Capítulo 46
Narra Matt
—¿Por qué no salimos a algún lado? —Dijo Luna tumbándose en el sofá—. Estar encerrados me parece muy deprimente —agregó en un suspiro.
—Es cierto —contestó el chico que se encontraba a su lado.
—Si ustedes dos no quieren salir, Cami y yo saldremos solos entonces —Luna se cruzó de brazos.
Miré a Santiago quien tenía el celular entre sus manos, casi pegado a su rostro, y sonreía con emoción, ¿con quién hablaba? Me pregunté, en el pasado no lo había visto tan concentrado en un chat, parecía no escuchar ni ver nada de lo que pasaba a su alrededor. Volví mi mirada hacia la pareja que se encontraba en el sofá más grande, Luna y Camilo. No podía creer que Luna volviese con él, después de todas las veces que había dicho odiarlo y no querer verlo otra vez. Pensé en Tobi e Irene y me pregunté si existía la posibilidad de que ellos pudiesen volver, tal vez en un futuro Tobi se diese cuenta de que en realidad siempre la había querido y que sólo había estado confundido, pero entonces ¿estaría todavía Irene para él?
—¡Matt! —Un grito de Luna me sacó de mis pensamientos—. ¿Qué pasa con ustedes dos? ¡Santi!
Santiago dejó escapar un profundo suspiro y luego dejó el celular en la pequeña mesa que se encontraba en la mitad de la sala, mientras sonreía y sus ojos brillaban.
—¿Tú con quién hablabas? —Inquirió Luna, extrañándose igual que yo del comportamiento de su hermano.
—Con mi novia —dijo Santiago con una sonrisa picarona.
—¿Novia? —Luna frunció el ceño, yo no pude ocultar mi expresión de asombro. ¿En qué momento había conocido a alguien? ¿Era alguien que ya conocía? ¿Por qué no nos había dicho? ¿Cuál era su nombre? Muchas preguntas rondaron mi cabeza y supuse que en la de Luna también—. ¿Lo de la novia era cierto?
—Pues claro —contestó Santiago—. Mañana saldremos —mordisqueó su labio inferior—. Debo ver qué me pondré así que los dejo, ustedes mirarán qué hacen.
El pelirrojo se levantó del sofá.
—Pero es mañana, Santiago —dijo Camilo—. No seas tan exagerado, no demuestres tanto o después la chica se aburrirá de ti o se aprovechará.
—No es así —contestó el pelirrojo caminando hacia su cuarto.
—¡Santi! —Gritó Luna—. No seas grosero, Matt vino a visitarnos y te vas a ir a encerrar en tu cuarto en lugar de aprovechar que está aquí —Santiago se detuvo, giró su cuerpo y comenzó a caminar de vuelta hacia nosotros—. Más bien ponte un saco y salimos a dar una vuelta y a comer algo. En la crepería es noche de karaoke.
Esperaba que Santiago se quedará con nosotros, no podía ni imaginar lo incómodo que resultaría ser el convertirme en el violinista de Luna y Camilo, además aquel chico nunca me había agradado. No podía entender por qué a Luna le gustaba, tampoco entendía la razón por la cual era tan cercano a Santiago, aunque Santiago era una persona muy agradable y por ello tenía muchos amigos, o creía tenerlos. Sin embargo, aquel chico nunca me había producido una pizca de confianza. Camilo era una de esas personas que saben usar las palabras, tenía el poder de la labia o de la parla, como le dicen por ahí y las personas así son las más peligrosas.
—Está bien —dijo Santi en una mueca—. Entonces vamos de una vez porque tengo cosas que hacer.
En menos de veinte minutos estábamos ya todos listos para salir. Luna tomó las llaves que se encontraban colgadas en la cocina y las echó en su bolsillo. Santiago apagó la luz de la sala y todos nos dirigimos a la puerta principal. Los hermanos habían dejado una nota pegada en la nevera que decía que iríamos a comer y que volveríamos antes de las 10.
Cuando llegamos al lugar buscamos una de las mesas que quedaban junto a la ventana. Como era noche de karaoke el lugar estaba repleto, incluso habíamos tenido que hacer fila para entrar. Había música a todo volumen, en ese momento un par de jóvenes estaban en la tarima cantando una canción de Pimpinela.
—¿Qué quieres comer, Matt? —Preguntó Santiago poniendo la carta en mis manos—. A mí me encanta La Parisienne y La compléte.
—Quiero uno dulce —respondí en tanto leía los nombres de los platos.
—Entonces te recomiendo...
En ese momento mi celular vibró, rápidamente lo saqué de mi bolsillo, era Tobi. Me disculpé con Santiago y le dije que debía salir a contestar, ya que había mucho ruido adentro. Salí del lugar corriendo, recibir una llamada de Tobi me preocupaba un poco, sólo esperaba que todo estuviese bien en casa.
—Tobi —dije al contestar—. ¿Está todo bien? —me apresuré a decir.
—H-hola Matt —respondió un tanto inseguro—. S-sí, bueno —se quedó pensativo—. Es que quería hablarte de algo, Matt. Hay algo que debo decirte, pero no sé si sea correcto hacerlo, no quiero que pienses mal de mí o que pienses cosas que no son.
—¿Qué pasa, Tobi? Puedes decirme.
—No sé si sea correcto hablar esto por teléfono —dijo—. ¿Cuándo volverás?
Le dije que volvería la noche siguiente, él dijo que me lo diría entonces, luego sólo se despidió y colgó. Miré la pantalla del celular, ya eran las ocho de la noche, la tarde se había ido volando. Guardé el aparato y volví con mis amigos. En toda la noche no pude dejar de pensar en la llamada de Tobi, sentía que algo malo había pasado, qué más podría ser, es decir, por qué Tobi llamaría de la nada si no fuese así, además, sonaba demasiado inseguro, aunque ya no podía decir que la seguridad fuese característica de Tobi, ya que con el tiempo que había pasado desde que lo conocí, había cambiado mucho, podría incluso afirmar que con el tiempo sólo se hacía más inseguro.
—¡Matt! —escuché un grito proveniente de la mesa, Santiago me estaba haciendo señas.
—Qué pena con ustedes, chicos —dije tomando asiento.
—Te pedí uno de arequipe y frutas, si no te gusta ni modo, te lo comes —gritó el pelirrojo, la música estaba muy fuerte en aquel momento—. También te informo que te anotamos en la lista de karaoke —el chico guiñó el ojo.
—¿Qué? —Mi rostro se puso rojo—. Yo no voy a cantar y mucho menos frente a tanta gente, me da pena.
—Deja la pena, Matt. Todos vamos a cantar —dijo Luna—. Además es una canción que te gusta —la chica se veía muy feliz, tenía su cabeza recostada en el hombro de Camilo.
En ese momento en el escenario se subió un hombre que llamó al siguiente participante.
—Es mi turno —se levantó Santiago—. Deséenme suerte, chicos.
Al final las personas votaban por su favorito, el premio era muy bueno, si alguno de nosotros ganaba, todo lo que consumiéramos en la noche sería gratis.
—¡Vamos! —gritó Luna poniéndose en pie.
Todos aplaudían y en cuanto la canción comenzó a sonar se quedaron en silencio.
—Ya perdí el miedo ancestral a la casualidad —comenzó a cantar, no era muy afinado, pero le sonaba bien—. Vamos a pelo a galopar contra la eternidad. Es tan cierto, seremos estrellas. Estrellas del cielo, de esas de verdad —Las personas seguía la canción con sus voces y sus palmas—. En lo alto donde no se juzga lo bueno, lo malo, ni la libertad. Somos hijos del peligro. Nada nos sabe tocar.
Conocía la canción, me la sabía de memoria y me encantaba, su mensaje era simplemente precioso, un llamado a la aceptación, al amor, a ser valientes, dejar el miedo a un lado, ser capaces de ser nosotros mismos sin temor, puesto que hay cosas por las que vale la pena luchar, hay cosas por las que vale la pena, y es necesario, arriesgarse, por las que debemos estar dispuestos incluso a morir, cosas como la libertad.
Cuando Santiago terminó de cantar el lugar se llenó de aplausos.
—El premio ya es nuestro —dijo Luna sonriendo.
Después cantó ella, luego Camilo y al final yo. Luna cantó Hasta la piel, Camilo Alma en pedazos, y finalmente yo Ese maldito momento. Como lo había dicho Luna, cuando terminó el espectáculo el premio fue nuestro, Santiago con Hijos del peligro nos ahorró una buena suma de dinero. Luego de un par de minutos después de que terminara la hora del karaoke volvimos a casa. Cuando llegué tenía una, o algunas, llamada perdida de Tobi y una de Sam.
Narra Tobi
Matt no contestaba, ya le había marcado al menos unas veinte veces y comenzaba a sentirme ansioso. Estaba solo en mi habitación, en todo el día no había vuelto a intercambiar palabra alguna con mi padre y supuse que así sería por un tiempo, aunque él dijese que no pasaba nada y que todo había sido un error, sabía que en el fondo todas sus palabras de odio hacia mí y hacia quién era, eran totalmente verdaderas, tal vez aquella tarde era la única vez en la que de la boca de mi padre habían salido palabras sinceras.
—Contesta, Matt —insistí a tiempo que me lanzaba en mi cama, bocarriba—. Tienes que saber la verdad sobre Sam, no me importa lo que pase, te lo diré todo. Vamos, contesta.
Miré la pantalla, eran las once de la noche, volví a marcar su número.
—¿Tobi? ¿Está todo bien? Vi que me habías llamado, ya te iba a marcar, ¿pasó algo?
—Creo que lo que debo decirte no puede esperar —dije, mi corazón comenzaba a latir con fuerza—. Es algo muy importante y delicado y necesito que me escuches y que me creas. ¿Confías en mí, Matt? Yo sólo quiero que seas feliz, tú lo sabes, sabes lo mucho que te quiero.
El chico guardó silencio un instante.
—Me estás asustando, Tobi —habló en voz baja—. ¿Qué ocurre?
—Lo que pasa es que hoy —me detuve un momento mientras organizaba mis palabras, estaba muy nervioso—. Es que hoy vi, bueno yo hablé —mi voz temblaba—. La cosa es que hoy fui a casa de...
—Tobi —Matt me interrumpió—. Cálmate y habla más despacio, no logro entenderte nada.
—Primero respóndeme algo —dije respirando lenta y profundamente para calmar mis nervios.
—Claro.
—Matt, ¿tú quieres a Sam? —pregunté y rogué a todos los dioses, de todas las religiones existentes y por existir, que su respuesta fuera "no".
—¿Qué? ¿Por qué me preguntas eso, Tobi?
—Responde, sólo dime si lo quieres o no y no creas que es algo que tenga que ver conmigo, ya dijimos que no volveríamos a hablar de ello y así será. Sólo quiero saber si lo quieres.
—Sí —contestó—. Por supuesto que lo quiero, Tobi, de lo contrario no saldría con él. ¿Qué sentido tendría salir con alguien a quien no quiero?
Pasé saliva con dificultad, sentí el fluido quemando mi garganta que se sentía seca.
—Entiendo —respondí. Sentí unas profundas ganas de buscar a Sam y golpear su estúpida cara.
—Dime qué pasa, Tobi. ¿Sam está bien? —La voz de Matt se tiñó de preocupación.
—No —Le contaría todo, debía hacerlo, por el amor que le tenía debía hacerlo. Aunque Matt saliera lastimado, aunque sufriera, llorara, se llenara de dolor debía hacerlo y debía estar allí para él, debía darle mi mano y no dejarlo caer—. Hoy me encontré con Sam y hablamos de algo que puede resultarte muy doloroso pero que debes saber, Matt —suspiré.
—¿Sam no me quiere? —dijo enseguida, su voz, al soltar esas palabras, sonó muy triste. No contesté, mi corazón se encogió—. Dime, Tobi, ¿es eso? ¿Por eso es que algunas veces no me habla o me deja plantado?
—No estés triste, Matt —dije con voz queda.
—Traté de hacer las cosas bien —su voz sonaba entrecortada. Lo único que deseaba en el momento era tener a Matt frente a mí y abrazarlo—. Supongo que no basta con intentarlo.
—No digas eso, Matt —interrumpí—. No llores, ni estés triste.
—No estoy llorando —escuché la respiración de Matt, luego un ruido que me indicó que trataba de hablar pero no podía hacerlo.
—Pero entonces, no te pongas así, Matt. Escúchame —No podía con ello, no podía seguir sabiendo que lo lastimaba—. No es por eso, Matt. No me dejas ni hablar, tranquilízate.
—No sé, tengo miedo.
—Sam te quiere —dije sin pensar—. Hoy me lo dijo, me dijo que te quiere mucho —mentiras y más mentiras, la vida está llena de ellas, tal vez son necesarias para hacerla más fácil—. Y pues de lo que me habló fue de que tenía miedo de que no sintieras lo mismo. Dijo que últimamente no había estado muy pendiente de ti y que temía que por ello tus sentimientos pudieran cambiar y bueno, me pidió que te preguntara eso y pues se supone que no debía decirte sobre nuestra conversación, pero ni modo, ya la cagué. Sólo no le digas nada de esto ¿bueno?
—¿Es en serio? —Escuché una risa del otro lado—. Me asústate, Tobi. Eres un idiota.
—Sí, un completo idiota —susurré.
—¿Cómo? —Por fortuna Matt no me escuchó.
—Nada, Matt. Eso era de lo que tenía que hablarte. Nos vemos mañana en la noche. Duerme muy bien y tráeme algo —me despedí, tenía que colgar, no me sentía bien.
—Está bien, descansa también, Tobi, ten lindos sueños.
«Sólo los tengo cuando estás tú» pensé.
—Eso espero. Chao, te quiero —dije y sin dar tiempo de respuesta colgué.
Narra Alexander
El estruendoso sonido del timbre me despertó. Asomé mi cabeza por las cobijas, miré el reloj de mesa, éste marcaba las diez de la mañana. ¿Quién podría estar llamando a la puerta a esa hora? O bueno lo de la hora no importaba, ¿quién podría estar llamando a la puerta?
Me levanté con desgana y me dirigí a la puerta medio dormido. Volvieron a tocar el timbre, el sonido me hizo pegar un salto.
—Ya va —grité molesto. Tomé las llaves y mientras frotaba mis ojos con una mano, abrí la puerta con la otra—. ¿Qué pasa? —Levanté mi rostro.
—Hola, Alex —Era Santiago—. Sabía que te encontraría durmiendo, deberías darme las llaves de tu apartamento y así no tendría que despertarte para poder entrar.
Me sonrojé, lo empujé y cerré la puerta. Santiago comenzó a golpear.
—Ábreme, teníamos una cita ¿recuerdas?
Corrí al baño y me miré en el espejo, era un completo desastre, me sentí avergonzado. Abrí la llave del lavamanos y lavé mi cara y mis dientes, después de secarme busqué una gorra y me la puse para ocultar mi cabello, luego corrí de vuelta a la puerta y la abrí con lentitud.
—Pensé que no abrirías —El chico estaba recostado en la pared del otro lado.
—¿Por qué viniste? No quedamos en eso, no quedamos en nada —le di la espalda y di un par de pasos hasta la sala—. La cita estaba cancelada —agregué sentándome en el sofá y cruzándome de brazos—. Y no era una cita.
Escuché la puerta cerrarse.
—Sabía que no saldrías con nada así que vine por mi cuenta, así te obligo a cumplir —dijo parándose frente a mí.
—No quiero salir —suspiré—. Estoy cansado, tengo muchas cosas por hacer.
—¿En serio? ¿Cómo qué?
—Cosas que no son de tu incumbencia.
—Bueno, entiendo. Pues no me molesta verte haciéndolas, incluso podría ayudarte —se acercó más a mí.
—No necesito tu ayuda —respondí con frialdad.
—¿Ya desayunaste? —preguntó el pelirrojo.
Negué con la cabeza.
—Entonces sí necesitas mi ayuda —se dio la vuelta y caminó hacia la cocina.
—Espera, no entrarás ahí hoy —corrí tras él—. No necesito que cocines para mí —lo tomé del brazo—. Y tampoco tengo hambre. Iré a bañarme y ahorita miramos qué hacemos.
Santiago sonrió. Le dije que podía esperarme en la sala. Tardé una media hora en alistarme, cuando fui a buscar al chico en la sala lo encontré durmiendo en el sofá, y se quejaba de mí por andar durmiendo todo el tiempo, pensé en tanto me acercaba a él.
—Oye —lo piqué con mi dedo índice en un hombro—. Oye, despierta, no tardé ni una hora y mira.
El chico se movió y abrió los ojos.
—L-lo siento —dijo en tanto se sentaba—. No dormí muy bien anoche.
—¿Y eso? —se me escapó la pregunta.
—Fui al karaoke con mi hermana y unos amigos y luego al llegar no podía dormir —frotó sus ojos y luego se estiró para espantar el sueño.
—¿Sufres de insomnio? —pregunté al no saber qué más decir.
—No —contestó—. Aunque podría decir que un poco desde que te conocí.
Nuevamente mi rostro enrojeció. Agaché la cabeza enseguida, odiaba sonrojarme y más cuando era por sus palabras.
—Deja de decir bobadas —mantuve mi mirada en el piso.
—No son bobadas —dijo Santiago—. O bueno, puede que lo sean. Supongo que a veces la verdad suena muy estúpida, pero bueno, sigue siendo la verdad, así que no veo por qué no decirla.
—No son bobadas —le di la razón—. Pero no digas cosas así.
Antes de que contestara le pedí que me esperara un momento ya que debía revisar un correo. Estaba esperando la confirmación por parte de mis padres sobre su viaje, para saber la fecha y hora exacta en la que llegarían. Todos esos días lo primero que hacía al despertar era revisar el Skype a ver si tenía algún mensaje de ellos.
Santiago me pidió que le dejara acompañarme, pero le dije que no pues mi habitación estaba muy desorganizada, supuestamente, y me daba pena. Insistió y agregué que era algo muy personal y que necesitaba verlo solo.
—A ver —El Skype estaba cargando. Cuando por fin abrió vi que tenía un mensaje de mi madre, me sentí emocionado—. Abre, abre —el computador estaba un poco lento.
Hola, hijo. ¿Cómo estás? Antes que nada queremos decirte que te queremos mucho y que eres lo más lindo e importante que tenemos en nuestras vidas, nunca lo olvides, por favor. Me duele mucho tener que escribirte esto, sé que has esperado mucho para vernos y nosotros también, y deseamos mucho que ese día llegue, pero me temo que tenemos que aplazar el viaje. Nos resulta imposible viajar en este momento, nos han pedido que nos quedemos un poco más y nos dicen que nuestra presencia es fundamental. Espero comprendas, hijo. No pienses que no iremos, lo haremos, pero habrá que mover el viaje un poquito. Te queremos mucho, por favor, no pienses que no es así, ni que el trabajo es más importante que tú, pero sabes que la labor que hacemos aquí es necesaria.
En aquel momento sentí como si me inyectaran el dolor en las venas, lo sentí recorrer cada parte de mi cuerpo, de los pies hasta la cabeza, hasta llegar a mis ojos y convertirse en lágrimas. ¿Cómo podían decir que era lo más importante cuando ponían cualquier cosa sobre mí?
Pasó un par de minutos, en los cuales estuve sentado frente a la pantalla, mirándola fijamente, leyendo y releyendo aquel mensaje. Con las lágrimas brotando de mis ojos, recorriendo mis mejillas y pintándolas de un color rojo.
—Alex —tocaron a la puerta de mi habitación—. Alex, ya pasó un buen rato, ¿está todo bien? ¿Puedo entrar?
No contesté. Sólo cerré mis ojos y me dejé caer en la cama, me acosté bocabajo y hundí mi cabeza en la almohada.
—¡Alex!
La puerta se abrió.
—Alex ¿estás bien?
Sentí sus frías manos en mis brazos.
—Estoy bien, vete —dije levantando un poco la cabeza.
—¿Qué pasó? —Preguntó sentándose en la orilla de la cama—. Alex.
—Pasa que quiero que te vayas, quiero estar solo ¿es tan difícil de entender?
El chico se puso de pie, sin decir una sola palabra. Escuché sus pasos, luego no escuché nada. Me quedé dormido, no sé por cuanto tiempo y cuando desperté sentí una mano acariciar mi rostro. Abrí mis ojos por completo, Santiago estaba frente a mí, estaba arrodillado junto a mi cama y me acariciaba mientras me veía dormir.
—No digas nada —pidió, en su rostro había una expresión triste—. No digas nada si estás a la defensiva. Trata de alejar los malos sentimientos antes de hablar y verás que te sentirás mejor.
Me senté en silencio y lo miré, él no había quitado su mirada de mí.
—Vete —dije mirándolo a los ojos.
El negó con la cabeza.
—No me iré —contestó poniéndose de pie.
—No quiero salir —mascullé clavando mi mirada en el computador.
—Lo sé —dijo él sentándose en mi cama—. Sé que no quieres salir, tal vez tampoco quieras levantarte. Sé que dices querer estar solo, tal vez una parte de ti lo quiera, pero también sé que en el fondo no es eso lo que quieres.
Agaché mi cabeza y cerré los ojos.
—No quiero escucharte más.
—Confía en mí —el chico tomó una de mis manos y la llevó a sus labios, enseguida la besó—. Yo no te lastimaré, no quiero hacerte daño, sólo quiero verte sonreír y en este momento estás amargado.
—Tú no sabes nada de mí.
—Dime qué debo saber —puso una de sus manos en mi mejilla. Mi boca comenzó a temblar.
—Vete, por favor —mi voz también temblaba.
—Me iré cuando vea que estás bien —El chico me miraba fijamente a los ojos.
—Estoy perfectamente —mentí casi al borde de las lágrimas.
—Eres un mal actor —sonrió con tristeza—. Y eso me alegra. ¿Sabías que en un libro de Diderot dice que los buenos actores son los que demuestran todo sin sentir nada? Me alegra que puedas sentir y demostrar lo que sientes. Si quieres llorar, llora, te presto mi hombro.
—No quiero llorar —alejé su mano de mi rostro.
—Entonces por qué tus ojos están llorosos —Santiago alejó el cabello de mi rostro—. Mírame —le miré—. Tengo que disculparme por algo —sus ojos estaban cargados de preocupación—. Yo leí el mensaje de tu madre.
—¿Qué? —Enseguida sentí mi corazón invadido por la ira—. ¿Quién te crees que eres? Quiero que te vayas y que no vuelvas nunca más, deja de meterte en mis cosas. Deja de fingir que te importo y desaparece de mi vida.
Santiago me abrazó con fuerza, trate de soltarme de su agarre, pero era obvio que tenía mucha más fuerza que yo.
—Tú me importas —dijo—. Le importas a muchas personas, no dejes que cosas como esta te hagan pensar lo contrario. ¿Crees que vendría hasta aquí si no me importaras? ¿Cree que diría este montón de cosas si no fueses importante para mí? ¿Crees que ando por ahí diciendo esto a todo el mundo?
Cada vez luchaba con menos fuerza.
—Confía en mí, yo no te lastimaré —se separó de mí—. No estás solo —dijo limpiando mis lágrimas—. Nunca lo estarás —el roce de su mano se sentía muy bien—. Siento mucho si te he hecho sentir incómodo y si lo vuelvo a hacer, es sólo que, no soporto la idea de saber que estás triste. Me gustas mucho, ¿entiendes?
Su compañía hacía que el dolor se suavizara.
—Lo siento mucho —levanté mi rostro y lo miré a los ojos. Cerré mis ojos y respiré hondo y antes de abrirlos sentí sus labios sobre los míos.
https://youtu.be/-F1D_X6hfmc
"Estoy volando... Tomando mis manos yo mismo, compartiendo mi vida conmigo mismo, segando la soledad que sembré en estos campos que siempre alimenté. Escarbando en la negrura de mi mente. Moriré completamente solo".
Saturnus - All alone
Hola a todos ¿cómo están? Aquí dejo nuevo capítulo. ¿Qué les pareció? ¿Qué creen que pasará? En esta nota quiero decir muchas cosas. Primero quiero responder a algunas preguntas, o más bien aclarar un par de cosas, que he visto por ahí y que me parecen importantes.
1. La primera es sobre por qué Matt y Tobi deben compartir la habitación si la casa es grande. >w< debo admitir que eso fue algo que no pensé al escribir, para qué voy a mentir, sé que hay unas cuantas incoherencias en mi historia y son cosas que debo arreglar más adelante cuando la haya terminado. Si tuviera que dar una respuesta sobre ello diría que es porque sus padres querían que compartieran más tiempo juntos pues sabían que de lo contrario probablemente nunca se hablarían, más teniendo en cuenta la personalidad de Tobi.
2. La segunda es sobre el hecho de que "todos resulten gays de la nada". No resultaron gays de la nada. Matt siempre lo fue y digamos que salió del closet desde pequeño, Santiago lo era pero lo ocultaba, Tobi lo era desde niño pero su padre lo llevó a terapias, Alexander como tal no es gay, diría que es más bien demisexual, en cuanto a Sam pues como ya sabrán él está enamorado de Irene, por lo que es heterosexual. Y si para algunos es un chiché pues sólo puedo decir que la vida está llena de eso y está historia toma como base la vida cotidiana, es una historia que toma datos de la vida real, de personas normales y pues lo dice una persona que de la nada descubrió tener muchos amigos gays >w< y sí que fue de la nada xD!
3. Sobre por qué Sam no dejó de ser amigo de Tobi después de que él comenzara a salir con Irene, ya que Sam, de cierta manera "la vio primero". Yo creo que la amistad es algo importante, es más importante incluso que el amor, esto es algo que muchas veces no entendemos o lo hacemos demasiado tarde. Yo no terminaría una amistad por algo como eso, primero porque pues que a ti te gusta alguien no lo hace tuyo, ni significa que a alguien que lo sepa no le pueda gustar. Cosa distinta sería que Sam hubiera estado en una relación con Irene y luego ella le terminara por Tobi, pero no fue así, Sam ni siquiera intentó tener algo con ella. Por otra parte, Sam trató de seguir con su amistad con Tobi, eran pequeños, él era importante para Sam, pero con el tiempo fue que Sam comenzó a desarrollar sentimientos negativos debido a que no pudo superar lo de Irene.
Creo que esas son todas las cosas que quiero aclarar por ahora. Si tienen preguntas de ese tipo, déjenlas en los comentarios. Ustedes me ayudan a darle más sentido a la historia y a corregir las cosas que hace falta <3 Gracias por eso.
Por otra parte. Sobre las canciones del karaoke, todas fueron latinas ¿por qué? Porque quiero seguir insistiendo en que en américa latina no solo hay reggaeton, hay muchos artistas, muy buenos que deberían ser más reconocidos que esa "música" que no aporta nada. Así tenemos por ejemplo: representando a Chile Hijos del peligro de Me llamo (Sebastián), representando a México Hasta la piel de Carla Morrison, por parte de Uruguay Ese maldito momento de no te va gustar y por parte de mi querida Colombia Alma en pedazos de Superlitio. Por un mundo más bello gritemos todos: No más reggaeton :v
Finalmente, se que esto es muy largo y para todos mucha mierda :v pero pues no sé (no tengo con quién hablar :'v) Quiero expresar mi tristeza. Estoy muy triste, siento que aunque uno trate de encontrar cosas por las cuales sentirse bien en el mundo, siempre habrá algo que te dice: El mundo está lleno de mierda, el mundo es un lugar triste, miserable. Hace un rato vi la noticia de la explosión en un centro comercial de Bogotá, sé que no es algo que deba sorprenderme pues el terrorismo, de cierta manera, se ha vuelto "normal", está en todas partes, el terrorismo y la violencia actualmente son características de nuestra desgraciada sociedad. Todavía creo que no han dado mucha información sobre el atentado, pero me llena de temor, ningún lugar es seguro, siempre lo he sabido, pero es un hecho tan triste. ¿Será que algún día dejaremos de ver tanta muerte y tanto dolor?
Y bueno, dejaré hasta aquí, no quiero aburrirlos más. Espero les haya gustado el capítulo y gracias, mil gracias a todos por seguir esta historia <3 Ustedes alegran mis días, gracias por eso.
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