo está muy costoso por allá. Miremos qué encontramos por esos lados y si hay algo que se ajuste a nuestros bolsillos. Aunque con tu padre puedes pagar cualquier cosa, yo pensé que te irías a un super apartamento solo.

Irene agachó su cabeza y sonrió de manera pesarosa.

—Mi padre no quiere ayudarme porque cree que estudiar psicología es una decisión estúpida y una pérdida de tiempo.

—Pero entonces, ¿de dónde sacarás el dinero para pagar el arriendo? —inquirió Irene con preocupación—. ¿Vas a trabajar?

Negué con la cabeza.

—Al menos no al principio. Clara me ayudará con eso, pero tampoco puedo abusar de su ayuda. Debo tratar de que el arriendo me salga lo más barato posible.

—No es que se vayan a meter en un hueco.

—Obvio no —Alexander hizo una mueca de terror—. Hay que buscar algo cerca y en una zona que se vea segura. Quién sabe a qué hora terminemos saliendo de la u y la ciudad nocturna no es muy agradable que digamos.

—¿Y Santiago? —si se unía a nosotros saldría mucho más económico.

—Santiago tiene una tía que vive cerca de su universidad, se mudará con ella.

—Y ¿no preferirá vivir contigo?

—Nuestras universidades no quedan muy cerca como para que lo haga —respondió Alexander con la mirada fija en su celular—. ¿Pero la universidad donde estudia Allan no queda por ahí?

—Sí, queda bastante cerca —¿Alex me sugería que le propusiera a Allan mudarse con nosotros?—. Pero no creo que a él le interese la idea. Ya está acostumbrado a los viajecitos.

—Por más acostumbrado que se esté siempre es mejor poder llegar a pie a la universidad o al trabajo, ¿no? Es que imagínate estar a diario en esos buses, eso debe ser agotador.

—Pues sí. Le voy a comentar a ver qué dice.

La idea no me parecía mala, pero sí me asustaba un poco. ¿Cómo sería vivir con Allan? ¿Viviendo juntos cambiaría algo en nuestra relación? A veces sentía que Allan estaba interesado en mí de manera romántica, pero no estaba completamente seguro de ello. ¿A mí me interesaba de esa forma? Todavía seguía pensando en Matt, todavía seguía enamorado de Matt. Si vivíamos juntos ¿podría al fin olvidar mis sentimientos por él?

—Hablando del Rey de Roma —dijo Irene cuando la pantalla de mi celular se iluminó y apareció su nombre—. Dile de una vez, es algo urgente porque tienen que comenzar a buscar ya.

Narra Matt

—Esta está perfecta, Matty —la chica corrió hacia mí—. ¿Por qué la tienes por allá toda guardada? Nunca te la he visto. Está super cool, no como esa maleta que llevas toda anticuada y —la miré entrecerrando mis ojos—. Y como que mejor no digo nada más.

—No la he querido usar porque fue un regalo. Ni siquiera la he desempacado, no quiero que se ensucie.

—¿Es en serio? —abrió la bolsa—. ¿Entonces para qué la quieres? Ahí sí te pasaste de menso. ¿No crees que quien te la regaló se ofendería al ver que ni la has volteado a mirar?

—¡Quién dice que no la he ni mirado! Simplemente no quiero que se ensucie, ni que se dañe. Es un regalo muy especial.

—¿Quién te la regaló? ¿Tu novia?

—No molestes, Lis. Fue un regalo de mis amigos, me lo dieron en el aeropuerto.

Liseth era una chica becada también. Nos habíamos conocido en la inducción y enseguida nos hicimos amigos luego de que, tratando de pensar en cómo decir una palabra en inglés, soltara una en español. Ella era de México y estaba estudiando artes escénicas.

—No sé por qué no te creo. Uno no guarda los regalos de sus amigos con tanto recelo. Eso tuvo que ser una chica que dejaste con el corazón roto por allá. Pero que no se preocupe que yo te estaré vigilando para que te portes bien.

Ella no sabía que yo era gay. Aunque había prometido que sería yo mismo desde un comienzo, eso no implicaba andar gritando a los cuatro vientos mi orientación sexual. Si no había comentado el tema con nadie no era porque quisiera mantenerlo en secreto, simplemente nadie me había preguntado. Lo que me parecía gracioso era que la gente siempre diera por sentado que las personas son heterosexuales. ¿Por qué siempre me preguntaban por la novia o por qué chica te gusta o te parece linda? ¿Por qué no decían persona?

—Ahí la estás pensando otra vez.

—¡Claro que no! Yo no salgo con nadie, ni estoy interesado en el tema en este momento.

—Oye —ella estaba esculcando la mochila—. Aquí hay algo —abrió uno de los bolsillos. Yo me acerqué con lentitud—. A ver, ¿qué es esto? Es un portarretrato con una nota.

—¿Qué? —se lo rapé.

—¿Ves que si era de tu novia? Ehhh, pillín.

Saqué la nota, era cortica, no era más de un párrafo.

Hola Matt. Si ves esto antes de que salga tu vuelo te deseo mucha suerte, si lo ves al llegar espero que te haya ido super y que me mandes las fotos que prometiste...

—Tobi —susurré muy bajo.

No sé en qué momento se me resbaló el portarretrato, Liseth alcanzó a sostenerlo antes de que cayera al suelo.

No quiero alargarme mucho con esto. Ya te dije lo que tenía que decir ayer. Quiero darte un regalo, algo que es muy especial para mí. Tú me pediste que te olvidara y como no quería tirar la foto a la basura te la envío para que me recuerdes.

Sentí un gran vacío en el pecho.

—¿Está todo bien, Matt?

La chica al ver mis primeras lágrimas despegó el portarretrato de su pecho y lo miró. Su rostro estaba estupefacto. Yo le rapé la foto enseguida. En ella estábamos Tobi y yo celebrando sus cumpleaños. La observé con detenimiento, ambos sonreíamos de oreja a oreja. Más lágrimas se escaparon de mis ojos y cayeron sobre la foto.

—La vas a dañar —Liseth me la quitó—. ¿Nos sentamos? —me jaló hacia una silla—. Du hast keine Freundin, aber einen Freund, oder? (No tienes novia sino novio, ¿eh?)

Negué con la cabeza.

—¿No? ¿Entonces?

Recordé que lo primero que hice al llegar a Alemania fue llamar a Tobi. Quería verlo, escucharlo y decirle lo que pensaba y sentía. A medida que el avión se alejaba sentía que si no lo hacía lo perdería, quería llegar con urgencia y decirle todo. Sin embargo, al llegar y no recibir respuesta alguna de Tobi me di cuenta que ya era tarde. Más cuando al llamar a mi madre me dijo que Tobi debía estar ocupado porque estaba en la casa de Allan. Al día siguiente me dijo que seguía allá y agregó que se sentía muy contenta por Tobi, pues, según ella, Allan y él hacían buena pareja.

—Es un amigo.

—¿Amigo? Esa cara de tusa no puede ser por un amigo.

Cuando hicimos la primera llamada me sentía muy triste. No quería ni hablarle, me sentía traicionado y furioso porque ni siquiera había esperado una semana para reemplazarme. Aproveché que habían hecho una reunión de bienvenida con todos los estudiantes nuevos y le mostré lo bien que la estaba pasando, aunque luego de la llamada solo volví a mi habitación y de la mayoría de los alumnos nuevos no volví a saber nada.

—Sí.

—Digamos que te creo —Lis volvió a mirar la foto—. Se ven tiernos —me la entregó, yo no la quise mirar—. Pero entonces —se recostó contra un muro—. No sé cómo preguntar sin sonar invasiva. Viendo esa foto siento curiosidad por saber si te gustan las mujeres o los hombres. O ambos, o ninguno.

—¿Eh?

—No tienes que responder si no quieres, claro está. Solo que siempre te he molestado que con tu novia, que tu chica, blablablá, sin siquiera tener claras tus preferencias.

—Me gustan los hombres —dije sin dar tantos rodeos y sentí que me quitaba un peso de encima—. Soy gay.

—Oh —mordió su labio inferior—. ¿Quieres que lo mantenga en secreto o algo así? Porque yo soy una tumba. Lo juro.

Sonreí.

—En realidad no me importa que se sepa. No es como que lo estuviera ocultando. Aunque no me gustaría que estuvieran hablando de mí a mis espaldas.

—Yo no hablaré del tema a menos de que resulte necesario.

—¿Necesario?

—Yo me entiendo —Liseth caminó hacia la puerta—. Iré a arreglarme. En dos horas paso por ti. Este será nuestro primer plan grupal, qué emoción —abrió y antes de salir agregó—. Y lleva la maleta que te dio tu "amigo" —hizo comillas con sus dedos—. Nos vemos.

Cuando escuché la puerta cerrarse tomé la foto y la observé de nuevo. Mis ojos se aguaron en cuestión de segundos. Volví a leer la nota de Tobi: Tú me pediste que te olvidara y como no quería tirar la foto a la basura te la envío para que me recuerdes. "¿Y por qué debo recordarte cuando me has olvidado?" pensé dando un golpe a la imagen de su cara.

—Si tú me olvidas yo también —rompí la foto en pedacitos y la tiré a la caneca.

Acto seguido agarré la maleta y comencé a empacar un par de prendas. Pasaríamos el fin de semana en una cabaña alejada de todo. No tendríamos internet, eso me tranquilizaba pues sin conexión no estaría pendiente de las últimas horas de conexión de Tobi, ni intentaría hablarle. "Ya sueno a acosador, qué horror" me perturbé al observar que Tobi estaba en línea y no me hablaba.

—Debe estar hablando con Allan, si no es que ya conoció a otra persona —tiré el celular en el sofá—. Haciendo honor a su nombre de perro. Estúpido Tobi —volví a clavar mi mirada en el celular—. ¿Debería llamarlo?

"Tobi llegó al aeropuerto cuando íbamos saliendo. Estaba muy triste porque no alcanzó a despedirse" me había dicho Irene. Si hubiera llegado antes ¿habría sido capaz de decirle todo?

—Tal vez no —musité agarrando el aparato y sacándole la batería—. No habrá celular por unos días. Necesito aclarar mi mente.

Las dos horas fueron fugaces. En menos de nada escuché el sonido de la bocina de la camioneta en la que viajaríamos. Me asomé por la ventana.

—Lauf, Matt! Lauf! Du bist so langsam ( ¡Corre, Matt! ¡Corre! Eres muy lento) —gritó Luka, quien iba conduciendo.

Tomé mi mochila y luego de apagar las luces bajé corriendo. El vehículo estaba completamente lleno, tuvimos que viajar muy espichados.

—Wie gehts? Lis sagte, dass du traurig bist (¿Cómo estás? Lis dijo que estabas triste) —inquirió Petra. La cabaña a la que iríamos pertenecía a sus padres.

—I'm good. Lis tends to exaggerate a bit (Estoy bien. Lis tiene a exagerar un poco) —todavía me sentía inseguro con mi alemán y prefería hablar en inglés cuando no estaba en clase.

—I won't say anything else because I don't want your hate (No dire nada más porque no quiero tu odio).

En el trayecto estuvimos escuchando música y cantando, a veces gritando, hasta que llegamos al lugar. Afortunadamente no era tan lejos, sin embargo, cuando llegamos ya había oscurecido.

—¿Te mareaste? —me preguntó Lis.

—No, solo estoy un poco cansado. Lo único que quiero es dormir —bajé mi mochila y la colgué en mis hombros—. ¿Qué hora es?

—Hora de dormir no —dijo mirando su reloj—. Hoy no se duerme, Matt.

—Was ist los? (¿Qué pasa?) —Luka cargaba una bolsa llena de latas de cerveza—. German beer is the best. Have you tried it? (La cerveza alemana es la mejor. ¿La han probado?)

Negué con la cabeza.

—Es gibt immer ein erstes Mal (Siempre hay una primera vez) —añadió Petra con un guiño.

Las demás personas terminaron de bajar y todos caminamos hacia la cabaña.

—¿Te has emborrachado? —preguntó Lis—. Pero hablo de una borrachera de verdad, de esas que te hacen hasta perder la conciencia, cosa que te levantas al día siguiente y ni sabes cómo llegaste allí.

—N-no. La verdad no soy mucho de beber. La cerveza sabe horrible.

—Ay no te vayas de aburrido. Vamos a hacer micheladas y no te pondrás de antichévere ¿o sí? Más bien aprovecha para ahogar esas penas de amor —la miré entrecerrando los ojos—. ¿Qué? Yo estoy segura que esa cara que tienes hoy no es cosa de amigos, no, no, no. Ahí hay algo más.

Lis nos enseñó a todos cómo hacer micheladas. Preparamos un montón y las dejamos allí para el que quisiera ir tomando. También hubo quienes prefirieron solo tomar cerveza. Petra encendió el equipo de sonido y puso música a todo volumen. Todos comenzaron a bailar y a cantar, yo me sentía muy incómodo. Definitivamente ese no era mi ambiente.

—Ven aquí —Lis me jaló del brazo—. Vamos a bailar. No seas aburrido. Toma —agarró una michelada y casi que me la embutió—. Eso, a ver si te sueltas un poco. ¿Qué tal?

—Pues está rica. Dulcesita y a la vez picante —tomé otro sorbo—. Está deliciosa —seguí tomando.

No sé cuánto tiempo pasó ni cuánto bebí. Lo único que sé es que de un momento a otro estaba tirado junto a un sofá, cantando solo y con una lata de cerveza en la mano.

—Ahí estás —Lis se veía borrosa—. Oye, ¿estás ahí? —chasqueó sus dedos frente a mí. Yo no contesté—. Vamos a acostarte —se agachó para tratar de levantarme.

—Hoy no se duerme —dije con torpeza. Ella siguió haciendo fuerza para levantarme—. ¡Que no! —traté de levantarme yo mismo. Todo daba vueltas, la música estaba a todo volumen, pero no podía entender nada de lo que decían las canciones, y no era porque no supiera el idioma—. Quiero beber hasta que los recuerdos se los lleve el río. Bueno la cerveza —miré la lata y di otro sorbo. Ya no salía nada—. Se acabó —comencé a agitarla con el orificio mirando hacia mi boca. Sentí un par de gotas en mi lengua pero nada más que eso.

—Tú ya no puedes tomar más, Matt. Vamos a la habitación mejor —me agarró de gancho.

—¡Que no! —grité soltándome de su agarre.

Luego fui a la mesa, agarré una michelada y me la tomé. Luego de ello todo se puso negro.

—Matt, ¿estás bien? —abrí los ojos con lentitud. ¿Dónde estaba? —. Matt, levántate. Vamos a llegar tarde.

—¿A dónde?

—¿Lo olvidaste? Hoy vamos a ver la proyección láser en el planetario.

¿Quién hablaba? No veía a nadie a mi alrededor. Estaba en un cuarto completamente blanco.

—¿Ya estás listo?

—Sí.

De pronto ya no estaba en la habitación blanca. Ahora era un cuarto oscuro, no podía ni ver mis manos. Por un momento sentí miedo.

—¿Tienes los ojos abiertos? —preguntó la voz.

—No lo sé —contesté en un murmuro—. No puedo ver nada.

Luego el techo se encendió y aparecieron un montón de estrellas.

—Mira —las estrellas se agruparon y formaron una figura humana que corría y corría hasta llegar a un punto en el que caía de rodillas cansada. Sobre ella apareció la silueta de un avión que pasó sobre él, casi aplastándolo y luego se alejó—. No pude alcanzarte.

—¿Tobi? ¿Dónde estás? No puedo verte.

—Si quieres verme, sabes dónde encontrarme.

—Espera, hay algo que tengo que decirte.

Las luces al fin se encendían y podía ver a Tobi sentado en la otra esquina de la hilera de sillas.

—Sé que es lo que quieres decirme. No tienes que repetirlo.

—¡No! ¡Esta vez déjame hablar! —me levanté de mi silla y caminé hacia él—. Tobi, no quiero que me olvides.

—Ya es tarde.

—No. Aquí estás, ¿por qué estás aquí si es tarde?

—Porque ahora eres tú el que no quiere olvidarme. ¿Por qué no quieres que te olvide?

—Porque yo...

El cruel y artificial sonido de un gallo me volvió de golpe a la realidad. Cuando abrí mis ojos me encontraba acostado en el sofá. A mi alrededor no vi a nadie. No recordaba nada de lo que había pasado después esa michelada. Mi cabeza seguía dando vueltas y no quería ni moverme de allí.

—Hasta que despertaste. Ya te iba a echar agua en la cara. Casi te me mueres anoche, Matt. Por poco y te ahogas en tu propio vómito —Lis se encontraba en la cocina. Se veía radiante, como si nada—. Como que contigo no se pueden estos planes. No vuelvo a insistirte en que tomes, detesto cuando la gente vomita. Menos mal no tuve que sostenerte el pelo en el inodoro. Aunque sí tuve que limpiar el desastre que hiciste.

—¿Desastre?

—Vomitaste la alfombra de la entrada luego de salir corriendo mientras gritabas "voy a buscar a Tobi" "Tengo que coger un vuelo a casa de Tobi". Fue un tanto gracioso. Hasta lo grabé, ¿quieres ver?

Mi rostro se encendió enseguida.

—N-no. Borra eso. Ay no qué vergüenza. ¿Dónde están los demás? Seguramente querrán que me vaya y no arruine más el plan.

Lis rio.

—Los otros terminaron peor que tú, no te preocupes. Aunque sí fuiste el único que resultó vomitando. La verdad casi no puedo pegar el ojo pensando en que volvieras a vomitar mientras dormías. Hay gente que ha muerto así.

—En serio muero de la vergüenza. Te juro que no vuelve a pasar.

—Tranqui. Solo respóndeme una cosa. Toma —me pasó una taza con caldo—. Eso te hará sentir mejor. Dime algo, Matt. ¿Logró el alcohol llevarse las penas o el ridículo que hiciste fue en vano?

Algunas imágenes del sueño que acababa de tener acudieron a mi cabeza.

—No sé.

—Ah entonces admites que sí hay penas de amor. ¡Lo sabía! ¿Si es ese chico? ¿Quién es? ¿Terminaron? Cuéntame todo. Me lo debes.

—Ya te dije que es solo un amigo.

—Ay ya deja de tratarme como pendeja. ¿De verdad piensas que me voy a creer eso?

—Pues tristemente es la verdad. ¿Qué quieres que te diga? Nunca hemos tenido nada más que una amistad.

—Pero ¿lo quieres o qué?

—Supongo.

—¿Y él no te corresponde? Ay no. De verdad no hay nada peor que un amor no correspondido —se sentó en otro sofá—. Oh —puso sus manos en sus mejillas—. No me digas que es hetero y terminaste arruinando la amistad cuando le confesaste tus sentimientos. Eso sí suena extremadamente sad.

—No es eso. Él estaba enamorado de mí.

—¿Y entonces?

—Es que es complicado. Al principio yo no podía verlo como algo más porque era el hijo de la pareja de mi madre. Era como un hermano, hasta compartíamos habitación. Además, recién nos conocimos fue un completo idiota conmigo, así que verlo de manera romántica ni siquiera se me llegó a pasar por la cabeza. Luego cuando supe que él me quería de otra forma me sentí un tanto perturbado por lo mismo, éramos hermanastros.

—¿Ya no lo son? —negué con la cabeza—. ¿Y entonces qué te detiene?

—Me di cuenta muy tarde de lo que sentía. Le pedí muchas veces que me olvidara y creo que lo cumplió.

—¿Lo crees? Pero no estás seguro de ello. ¿No deberías al menos preguntarle?

—No lo sé. Es que no quiero ser egoísta. Creo que él está saliendo con alguien más y no quisiera entrometerme en eso.

—Pero, ¿y si todavía te quiere? ¿No sería más egoísta ocultar lo que sientes por él?

—La verdad no lo sé.

—Deberías intentar hablar con él. Aunque ya te tocará esperar a que regresemos porque aquí dudo que te coja la señal.

Narra Tobi

Cuando Alex e Irene se fueron abrí mi computador y comencé a mirar apartamentos en arriendo que quedaran cerca de la universidad. Allan había aceptado nuestra propuesta de vivir con nosotros. No sabía cómo sentirme al respecto.

—Este se ve bien. Solo tiene dos habitaciones, pero en la más grande podemos ubicar dos camas —el precio era asequible y quedaba ubicado a menos de diez minutos caminando—. Les enviaré el link.

Entré a WhatsApp y les compartí el vínculo. Después no pude ignorar el puntito flotante junto a la palabra estado. Pasé la mayoría de imágenes sin siquiera ponerles cuidado, era extraño como el simple acto de pasar historias resultaba desestresante. Ignoré cada una de ellas, al menos hasta llegar a una foto en la que aparecía Matt. Primero la salté, pero enseguida volví a ella.

—Parece que has hecho muchos amigos —sonreí haciendo zoom a su cara sonriente.

En la foto estaban, al parecer, dentro de un carro. Había varias personas, Matt estaba en el fondo, en sus piernas llevaba la mochila que le habíamos regalado. Recordé lo que había ocultado en ella. ¿Qué había hecho Matt con la foto? Tal vez ya la habría hasta tirado.

"Te has dejado crecer bastante el cabello. Te queda muy cool, te ves lindo" escribí y borré antes de poner el punto.

—¿Cómo voy a escribirle algo así? —quería escribirle, pero no sabía cómo comenzar. Responder a su estado me parecía lo más lógico—. ¿Qué le escribo?

"¿Noche loca? Diviértete mucho, cuidado con terminar tirado en un baño. Sabes que el alcohol te pega duro" volví a borrarlo. "Extraño mucho ver tu sonrisa frente a frente" me detuve un par de segundos y observé lo que acababa de escribir.

—¡No! —lo borré—. ¿Qué pasa por tu cabeza, Tobi? ¿Quieres problemas?

Tobi: ¿Es viernes y el cuerpo lo sabe?

Apagué la pantalla de mi celular con vergüenza.

—Mejor me voy a dormir.

A la mañana siguiente Clara me despertó. Dijo que había hablado con mi padre sobre mi aceptación en la universidad y lo que estudiaría. Al final había logrado convencerlo de que no me echara de la casa. No obstante, había agregado que yo tendría que pagar mis gastos, que lo único que me ahorraría sería pagar el arriendo. Lo demás tenía que correr por mi cuenta.

—Creo que lo mejor es que me vaya, Clara. Si me quedo será para tener discusiones cada vez que nos crucemos en el pasillo. Lo único que quiero es tranquilidad para concentrarme en mis cosas. No puedo ni imaginar lo insoportable que se pondrá mi padre conmigo.

—Lo sé Tobi. Solo te comentaba lo que hablamos. Al menos ya no tienes que ocultar lo que harás. La propuesta que te hice sigue en pie, no te preocupes por ello. Y sobre lo del trabajo, no te afanes a buscar uno todavía, mira primero cómo te va con el ritmo de las clases.

En el momento en el que Clara cruzó la puerta para salir de mi habitación agarré mi celular. Entré al chat de Matt, no se conectaba desde su publicación de la foto con sus amigos.

Tobi: Hola, Matt.

Tobi: ¿Cómo te terminó de ir?

Tobi: Espero no hayas terminado durmiendo junto a la tasa del baño.

Revisé los otros chats.

Alexander: ese está chévere. Está apenas para nosotros. Allan y tú pueden quedarse en la habitación grande y la otra queda para mí.

¿Qué? ¿Por qué se asignaba la habitación individual sin antes consultarlo con nosotros?

Tobi: Yo creo que esa habitación hay que rifarla.

Alexander: ¿Por qué? Con ustedes se ahorran hasta una cama y les queda bastante espacio.

Tobi: Wuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuut

Tobi: ¿De qué hablas? Yo llevo mi cama, él la de él. No seas bobo.

Alexander: Al principio. Luego me los imagino haciendo porquerías.

Alexander: Solo sean silenciosos, no quiero despertar asustado en medio de la noche y luego darme cuenta de que los ruidos extraños pues...

Tobi: ¡No!

Tobi: Deja de decir bobadas, Alex. Allan y yo solo somos amigos.

Alexander: ¿Seguro?

Ignoré a Alex y pasé al chat de Allan.

Allan: Está muy cool. La ubicación está perfecta para todos.

Allan: Podríamos llevar dos camas y un sofá cama.

Allan: Si quieren yo me quedo en la sala y ocupo parte del armario del cuarto principal. Tampoco es que vaya a llevar mucha cosa.

Tobi: Con Alex pensábamos en rifar la habitación individual.

Allan: ¿Rifarla?

Allan: No sería mejor que tú y yo compartiéramos la grande. Me sentiría más cómodo contigo que con Alex. A él no lo conozco y a veces creo que me odia.

Allan: También podrían compartirla ustedes dos que ya se conocen bien.

Tobi: Tú dices que todos mis amigos de odian jaja

Tobi: ¿Y yo no tengo derecho a la individual? Lo justo es rifarla.

Tobi: Pero luego miramos, ni siquiera hemos escogido ese apartamento. Toca seguir buscando. No nos aceleremos.

Pasé toda la mañana buscando apartamentos en arriendo. Cuando llegó la hora del almuerzo Clara me llamó para que me sentara a comer con ellos. Hace mucho no estaba en la mesa con mi padre. Se sentía muy incómodo, hubiera preferido hasta comer en el baño.

—¿Bueno y ustedes dos no se piensan ni saludar?

La mujer miró a mi padre hasta que lo obligó a hablar.

—¿Cómo estás, Tobi?

—Estoy bien.

—Clara me contó sobre la universidad —dejé los cubiertos sobre el plato y miré a clara. Ella sonrió con gentileza y su rostro me transmitió tranquilidad—. Sabes que esa idea no me gusta, pero dejaré que tú mismo te des cuenta de cómo son las cosas. Que te estrelles contra la realidad solito —Clara le dio un codazo—. Sabes que si quieres volver a la empresa ahí están las puertas abiertas.

No era lo que hubiera esperado de un padre, pero al menos no había habido rabia, ni insultos, ni malas palabras hacia mí.

Después de comer busqué mi celular. Matt todavía no se conectaba. ¿Así de mal había quedado? Ya me lo imaginaba echo bolita en su cama, sin querer levantarse, ni saber de nada, ni de nadie.

La noche cayó, nuevamente miré el WhatsApp, el chico todavía no se conectaba. Comencé a preocuparme, ¿qué tal les hubiera ocurrido algo? Busqué en mis contactos el número de Sara y la llamé. Ella me dijo que no había hablado con él desde el día anterior y aunque se sentía un poco preocupada lo mejor era mantener la calma y esperar, pues lo más probable era que estuviese haciendo cosas de "universitarios".

La luz del día se coló por mis cortinas. No había logrado dormir bien, a cada rato me despertaba luego de tener sueños horribles en donde algo le ocurría a Matt.

—No se ha conectado todavía. Lo voy a llamar.

Sonaba como si el celular estuviera apagado. Me asusté.

—¿Será que le pasó algo?

Volví a llamar a Sara. Ella estaba muy preocupada, me dijo que lo mejor era esperar hasta el domingo, que si no sabíamos nada de él, llamaría a la universidad. En todo el día no pude estar, me sentía muy angustiado y no dejaba de pensar en que algo malo pudiera haberle ocurrido y lo peor era que él estaba lejos, no había manera de salir a buscarlo desde allí. Tampoco teníamos el contacto de sus amigos.

—Mejor ve a dormir, Tobi —me encontraba en casa de Sara. Pasaría ahí la noche—. Mañana aparecerá, ya verás.

Le hice caso a Sara. Me sentía muy cansado y lo único que quería era dormir, aunque al final solo tuve otra horrible noche en la que solo logré sentirme más agotado.

—El desayuno, Tobi —escuché a lo lejos.

Me senté en el borde de la cama y me desperecé. Tomé el celular, Matt todavía no se conectaba. Revisé los mensajes, Allan almorzaría hoy con nosotros.

—Hola, Sara. ¿Cómo amaneces? —tomé mi plato y busqué el comedor.

—Un tanto preocupada, pero hablé con una amiga y me dijo que no me agobiara antes de tiempo. Como que lo más normal a esas edades es preocupar a los padres —sonrió con angustia mientras daba un mordisco a su tostada—. ¿Allan vendrá hoy?

Asentí con la cabeza.

—Dijo que él cocinaría. Yo creo que no demora en llegar —miré mi celular. Pasados unos dos minutos sonó el timbre—. ¿Ves? Yo abro.

Corrí a abrir la puerta principal.

—Hola, Tobi —me abrazó—. ¿Cómo estás? ¿Ya supieron algo?

—Nada de nada.

Entramos y saludamos a Sara. Allan dijo que le faltaba comprar algo por lo que salimos a la tienda. Cuando volvimos seguimos directo a la cocina.

—¿Será que a Sara le gusta el picante? Le voy a preguntar.

Allan se dirigió a la sala.

—Sara, ¿te gusta el picante?

No escuché que respondiera. El chico volvió a la cocina.

—¿Si estaba?

—Sí. Me hizo señas de que sí le gusta, parece que está hablando por teléfono.

Me dirigí con prisa hasta la sala.

—No vuelvas a hacer eso, Matt. Al menos avisa, aquí ya íbamos a mirar a quién llamábamos por allá. Casi nos matas del susto. Es que de verdad, hasta Allan ya estaba comunicándose con un amigo suyo que está por allá.

Su conversación no fue muy larga. Luego de que ella colgó me explicó que donde Matt estaba no había señal. Que todo estaba perfectamente bien. Agarré mi celular y entré al chat de Matt. Él me había respondido los mensajes, pero luego los había borrado. ¿Por qué los había borrado?

https://youtu.be/IB09tVhjzeQ

"Borrando los recuerdos, borrándolos con lágrimas. Tú, a quien no puedo contener en mí. Alejando los recuerdos, alejando el dolor. Así que no puedes permanecer en mí. Tirando los recuerdos, tirándolos con lágrimas. Así ya no tendré ninguna esperanza. Así mi corazón no sabrá mi deseo. Incluso si dolorosamente te alejo, solo espero por ti. No creo que pueda dejar de extrañarte, no podré evitarlo. Creo que todavía no puedo dejarte ir. Incluso si te alejo sigues apareciendo en mi corazón, te conviertes en las lágrimas que nunca se secan. Incluso si te borro apareces otra vez" (Lie-CNBlue)

Hola a todos. ¿Cómo están? Espero que estén muy bien. Quiero nuevamente agradecerles por llegar hasta aquí. Ya el siguiente capítulo es el final :'3 Nunca dejaré de estar agradecida pues el apoyo que encontré en ustedes es lo que me ha dado fuerzas en los momentos oscuros para seguir escribiendo. Algunas veces uno, aunque ame hacer las cosas, deja que los problemas maten poco a poco la energía y la pasión hacia las mismas. Es decir, creo que todos en algún, o en muchos instantes, llegamos a pensar que aquello que amamos hacer tampoco tiene sentido, o que no es suficiente para llenar un vacío, y por ende no logramos obtener el ánimo necesario para realizarlo. Los diferentes momentos en los que estuve ausente en Wattpad se debieron a, no sé cómo llamarlo, "crisis existenciales" causadas por diferentes problemas emocionales, familiares, personales, incluso de salud, que me llevaron a encerrarme en mí misma y dejar de hacer muchas cosas que me gustaban, como escribir. Sin embargo, cada vez que entraba a Wattpad y me ponía a leer los comentarios y los mensajes que me dejaban me sentía muy feliz y me animaba a escribir de nuevo. Por eso y mil cosas más les agradezco por todo <3 

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