Capítulo 39

Narra Matt

—Huele delicioso —dijimos al unísono, con nuestros ojos clavados en la torta que acababa de salir del horno.

—¡Luna! —Santiago parecía molesto, estaba mirando su celular—. Dile a tu ex amorcito que me deje en paz, se la pasa hablando de ti y pidiéndome información, dile que ya no estás interesado en él o yo qué sé.

—Ya te dije que le dijeras que salgo con alguien —contestó ella.

—Pero no deja de insistir, dile tú.

—Yo lo tengo bloqueado —Luna rodó los ojos—. Deberías bloquearlo tú también.

—Pero es mi amigo. ¿Cómo puedes decir...

—¡Silencio! —Luna hizo un gesto extraño—. Creo que está sonando un celular, ¿no será el tuyo, Matt?

En ese momento llegaron los padres de Luna y Santiago. Se saludaron de besos y abrazos, y luego me saludaron a mí, la señora me abrazó, el señor me dio un apretón de manos. Luna les dijo que teníamos una sorpresa y luego Santiago salió con la torta en mano. La pareja se quitó los abrigos y dejó las maletas en un rincón. Todos nos sentamos en la sala a comer y a hablar. Olvidé por completo lo del celular, y no le tomé importancia, supuse que era mi madre para preguntarme cómo estaba, le llamaría en la noche.

Terminamos de comer. Los padres de Luna nos invitaron al teatro, había un evento de danzas, sonaba interesante. Cuando fui a la habitación de Luna, en donde había dejado cargando mi celular, lo tomé y noté que tenía muchas llamadas perdidas.

—¿Irene? ¿Por qué Irene me llama? —Murmuré en tanto deslizaba mi dedo sobre la pantalla, para ver si todas eran de ella, pero no—. Tobi... —El primero que me había llamado había sido él—. ¿Qué pasaría?

Me sentí muy preocupado, no era normal que ese par me estuviera llamando y menos de una manera tan desesperada. Eché mi celular en el bolsillo de mi pantalón. «Los llamaré en cuanto volvamos a casa» pensé.

Eran aproximadamente las cinco de la tarde y el día había estado en su totalidad muy oscuro, se me hizo extraño que todavía no estuviera lloviendo. Tomé un abrigo y busqué mi sombrilla por si llovía. Cuando iba a salir del cuarto mi celular sonó. Rápidamente lo saqué del bolsillo, era Irene.

—¿Hola? —Contesté.

—Matt —Irene parecía estar llorando—. ¿Tobi no está contigo? —preguntó, su voz sonaba cortada.

Le dije que no, que tenía un par de llamadas perdidas de él, pero que no sabía para qué me necesitaba. Le pregunté qué había pasado, me dijo que era una larga historia y que no podía hablarlo por teléfono, agregó que Tobi no había vuelto a casa después de una discusión con su padre y que nadie sabía de su paradero. En aquel momento, dijo Irene, se encontraban en una estación de policía tratando de poner la denuncia sobre la desaparición de Tobi, pero no era posible debido a que había que esperar 72 horas para poder considerarlo como desaparecido.

Después de la llamada quedé helado. Me sentí muy mal, me sentí culpable, no había contestado las llamadas de Tobi y a mi mente llegaba la idea de que tal vez el haberme ido esos días, después de que Tobi se había abierto de esa manera conmigo, no había sido la mejor idea. Traté de calmarme un poco antes de buscarlo en mis contactos, sin embargo, estaba demasiado nervioso.

—¡Matt! —La puerta se abrió de golpe haciéndome pegar un brinco.

—¡Dios! —Grité—. No vuelvas a asustarme así.

—¿Estás bien? —Luna me observó con detenimiento, fijó luego su atención en mis manos y en el aparato que éstas sostenían—. Te ves pálido.

Negué con la cabeza.

—T-tengo que irme —comencé a buscar mis cosas para empacar—. Dile a tus padres que vayan al teatro sin mí, yo debo volver a casa —Luna me miraba confusa.

—¿Qué pasó? —Inquirió con la voz cargada de preocupación.

—No puedo hablar ahora, tengo que irme ya —dije cerrando la cremallera de mi maleta—. Siento tener que irme así, pasó algo en casa, luego te cuento.

Salí de la habitación. Cuando llegué a la sala todos me estaban esperando, al verme no podían entender por qué tenía todas mis cosas conmigo. Me preguntaron por qué me iba, les dije que tenía que llegar a casa lo más pronto posible y se ofrecieron a llevarme a ella. El viaje fue silencioso, ninguno de ellos hablaba, todos parecían preocupados, y yo no podía dejar de mirar por la ventana y pensar en que algo malo podría estarle pasando a Tobi y en que yo de manera egoísta me había alejado.

Ya estábamos por llegar a casa. La noche había caído por completo sobre nosotros. Limpié la ventana del auto, se encontraba muy empañada debido a que había comenzado a llover.

—Llegamos —dijo el padre de Luna.

Agradecí a todos por los días en que me habían recibido y por llevarme a casa, me disculpé debido a que habían perdido las boletas, el evento ya debía estar por terminarse. Me bajé del vehículo y corrí a casa. Estando ya dentro no encontré a nadie, subí a mi cuarto y dejé mis cosas en la cama. Saqué mi celular e intenté llamar a Tobi, pero no contestaba.

—¿Qué hago? —Pregunté a la nada—. Contesta —volví a intentar, al fin obtuve resultado.

Nadie habló del otro lado.

—¿T-Tobi? ¿Eres tú Tobi?

—Ya no quiero estar aquí, Matt —dijo. No estaba bien, realmente no lo estaba, su voz me transmitía dolor y temor—. Mi madre se fue —agregó. Me sentí muy confundido, ¿por qué hablaba de eso? ¿Por qué lo decía como si fuese algo nuevo?—. Ya no volverá nunca, así como yo nunca debí haber nacido, Matt. Arruiné su vida, la hice más miserable de lo que era. Matt —sentí miedo, miedo de lo que había pasado y yo no sabía, miedo de lo que podría pasar si no decía las palabras correctas, si llegaba tarde, aunque ya lo había hecho—. Matt yo ya no sé qué hacer, toda mi vida he esperado por algo absurdo, eso era lo único que quería y ahora todo está oscuro, ahora hay un vació en mi pecho y siento que me consume, siento que me tragará y entonces desapareceré.

—T-Tobi —interrumpí, aunque no sabía qué decir, tenía mucho miedo—. Tobi, dime dónde estás e iré por ti, así podemos hablar mejor, ¿no crees?

—No —dijo secamente—. No necesito hablar, ya no. Ya estoy aquí.

—Dime en dónde estás —mis manos comenzaron a temblar y casi dejo caer mi celular—. Por favor, Tobi. Tenemos que hablar. No sé qué ha ocurrido en mi ausencia, pero sé que haberme ido no fue buena idea, siento haberme ido, Tobi, pero por favor dime dónde estás y no te vayas.

—Adiós Matt —dijo. Aquel adiós me estremeció y llenó de temor hasta la última célula de mi cuerpo.

—Espera —grité—. No puedes irte así, no puedes irte sin decirme qué ocurre, sin decirme en dónde estás. Dime qué puedo hacer para ayudarte, dime qué quieres que haga y lo haré.

—Tú tienes la clave —susurró y luego la llamada finalizó.

Enseguida busqué el número de mi madre y le marqué. Cuando contestó le dije que había hablado con Tobi y le conté todo lo que había dicho, le dije que tenía mucho miedo, que teníamos que encontrarlo antes de que fuese tarde. Cuando se informó a la policía sobre la llamada y sobre un posible intento de suicido comenzaron a actuar. Acudí a la estación en la que se encontraban, al llegar mi madre consolaba a Richard, mientras éste no paraba de llorar. Frente a una ventana vi a Irene, con el rostro apagado y la mirada perdida.

—Lo vamos a encontrar —dije poniendo mi mano sobre su hombro.

—No contestó ninguna de mis llamadas —masculló entre dientes—. ¿Por qué las tuyas sí? ¿Por qué no habla conmigo y contigo sí? —preguntó con amargura.

—Creo que eso no tiene importancia ahora —respondí un tanto molesto—. Lo importante es que aparezca.

Irene pasó la manga de su blusa por sus ojos para limpiar las lágrimas.

—Tienes razón, lo siento —dijo y luego de dar un profundo respiro me miró fijamente a los ojos—. ¿No dio alguna pista de dónde pueda estar?

—No. N-no lo sé —traté de recordar todo lo que había oído en aquella llamada. A mi mente llegó la palabra clave—. Dijo que yo tenía la clave, luego sólo colgó. Qué se supone que signifique eso. No tengo la menor idea de en dónde pueda encontrarlo.

—Ya lo hemos buscado en los lugares a los que le gusta ir —Irene volvió su mirada a la ventana—. ¿Nunca te habló de un lugar al que fuese solo? ¿O de algo que nadie más supiera? No sé, ¿no sabes si tenga algún cuaderno en donde escriba cosas? Tal vez eso nos dé pistas.

Recordé que él me había dado la contraseña de su computador y que allí había encontrado muchas cosas privadas, escritos, fotos, en fin, Irene tenía razón, lo que sea que hubiera en ese aparato podía servirnos para encontrarlo. Tal vez a eso se refería al decir que yo tenía la clave. Le comenté aquello a Irene y ambos salimos, sin decir nada, hacia la casa.

Al llegar yo corrí con rapidez hasta mi cuarto, levanté la tapa del computador de Tobi y cuando llegó el momento de digitar la contraseña no pude, no la recordaba.

—No puede ser —traté de calmarme, mis manos temblaban, todo mi cuerpo temblaba.

—¿Qué pasa? —preguntó ella.

—No recuerdo, no logro recordarlo en este momento —cerré mis ojos—. Era algo como...

—Matt —Irene tomó una de mis manos y la apretó—. Trata de tranquilizarte.

—Aquí hay una "e" —dije pasando el mouse por el signo de ayuda—. Antes de que Tobi me diera la contraseña pensé que sería Elisa, por la conversación que había escuchado entre mi madre y Richard. Pero no, era algo totalmente distinto. Era un lugar.

—¿Un lugar? —Irene trataba de encontrar también la respuesta en sus recuerdos.

—Y un color —agregué—. Creo que era azul.

—Pásame tu computador —dijo Irene. Le dije que estaba bajo mi cama, lo tomó y lo encendió. Yo no tenía contraseña—. No debe ser muy lejos de aquí —comenzó a escribir en el aparato—. ¿La ballena azul? ¿Qué clase de estupidez es esta?

—V-ven —le quité el computador de las manos. Entré a Google Maps y escribí la palabra azul, salía muchas cosas. Solté un suspiro lleno de frustración—. Tobi confía en mí —susurré, me dolía el no poder recordar algo tan simple—. Si algo le pasa será porque no pude hacer lo que él esperaba.

Al ver que mi esperanza se hacía añicos Irene me quitó nuevamente el computador y continúo mirando.

—¿Pescadería azul profundo? ¿Jardín el topo azul? ¿Hotel el lago azul?

—¿Lago azul? —Volví hacia el computador de Tobi y escribí esas dos palabras. La ventana de inicio apareció frente a nosotros—. Era esa, lago azul.

Enseguida abrí la carpeta en donde estaban los archivos de Word.

—Ahora en dónde buscamos —me sentía emocionado y nervioso.

—Él dijo que tenías la clave —Irene escribió algo en el computador—. El lago azul es una reserva cercana, está a unos 20 minutos en taxi.

—¿Crees que esté allá? —pregunté. Ella asintió.

—Es muy posible, aunque tampoco es del todo seguro —Irene escribió la dirección en un papelito y me la dio—. Toma. Ve allá y si lo encuentras me llamas, mientras tanto yo revisaré los archivos por si encuentro algo más. Iría yo, pero creo que a ti te escuchará más que a mí —pude sentir una pizca de tristeza en sus palabras.

Tomé el papelito. Busqué mi sombrilla y salí de la casa. Corrí hasta encontrar un taxi y le di el papel al conductor. En menos de 15 minutos me encontré en aquel lugar. La lluvia ya se había calmado un poco. No sabía por dónde empezar a buscar, el lugar parecía enorme. Me acerqué a un cartel en donde había un mapa del lugar y luego comencé a caminar.

Cuando llegué al lago vi un cuerpo flotando lejos de la orilla, le marqué a Irene para que supiera que lo había encontrado.

—¡Tobi! —grité—. ¡Tobi!

Tenía mucho miedo, corrí y corrí. Me quité la chaqueta y metí en el agua, hasta donde ésta me daba al pecho y luego me detuve, no sabía nadar.

—¡Tobi!

El cuerpo flotante se movió y comenzó a alejarse.

—¡Tobi, no sé nadar! —grité. Él se detuvo.

—¡Vete! —contestó.

El agua estaba helada. Podía verlo temblar, yo también estaba temblando.

—No me iré —dije y seguí avanzando.

—Detente —gritó cuando vio que el agua ya casi me cubría por completo.

Mi cuerpo temblaba y una de mis piernas se resbaló.

Narra Tobi

Matt me había encontrado. Una parte de mí se sintió muy feliz, sin embargo, aquella pizca de felicidad era insignificante comparada con el dolor que ocupaba mi corazón. Estaba triste, estaba cansado, estaba perdido, no podía ver más allá de mi sufrimiento y de mi soledad. Le pedí a Matt que se fuera y comencé a alejarme más. Él gritó que no sabía nadar, sin embargo se alejó más de la orilla y de un momento a otro sólo desapareció, como si el agua se lo hubiese tragado.

—¡Matt! —grité. No lo veía por ninguna parte. Rápidamente me sumergí y nadé en la dirección en la que lo había visto.

Si algo le pasaba a Matt sería culpa mía. Todo estaba oscuro, no podía ver nada allí abajo, tenía miedo, mucho miedo, perdería a Matt, él era lo único que me quedaba. Nadé y nadé, moví mis brazos de lado a lado tratando de sentir algo. El frío hacia que mis movimientos fuesen cada vez más difíciles, era inútil, encontrar a Matt allí era algo imposible. Cerré mis ojos y decidí que era el final. Pero entonces algo me agarró. Abrí mis ojos, él me abrazó, comencé a nadar hacia la orilla, no estaba muy lejos, pero sentía que mis brazos y mis piernas ya no me responderían. «Un poco más» pensé «sólo un poco más». Sentí la tierra en mis rodillas, lo había logrado. Matt comenzó a toser y a escupir. Yo me lancé sobre él y lo abracé.

—¿Por qué hiciste eso? —Las lágrimas brotaban a cantaros de mis ojos.

Matt se limpió la boca y me abrazó también.

—¿Por qué lo hiciste tú? —Me abrazó con fuerza, nunca había sentido algo tan cálido.

Matt se levantó y buscó algo en el suelo, era una chaqueta, luego cubrió mi espalda con ella. Yo me senté mirando el paisaje, él se sentó a mi lado.

—Lo siento —dije. Matt tomó una de mis manos y la apretó con fuerza.

—Todo va a estar bien.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y comencé a llorar desconsoladamente mientras le contaba a Matt lo que había pasado con mi madre. El escuchó atentamente y cuando terminé de hacerlo me abrazó y me dijo que ahora tenía una nueva familia y que nunca más estaría solo. Nos recostamos en la hierba, hacía frío, mucho frío y estábamos empapados, temblábamos, pero no importaba, el cielo era hermoso. Cerré mis ojos y me quedé dormido, creo que Matt también, incluso creo que se había quedado dormido primero.

Cuando los abrí no vi el cielo, ya no estaba en el cielo.

—Tobi —dijo mi padre y luego me abrazó con tanta fuerza que casi me ahoga—. Tobi, lo siento mucho.

Estaba en mi habitación, allí estaban Sara, Irene y Matt también.

—Tobi —Irene se acercó a mí y me besó. Su beso me incomodó y creo que ella lo notó—. Me alegra que estés bien —dijo, luego miró a Matt quien tenía la mirada clavada en el suelo.

Irene se fue pronto. Luego me quedé a solas hablando con mi padre, me dijo que al día siguiente enterrarían a mi madre, me preguntó si quería ir, yo no sabía si hacerlo, pues después de lo que me había dicho sobre ella no sabía qué pensar.

—Iré —dije con seguridad—. Tengo que ir —agregué. Mi padre se acercó a mí. Me dijo que descansara y besó mi frente.

Al rato entró Matt, se veía cansado. Apagó la luz y se acostó.

—Buenas noches, Tobi —dijo.

—Buenas noches, Matt.

Se hizo el silencio, silencio que no duró más de cinco minutos.

—¿Estás despierto? —pregunté. Matt hizo un ruido en respuesta—. Matt.

—¿Dime?

—¿Podrías acompañarme mañana al cementerio?

Matt dijo que sí. Luego volvió el silencio. Cerré mis ojos y aquella noche soñé con él.

Narra Irene

Estaba triste, definitivamente Tobi estaba enamorado de Matt, ya no podía negarlo, ya no podía fingir que no sabía nada, hasta la persona más despistada lo hubiera notado. Pero ¿por qué Tobi no era sincero?

—Idiota —mascullé en medio de mis lágrimas.

Me senté en la banca de un parque cercano.

—¿Irene? —Escuché una voz masculina—. ¿Estás bien? —preguntó.

Yo asentí y rápidamente limpié mis lágrimas.

—¿Qué haces aquí?

El chico se sentó a mi lado.

—No sé, daba un paseo nocturno para relajarme un poco. ¿Y tú? ¿Segura que estás bien?

Rompí en llanto. Aunque no era una persona muy confiable, en mi opinión, en aquel momento sólo necesitaba alguien con quien hablar. Le conté todo lo que pasaba con Tobi, le dije que creía que estaba enamorado de Matt, le dije creerlo porque no quería asegurar nada aunque era algo obvio.

—Definitivamente Tobi es un imbécil —dijo molesto—. Él no te merece, Irene. Deberías dejarlo, más si sabes que no te quiere. Es hora de que termines eso y reconozcas lo que vales. Si tú no lo haces, nadie lo hará y entonces todos pasaran por encima de ti —sus palabras me hacían llorar con más fuerza—. Llora todo lo que quieras, pero que esas lágrimas te den fuerza para hacer lo correcto, es por tu propio bien. Además, en serio eres una chica muy linda e inteligente, ¿cómo puedes estar llorando por alguien como Tobi? No deberías llorar por nadie.

—Es difícil —contesté.

—Pero es necesario —dijo él—. Sabes que lo es —se levantó—. Ya es muy tarde, déjame acompañarte a casa —tendió su mano hacia mí. La agarré y ambos comenzamos a caminar en silencio.

Al llegar me abrazó.

—Si necesitas algo puedes decirme, tal vez no me veas como un amigo muy cercano pero yo a ti te quiero mucho —dijo agregando una sonrisa—. Descansa, linda.

Me dio la espalda y se fue. Entré a casa, mis padres estaban viendo televisión. Los saludé y me dirigí a mi habitación. Tomé el celular y le escribí a Tobi que debíamos hablar.

https://youtu.be/eusttO5kLik

"Hoy abandono tu corazón, abandono tu amor, abandono tus lágrimas, abandono lo que tengo. Le recomiendo hoy a tu corazón la vida, la libertad y el amor. Así me quedo tranquilo porque te amo. En silencio me alejo de ti, el último beso se dispersa en mi espíritu. Lo que tú piensas me deja culpable, lo que siento te lo agradezco, te agradezco por todo el amor, te lo agradezco eternamente". 

Ich verlasse heut Dein Herz - Lacrimosa. 

Hola a todos <3 ¿Cómo están? Espero muy bien. Estoy en el  último corte de estudio, por lo que está un poco pesado y como tengo prácticas, soy profesora de francés, es aún más pesado. Por eso me disculpo si tardo un poco en actualizar. Espero el capítulo de hoy les haya gustado, ¿qué les pareció? ¿Qué creen que pasará? ¿Será que Irene y Tobi al fin va a terminar? 

Gracias a todos por llegar hasta aquí, por tener paciencia y por sus lindos mensajes. Espero publicar muy pronto. iHasta un próximo capítulo!


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top