Capítulo 64 (Alternativo)

I'm off the deep end, watch as I dive in
I'll never meet the ground
Crash through the surface, where they can't hurt us
We're far from the shallow now

(Lady Gaga, Bradley Cooper, Shallow)

Narra Matt

—Quiero comenzar por felicitarlos a todos. Hubo escritos muy interesantes —nos encontrábamos en el teatro principal. Todos los estudiantes estaban allí. El director tenía un par de hojas en sus manos y antes de anunciar los poemas ganadores, que nos representarían a nivel nacional, agradeció a los profesores de humanidades y a todos los estudiantes que habían participado—. Quiero recordarles que los estudiantes que entren a participar en el concurso pueden tener la oportunidad de ganar una beca para estudiar en la universidad de su preferencia, ya sea en el país o en el exterior. Pero además, aquellos que quieran enviar su poema por aparte pueden hacerlo, o puede participar con un poema diferente. Los que escogemos aquí entrarán directamente a la siguiente etapa del concurso, mientras que los que lo envíen por aparte deben esperar a saber si son escogidos por los organizadores para continuar con las siguientes etapas. No siendo más —tomó un poco de agua—. Quisiera invitar a los estudiantes que nombraré a continuación a acompañarnos en la tarima.

—¿Se imaginan ganarse una beca y poder estudiar afuera? —preguntó Alexander—. A mí me gustaría estudiar en Inglaterra. ¿Ya saben qué quieren estudiar?

—Yo quiero estudiar música —respondí sin alejar mi mirada de la tarima.

—Juliana Robles y su poema titulado "Los otros" —fue el primer nombre pronunciado por el director. Enseguida vimos a una chica, de unos catorce o quince años, subiendo al escenario.

—Yo no estoy del todo seguro todavía —dijo Tobi en voz baja—. Últimamente he pensado en que me gustaría estudiar algo que me permitiera ayudar a las personas a futuro.

—¿Medicina? —inquirió Alex.

Tobi negó con la cabeza.

—Estoy pensando en psicología o pedagogía, aunque no me imagino como profesor —sonrió—. Sería un desastre como profesor, pero...

—Camilo Castillo y su poema "Adormecido" —fue el segundo nombre, solo quedaba uno. ¿Alguno de nosotros habría sido seleccionado?

—Creo que me gustaría ayudar a las personas escuchándolas —continuó Tobi—. Apoyándolas, acompañándolas. Creo que aunque la salud del cuerpo es muy importante, si no nos sentimos bien con lo que somos, con lo que hay en nosotros, nuestras emociones, pensamientos y demás, no podemos considerarnos saludables.

—En serio te desconozco, Tobi —contestó Alex con una expresión de sorpresa—. Debo confesar que el Tobi que conocía el año pasado no me agradaba mucho.

—Irene Martin —pronunció el director. Alex, Tobi y yo volteamos a buscar a Irene. Ella abrió sus ojos con sorpresa y nos regaló una sonrisa de oreja a oreja antes de caminar hacia la tarima—. Con su poema "Despedidas" —La lluvia de aplausos no se hizo esperar. Los tres estudiantes recibieron un pequeño obsequio y leyeron sus poemas.

Cuando Irene volvió a su lugar sus amigas la abrazaron y felicitaron. Luego dirigió su mirada hacia nosotros, señaló el obsequio recibido y con el movimiento de sus labios nos hizo entender que no podía creer que hubiese sido seleccionada.

El coordinador organizó de nuevo los grupos y nos mandó a nuestros respectivos salones. Las clases transcurrieron con total normalidad. Fui incapaz de concentrarme del todo, el tema de mi madre y Richard me tenía muy preocupado y esa tarde iríamos a ver el apartamento de la amiga de mi padre. No le habíamos dicho a Tobi, pero estaba seguro de que mi madre terminaría por invitarlo.

—No olviden que mañana recojo carpetas, espero las tengan completas y no salgan con excusas. Algunos de ustedes ya andan desconectados y —el timbre que anunciaba el fin de las clases sonó, interrumpiendo al profesor que borraba el tablero en tanto hablaba. Muchos de mis compañeros comenzaban a alistar sus cosas minutos antes de que la clase terminara. Eso molestaba a algunos profesores, sin embargo, ya se habían cansado de pedir que no lo hiciéramos, era algo inevitable—. Y ya nada de lo que diga será escuchado. Son libres de irse —dijo finalmente sentándose en su escritorio y cruzándose de brazos.

Al llegar a la entrada principal, Irene se acercó a nosotros sonriente.

— ¿Qué harán esta tarde? —Tobi, Alexander y yo nos miramos extrañados—. No hagan esas caras. Solo pensaba que tal vez podríamos reunirnos a hacer algo, como en los viejos tiempos.

—Hay que celebrar lo del concurso —Alex se acercó a Irene—. Estoy seguro que una de las becas es tuya.

—Ojalá así sea —respondió ella en un suspiro—. Entonces, ¿qué dicen?

—Podemos hacer un maratón de películas en mi casa —dijo Alexander con entusiasmo—. Le diré a Santiago que venga —sacó su celular y estaba por marcarle cuando Tobi habló.

—Yo no puedo —todos lo miramos extrañados—. Quedé de salir con un amigo.

¿Un amigo? ¿Se trataba de Allan?

—Pues dile que venga también —sugirió Irene—. La condición es que cada uno lleve algo para comer y hacemos una picada bien rica.

—No, sería raro —el rostro de Tobi se había tornado rojo—. Él no conoce a nadie, se sentiría muy incómodo.

—¿Seguro que sería él el incómodo? —Inquirió Alexander frunciendo el ceño—. ¿Te da pena presentarnos o qué? ¿Quién es?

Tobi negó moviendo la cabeza de lado a lado.

—No es eso. Ya tenemos planes —agachó la cabeza, evadiendo nuestras miradas.

—Ay, Tobi —Irene lo tomó de gancho—. Invítalo, será divertido.

—Yo tampoco puedo —dije en un murmullo. Tobi dirigió su mirada enseguida hacia mí y sin necesidad de decir una palabra pareció preguntarme el porqué—. Mi madre y yo tenemos una cita para mirar un apartamento.

Tobi agachó su cabeza de nuevo y apretó los labios. Aunque temblaban de manera suave, era posible percibirlo.

—¿Se mudarán? —preguntó Irene.

—Sí, queda muy cerca de aquí —contesté en voz baja. Volví a mirar a Tobi y parecía ausente.

—¿Y eso? La casa en la que viven es muy grande y genial, no creo que consigan una así por estos lados —miró a Tobi—. Aunque espera —hizo una pausa—. ¿Un apartamento? ¿Se irán a un apartamento? ¿Dónde cabrán todas sus cosas? Porque tan solo lo de Tobi debe ocupar más de la mitad de uno.

Nadie respondió. Me sentí un tanto triste pues sabía que la situación le hacía mucho daño a Tobi, podía percibirlo en su expresión.

—Venga, ¿pasa algo? ¿Por qué no me responden? —Insistió Irene en una risita—. Están muy raros todos.

—Yo no me mudo —contestó Tobi sin despegar sus ojos del suelo—. Mi padre —aclaró su garganta—. Mi padre y Sara ya no están juntos. Ella y Matt se irán.

Se hizo el silencio otra vez. Irene clavó sus enormes ojos en Alexander, quien tampoco parecía poder creerlo.

—B-bueno, pues entonces podríamos aplazar la celebración para cuando Matt se mude —propuso ella, tratando de romper aquel silencio que solo se hacía, segundo a segundo, más incómodo—. Celebramos lo del concurso y estrenamos el nuevo apartamento de Matt, así matamos dos pájaros de un solo tiro. ¿No creen?

—Sí, creo que es una buena idea —dijo Alexander tratando de forzar una sonrisa.

—Puede ser —murmuré—. Es una gran idea, ¿no crees, Tobi?

El rubio se limitó a asentir con la cabeza.

—A ver si para ese día si te atreves a presentarnos a tu amigo misterioso —Irene le dio un codazo y lo miró con una sonrisa.

Al detallarla pude notar que ella todavía sentía algo hacía él, o al menos eso sentí. Sus ojos demostraban mucha ternura cada vez que lo miraban. Un golpe de culpa irrumpió en mi pecho. Cada vez que se asomaba a mi cabeza la idea de que había separado una relación que parecía tan estable, como la de Tobi e Irene, me sentía fatal. Era como si hubiese llegado a sus vidas para arruinarlas, o al menos para hacerlas más difíciles. No solo los había separado, causando mucho daño, sino que además seguía lastimando a Tobi, quien parecía no entender que una relación romántica entre él y yo era completamente imposible.

—No prometo nada —Tobi pareció volver en sí—. ¿Vamos? —dijo en dirección a donde yo me encontraba.

—Sí, vamos —respondí sonriente al ver que el rubio volvía a la normalidad—. Entonces nos vemos el lunes y estamos hablando para cuadrar el plan —agregué acercándome a Irene para abrazarla—. Chao. Felicitaciones, realmente te lo mereces.

—Gracias, Matt. Espero el apartamento sea lindo y acogedor. Envías fotos —la chica se despidió también de Tobi, y el rubio y yo nos despedimos de Alexander.

El camino se me hizo más largo de lo normal. Ni Tobi ni yo éramos capaces de pronunciar palabra alguna. Él caminaba sin despegar su vista del cielo, parecía estar muy pensativo. Yo quería hablar de algo, pero no sabía cómo comenzar, ni siquiera se me ocurría un tema de conversación.

Llegamos a la esquina de la casa, mi madre estaba asomada por la ventana. En el momento en el que nos vio nos hizo señas de que nos apuráramos. Tobi comenzó a correr y volteó a verme.

—Te gané —dijo apenas nos hallábamos frente a la puerta. El rubio estaba buscando las llaves cuando la puerta se abrió.

—Chicos vamos a almorzar rápido, tenemos menos de una hora —mi madre subió las escaleras corriendo—. Tobi, Matt y yo iremos a ver un apartamento. ¿Quieres ir?

—No sé, creo que no. Tengo planes.

—No nos demoraremos —mi madre puso los platos en la mesa del comedor—. Estoy segura que alcanzamos a ir y volver. El apartamento no queda muy lejos, incluso podríamos irnos caminando.

—Puedes invitar a Allan si quieres —sugerí. Tobi estaba por decir algo cuando su celular sonó.

—Aló —se levantó de la mesa y se dirigió a la sala. No tardó mucho allí y regresó—. Dale, me avisas cuando vayas llegando. Chao —colgó y se sentó de nuevo.

—¿Por qué no le das la dirección y le dices que llegue allá? —habló mi madre con la boca un poco llena—. Me gustaría saber tu opinión sobre el lugar.

El rubio negó con la cabeza.

—Mi opinión no es necesaria. No soy yo quien se muda —sonaba un tanto molesto—. No tienen que invitarme solo por lastima. Yo estoy bien, no se preocupen por mí.

—No lo hacemos porque te tengamos lástima. Qué cosas dices, Tobi. Sabes que te queremos mucho, eres parte de nuestra familia —mi madre lo miró con los ojos cargados de preocupación—. Además, espero que nos visites seguido. ¿No habíamos quedado en eso?

—Supongo.

—Tobi —mi madre estiró su brazo buscando la mano de Tobi—. No nos iríamos si hubiese otra opción. Lo sabes, ¿cierto?

Un brillo húmedo se asomó por el rabillo de sus ojos. Antes de que cayera la primera lágrima, pasó la manga de su saco por sus mejillas con brusquedad.

—Puedo ir con ustedes. No quiero quedarme con mi padre.

—Sabes que no se puede, ya hablamos de eso —mi madre dirigió su mirada hacia mí. Yo no sabía qué hacer, estaba completamente petrificado—. No es como que no nos vayamos a ver nunca más, Tobi. Estás exagerando.

El chico se soltó del agarre de mi madre y cruzó sus brazos sobre la mesa.

—Espero les vaya bien con eso —se levantó de la silla—. Tengo que ir a cambiarme, se me hace tarde.

—No comiste nada —dijo mi madre subiendo el tono de su voz. Tobi no contestó y lo único que pudimos escuchar fueron sus pasos subiendo las escaleras—. Esto será mucho más complicado de lo que pensaba, hijo —cubrió su rostro con sus manos—. Termina de comer que ya nos toca ir saliendo.

Me quedé solo en el comedor, se me había quitado el apetito. En el instante en el que estaba por dejar la mesa sonó mi celular, era un número desconocido. Contesté y la voz que escuché del otro lado me dejó sin aliento.

No podía entender con claridad lo que me decía, oía su voz de fondo como si estuviera muy lejos. Además, un zumbido ensordecedor, acompañado de un hormigueo por todo el cuerpo, me tenía mareado.

—¿Estás ahí? —preguntó. Yo no había dicho una sola palabra después de escucharlo—. ¿Matt? ¿Hola?

Colgó. Yo seguía sosteniendo el celular en mi oído y este volvió a vibrar. Lo alejé de mi oreja y miré la pantalla, era el mismo número. Sin pensarlo dos veces apagué el aparato.

—¿Estás listo? —la voz de mi madre irrumpió en el lugar—. Ay no. No te has ni cambiado, Matt. ¿Al menos terminaste de comer? —se acercó al platero—. Tampoco. Ve a cambiarte rápido, ya salimos —salió un momento de la cocina—. Dios santo, ¡Matt! Muévete —sus taconazos me trajeron de vuelta a la realidad—. Matt, de verdad que así no se puede... —se detuvo frente a mí—. Hijo —hizo una pausa—, ¿está todo bien? Estás muy pálido —puso su mano en mi frente.

Un par de lágrimas escurrieron por mis mejillas.

—Estoy bien. No me demoro —corrí hacia mi cuarto sin decir nada más.

Una vez en mi habitación solo pude tirarme sobre mi cama. Pasaron al menos diez minutos sin que yo me moviese del lugar. Mi madre tocó a la puerta dos veces y al no escuchar respuesta alguna, abrió.

—Hijo —se sentó en el borde inferior de la cama—. ¿Qué ocurre? ¿No quieres ir? —negué con la cabeza—. ¿Pasó algo?

Su celular sonó.

—Es la señora del apartamento. Dame un momento —se levantó de la cama—. Sí, señora. Ya voy para allá, surgieron algunos asuntos, pero claro que estaremos allá en un par de minutos. Sí, de verdad discúlpanos por hacerte esperar —colgó—. ¿Vamos? Y luego te invito a comer algo, una salida de madre e hijo, hace mucho no lo hacemos.

—Mejor me quedo, má.

—¿Seguro? —miró su celular—. ¿Quieres que te llame y te muestro todo por videollamada?

—Sí, es una buena idea.

—Cuando vuelva hablamos. No creas que te salvas de decirme qué ocurre —acarició mi mejilla—. No tardo —besó mi frente.

Narra Tobi

Apenas entré a mi habitación busqué mis audífonos, puse música en mi celular y me desconecté totalmente del mundo. Lo que más me gustaba de ello era que podía imaginar lo que quisiera mientras lo hacía, podía ver la vida que quería y sentir en lo más fondo de mi ser lo que para mí era felicidad. ¿Algún día podría sentirme de esa forma en la realidad? No dejaba de pensar en que la felicidad era solo una utopía. ¿Qué sería lo más cercano a ella? ¿Y si ya había estado lo más cerca posible a la felicidad y no me había dado cuenta?

A mi cabeza llegó el rostro de Matt y de un momento a otro era él lo único que era capaz de ver. Abrí mis ojos enseguida, me quité los audífonos y me senté.

—Tal vez que te vayas es necesario —susurré y volví a dejarme caer sobre la cama. Tomé mi celular y busqué una foto en la que salíamos Matt, Irene, Alexander, Sam y yo—. Cuando dejemos de vernos todo el tiempo nos alejaremos, estoy seguro. Así fue con Irene, también con Sam. Posiblemente dejaremos de hablar, conoceremos otras personas —apagué la pantalla del celular—. Que te vayas es el primer paso.

—Tobi —la voz de Sara me hizo pegar un brinco—. Ya salgo, voy super tarde. Si tienes hambre dejé algunas cosas en el refrigerador. Come algo antes de salir. Chao.

No contesté. Cuando escuché la puerta principal cerrarse me levanté al fin. Miré la hora, también a mí se me estaba haciendo tarde. Rápidamente busqué qué ponerme y me cambié. La casa se sentía tan fría cuando Sara y Matt no estaban. No me gustaba estar ahí solo.

Miré el celular para saber si tenía mensajes de Allan y me encontré con que me pedía que lo esperara un poco porque había tenido que ayudar a su madre con algo. También tenía uno de Sara, quien me había escrito la dirección del apartamento por si quería pasar a verlo.

—Debí ir con ellos —murmuré con fastidio.

Busqué mis llaves y le escribí a Allan que nos viéramos en el parque central. No quería pasar ni un minuto más en esa casa. Caminé a paso lento, en todo el camino no pude sacar a Matt de mis pensamientos. Me sentía molesto e impotente. Sabía que era absurdo que me sintiera así, incluso llegaba a sentirme enfermo, es decir, si viera a alguien en mi situación diría que está obsesionado y no enamorado.

Al llegar me senté en un banco.

—Casi no llegas —susurró a mi oído haciéndome brincar.

—No vuelvas a hacer eso —me cubrí la oreja—. ¿Llegaste hace rato? Pensé que te demorarías más.

—Más o menos, cuando me respondiste ya iba en el bus —se sentó a mi lado—. Viste el mensaje un tanto tarde.

—¿En serio? —Apoyé mis codos en mis rodillas—. De verdad lo siento. Ando un tanto distraído hoy.

—No te preocupes, igual también pensé que habría trancón, pero la carretera estuvo totalmente despejada. Ojalá siempre fuese así —el chico tomó una de mis manos y la apretó—. No te preocupes, tómala suave.

—Han sido días complicados —giré mi rostro hacia él—. Han sido una total mierda, sinceramente.

—¿Por qué lo dices? —inquirió mirándome fijamente a los ojos.

Sus ojos me transmitían confianza.

—Matt y Sara se irán —decirlo en voz alta hizo que mi respiración se agitara. Sentí que iba a desplomarme—. No sé qué hacer. Tengo mucho miedo, las cosas eran más fáciles con ellos en casa. No puedo imaginar cómo será todo sin ellos —no pude contener más el llanto. Allan me abrazó y con su mano acercó mi cabeza a su pecho—. Dicen que estarán viviendo cerca y que no es como que nunca nos fuésemos a ver. Y sí, debo admitir que tal vez estoy exagerando, pero es que de verdad no puedo evitar sentir que ya nada será igual. ¿Entiendes? Puede que suene estúpido, puede incluso que al final todo siga casi intacto, pero también está la posibilidad de que un día solo ya no estén en mi vida, ni yo en la de ellos. Me da miedo dejar de ser importante para ellos.

—No es algo tonto, es tonto decir que es estúpido —alejó mi rostro de su pecho para mirarme a los ojos—. Seguirás siendo importante para ellos, eso tenlo por seguro. Yo creo que dices esas cosas porque todavía no has terminado el colegio —sonrió—. Cuando yo estaba en el cole también tenía miedo de que al tomar caminos diferentes, mis amigos se alejaran completamente de mí y me olvidaran. De hecho me parece gracioso pensar cómo muchos decían cosas tipo "nunca nos separaremos", "seremos amigos para siempre", y aunque al principio parecía ser así, luego solo conocieron nuevas personas, cada vez se veían menos y algunos solo dejaron de hablar, aunque eso tampoco signifique dejar de ser amigo, ¿sabes? Creo que los mejores amigos son aquellos que aunque muchas veces no se hablan o se ven en meses, incluso años, saben que siguen estando allí el uno para el otro para cuando se presente un momento difícil, para cuando se necesiten. Cuando vayas a la universidad te darás cuenta de que las personas que vas conociendo a lo largo de tu vida son pasajeras, al menos la mayoría —pasó su dedo gordo por mi mejilla, tratando de limpiar las lágrimas—. Que se vayan los que se tengan que ir, al final quedarán los que valen la pena.

No respondí nada, me dolía la garganta y sentía que aunque intentara decir algo, mi voz no saldría. Lo único que pude hacer fue recostar mi cabeza sobre su hombro, él recostó su cabeza contra la mía. Estuvimos así en un total silencio unos cuantos minutos. Era reconfortante.

—¿Me acompañas allí?

El chico levantó su cabeza, yo hice lo mismo.

—¿A dónde?

—El apartamento que Matt y Sara van a mirar queda cerca de aquí. Ellos me habían pedido que los acompañara, pero estaba muy molesto y me comporté como un pendejo, no encuentro otra palabra.

—Dale, vamos —se levantó y extendió su mano hacia mí—. ¿Aunque no será una molestia si voy?

—No, de hecho me dijeron que te invitara —tomé su mano y me puse de pie.

—¿Me invitaron y no me ibas a decir? ¿No será que no querías ir conmigo?

Sentí mi rostro caliente.

—Vamos, más bien. ¿Por dónde es? —preguntó Allan.

Saqué mi celular para mirar la dirección, tenía una llamada perdida de un número desconocido. Lo ignoré, si esa persona quería hablar conmigo me llamaría de nuevo, no me gustaba devolver las llamadas porque muchas veces resultan siendo llamadas equivocadas.

—Es allá, creo —saqué mi celular para llamar a Sara. No contestó.

En el instante en el que acerqué mi dedo hacia el timbre, la ventana del lugar se abrió y Sara me saludó.

—Al fin decidiste venir —entró y cerró la ventana. En un par de segundos ya estaba frente a nosotros, abriendo la puerta.

—Buenas tardes, señora Sara —dijo Allan.

—Hola, ¿cómo estás? Pensé que no vendrían, Tobi se negaba por completo que porque tenía una cita contigo.

El chico me miró entrecerrando los ojos. Sara asomó su cabeza y miró hacia los lados.

—¿Matt no vino con ustedes?

—¿Matt? —fruncí el entrecejo—. Pensé que estaba aquí.

La sonrisa de Sara se desvaneció y en su rostro se asomó una mezcla de preocupación y tristeza.

—Matt estaba un poco raro, la verdad no sé qué fue lo que pasó. Supongo que será el tema de la mudanza o los problemas con Richard, no lo sé —la mujer abrió por completo la puerta—. Sigan y miramos. Está muy bonito, parece un lugar acogedor.

Lo único que quería era volver a casa y buscar a Matt. Sin embargo, me daba pena con Allan, pues lo había hecho ir hasta allí y no quería parecer grosero, o algo por el estilo.

Entramos a la casa. El apartamento estaba ubicado en el tercer piso. Una vez arriba, lo primero que se veía era una hermosa puerta de madera, casi redonda, me recordaba mucho las casas de los hobbits. Tras ella había un salón bastante amplio, que contaba con una ventana enorme, el lugar era muy luminoso. En una esquina estaba ubicada la cocina y en la otra el lavadero. Había dos habitaciones y un baño que se ubicaba en la habitación principal.

—Está muy bonito —dijo Allan, en tanto caminaba por el lugar.

—¿Cierto? —Sara se veía contenta—. Me encanta esa puerta —se acercó a la entrada—. Este será mi agujero de hobbit —sonrió—. ¿Qué dices, Tobi? ¿Crees que a Matt le agrade? Ya le envié fotos, pero no ha contestado.

—Yo creo que sí —dije recorriendo el lugar con la mirada.

"¿Y si la llamada desconocida era de Matt? ¿Qué tal le haya pasado algo?" Pensé y luego comencé a imaginar lo peor, las situaciones más absurdas y desagradables posibles. Sin pensarlo dos veces busqué el número en la lista de llamadas perdidas, sin siquiera percatarme que el número de área era de otro país. Lo agregué como contacto y lo busqué en WhatsApp para llamarlo desde allí.

—Hola, Tobi. Pensé que no me contestarías —reconocía su voz, noté en ella un toque de alegría—. ¿Cómo está todo?

—B-bien —respondí nervioso—. Todo va bien, Sam. ¿Cómo sigues?

—Me siento mejor —por un momento se quedó en silencio. Yo tampoco sabía qué decir—. Tobi, lo que pasa es que he estado intentando llamar a Matt, pero...

—¿Qué? ¿Por qué? —Subí el tono de mi voz—. No creo que Matt quiera hablar contigo. ¿Por qué lo llamas?

—Espera, déjame hablar —no podía creer que Sam se atreviera a llamarlo después del daño que había causado. ¿Qué quería de Matt? ¿Se sentía tan miserable que tenía que buscar a quien amargarle la vida?—. Yo sé que Matt difícilmente aceptará hablar conmigo así como así, tal vez debí hablar contigo antes, para que me ayudaras.

—¿Ayudarte a qué?

—Quiero hablar con él para pedirle perdón —dijo en un suspiro—. Solo quiero arreglar las cosas. Siento que como quedaron están inconclusas y la verdad me he sentido muy mal con todo el tema.

—Solo quieres dejar de sentirte culpable, ¿cierto? Sigues siendo el mismo egoísta de siempre.

Me enojaba que Sam solo pensara en sí mismo. Matt no necesitaba sus disculpas, lo que menos necesitaba era que Sam apareciera.

—No lo entenderías, Tobi.

—No, no lo entiendo. Si crees que con eso ayudarás a Matt estás equivocado.

—Eso no lo sabes, puede que sirva de algo. De cualquier modo creo que es lo correcto, cuando uno hace algo mal a otra persona, lo mínimo es reconocerlo y pedir perdón. No espero que Matt me perdone, pero al menos habré hecho mi parte.

—Tobi, ¿vamos? —escuché a Sara gritando desde otra habitación.

—¿Me ayudarás? —La voz de Sam llevó mi atención de nuevo al teléfono—. Es lo último que te pido, Tobi. Solo quiero terminar con todo esto.

—Lo haré si prometes que nunca volverás a buscarlo.

—Solo quiero cerrar este ciclo y seguir con mi vida, seguramente no volveré a encontrarme con él, ni contigo. No te preocupes — ¿Y nuestra amistad? Claramente ya no era posible.

En ese momento Allan entró para decirme que Sara se había adelantado y que nos esperaba en casa.

—Debo colgar. Te llamaré ahorita —dije finalmente a Sam—. Está bonito el apartamento, ¿cierto?

—Ni siquiera lo viste bien —Allan estaba recostado contra el marco de la puerta, con los brazos cruzados—. ¿Pasó algo?

Negué con la cabeza.

—A mí no me engañas —se acercó a mí—. ¿Con quién hablabas? Saliste con una cara de pánico y ahora actúas como si nada pasara.

—Tengo que hablar con Matt —dije buscando la salida del apartamento.

—Ya vamos para allá, pero calma —me tomó del brazo—. ¿Qué ocurrió? Ni siquiera su madre estaba tan afanada como tú.

Me solté de su agarre con un movimiento brusco.

—Vamos —ignoré sus preguntas y seguí con mi camino.

Allan me siguió en silencio. Caminamos muy rápido y en menos de nada alcanzamos a Sara, ella iba hablando por celular.

—Pensé que se habían ido a hacer otra cosa —dijo apenas colgó—. ¿Qué te pareció el apartamento, Tobi? —miró su celular con una expresión de preocupación—. Matt no ha visto las fotos. ¿Seguirá durmiendo? —lo guardó.

Allan volteó a mirarme como pidiendo información al respecto. Yo giré mi rostro para evadirlo.

—Está bonito, parece un lugar tranquilo. Yo creo que a Matt le encantará. ¿Qué te dijo la señora?

—Quedé de confirmarle esta noche. Ella me dijo que podríamos mudarnos mañana mismo.

—¿Mañana? —no pude ocultar la tristeza que me causaba saber que se irían tan pronto—. Qué bueno, espero a Matt le guste —sentí la mano de Allan posándose sobre mi hombro, busqué su rostro con la mirada y él me sonrió, como tratando de brindarme tranquilidad.

—Sí, pero todavía no hemos organizado nada. No creo que lo hagamos mañana.

Llegamos a la casa. Sara abrió la puerta, yo entré enseguida, casi empujándola para que me diera paso.

—Oye pero vas para el baño o qué —reclamó.

Sin prestarle demasiada atención seguí directo al cuarto de Matt. Abrí la puerta sin tocar, él se asustó y quedó sentado en su cama.

—¿Por qué abres así? —me tiró una almohada—. ¿Quieres que me dé un infarto o qué?

—¿Viste las fotos? —me senté en el borde de su cama—. Está muy lindo el apartamento, ¿no?

—No he visto nada, me quedé dormido —tomó su celular de la mesita de noche. Lo miró con una expresión extraña, sin desbloquear la pantalla, y luego lo dejó otra vez en la mesa.

—¿No las vas a ver?

—Está descargado, ahorita lo pongo a cargar.

"No quiere hablar con Sam", pensé al ver su rostro, parecía triste. Pensé en decirle lo de Sam, pero no sabía cómo. No quería que Matt se sintiera peor, no quería verlo sufrir más por Sam, pero ¿evitar que hablaran haría que Matt lo olvidara? Las palabras de Sam no eran tan absurdas después de todo. Es decir, no era como si con una disculpa se borrara todo el daño hecho, sin embargo, era posible que perdonarlo ayudara a Matt a superar la situación más rápido. El perdón muchas veces es la llave que nos libera de todas las emociones negativas que nos atan al pasado.

—¿Y al fin saliste con tu amigo? —preguntó el castaño con la mirada clavada en el bombillo.

—Sí, pues al final terminamos mirando el apartamento también. Pensé que estarías allá. ¿Por qué no fuiste?

—Me siento algo maluco —se recostó—. Tal vez algo del almuerzo me cayó mal.

—Matt —la voz de Sara, acompañada del sonido de sus puños contra la puerta, se escuchó del otro lado—. ¿Puedo abrir?

Sin esperar respuesta abrió.

—¿Tobi? Pensé que estabas en el baño —me miró extrañada—. Qué descortés eres, tienes visita esperándote en la sala.

No pude evitar sentirme incómodo y mi rostro colorado lo reflejó.

—Pensé que se había ido —por alguna razón miré a Matt. Él seguía mirando al techo—. Qué pena. Ya vengo —me levanté de la cama.

—Dile a Allan que cene con nosotros —sugirió Sara.

—No, no creo que pueda —contesté cuando iba llegando al pasillo—. De hecho creo que ya le está cogiendo la tarde por acá —murmuré para mí en tanto miraba mi reloj.

—¿Sigue vivo? —inquirió Allan apenas me hallé frente a él. No borraba la sonrisa de su rostro. Su pregunta no me causó gracia y él lo notó enseguida—. No te enojes, solo que parecía que realmente era algo de vida o muerte —se levantó del sofá—. ¿Está todo bien?

—Sí —respondí agachando la cabeza—. No te preocupes, son solo bobadas. Algunas veces soy un tanto dramático y sobreprotector —traté de sonreír.

—Entiendo —cuando levanté mi cabeza Allan estaba frente a mí—. Ya sabiendo que está todo bien me puedo ir.

—Gracias por acompañarme —era incapaz de mirarlo a la cara.

—Gracias a ti por invitarme. Si pasa algo sabes que puedes hablar conmigo.

Cuando estaba por acompañar a Allan a la puerta, Sara apareció en las escaleras.

—¿No te quedas a cenar?

Matt bajaba detrás de ella.

—Eh... —el chico volteó a verme, como si buscase mi aprobación, yo lo evité completamente—. No, muchas gracias. Será en otra ocasión. Debo llegar a estudiar para la semana de exámenes.

—Buenas tardes —dijo Matt al pisar el último escalón.

—Hola, Matt —contestó Allan—. Espero te haya gustado el apartamento, la verdad se ve mucho mejor en la vida real que en fotos.

—Eso es cierto, está divino —Sara caminó a la cocina—. Con Allan lo examinamos rincón por rincón. ¿Seguro que no te quedas? —insistió.

—No. Más bien ya me voy despidiendo —el chico siguió a Sara—. Hasta luego, señora Sara. Espero disfrute de su nuevo hogar —extendió su mano hacia ella.

—Muchas gracias, jovencito —Sara lo abrazó—. Cuando quieras eres bienvenido.

Allan se despidió de Matt y luego yo lo acompañé hasta la puerta. Pude sentir su descontento y no lo juzgaba, aquella tarde yo no había sido la persona más amable del mundo con él. Pensé en disculparme, pero no sabía cómo.

—Me avisas cuando llegues —dije apenas me dio la espalda.

—Sí. Hablamos ahorita —agitó su mano de lado a lado y se fue. 

Hola a todos. Gracias por estar aquí y seguir apoyando esta historia. Espero les haya gustado el capítulo de hoy. Por otra parte, quiero contarles que ya al fin comienzo a mejorarme del problema de mi rodilla y solo les puedo decir CUIDEN SUS RODILLAS. De verdad jaja uno a veces no le pone cuidado a esas cosas, pero si no tienen sus piernas fuertes, en cualquier momento algo le puede pasar a sus rodillas y de verdad no se lo recomiendo a nadie. Pasé casi medio año sin poder caminar bien y ahora me toca aprender a caminar nuevamente >w< En internet pueden encontrar ejercicios muy buenos para fortalecer los músculos que rodean la rodilla y evitar cualquier tipo de lesión a futuro.

Aquí les dejo uno que me gustó mucho. Y si van a hacer rutinas más pesadas, siguiendo videos, tengan mucho cuidado porque muchas veces uno no tiene en cuenta el nivel y estado físico que tiene. Además de que no hay una persona allí que te guíe y te haga saber si estás haciendo las cosas bien, cualquier mal movimiento, cualquier mal apoyo, puede convertirse en una lesión. En mi caso ese fue mi error y como les digo, fueron más de 6 meses y apenas estoy comenzando a recuperarme. Apenas esta semana pude dejar de usar bastón >W< Y sé que muchos dirán, ay pero soy muy joven para preocuparme por eso y noooo, nadie es lo suficientemente joven para evitar joderse una rodilla jaja entre más joven estés mejor, porque es una oportunidad para fortalecerte y prevenir cualquier tipo de problema a futuro.

https://youtu.be/jlQ1X8DJbtg

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