Capítulo 30


Narra Tobi

Abrí mis ojos con lentitud, sentía una profunda tranquilidad en mi interior, acompañada de cierta pizca de felicidad. No recordaba qué había soñado, pero suponía que habría sido algo bonito ya que normalmente despertaba de mal humor y en ese momento ni siquiera sentía pereza y eso sí que era raro. Tenía mi cabeza bajo las cobijas y la almohada se sentía más cómoda que de costumbre, cerré mis ojos nuevamente y me giré para abrazarla. Cuando estaba por quedarme dormido sentí un suave latido en mis oídos, y entonces recordé que la noche anterior había dormido con Matt.

—N-no es posible...

Levanté mi cabeza tratando de no moverme mucho, para evitar despertarlo, y la asomé, la luz de la habitación golpeó mis ojos bruscamente. Matt estaba profundamente dormido, incluso tenía la boca abierta con un hilillo húmedo cayendo de su comisura derecha, con baba y todo se veía adorable, aunque suene un tanto asqueroso. Cuidadosamente me senté y con la manga de mi buso le limpié.

—Aww —escuché el sonido de lo que parecía ser una cámara—. Qué lindo es el amor de hermanos —rápidamente giré mi cabeza y me encontré con un celular apuntando hacia nosotros, manejado por una chica loca y amenazante que no tendría piedad para disparar cuantas veces quisiera.

—Bórrala —dije con la voz cargada de ira, y un poco de vergüenza—. Borra la maldita foto.

La chica soltó una suave carcajada.

—Pero quedó bonita, se ven tiernos. Si no fueran hermanos hasta diría que hacen linda pareja —me miró fijamente—. Al ver la foto, claro está. —La miró y nuevamente dirigió sus ojos hacia mí—. Porque teniendo en cuenta el tipo de persona que eres no le desearía a nadie el infortunio de estar contigo.

—¿Qué? —Me levanté de la cama—. Dame eso —caminé hacia ella, usaría la fuerza de ser necesario—. Y deja de hablar de mí como si me conocieras.

—Pues creo que conozco algunas cosas de ti que ni siquiera tú sabes —su rostro reflejaba que se divertía al molestarme—. Como que no quieres a tu novia y estás enamorado de otra.

Al menos me reconfortaba el hecho de que no hubiera mal interpretado la escena anterior.

—¿Cuál es tu problema? —Inquirí con la rabia hecha chispas en mis ojos—. ¿Por qué te la pasas fastidiándome?

Luna se puso seria y acercó su rostro hacia el mío, mirándome fijamente, como desafiándome.

—Molestarte es divertido —dijo con voz seria—. Además, recuerdo que hace un tiempo Matt se la pasaba diciéndome que no lo dejabas en paz, que le hacías la vida imposible —su mirada era aterradora—. Matt es una persona muy dulce, no les gustan los problemas y tal vez por eso sólo ha hecho como si nada, pero yo no soy Matt —se acercó aún más—. Las mujeres nunca olvidan, sabes. Y yo de por sí soy una persona muy rencorosa.

El cuarto se quedó en un profundo y sepulcral silencio. Luna seguí mirándome y yo sólo quería que Matt despertara y se la llevara y que nunca en mi vida tuviera que volver a verla. Y entonces, de un momento a otro la chica apretó los labios y luego sonrió de lado, para finalmente rematarme con una fuerte carcajada.

—Si hubieras visto tu cara —yo estaba petrificado—. Ayyy —me dio dos palmadas en la mejilla derecha, muy fuertes por cierto. Si hubiera sido un chico le habría dado un puño —. Molestarte es tan gracioso.

Me sentía avergonzado y molesto. Pero sus palabras me habían puesto a pensar, me pregunté si en aquellos días, en los que fui malo con Matt, él se sintió como yo en aquel momento, furioso, impotente... Me pregunté si él habría llegado a sentir el odio que yo sentí hacia ella, ¿era posible que Matt sintiera cosas tan feas? Sólo podía pensar en que todo eso era obra del karma.

—No entiendo cómo Matt puede tener una amiga como tú —mascullé entre dientes, con el rostro ardiendo por la vergüenza.

—Y yo no entiendo cómo tú... —El sonido de un bostezo llamó nuestra atención.

—¿Qué ocurre? —Matt estaba sentado, con los ojos entrecerrados como un gato perezoso y con el cabello completamente despeinado.

—Matt —gritó la loca al tiempo que se lanzaba sobre él—. ¿Quieres ver una linda foto que tomé?

Luna me miró y guiñó el ojo.

—Mira —puso el celular frente a Matt.

—Ni se te ocurra —corrí en busca del aparato, en el acto accidentalmente golpeé a la chica con mi codo en la cara—. Dame eso —Lo solté de su agarre, aunque de cierta manera ella lo dejó caer.

Matt se levantó y se dirigió hacia ella, la chica se encontraba acurrucada. Cuando levantó la cabeza y retiró las manos de su rostro, unas gotas de sangre comenzaron a brotar se su nariz. Matt puso su mano en el mentón e hizo que Luna mirara hacia arriba, luego corrió hacia el baño.

—¿Qué pasa contigo, Tobi? Eres un guache —dijo el castaño mientras limpiaba la nariz de Luna, con un pañuelo—. Toma, ¿te duele?

La chica tenía los ojos vidriosos, pero no estaba llorando.

—N-no —susurró apretando el pañuelo contra su nariz y bajando un poco la cabeza—. ¿Estás contento? —dirigió su mirada hacia mí.

—Es culpa tuya, ¿por qué tenías que mostrarle la foto? —repliqué apretando el celular en mi mano, con toda mi fuerza.

—¿Qué tiene de malo la foto? —Intervino Matt—. Ni que salieras tú, no seas idiota.

—Pues que estamos tú y yo en... — ¿No salía yo?—. ¿Qué? Pero la foto... —Mire rápidamente la pantalla del teléfono—. Oh —solté una carcajada que más que de alegría estaba cargada de miedo, de vergüenza, no sé de qué exactamente, sólo sé que no era algo bueno.

En la foto salían Luna, Matt y otro chico abrazados, en lo que parecía ser una feria.

—¿Tanto te molesta ver a los demás felices, Tobi? —dijo Luna, con el pañuelo todavía haciendo contacto con su nariz.

—L-lo siento, pensé... —miré la foto nuevamente y me sentí como un completo imbécil—. Tu amiga me engañó, sólo juega conmigo, dile que me deje en paz.

—No recuerdo haber estado jugando luchas contigo como para que quisieras noquearme. —Cada vez me sacaban más de quicio sus palabras, era como si todo el tiempo quisiera burlarse o molestarme de alguna manera—. Como sea, espero no hayas arruinado mi hermosa nariz.

La chica alejó el pañuelo de su rostro, tenía la nariz completamente roja, y comenzó a pasar sus dedos suavemente sobre ella.

—¿Será que es posible que Tobi pueda llevarse bien desde un principio con alguien? —Preguntó Matt con un tono de diversión—. Yo creo que hasta el doctor cuando escuchó tu lloriqueo quiso lanzarte por la ventana.

—Aunque no lo crean tengo sentimientos —contesté tirando el celular sobre la cama de Matt—. Como sea, me voy. Me temo que ella y yo no podemos estar en el mismo lugar.

Narra Matt

Era un día hermoso, además de ser un domingo soleado y lleno de vida, saldría con mi mejor amiga y mi novio a un evento sobre la edad media. Había invitado a Alexander, sabía que a él le gustaba ese tipo de cosas, pero no había confirmado, aunque tampoco había dicho que no. También le había dicho a Tobi, dejarlo por fuera hubiese sido un tanto extraño, pero se había negado rotundamente a caminar por las mismas calles que Luna, era un completo idiota y por ende tampoco habíamos podido invitar a Irene, pues el rubio pasaría el día con ella.

—Espero Alex venga —dijo Luna con emoción—. ¿No creen que es muy guapo?

—Yo soy guapo —contestó Sam—. Alexander sólo usa el truco de hacerse el interesante e incomprendido, así siempre ha llamado la atención de las chicas.

—P-por supuesto que no —Luna se cruzó de brazos—. Sólo le tienes envidia porque es guapo, es inteligente, es genial —la pelirroja dejó escapar un suspiro—. ¿É-él está saliendo con alguien? ¿Es un mujeriego?

Luna no había dejado de hablar de Alexander y por una parte me alegraba, pero por otro lado deseaba poder ponerle un pedazo de cinta en la boca.

—Se supone que el mujeriego soy yo —Sam soltó una risita—. Pero lo mejor es que no te hagas ilusiones con él, creo que eres muy real para su gusto.

—T-te refieres a que le gustan operadas —Luna hizo una mueca de decepción—. O tal vez debería maquillarme más.

—Se refiere a que hasta el momento no se ha conocido una chica de carne y hueso con la que haya salido —dije—. Aunque en realidad no sabemos, él no suele hablar mucho de su vida privada.

Llegamos a la biblioteca en la que se llevaba a cabo el evento. Caminamos rápidamente hacia la zona en la que según el folleto habría un museo. La entrada estaba decorada como si fuera un antiguo castillo medieval, a los lados de la puerta había personas con armaduras, ambos tenían una especie de pergamino en sus manos en el cual había información sobre cómo eran los castillos de la época, sobre su distribución, su construcción y su función que se centraba principalmente en ser de defensa y refugio.

Cuando entramos nos sorprendimos al ver todo lo que había, teníamos mucho por recorrer. En el pequeño museo podíamos ver cosas sobre el estilo de vida, la organización social y política, el arte, la literatura, en fin, era como estar viajando en el tiempo. También había un pequeño espacio en el que hacían torneos de "caballeros" y otro para los juegos de mesa. Estuvimos al menos dos horas recorriendo el museo y luego fuimos a buscar la zona en la que se llevaría a cabo una muestra musical y de danza.

—No sé cómo podían vivir sin bañarse —dijo Luna—. Aunque me hubiera gustado vivir en la época, siendo un caballero, buscando aventuras.

—Apuesto que morirías de alguna enfermedad antes de los quince —contestó Sam—. O te meterías en algún problema y terminarías siendo ejecutada.

—O tal vez sería un rey —replicó la pelirroja—. Un guapo rey con muchas mujeres calentando mi lecho.

Sam y yo la miramos desconcertados.

—Creo que tienes problemas —dijo él.

En ese momento mi celular vibró, haciéndome pegar un brinco. Era Alexander, quien decía que estaba buscándonos en el salón de música. No le dije a Luna que era él, sólo les pedí que camináramos más rápido o nos quedaríamos sin puesto. Cuando llegamos el lugar estaba lleno, por fortuna Alex había guardado los puestos suficientes, poniendo una galleta en cada silla.

—Esto está muy lleno, amor —dijo Sam, recorriendo el lugar con la mirada—. No puede ser, yo venía principalmente por eso.

—Vamos —lo jalé del brazo y caminé hacia el pelirrojo que nos miraba y saludaba desde su puesto—. Sam y yo lo habíamos visto, pero Luna iba pegada a su celular.

—Muchachos, pensé que no vendrían y tendría que ceder las sillas. No saben lo difícil que fue guardarlas, hasta me he peleado con una anciana. —El pelirrojo retiró las galletas de las sillas—. Ni crean que esto es para ustedes, sólo las puse porque no traje nada más en mi mochila.

Sam y yo le regalamos una mirada de desprecio.

—Viniste —dijo Luna, que al fin había notado su presencia—. Yo me siento aquí —Luna nos empujó y se sentó junto a Alexander.

—No ha hecho más que hablar de ti —Sam le quitó una galleta a Alex, quien se hallaba sorprendido—. En serio, gracias al cielo podemos deshacernos de ella.

Luna se puso completamente roja y soltó una risita nerviosa.

—P-pues le hablé de cómo nos conocimos y ya, es decir, ellos exageran —Nunca había visto a Luna tan avergonzada, no podría decir qué era más rojo, si su rostro o su cabello.

Alexander no respondió palabra alguna, lo único que hizo fue tomar una galleta y ofrecérsela.

—Son de avena —agregó y luego posó su mirada en el escenario.

El show comenzó, Sam trató de grabarlo todo y de vez en cuando me regalaba uno que otro beso. Cuando su cámara se quedó sin espacio en la memoria, había olvidado vaciarla, la guardó y pasó su brazo por encima de mi hombro, mientras que entrelazaba su otra mano con una de las mías, yo me recosté sobre él. Su cercanía me llenaba de felicidad, y eso en parte me asustaba, aceptar ese tipo de felicidad es difícil cuando crees que no es posible.

El día comenzó a tornarse oscuro, las estrellas comenzaba a asomarse y a dar paso a un cielo nocturno. El evento llegó a su fin y al salir Sam tomó mi mano con fuerza. Junto a nosotros estaban Alex y Luna, que por cierto parecían llevarse de maravilla. En ese momento pensé que el mundo era, en realidad, un lugar muy pequeño. Me parecía increíble la forma en la que se habían conocido y luego reencontrado, tal vez era obra del destino, o algo así.

Tomamos un bus, por fortuna iba casi vacío, aunque nos tocó ir de pie. Sam, Alex y yo nos recostamos contra la puerta, Luna ya había tomado rumbo de vuelta a su casa. De un momento a otro el bus frenó en seco y Sam me abrazó, con fuerza, para evitar que me cayera. Luego besó mi frente y enseguida mis labios. Alexander tenía su mirada fija en la carretera y la belleza de la cuidad nocturna, tan oscura pero a la vez llena de luz.

—Oigan —gritó una mujer—. Oigan, ustedes. —Nos miraba fijamente—. ¿Qué están haciendo? ¿No ven que hay niños aquí? —No sabía decir si se estaba realmente refiriendo a nosotros—. La sociedad los ha aceptado, vivan su vida, salgan con quien quieran, pero no den shows en lugares públicos, y menos frente a niños, no ven que luego van y piensan que es normal y resultan maricones como ustedes.

—Peor ejemplo da usted con lo que está haciendo, señora —dijo Alexander molesto—. La que está haciendo show es usted, que sin razón comenzó a insultar a unas personas que no le están haciendo nada a nadie.

—¿No? —La señora tenía una niña sentada en sus piernas—. Esta es mi hija y tiene que ver el asqueroso espectáculo de dos hombres besándose, ¿qué pensará luego? ¿Qué puede ir a besar a sus compañeritas o que es normal que sus amiguitos se estén besando entre ellos?

—No creo que a la niña le moleste o le afecte en algo el ver a dos personas besándose —replicó el pelirrojo—. Creo que ni siquiera le pone cuidado a eso, debe estar más asustada al ver a su madre usando malas palabras.

—Usted deje de ser tan metido, ni siquiera estaba hablando con usted —contestó la señora.

—Pues ellos son mis amigos —Alexander apretó sus puños.

—No le pongas cuidado —dije en voz baja—. Sólo ignorémosla.

—Así es, no vale la pena amargarnos por esto —Sam miró a la señora y luego me besó—. Si le molesta que se baje.

—¿Nadie hará algo? ¿En qué se ha convertido esta sociedad? —Gritó la señora, tratando de llamar la atención de todos los que iban en el bus—. Por eso el mundo está como está, y va de mal en peor. Señor, ¿a usted le gustaría ver a su hijo en esas? —inquirió la mujer dirigiéndose a un hombre, ya mayor, que la miraba como sintiendo pena ajena.

—Ya lo he visto, mi hijo es gay —contestó el señor—. Debería darle vergüenza que su hija la vea atacando a estos jóvenes. —La niña miraba fijamente al hombre—. Nenita —dijo el sujeto—. Tu madre tiene razón, no puedes estar besando niñas. —La niña estaba prestando absoluta atención a sus palabras—. Pero tampoco niños, eres muy pequeñita todavía.

La niña sonrió y la mujer no dijo ni una palabra más.

Narra Tobi

Llevaba todo el día en casa de Irene, habíamos hecho muchas cosas. Al fin sentía que mi vida volvía a ser como antes y comenzaba a darme cuenta de que lo de Matt era posiblemente un capricho o sólo una confusión. La cosa era que me gustaba mucho pasar tiempo con Irene y verla sonreír me hacía la persona más feliz del mundo.

En ese momento nos encontrábamos acostados en el suelo de su casa, mirando hacia el techo y con música de fondo. Nos gustaba hacer eso e imaginar historias dependiendo de las canciones que escucháramos, ya fuese de la letra o de la melodía. Irene era la mejor, ella tenía mucha imaginación.

—Ahora ¿qué disco pongo? —dijo ella levantándose y caminando hacia el equipo de sonido.

—No sé, pon algo instrumental para variar —contesté con mis ojos cerrados, me sentía muy tranquilo cuando hacíamos eso.

—A ver –escarbó en un cajón lleno de discos de música y películas—. ¿Has escuchado a Yiruma?

—La verdad no.

—Escucha —Irene puso el disco—. Esta pieza se llama "When The Love Falls" —agregó en tanto volvía a acomodarse junto a mí—. Es mi favorita.

La melodía era hermosa, aunque algo melancólica y triste. Miré a Irene, ella mantenía sus ojos cerrados, me pregunté en qué estaría pensando, o qué tipo de sentimientos generaba aquella pieza en ella. De la nada abrió los ojos, los tenía un poco aguados.

—Este tipo de música me emociona mucho —dijo—. Esa pieza se basó en una canción que se llama Qui a tué Grand-Maman. Michel Polnareff escribió esa canción en homenaje a su manager que se suicidó y para mí habla como de la evolución del hombre y cómo sus inventos, que aunque han sido hechos con base a sus necesidades terminan acabando con otras cosas, por ejemplo la naturaleza, e incluso su misma humanidad. —No estaba poniendo cuidado a nada de lo que decía, era como si sus labios se movieran pero no pudiera escucharla—. ¿No es hermosa?

—¿Eh?

—¿No te gusta? —inquirió un poco seria.

—S-sí, es muy bonita, aunque algo triste —contesté un poco avergonzado al ver que ella había notado que me encontraba un poco distraído.

—Ya está un poco tarde, creo que deberías irte —Irene se levantó y apagó el aparato.

—S-sí —respondí en un tono seco.

—Gracias por venir —La conversación se estaba tornando un poco tensa, me sentía muy incómodo.

—Nos vemos mañana —dije al tiempo que me levantaba—. La pasé muy bien hoy —agregué caminando hacia la puerta.

Cuando llegamos a la entrada Irene se quedó mirándome como si esperara algo de mí.

—Chao —dije y luego me acerqué y le di un beso en la frente—. Te quiero.

—Yo igual —Irene sonrió dulcemente y luego sólo cerró la puerta.

Narra Luna

Abrí la puerta del apartamento sigilosamente, había llegado un poco tarde y no quería despertar a nadie, además mi madre me había dicho que tuviera cuidado con el tiempo, que no debía andar sola muy tarde blablablá en fin, lo importante era que había llegado a casa sana y salva, aunque ella no lo vería de esa forma.

Al entrar me encontré con un lugar oscuro y silencioso, supuse que ya todos se habían ido a dormir, así que me quité los zapatos y comencé a caminar hacia mi habitación en puntitas y a oscuras. Cuando al fin me encontraba frente a mi puerta la abrí lentamente, crucé y la cerré con mucho cuidado, el más mínimo ruido podía significar mi muerte, o bueno que mi colita sufriera un correazo, así es, mis padres todavía usaban la correa.

—Ya está —dije en un murmuro inaudible.

Después de soltar un suspiro, cerré mis ojos y me giré, recostándome en la puerta.

—Lindas horas de llegar, Lunita —abrí mis ojos de golpe, y en mi escritorio encontré a mi querido hermano sentado, mirándome fijamente, con la lámpara de la mesa encendida, a duras penas podía ver su rostro—. ¿Creíste que te saldrías con la tuya?

—¿Qué haces en mi cuarto, bobo? —Tiré mi mochila en el piso y me lancé sobre mi cama—. Vete, estoy muy cansada.

—No me iré, hasta que no arreglemos esto —contestó con seriedad.

—¿Es en serio? ¿Qué quieres?

—Sabes lo que quiero —tomó aire y lo soltó con fuerza—. Chisme —dijo en voz baja—. Quiero que me cuentes sobre Matt y el chico ese con el que sale.

Eso último le había sonado en un tono bastante inseguro, noté entonces que se sentía celoso.

—Sam es un chico muy cool —dije mientras miraba al techo—. Es un buen chico y se nota que Matt lo quiere mucho —tomé una breve pausa para pensar—. La verdad todavía no puedo decir mucho de él, de lo único que estoy segura es de que se ven bien y que Sam te ganó y ahora sufrirás por bobo.

—¿Eh? —de pronto sentí un cojín chocar con mi cara—. Oye, ¿por qué tienes que ser tan directa? Hieres mis sentimientos. —Por un instante, ambos nos quedamos en silencio—. Me alegra que sea feliz —dijo con voz apagada—. Me voy a dormir, mañana me cuentas bien cómo te fue.

Santiago se levantó y se despidió besando mi frente, algunas veces era muy cariñoso conmigo. Cuando dejó el cuarto me cambié y me metí debajo de las cobijas, busqué mi celular y le escribí a Alexander. Me quedé un par de minutos esperando su respuesta, pero nunca llegó.

—Debe ser muy tarde, ya debe estar durmiendo —me dije a tiempo que dejaba el aparato sobre la mesa—. O tal vez lo que dijeron era cierto, tal vez no debería ni siquiera pensar en acercarme a él.

https://youtu.be/WWz9bG_ur04

Hola todos, espero estén muy bien <3 Quiero comenzar por agradecerles por apoyar esta historia y a quienes me han enviado sus lindos mensajes y comentarios, gracias, gracias y mil gracias, realmente me siento muy feliz cada vez que leo sus comentarios <3 También quiero disculparme por la tardanza T.T y agradecerles por su paciencia. Espero les haya gustado el capítulo. Por cierto, arriba dejé la canción instrumental que puso Irene, es hermosa *w*

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