Capítulo 32
Narra Matt
El teléfono no paraba de sonar. Abrí mis ojos fastidiado, miré el reloj y noté que eran las 3:30 am ¿quién podía llamar a esa hora? Hundí mi cabeza en la almohada, tapé mis oídos, me metí bajo las cobijas, pero nada suavizaba el estruendoso sonido de aquel aparato del demonio.
Molesto me levanté. Antes de dejar la habitación miré a Tobi, seguía profundamente dormido, no entendía cómo era que no se despertaba con ese horrible y molesto ruido. Salí del cuarto para contestar el teléfono pero cuando llegué al estudio mi madre ya lo había cogido. Había un aire de confusión en su rostro, al parecer la llamada iba dirigida hacia Richard.
—Un momento, por favor —dijo ella a tiempo que caminaba de regreso a su habitación.
Cuando la vi acercándose corrí a esconderme. Mi madre entró en su cuarto, pero no cerró la puerta, yo podía escuchar perfectamente lo que hablaban. Richard habló por aproximadamente cinco minutos con el extraño del otro lado, en ese tiempo mi madre no dijo nada. Cuando Richard se despidió ambos se quedaron en silencio por un par de minutos, hasta que al fin mi madre se atrevió a hablar.
—¿Pasó algo? —dijo ella. Su voz sonaba un tanto preocupada.
Richard tardó un poco en contestar.
—Llamaron del hospital —contestó Richard—. E-es —parecía estar nervioso—. Es sobre Elisa.
¿Elisa? ¿Quién era esa?
—¿Qué? —Mi madre bajó un poco el tono de voz—. ¿P-por qué te llamaron?
Me costaba un poco escuchar por lo que acerqué más mi oído a la puerta.
—Tengo que ir a verla —murmuró él.
—¿Y Tobi? —preguntó mi madre.
Pegué completamente mi oído a la puerta, comenzaba a sentirme un poco preocupado y nervioso. De la nada la puerta se abrió por completo y caí de cara al interior del cuarto.
—Auch —me quejé a tiempo que levantaba mi rostro.
Mi madre y Richard tenían sus ojos clavados en mí. El hombre estaba pálido y en sus ojos pude percibir miedo, por otra parte mi madre parecía avergonzada y me miró como diciéndome "ahorita arreglamos".
—¿Qué estás haciendo aquí, Matt? —Se acercó hacia a mí y me tendió su brazo—. ¿Estabas escuchando?
Tomé su mano y negué con mi cabeza.
—¿Escuchaste algo? —inquirió Richard con seriedad.
—N-no sé de qué estaban hablando —respondí esperando que dejaran de hacerme preguntas, cuando el que debía estar haciéndolas era yo. ¿Quién era esa tal Elisa y qué tenía que ver con Tobi?
—Ve a tu cuarto, cariño —dijo mi madre—. Richard y yo tenemos que hablar de esto a solas. No te preocupes, no es nada malo.
—¿Es algo malo para Tobi? —pregunté. Ambos se miraron antes de contestar.
—Tobi va a estar bien —contestó Richard—. Pero —suspiró—. Te pido que no le digas nada de lo que escuchaste, por más tonto que parezca, no digas nada. Si es necesario hablaré luego yo con él.
—E-está bien —quería preguntar más, pero la mirada amenazante de mi madre lo impidió.
Salí de la habitación con desgana. Detestaba los secretos y por alguna razón me preocupaba aún más el hecho de que lo que estuviera pasando tuviese una relación con Tobi. Pensé en preguntarle si conocía a una tal Elisa, pero también pensé en que debía haber una razón lógica que hiciera que Richard quisiera mantenerlo oculto, o tal vez era un tema que sólo Richard podía hablar con él.
Volví a la cama. Ya no tenía sueño, me sentía demasiado nervioso como para dormir. Miré a Tobi que seguía perdido en su sueño. Me pregunté si todavía tenía pesadillas y si en aquel momento estaba en medio de una.
Me levanté y me acerqué a él, si tenía pesadillas era muy probable que su rostro lo reflejara. Tobi tenía su rostro cubierto hasta la nariz, lo descubrí por completo cuidadosamente. Al hacerlo soltó un suave ronquido y giró su cuerpo. Rodeé la cama para quedar nuevamente frente a él.
Se veía bastante tranquilo, incluso por ratos sonreía levemente. Lo observé por un par de minutos sin sacar de mi cabeza lo que había escuchado de la conversación de Richard con mi madre. Tenía que averiguar quién era esa mujer y por qué aquella llamada los había preocupado tanto.
*****
Era un frío y lluvioso lunes de noviembre. El último lunes de clase, antes de salir a vacaciones, y obviamente no me sentía con ganas de hacer algo. No quería levantarme, no quería moverme, no quería caminar, hasta me parecía molesto respirar.
—Hola, Matt —Irene se sentó junto a mí—. ¿Estudiaste? —preguntó sonriente.
Los últimos días había visto a Irene un poco más alegre y tranquila, aunque no parecía que las cosas hubieran mejorado en su relación con Tobi, ellos seguían siendo novios pero se habían distanciado mucho. Quería preguntarle sobre eso pero me daba un poco de pena parecer un entrometido, además de que me parecía mejor hablar con ella en presencia de Sam, ya que él la conocía mucho mejor que yo.
—Más o menos —contesté—. No lo vi necesario, creo que si has puesto atención a las clases y has hecho los talleres a consciencia se te quedará en la mente y no tendrás que estar revisando el cuaderno un par de horas antes del examen.
Ambos miramos a Tobi, quien estaba pegado a su cuaderno y parecía un poco desesperado y confundido. Irene y yo soltamos la risa, el rubio levantó el rostro y nos miró con los ojos entrecerrados. La pelinegra se levantó, corrió a saludarlo y se quedó junto a él ayudándole a estudiar.
«—Parece que están bien —me dije. Me gustaba verlos felices, odiaba ver a las personas llorar y recordar a Irene en ese estado me asustaba, me hacía pensar en que al enamorarse las personas aceptan el dolor como si fuese algo necesario, como si fuese normal, cuando no es así. Cuando algo comienza a doler, hay que dejarlo ir»
Saqué mi cuaderno y me puse a dibujar mientras llegaba Sam o el profesor, esperaba que Sam llegara primero, quería hablar un rato con él antes de comenzar con el examen, debía aprovechar cada momento ya que en unas semanas se iría y aunque sólo sería por unos cuantos días se me hacía que ese tiempo sería eterno.
Narra Tobi
El primer examen era de Literatura, los últimos meses habíamos trabajado un poco de literatura francesa y el profesor nos había dicho que iba a escoger un fragmento de una de las obras vistas y que nos pondría a analizarlo y a hacer un comentario crítico. El problema era que para el análisis debíamos tener en cuenta el contexto de la obra y para ser sincero en la mayoría de clases me la había pasado jugando cuadrito con Irene, o con Sam, o con el que estuviera al lado.
—Como el examen está un poco largo —dijo el profesor—, dejare que lo presenten en parejas.
Enseguida todos comenzaron a buscar a sus amigos, o a las personas con las que mejor trabajaban, y a hacerse señas. Sam y Matt se miraron, yo miré a Irene, pero ella antes que a mí había mirado a Alexander, cosa que me molestó un poco.
—Un momento, no se muevan —El profesor tomó la lista—. Yo armaré las parejas.
«—Espero me toque con Matt y a Sam con Mariana —pensé a tiempo que miraba a Matt—. O con cualquier persona que no sea Matt»
Volví mi vista al frente y noté que Irene me había estado viendo, ella giró su vista hacia donde el profesor se encontraba. El profesor comenzó a armar las parejas. A Sam le tocó con Daniel, nunca me había sentido tan feliz de escuchar el segundo nombre. A Irene le tocó con Mariana, a Alexander con un chico tímido que se llamaba Miguel. Quedaban cada vez menos nombres y más oportunidades de que Matt fuera mi pareja, aunque fuese sólo para un examen de literatura.
—Matt y —Tobi, tenía que decir Tobi—. Milena.
«—Maldita sea —apreté mis puños»
—Julián y Carlos —El profesor se quedó mirando la lista—. Tobi y Danna. Busquen sus parejas.
—Danna no vino —dijo Mariana.
«—Lo que faltaba. Me quitan a Matt y ahora me dejan sin pareja. ¿Por qué la desgracia me persigue? —Maldije y maldije miles de veces desde mis adentros»
—Eso nos descuadra todo —se quedó pensativo—. Ubícate en el grupo que quieras, trabajan juntos pero tú me entregas un examen aparte ¿entendido?
—S-sí, señor —contesté, acto seguido me levanté del puesto y corrí el pupitre hasta donde estaban Matt y Milena—. ¿Me puedo hacer con ustedes? —Pregunté. Matt me miró con sorpresa, fue hasta el momento en el que vi sus ojos que recordé que se esperaba que fuese al grupo de Irene, porque ella era mi novia, porque siempre habíamos trabajado juntos. Busqué a Irene con la mirada, al encontrarla ella giró su rostro, al parecer la había vuelto a embarrar.
—Claro —dijo Milena—. Comencemos pues.
Matt no dijo nada, sólo se concentró en la hoja de papel que tenía frente a él. Todos comenzamos a leer, el fragmento que nos había puesto el profesor era el capítulo primero de un cuento llamado Micromegas, del escritor francés Voltaire. No era muy largo, por fortuna, pero sí algo complejo.
—La primera pregunta es ¿qué se puede decir con respecto al título? —Dijo Milena—. Pues no sé que es algo pequeño, pero al mismo tiempo muy grande.
—Es una figura retórica, él había explicado —agregó Matt—. Pero no recuerdo cuál era. Pero sí, es lo que dices, es como una combinación entre palabras opuestas que crean otra.
—¿Oxímoron? —dije inseguro.
Ambos me miraron asombrados. ¿A caso no podía yo saber algo que ellos no?
—Sí, era oxímoron —Milena comenzó a escribir.
—Lo recuerdo porque así le decía a una señora que vendía productos de belleza —solté una risita—. Y bueno su aspecto no era muy agradable.
Matt y Milena me miraron con decepción.
—No sé por qué no me extraña —murmuró Matt—. Realmente eres un idiota.
Continuamos con la lectura y posterior desarrollo de las preguntas. Puedo asegurar que si me hubiese tocado presentarlo solo no habría podido contestar ni la mitad. Algunas hablaban de si era posible afirmar que Voltaire había tomado aspectos de su vida para escribir el cuento, yo supuse que sí porque creo que cada escritor pone algo de su propia personalidad, de su experiencia, de sus vivencias en lo que escribe. Sin embargo, yo no habría podido decir exactamente qué, aunque no era tan difícil pues sólo se trataba de analizar un poco.
—Se podría decir que Voltaire fue expulsado, o desterrado, de su país por sus ideas en contra de la iglesia y del sistema político —dijo Matt. Yo la verdad no sabía qué decir—. Al igual que Micromegas que es expulsado de su planeta por sus libros que contenían ideas que lo hicieron ser acusado de herejía.
Mientras ellos hablaban me quedé mirando fijamente a Matt. Me gustaba escucharlo hablar, aunque en menos de nada dejé de poner cuidado a sus palabras y me centré en su rostro, sus gestos, él era muy expresivo y hacía muchas caras, algunas veces graciosas.
—¿Listo chicos? —La voz del profesor me sacó de mis pensamientos—. Quedan cinco minutos.
Miré las otras mesas, Irene ya se había ido. No quería salir y encontrármela, no era que no quisiera verla, sólo que sabía que tendríamos una discusión por no haberme hecho con ella y peor aún, haberme hecho en el grupo de Matt, la persona con la que me había celado en el pasado.
—Ya está —Matt se levantó y agarró la hoja—. Lo entregaré.
Salimos del salón de clase y fuimos a la cafetería. Allí encontramos a Irene y Alexander sentados, Irene no parecía molesta, todo lo contrario se veía muy alegre, cosa que me pareció extraña. Nos sentamos junto a ellos.
—¿Cómo les fue? —Preguntó Irene.
—Bien. Pues estaba un poco largo y Tobi no fue de mucha ayuda, pero bueno —contestó Matt, haciendo que se rieran de mí.
—Pensé que te harías en mi grupo —dijo Irene. Todos se quedaron callados—. P-pero no importa, es sólo un examen.
—Sabes que Mariana no me agrada —me excusé a tiempo que sacaba mi comida—. Me parece muy tonta.
—Pues creo que ella hubiera colaborado más que tú —bromeó Matt—. Aunque debo admitir que nos salvaste con lo del oxímoron.
—¿Lo ven? —Le di una mordida a mi emparedado—. Sin mí no lo hubieran hecho completo.
Miré a Irene, por un instante ella tuvo su rostro agachado y un tanto triste, pero luego sólo lo levantó y comenzó a sonreír.
Narra Matt
Cuando salimos de clase le pedí a Irene que me regalara unos minutos, quería hablar con ella sobre la conversación que había escuchado entre mi madre y Richard. Una parte de mí me decía que no metiera mis narices en asuntos ajenos, pero no era tan ajeno si estaba relacionado con Tobi.
—Entonces hablamos más tarde —dijo Sam besando mi frente—. No tardes tanto.
—Chao chicos —Tobi se despidió de todos y al final de Irene. Ella lo besó.
Alexander se quedó esperándonos sentado en una grada.
—¿Cómo estás? —pregunté.
—Mejor —contestó Irene, pasando su mano por su cabello y llevándolo tras su oreja—. Las cosas con Tobi están bien, no tienes que preocuparte.
No le creí, ¿quién le iba a creer? Sin embargo, en aquel momento no quería tocar ese tema, aunque hablarle de Tobi sabiendo que su relación no marchaba de la mejor manera me parecía muy incómodo.
—Lo que pasa es que en la mañana escuché a mi madre hablando con Richard —comencé a relatar—. No sé exactamente de qué hablaban, sólo sé que nombraron un hospital, nombraron a Tobi y a una mujer llamada Elisa.
—¿Elisa? —Irene abrió sus ojos como un par de platos—. ¿Estás seguro? —Enseguida clavó su mirada en el piso y mordisqueó su labio inferior.
—¿Sabes quién es?
Irene asintió con un movimiento de cabeza.
—Ese es el nombre de la madre de Tobi —contestó insegura—. P-pero, no es posible ¿por qué hablarían de ella ahora?
—¿La madre de Tobi? —Recordé a Tobi, recordé lo mucho que parecía sufrir por la ausencia de su madre, pensé en sus pesadillas y cuando la llamaba dormido—. ¿Su madre está aquí? —Pregunté a la nada—. Tenemos que decirle, si es así él debe saberlo.
—Pero ¿dónde está ella? —Irene no dejaba de mordisquear su labio, estaba muy nerviosa.
—No lo sé, ya te dije lo que pude escuchar. Ellos hablaban muy pasito.
—No sé si esté en nuestras manos decirle a Tobi —dijo la pelinegra cruzándose de brazos—. Si hablaban de un hospital puede que la noticia no sea muy agradable, ¿qué tal su madre esté muriendo? ¿Qué tal los haya buscado sólo porque necesita dinero para algo?
Irene tenía razón, por algo Richard me había pedido que guardara silencio, si no quería que Tobi supiera debía ser por algo. Aunque me parecía injusto, Tobi había esperado a su madre por años y tal vez aquella era la única oportunidad que tendría de verla.
—Trataré de hablar con mi madre, ella tiene que decirme qué ocurre —dije en un suspiro. Irene palmeó mi hombro.
—Es lo mejor —acomodó su mochila en su espalda—. Me avisas cualquier cosa, debo irme ya. Mis padres me están esperando para almorzar.
Asentí con mi cabeza. Nos despedimos de pico en la mejilla y luego ella corrió hacia donde Alex, él se despidió moviendo su mano de lado a lado.
—Tengo que saber dónde está Elisa —dije en un tono de voz casi inaudible.
Narra Luna
—Lunita, un pajarito vino llorando porque no contestas sus mensajes ¿desde cuándo eres tan cruel? —Preguntó Santiago, entrando en mi habitación con total confianza y echándose en mi cama.
—No soy cruel —contesté volteando a ver a mi hermano—. Trato a las personas como se merecen.
—Eres cruel —insistió Santiago—. También me dijo que lo bloqueaste.
—Sí y ¿entonces? —Comenzaba a sentirme molesta—. Si lo bloqueé es porque no quiero saber nada de él, quisiera borrarlo de mi vida, pero lamentablemente no es tan fácil. Por algo se comienza ¿no? Así que te agradecería que dejaras de hablar de él y si es posible de hablar con él.
Santiago se sentó y agarró una de mis almohadas.
—Pero es mi amigo —dijo en medio de un profundo suspiro—. El caso es que dile eso tú, me están cogiendo de mensajero y comienza a fastidiarme —su rostro se tornó serio—. Dile que no te busque más y que deje de hablarme de esas cosas a mí.
—Pero, Santi —me levanté de la silla y me tiré en la cama para hacerle cosquillas a mi hermano—. Le he dicho de mil maneras que no me busque, que no quiero verlo, no quiero hablarle, incluso le dije que había descubierto que era lesbiana pero nada ha funcionado para que me deje en paz —Santiago no paraba de reír y de tratar de alejarme.
—Detente —dijo casi llorando—. Odio las cosquillas.
—Pero dime ¿qué se supone que haga? —Lo dejé en paz. Él de cierta manera se hizo bolita antes de contestar.
—Dijo que va a volver —murmuró todavía tratando de calmarse—. ¿Ya no lo quieres?
Me quedé pensativa. La verdad es que todavía sentía algo por él. Su nombre era Camilo, él había sido como mi primer amor, pero se había ido sin siquiera avisarme. Había salido del país sin decirme una palabra, me enteré un día que fui a su casa y simplemente ya no vivía allí. ¿Cómo se supone que debía tomar eso? Y luego, para empeorarlo todo, desapareció completamente de las redes como por dos meses, y ahora quería que simplemente lo perdonara. Ya había pasado mucho tiempo y yo no quería saber nada de él.
—No —respondí fríamente—. Dile que ya hay alguien —agregué.
—¿Es el chico pelirrojo del otro día? —inquirió un tanto entusiasmado.
—Deja de ser tan chismoso —le quité la almohada y la puse en su rostro—. Sólo dile que ya no me gusta y que estoy enamorada de otra persona. De un chico muy inteligente y muy lindo, y amable, no olvides eso último.
—Pues sólo estoy seguro de lo lindo así que será lo único que diré —¿Lindo? ¿A mi hermano le había parecido lindo Alexander?—. Porque amable —se quedó pensativo—. Me colgó, me miró mal, no se reía de tus pies de mono ¿cómo puede ser amable?.
—C-cállate, eres un tonto —tomé la almohada y la abracé.
—Eres graciosa —dijo Santiago—. Si vieras tu cara ahora —se rio—. El amor te vuelve cómica.
—¿Qué? Al menos yo no ando guardándome las cosas para que luego sea tarde y me arrepienta.
—¿Ves que eres cruel? —Santiago me quitó la almohada—. Habla con Camilo tú, yo no le diré nada, más bien le daré tu cuenta de Skype para que te llame, y si lo bloqueas le daré el número de la casa para que te llame aquí.
—Eres un...
Comenzamos una guerra de cosquillas que finalizó con un Santiago escondido bajo la cama, como un cobarde, y una Luna jalándolo de los pies.
https://youtu.be/bTLNe-xpF44
"Ha pasado más de un año y vos no estas ¿Por qué habría de creerte? Hubiera dado la vida y mucho más por sólo volver a verte. No podría darme el lujo de ceder ante tu llanto, no pienso abrir las heridas de haberte querido tanto"
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Hola a todos <3 ¿Cómo están? Espero que muy bien. Quiero agradecerles por seguir esta historia y por apoyarla, gracias a todos por sus comentarios y por ser pacientes con las actualizaciones. ¿Qué les pareció el capítulo? Espero les haya gustado. Mil gracias a todos por llegar hasta aquí.
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