Capítulo 62 (Alternativo)

Narra Tobi

Al abrir los ojos vi a Matt durmiendo, su cabeza yacía en mis piernas. El televisor seguía encendido en medio de la oscuridad. No sé Matt, pero yo no había aguantado ni una hora de película. Miré el celular, eran las once de la noche.

—Matt —susurré en tanto movía su cabeza. Él no despertó.

Con mucho cuidado me levanté, tomé un cojín y lo puse bajo su cabeza. Enseguida apagué el televisor y subí en puntitas las escaleras, en dirección a mi cuarto, en búsqueda de una cobija para abrigar a Matt. Bajé con la misma precaución, tratando de evitar el más mínimo ruido, no quería despertar a nadie. Sin embargo, cuando pisé el último escalón vi a Matt, al otro lado de la sala, sentado, bostezando y sobándose los ojos.

El chico levantó la cabeza y posó sus ojos en mí.

—Me quedé dormido como en la mitad, ¿la viste toda? —me preguntó en un bostezo.

Negué con la cabeza.

—Creo que yo me quedé dormido primero que tú —contesté caminando en su dirección—. Toma —extendí mi mano con la cobija hacia él—. Está haciendo demasiado frío aquí abajo.

—Gracias, Tobi —se levantó del sofá—. No es necesario, ya me voy a pasar a mi cama —empujó mi mano con la cobija hacia mi pecho—. En serio estoy que me duermo. Ten buena noche —añadió otro bostezo y se alejó hacia las escaleras.

—Descansa —murmuré mientras lo veía alejarse hacia su cuarto.

Me senté frente al televisor, lo observe un momento y finalmente lo encendí. Se me había quitado el sueño, lo más probable era que si subía a mi cuarto no podría dormir, así que me recosté y cubrí mi cuerpo con la cobija que había bajado para Matt. Tomé el control del televisor y empecé a pasar los canales sin encontrar nada interesante, luego de dar al menos tres vueltas lo apagué. Miré el celular, ya era media noche. Cerré mis ojos y traté de despejar mi mente, quería dejar de pensar, sin embargo, lo único que logré fue recordar las palabras de Allan.

—Debo ver a Sam —susurré clavando mis ojos en el techo.

Sin pensarlo dos veces busqué el chat de Allan y sin sentir ni una pizca de vergüenza por la hora, le escribí.

Tobi: Hola. ¿Estás?

No respondió. Cerré el chat y me puse a escuchar música. El recuerdo del beso que me había dado llegó a mis pensamientos. No habíamos pronunciado palabra alguna al respecto, yo no lograba entender por qué lo había hecho y menos cómo era que hacía como si nada hubiese pasado. Luego pensé en Matt y rogué que no hubiese visto nada.

Pasados unos minutos estaba al fin por quedarme dormido cuando vibró mi celular, haciéndome pegar un brinco, el aparato fue a dar al suelo.

—¿Quién carajos escribe a estas horas? —murmuré molesto en tanto recogía mi teléfono.

Allan: No

Allan: ¿Qué haces despierto?

Tobi: Ya me estaba quedando dormido cuando me escribiste -.-

Allan: ???

Allan: Tú me escribiste hace como 10 minutos nada más. No me culpes de tus problemas

Tobi: Sí, pero no contestaste a tiempo. Ahora arruinaste mi sueño

Allan escribió y borró por al menos dos minutos sin enviar nada. Cuando decidí dejar el celular en la mesa, este comenzó a vibrar.

—¿Qué? —miré la pantalla y vi la foto de Allan—. De verdad, ¿cuál es tu problema? ¿No has visto la hora? —susurré.

—Eso te pregunto, tú fuiste el primero en escribir —contestó en un grito—. ¿Qué me ibas a decir?

—Nada —dije alejando el celular de mi oreja.

—Tú no me escribes solo para saludar —se escuchaba música de su lado—. ¿Pasó algo?

—¿Estás de rumba? —a la música se le sumaron risas y gritos—. ¿Hola?

—Espera —de un momento a otro todo quedó en silencio—. No te escuchaba muy bien. ¿Qué me decías?

—¿Dónde andas?

—Estoy con unos amigos tomándonos unas polas. Si quieres vienes a la próxima, o bueno, cuando seas mayor de edad.

No contesté y el silencio se hizo incómodo.

—Ahora sí dime, ¿qué pasó? —su voz era acompañada por el sonido de sus labios al hacer contacto con la botella.

—No pasó nada, solamente quería pedirte un favor. Es que quisiera ir a ver a Sam mañana, bueno más tarde, pero no quiero ir solo y tampoco quisiera decirle a mis amigos.

—Dale, cuenta conmigo.

—¿Pero si puedes? —inquirí con preocupación—. Porque si estás ocupado o pues si andas en tus cosas, y bueno, la idea es ir temprano, entonces...

—Ya, ya —me interrumpió—. Así tenga que seguir derecho allá llego. Yo paso por ti.

Colgó enseguida, sin darme tiempo para contestar. Dejé el celular en la mesita y me cubrí hasta la cabeza con la cobija. En menos de nada me hallaba en un sueño. Aquella noche soñé con Matt, Alexander, Irene y Sam. Estábamos juntos en el comedor de la escuela, comiendo, hablando y riendo, como en los viejos tiempos. Era feliz, muy feliz, y cuando desperté en la madrugada sentí un gran vacío en el pecho.

—Ya nada es como antes —me lamenté mirando el reloj de pared, cuyas manecillas no dejaban de avanzar, de matar el tiempo.

Estaba asustado, el reencuentro con Sam era algo para lo cual no me sentía preparado. Él había sido mi mejor amigo por muchos años, era imposible borrar todo lo que habíamos vivido, no podía solo negar aquellos días en los que éramos felices juntos. Sin embargo, tampoco podía decir que lo hubiese perdonado por todo lo ocurrido con Matt. Yo no lo odiaba, o no estaba seguro de hacerlo, pero tampoco podía dejar de lado la rabia que me producía recordar el rostro triste de Matt, sus lágrimas y sus palabras de decepción.

En menos de nada la luz del sol se coló por las cortinas. Corrí a bañarme y alistarme y antes de las siete ya estaba terminando mi desayuno. Revisé mi celular, Allan me había escrito que ya estaba en camino. Subí a avisarle a Sara que me iba, ella seguía dormida, mi padre nuevamente no había vuelto a casa. Sentí pena por ella, no entendía cómo podía seguir con alguien que le había demostrado con sus actos lo poco que ella le importaba.

Mi celular vibró. Allan me había escrito que ya estaba frente a la casa.

—Sara —dije en voz baja. Ella me miró de reojo sin decir una palabra—. Sara, voy a ir con un amigo al centro y vuelvo en la tarde —hizo un ruido de aprobación y volvió a cerrar los ojos.

Al salir encontré a Allan sentado en el andén. Lo saludé, cuando se giró hacia mí lo encontré más atractivo de lo normal, me sorprendí al ver que no tenía cara de haber amanecido enfiestado. No sé por qué esperaba encontrarlo pálido, ojeroso y enfermizo. Tal vez era su estilo formal, no lo había visto tan arreglado antes.

—Me veo genial, ¿no? —preguntó en una sonrisa. Dejé de mirarlo—. ¿Por qué te sonrojas?

—¿De qué hablas? —comencé a caminar—. Vamos que se hace tarde —Allan me siguió—. ¿Por qué te vestiste así?

—Primero dime cómo me veo.

—Pues normal —respondí incapaz de mirarlo.

—Qué cruel. Si vieras todo lo que me esforcé para sorprenderte y mira, te da igual.

—¿Qué? —dirigí mis ojos hacia él. Su rostro era serio —. ¿De verdad?

El chico negó con la cabeza y soltó una risita.

—Tengo que ir a grabar un video para la u en la tarde.

Me sentí avergonzado y no quise decir nada más en todo el camino. Allan trató de hacerme hablar, pero fue imposible, simplemente no era siquiera capaz de hacer contacto visual con él.

—Llegamos. Te espero aquí —Allan se sentó en un murito que rodeaba dos árboles.

Llevaba mucho sin ver aquella casa que me traía tan malos recuerdos. Hubiera preferido mil veces visitar a Sam en el hospital, pero hace unos días lo habían dado de alta y todavía no habían terminado de organizar los papeles necesarios para irse del país. Su madre había sido enfática cuando hablamos por teléfono cuando me dijo que si no lo visitaba hoy, muy probablemente ya no los encontraría más en casa.

Toqué a la puerta. Al tratar de ver por la ventana vi un montón de cajas y maletas.

—Pensé que no vendrías —su madre abrió la puerta—. Ha pasado mucho tiempo, Tobi. Pasa —la mujer no sonreía—. No sé qué habrá hecho mi hijito para que sus amigos estuvieran tan poco pendientes de él —agregó con tristeza. Al detallar su rostro lo vi tan pálido y delgado que sentí culpa por no haberlo visitado antes. Sus padres habían tenido que cargar con toda la situación solos.

—Lo siento, señora Andrea —contesté apretando mis puños—. Yo me enteré hace muy poco. No tenía la menor idea de lo que le había pasado a Sam.

—No te disculpes —llegamos al patio. En el fondo divisé a Sam en su silla de ruedas—. Hijo, tienes visita —dijo la mujer en voz alta, haciendome señas para que me acercara a él.

Sam se giró hacia mí. Cuando se dio cuenta de mi presencia desvió su mirada, evitaba verme.

—Hola —dije ubicándome a su lado, él no dijo nada—. Entonces te irás —asintió con su cabeza—. ¿No te ibas a despedir? —pregunté con voz temblorosa, sentía un nudo en la garganta.

—¿Irene te dijo? —sonaba molesto—. Le pedí que no le dijera a nadie. Pero claro, me imagino que ya habrán tenido bastante tiempo para reírse de mí en sus reuniones.

—Qué cosas dices. Sabes que no somos esa clase de personas —Sam al fin me miró a la cara. Su rostro reflejaba tristeza e ira—. Irene no me dijo nada. Yo averigüé en la escuela —mentí, no quería que supiera que Matt sabía.

—Bueno, entonces ya pueden reírse todos de mí —su voz sonaba cargada de rabia—. Dile a Matt que el karma hizo lo suyo, a ver si eso lo alegra. 

—Deja de decir estupideces, Sam —si tan solo supiera cómo había tomado Matt la noticia—. Nadie se ha burlado, ni se burlará de ti —puse mi mano sobre su hombro—. Recuerdas cuando acampábamos justo aquí donde estamos —miré hacia el piso y luego a Sam de reojo, vi asomar un intento de sonrisa que fue interrumpido enseguida—. Siempre pensábamos que si salíamos de la tienda una bruja nos iba a llevar —sonreí—. Éramos buenos amigos.

Sam asintió con la cabeza y pasó su brazo por su cara. No quería llorar frente a mí, pero su intento por evitarlo no podría haber sido más fallido.

—Siento mucho lo que te pasó, Sam —el chico agarró la mano que tenía en su hombro—. No somos enemigos, si es lo que crees.

—No —contestó apretando mi mano—. No lo somos —agregó en un susurro.

—Te voy a extrañar, Sam —su apretón se hizo más fuerte—. Espero te vaya muy bien en tu viaje y en tu nueva vida.

Nos quedamos en silencio, solo se escuchaba el soplo del viento.

—Adiós, Tobi —quitó mi mano de su hombro—. Siento todo lo que hice.

Miles de recuerdos pasaron por mi mente, todos era felices, en todos reíamos, jugábamos, cantábamos... 

—Cuídate —mis ojos se aguaron. Una parte de mí no quería apartarse de Sam, otra quería salir corriendo y no volver a esa casa jamás—. Adiós.

Me alejé con paso lento, sentía un dolor punzante en el pecho.

—Yo también te voy a extrañar, amigo —gritó Sam del otro lado. Cuando me giré hacia él mi rostro estaba empapado en lágrimas.

Me despedí de doña Andrea, quien nos había estado observando desde la ventana. La mujer me abrazó y me dijo que se mantendría en contacto. Cuando crucé la puerta principal sentí como si me hubiese quitado un gran peso de encima. 

—¿Cómo te fue? —Allan se acercó a mí—. ¿Estás bien? —me quemaba la garganta, no podía hablar aunque quisiera—. Ven —me rodeó con sus brazos y acercó mi cabeza a su pecho. Yo solo pude cerrar mis ojos.

Narra Matt

—Estoy cansada de toda esta mierda —escuché la voz de mi madre desde la sala—. ¿Qué es lo que estás haciendo con tu vida? Ya ni siquiera vuelves a casa en días y luego solo apareces y ¿quieres hacer como si nada? —me levanté de mi escritorio y bajé en silencio.

—Cállate, ya me tienes mamado con tanta cantaleta —contestó Richard. Asomé mi cabeza, él estaba sentado en el sofá y ella de pie frente a la ventana—. No tengo nada que hacer en esta casa.

—¿Entonces a qué vienes? —mi madre estaba al borde del llanto.

—¿Cómo que a qué vengo? Esta es mi maldita casa, puedo ir y venir cuando me plazca. No seas estúpida. O qué, ¿me vas a echar de mi propia casa? —inquirió amenazante—. Porque te recuerdo que tú estás aquí de arrimada —soltó una risita—. Tú no sirves para nada, vives aquí de gratis y crees que puedes venir a reclamarme algo. Mujer, sin mí ya estarías pidiendo limosna en las calles. Sabes que no tienes ni talento. Mira ese montón de cuadros que tienes pudriéndose en el polvo. Cualquier manchón en una hoja se hace llamar arte ahora.

Mis manos temblaban. Quería hacer algo, pero mi cuerpo no reaccionaba.

—¿Qué te pasa, Richard? —respondió con voz temblorosa—. Yo he trabajado todo este tiempo, no le he pedido dinero a nadie, siempre me he esforzado por...

—Si no te han sacado es porque eres mi mujer —interrumpió con voz seca—. Yo te conseguí ese trabajo y he sido yo quien te ha mantenido ahí. ¿Crees que eres más talentosa que el promedio? No seas ilusa, todo lo que crees haber logrado son fruto de mis propios logros. Lo único que has logrado por ti misma es haberme engatusado para venirte a vivir conmigo. 

—No sabes lo que dices, eres un ebrio. 

—Créeme que jamás había hablado con tanta lucidez como ahora —el hombre hizo ademan de levantarse.

—Tienes una familia, Richard. ¿No te importa tu hijo? —las palabras de mi madre lo hicieron volver a su sitio—. No hace mucho perdió a su madre, su amigo tuvo un accidente, ha tenido problemas en la escuela. ¿Sabías que está yendo a terapia?—¿Tobi en terapia? En ese momento las salidas con mi madre y sus ausencias extrañas parecían cobrar sentido—. ¿No te importa tu hijo?

Richard soltó una risita seguida de un suspiro. 

—Él no es mi hijo —el hombre se levantó y pateó la mesita—. No es mi hijo —repitió con la voz cargada de ira—. Es un —se detuvo un instante—. Mi hijo no sería un maricón —gritó con rabia—. No es mi hijo, algo le hizo el tuyo y ya no es mi hijo. ¿Entiendes?

Yo estaba en shock. Mi madre parecía estarlo también porque no se movía, ni siquiera parpadeaba.

—Arruinaste mi vida —se le acercó en medio de los gritos—. Tú —puso sus manos en las mejillas de mi madre—. Tú y ese enfermo de mierda que tienes por hijo —la sacudió—. Jamás debí traerlos a esta casa —una de sus manos cubrió su rostro y luego la empujó contra el gran vidrio.

Mi madre se dejó caer y Richard volvió a irse.

Yo no paraba de temblar, me encontraba escondido tras un muro, mirando a mi madre tirada del otro lado. Quería hablar, pero el miedo me había dejado sin voz y sin fuerza. Alrededor de cinco minutos después pude al fin dar un par de pasos.

—M-má —apenas se escuchó un murmullo—. ¿E-estás bien? —me arrodillé frente a ella, su mirada parecía perdida, era como si no estuviera frente a mí, a pesar de que su cuerpo estuviese presente—. ¿Te hizo daño? —me senté junto a ella y apoyé mi cabeza en su hombro.

Permanecimos allí por varios minutos hasta que mi madre acarició mi mejilla y rompió en llanto.

—Tú eres lo mejor de mi vida, Matt —todo su cuerpo temblaba—. Eres lo mejor, Matt. No eres un enfermo, eres el mejor hijo del mundo, lo sabes, ¿cierto?

Yo asentí con mi cabeza.

—No podemos seguir viviendo aquí —giró su rostro hacia mí—. Lo mejor es que busquemos donde quedarnos mientras acaba la escuela y después miramos para dónde cogemos —besó mi frente.

Yo la abracé con fuerza, no quería soltarla nunca. Me sentía muy triste, primero mi padre y ahora Richard, era como si mi madre no pudiera ser feliz por mi culpa.

—Tal vez debería ocultar que me gustan los hombres —dije en voz baja—. Todo sería más fácil para todos. Tal vez si no fuese gay seguiríamos viviendo con papá, seríamos una familia feliz.

—¿Qué dices? —mi madre se secó las lágrimas y frunció el ceño—. No, por supuesto que no, ¿Cómo seríamos felices viviendo una mentira? No se puede ser feliz fingiendo ser algo que no se es, en algún momento la verdad tiene que salir a la luz y solo cuando somo sinceros con los demás, y con nosotros mismos, podremos hallar paz y tranquilidad. ¿Cómo podríamos ser felices ocultando una parte tan importante de nuestras vidas? No, Matt. Mira, yo ya soy una mujer, ya he vivido gran parte de mi vida, ya me he enamorado, he reído, he llorado, he vivido como he querido y he aprendido muchas cosas en el camino. Una de ellas es que no necesito de un hombre para ser feliz, no de uno diferente a mi niño —besó mi frente—. Tú eres joven, Matt. tienes mucho por vivir y tienes el derecho a ser libre de elegir qué hacer, qué experiencias vivir, por qué reír, por qué llorar y lo más importante, a quién amar. Nunca serás feliz si no eres libre de ser tú mismo. Tenlo claro siempre —enterré mi cabeza en su pecho sin parar de llorar—. Si alguien me quiere y me acepta como soy, debe aceptar todo lo que hace parte de mi vida y la parte más importante eres tú.

*****

Nos encontrábamos mi madre y yo buscando donde quedarnos por internet. Eran las dos de la tarde, habíamos encargado pollo asado y lo acompañamos con la comida que había quedado del día anterior. La idea era buscar un lugar cercano mientras terminaba el año y luego nos mudaríamos dependiendo de la universidad en la que fuese aceptado y de las oportunidades de trabajo que mi madre pudiera tener. Era claro que al romper relaciones con Richard, rompía también la posibilidad de mantener un contrato.

—Está muy costoso todo —dijo mi madre tapando sus ojos con sus manos—. No sé qué vamos a hacer, Matt. Queda muy poco para que se acabe el año, pero no lo suficiente para quedarnos esperando aquí o para pagar un hotel.

—Podemos ir donde la abuela.

—Pero quedaría muy lejos del colegio, tú sabes que ya es tarde para cambiar de escuela y repetir el año no es opción —nunca la había visto tan frustrada—. Qué desastre. Tal vez debí esperar que acabara el año para hacerle reclamos a Richard.

—No digas eso mamá —gruñí—. Tú y yo podemos salir adelante sin ese tipo. No lo necesitamos.

—Necesitamos dinero, Matt. No sé por cuánto podamos sobrevivir con lo que tenemos.

—Podemos vender tus cuadros. Hay muchos que has tenido guardados por años, en lugar de dejarlos ahí empolvándose, deberíamos venderlos. Hacer una subasta o algo.

Mi madre miró hacia el suelo, una expresión triste se dibujaba en su rostro. Me sentí mal, sabía lo importante que eran esas pinturas para ella y porqué después de todos estos años las había guardado, ocultas a los ojos de cualquier otro espectador. Ni siquiera yo las había logrado ver terminadas, aunque sabía de su existencia. Además, las palabras de Richard sobre el trabajo de mi madre habían sido horribles. Sabía que la habían herido y que habían hecho trizas su confianza. 

—Yo...

El sonido del timbre interrumpió las palabras de mi madre.

—¿Será que Tobi no llevó llaves? —corrí hacia las escaleras—. Ya va —abrí la puerta—. ¿Por qué no sacas las lla..?

No era Tobi.

—Hola, tú debes ser Matt —era el chico que había visto con Tobi—. Me llamo Allan —extendió su mano hacia mí.

—Hola —respondí a su saludo de mano—. ¿Buscas a Tobi? No ha estado en todo el día.

—¿No está? Debí llamarlo antes de venir —miró su reloj—. Bueno iré a hacer otra cosa y si algo paso al rato.

—¿Quieres dejarle un mensaje o algo? —dije sin pensar. Quería saber por qué había venido a buscarlo—. No sé, por si no te contesta el celular. Él es muy descuidado con eso.

—No. Lo que tengo que decirle tiene que ser frente a frente —respondió sonriente—. Un gusto conocerte, Matt. Tobi me ha hablado mucho de ti, eres un buen hermano.

¿Un buen hermano? ¿Tobi hablaba de mí de esa forma? No respondí nada, me sentía confundido. ¿Qué era lo que ese chico tenía que decirle a Tobi? Y ¿por qué estaba tan bien arreglado? ¿Tendrían una cita? ¿Dónde estaba Tobi? Eran tantas las preguntas que daban vueltas en mi cabeza que comencé a sentirme mareado.

—Adiós —dijo el chico antes de alejarse.

Volví a la sala. Mi madre me miró y preguntó por Tobi, le dije que era un amigo que lo buscaba y luego fui a buscar mi celular. Pensé en llamar a Tobi, pero no me atrevía. Estuve un par de minutos sentado en el sofá, mirando el celular sobre la mesita. Mi manos sudaban, las agujas del reloj sonaban más fuerte que nunca, estaba nervioso y ni siquiera entendía la razón.

—¿Y si le pasó algo —susurré. Tobi no había regresado en todo el día y la visita de ese chico reflejaba que no había estado con él. Entonces, ¿Dónde estaba?—. Lo llamaré.

Le marqué al menos cinco veces y en todas me mandaba a buzón de voz. 

https://youtu.be/o5GolNqU4x0

"No me dejes ahora, cómo pudiste irte cuando sabes cuánto te necesito para sacarle jugo a una noche de sábado. Oh, nena, no me dejes ahora. ¿Cómo puedes tratarme de esta forma? Huyendo, ¿por qué huyes?" (Don't leave me now - Pink Floyd)

Hola a todos. ¿Cómo están? Espero todos estén muy bien y que les haya gustado el capítulo de hoy. Muchas gracias por seguir esta historia y por la paciencia que me tienen >w< ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué creen que pasará? 

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