Capítulo 55 (Alternativo)

Narra Matt

—¿Y Tobi? —Pregunté en tanto tomaba mi mochila y la colgaba en mis hombros—. ¿Ya se levantó? No lo he escuchado por ahí —miré el reloj que colgaba en la pared de la sala—. Se le va a hacer tarde.

—Tobi no irá hoy —contestó mi madre—. Lo mejor será que se quede en casa unos días.

Guardé silencio un instante, me preocupaba Tobi. Este era nuestro último año y si comenzaba a faltar era posible que se atrasara y terminara perdiéndolo.

—Matt, hoy te toca almorzar solo —mi madre sacó dinero de su cartera—. Es probable que cuando llegues no estemos Tobi y yo. Iremos a hacer una vuelta juntos, ¿bueno?

Asentí con la cabeza y tomé el dinero.

—Almuerza bien —agregó con voz seria—. No es que vayas a comerte una hamburguesa o una ensalada de frutas, come bien.

—Sí, má —caminé hacia la puerta—. Te llamo para avisarte cuando esté en casa.

—Bueno, Matt —mi madre me acompañó a la entrada—. Te quiero, pórtate bien —besó mi frente y luego cerró la puerta.

Cuando llegué a la escuela me encontré con Alexander en la entrada. Todavía no habían abierto los salones. Estuvimos hablando un par de minutos hasta que sonó la campana. Al entrar en el salón me sentí solo, no ver a Tobi se sentía extraño.

—El día de hoy vamos a hacer un ejercicio muy interesante —dijo el profesor de literatura—. Vamos a pensar en una canción que nos guste mucho, puede ser en inglés o en español, como quieran —El hombre comenzó a escribir una en el tablero—. Miremos todos al frente.

By the turnstile beckons a damsel fair
The face of Melinda neath blackened hair
No joy would flicker in her eyes
Brooding sadness came to a rise

Words would falter to atone
Failure had passed the stepping stone
She had sworn her vows to another
This is when no-one will bother

(Por el torniquete llama una hermosa damisela, el rostro de Melinda bajo sus oscuros cabellos. Ninguna alegría brillaría en sus ojos, meditando la tristeza que aumentaba. Las palabras vacilarían para expiar, el fracaso ha pasado el escalón. Ella le juró sus votos a otro,  esto cuando a nadie le molestaría)

—Vamos a ver cuáles son las palabras que riman al final de cada verso —señaló "fair" y "hair"—. ¿Qué otra? Está fácil —señaló "eyes" y "rise", luego "atone" y "stone", finalmente "another" y "bother"—. ¿Qué vamos a hacer? Vamos a tomar estas palabras y vamos a crear un poema utilizándolas en orden. Los mejores poemas serán enviados a un concurso que hay a nivel nacional.

Todos se emocionaron al escuchar lo último.

—Y además será una parte del proyecto de este corte. Así que espero se esfuercen. No quiero ver ninguna mediocridad, ni tampoco plagio. En el trabajo deben poner además la canción de la cual sacaron las palabras. ¿Está claro?

—¿Para cuándo es? —preguntó una chica.

—Les daré dos semanas.

Escribí la tarea en mi cuaderno. Me parecía un ejercicio interesante. El maestro siguió con su clase, en esas horas no hice más que pensar en la canción que escogería. No podía esperar para llegar a casa y decirle a Tobi sobre la tarea, recordaba aquel día en el que había encontrado unos cuantos poemas en su computador, poemas escritos por él, estaba seguro de que a Tobi le encantaría la idea.

****

—¿Y Tobi? —Preguntó Irene, sentándose en nuestra mesa.

—Está enfermo —contestó Alexander—. Y ese milagro que te sientes con nosotros.

—No vi a Tobi y me pareció raro. Sólo quería saber si estaba todo bien —Irene se levantó—. ¿Qué tiene?

—Sólo es un resfriado —dije lo primero que llegó a mi mente—. ¿Por qué no te quedas?

Irene negó con la cabeza.

—Me están esperando —miró hacia otra mesa.

—¿Seguimos siendo amigos? —Alex la tomó del brazo.

—C-claro —Irene sonrió en tanto asentía con la cabeza—. Seguimos siendo amigos —afirmó y luego se alejó.

Miré a Alexander, el chico tenía su mirada clavada en Irene, parecía algo decepcionado.

—Que terminara con Tobi no significa que tenga que alejarse de nosotros —volvió su mirada hacia mí—. Somos amigos suyos, no de su relación con Tobi —suspiró—. Como sea —se quedó en silencio.

—¿No se siguen hablando? —Pregunté.

—Ya nada es igual, ni siquiera parecido a lo que era antes.

—Es una pena.

—No pasa nada —Alex se cruzó de brazos—. Así es como debe ser. Las personas vienen y van, por eso es mejor no apegarse a nadie. Un día están frente a ti, las ves, las sientes, son reales. Al día siguiente puede que simplemente las veas de lejos o desaparezcan, convirtiéndose en un simple recuerdo. Existentes sólo en la imaginación y en la memoria —Alex dirigió su mirada hacia mí—. ¿P-por qué me miras de esa manera? —se sonrojó.

—¿Por qué hablas de esa manera? —reí—. Santiago te tiene inspirado.

—Cierra la boca —se recostó contra la silla.

Volvimos a clase. El día se me hizo eterno, tuve clase de matemáticas y biología. Sin Tobi para hablar todo era más aburrido. Cuando al fin tocó la campana de salida me fui corriendo, ni siquiera pude cruzarme con Alexander.

Al llegar a casa la encontré vacía. Dejé mi maleta en mi habitación y me cambié de ropa. Fui a la cocina a ver si había algo de comer, no tenía ganas de salir todavía a almorzar. Encontré un par de frutas y las piqué. Me dirigí al comedor y allí encontré el celular de Tobi. Lo tomé, tenía contraseña.

—A ver —comencé a escribir—. Lago azul. ¿Eh? —me sorprendí al ver que no era esa—. A ver, qué podrá ser —había una opción de ver una pista. La pista que tenía Tobi era la palabra "cumpleaños". En ese momento me di cuenta de que no sabía cuál era la fecha de su cumpleaños—. ¿Cómo es que no lo sé? —me lamenté. Dejé el celular en la mesa—. Tal vez Irene sepa.

Saqué mi celular y busqué a Irene.

Matt: Hola, Irene. Qué pena molestarte.

Irene: Hola, Matt. Qué dices haha no es una molestia. ¿Cómo estás?

Matt: Bien.

Matt: Oye quería preguntarte si sabes la fecha de cumpleaños de Tobi.

Irene: Tobi cumple años el 12 de diciembre.

Matt: ¿12 de diciembre? :S ¿en serio?

Irene: Sí

Irene: Tobi dijo que le habían hecho una pequeña reunión con la familia.

Matt: Sí, ya lo recuerdo. Esa memoria mía.

Matt: Gracias, Irene

Irene: haha vale

Tobi había cumplido años hace un par de meses y yo ni me había enterado. Me sentí mal, me sentí horrible. ¿Cómo era posible que no se me hubiese pasado por la cabeza preguntarle a alguien por la fecha de cumpleaños de Tobi? Lo que más me molestaba era que Richard no hubiera dicho nada. Tal vez ni él recordaba la fecha de cumpleaños de su propio hijo.

Tomé el celular de Tobi otra vez, escribí "12 de diciembre", el celular no se desbloqueó. Intenté con "doce de diciembre" tampoco funcionó. Probé con todas las formas posibles de escribir lo mismo, ninguna funcionó.

Me detuve. ¿Por qué estaba intentando entrar en su celular? Dejé el aparato en la mesa.

—¿Por qué Tobi le dijo eso a Irene?

Pensé en Tobi y en lo triste que debía haber sido ser olvidado de esa manera.

—Lo celebraremos —me levanté—. Más vale tarde que nunca.

Tomé un poco de dinero de la habitación de mi madre y busqué mis llaves. Llamé a mi madre y le pedí que no volvieran a casa tan pronto.

Narra Tobi

Me bajé del auto. Me sentía realmente nervioso.

—¿Seguro que no quieres que te acompañe? —Preguntó Sara.

—Quiero entrar solo —contesté—. ¿Qué hora es?

—En media hora es la cita. ¿Entrarás de una vez?

Asentí con la cabeza.

—Bueno, te espero aquí —Sara recostó la silla del auto.

—¿No te aburrirás? —pregunté asomando mi cabeza por la ventana.

—No, traje mi cd de música favorito y algo para leer —prendió el reproductor de música y de su bolso sacó un libro y me lo mostró—. Ve, Tobi. Nos vemos al rato.

Crucé la calle y me dirigí a una casa verde de dos pisos. Timbré, enseguida una chica muy joven abrió. Me hizo señas de que entrara y me llevó hacia una pequeña salita.

—Puedes esperar aquí, mi madre ya está por llegar. Tuvo un percance en el camino.

—Gracias —dije tomando asiento.

La sala estaba completamente sola, la chica me dejó allí y se fue. Pasaron aproximadamente quince minutos cuando alguien tocó el timbre. Escuché a la chica correr hacia la puerta y abrirla.

—Hola, Allan. Llegas temprano. Mi madre está un poco atrasada, hubo un accidente en la carretera y se ha quedado atascada en un trancón.

Escuché sus pasos acercándose a la sala.

—La esperaré.

La puerta se abrió.

—Pero... —Ambos se quedaron mirándome—. Hay otro paciente hoy.

El chico no apartaba su mirada de mí, enseguida volví mis ojos hacia el suelo.

—Creo que lo mejor sería correr la cita de día.

—N-no —dijo él—. Yo esperaré, no te preocupes.

—¿Quieres que te acompañé? —Dijo la chica en tono coqueto.

—N-no. Estoy bien así, traje algo para distraerme.

—B-bien, como quieras —la chica sonaba molesta. Enseguida escuché la puerta cerrarse.

La habitación se inundó de silencio. Yo no tenía nada a la mano para distraerme así que me acerqué a una mesita de revistas y tomé una. Volví a mi lugar y comencé a ojearla. Me sentí observado y por ende nervioso. Sin embargo, no era capaz de mirar hacia donde el chico se encontraba.

—¿Estaba rico el jugo? —Dijo el chico. No contesté, supuse que estaba hablando por teléfono—. ¿Si terminaste de pagarlo? —Continuó—. Oye, ¿me vas a ignorar? —Y entonces su voz me sonó parecida—. ¡Oye! —Me giré, el chico se había sentado junto a mí—. ¿Te estaré confundiendo con alguien?

—El chico de la tienda —dije mirándolo fijamente. Él sonrió y asintió con la cabeza—. S-siento mucho lo del otro día.

—Vale, tranquilo. A cualquiera le puede pasar —extendió su mano hacia mí—. Creo que no nos hemos presentado formalmente. Mi nombre es Allan.

—Tobi —tomé su mano.

—Mucho gusto, Tobi.

Volvió el silencio, la situación era cada vez más incómoda. Lo único que quería era que llegara la señora y poder salir de allá corriendo.

—¿Por qué estás aquí? —Preguntó, nuevamente sentí su mirada sobre mí.

—N-no lo sé —contesté incapaz de girar mi rostro hacia él.

—¿Es tu primera vez?

Asentí.

—Paula es cool. Puedes hablarle de lo que sea —suspiró—. Ella te escucha y no te juzga, trata de comprenderte.

No contesté.

—¿Y vives por aquí? Yo vivo en los edificios que quedan cerca del super —continúo hablando—. No trabajo allí realmente, algunas veces una amiga de mi madre me pide el favor de reemplazarla.

—La verdad no tengo idea de en dónde estamos, no le puse cuidado al camino. Tampoco vivo muy cerca del super, ese día me alejé un poco de casa.

—Ya veo. Si te veías algo perdido.

En ese momento la puerta se abrió.

—Perdonen la tardanza —una mujer entró—. Buenas tardes Allan, llegas temprano otra vez —Allan no contestó—. Tú debes ser Tobi.

Me levanté de la silla para saludarla.

—Mucho gusto —dije estrechando su mano.

—Ven conmigo.

La mujer se dirigió hacia una puerta. Miré a Allan, él me hizo señas de que la siguiera y luego tomó la revista que yo había cogido minutos atrás. Al entrar a la habitación, Paula me pidió que tomara asiento en un sofá, ella se sentó en una silla que había al frente.

—Bueno, Tobi. Ponte cómodo. Primero quiero decirte que no estás obligado a responder o a hablar sobre algo que no quieras, ¿vale? Quiero que hables de lo que sientas que quieres y puedes hablar. Tal vez al principio sea un poco difícil, es decir, es un poco raro hablar de ti con una persona extraña, ¿no crees? —Asentí con la cabeza—. ¿Qué edad tienes, Tobi?

—Tengo 17.

—¿17? Te ves un poco más joven —sonrió en tanto tomaba notas en una libreta—. ¿Ya has pensado que harás al terminar la escuela? —Negué con la cabeza—. Todavía tienes tiempo para pensar —levantó su mirada hacia mí—. Dime, Tobi ¿cómo está compuesta tu familia?

—¿Mi familia? ¿Se refiere a con quién vivo?

La mujer asintió.

—Vivo con mi padre, Sara y Matt.

—Y ellos ¿a qué se dedican?

—Mi padre es empresario, Sara es artista y Matt estudia en la misma escuela que yo.

—Ya veo. Conozco a Sara desde hace años, ella fue mi paciente por un tiempo. También conozco a Matt, Sara hablaba mucho de él. Supongo que la llegada de ellos dos a tu vida no fue nada fácil.

—Pues, creo que no. En un principio no.

—Bien. Hablaremos de eso luego. Por lo pronto, quiero que me digas ¿por qué has venido a consultarme?

—N-no lo sé. Sólo pensé que podía ayudarme hablar con alguien como usted.

—¿Sobre algo en especial?

Guardé silencio.

—¿Qué es lo que sientes? ¿Te sientes triste? ¿Preocupado? ¿Asustado?

—Sí, así es.

—¿Desde cuándo?

—No lo sé, no recuerdo desde cuándo. Hay muchas cosas que no recuerdo.

—¿Y tienes idea de por qué sientes esas cosas? ¿Sabes cuál puede ser el origen de esos sentimientos?

—Creo que sí, pero no estoy seguro.

—¿Crees que la llegada de Matt y Sara tenga algo de relación con que te sientas de esa forma ahora?

—Tal vez antes de ellos me sentía igual pero no lo aceptaba o no le daba importancia. Desde que ellos llegaron todo cambió, pero en este momento no puedo decir exactamente cómo me sentía antes. No puedo decir que me sintiese mejor, siempre me sentí triste porque mi madre no estaba.

—No habías nombrado a tu madre en tu familia. ¿La conociste?

Recordé la foto que tenía de ella y los momentos que había creído vivir a su lado, una sonrisa se dibujó en mis labios. Pero luego, la imagen de mi madre en cama llegó a mí, su rostro casi sin vida, sus ojos llenos de miedo, su voz frágil y llena de dolor. Finalmente, recordé su tumba acompañada por otras tumbas como en mis pesadillas.

—Sí —murmuré–. La vi antes de que muriera.

Mis ojos se aguaron.

—¿Qué recuerdas de ella?

El lago, las historias, su sonrisa, su voz, mi reflejo en sus ojos... ¿algo de eso era verdad? Los recuerdos de un pasado hermoso se hacían cada vez más borrosos.

—Que no existía —dije con voz temblorosa, acto seguido cerré mis ojos y los cubrí con mis manos—. ¿Podemos dejar hasta aquí?

Paula continuó hablando, veía sus labios moverse pero no entendía lo que decía. Me levanté, salí de la habitación. Al cruzar la puerta Allan se quedó mirándome, dijo algo que no pude entender y se acercó a mí. Lo empujé, me fui corriendo del consultorio. Cuando Sara me vio se bajó del auto y corrió hacia mí.

—¿Estás bien? Te ves muy pálido.

—Creo que lo arruiné —dije mientras caminaba hacia el auto.

—¿Qué pasó?

Abrí la puerta trasera y me subí.

—Hablar sólo me hace sentir peor —dije poniéndome el cinturón de seguridad—. No puedo hablar de esas cosas, no puedo, lo siento.

—No has arruinado nada, Tobi. Tranquilo, esta fue solo la primera sesión. Si no quieres volver lo entenderé, pero creo que deberías intentarlo. Al comienzo es difícil, lo sé, pero con el tiempo vas cogiendo confianza y...

Negué con la cabeza.

—Quiero ir a casa.

Narra Matt

Puse la bolsa con los ingredientes sobre la mesa y corrí en busca de mi computador. Saqué los ingredientes en tanto el computador cargaba. Tenía planeado hacer unas galletas de figuritas, nunca había hecho unas solo, lo único que esperaba era que el resultado fuese comestible.

—Veamos —busqué una receta por internet—. Mejor un video —abrí youtube—. Espero no me haya faltado nada por comprar. A ver, aquí dice harina, sí. Mantequilla, sí. Esencia de vainilla, ¿dónde es que guarda eso mamá?

Terminé de reunir todos los ingredientes que decía la receta del video. Luego tomé un bol y en él eché toda la mantequilla, la aplasté con una cuchara para ablandarla y luego agregué un poco de azúcar.

—Ahora el huevo —lo rompí y lo agregué a la masa junto con la esencia de vainilla.

Continué revolviendo y revolviendo, sentía mi mano cansada. Le agregué harina como decía la receta y seguí revolviendo. Al terminar de agregar la harina comencé a amasar la masa con mis manos y cuando estuvo lista la metí en la nevera.

—Bueno, la dejaré media hora.

Lavé mis manos y tomé el celular para llamar a mi madre. Ella contestó enseguida.

—¿Qué pasa, Matt?

—Nada, má. Sólo quería saber cómo iba todo.

—Pues ya vamos para allá —mi madre hablaba muy bajo.

—¿Qué? Pero te dije que no volvieran tan pronto.

—Lo sé, Matt. Pero las cosas no salieron tan bien —estaba susurrando—. Ya nos vemos.

—P-pero —escuché un suspiro del otro lado—. Espera. ¿Hola?

Me había colgado.

—Ya no hay tiempo.

Corrí hacia el horno y lo encendí. Saqué la masa, estaba un poco blanda todavía, lo cual dificultaba el manipularla. Dividí la masa en dos, la aplané con un rodillo y luego noté que no tenía moldes.

—No puede ser —golpeé mi cabeza con mis manos llenas de masa. Miré el reloj—. Ya deben estar por llegar, soy un desastre.

Tomé un trocito de masa y traté de darle forma.

—Esto está horrible, espero al menos sepa bien.

En ese momento escuché la puerta.

—Volvimos, Matt —dijo mi madre.

—Hola, Matt —dijo Tobi, quien enseguida subió a su cuarto.

Miré a mi madre como pidiéndole una explicación. Era muy raro que Tobi llegara así, que a duras penas me saludara y que ni siquiera se preguntara por lo que estaba haciendo en aquel momento en la cocina.

—¿Qué pasó? —Inquirí con el rostro cargado de preocupación.

—No es nada, hijo. Tobi está un poco cansado —mi madre me miró extrañada—. ¿Qué estás haciendo?

Le expliqué a mi madre lo del cumpleaños de Tobi y lo que quería o estaba intentando hacer. Ella se puso un delantal y rescató las galletas del seguro fracaso que les esperaba conmigo.

—Listo, ya están las primeras —sacó la bandeja del horno—. Ya puedes decorarlas como quieras.

Mi madre tenía unos moldes bien guardados. Algunas galletas tenían forma de corazón, otras de estrella, de conos, otras eran sólo círculos. Tomé una en forma de círculo, era un poco grande y traté de dibujar el rostro de Tobi, aunque fue un total desastre. En otra traté de hacer el mío y resultó mucho peor. Estuvimos casi dos horas terminando las galletas.

—Deberías ir por Tobi.

Asentí con la cabeza, lavé mis manos y corrí escaleras arriba. La puerta de su habitación estaba cerrada por lo que le di un par de golpes.

—Está abierto —dijo el chico del otro lado.

Abrí la puerta y entré. Tobi se encontraba acostado bajo las cobijas.

—Nos dejaron una tarea muy chévere —me senté en el borde de la cama—. Tenemos que escribir un poema.

—¿Qué tiene eso de chévere?

—No me has dejado decirlo todo.

Tobi descubrió su cabeza y se sentó.

—A ver.

—Tenemos que escoger una canción, sacar las palabras que rimen y con ellas crear nuestro propio poema. Los mejores serán enviados a un concurso —Miré a Tobi, aunque esperaba que pareciese emocionado estaba muy serio—. ¿No es genial?

—No sé, supongo.

Nos quedamos en silencio por un momento. Tobi cerró sus ojos y se recostó contra la pared.

—¿Vamos a comer? —Pregunté para romper el silencio.

Tobi negó con la cabeza.

—No tengo hambre.

—Pero es algo rico.

—Comeré luego —mantenía sus ojos cerrados,

Me levanté de la cama, el rubio abrió sus ojos y me miró.

—¿Quieres que me vaya? —pregunté en voz baja.

Tobi no contestó, así que me di la vuelta.

—Hoy me hiciste falta, Tobi. No falles mucho a clase —dije casi en un susurro.

—Matt —giré mi cabeza hacia él—. ¿Para cuándo es el poema?

—Es para dentro de quince días.

—Ya veo —Tobi sonrió—. Está bien —se levantó—. Vamos a comer —le devolví la sonrisa.

Bajamos las escaleras corriendo. Antes de entrar al comedor detuve a Tobi,

—Antes que nada quiero disculparme por no haberlo hecho a tiempo,

Tobi hizo gesto de no entender a lo que me refería y luego ambos entramos en la habitación. Mi madre había colgado un letrero que decía feliz cumpleaños y había comprado un pastel. ¿En qué momento? Me pregunté. Alrededor del pastel había puesto las galletas.

—Feliz cumpleaños —gritamos mi madre y yo.

El rubio se acercó más a la mesa y se quedó mirando las galletas.

—¿Este eres tú? —Sonrió tomando una galleta, una que había decorado mi madre, y poniéndola junto a mi rostro para compararnos—. Quedó genial.

—Y este eres tú —tomé la galleta que había decorado yo—. Sólo que un poco más guapo.

—¿Es en serio? —me la quitó—. ¿Es así como luzco? Ahora entiendo por qué mi madre se había ido —rio.

—Cómo bromeas con eso —dije un poco achantado.

—Hay que reírse de todo —Tobi mordió la galleta—. Aunque es injusto que tu galleta se vea más bonita que la mía.

—Es porque la mía la hizo mi madre, esa la hice yo. Había una de mí hecha por mí, pero —me sentí un poco apenado.

Tobi rio.

—Creo que porque la hiciste tú es que sabe tan delicioso —dijo Tobi.

—Antes de comer hay que cantar —comenzó a sonar la canción del cumpleaños, mi madre estaba pegada al computador—. Feliz cumpleaños a ti —empezó a cantar y a aplaudir, yo la seguí.

Esa noche comimos mucho pastel y galletas, al final tenía ganas de vomitar por tanto dulce. Después, Tobi y yo fuimos a su cuarto a pensar en las canciones que escogeríamos, nos íbamos a esforzar, queríamos que nuestros poemas fuesen enviados al concurso.

—Ya tengo la mía —dijo Tobi.

—¿Cuál es? —Pregunté recostándome sobre su cama.

—No te diré.

—¡Eso es trampa!

—Te diré cuando tenga el poema —se recostó junto a mí. 

https://youtu.be/ZVJmMbf8wAo

"El fin ha venido a mí, tú nunca me pertenecerás"

Chevelle - Closure  

Hola a todos. ¿Cómo están? Espero que muy bien :3 Quiero disculparme por la demora en actualizar pero x.x no me había sentido muy bien emocionalmente y por ende me resultó muy difícil escribir. También quisiera responder todos sus mensajes y comentarios pero x.x he estado muy alejada de todas las redes, incluso cerré fb :'v, no sé, las redes me deprimen >w< 

Espero les guste el capítulo. ¿Qué les pareció? ¿Qué creen que pasará? ¿Alguien conoce a Allan? añsfkasñfska gracias a todos por leer esta historia, realmente ustedes alegran mis días, son como un rayito de luz en la oscuridad de mi corazón :'3 Algo así >w< de nuevo gracias y mil gracias a todos <3 

La canción que usa el profesor se llama Face of Melinda de Opeth

Otra cosilla aparte. ¿Alguien escucha SHINee? T.T lo de Jonghyun es algo que todavía me cuesta creer T.T  SHINee fue el primer grupo de kpop que escuché, ellos me acompañaron toda mi adolescencia, ellos me hacían feliz, me hacían sonreír. Sus voces, sus videos, sus programas. Jonghyun era para mí la voz más bella del grupo y :'( no sé, me dolió el kokoro :c No lo creía porque parecía tan alegre, tan carismático... las apariencias engañan u.u Muchas veces pensamos que el dinero y la fama son sinónimos de felicidad, pero la verdad es que todos podemos ser víctimas del "perro negro", para él todos somos iguales.

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