Capítulo 36
Narra Matt
—Buenos días. Vengo para el edificio 7B, apartamento 10 —dije en tanto sacaba el celular para escribirle a Luna que ya la estaba esperando en la recepción.
—Un momento, por favor —La mujer tomó el teléfono para avisar mi llegada—. Siga —oprimió un botón que desbloqueó la puerta.
—Gracias.
Caminé hacia el edificio de Luna, era el único conjunto de edificios que había en el pueblo. Me gustaba ir allí, pues había mucha zona verde, muchos árboles, era muy bonito. Pasé junto a la piscina, había mucha gente en ella, familias, niños jugando, parejas besándose, algunas personas pegadas del borde. Miré el agua con nostalgia y a mi mente llegaron viejos recuerdos.
—¡Matt! —escuché un grito masculino que me sacó de mis pensamientos.
Giré mi rostro y vi a Santiago acercándose a mí a toda velocidad.
—Hola, Matt —me abrazó fuertemente—. Cuánto tiempo —me apretó aún más.
—No fuiste en mi cumpleaños —Santiago me soltó y tomó un poco de distancia, sobó su nuca apenado—. Y luego que porqué quiero más a Luna.
—¿Qué? —arrancó mi maleta de mis hombros—. ¿Luna llevaría tu pesada maleta?
Santiago salió a correr y yo fui tras él, aunque era imposible alcanzarlo pues él era demasiado rápido. Recuerdo que siempre nos había representado en las competencias de atletismo contra las otras escuelas y salía triunfador, en su habitación debía tener varios trofeos por ello.
—¡Espera! —grité. No entendía cómo podía correr tan rápido en subida y cómo no se cansaba, yo ya sentía que me quedaba sin aire e incluso sin piernas—. ¡Santiago!
El pelirrojo me estaba esperando frente a la puerta del edificio. Cuando llegué la abrió y me hizo señas de que pasara. Después de recalcarme mi flojera me llevó casi a empujones hasta el apartamento, por fortuna éste estaba en el segundo piso y no tuve que subir tantas escaleras.
Santiago sacó la llave, me sonrojé al ver que todavía guardaba el llavero que yo le había regalado una navidad hace algunos años. El objeto tenía forma de guitarra y era de madera, también tenía su inicial y en la parte de abajo tenía un corazón, me sonrojé aún más al ver eso, cómo es que le había regalado algo que tuviese un corazón.
—¡Llegamos! —gritó al cruzar la puerta.
—Permiso —dije en voz baja.
—¡Matt! —Luna me vio y casi me tumba al abrazarme—. ¿Cómo te fue en el viaje?
—Bien —contesté con el rostro rojo y caliente. Miré a Santiago, quien enseguida desvió su mirada hacia otro lado.
—Ven, deja las cosas en mi cuarto —Luna me jaló del brazo—. Estaba terminando de preparar un delicioso arroz con leche —abrió la puerta, tomó mi maleta y la puso en un rincón—. Ponte cómodo, ya sabes mi casa es tu casa.
Me quité la chaqueta y la colgué detrás de la puerta de Luna. Luego me dirigí hacia la cocina.
—¿Te ayudo?
Luna negó con la cabeza.
—¡Santi! —En menos de nada el pelirrojo estaba en la puerta—. ¿Por qué no van a jugar o ver algo? Ya voy a terminar aquí. ¿Tienes hambre, Matt? —Negué con la cabeza—. Qué bueno porque el almuerzo se demora, mis padres fueron a comprar lasaña.
—Pero hay manzanas —Santiago me mostró una verde y una roja. Señalé la roja con la cabeza, acto seguido, el pelirrojo la lanzó hacia mí y luego le dio un mordisco a la que quedó en sus manos.
Santiago y yo terminamos jugando astucia naval. Me gustaban mucho los juegos de mesa y en casa de Luna había por montones. Alcanzamos a jugar una ronda antes de que Luna se nos uniera y tuviéramos que cambiar de juego. Estando Luna jugamos jenga, yo era muy malo porque algunas veces me temblaba mucho la mano y el que tumbaba la torre recibía un castigo, los otros dos lo cogían a palmadas, resulté muy golpeado esa tarde.
Narra Tobi
Ya era medio día, la casa estaba completamente sola. Recordé lo que solía hacer en el pasado cuando estaba así, tomaba mi celular y mandaba un par de mensajes y en menos de nada mi casa estaba llena de adolescentes locos, bailando, gritando, bebiendo y rompiendo cosas. Pensé en hacerlo, pero ya no era lo mismo, ya no sentía que eso me fuese a divertir de ningún modo, incluso llegué a preguntarme qué era lo que le veía a eso.
Miré hacia la ventana, miré el cielo un par de minutos, me quedé embobado con las nubes y entonces por alguna razón, tal vez porque la vida me odia, a mi cabeza llegó la imagen de Matt, otra vez. Sacudí mi cabeza tratando de sacarla, pero fue inútil. Cerré la cortina con brusquedad y volví a la oscuridad de la habitación.
—Matt —murmuré en tanto miraba su cama—. Siento ser el imbécil que soy.
Tomé mis audífonos y me acosté a escuchar un poco de música. Una suave melodía de piano comenzó a sonar, luego escuché una hermosa voz que lastimosamente me hizo sentir triste. La primera canción que sonó tenía por nombre «Broken Arrows», era lo que necesitaba, una canción era lo único que me faltaba para romperme por completo. Al menos nadie me vería en ese estado estando completamente solo en casa.
Show me one man who never make mistakes
Es imposible encontrar uno, pensé. Pero también pensé en que aunque no estaba mal cometer errores, pues como seres humanos somos seres imperfectos y tenemos derecho a equivocarnos, yo había cometido demasiados y estaba pagando muy caro por ellos. Sentía que si me hubiera comportado de una manera distinta entonces Matt tal vez podría llegar a sentir algo por mí, aunque en el fondo sabía que era imposible. Si tan sólo nos hubiéramos conocido en otras circunstancias...
And I need you to see past the worst part of me
Las palabras de Matt seguían dando vueltas en mi cabeza. «¿Por qué haces las cosas tan difíciles... decías que arruiné tu vida, no querías ni verme, me tratabas como basura... ¿Tiene sentido?».
¿Tiene sentido? Me pregunté mientras sentía que mis ojos se llenaban de lágrimas.
—Claro que tiene sentido —grité a la nada—. Cómo no enamorarme de alguien como tú —mascullé entre dientes—. Todo es tu culpa por ser tan bueno conmigo, maldito Matt. Mejor ni vuelvas —dije enterrando mi cabeza en la almohada—. Maldito, Matt —golpeé la cama—. ¿Por qué tengo tanto miedo de perderte? —Solté una risita llena de rabia—. Ni siquiera te tengo —cerré mis ojos, la música era mi única compañía.
*****
—¡Tobi! —Abrí mis ojos con lentitud, los sentía pesados al igual que mi cabeza—. ¡Tobi!
Me senté. Ya había oscurecido, miré el reloj y me levanté con rapidez al ver que había dormido toda la tarde. Mi padre me seguía llamando, desde el primer piso. Me puse zapatos y bajé corriendo. Lo encontré en el comedor, junto a Sara, habían traído pizza para la cena, la verdad no esperaba que fuesen a cenar conmigo, eso me subió un poco el ánimo.
—¿Estás bien, hijo? —preguntó mi padre en tanto me pasaba una porción.
Asentí con la cabeza y la tomé.
—Sólo me acabo de despertar. No sé por qué estaba tan cansado, dormí toda la tarde —dije antes de dar el primer mordisco.
—¿No fuiste a visitar a tu novia? —inquirió mirándome fijamente—. Deberías invitarla a cenar, hace mucho no la veo por aquí.
—N-no —dije en tanto pensaba en un tema para evadir sus preguntas—. No fui a verla.
—¿Es porque te gusta Matt?
—¿Qué? —La pizza se me resbaló de la mano—. ¿Q-qué dijiste?
Ambos me miraron con los rostros cargados de preocupación.
—¿Seguro que estás bien? —Dijo Sara, recogiendo el pedazo de pizza y poniéndolo en la caja.
—¿Q-qué dijiste, papá? —De la nada comencé a sudar.
—Sólo te dije que no la descuidaras, es tu novia, Tobi. ¿Pasa algo, hijo?
Negué con la cabeza. Luego me levanté y dije que no me sentía bien, que lo mejor era que volviera a la cama.
«¿Por qué me quieres a mí? ¿Por qué no la quieres a ella?» Las palabras de Matt se repetían una y otra vez en mi cabeza. Él tenía razón, yo debía quererla a ella, era mi novia ¿por qué estaría con alguien que no quisiera? Era algo absurdo, o probablemente algo cruel, yo era una persona cruel y egoísta.
—Debo hacer las cosas bien —Me eché en mi cama y agarré la almohada—. Debo terminar con Irene —susurré en tanto miraba mi celular—. Lo siento —comencé a borrar las fotos que tenía en mi celular, fotos que me llevaban a tiempos y lugares hermosos, tiempos y lugares a los que no volvería, al menos no con Irene—. Siento que te hayas enamorado de alguien como yo, alguien que ni siquiera supo cómo quererte.
Debo admitir que me dolió deshacerme de esos recuerdos. Irene había sido mi primer amor, pero los tiempos cambian, las personas también y nada es para siempre, ni siquiera algo tan hermoso como el amor lo es. Y allí, mirando el techo, en una noche silenciosa y solitaria pensé en que sólo debía esperar, el tiempo algún día me ayudaría, sólo debía esperar para que el tiempo hiciera lo suyo y se llevara lejos mis sentimientos por Matt, así como había hecho de mi amor por Irene polvo y cenizas.
Narra Matt
Llevaba ya dos días en casa de Luna y Santiago. Me había divertido mucho y en todo ese tiempo había logrado apartar mis pensamientos acerca de Tobi y Sam, quien no me había escrito ni una vez desde que se había ido de viaje, cosa que me preocupaba y me lastimaba. Había logrado alejar todos los pensamientos negativos que eso podía generar hasta ese momento.
—¿Qué tanto miras en tu celular? —preguntó Santiago.
Nos encontrábamos todos en pijama, desayunando frente al televisor. Mientras veíamos Bates Motel en netflix.
—N-nada —contesté un poco incómodo.
Luna pausó la serie.
—A ver, Matt ¿dime qué acaba de pasar? —preguntó la pelirroja quitándome el celular—. ¿Qué hizo nuestro adorable Norman?
Aunque la serie estaba muy chévere, no había puesto cuidado a ese último capítulo, pues había visto que Sam se había conectado a whatsapp y no me había escrito nada. Odiaba eso de ese tipo de aplicaciones, por qué tenían que mostrar cuando alguien estaba en línea, su última conexión y demás, eso nos convertía en puros acosadores, o a mí por lo menos me estaba convirtiendo en uno.
—No sé. Lo siento, estoy algo distraído —confesé recostándome en el sofá, no tenía ánimos ni para intentar recuperar el aparato.
—¿Qué pasa, Matt? —La chica se sentó junto a mí—. A ti te pasa algo, te conozco. A ver, dime.
Santiago se sentó al otro lado, dejándome en el centro.
—Dinos —dijo en un tono serio.
—N-no pasa nada —Me ponían nervioso—. Sigamos con la serie —dije tomando el control y dándole play. Enseguida Luna me quitó el control y volvió a pausarla. Luego clavó sus verdes ojos en mí—. T-todo está bien, dejen de mirarme así.
—No hasta que digas la verdad —dijo Santiago cruzándose de brazos.
Dejé escapar un suspiro y luego asentí con la cabeza. No quería hablar sobre lo de Sam, no quería que comenzaran a meter ideas raras en mi cabeza, o no más de las que yo mismo podía crear, así que les conté lo que había pasado con Tobi. Luna no podía creerlo, a Santiago le dio igual debido a que ni sabía de quién estábamos hablando.
—Yo sabía que tu querido hermano no quería a su novia —Lo dijo casi que celebrándolo, cómo podía parecer feliz gracias a eso—. Otra vez Luna tiene la razón —comenzó a reír como una bruja malvada.
—Eres de lo peor —Le dije mirándola con los ojos entrecerrados—. El caso es que no sé qué hacer con eso, es decir, no sé ni cómo mirarlo a la cara después de las cosas que dijo. El día que me vine ni siquiera me despedí de él y él tampoco hizo el mínimo esfuerzo por darme la cara. Sé que debe ser difícil para él, pero —guardé silencio un instante—. N-no lo sé, yo sólo quiero una vida tranquila y ahora me siento mal porque siento que herí sus sentimientos y —golpeé mi cabeza con el espaldar del sofá—. La verdad no sé qué hacer, una parte de mí me dice que lo mejor para él es que me aleje, pero si lo hago entonces él tal vez se sienta culpable y crea que fue un error hablarme de sus sentimientos. Y tal vez sí lo fue...
—No, Matt. Claro que no fue un error —Luna me interrumpió—. Cómo puede ser un error decir lo que uno siente —agregó mirando a Santiago, el pelirrojo enseguida huyó de la mirada de su hermana—. El verdadero error es guardarse las cosas y luego arrepentirse de no haberlas dicho a tiempo, o de nunca decirlas. Eso me recuerda una canción que dice algo como saber es escuchar, palabras a tiempo, que no se dicen.
—O la que dice no me arrepiento de nada que hice ayer, me arrepiento de lo que pude haber hecho, haber dicho y ya no podré hacerlo jamás —dijo Santiago. El par de hermanos se emocionaba mucho con la música.
—No más canciones —los interrumpí—. Esto es serio —miré a Santiago y su rostro se pintó de un color rosa muy tenue.
Recordé que Luna había dicho que Santiago se sentía atraído por mí, me sentí peor al pensar en que también podía estar lastimándolo a él, aunque ya había pasado mucho tiempo y dudaba que el chico siguiese sintiendo algo por mí.
—¿Entonces qué debería hacer?
—Yo creo que lo mejor es que sigas como si nada —dijo Luna—. Él mismo te pidió que hicieras eso ¿no?
Asentí con la cabeza.
—Pero, no sé, siento que así se haría más daño —murmuré agachándome y abrazando mis piernas.
—Pero si él te lo pidió —repitió Luna—. Porque si te alejas puede que se sienta mal.
No sabía qué hacer, no me imaginaba qué podía ser peor, si seguir como si nada y, de cierta manera, ignorar sus sentimientos, o por el contrario alejarme por un tiempo mientras él se olvidaba de ellos. No quería pensar más en ello, aunque al menos pensar en ello era preferible a pensar en Sam.
Narra Tobi
Estaba mirando la pantalla del chat de Irene. Llevábamos un par de días sin vernos, no había sido capaz de verla pues no estaba preparado para terminarle, y ya no soportaba más estar fingiendo que todo estaba bien y que la seguía queriendo cuando estaba más que claro que ya no sentía nada por ella.
Tenía pereza de levantarme, era una mañana fría y oscura. Mi padre y Sara también seguían en cama, era un milagro que estuviesen en casa, pero aun así no tenía la menor intención de pasar mi día con ellos, o al menos no si estaba ella.
El teléfono sonó. Al parecer ellos no lo escucharon así que corrí a contestar. Estaban llamando del hospital y necesitaban hablar con mi padre, pregunté por qué llamaban, pero no quisieron contestarme. Me sentí un poco asustado pues no me explicaba por qué lo llamaban del hospital, a mi mente venían ideas horribles, como que tal vez estaba sufriendo de alguna enfermedad o algo así.
Toqué a la puerta. Al parecer sí seguían dormidos y los desperté, si no hubiese parecido una llamada urgente ni siquiera habría golpeado. Mi padre abrió la puerta, estaba medio dormido, le pasé el teléfono. Él contestó y apenas escuchó la voz del otro lado se despertó por completo, me hizo señas de que me fuera y cerró la puerta. ¿Por qué actuaba de esa forma? Me sentí algo molesto porque era como si me estuviese ocultando algo.
¿Por qué llamaban a mi padre del hospital? Y ¿por qué no quería que yo escuchara? Cada vez me sentía más asustado de pensar que algo le pasaba y que terminaría perdiéndolo a él también.
Pasaron como cinco minutos y mi padre abrió la puerta otra vez. Me alcanzó el teléfono y dijo que tenía que salir. Sara se levantó también, se dirigió a la cocina para preparar algo de desayuno, me preguntó si quería algo en especial a lo cual respondí que no.
—¿Mi padre está bien? —pregunté a Sara.
Ella me miró y sonrió.
—Todo está bien, Tobi. No te preocupes —contestó mirándome de una forma casi maternal.
—¿Por qué lo llamaron del hospital? —Al decir eso Sara se quedó como petrificada—. Si pasa algo quiero saberlo.
Sara me miró, iba a decir algo, pero entonces mi padre apareció en la escena.
—Todo está bien, hijo —dijo acercándose a Sara, para mirar si podía robar algo de comida—. Saldré un momento, pero no tardo, ¿vale?
Mi padre miró a Sara, ella parecía algo preocupada. Sabía algo, ella sabía algo que yo no y eso realmente me molestó.
—Bien —los miré a ambos—. No tengo hambre —salí de la habitación.
—Tobi —escuché la voz de Sara, a ella parecía importarle más que a mi padre.
Subí corriendo a mi habitación, si iba para el hospital yo iría detrás de él y averiguaría qué estaba pasando.
https://youtu.be/5Vz2HKe6xhs
Les dejo la canción que Tobi estaba escuchando, con un video de Alec <3 ¿Hay alguien más adorable que él?
Sobre el capítulo ¿qué les pareció? ¿Qué creen que pasará? Espero les haya gustado y gracias a todos por seguir la historia hasta aquí. Si hay algún error de ortografía les agradecería que me lo hicieran saber. Gracias, gracias y mil gracias a todos.
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