Capítulo 31
Narra Luna
Llevaba unas cuantas semanas hablando con Alexander, al principio había sido un poco difícil debido a que él era un poco seco algunas veces y eso me hacía querer hacerlo a un lado.
Recuerdo que los primeros días nuestras conversaciones ni bien comenzaban cuando ya habían llegado a su fin. Todo debido a su actitud cortante, o por lo menos en el chat, ya que no recordaba que fuese de esa manera en persona.
De cualquier modo, con el pasar del tiempo, había logrado que se abriera un poco conmigo. Me había ganado su confianza y gracias a ello sabía muchas cosas que probablemente hasta sus mejores amigos ignoraban.
Me había hablado de sus libros favoritos, de los cuales teníamos muchos en común. Me habló de sus sueños, de sus miedos, de los momentos más felices y los más duros. De lo triste que era llegar a casa y ser recibido por el silencio, de lo solo que se sentía desde que sus padres habían comenzado con sus trabajos investigativos, de lo solo que se sentía en medio de sus amigos, pues muchas veces sentía que con o sin él no habría gran diferencia. Decía que había muchos tipos de soledad y que la soledad no siempre era mala.
Me gustaba hablar con él, cada palabra que decía me hacía querer saber más de él y me hacía querer ser un parte importante de su vida, deseaba desde lo más profundo de mi corazón ser un apoyo para él y poderme apoyar en él también.
Aquel día le escribí desde muy temprano. Habían pasado aproximadamente tres meses desde la última vez que lo vi. Su imagen seguía intacta en mi cabeza, su cabello rojizo y despeinado, sus enormes ojos escapando de los míos y su sonrisa que parecía casi forzada algunas veces... En fin, aquella mañana le escribí muy emocionada y estuve bocarriba en mi cama, con el celular en la mano, esperando su respuesta.
Alcancé a quedarme dormida antes de que me contestara. No sentí el celular vibrar cuando me escribió, lo que me despertó fue el timbre del skype, que me hizo pegar un brinco y despertar asustada.
—¡Maldición! —Me senté rápidamente y busqué el celular.
Corrí hacia el espejo y me peiné un poco, por fortuna mi cabello era cortico y aun estando desarreglado se veía cool. Aclaré mi garganta y dije "ah" para asegurarme de que mi voz sonara con normalidad, algunas veces se me iba recién despertaba. Luego oprimí el botón verde y saludé a Alex.
—Hola. Pensé que no contestarías hoy —dije a tiempo que lo saludaba con mi mano, agitándola de lado a lado.
—Lo siento —contestó. No había puesto la cámara aún—. Anoche no pude dormir y hoy dormí todo el día, me acabo de levantar y tal vez hubiera seguido derecho si la señora Carmenza no hubiera venido a ver si seguía con vida.
Ambos soltamos una carcajada.
—Déjame me paso al computador. —Levanté la tapa del portatil—. Ya te vuelvo a llamar, pero tienes que poner la cámara —saqué mi lengua y no le di tiempo de contestar.
Encendí el computador, cerré la puerta y me acomodé en mi silla. El aparato se tardó un poco en prender, si alguien viera lo lento que es diría algo como "échale carbón" o "alimenta al hámster", de cualquier manera era cierto que necesitaba mantenimiento, tenía que buscar a alguien que lo formateara.
Ni bien había aparecido la pantalla de inicio cuando saltó el cuadro con la llamada de Alexander. Contesté enseguida.
—A ver, pon la cámara —ordené acercando mi rostro a la cámara.
—No me gusta. Además estoy recién levantado, ni siquiera me he bañado y probablemente hasta tenga baba en mi cara.
—Entonces voy a colgar —le mostré mi dedo índice dirigiéndose hacia el teclado.
—Ash no lo harías —suspiró y luego sólo guardó silencio.
En ese momento lo miré mal y acto seguido colgué la llamada. Iba a llamar enseguida pero mi hermano tocó a mi puerta y me dijo que mi madre me necesitaba. Corrí en busca de mi madre, ella estaba en la sala y junto a ella estaba su mejor amiga, Julia, quien tenía una tienda de ropa y vendía vestidos hermosos. Julia iba cada mes a mostrarnos los vestidos nuevos que llegaban y mi madre me dejaba escoger al menos uno.
—¡Luna! Mira qué bella estás —dijo la mujer acercándose a mí, para darme un abrazo—. Ven aquí, traje unos vestidos preciosos. En ti se verán mucho más lindos.
La mujer me agarró de gancho y me llevó junto al sofá. Allí comenzó a sacar la mercancía que llevaba, habían unos vestidos preciosos, en ese momento pensé en que debía comprar uno para la próxima vez que viera a Alexander.
Narra Alexander
Luna me había colgado y llevaba un par de minutos esperando a que me devolviera la llamada, no quería llamarla, no perdería mi dignidad llamándola. Sin embargo, esperar me estaba sacando de quicio.
—Como sea —oprimí el icono de la cámara de video y le llamé. No contestó de inmediato, cosa que me hizo sentir molesto, cerré mis ojos para calmarme, lo cual no funcionó muy bien.
Estaba por rendirme y colgar cuando por fin contestó.
—Pensé que no ibas a contestar hoy —dije utilizando palabras similares a las que ella había usado conmigo, crucé mis brazos y mantuve mis ojos cerrados para que viera que estaba molesto.
—Luna está ocupada.
Una voz masculina se hizo presente. Abrí mis ojos y me encontré con un chico pelirrojo sonriéndome de lado a lado. Me senté derecho y mi cuerpo se puso un poco rígido, odiaba hacer videollamada y ahora me encontraba en medio de una con un extraño.
—¿Quién eres? —Pregunté apagando la cámara.
—Oye, no es justo ¿por qué quitas la cámara? —dijo el chico arrugando la frente—. Ponla otra vez y te diré mi nombre.
—Adiós —colgué. No tenía tiempo para perder con un extraño.
Iba a apagar el computador cuando recibí una llamada de Luna, aunque podía no ser Luna. No sabía si contestarla, era posible que Luna hubiese vuelto o que aquel tipo quisiera molestarme. ¿Quién carajos es ese? Por un instante me sentí un poco celoso y mi curiosidad por saber quién era aumentó, razón por la cual terminé contestando la llamada.
—Hola, amigo de Luna —dijo el chico saludando con sus manos—. Muéstrate y hablemos un rato mientras Lunita vuelve. ¿Sabías que Luna tiene pies de mono? Es decir, sus dedos son tan raros que puede agarrar cosas y te juro que podría colgarse de un árbol si quisiera.
—¿Qué? —¿Por qué carajos hablaba de los pies de Luna? El chico no paraba de reír y decir cosas sobre ella, cosas graciosas debo admitirlo, aunque en ningún momento demostré que me parecieran divertidas.
Cuando lo vi reír noté que se parecía a ella, entonces recordé que tenía un hermano. ¿Cuál era su nombre? Pensé, Sammuel, no, Sandro, tampoco, Salomón, menos... ¿Cuál era? No podía recordarlo.
—Eres el hermano de Luna —interrumpí. Por fin guardó silencio—. Saúl ¿verdad?
—Santiago —contestó molesto—. Luna y yo somos gemelos (fraternos o mellizos).
—Casi. Sabía que comenzaba por S—dije.
Tal vez tenían la misma edad, pero el chico parecía mucho más inmaduro que ella.
—¿Tú cómo te llamas? —Inquirió el chico—. No te he visto en la escuela —se quedó pensativo—. ¿Eres amigo de Matt?
Asentí con la cabeza.
—¿Cómo está él? —preguntó—. Luna me dijo que salía con alguien.
—Pues supongo que está bien —contesté. La verdad ya no hablaba mucho con Matt—. Sí, pues sale con un amigo y parece que se quieren aunque Sam es muy mujeriego, no tardará en conseguirse otra persona.
—No digas eso, Alexander —Luna volvió—. Y tú ni te ilusiones, ahora sal de mi cuarto, espero no hayas dicho cosas denigrantes de mí.
No supe a qué se refería cuando habló de ilusionarse. Sobre lo de las cosas denigrantes no pude evitar reírme.
—Sabes que siempre digo la verdad —Santiago se levantó—. Chao, par de amargados.
Luna puso algo en su cama, volvió a tomar asiento y luego se disculpó. Le dije que no se preocupara, que su hermano era muy gracioso, le comenté lo de los pies de mono y ella me los mostró y comenzó a agarrar cosas con sus pies, además me dijo que su hermano también se parecía a ella en eso.
Después del espectáculo de los pies de mono, Luna me recordó que en un par de semanas salían los resultados del cuento y quedamos en que si alguno quedaba entre los tres primeros lugares se pintaría el cabello de negro. Ahora ganar me daba miedo, ya que pintar mi cabello parecía más un castigo que un premio.
Narra Tobi
—Te amo, Tobi.
Sam y Matt habían durado mucho más tiempo del que yo había pensado y aún con ello no lograba acostumbrarme a verlos juntos, odiaba verlos felices, simplemente me daba ganas de correr hacia ellos y golpearlos. Todo esto hacía que siempre llegara a mi cuarto a golpear mi almohada, luego la almohada de Matt y después a lo que fuera que encontrara en mi camino.
—Tobi. ¿Me estás escuchando?
Por otro lado, seguía con Irene, no podía dejarla, de alguna manera la necesitaba. Algunas veces la quería y sentía que ella era lo más importante y lo más hermoso de mi vida. Pero otras sólo sentía que no la soportaba más y que le estaba mintiendo, que además me mentía a mí mismo, cada vez que decía que la quería. En aquel momento mis sentimientos eran confusos, nunca había habido tanto caos en mi cabeza y eso estaba comenzando a afectarme.
—¡Tobi! —Un grito acompañado de un empujón me sacó de mis pensamientos—. ¿Qué pasa, Tobi? ¿Te sientes bien?
Me encontraba en casa de Irene viendo una película. Estábamos viendo Fragmentado, me habían dicho que era muy buena y ambos teníamos muchas ganas de verla. Sin embargo, ese día yo no había puesto ni un poco de cuidado, ni a la película, ni a Irene, por andar absorto en mis pensamientos.
—E-estoy bien —contesté.
Irene, que estaba recostada en mis piernas, se sentó y tomó un poco de distancia.
—¿No quieres estar conmigo? —Preguntó con el rostro nublado de decepción—. ¿Es porque te gusta Matt?
—¿Q-qué? —respondí tartamudeando—. ¿Por qué dices eso? ¿Qué te pasa? Es lo más estúpido que he escuchado.
Me puse muy nervioso, no quería que nadie supiera sobre mis sentimientos hacia Matt, sentimientos que no estaban muy claros ni siquiera para mí.
—Tobi —Irene puso su mano en mi frente—. ¿Qué hay de malo en mi pregunta? La verdad creo que no te sientes muy bien.
—Preguntas cosas raras —me limité a decir, a tiempo que alejaba su mano de mi frente.
—Sólo pregunté si no querías estar conmigo y si era porque te sentías mal. No entiendo que tiene de raro eso —Irene se levantó y apagó el televisor.
—¿Esas fueron tus preguntas? —Yo había escuchado algo diferente, realmente la situación me estaba volviendo loco—. L-lo siento, creo que escuché mal.
Irene me preguntó qué había escuchado, le dije que eso no tenía importancia ya y que con respecto a su pregunta no me sentía muy bien pues llevaba un par de semanas sin dormir como era debido. Incluso ya se me notaba, tenía unos oscuros círculos rodeando mis ojos, ya hasta parecía tener la doble bolsa. Además todo comenzaba a costarme más, ya no me arreglaba tanto, había dejado de preocuparme un poco por mi apariencia y algunas veces hasta parecía un vagabundo.
—Me preocupas, Tobi. Creo que deberíamos hablar —dijo Irene—. Soy tu novia, se supone que estoy aquí como un apoyo, estoy aquí para escucharte y para tratar de hacerte sentir mejor. ¿Qué es lo que pasa? Actúas cada vez más extraño.
—Estoy bien. No sé a qué te refieras —respondí clavando mis ojos en el piso.
—Sé que lo sabes —Irene puso sus manos en mi rostro y lo giró para que la mirara—. Te ves diferente. Te ves cansado, te ves —pensó un momento antes de seguir hablando—, no sé, mírate. Tú no eras así.
Me molestó que lo hubiera dicho así, como si le molestara que su novio ya no se viera tan genial como antes, o como si en parte le causara pena. No estoy seguro si eso era lo que ella pensaba, sólo sé que eso me hacía sentir.
—No pasa nada. Simplemente los tiempos cambian y las personas también —quité sus manos de mi cara—. Y ¿qué importa si me visto así o como antes? ¿Cuál es la diferencia? Lo que use no me hará peor, ni mejor persona.
Irene abrió sus ojos con sorpresa.
—¿O es que te da pena andar con un chico que parece un desechable? ¿Te da pena que te vean y digan ohh ahí van la dama y el vagabundo?
Irene tomó distancia nuevamente de mí.
—Pero ¿qué estás diciendo? —Sus labios temblaban—. No te veo de esa forma. Simplemente creo que te conozco lo suficiente como para saber lo que te gusta, lo que te preocupa, lo que quieres —tomó un respiro—. Para el Tobi que conozco eso es muy importante, el Tobi que conozco no saldría a la calle sin peinarse, sin haberse mirado en el espejo al menos cinco veces, el Tobi que conozc...
—El Tobi que conoces era un hijo de puta que no hacía más que humillar a los demás por creerse superior por cosas como su aspecto —interrumpí con rabia—. El Tobi que conoces —solté una risita—. ¿Cómo pudiste enamorarte de él? No lo entiendo —su rostro reflejaba que no podía comprender lo que estaba pasando en aquel momento—. ¿Qué le viste? Dime ¿qué era lo bueno de él? Porque yo no veo nada.
—No lo ves porque te quedas en la superficie —contestó ella levantándose del sofá—. En el fondo había algo diferente, algo bueno en él. Era un idiota, pero uno de los buenos aunque muchas veces actuara como un villano.
—Tal vez no lo conocías tan bien como lo creías conocer —me levanté también—. De cualquier manera, ya no quiero ser esa persona y poco a poco él irá desapareciendo y lo que conocías se desvanecerá, así que me aceptas así o te vas. No lo sé, es tu decisión, nadie te obliga a estar con alguien como yo.
—¡Cállate! ¡Vete! —Dijo ella con los ojos aguados—. ¡Vete ya! Eres muy cruel, no quiero ver más tu cara hoy.
Sin decir una palabra tomé mis cosas y volví a casa.
Narra Matt
Estábamos cerca de las vacaciones lo cual por un lado me alegraba, pero por otro me hacía sentir muy triste pues Sam se iría con su familia y el simple hecho de saberlo ya me hacía extrañarlo. Además me sentía muy triste al saber que no pasaríamos navidad juntos.
—¿En qué piensas? —Sentí un beso en mi mejilla—. Espero que en mí.
Sam y yo estábamos comiendo postre en una panadería del centro y yo le estaba ayudando a estudiar para los exámenes que teníamos la siguiente semana, no parecía estar funcionando pues lo que menos habíamos hecho había sido estudiar.
—Pues déjame decirte que mi vida no gira en torno a ti —llevé una cucharada de mi postre a mi boca.
—¿Entonces en qué? —Sam alejó el plato de mí—. No comerás más hasta que me digas.
Estiré mis brazos tratando de cogerlo, pero Sam los agarró y no me dejó casi ni moverme. Forcejeamos un rato hasta que me cansé y frustrado me quedé quieto haciendo mala cara. El pelinegro soltó una risita y luego me besó, acto al cual no me pude resistir.
Nos estábamos besando cuando mi celular comenzó a sonar.
—T-tengo que contestar —dije alejándome un poco de Sam. Él se cruzó de brazos—. ¿H-hola?
—Matt —escuché la voz temblorosa de Irene del otro lado—. Matt ¿puedes venir? —preguntó, se notaba que estaba llorando.
—¿E-estás bien? ¿Qué pasó? —inquirí con la voz cargada de preocupación.
—Es que necesito hablar con alguien y Alexander no contesta el teléfono, ni abre la puerta. Supongo que ha estado durmiendo todo el día.
—Dame un momento —dije y tapé el micrófono del celular para discutirlo primero con Sam.
Sam me dijo que fuera y yo le pedí que fuese conmigo, Irene era más amiga suya que mía, aunque no se llevaran muy bien.
—Iré con Sam.
—Bueno —dijo ella.
Irene colgó. Terminamos de comernos los postres y Sam fue a pagar la cuenta. Tomamos un taxi, me sentía muy preocupado, en aquel momento no dejaba de pensar en por qué Irene no había acudido a Tobi, lo más probable era que el idiota le hubiera hecho algo, el rubio actuaba de una forma cada vez más extraña, aunque debo admitir que me parecía una persona más agradable.
Tocamos a la puerta e Irene no tardó en abrir.
—Chicos —Irene nos invitó a pasar haciendo una seña con sus manos—. Perdón por el desorden. Sigan, pónganse cómodos. ¿Quieren algo de beber? ¿O de comer?
—Yo estoy bien así —dije a tiempo que me sentaba en el sofá más grande.
—Yo igual —dijo Sam, sentándose junto a mí.
Yo no sabía que decir. Irene no se veía bien, tenía los ojos rojos, la nariz roja, las mejillas rojas, casi que todo su rostro estaba rojo. Se notaba que había llorado mucho.
—Esto... —no me salían las palabras.
Irene se sentó frente a nosotros.
—No llores más o tus ojos se hincharán tanto que no podrás ver —Sam fue quien tomó la palabra. Irene sonrió—. Ahora, respira, tomate tu tiempo y dinos qué ocurre.
La habitación se mantuvo en silencio por al menos cinco minutos. Me sentía muy preocupado por ella, verla así me entristecía y sentirme tan impotente también, ella en el pasado me había ayudado cuando las personas, y con personas me refiero casi sólo a Tobi, habían sido malas conmigo.
—¿Es por Tobi? —preguntó Sam. Irene asintió con la cabeza—. ¿Te dijo algo feo? ¿Te lastimó? ¿Qué te hizo?
—Bueno, él... —sus labios temblaban levemente—. Él... él ya no es el mismo —un hilillo húmedo comenzó a brotar de sus ojos—. No lo conozco y eso me asusta —comenzó a llorar desconsoladamente—. Porque yo lo amo y creo que su cambio no fue sólo de aspecto, creo que sus sentimientos tampoco son los mismos y siento que pronto se va a ir.
Sam se levantó y se acercó a ella, le dio un fuerte abrazo, cosa que la hizo llorar con más fuerza.
—Tobi es un idiota. Él nunca te ha merecido, no llores por él, ni por nadie, ninguna persona en este enorme mundo merece tus lágrimas.
No podía ni imaginarme la forma en la que Tobi había actuado para hacer que Irene se sintiera y llorara de tal forma. Me partía el corazón tan sólo imaginarlo.
—Irene, escúchame —Sam limpió un poco las lágrimas de sus ojos—. Si Tobi sigue haciéndote sentir mal es mejor que termines todo, cuando las cosas comienzan a cambiar nunca vuelven a ser las mismas, cuando algo se rompe nunca vuelve a funcionar igual. Sé que duele, pero hay que saber cuándo dejar las cosas ir.
—No puedo —Irene pasaba sus manos sobre su rostro y su cuerpo parecía temblar—. Pensé que siempre me querría, prometió que siempre estaríamos juntos.
En ese momento sentí pena por ella. ¿Cómo alguien puede actualmente creer en las promesas? La única forma de sobrevivir en el mundo actual es sabiendo que nada dura siempre, por eso hasta la vida tiene un fin, si algo como la vida termina ¿por qué un sentimiento como el amor permanecería hasta el final?
—Nada es para siempre —dije—. Tampoco lo será el dolor que sientes ahora o que sentirás si dejas a Tobi. Luego encontrarás a alguien más y te sentirás una tonta por haber sufrido por un idiota como él.
—¿Pero cómo es que las cosas cambian de la noche a la mañana? —Irene no podía ni hablar bien.
—No cambian de la noche a la mañana, es sólo que muchas veces no notamos los detalles que van cambiando poco a poco pues los cambios comienzan siendo tan pequeños que generalmente son difíciles de percibir —dijo Sam palmeando su hombro.
Estuvimos toda la tarde allí, hasta que Irene se quedó dormida. Luego pasamos por el apartamento de Alexander, no abrió la puerta, estábamos por irnos cuando una mujer llegó a abrirla.
—Debe estar durmiendo —dijo ella entrando al lugar.
Sam y yo entramos después y efectivamente había un bulto en su cama. Fuimos a despertarlo y nos sacó corriendo de su habitación. Alex dormía en ropa interior, no pude evitar sonrojarme cuando lo vi levantarse. A él pareció no importarle, lo único que hizo fue ponerse un pantalón y encender el computador.
—Deberías pasar ahorita a hablar con Irene —recomendó Sam—. Creo que a ti te escuchará más.
Alexander prometió hacerlo y luego, de cierta manera, nos echó de su casa. Sam y yo fuimos a comer algo antes de volver a nuestras casas. Pensé en nuestra conversación con Irene, pensé en el estado lamentable de Irene y me pregunté si el día en que Sam se fuera me vería así.
https://youtu.be/dR3ccmWmLhk
"El cambio ha llegado, mantén tu dignidad. Toma el camino alto, tómalo como un hombre. Mamá dijo que la vida siempre espera como una piedra en el riñón, es sólo un corazón roto, hijo. Este dolor pasará"
Puscifer - Momma Sed
Hola a todos <3 Primero quisiera disculparme por tardar tanto en actualizar T.T para subir éste capítulo tuve un par de problemas, no sé si lo habrán visto pero hace unas semanas publiqué sobre mi computador, la cosa es que se me cayó u.u soy muy torpe y pues se dañó el disco duro así que estuve unos días sin computador y lo peor es que al dañarse el disco duro perdí los datos, entre ellos lo que tenía escrito de la historia, por lo cual me tocó volver a escribir este capítulo.
Por otra parte, quiero agradecer la paciencia que han tenido y me siento muy feliz de que les esté gustando esta historia. Sé que tengo muchas cosas por corregir, como algunas expresiones que han sido muy repetitivas y que he hecho que odien T.T lo siento como no escribo todo de corrido no soy consciente de la repetición que hago. Por ejemplo de la famosa: "escupir las palabras como si fueran veneno" >w< no sé si lo han notado pero he tratado al menos de no usarla en los últimos capítulos.
Espero este capítulo les haya gustado y trataré de subir al menos un capítulo por semana, sé que lo he dicho muchas veces pero me esforzaré por cumplirlo. Gracias, gracias y mil gracias por seguir esta historia y por llegar hasta aquí, por los mensajes que me envían, que realmente me hacen sentir muy bien. También quiero agradecer a Diana @JarynStone por haber estado desde que la historia comenzó y por sacarme una sonrisa con cada una de sus palabras.
¿Qué les pareció el capítulo? ¿Qué creen que pasará?
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