Capítulo 65 (alternativo)
Este capítulo va dedicado a @DiegoStilinski, a quien le agradezco la hermosa portada que tiene ahora la historia y a quien, además, le envío mucho animo y fuerza pues sé que está pasando por un momento muy difícil.
Narra Tobi
Eran las cinco de la mañana. No quería dejar la cama porque estaba haciendo mucho frío. Sin embargo, quedarme allí significaba tener que despedirme de Sara y Matt. No quería hacerlo, no quería que se fueran, odiaba la idea de quedarme solo en una casa tan enorme.
"Antes vivía solo con mi padre y éramos felices" pensé. No entendía cómo las cosas con mi padre se había transformado de manera tan radical y hacia lo negativo. Mi relación con aquel hombre, cada vez más extraño para mí, básicamente ya no existía. A veces sentía que me odiaba. ¿Cómo era que en el pasado todo parecía tan distinto?
Me levanté sin piedad con mi cuerpo. Apenas aparté las cobijas sentí una corriente helada que me puso los pelos de punta. Saqué la ropa que me pondría y me dirigí al baño para tomar una ducha rápida. Una vez vestido, bajé a mirar qué había en la cocina para el desayuno. Allí encontré a Sara tomando tinto.
—¿Tobi? —me miró extrañada—. Y eso, ¿qué haces despierto a estas horas?
—Tengo que ir a hacer algo —contesté incapaz de mirarla a la cara—. ¿Tan temprano? —me acerqué a la nevera sin decir nada—. ¿Quieres huevos napolitanos?
Mi estómago contestó por mí.
—Ya los preparo —Sara dio un último sorbo a su bebida y se levantó—. ¿Cuántos huevos quieres? ¿Uno o dos?
—Dos —me acerqué a ella—. Yo te ayudo.
Juntos preparamos unos huevos para ella y para mí. Ella no dejaba de sonreír mientras cocinábamos. La tristeza se apoderó de mí y no pude evitar que se escaparan un par de lágrimas de mis ojos.
—Lo siento —dije, pasando la manda de mi buzo por mis mejillas.
—No, Tobi. No tienes porqué disculparte por nada. Las cosas pasaron como tenían que pasar, no es culpa tuya, ni de Matt, ni mía. Tal vez ni de Richard. No creo que alguno haya actuado con el fin de hacerle daño a nadie —guardó silencio un momento—. Así es la vida —sonrió—. Así son las decisiones, siempre habrá consecuencias que hay que afrontar con la cabeza en alto.
—Tengo miedo —confesé con la mirada clavada en el suelo—. El futuro me da miedo. Todo es demasiado borroso. No sé qué esperar del futuro, no sé si las cosas salgan como quiero, ni siquiera sé qué es lo que quiero.
—Tobi —dijo con voz queda—. Todavía eres muy joven y tienes el poder de construir la vida que quieres. Sé que todo debe parecer muy confuso en este momento, y probablemente así siga siendo tal vez por el resto de la vida. Por lo menos a mí todavía me pasa que me veo abrumada por la incertidumbre, y eso que en teoría ya tengo una vida armada —Sara tomó mi mano—. Solo te pido que nunca olvides tus sueños. Cada decisión que tomes debe estar enfocada en ellos. Puede que todavía no tengas claro qué quieres para tu vida, pero cada vez que por tu mente pase un posible sueño no lo ignores solo porque parezca tonto o imposible.
—Pero qué sentido tiene perseguir algo imposible.
—Las cosas son posibles mientras sigan en tu cabeza. No creo que algo imposible de realizar haga mucho ruido en tu cabeza, pero si permanece es porque puedes hacerlo.
—No quiero que se vayan e igual lo harán.
—Pero eso no depende de tus esfuerzos, Tobi. Tus sueños no pueden depender de las decisiones de otros, no puedes pretender que los demás se sacrifiquen por cumplir tus caprichos. Porque no niegues que eso más que un sueño es un capricho, ¿no crees?
Asentí con la cabeza. Ninguno dijo más, apenas podía escuchar su respiración y la fricción entre sus dientes cuando mascaba. Aunque estábamos en silencio al menos escuchaba el ruido de su compañía.
—Debo ir a terminar de empacar algunas cosas, Tobi —Sara se levantó de la mesa—. ¿A qué hora te vas? —clavó su mirada en el reloj que colgaba en la pared.
—Termino de comer y salgo.
—¿Y a dónde irás? Apenas van a ser las seis. Todo está cerrado a estas horas.
—Allan me invitó a su casa.
Sara sonrió y se acercó para darme un beso en la frente. Me dijo que tuviera mucho cuidado y que me esperaba en el apartamento. Cuando terminé de comer miré mi celular. Allan me había escrito su dirección y me había dicho qué rutas me servían para llegar allí.
*****
—¿Para dónde se dirige?
—Edificio 5g, apartamento 4. Gracias.
—¿De parte de quién?
—Tobias.
El día estaba lluvioso. Había llevado una sombrilla, sin embargo, la falta de guantes tenía mis manos completamente heladas. Froté mis manos y las soplé para darles calor.
—Siga.
Cuando entré a la torre vi la puerta en el fondo abierta. Golpeé antes de entrar, Allan gritó desde alguna parte de la casa que siguiera. Lo primero que se veía al entrar era la sala y el comedor. Aunque me daba pena entrar así como así, di un par de pasos y me ubiqué en un sofá gris.
—¿Cómo te fue? —Allan asomó su cabeza por una puerta que parecía dar a la cocina—. Dame un momento que estoy terminando de preparar algo.
Mientras esperaba a Allan me levanté para mirar las fotos que decoraban algunos espacios del salón. En una de ellas vi a una mujer embarazada y un hombre. En las demás la misma mujer y un niño, el hombre no aparecía en ninguna otra imagen.
—Era un niño muy lindo, ¿no crees? —Allan se hallaba detrás de mí.
Mi rostro se tornó de un color rojo. Me sentía apenado por estar husmeando sus cosas sin su permiso.
—Eras muy cachetón. ¿Siempre hacías muecas en las fotos?
—Arruinar fotos es mi pasión —Allan se acercó y pasó uno de sus brazos por mi hombro. Por un momento pensé que me abrazaría, pero solo buscaba uno de los portarretratos—. Esta es mi favorita.
En la foto salía un bebé disfrazado de payaso en manos de su madre.
—Se ve muy feliz.
—La sonrisa de los niños es tan contagiosa —dije dirigiendo mi mirada hacia él.
—La tuya también lo es —una sonrisa se dibujó en su rostro. Enseguida aparte mis ojos de él—. En fin. ¿Cómo estás? Sé que hoy es un día difícil para ti. Si no quieres volver a casa te puedes quedar.
El chico se sentó en el sofá más grande y me hizo señas de que me sentara a su lado.
—¿Crees que estoy siendo muy inmaduro? Es que a veces pienso que estoy exagerando demasiado.
Allan soltó una risita.
—No creo que sea inmaduro sentir y expresar lo que sientes —cubrió mi mano con las suyas—. Diría más bien que es algo que requiere valor. Muchas personas por pena ocultan las cosas y no hablan de aquello que les molesta o les hace daño. Es más fácil solo fingir que nada pasa que tener que enfrentarlo o ponerlo en descubierto ante otros. Aunque si me gustaría saber por qué estás tan asustado con el tema. ¿Es por Matt?
—Sinceramente ni yo lo sé.
¿Era por Matt? Por supuesto que era por Matt. Me había acostumbrado a tenerlo cerca siempre y el hecho de que se fuera haría que el tiempo que pasáramos juntos se redujera muchísimo. Además, pronto nos graduaríamos, ya ni siquiera nos encontraríamos en el colegio. Si íbamos a universidades diferentes entonces tal vez no nos volveríamos a ver nunca. Esa mudanza se sentía para mi corazón como el primer paso hacia un mundo sin Matt.
—¿Sientes que lo vas a perder?
—Sé que Matt no siente lo mismo que yo y probablemente nunca lo vaya a sentir. Por eso tal vez sea inmaduro o estúpido. Aun si estuviéramos cerca por el resto de nuestras vidas él jamás me vería con otros ojos. Haga lo que haga jamás seré esa persona para él.
—Entonces que se vaya es lo mejor. Con el tiempo lo olvidarás, Tobi. Llegarán otras personas. Uno cree que no puede querer a nadie más, pero luego llega otra persona, y si es necesario otra y así hasta que lleguemos a la persona correcta. Y puede incluso que ni siquiera exista esa persona. La verdad cada vez es más difícil hablar de almas gemelas, o medias naranjas, o ser el uno para el otro, al final la gente se queda con quien es capaz de aguantar todos sus dramas y quererlo tal y como es. Por ejemplo mi madre pensaba que mi padre era su media naranja y él la dejó ante el primer drama, o sea yo —Allan rio. Yo no sabía si reír, me parecía algo triste—. Y ha intentado salir con un montón de hombres, pero ninguno se la ha aguantado, o tal vez ella no los soporta. Ya ni sé.
—No sabía que tu padre los había abandonado.
—Sí, aunque últimamente ha estado más cercano a mí. No sé si sea que se enfermó o que siente que se va a morir. No entiendo por qué vuelve luego de tantos años de total ausencia —me asombraba la actitud con la que hablaba de esas cosas. Parecía como si no le doliera nada—. Tobi, tal vez estas no son las palabras que quieras oír y puede que al final no tengan ningún significado importante —suspiró—. Todo estará bien. Ya verás. Las cosas saldrán como tengan que salir e independientemente de cómo sean tenemos que vivir de la mejor manera posible. Todo el tiempo te veo preocupado, muchas veces con problemas ajenos en los que no tienes nada que hacer.
—Tengo muchos problemas propios, no todos son de otros.
—Por eso mismo. Si tienes tantos problemas ¿por qué te cargas con los de Matt? Él por sí mismo puede solucionar sus propias cosas.
—Puede que tengas un poco de razón, pero si puedo ayudar a Matt lo haré. No voy a dejar de estar pendiente de él —me puse de pie—. Además, no voy a perder a Matt. No pienso permitirlo.
—Tú mismo has dicho que nunca te querrá como quieres.
—No he dicho eso. Dije que nunca me verá de la manera en la que yo lo hago, pero no me importa la manera en la que me quiera. Si me quiere, así sea como amigo, es suficiente para mí.
—Tobi...
—Me tengo que ir —caminé hacia la puerta—. Debería estar ayudándolos con el trasteo.
—No te vayas, Tobi. Llevo desde ayer preparando las cosas para el almuerzo.
El rostro de Allan se transformó por completo. Sus ojos se veían tristes y brillantes.
—Tobi. Si te vas yo...
—Lo siento, Allan. De verdad lo siento mucho.
Sin dejarlo completar la frase crucé la puerta y corrí fuera del edificio.
Narra Matt
—¡Matt! ¡El desayuno se enfría! —escuché la voz de mi madre desde el primer piso.
Cerré mi portatil. Me encontraba buscando oportunidades en el exterior, había encontrado una lista de becas, algunas centradas en las artes, dentro de las cuales había un par para estudiar música. Guardé los links de las páginas web de las universidades y organizaciones relacionadas en un block de notas que revisaría con calma en la noche, si es que no terminaba lo suficientemente cansado por la mudanza.
—¡Matt! —la voz de mi madre sonó más clara—. ¿Ya te despertaste?
Abrió sin darme tiempo de contestar. Volteé a verla enseguida y ella al ver mi rostro comprendió que me molestaba que no hubiese tocado la puerta antes.
—Lo siento, hijo. Algunas veces es el impulso —entró en la habitación—. ¿Qué tanto haces? ¿Terminaste de empacar todo?
Guardé el computador en un maletín y asentí con la cabeza.
—Entonces nos vamos —suspiré recorriendo la habitación con la mirada.
Mi madre sonrió levemente y luego me hizo señas de que saliéramos del cuarto.
—¿Tobi ya se levantó? —inquirí al ver su puerta cerrada.
—Sí, salió muy temprano —llegamos a la cocina—. Creo que no quería estar aquí cuando nos vayamos. Parecía un tanto enojado, o triste —hizo una pausa—. Tal vez una mezcla de ambos.
—No creo que a Richard le importe si su hijo está aquí o en cualquier otro lado —miré a mi madre con preocupación—. Ni siquiera recuerdo la última vez que pasó un día en esta casa, ni medio día. Ese señor nunca está y creo que...
—No podemos llevarnos a Tobi, Matt —interrumpió mi madre a tiempo que ponía mi desayuno frente a mí—. No es que yo no quiera, pero Richard me da miedo. No sabemos con qué salga luego. Más sabiendo que no le gusta que Tobi esté cerca tuyo.
Guardé silencio un instante.
—¿Él sabe que nos vamos? —mi madre respondió asintiendo con la cabeza—. ¿Te dijo algo?
—Nada que valga la pena repetir. Termina de comer, Matt. El carro no demora en llegar.
Desde la llamada de Sam había decidido no prender el celular, cosa que había resultado mucho mejor de lo que esperaba. Desconectarme del mundo virtual me había servido para dedicar más tiempo a mis cosas, para pensar más en lo que quería y centrarme en mi futuro.
Al terminar de comer busqué mi celular y lo puse a cargar. Pasados unos quince minutos lo encendí. Quería llamar a Tobi para saber cómo estaba, para que volviera y nos ayudara. No era una despedida ni siquiera, simplemente nos mudábamos de casa. Cuando apareció la pantalla de inicio del aparato noté que tenía un montón de llamadas perdidas, cuando miré el número, todas eran del número con el que me había llamado Sam hace unos días.
Estaba por buscar a Tobi en mis contactos cuando comenzaron a aparecer los mensajes que tenía en WhatsApp. Entré a ver si había algo importante y vi que Tobi me había escrito hace algunas horas.
Tobi: Hola Matt. Solo quiero decirte que te voy a extrañar y que lo siento por no estar en la casa, pero no quiero que se vayan y si están ahí de pronto no los dejo ir.
Tobi: Yo sé que no se van lejos, apenas y se cambian de barrio, pero igual no va a ser lo mismo. Si me da miedo en la noche ¿a dónde voy? No puedo solo salir en medio de la noche a la calle y caminar como si nada. La inseguridad es tremenda...
Tobi: En fin, ya estoy diciendo bobadas. Solo espero que te guste el apartamento y que podamos seguir siendo amigos.
Tobi: Por cierto, en el armario de mi cuarto hay una guitarra. Era de mi madre. Quiero que la tengas tú. Tal vez no sea lo más cool y moderno que veas, pero quisiera verte tocarla alguna vez.
No podía parar de sonreír y también quería reír un poco, ya que el drama que Tobi estaba armando en torno a la mudanza me parecía exagerado.
—Llegó el carro, Matt —mi madre bajó corriendo las escaleras—. ¡Comencemos a bajar las cajas! —gritó desde el primer piso.
Todas las cajas, maletas y bolsas estaban esparcidas por la sala y la cocina. Dos hombres bajaron del carro para ayudarnos. El pequeño camión se llenó en un par de segundos y cuando sacamos la última caja todo parecía desolado. Los muebles seguían allí, las cosas de Tobi y su padre también, sin embargo, se sentía como un lugar que no había sido habitado por años.
—Tobi —susurré afectado por la pena que me causaba tener que dejarlo solo en esa casa—. Solo estamos exagerando.
—¿Dime? —mi madre estaba de pie frente a mí—. ¿Dijiste algo?
No contesté.
—Entonces vámonos, hijo. Deja las llaves colgadas en la cocina —mi madre se acercó a las escaleras—. ¿No dejas nada?
—No —me dirigí a la cocina y luego corrí hacia la puerta principal. Cuando estaba a punto de cerrarla recordé el mensaje de Tobi—. Espera, no me demoro.
Volví a entrar. Escuché a mi madre alegando a lo lejos. Subí corriendo hasta la habitación de Tobi y abrí el armario. En el fondo encontré la guitarra. Sin desempacarla la colgué en mi espalda y corrí de vuelta a la calle.
—Mira la hora, Matt —mi madre estaba molesta—. La señora debe estar esperándonos desde hace más de veinte minutos. Qué pena, va a pensar que somos incumplidos.
Nos subimos en un taxi y seguimos al camión del trasteo.
Cuando giramos por la esquina de la casa, pude apreciar a lo lejos a Tobi, sentado en la acera.
—¿Ese es Tobi? —preguntó mi madre bajando el vidrio del auto—. Por aquí está bien —dijo mientras sacaba su cartera—. ¿Cuánto sería?
Mientras mi madre pagaba yo me bajé.
—Viniste —grité en una sonrisa—. Pensé que estabas molesto con nosotros.
Tobi negó con la cabeza y sonrió.
Mi madre se acercó también. Abrazó a Tobi y luego se dirigió hacia el camión del trasteo. Los hombres que iban en el vehículo se bajaron también y abrieron la puerta del furgón. Una mujer se asomó desde el que parecía sería nuestro apartamento.
—¿Cómo están? —dijo la mujer al abrir la puerta—. Sigan. Están en su casa.
—Muchas gracias —mi madre me tomó del hombro y me acercó—. Él es mi hijo Matt.
—Mucho gusto —extendí mi mano hacia la mujer.
—Espero te guste el apartamento. Tú no viniste a verlo la vez pasada, ¿cierto?
—No. Pero lo vi en fotos y se ve muy bonito.
La mujer y mi madre se retiraron a hablar. Mientras tanto, Tobi y yo ayudamos a los hombres a bajar nuestro trasteo y ubicarlo dentro del inmueble. En menos de una hora encontramos el camión vacío y los hombres se despidieron de nosotros.
—Mañana debe estar llegando la nevera y la lavadora. Mi cama se supone que llega hoy —habíamos tenido que encargar algunas cosas por internet, dado que la mayoría de electrodomésticos que teníamos, por no decir todos, le pertenecían a Richard—. Por cierto, ¿qué quieren comer? —mi madre miró su reloj de mano. Era casi medio día.
—Yo quiero arroz chino. No sé, pero estoy antojado —dije y mi estómago me acompañó con un rugido.
—¿Arroz chino? ¿Tú qué dices Tobi?
El chico parecía estar en otro mundo.
—¿Tobi?
—¿Eh? —nos miró con preocupación—. ¿Qué pasó?
—¿Qué quieres de almuerzo? Matt dice que arroz chino, no sé tú qué pienses —de nuevo no contestó—. ¿Está todo bien, Tobi?
—S-sí —miró su celular—. Yo creo que no almuerzo con ustedes. Es que me invitaron a almorzar.
—Oh, ya entiendo —mi madre miró a Tobi con picardía. Yo no entendía a qué se referían—. Está bien, está bien. Novio mata amigos y supongo que a veces también familia.
¿Novio? ¿Tobi tenía novio? El rubio se sonrojó y abrió sus ojos con sorpresa, a tiempo que negaba moviendo su cabeza de lado a lado.
—Yo no tengo novio —murmuró dirigiendo su mirada hacia mí. Yo giré mi cabeza evadiéndolo—. Solo somos amigos.
"Deber ser Allan" pensé mientras organizaba algunas cosas de la cocina para eludir la incomodidad que me causaba la situación.
—Bueno, bueno. Entonces que disfruten el almuerzo. Si quieres pasar luego sabes que eres bienvenido. Voy a pedir el arroz, Matt.
Mi madre dejó el lugar.
—Matt —la mano de Tobi sobre mi hombro me hizo pegar un brinco.
—Un día de estos me matarás del susto —grité.
El rubio retiró la mano enseguida y me miró extrañado.
—L-lo siento —me disculpé—. No quería gritarte, solo que de verdad me asuste y detesto que me asusten.
—Perdón, Matt. No era mi intención —Tobi se recostó contra la pared—. Matt hay algo que debo decirte.
—¿Qué ocurre? —dejé lo que estaba haciendo y me recosté, al igual que él, contra la pared.
Tobi se mantuvo en silencio durante un par de minutos.
—Tobi. Me estás asustando. ¿Pasa algo? Andas un poco raro.
—Es que no sé cómo hablarte de esto —suspiró—. Lo que pasa es que Sam me llamó y me dijo que necesitaba hablar contigo. Que te había intentado llamar, pero nunca contestabas.
—Yo no voy a hablar con él.
—Comprendo que no quieras hacerlo. Yo tampoco quería hablar con él, pero cuando lo vi me di cuenta que estaba realmente arrepentido. Él solo quiere pedirte perdón por todo. Arreglar las cosas contigo.
—¿Lo viste?
Tobi cerró sus ojos como lamentando lo que había dicho.
—Antes de que se fuera fui a verlo. Dijo que se sentía muy mal por todo lo que había pasado. Sé que eso no cambia nada, pero creo que podrías darle una oportunidad para hablar. Creo que todos merecemos la oportunidad de tener una conciencia tranquila, de vivir sin culpas.
No podía creer lo que Tobi me decía.
—¿Entonces porque tú sentiste lastima por él yo debo darle gusto para que deje de sentirse miserable? ¿Se siente culpable? Pues eso me hace sentir mejor que pensar que anda feliz por la vida como si nada hubiera ocurrido. Sabes. Me alegra la idea de que se sienta culpable, de que se amargue por haber jugado conmigo. Es más, quisiera tenerlo al frente para decirle que es una basura y que lo detesto. Que ojalá hubiera muerto en ese accidente y se estuviera pudriendo en el infierno.
Las palabras salían disparadas desde lo profundo de mi corazón. Aunque no controladas por mis verdaderos sentimientos, no. Aquellas palabras solo reflejaban la ira momentánea que me atacaba. En el fondo sabía que seguía queriendo a Sam, que su accidente me había dolido y que saber que estaba sufriendo me hacía sentir culpable a mí también.
—Matt. No digas eso. Yo no quiero que hagas algo que te haga daño. Jamás te pediría algo sabiendo que te lastima. Solo creo que tal vez hablar podría ser bueno para ambos.
—No, Tobi —mis ojos se aguaron—. Yo no quiero volver a saber nada de él. Por mí que se muera y me deje en paz. No puedo creer que entre todas las personas posible seas tú quien me está pidiendo esto ahora.
El rubio no dijo nada. Parecía desconcertado y mantenía su mirada fija en el suelo.
—Lo siento, Matt —tomó un profundo respiro—. A veces lo absurdo me parece razonable. Tienes razón. No debería estar pidiéndote esto.
Tobi tomó sus cosas y sin despedirse de mi madre se fue.
—¿Qué le pasó a Tobi que salió como alma que lleva el diablo? ¿Y a ti qué te pasa? ¿Estabas llorando?
Negué con la cabeza.
—Tobi me dijo que hablara con Sam.
—¿Por eso pelearon? —inquirió mi madre con el ceño fruncido—. ¿De verdad pelearon por eso?
—Yo no quiero saber nada de Sam. No entiendo por qué Tobi tiene que decirme eso. ¿Por qué se tiene que meter en lo que no le importa? Apuesto a que si yo hubiera hablado con Sam ahí sí andaría reprochándome por eso.
—Pero, ¿qué fue lo que te dijo?
—Dijo que Sam quería disculparse. Que tal vez eso sería bueno para los dos —por un momento me sentí mal por la forma en la que había tratado a Tobi—. Eso no me hará sentir bien. ¿De qué me sirve que me pida disculpas? Eso no cambia nada. Y no quiero escucharlo. Me da mucho miedo.
—Yo también creo que tal vez eso podría ayudar, hijo. El perdón alivia el alma. Yo sé por qué te lo digo.
—A él le alivia el alma, pero a mí qué. ¿A mí para que me sirve?
—Tal vez a ti te sirva más, Matt. El hecho de que escuches esas palabras viniendo de él, reconociendo que cometió un error contigo, que eres lo suficientemente importante como para merecer que te pida disculpas, estoy segura que te ayudará a sanar. Perdonar no significa olvidar o restarle importancia a lo sucedido, no. Perdonar implica hacer las paces con el otro y con uno mismo, limpiar el corazón de rencores y malos sentimientos que a la larga terminan amargando más de lo que deberían. Escucha lo que tiene que decir, hijo. Luego decide si perdonar o no, pero al menos permite que hable.
—No sé —hablar con Sam me daba mucho miedo. Escucharlo otra vez sabiendo que todavía lo quería me asustaba. Lo único que quería era olvidarlo—. Lo intentaré, aunque no aseguro nada.
—Si quieres que esté contigo cuando lo hagas dime. No tienes que hacerlo solo y sobre Tobi —agregó en un suspiro—. No seas tan duro con él. Solo se preocupa por ti.
—Tobi —me asomé a la ventana esperando que el rubio siguiera frente a la casa. Ya no estaba allí.
Narra Tobi
Cuando me hallé de nuevo en la calle me sentí mareado. Tenía ganas de llorar, sentía mucha rabia, me sentía la persona más estúpida del mundo. ¿En qué estaba pensando al aceptar ayudarle a Sam con algo así? Lo único que había hecho era lastimar a Matt. Por más que mis intenciones fuesen buenas siempre terminaría lastimando a alguien.
—Nunca cambiarás —mascullé entre dientes.
Peor me sentí cuando el rostro de Allan apareció en mis pensamientos. Su rostro de decepción y tristeza cuando, sin el menor atisbo de vergüenza, salí corriendo de su apartamento. Dejándolo solo, con lo que había preparado para ambos, como si su tiempo y esfuerzo fuese insignificante para mí.
Unas cuantas lágrimas brotaron de mis ojos. Las limpie enseguida y comencé a caminar. Quería estar solo, pero al mismo tiempo me asustaba volver a mi casa. Había pensado en volver a casa de Allan, sin embargo, me sentía demasiado avergonzado como para intentarlo. Saqué mi celular. Allan no había escrito nada. Le marqué.
—¿Qué quieres? —no tardó en contestar—. Si no vas a decir nada mejor no me llames.
—Espera —mi voz temblaba—. Lo siento mucho.
—Vale. Si no es más entonces...
—No cuelgues.
No sabía cómo decirle a Allan que nos viéramos de nuevo. Nunca lo había escuchado molesto y si yo fuese él ni siquiera hubiera contestado mi llamada.
—¿Qué es lo que quieres?
—¿Puedo ir a tu casa?
Lo único que escuché como respuesta fue su respiración.
—Allan, yo...
—Tuve que cambiar el menú del almuerzo y apenas voy a poner las ollas —el chico interrumpió. Su voz había cambiado por completo. Volvía a sonar como el Allan de siempre.
—Yo te ayudo. Llevaré algo para el postre.
—Tendrás que llegar rápido porque si no ayudas, no comes.
Colgó. La llamada me había hecho sentir mejor. Guardé el celular en mi bolsillo y corrí en busca de un taxi.
Mil gracias por apoyar esta historia y por los lindos mensajes que me escriben, de verdad me alegran la vida. Espero les guste el capítulo de hoy.
Por otra parte, quisiera por este medio, hablar de algo, sé que a muchos no les interesará, pero creo que como colombiana tengo el deber de hacerlo. En este momento en mi país nos están masacrando. La fuerza pública, por ordenes del gobierno, está violando, torturando y asesinando a diestra y siniestra. El pueblo está cansado de tanta corrupción y atropello, el pueblo se ha unido, ha alzado la voz en la lucha por los derechos y contra este gobierno que lo único que ha hecho es manchar de sangre nuestros territorios y favorecer cada vez más a los más ricos. Las marchas comenzaron en rechazo a la reforma tributaria propuesta por Duque, la cual nuevamente afecta principalmente a la clase media del país, nuestros bolsillos ya no dan para seguir manteniendo el montón de hampones que hay en el poder. Los colombianos estamos cansados de que solo nos roben cada vez de formas más descaradas. Dicen que no hay plata para salud, educación, ayudas para los más necesitados, pero siempre hay para la guerra y el montón de tanques, armas, balas, uniformados, y demás que hemos visto estos días en las calles solo demuestra que lo que hay es plata.
No saben lo que me duele despertar cada día y ver cada vez más muertos, desaparecidos, videos en donde se nota la violación de los derechos humanos. Es demasiado doloroso, están masacrando todo un pueblo y nadie hace nada. Lo más doloroso es que todavía hay quienes los defiendes. Lo que más rabia da es ver los medios de comunicación vendidos desinformando y deslegitimizando la lucha de quienes están entregando sus vidas a favor de todos nosotros. ¿No les enseñan ética profesional en las facultades de periodismo en este país? ¿O cómo es posible que lleguen hasta el punto de decir que los colombianos celebran lo anunciado por el "presidente", cuando en realidad están protestando y siendo masacrados bajo sus ordenes. Lo que presenciamos es la total decadencia. Una falta de valores morales ni la hpta. Lo más gracioso es que en este país se las dan de muy religiosos y ante sus propias cruces se atreven a decir que la fuerza pública está haciendo bien al matar a los "vándalos".
Si eres colombiano te envío fuerza. Tenemos que ser fuertes y resistir. No podemos dejar que sigan pisoteando nuestros derechos como si nada. Sin embargo, también te pido que tengas mucho cuidado. Si sales a marchar no vayas solo y nunca dejes que te separen de los demás. Si no eres colombiano, te pido con todo el corazón que nos ayudes compartiendo en tus redes imágenes, videos, noticias, lo que encuentres sobre lo que está ocurriendo en este país. NOS ESTÁN MATANDO.
También agradezco a las kpopers por lo que han hecho en twitter. Acciones como esta, que aunque parezcan muy simples, ayudan demasiado. Les dejo una canción que me tiene obsesionada. Si les gusta Monsta X pongan su bias en los comentarios (el mío es Hyungwon)
https://youtu.be/-ToHbHcolfA
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