Capítulo 52 (alternativo)
Narra Tobi
Era viernes, ya había llegado la tarde, el día en la escuela se había pasado volando, lo cual me alegraba, había días en los que las horas parecían eternas. Matt y yo fuimos a casa, al llegar mi padre y Sara nos estaban esperando para almorzar juntos, todavía se me hacía raro que hiciéramos ese tipo de cosas los cuatro.
Después de comer Matt, Sara y mi padre salieron, pues Sara estaba organizando una exposición de arte. Yo me quedé en casa a terminar unas tareas que habían dejado, no entendía cómo es que Matt hacía todo tan rápido.
Cuando estaba por terminar con la tarea de matemáticas pensé en Irene. Esa mañana la había visto observando a Matt y entonces llegó a mi mente la idea de hablar con ella y convencerla de que hablara con Matt, si no me creía a mí a ella tenía que creerle.
—Iré a hablar con ella —dije cerrando el cuaderno sin terminar la tarea.
Saqué mi bici y en menos de nada me encontré frente a su apartamento. Llamé a la puerta y su madre abrió.
—Tobi —no parecía muy contenta de verme. Supuse que sabía que la relación entre su hija y yo no había terminado bien y que había sido debido a mí, no la culpaba por no querer verme cerca de Irene—. Irene no está.
—¿Se demora? Es que necesito hablar urgentemente con ella.
—Fue a casa de su novio —dijo la señora.
—¿Su novio? —reí—. Bueno, gracias señora.
—Déjala en paz. Ella ya tiene a alguien más.
—Si yo fuera usted haría que Irene se alejara de Sam —dije. La mujer me miró mal y luego cerró la puerta.
Rápidamente bajé las escaleras y busqué mi bici.
—Tobias —dijo la señora Carmenza—. ¿Cómo estás?
—Bien, seño —contesté preparándome para tomar rumbo a casa de Sam—. ¿Y usted?
—Muy bien, gracias. ¿Para dónde vas con tanta prisa?
—Es una larga historia —suspiré—. Deséeme suerte, doña Carmenza.
—Ten cuidado por ahí, Tobi.
Puse mi pie en el pedal y comencé a andar. Al llegar a la esquina de la casa de Sam vi a Irene caminando a paso lento, estaba llorando.
—Irene —me detuve frente a ella.
—¿Qué quieres? —preguntó mirándome con rabia.
—¿Qué ocurre? ¿Te pasó algo?
—No es algo que te importe, Tobi. Déjame en paz —me empujó.
—¿Para dónde vas? —La agarré del brazo—. Espera, no te dejaré ir sola a ningún lado, no en ese estado.
—Suéltame —se soltó de mi agarre—. Deja de meterte en lo que no te importa.
—Pero me importa —levantó su mirada hacia mí—. ¿Cómo no iba a importarme? Eres una persona importante para mí, te quiero mucho y lo sabes. Dime qué ocurre, ¿fue algo que te hizo Sam? Dime qué te hizo y yo voy a pararlo.
—Lo siento, Tobi. No puedo hablar ahora, no me siento bien. Por favor déjame ir —se secó las lágrimas con la manga del saco.
No insistí más. Irene me dio la espalda y se fue. Yo seguí mi camino hacia la casa de Sam. Una vez allí di dos golpes a la puerta, esta se abrió enseguida.
—¿Qué quieres ahora? —dijo cuando la puerta estaba entreabierta—. Oh, eres tú. Hola, Tobi —sonrió—. Qué dicha tenerte de visita, pasa. ¿Puedo ofrecerte algo? —Lo miré asqueado, nunca me había parecido tan horrible—. ¿No vas a entrar? Como quieras —soltó la puerta, la detuve antes de que se cerrara y entré. La puerta no se cerró por completo.
—¿Qué le hiciste a Irene? —pregunté.
Él ignoró mi pregunta.
—Llegaste justo a tiempo, acabo de terminar de preparar una deliciosa limonada —tenía la jarra en sus manos, sirvió dos vasados, me dio uno.
—¿Qué le hiciste a Irene? —repetí dejando el vaso en una mesa.
—Yo no le he hecho nada, Tobi —llevó su vaso a su boca—. Ella es una niña tonta y llorona, ¿acaso no lo habías notado?
—Pensé que la querías.
—Eso pensé también. Supongo que era porque la veía como un imposible, pero una vez la tuve cerca noté que era igual que las demás. No tiene nada de especial, además es muy dramática, detesto el drama cuando es conmigo.
—¿Qué pasa contigo, Sam? Tú no eres así, ¿por qué haces todo eso?
Me era difícil creer que había sido, por tantos años, amigo de una persona como él. En aquel momento lo vi horrible, monstruoso, su crueldad se notaba en su rostro, en sus expresiones, lo hacían ver como un ser repugnante e inhumano. Sam se limitó a soltar una carcajada.
—¿Te parece gracioso? ¿Te parece divertido jugar con las personas?
—Pues claro —contestó el pelinegro—. Por supuesto que es divertido, ¿para qué son los juegos sino para divertirse?
—Las personas no son juguetes —grité con todas mis fuerzas.
—Juguetes no, pero podrían ser fichas, fichas que puedes manejar a tu antojo. La vida es como un juego, un juego muy aburrido por cierto, hay que ponerle algo de emoción, ¿no te parece?
—Deja a Matt en paz —dije con la ira recorriendo cada parte de mi cuerpo.
—No —Sam se paró frente a mí—. No lo haré, ¿por qué lo haría?
—Él no te ha hecho nada.
—Que hayas venido hasta aquí y me digas todas esas cosas es tan tierno, en serio, tan dulce que resulta gracioso. Sabes qué haré, daré el siguiente paso con Matt, sí, eso haré. Este fin de semana mis padres se irán de viaje y tendré la casa completamente sola —Sam reía mientras hablaba—. No puedo desaprovechar una oportunidad como esta.
—Ni se te ocurra —lo empujé.
Sam soltó una carcajada.
—Eres tan gracioso, Tobi. Mírate, quién hubiera pensado en que terminaríamos en una situación como esta. Y pensar que antes era como el líder, qué ridículo me siento de haber estado siguiendo a alguien como tú. Eres tan débil que siento pena por ti.
—Tú eres una basura de persona, siento asco de haber sido amigo tuyo.
—Sí, bueno, tal vez sea una basura, ¿y qué? ¿Yo estoy bien? ¿Tú lo estás? —Puso una de sus manos en mi hombro—. Me parece que no, entonces dime, ¿de qué sirve hacer las cosas bien? ¿De qué sirve ser una "buena persona"? —hizo comillas con sus dedos.
—Por favor, te lo suplico, deja a Matt. Haré lo que me pidas, lo que quieras —pedí al verme invadido por el miedo.
—¿Lo que yo te pida? —Preguntó con diversión—. Bueno, hay algo. Juro que dejaré a Matt en paz si mañana en la mañana amaneces muerto. ¿Qué dices? A mí me parece perfecto.
—¿Qué? Estás loco.
—Ahí te di la solución, de lo contrario este fin de semana —le dio un sorbo a su bebida—. Invitaré a Matt a mi casa —rio, la maldad bailaba en sus ojos—. Y le romperé el culito —guiñó el ojo.
Cada una de sus palabras me llenaba más de ira, con lo último que dijo no pude controlarme y le lancé un puñetazo en la cara.
—Wow —dejó el vaso en la mesa—. Eso me ha dolido —dijo con sarcasmo—. Supongo que he de defenderme —me dio un rodillazo en el estómago.
Llevé mis manos a la zona golpeada, me había dolido mucho. Luego sentí otro golpe, y otro, y otro.
—¿Crees que puedes venir a mi casa y golpearme? —siguió golpeándome—. Eres demasiado débil, entiende, podría ganarte hasta con los ojos vendados.
Caí de rodillas al piso.
—¿Ya? ¿Dejarás de intentar estupideces? —Pateó mi hombro—. Levántate, nenita. Ya veo por qué tu padre te odia, debe sentirse muy avergonzado.
Todo daba vueltas a mi alrededor, ya ni siquiera podía entender lo que Sam decía. A mis oídos llegaban sólo zumbidos.
—Basta —susurré tratando de levantarme. Dirigí mi mirada hacia Sam, veía muy borroso, la imagen se aclaró poco a poco—. ¡Basta! —Me lancé sobre él y lo golpeé con todas mis fuerzas.
Él me respondió con golpes y luego todo se puso negro.
—¡Tobi, detente!
Todo era muy extraño. Era como si hubiese perdido el control de mi cuerpo, peor, parecía incluso como si por un momento algo hubiese entrado en mí y fuese dueño de mis movimientos, pensamientos y palabras. Había algo que hablaba por mí, que decidía por mí, ¿qué estaba haciendo? ¿Qué decía? No podía entender sus palabras, y ¿por qué no podía detenerlo?
—¡Tobi!
Y entonces sentí unos brazos rodeándome.
—Tobi...
Volví en mí. Miré a Sam, lo tenía agarrado del cuello de su camisa, él me miraba con terror, nunca había visto tanto miedo en sus ojos. Desvié mi mirada hacia la otra mano, la tenía levantada, en ella tenía un vaso.
—Dios —dije antes de que el objeto se resbalara de mis manos—. Q-qué estoy haciendo —dije con voz temblorosa, dejándome caer hacia atrás y apoyando ambas manos en el suelo. El vaso estaba roto, había fragmentos de vidrio, uno resultó clavado en mi mano.
—Tranquilo —dijo la persona que estaba detrás de mí, todavía me abrazaba—. Todo estará bien —besó mi hombro—. No ha pasado nada.
Sam no había podido producir palabra alguna, estaba en shock, me miraba como si fuese un monstruo.
—Hablaré con Matt.
Me solté de su agarre y me giré hacia ella. Irene lloraba y no era capaz de mirarme a la cara.
—¿T-te cortaste? —Agarró mi mano, el dolor me recorrió como una oleada, no había sentido nada hasta que vi la sangre brotando de mi mano y un vidrio clavado en ella—. Tenemos que ir a que te revisen. Sam, ¿tienes un botiquín?
Sam al fin reaccionó.
—¿Un botiquín? —Bufó poniéndose de pie—. ¿Realmente crees que haría algo para ayudar a este hijo de puta? —El miedo en sus ojos se había transformado en rabia—. ¿No lo viste? Me quería matar, ¿no viste cómo me golpeaba? Y el vaso... no creo que sea sólo paranoia mía, me quería matar, tú lo viste —dirigió su mirada hacia mí—. Qué miedo. Váyanse de mi casa, no quiero a este loco cerca.
—Todo esto es culpa tuya, Sam —dijo Irene.
—¿Te pondrás del lado de la persona que te abandonó, que te cambió y que además claramente tiene problemas? Yo de ti me alejaría de él, es peligroso, Irene.
—Tú eres peligroso.
Sam soltó una risa, risa que podía significar cualquier cosa menos alegría y todos sus sinónimos.
—No lo viste. No estaba encima de ti golpeándote, no viste su rostro, su mirada, era aterrador. Si no hubieras llegado no sé qué habría pasado. Es que...
—Lo siento —interrumpí—. Realmente lo siento, no sé qué fue lo que pasó, yo no quería hacerte daño, Sam, yo...
—No te disculpes, Tobi —Irene se levantó—. No vale la pena —tendió su mano hacia mí—. Mejor vámonos, tenemos mucho por hacer.
Agarré su mano con mi mano sana para ponerme de pie. La mano me dolía mucho, pero aquel dolor no se comparaba con el que invadía mi alma. Estaba asustado, tenía miedo de mí mismo, había perdido el control y casi había sido el protagonista de una tragedia. Si no hubiera llegado Irene, ¿qué habría pasado? ¿Habría matado a Sam?
Sacudí mi cabeza para alejar todas esas ideas de mí. Recordé mi sueño, el cementerio, las tumbas, los nombres de las personas que quería. ¿Tenía algún significado aquel sueño?
—Se acabó, Sam —la voz de Irene me sacó de mis pensamientos—. Ya no seremos más tus juguetes. Realmente espero que algún día puedas llegar a comprender el valor de las personas, y ojalá no sea tarde, ojalá cuando lo entiendas no estés completamente solo porque la verdad no mereces a nadie.
—Como si me importara —contestó el pelinegro con fastidio.
—Sé que dices que te da igual, pero ¿has estado totalmente solo alguna vez? ¿Has sentido que no perteneces a ningún lado porque no hay nadie que te espere o que te busque? ¿Has sentido algunas vez que no le importas a nadie y que sin ti todo sería igual o incluso mejor para quienes te rodean? —La sonrisa de Sam desapareció—. No. No lo creo. No creo que sepas lo que es la soledad y por eso dices que te da igual, por eso actúas como si las personas fuesen desechables. Siento pena por ti, sabes.
—¿Crees que me importa lo que sientas o creas? Deja de decir tantas burradas, no necesito que me sermoneen.
—Adiós, Sam —dije mirándolo a los ojos.
—Agradece que no llevaré esto a mayores. No quiero problemas, sólo desaparezcan —Sam pateó un fragmento del vaso—. Dale a Matt mis saludos —sonrió y nos dio la espalda para luego desaparecer de la habitación.
Irene y yo dejamos el lugar. La chica sacó un pañuelo y después de sacar el vidrio lo amarró a mi mano, me ardía, por fortuna no parecía una herida grave. Tomamos un taxi que nos llevó a la clínica más cercana. Allí me atendieron enseguida, me cogieron unos cuantos puntos y luego me vendaron la mano.
—Ya está muy tarde —dijo Irene.
—Tenemos que ir a hablar con Matt —contesté agarrándola de los hombros.
La chica miró su reloj y luego suspiró.
—Mis padres me matarán.
—Por favor —entrelacé mis dedos en modo de súplica—. Por favor, por mí —repetí.
Irene me miró a los ojos.
—Está bien. Esto será lo último que haré por ti, lo último que haré por el amor que te tengo —sonrió con tristeza—. Siento mucho lo que hice, no sé cómo pensé que me ayudaría a sentirme mejor. Fui una tonta.
—No digas eso —la abracé—. Yo siento haberte lastimado. Siento no haber podido darte el amor que merecías, lo siento mucho.
La chica me abrazó con fuerza y rompió en llanto. Estaba rota, rota por mi culpa. En ese momento sólo quise devolver el tiempo y nunca haberla lastimado, nunca haberme fijado en Matt. Si pudiera cambiar algo de mi pasado habría sido eso, el haberme fijado en Matt, de esa manera Irene sería feliz y yo también, o al menos por un tiempo, así como había llegado Matt a mi vida podía llegar otra persona en cualquier momento y hacer de mis sentimientos un caos.
Narra Matt
Había salido a hacer un mandado, mi madre me había pedido que comprara un par de cosas para la cena, caminé lentamente, con mis audífonos puestos y disfrutando de mis canciones favoritas. Al llegar mi madre se encontraba en la cocina, preparando una deliciosa torta de coco.
—¿Ya llegó Tobi? —Pregunté dejando en la mesa lo que me había encargado.
—No —dijo ella corriendo hacia la bolsa—. Deberías llamarlo a ver si tarda. Espero llegue pronto, quiero que comamos todos juntos.
Era extraño que Tobi se hubiese ido sin avisar, no había llamado, lo único que había dejado era una nota en la que decía que iría a casa de Alexander a terminar una tarea de matemáticas.
—Está bien —saqué mi celular y salí de la cocina. Busqué el número de Tobi y le marqué—. No contesta —susurré en medio de un suspiro cuando comenzaba a escuchar el mensaje de correo de voz. Colgué enseguida—. ¡No contesta! —grité para que mi madre me escuchara desde la cocina.
Subí a mi habitación. Estando allí encendí el computador y puse un poco de música, quería ponerme a adelantar unos trabajos que nos habían dejado para la semana siguiente. Sin embargo, terminé mirando videos de canciones y buscando letras, quería encontrar una que expresara totalmente lo que sentía, quería mandarle una canción a Sam.
—Tú me iluminas cuando todo lo que veo es oscuridad, cuando estoy triste y si me caigo en pedazos tú sabes dónde encontrarlos cuando no se pueden encontrar —leí—. Esta me gusta. Sí, es perfecta —sonreí terminando de leerla, luego mi sonrisa se apagó—. Debería decirle a Sam lo de Tobi. Fue sólo un pico —me sentía culpable—. Un pico y nada más, no significa nada —repetí lo que pasaba por mi mente—. Pero no debí dejar que lo hiciera —sacudí mi cabeza—. Tal vez debería alejarme de él.
En ese momento mi celular sonó. Era Tobi. Lo dejé timbrar un par de veces pues no estaba seguro si debía contestar y si contestaba, ¿cómo hablarle? Dejó de sonar. Pasados cinco minutos sonó de nuevo, miré la pantalla. Era Irene.
—¿Hola? —contesté con inseguridad.
—Hola, Matt. ¿Por qué no me contestas?
—¿Tobi? —Mi rostro se sonrojó a pesar de que estábamos hablando por teléfono—. Estaba durmiendo y no había escuchado el teléfono, me acabo de levantar.
—¿Puedes salir un momento? Irene y yo estamos en la esquina.
—¿Por qué no entran?
—Tenemos que hablar de algo muy importante, Matt. Por favor, ven.
—¿Hablar sobre qué?
Tobi guardó silencio.
—Tobi.
—Ven, Matt.
—No iré. Lo siento.
Tobi no contestó, iba a colgar pero entonces Irene habló.
—Es sobre Sam —dijo ella—. Lo siento mucho, Matt —continuó, comenzaba a sentir un peso en mi interior—. Sé que debí haberte dicho esto hace mucho, tal vez ya sea tarde para hacerlo y tal vez después de esto me odies y no podamos volver a ser amigos.
—Detente —le interrumpí—. Salgo en un momento.
Colgué. No podía escuchar más, al menos no por teléfono, necesitaba verla a la cara, mirarla a los ojos mientras hablaba. Bajé las escaleras corriendo y le dije a mi madre que iría a comprar algo. Me pidió que no me demorara pues Tobi no debía tardar mucho en llegar.
Salí de casa. En la esquina estaban ambos esperándome, Tobi sonrió al verme, pero Irene mantuvo su rostro inexpresivo. Caminamos juntos hasta el parque, estaba completamente desierto debido a la hora y el clima, hacía demasiado frío. Nos sentamos en una banca, Tobi se alejó, dijo que era mejor que habláramos sólo los dos. Miré a Irene, quien tenía su mirada apuntando hacia el cielo, estaba muy pensativa, comencé a sentirme asustado. Estuvimos en silencio durante un par de minutos hasta que al fin ella clavó sus oscuros ojos en mí.
—¿Qué es lo que ocurre?
Pregunté. La chica desvió su mirada, esta vez hacia el suelo. Mordió su labio inferior y luego volvió su mirada hacia mí.
—Sam no te quiere, Matt —sus labios temblaban—. Ha estado jugando contigo todo este tiempo —agregó con el rostro inexpresivo—. Los rumores sobre él y yo son ciertos. Hemos estado saliendo por un tiempo, él dijo que siempre había estado enamorado de mí aunque sé que no es cierto. Él no vale la pena, no es una persona que sirva para esto, él no tiene la capacidad de sentir amor, ahora lo sé.
—¿Q-qué?
—Lo siento. No te mereces esto —dijo la pelinegra—. Espero puedas perdonarme, Matt.
Me levanté del banco.
—Al menos has venido a decirme la verdad.
En ese momento no sentía dolor, no sentía nada, era como si estuviera adormecido. Tal vez en el fondo sabía que todo lo que me habían dicho de Sam, todo lo malo, era cierto. Sí, en el fondo lo sabía, pero algunas veces, por más patético que sea, decidimos aferrarnos a lo que queremos sea cierto, muchas veces nos negamos a aceptar la verdad, nos negamos a aceptar que la persona que queremos, la persona que un día nos tendió su mano y nos devolvió la fe en algo, es una farsa, es una simple idealización de lo que buscamos. Es difícil aceptar que las personas no son lo que creemos o queremos que sean y que la realidad está muy lejos del sueño del que un día nos obligan a despertar.
—Lo siento —repitió la chica.
—Gracias por decirme —contesté dándole la espalda y mirando a Tobi, el rubio tenía el rostro cargado de preocupación.
—Matt —dijo acercándose a mí.
—Iré a casa —agaché mi mirada y me fui corriendo.
Tobi corrió tras de mí.
—¡Matt! ¡Espera! —gritó. No me detuve hasta llegar a casa—. Matt —El chico tampoco lo hizo, cuando estábamos frente a la puerta me agarró del brazo.
—¿Qué quieres? —Me solté de su agarre—. ¿Echarme en cara que lo sabías? ¿Decirme: te lo dije? —Mis ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Qué quieres? ¿Que me lance sobre ti a agradecerte? ¿Que me arrodille a pedirte perdón? ¿Qué quieres, maldita sea?
Tobi me abrazó. Rompí en llanto y me aferré a él, apoyando mi cabeza contra su pecho.
—Lo único que quiero en este momento es no verte llorar, no soporto verte triste.
—Debí escucharte, soy un imbécil.
—Todos lo somos en algún momento, no pasa nada —me apretó con más fuerza—. No llores. No sé qué hacer, sólo no quiero verte así.
—Soy un completo estúpido —hundí mi cabeza en su pecho.
Pensé en todas las veces que Tobi intentó abrir mis ojos, y luego en todas las veces en que decidí permanecer ciego. Realmente sentía que era el chico más tonto del mundo, todo ese tiempo se habían estado burlando de mí y sólo hasta aquel momento tomaba consciencia de las pistas que me habían arrojado, sólo hasta entonces veía las cosas que, de no ser tan ingenuo, me habrían hecho descubrir las mentiras de Sam.
—Entremos a casa —Tobi se alejó un poco y pasó su mano por mi rostro para limpiarlo.
Asentí con mi cabeza y terminé de secar mi rostro con la manga de mi saco.
Entramos a la casa. Richard y mi madre estaban esperándonos en el comedor. Antes de sentarme con ellos fui al baño, lavé mi rostro y salí. Me detuve en el pasillo para llamar a Sam. Le marqué, contestó enseguida.
—Matt, hola.
No pude hablar, mis labios comenzaban a temblar otra vez y sentía que la garganta me quemaba haciendo imposible producir palabra alguna.
—Supongo que ya te han dicho —dijo con tranquilidad—. Lo siento, supongo.
—¿P-por qué lo hiciste? —logré articular.
—Matt —Tobi me miraba desde el otro lado del pasillo.
Escuché una risa del otro lado del teléfono.
—No me digas que estás llorando —dijo Sam con diversión, era muy cruel—. Nada es para siempre, Matt, ya supéralo. Deberías...
Tobi me rapó el celular y colgó la llamada.
—Dámelo —le supliqué.
—No lo haré. No lo llames, él no te quiere Matt. No lo hagas más difícil para ti.
—Dámelo —limpié mi rostro para parecer un poco más calmado—. Sé lo que hago.
—No, no lo sabes porque te dejas llevar por las emociones. No piensas con claridad, Matt. Basta, no hagas eso, sólo lograrás que se burle más de ti.
—Lo odio —me recosté contra la pared—. Me odio por ser tan estúpido —golpeé mi rostro.
—Y yo te quiero porque creo que eres genial.
Negué con mi cabeza en silencio.
—No vale la pena, Matt.
El rubio tomó una de mis manos. Entonces noté que tenía una de las suyas vendada.
—¿Qué te pasó? —pregunté con preocupación.
—Me caí y me corté con algo, no es nada, es sólo un rasguño.
—¿Cómo?
—Eso no importa, Matt. Vamos a comer, muero de hambre.
—No tengo hambre.
—No hay nada mejor que la comida para aliviar cualquier dolor, bueno a menos de que estés enfermo del estómago —se quedó pensativo—. Bueno, no cualquier dolor, los dolores del alma y el corazón —sonrió y luego llevó sus manos a su estómago—. Dios ¿no escuchas como ruje? —Sonreí de medio lado y Tobi me agarró del brazo—. Vamos o no te devolveré el celular. Está decomisado hasta que vea tu plato limpio.
—¿Me lo vas a devolver?
—No sé, tal vez. Después de comer hablamos.
—Gracias, Tobi —dije lanzándome hacia él para darle un abrazo.
https://youtu.be/MP-0BPE6uxk
"Ayer no más, tu sol me entusiasmaba. No llorabas por mí, no llorabas por nada. Dejaste que el dolor te curtiera la piel, ojalá no sea tarde para volver a nacer, para poder levantarte"
No te va gustar - verte reir
Hola a todos. Este es el primer capítulo del final alternativo >w< espero les haya gustado. Gracias por leer la historia y por sus lindos mensajes y comentarios, me alegran el día <3
¿Qué creen que pasará?
También quisiera decir algo :v sí, en cuanto a algunas personas. Yo la verdad no entiendo qué saca la gente con dejar comentarios tipo: tu historia da asco, tu final es pésimo, blablabla pero sin argumentos, es decir, sólo hacen críticas destructivas y siempre que comentan es para eso. Diferente es que te digan, oye creo que podrías mejorar esto o esto, o algunos que dijeron me hubiera gustado que fueses más descriptiva porque sentí que tal o tal cosa no funcionó muy bien, eso está bien porque me hace ver mis errores, pero que sólo digan uyy no horrible, qué asco, qué pésimo pues... No entiendo por qué la siguen leyendo si tan desagradable les parece :v si algo no les gusta digan: no me gustó por tal y tal cosa o sólo no me gustó.
Y pues también a quienes escriben cosas como: los finales alternativos son patéticos, qué pedo, etc... si no quieren leerlo no lo hagan, que opinen eso no me hará cambiar nada :v
Es que lo gracioso es que dejan esos comentarios pero siguen leyendo xD entonces es como que emmm :v ¿lees sólo para buscar en dónde dejar tus "criticas" super objetivas y constructivas? xD
Y pues ya, eso era todo. Nos vemos en el próximo capítulo.
(Capítulo dedicado a Hector por su cumpleaños :'v un poco tarde pero T.T no pude publicar antes. Tampoco es el especial que prometí pero creo que primero debo terminar lo del final alternativo. I love u <3)
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