Capítulo 67 (Alternativo)
Narra Tobi
Había pasado un poco más de un mes desde que Sara y Matt se mudaron. Todavía se sentía igual que el primer día en el que me encontré solo en medio de tantas habitaciones oscuras y silenciosas. Mi padre venía más a casa, pero nuestra relación no había mejorado. Él trataba de actuar como si nada pasara, como si el tiempo que habíamos vivido con ellos hubiese sido borrado de su memoria. Sin embargo, cada vez que escuchaba que yo hablaba con Matt o que se enteraba que había ido a visitarlos se enojaba demasiado y volvía a insultarme y a decir cosas hirientes respecto a mi sexualidad.
"Pensé que lejos de ese enfermo volverías a ser tú", dijo una noche mientras cenábamos. Yo me puse de pie con rabia y, aunque quería decirle que el enfermo era otro y que jamás en mi vida había sido tan yo como cuando estaba cerca de Matt, solo pude guardar silencio y dejar la habitación. "Al menos finge que eres normal en mi presencia", gritó mientras me alejaba camino hacia mi cuarto.
—¡Tobi! Pensamos que no vendrías. Como no contestabas por el grupo —Alex y Matt se encontraban de pie frente a mí—. Ya todos deben haber subido al bus. Nos va a tocar los peores puestos.
Aquel día había programada una feria educativa. A pocas semanas de terminar el año escolar, todos estaban pensando en qué y dónde estudiar, algunos ya se habían inscrito o estaban comenzando procesos con las universidades. Yo todavía no estaba seguro de nada. Lo único de lo que estaba seguro era de que quería estudiar en la misma universidad de mis amigos.
—¡Aquí quedan cuatro puestos! —gritó una profesora asomando su cabeza por la puerta de un bus.
Caminamos hacia ella. Cuando dirigí mi mirada a las ventanas del vehículo, Irene nos saludaba y nos hacía señas de que subiéramos en ese. No había muchas opciones para elegir los puestos. Ninguno pudo quedar siquiera cerca al otro. A mí me tocó sentarme junto a la profesora.
—Juguemos algo —gritó una chica que estaba sentada en la parte de atrás.
—No, no, no. Qué juegos ni qué nada —se levantó la profesora—. Ustedes ya están muy grandes para eso. No quiero ruido, ni gritería. Si tienen sus celulares pónganse a escuchar música o duerman.
Si hubiese sido otra profesora seguramente le habrían respondido o hubieran hecho caso omiso. No obstante, era la profesora Luz Celia, la más aterradora y estricta de toda la institución. Algunos decían que la única vez que la veían sonreír era cuando, en entrega de informes, los padres de familia molestos golpeaban a sus hijos frente a ella.
—Es una loca —murmuré buscando mi celular para poner música y relajarme.
El viaje fue corto. Cuando llegamos cada quien se agrupó con sus amigos de siempre.
—Vayan a donde quieran, pidan los formularios que necesiten, no me importa lo que hagan con su tiempo. Si quieren aprovechar la oportunidad de obtener información aquí, está bien. Si se quieren dedicar a perder el tiempo jugando, o pendejeando entre ustedes, no es mi problema. Solo les digo que a las 12 en punto los quiero a todos aquí otra vez. El que no llegue a la hora indicada va a tener serios problemas conmigo. ¿Entendido?
—Esa señora es un ogro —dijo Irene en voz baja—. ¿Ustedes han pensado más o menos dónde quieren preguntar?
—Yo tengo el mapa y ya señalé las universidades que me interesan —contestó Alexander.
—Yo la verdad no sé muy bien qué es lo que quiero. Supongo que será mirar lo que vaya encontrando por ahí —respondí un tanto apenado. Me sentía presionado por tener seguridad al menos respecto a la carrera.
—Yo ya sé dónde quiero estudiar, pero igual miraré qué otras opciones hay, por si no me sale lo otro.
—¿En serio? Yo todavía estoy muy indecisa. He estado comparando las universidades y los programas, pero varios me gustan. No sé qué hacer —Irene cubrió sus mejillas con sus manos—. ¿Dónde quieres estudiar? A ver si hay posibilidad de que seamos compañeros de u.
—No creo —Matt sonrió—. Me gustaría estudiar en la Universidad de Arte de Berlin. Universität der Künste Berlin —agregó agachando la cabeza.
—¿Alemania? —mascullé mirándolo fijamente. Él dirigió sus ojos hacia mí, pero los desvió enseguida y volvió a agachar su cabeza. Era como si quisiera esconderse de mí.
—¿Alemania? —Alexander se acercó y apoyó su codo sobre el hombro de Matt—. Qué genial, allá la educación es muy buena. ¿Y es muy costoso lo que quieres estudiar?
Matt levantó el rostro y sonrió.
—La idea es ganar una beca para hacerlo. Ya comencé el proceso. Hace unos días tuve un par de entrevistas y me fue muy bien. Solo falta que me acepten en la universidad.
Alexander e Irene se veían muy contentos. No dejaban de hacerle preguntas a Matt. Yo en cambio me sentía mareado y me costaba entender lo que estaban diciendo.
—Espero te salga todo. Ojalá así sea y luego cuando yo llegue por allá me recibes —Irene no dejaba de sonreír—. Bueno yo los dejo. Me están esperando —dijo antes de dirigirse a su grupo de amigas.
—Aquí tengo el mapa. ¿Por dónde quieren comenzar? Porque yo aquí tengo una ruta planeada, no sé qué les parezca —Alexander abrió el folleto que contenía el mapa.
—¿Qué dices, Tobi? —preguntó Matt sin despegar su mirada del mapa.
—¿De qué? —me sentía muy mal. Sentía mi rostro muy rojo y un hormigueo extraño en mi cabeza—. Necesito un baño —susurré muy bajo.
—Sobre la ruta. ¿Tienes pensado algo diferente o seguimos lo que dice Alex?
—Necesito un baño —dije en voz alta—. Ustedes decidan.
—Allá hay uno —Alexander señaló hacia mi derecha.
—Ya vengo.
Corrí torpemente hacia la sección de los baños. Afortunadamente estaban vacíos. Cuando al fin me hallé solo, las lágrimas brotaron enseguida. Era como si al cruzar esa puerta se hubiese encendido un botón dentro de mí que me desarmaba por completo y que dejaba que los sentimientos negativos se apoderaran de mí.
—Matt se va —abrí la llave del agua y mojé mi rostro—. Matt se irá lejos y tal vez no lo vuelva a ver nunca —cubrí mis ojos con mis manos y me agaché, apoyando mis codos sobre el lavamanos. Las lágrimas no dejaban de caer y comenzaba a sentir mi garganta seca—. ¿Qué voy a hacer sin Matt?
—Tobi vamos a... —Alex se encontraba en la puerta mirándome fijamente, su rostro reflejaba sorpresa—. Tobi —se acercó a mí—. No me digas que lloras por lo que Matt nos acaba de contar.
Negué moviendo la cabeza de lado a lado.
—Entonces, ¿qué ocurre?
—No pasa nada, no me pongas cuidado.
Alex puso su mano en mi hombro.
—Sabes que estudiar en Alemania es una muy buena oportunidad, y más con beca. Creo que es lo mejor que podría pasarle a Matt. ¿No te parece?
—Ya lo sé —respondí casi sin aliento—. Me siento feliz por él. Me alegra que pueda hacer lo que le gusta. Sin embargo —no quería hablar más, me costaba demasiado—. Matt se va, Alex. Se irá y qué será de mí entonces. Sabes que hay muy pocas cosas en mi vida que me hacen sentir bien en este momento, si Matt se va ¿cómo puedo ser feliz? ¿Cómo puedo sentir alegría si lo único que le da sentido a la vida es saber que podré verlo, hablarle, escuchar su voz.
—Tu felicidad no puede depender de otras personas. No puedes esperar que Matt sacrifique su felicidad para darte gusto. Eso sería muy egoísta.
—No pretendo nada de eso, pero no deja de doler. No deja de sentirse un vacío inmenso, incluso si todavía no se ha ido. ¿Qué tal no lo vuelva a ver? ¿Y si se olvida de mí?
—No digas bobadas. Matt no se olvidará de nadie y si lo hace es cosa de él. Él tiene que hacer su vida, tú también, yo también. Puede que hasta seas tú el que lo olvide.
—No lo sé. De cualquier modo me asusta.
—Oigan —gritó Matt desde afuera. Al escucharlo corrí a encerrarme en un baño—. Están muy demorados. A este paso no vamos a alcanzar a visitar ni la mitad de los stands.
—Creo que a Tobi le cayó mal el desayuno.
—¿Te sientes enfermo, Tobi?
—Si quieren vayan adelantándose y yo los alcanzo luego —dije apenado—. No sé cuánto me demore, me siento un tanto maluco.
—Te esperamos afuera, Tobi —contestó Alexander—. Trata de no demorarte tanto.
Esperé un par de minutos antes de salir. Ya me sentía un poco más calmado.
—Al fin —Matt y Alex estaban sentados en un andén. Al verme se pusieron de pie—. Vamos que ya hemos perdido mucho tiempo.
La mañana se fue volando. Ya se acercaba el medio día. Alexander había llenado su maleta de folletos y aunque al llegar estaba casi seguro de lo que quería, luego de ver todas las opciones y oportunidades ya no estuvo tan seguro. Yo tomé un par de folletos, casi todos sobre programas de psicología. Matt también tomó unos cuantos, aunque no parecía muy interesado en ellos.
—Alex —Irene llamó al pelirrojo apenas llegamos a la plazoleta donde debíamos encontrarnos todos. También le hizo señas para que se acercara.
—Ya vengo.
Matt y yo quedamos solos. Ninguno era capaz de sostenerle la mirada al otro, ni tampoco de romper el silencio. La situación se estaba tornando incómoda.
—¿Estás bien, Tobi? —preguntó minutos después.
Yo asentí con mi cabeza.
—¿Seguro? Ahorita parecía como si hubieras llorado. Tenías la nariz muy roja y los ojos achicados —el chico me miraba fijamente, yo solo pude girar mi cabeza, tratando de huir de su mirada—. Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea.
—No me habías dicho que te irías —solté sin pensar.
—Te lo dije esta mañana.
—Pero pudiste haberme dicho antes. Ya tienes todo casi seguro, lo que significa que pronto te irás. Si no hubiesen hecho esas preguntas hoy, probablemente no me habrías dicho. No querías que lo supiera y no entiendo por qué.
—Por lo que está pasando ahora —Matt suspiró y cerró sus ojos—. No quería que estuvieras triste por eso, Tobi —volvió a abrir sus ojos—. Te iba a contar cuando ya fuese un hecho porque no quería hablar del tema sin estar completamente seguro de lo que haría. ¿Qué tal te hubiera dicho, te hubieras sentido mal y al final me hubiese resultado quedando?
—Si eso hubiera pasado entonces al menos hubiese guardado la esperanza de que te quedaras hasta saber si era seguro o no.
—¿Quieres que me quede y renuncie a la oportunidad de irme a cumplir mi sueño?
"Quiero que te quedes y busquemos cómo cumplir nuestros sueños juntos", pensé y un dolor punzante atacó mi pecho. Estaba pensando de manera muy egoísta y eso me hacía sentir como una mala persona. ¿Por qué no podía solo alegrarme por los logros de Matt?
—Obviamente no —contesté en voz baja.
—Entonces, ¿en qué hubiera cambiado el habértelo dicho antes?
—En realidad no sé —hice una pausa para respirar profundo—. ¿Qué tal no nos volvamos a ver?
Matt sonrió.
—¿Es eso lo que te molesta? No seas bobo —empujó mi hombro con suavidad—. Eso no pasará. Ni que me fuera a morir o algo así. Yo iré a estudiar y volveré, así sea solo de visita. También tú podrías ir a visitarme y de paso conocer otros lugares. Incluso podrías también irte a estudiar por allá.
—No me gusta el alemán. No creo que pueda aprenderlo, es demasiado complicado.
—Ni siquiera has intentado aprenderlo, Tobi —entrecerró los ojos—. En fin. No te preocupes por esas cosas. En este momento lo importante es que escojamos lo que queremos para nuestro futuro, es una decisión muy importante. Tal vez una de las más importantes en esta vida.
—Te irás muy lejos —murmuré de manera casi inteligible.
—Pero Tobi, no importa si estudiamos en universidades diferentes, o si estamos en países diferentes, lo importante es que hagamos la elección correcta, y si no es la correcta que al menos nos demos cuenta a tiempo. En lugar de pensar en que no nos volveremos a ver, piensa en lo que realmente quieres hacer —mis ojos se aguaron, Matt pareció notarlo y palmeó mi hombro—. No seas bobito. Además, actualmente no es tan complicado viajar. Tenemos las redes sociales y el internet, ya no es como si vivir lejos significase no volver a saber de los demás. Podemos hacer llamadas a diario, si quieres.
—Eso dices ahora, luego quién sabe.
—¡Tobi! —subió el tono de su voz.
—¿Crees que exagero?
—Creo que eres un tonto —susurró—. Y sí, un poquito exagerado —respondió sonriente. Su sonrisa contagiosa me hizo sentir feliz—. Pero así es el Tobi que conozco. Dramático y exagerado.
—Pues el Matt que conozco cumple sus promesas, así que confiaré en ti.
—Haremos llamadas a diario —el chico me mostró su dedo meñique—. ¿Trato?
Yo entrelacé el mío y luego Matt separó nuestros dedos con su otra mano.
—Trato —contesté tranquilo. Sentía ganas de abrazar a Matt y no soltarlo.
La profesora llegó y todos se agruparon. De regreso nos pudimos ubicar diferente. Matt, Alex y yo nos hicimos atrás, junto con unas chicas que no dejaban de hablar de coreanos. Me perturbaban demasiado, había una que tenía la foto de uno yo creo que hasta en los calzones.
—Tobi, ¿tú a cuál elegirías? —una de ellas puso su celular frente a mis ojos.
En la pantalla apareció un grupo de más de cinco.
—¿Por qué me preguntas a mí? —Alejé el aparato de mi vista—. Para mí todos esos chinos son iguales. Solo se diferencian por el color de cabello.
—¡COREANOS! —gritaron al unísono—. ¿Cómo que son iguales? ¿Entonces en este bus todos somos iguales?
—No, por favor. Yo no quiero ser igual a Tobi —interrumpió Alexander.
—Sí, cómo no. Ya quisieras. A ver —le quité el celular a la chica—. Los voy a mirar bien.
—Alex, préstale las gafas —dijo Matt.
El resto del viaje tuve que aguantarme la obsesión de las chicas. Afortunadamente una de ellas decidió poner música y prestarme uno de sus audífonos. La música no estaba nada mal, debo admitirlo. Un par de minutos después sentí la cabeza de Matt apoyarse en mi hombro. Dirigí mis ojos hacia él y me encontré con que estaba dormido. Mi corazón se aceleró. Miré a Alex y él también dormía recostado contra la ventana. Las chicas locas seguían hablando entre ellas. Nadie estaba pendiente de nosotros, nadie tenía sus ojos puestos en nosotros. Mi corazón latía cada vez más rápido, mis ojos no se despegaban del rostro durmiente de Matt y mi mano no pudo evitar arrastrarse hasta la suya, y agarrarla fuerte. Cerré mis ojos y por un instante todo a mi alrededor desapareció.
Narra Matt
—No puede ser —me acerqué más al computador para rectificar la información. Mis ojos no daban crédito a lo que se hallaba contenido en esa pantalla—. No lo puedo creer. ¡Mamá! —desconecté el portátil y corrí en busca de mi madre.
—¿Qué ocurre, Matt? —mi madre se asomó desde su habitación con un rostro lleno de terror—. ¿Por qué gritas así? ¡Me asustaste!
—La beca es mía —dije todavía sin poder creerlo—. El otro semestre comenzaría con el curso de alemán y dependiendo de cómo me vaya comienzo a estudiar a mitad de año o el año que viene.
—Sabía que todo saldría bien, hijo —me abrazó con tanta fuerza que casi me deja sin aire—. Estoy muy orgullosa de mi niño —besó mi frente—. Tenemos que celebrar en grande, hijo. Avísale a tu padre y a Tobi —mi madre salió de su habitación y cogió el teléfono—. Mi hijo estudiará en el exterior —dijo mientras marcaba un número—. ¡Tengo que gritarlo a los cuatro vientos!
—Llamaré a Tobi —busqué su número enseguida. Sin embargo, un sentimiento amargo me estrujó el pecho—. Tal vez debería esperar para decirle —apagué la pantalla del celular.
No me sentía capaz de decirle a Tobi que me iría. Aunque ya habíamos hablado del tema el día de la feria educativa, todavía me parecía extremadamente difícil hablar del tema con él, hasta ese momento lo que habíamos hablado se basaba solo en suposiciones. "Si llegase a irme" "Si me sale la beca" "Si me voy a otro país", ya no se trataría de un "si tan solo...", no, ahora hablaríamos de "cuando me vaya" "cuando esté lejos" "cuando no nos volvamos a ver...", incluso a mí comenzaba a asustarme la idea de no volver a ver a Tobi.
—Nos volveremos a ver después —susurré en medio de la soledad de la habitación—. Nos veremos y será como si el tiempo alejados fuese solo un paréntesis en nuestra amistad.
Sabía que irme le haría mucho daño y que por más que Tobi fingiera sentirse bien con ello, en el fondo lo lastimaba, le resultaba insoportable. ¿Era así solamente para él? ¿Qué pasaba conmigo? Hasta ese momento no me había detenido a pensar en lo que dejar a mis seres queridos atrás me hacía sentir.
—Solo serán unos años, Matt. Solo un par de años.
"¿Qué tal no nos volvamos a ver?", las palabras de Tobi se apoderaron de mis pensamientos, de la mano de un profundo temor. ¿Y si no volvía a ver a Tobi? ¿A mi madre? ¿Y a Alex? ¿A Luna? ¿A Irene?
—Ya se te pegó la bobada de Tobi —sacudí mi cabeza—. Solo iré a estudiar y volveré. Y si me quedo allá podré venir de visita, hablaremos por Skype. Podemos jugar algo en línea. Hay muchas formas de compartir sin necesidad de estar frente a frente —suspiré—. Aunque no es lo mismo —agregué en voz baja.
—¿Qué tanto murmuras, hijo? No me digas que la emoción por la noticia te corrió una teja.
—N-no, mamá —mis mejillas se pusieron coloradas—. Solo pensaba en voz alta.
—Ya le avisé a toda la familia, solo falta tu papá. ¿Ya lo llamaste?
Negué moviendo la cabeza de lado a lado.
—¿Hablaste con Tobi?
Repetí el mismo gesto de negación.
—¿Y entonces? ¿Qué te quedaste haciendo? Pensé que ya le habías contado a todos tus amigos. Ya sé —mi madre no dejaba de mover el teléfono de lado a lado mientras caminaba de igual forma—. El viernes haremos una reunión para celebrar. Partiremos una torta, destaparemos un vinito y daremos la gran noticia. Invita a los amigos que quieras. Yo le avisaré a tu papá. De paso lo invitaré al grado, para que vaya alistando su traje. Y no olvides hablar con Tobi —el rostro de mi madre cambió—. Sabes que hay que hacerlo con tiempo, no esperes a que se entere en la reunión. Y no me salgas con que no lo vas a invitar para evitar decirle. Sabes que será difícil para él.
—No puedo hacerlo, má. Dile tú.
Mi madre se cruzó de brazos.
—¿Es en serio, Matt? ¿Vas a ser tan desconsiderado con Tobi? Tú eres el que debe decirle. Igual Tobi ya sabe que está entre tus planes irte. No creo que cambie mucho el que le digas que ya es seguro.
—Está bien, má. Tienes razón.
Fui a mi cuarto y me encerré. Busqué el número de Tobi de nuevo y lo marqué sin pensarlo tanto.
—¡Hola, Matt! ¿Ya hiciste la tarea de química?
—No la he hecho todavía, ¿tú ya?
—En eso estoy, aunque hay ciertas cosas que me tienen confundido.
—Si quieres pasa y la hacemos juntos. De paso luego vemos una peli, ¿te suena?
—Me parece una excelente idea. Ya salgo para allá. ¿Llevo pijama?
—Y papas, doritos y cheetos.
—¿Picantes?
—De los más picantes que encuentres.
Cuando colgué sentí una profunda tristeza. Hablar con Tobi sería mucho más difícil de lo que esperaba. E irme... pensar en irme se sentía como si fuese a morir.
—Es lo mejor para tu futuro, Matt.
Mientras esperaba a Tobi ensayé mil formas de decirle que me iría. Al final me cansé de los dramas que alimentaba en mi cabeza, todos dignos del peor capítulo de La Rosa de Guadalupe.
—Ni siquiera Tobi actuaría de esa forma, por más dramático que sea —sacudí mi cabeza—. Imposible.
El sonido del timbre me produjo escalofríos.
—¡Tobi! —Escuché la voz de mi madre desde la sala—. ¿Cómo estás? Mira que guapo te has puesto. Hace mucho no venías a visitarme.
—No ha pasado ni un mes, Sara. Han dejado muchas tareas y...
—Hola, Tobi.
—Matt —el rubió sonrió y saludó con su mano.
—¿Quieres algo de comer, Tobi? Hice una torta de banano deliciosa. ¿Quieres un pedazo?
—Más tarde puede ser. Comí antes de salir y estoy super lleno.
—Me avisas para servirte. Aunque ya sabes que esta es tu casa, puedes entrar a la cocina cuando quieras. Matt, yo veré —miró disimuladamente a Tobi—. Iré a comprar unas cosas y ya vuelvo.
—Bueno má.
—Pórtense bien.
—Ven, vamos a mi cuarto.
Yo me senté en mi escritorio. Tobi entró a mi habitación y sin decir palabra alguna se tiró sobre mi cama.
—Extrañaba tu cama y entrar en tu habitación.
No pude evitar que mis mejillas se sonrojaran.
—¿Has podido dormir?
Tobi asintió con su cabeza.
—Con la luz encendida —tapó su cabeza con la almohada.
—¿Y si se va la luz? —inquirí en tanto encendía el computador.
—No lo sé, no ha pasado todavía. Espero no pase o llegaré aquí a timbrar a media noche.
—¿Y si ya no estoy aquí?
No contestó. El silencio se apoderó de la habitación por unos cuantos minutos. Tobi seguía cubriendo su rostro con la almohada y yo no dejaba de mirarlo.
—¿Quieres decirme algo? —dijo el rubio alejando la almohada de su cabeza y sentándose.
Yo moví mi cabeza de arriba abajo en silencio. Quería hablar, pero las palabras no me salían.
—Yo...
Posé la mirada en el rostro de Tobi y me encontré con que me miraba fijamente. Agaché mi cabeza como huyendo de sus ojos.
—Es que...
No podía hacerlo.
—Te irás —dijo él con serenidad—. ¿Te salió la beca?
—Sí, Tobi —me giré dándole la espalda—. Me dieron la beca y...
No había terminado de hablar cuando me hallé en medio de los brazos de Tobi.
—Me alegra mucho, Matt —sus brazos rodeaban mi cuello y su rostro estaba junto al mío, podía escuchar su respiración—. Te la mereces, sabía que te saldría. Vas a ser un gran músico. No te vayas a volver creído si te haces famoso.
Mis manos temblaban y mi corazón latía más rápido de lo normal. ¿Por qué la cercanía de Tobi se sentía cada vez más extraña?
—Mira —abrí el correo que me habían enviado de la universidad.
Tobi me soltó y acercó una silla al escritorio. Se sentó a mi lado y comenzó a leer. Mientras leía lo miré de reojo. Mi madre tenía razón, Tobi se veía cada vez más guapo.
—Qué genial, Matt —se recostó contra el espaldar de la silla—. La beca cubre bastante. Entonces primero te vas solo a estudiar alemán.
—Sí. Apenas pase lo del grado me voy. Me toca comenzar a hacer las vueltas para ver en donde me quedaré y también debo comprar algo de ropa. Los inviernos allá son cosa seria.
Trabajamos en la tarea de química y en menos de una hora la terminamos. Luego de ello fuimos a comer torta y cuando mi madre volvió nos sentamos a hablar un rato los tres.
—Tobi, no sé si Matt ya te comentó algo al respecto.
—Sí —interrumpí—. Ya le conté.
—¿Lo de la reunión también? —Negué con la cabeza—. El viernes haremos una pequeña reunión para celebrar lo de la beca. Es algo sencillo, puedes invitar a tu amigo Allan, si quieres.
¿Invitar a Allan? ¿Por qué mi madre hacía tal cosa? ¿Qué tenía que ver ese chico conmigo? Era una celebración por un logro mío. La idea era que quienes vinieran fuesen cercanos a mí. Ese chico solo traería incomodidad.
—¿En serio? —Tobi dirigió su mirada hacia mí. Como pidiendo mi aprobación. Yo miré hacia otro lado—. Aquí estaré, aunque no creo que venga con Allan. Sería muy extraño —miré de reojo a Tobi. Él seguía viéndome, así que me sentí avergonzado.
—Como quieras, Tobi. El caso es que aquí te esperamos. No es que salgas con excusas después.
—Aquí estaré —respondió sonriente.
Mi madre se fue y Tobi y yo nos quedamos viendo películas hasta que nuestros ojos no dieron más y nos quedamos dormidos.
https://youtu.be/uNGmyQ8UbZ8
"¿Respirarás a través de mí? ¿Y calmarás la tormenta por dentro? Solo respira a través de mi, mantendremos los fuegos encendidos. Me enfrentaré al mundo contigo... te sostengo" (CLANN)
Hola a todos. ¿Cómo están? Espero muy bien. Dejo otro capítulo, agradezco mucho a quienes siguen esta historia y a quienes dejan sus comentarios y mensajes. Me alegran los días <3 No había publicado últimamente debido a la perdida de un ser querido. Sé que algunos dicen que siempre saco excusas, que qué me voy a inventar ahora, pero sinceramente si ocurren cosas que hacen que el ánimo decaiga me resulta imposible. Este ha sido un año difícil, podría decir que de los peores que he vivido y aunque con el tiempo uno se hace más fuerte, es imposible mantenerse firme ante todo lo que la vida trae. Gracias a todos por leerme, de verdad que cada vez que entro a Wattpad y veo sus comentarios y mensajes siento que debo dejar de lamentarme y seguir escribiendo, o haciendo las cosas que me gustan y tengo que hacer. Espero les guste el capítulo de hoy. Mil gracias <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top