Capítulo 47
Narra Alexander
Todo estaba oscuro, no escuchaba más que el palpitar de mi corazón, latía con fuerza y lentitud, y mi respiración, todo parecía trascurrir en cámara lenta, incluso llegué a pensar que el tiempo se había detenido. Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Santiago, mirándome fijamente, con una dulce sonrisa iluminando su rostro. El chico tenía una de sus manos en mi mejilla y con su dedo pulgar acariciaba mis labios. El tiempo volvió a su normalidad, mi corazón latía muy rápido mientras mi respiración era agitada.
El pelirrojo besó mi frente y se levantó de la cama.
—Ya que no vamos a salir iré a preparar algo de comer —dijo caminando hacia la puerta.
—Espera —se detuvo antes de girar la perilla. Yo me levanté de la cama—. El beso —caminé hacia él—. El beso no significa que sienta lo mismo que tú.
Santiago giró la perilla y dejó escapar un suspiro.
—Lo sé.
Abrió la puerta y la cruzó.
—No —lo agarré del brazo—. Gracias —lo abracé, él estaba de espaldas—. Por todo lo que haces por mí —él tomó una de mis manos y la acarició—. Y por estar aquí. Siento mucho arruinar nuestra cita.
—Pensé que no era una cita —rio soltándose de mi agarre y girándose hacia mí—. No has arruinado nada, el día no ha terminado todavía.
—Entonces, ¿qué hacemos? —Pregunté con la mirada clavada en la pared.
—Primero deberíamos comer algo, muero de hambre —el chico puso las manos en su estómago—. Está gruñendo.
Fuimos a la cocina, nos encontramos con una nevera vacía, por lo que tuvimos que salir a comprar comida. Por fortuna había un supermercado cerca y no tuvimos que caminar mucho. En el camino no podía sacar el beso de mi cabeza, me sentía confundido, no sabía qué sentir respecto a eso. ¿Me había gustado? ¿Había realmente sentido algo? Todo había pasado tan rápido que no me había quedado tiempo de si quiera ser consciente de lo que pasaba por mi cabeza, era como si en aquel momento mi mente se hubiese apagado, como si hubiese dejado de pensar, como si sólo mis sentidos siguieran despiertos, el tacto, el oído, sentía sus labios, escuchaba nuestras respiraciones, una lenta melodía era producida por mi corazón. ¿Qué significaba todo eso?
—¿Te parece, Alex? —Levanté mi cabeza, Santiago tenía una piña en sus manos—. ¿Alex? ¿Estás bien?
Asentí con la cabeza.
—Lleva lo que quieras, tú eres el que sabe de cocina —respondí con seriedad mientras caminaba más rápido—. Te espero en la entrada.
Santiago dejó la piña en su sitio y me miró extrañado. Le di la espalda y seguí caminando.
—¿Dije algo malo? —Gritó sin obtener respuesta alguna.
Santiago salió con un par de bolsas en sus manos, ¿qué tanto iba a preparar? Le ayudé a llevar dos. Caminamos en silencio, en todo el camino no se escuchó nada más que el viento y el crujir de las bolsas. De vez en cuando le lanzaba una mirada a Santiago, pero él mantenía su mirada en el camino.
Llegamos a casa. Santiago entró a la cocina todavía en silencio, quería hablarle pero no sabía qué decir, tampoco entendía por qué estaba tan callado, parecía molesto.
—¿Qué hago? —pregunté ayudando a sacar la comida de las bolsas.
—Ve a hacer tus cosas y yo te llamo cuando la comida esté lista —contestó concentrado en los ingredientes.
—Está bien —dije echando una botella de jugo en la nevera.
Fui a mi habitación, encendí el computador y busqué películas, le diría a Santiago que viéramos una. Sin embargo, no podía concentrarme, sentía que estaba haciendo las cosas mal y lo más probable era que así fuese. Me levanté y salí de la habitación, dejando el computador encendido.
—¿Quieres que ponga música? —pregunté asomando mi cabeza a la cocina. Santiago estaba recostado contra un mueble, con la mirada fija en el piso y los brazos cruzados.
Cuando me vio pegó un brinco y se paró derecho.
—Si quieres —dijo sonriendo y dándome la espalda.
—¿Estás molesto conmigo? —pregunté entrando en el lugar.
—No —dijo en un suspiro—. No te preocupes, pon música mejor.
—Bueno.
Fui a la sala, encendí el equipo de sonido y abrí el cajón de los discos. Llevaba mucho sin abrirlo, cuando escuchaba música solía buscarla por internet. Encontré uno de Radiohead, lo puse, la primera canción que sonó fue There, There.
Volví a la cocina.
—¿Esa está bien? —pregunté acercándome a Santiago.
—Sí.
Me recosté en la nevera.
—¿Te ayudo en algo? —pregunté un tanto avergonzado.
—No, no hace falta.
Pasó aproximadamente media hora. En ese tiempo estuve mirando a Santiago cocinar, no entablamos conversación, la música había sido buena idea. Nos sentamos en el comedor, la comida estaba deliciosa, el chico cocinaba muy bien.
—¿Quieres ver una película? —pregunté tratando de romper el silencio que me hacía sentir cada vez más incómodo.
—Debo hacer un par de cosas en casa —contestó llevando el vaso de jugo a su boca, yo ya había terminado de comer.
—¿En serio? —apoyé mis codos en la mesa.
—Sí.
—Pensé que te quedarías hasta más tarde —murmuré.
El chico terminó de beber su jugo y se levantó.
—Creo que lo mejor es que me vaya —llevó sus platos a la cocina.
Yo fui tras él.
—Deja eso ahí —dije al ver que el chico abría la llave del lavaplatos.
—Espero verte pronto, Alexander —lavó sus manos y se volvió hacia mí—. Espero estés mejor y si necesitas hablar puedes escribirme.
No me dejó contestar y caminó rápidamente hacia la puerta principal.
—Espera —me paré frente a la puerta—. No te vayas —dije, él abrió sus ojos con sorpresa.
—¿Por qué? —preguntó con el rostro inexpresivo.
—Porque se supone que haríamos otras cosas —respondí frunciendo el ceño.
El chico agachó la cabeza y rio por lo bajo.
—Es que es difícil, sabes —dijo volviendo a mirarme—. Yo intento que no me afecte, pero lamentablemente no puedo evitarlo. Creo que todo esto me hace mucho daño, y sí, soy feliz al verte, soy feliz al hablar contigo, al escuchar tu voz, pero —tomó un profundo respiro—. Siento que es inútil.
—Yo...
—Es inútil —repitió—. Yo no te gusto, a ti te gusta mi hermana. Supongo que todo esto ha sido un error y que no he hecho más que molestarte y me disculpo por eso, esa no era mi intención, yo sólo quería —mordió su labio inferior—. Yo sólo quiero verte feliz y pensé que podía ayudar, pero me equivoqué, por eso me voy.
—No te vayas.
—Por favor —Santiago trató de moverme de la puerta sin lograrlo—. Entonces respóndeme algo —me dio la espalda—. El beso, ¿qué significó para ti?
¿Qué significaba ese beso? ¿Qué me había hecho sentir? Eran preguntas que no podía responder. No estaba seguro de nada, no quería decir algo que pudiese lastimarlo y mucho menos algo que pudiera ilusionarlo y que al final resultara siendo nada.
—¿Al menos te gustó? —preguntó.
Sin pensarlo lo jalé del brazo para girarlo hacia mí y luego me lancé sobre él. Caímos al piso y lo besé, aunque no era muy bueno en ello aquel beso había despertado algo en mí. Nos besamos hasta sentir que se nos iba la respiración y al separar nuestros labios nuestros ojos hicieron contacto. Mi corazón latía con fuerza, posé mi cabeza en su pecho, podía escuchar el suyo también sonando como un tambor.
—¿Qué película querías ver? —preguntó rodeándome con los brazos.
Narra Tobi
Me encontraba ordenando un poco mi ropa cuando escuché el estruendoso sonido de la puerta principal. «Es Matt» pensé dejando la ropa en mi cama y corriendo hacia la entrada.
—Hola, Matt —frené mi paso al ver a mi padre recibiéndolo—. ¿Cómo te fue?
—Bien —contestó el chico, luego saludó a su madre y luego me vio a mí—. Hola, Tobi.
Mi padre clavó su severa mirada en mí.
—Hola, Matt —miré a mi padre—. Papá, quería ir a comprar un gel, ya casi se acaba el que tengo —dije como excusa para que mi padre no dijera que había ido a recibir a Matt.
—Ya sabes dónde está el dinero —respondió.
—Bueno, ya vuelvo.
Subí las escaleras corriendo y entré en la habitación de mi padre. En la mesa frente a la cama había un televisor y allí solían guardar el dinero, saqué un par de billetes y corrí escaleras abajo. Salí de la casa sin mirar si quiera en dónde se encontraba Matt y al cruzar la puerta la cerré y me recosté en ella.
—Esto es muy molesto —me lamenté. Era injusto que tuviese que alejarme de Matt para complacer a mi padre, ¿por qué no podía aceptarme? ¿Por qué tenía que decir que todo era por mi bien cuando se notaba que no pensaba ni un momento en mí?
Caminé a paso lento buscando una tienda, no encontré nada abierto. Caminé un poco más sin rumbo, hacía mucho frío, tenía los pies y las manos congeladas. Llegué a un parque y me senté en un banco. Miré a mi alrededor, observé las casas que todavía tenían luces encendidas, miré a algunas personas pasar, parejas, familias, una mujer paseaba su perro. Mi celular sonó, miré la pantalla, era Matt, no contesté. Vibró, volví a mirar la pantalla y tenía un mensaje suyo.
Matt: ¿Dónde estás? Ya tardaste demasiado. La comida se va a enfriar, vuelve pronto.
La pantalla se apagó y vi el reflejo de mi rostro en la pantalla, vi una sonrisa de oreja a oreja, era increíble cómo Matt lograba iluminar hasta la más oscura y triste noche.
Tobi: Ya vuelvo, es que no encontré un lugar abierto. Me tocará comprarlo mañana.
Me levanté del banco y corrí de regreso a casa. Cuando llegué, por fortuna mi padre ya se había ido a dormir. Subí en puntitas de pies a mi habitación, la luz estaba apagada pero Matt seguía despierto, al parecer jugaba algo en su celular.
—Hola, Matt —entré tratando de hacer el menor ruido posible—. ¿Cómo te fue? ¿Me trajiste algo?
—Lo olvidé —dijo dejando su celular en la mesa—. Me fue bien, fue divertido. Fuimos a karaoke y comimos mucho ya que todo nos salió gratis gracias a Santiago —se veía tan feliz—. ¿Y a ti cómo te fue?
—Bien —respondí—. También me divertí mucho —mentí en tanto buscaba mi pijama—. Mi padre parece estar mejor, creo que pensó muy bien las cosas y se disculpó, creo que las cosas volverán a ser como antes.
—Me alegra mucho, Tobi —dijo Matt—. Me alegra que no tengamos que alejarnos.
—Sí, a mí también.
—¿Volviste a hablar con Sam hoy? —Preguntó en un murmullo—. Es que no he hablado con él, no se conectó en todo el día y comienzo a sentirme preocupado.
—No te preocupes, Matt. Sam está bien, tal vez no pudo conectarse porque se quedó sin internet o algo por el estilo, no hay que ser negativos, Matt.
Me cambié en un rincón y me acosté. El castaño se encontraba acostado bocarriba con las manos bajo su cabeza, miraba el techo y parecía pensativo.
—Pero podía haberme llamado al menos —suspiró.
—Yo lo conozco es tan descuidado a veces, supongo que ni siquiera pensó en esa posibilidad —volví a mentir. ¿Qué clase de persona era? ¿Por qué no podía sólo decir la verdad? Sam engañaba a Matt, pero no era el único que lo hacía—. Duerme y deja de pensar en bobadas.
—Tienes razón —lo miré, él giró su cuerpo y se cubrió completamente con la cobija—. Gracias, Tobi —dijo en un bostezo—. Duerme bien, ten lindos sueños.
—Descansa, Matt —le di la espalda—. No pienses cosas tontas.
Fue una noche eterna, los segundos parecían minutos y los minutos horas. No dejaba de pensar en Sam e Irene, no podía creer que Irene estuviera haciendo eso, de Sam, por alguna razón, no se me hacía raro, pero de ella... pensaba que ella era diferente. Aunque la culpa no era suya, todo era culpa mía, yo la había usado, luego la había sólo tirado como si no fuese nada, como si no importase, le había mentido, muchas veces, como ahora le mentía a Matt. Las mentiras al parecer eran la característica principal de toda mi vida. Mis palabras eran una mentira, mis sentimientos eran una mentira, mis recuerdos eran una farsa, mis amigos tal vez ni existían, me sentía asfixiado, ya no podía más.
—Matt —dije en voz alta.
El chico soltó un quejido.
—¿Qué pasa? —respondió entre dormido.
—¿Qué harías si supieras que una persona que quieres mucho te ha mentido? —inquirí girando mi cuerpo nuevamente hacia él.
—¿Por qué me preguntas eso, Tobi? ¿Pasó algo?
—No lo sé, he estado pensando mucho en eso. Ya sabes, por lo de Irene, me siento un poco culpable y no sé —suspiré—. He pesado muchas cosas sobre las mentiras.
—Pues creo que siempre es mejor la verdad, si es eso a lo que te refieres. La verdad siempre saldrá a la luz y entre más tiempo pase más doloroso será aceptarla. Supongo que eso pudo haber pasado con Irene.
—Y si alguien te dijera algo que parece mentira pero no lo es ¿le creerías? ¿Qué harías, Matt?
—Pues no sé, la verdad. No puedo asegurar nada, uno no puede decir que actuara de una u otra manera pues hay muchos factores que influyen en las decisiones que se toman.
—Tienes razón —dije mirando hacia el techo.
—¿Estás bien, Tobi? Me preocupa mucho que digas todas estas cosas. No tienes por qué sentirte culpable, tú no querías lastimar a nadie, hay cosas que simplemente se salen de control, que no están en nuestras manos.
—Sí, estoy bien. Tranqui —respondí cerrando mis ojos—. Descansa, Matt. Perdóname por despertarte a estas horas.
Matt se quedó dormido enseguida, lo supe porque comenzó a roncar. Tomé mi celular, conecté los audífonos y puse música a todo volumen. Los ronquidos se acallaron y el sueño se apoderó de mí.
Narra Matt
Un par de semanas después del problema entre Tobi y su padre nos separaron de habitación. Mi nueva habitación me parecía enorme y un poco aterradora, tal vez era por lo vacía que se veía sin la cama de Tobi. Estaba seguro de que extrañaría nuestras charlas nocturnas, o a la hora que fuesen.
—¿Te gusta tu nueva habitación, Matt? —preguntó mi madre.
—Me hubiera gustado el primer día que llegué a esta casa, pero ahora preferiría la anterior —contesté con la voz apagada—. La verdad se siente muy sola y eso no me gusta. Además, Tobi me necesita, él tiene pesadillas en las noches y si está solo...
—Tranquilo, hijo. No te preocupes, Tobi va a estar bien, todos lo estaremos ¿bueno?
—Espero que sí —cerré el cajón de la ropa interior—. Tobi me había dicho que su padre se lo había tomado mejor, pero al ver esto creo que no es del todo cierto. ¿Se supone que debo dejar de hablar con él? —inquirí con el rostro cargado de preocupación.
—No, no tienen que dejar de hablar, eso no tendría sentido —respondió ella—. Esperemos a ver qué pasa, si Richard sigue con la bobada lo mejor será que yo me separe de él.
—No es justo. ¿Por qué tiene que ser así? Es su hijo, ¿por qué las personas son así? Siguen tratando mal a los demás por sus diferencias, ¿por qué no pueden sólo aceptar que hay personas que piensan y ven las cosas de forma diferente?
—Sé que es injusto y estúpido, y da rabia. Pero lamentablemente el mundo está lleno de personas que se quedaron estancados en el pasado, personas que no entienden que los tiempos cambian y que la libertad es algo que hace cada vez más parte de nosotros, como seres humanos. Lamentablemente seguimos siendo esclavos, de muchas cosas, esclavos sin cadenas, pensando que somos libres cuando ni siquiera podemos respetar la libertad de los demás.
Un par de golpes en la puerta interrumpieron nuestra conversación.
—Sigue —dijo mi madre.
—Matt, se te quedó esto —Tobi extendió sus manos hacia mí, con el cuaderno que en el pasado había sido parte de un obsequio suyo.
Sonreí al verlo, aquella había sido la primera vez en la que Tobi se había disculpado de forma sincera. La primera vez en la que había visto algo bueno en él, en la que me había conmovido.
—Gracias, Tobi.
—Tu habitación se ve muy bien —dijo el rubio.
—La tuya debe estar mejor, ahorita iré a verla —sonreí.
—Sí, se ve bien —se recostó en la pared. Mi madre salió de la habitación—. Pero le falta algo.
—¿Se siente vacía? —pregunté.
—Algo así —contestó el rubio.
—Esta también. Creo que faltas tú —reí. Miré a Tobi, el chico había agachado su rostro y estaba sonrojado. «Eres un torpe, Matt. ¿Cómo dices cosas así?» pensé—. Es que las habitaciones son muy grandes, ¿no?
—S-sí.
—Pero bueno, uno debe aceptar los cambios —dije tratando de evitar un silencio incómodo—. Y los cambios a veces son necesarios.
—Sí, algunos cambios son necesarios —Tobi me miró—. Pero este no.
No contesté. Tobi dijo que volvería a su cuarto y que me esperaba allá, si quería ir a ver cómo había quedado, le dije que iría enseguida terminara de organizar mi ropa.
Cuando me disponía a ir a la habitación de Tobi, recibí un mensaje de Sam. Me había enviado una canción y decía que al escucharla había pensado en mí. Me sentí muy feliz con ese mensaje, le dije que ya había terminado de organizar mi nuevo cuarto y que ya podía ir a verlo, él contestó que se sentía feliz pues ya podríamos tener privacidad, mi rostro se puso completamente rojo al leer eso.
Guardé el celular en mi bolsillo y fui en busca de Tobi. Toqué a la puerta, el chico me abrió enseguida.
—¿Qué te parece?
Tobi había pegado afiches en sus paredes, todos eran de celebridades, cantantes, actores, deportistas, se veía genial.
—Está muy chévere, ¿ves que está mejor que el mío?
—Bueno, pues la verdad es que sí.
Recorrí el lugar inspeccionando cada rincón de la habitación.
—Siento mucho que pasara esto, Matt. Es mi culpa.
—No digas eso —Tobi se había sentado en la cama—. Además, no es para tanto, ni que nos separaran mares u océanos, son sólo un par de paredes —palmeé su hombro.
—Pues se siente como si te hubieras ido muy lejos —respondió el rubio—. Es raro.
—Sí, es raro, ya parecemos actores de una de esas novelas que ve mi madre —ambos soltamos una carcajada—. Drama, drama y más drama.
—Espero que sea una novela con final feliz —dijo Tobi.
—No creo que pueda haber finales felices teniendo en cuenta que el único final es la muerte.
—Eso es aterrador, Matt.
Hablamos por alrededor de veinte minutos más y luego mi madre nos llamó a comer. Nos sentamos todos en la mesa, Richard actuaba como el primer día que lo vi, como si nada hubiera pasado en todo ese tiempo, nada que pudiera perturbar la paz de la casa.
Cuando fui a dormir sentí aún más la ausencia de Tobi, lo extrañaba mucho, me preguntaba cómo la estaría pasando él. Esperaba que no tuviese pesadillas, y si llegaba a tenerlas ¿qué haría? No pude pegar el ojo al pensar en Tobi, al pensar en que en aquel momento estaría también mirando al techo, sintiéndose solo y asustado.
Cerré mis ojos y traté de dormir, cuando estaba por quedarme dormido, la puerta de mi habitación se abrió. Pegué un brinco y estuve a punto de gritar, pero la mano de Tobi me detuvo justo a tiempo.
—Puedo quedarme aquí hoy —dijo en un susurro casi inaudible. Asentí con la cabeza—. Gracias, Matt. Espero no incomodarte, prometo que no será cosa de siempre.
—Tranquilo —contesté abriéndole campo en mi cama.
El rubio se acostó. Cerré mis ojos otra vez y logré dormir enseguida.
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"Me gusta lo que no tengo y quiero lo que no doy, no me comprendo a mi mismo, no sé entregarte la vida, tampoco vivir sin vos. Yo sé que de nada sirve, mi amor"
De nada sirve - No te va gustar
Hola a todos, ¿cómo están? Espero muy bien. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué creen que pasará? Espero les haya gustado.
Por otra parte, quería disculparme por tardar tanto en actualizar, quería actualizar hace un par de días, se supone que este capítulo sería dedicado a una persona por su cumpleaños u.u pero debido a un par de problemas familiares no he podido escribir bien. Además de que como tal no tendré vacaciones, son días difíciles y siento que el tiempo no me alcanza para nada, la vida es tan corta y el tiempo pasa tan rápido...
:'v no sé, todo es tan sad .-. Es que u.u no sé, cuando las cosas parecen mejorar caen otra vez. No sé, tal vez es porque simplemente no puedo sentirme bien :'v tal vez ya estoy muy amargada y por eso no puedo ver las cosas buenas, o si las veo me es imposible hacer que tengan más peso que las malas u.u el caso es que :'v no sé, escribir es algo que me ayuda, pero no me queda tiempo de hacerlo, no como quisiera, y eso me molesta. Tampoco sé por qué publico esto .-. es decir, todos tenemos problemas y cada quien los soluciona como puede, cada quien los afronta en su mayoría solos, pero pues no sé :'v supongo que últimamente he estado muy forever alone y pues ajá :'v
Como sea, espero les haya gustado el capítulo y pues ya que he visto algunos comentarios en donde dicen cosas como: me da asco que uses tal palabra, tal expresión, tal cosa, tal otra, pues qué puedo decir, si no les agrada no la lean, no quiero que terminen vomitando o algo por el estilo a causa de mi historia :'v
También me disculpo si llego a ofenderlos, algunas veces no sé cómo expresarme y doy a entender otras cosas, ese es el problema de comunicarse por escrito, o para mí es un gran problema ya que con los gestos y expresiones corporales aportamos mucho significado a nuestros mensajes y pues por escrito se me hace muy difícil.
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