Capítulo 29


Narra Matt

Acompañé a Sam hasta la entrada.

—Espero tengas una linda noche —dijo al cruzar la puerta, de su boca salía humo por el frío–. No te acuestes tan tarde y ni te atrevas a preguntarle a luna por otros hombres –tosió y enseguida frotó sus manos.

El cielo nocturno era hermoso. La luna se veía enorme y brillante, parecía una enorme piedra preciosa, en el centro de un mar de estrellas que parpadeaban como si quisieran ser alcanzadas y robadas. La brisa golpeaba fuertemente los árboles y las tejas, y ahora parecía querer jugar con el cabello de Sam.

—Espera —dejé la puerta entre abierta y subí corriendo las escaleras, dirigiéndome hacia mi habitación.

Abrí la puerta de golpe y me encontré con una escena un tanto extraña. Tobi estaba lanzando una patada voladora a lo que parecía ser su almohada favorita, acompañando el acto con suaves gritos.

—No sabía que te gustara el taekwondo —sonreí.

La almohada cayó al piso y Tobi se sonrojó.

—No sabía que habías olvidado tus modales —respondió agresivamente, poniendo su pie sobre la almohada—. Si la puerta está cerrada es por algo —agregó a tiempo que se agachaba para recogerla.

—¿Y desde cuándo debo tocar para entrar a mi propia habitación? —inquirí tratando de sonar lo más tranquilo posible. No entendía por qué estaba tan a la defensiva.

—Ya no es sólo tu habitación —lanzó la almohada sobre la cama—. Las reglas cambian cuando compartes algo con alguien —su tono se suavizó un poco.

Tobi se echó sobre su cama, hundiendo su rostro en la almohada, y guardó silencio. Después de contar hasta cinco, y ver que no parecía ni moverse, recordé a Sam y el hecho de que mi pelinegro se encontraba en la puerta esperándome, en medio de una noche oscura y fría, principalmente fría.

«—Oh dios, debe estar congelado —pensé con preocupación, olvidándome por completo de Tobi»

Enseguida corrí hacia mi armario y saqué de allí un par de guantes y una bufanda. Miré a Tobi nuevamente y me pregunté si seguía respirando, ¿cómo es que podía estar tan quieto? Me daba hasta ganas de tomar una almohada y golpearlo, incluso de darle una palmada en las nalgas.

Salí de mi cuarto, lo cerré y corrí hacia la puerta, en el camino vi a Luna hablando por teléfono. Cuando llegué Sam estaba sentado en una de las escaleras, con sus brazos formando una cruz sobre su pecho y la cabeza un poco agachada.

—Perdona la demora —dije mientras ponía la bufanda sobre su cuello. Él pegó un salto.

—Pensé que te habías olvidado de mí y que moriría congelado —contestó levantando el rostro. Rodeé su cuello con la bufanda, él me miró y sonrió.

—Ten —le mostré los guantes. Sam los examinó con la mirada y luego me miró a mí.

—¿No me los vas a poner? —arqueó sus cejas—. Casi muero de frío por tu culpa, creo que mis manos sí se congelaron y no puedo moverlas.

—Ajá —le tiré los guantes en la cara y me crucé de brazos.

—¿Es en serio? —levantó sus manos—. Mira, no estoy mintiendo. —Las puso de manera que parecían completamente tiesas—. No puede ser, creo que se está extendiendo por todo mi cuerpo —comenzó a moverse como si fuera un robot y no pudiese mover sus articulaciones con total libertad.

No pude evitar reírme.

—¿Te quedarás allí sólo mirándome y riéndote de mi desgracia? —frunció el ceño—. A este paso ya no podré hablar en cuestión de minutos, tal vez segundos. —No dejaba de mirarme y yo no paraba de sonreír—. ¿Qué harías si no vuelvo a decirte que te quiero?

Su pregunta me hizo tambalear. Miré los guantes y traté de responder algo, pero fue inútil, tal vez el frío había congelado mi lengua y me era imposible articular palabra alguna.

—Apuesto a que te irías con otro ¿verdad? —infló sus cachetes, manteniendo su cuerpo en la misma posición—. Ahora lo entiendo, no te importa porque ya tienes al amigo de Luna ¿eh?

—¿Q-qué? —volví al planeta tierra—. Eres muy bobo —dije a tiempo que me agachaba para recoger los guantes.

Los levanté y me arrodille para tomar sus manos, estaban realmente heladas, me pregunté si le dolían al menos un poco. Lo miré de reojo y noté que una tierna sonrisa resaltaba en su rostro, sonreí tímidamente. Antes de ponerle los guantes frote sus manos con las mías para calentarlas un poco.

—Ya está —me puse de pie, las rodillas me traquearon—. Eres un inútil —susurré mientras me sacudía el pantalón.

—Creo que el que se estaba quedando congelado era otro —Sam miró mis rodillas y rio por lo bajo.

Ambos nos quedamos en silencio. Sam me miraba fijamente y no dejaba de sonreír, traté de mirarlo pero me sentía un poco intimidado por lo que agaché mi cabeza enseguida.

—¿Qué pasó? —pregunté con voz ronca.

—¿No puedo mirarte? —respondió poniendo su mano en mi mentón y levantando con delicadeza mi rostro—. ¿Quién te manda a ser tan lindo? —besó mi frente—. Espero hayas tenido un lindo día. —Quise decirle que aquel había sido el mejor cumpleaños de mi vida y que en gran parte había sido gracias a él, pero parecía que todas mis palabras se habían gastado en el discurso de la tarde—. Sueña lindo.

—Gracias —murmuré algo apenado por mi incapacidad de decir algo más, él merecía más de mí.

—Chao —cruzó la puerta y me dio la espalda. Dio un paso inseguro, se detuvo un momento, tal vez pensaba en voltearse y decir algo más pero luego sólo continuó caminando.

—Espera —grité cuando iba casi en la esquina y salí a correr tras él. Lo sorprendí con un fuerte abrazo, él estaba de espaldas—. Hoy fue un lindo día. Te quiero —dije en un susurro casi inaudible.

Narra Tobi

No dejaba de preguntarme si Matt me había escuchado pronunciar el nombre de Sam antes de golpear la almohada, sólo rogaba que no hubiese sido así, de lo contrario las cosas podrían tornarse muy extrañas, aunque el hecho de que pateara la almohada de esa forma ya era algo que a simple vista no parecía muy normal.

—¿Qué sentido tiene querer a alguien que no te corresponde ni te corresponderá nunca? —le pregunté a la nada, mientras golpeaba mi rostro con la almohada.

—Está bien querer a alguien que no te corresponde, mientras sea una persona que valga la pena querer.

Luna había entrado a la habitación tan sigilosa como un gato, pegándome además un gran susto. Creo que si las luces hubiesen estado apagadas habría gritado o me habría lanzado hacia ella con una de mis patadas voladoras.

—¿Q-qué? —Me senté. Ella me miraba con una amable sonrisa.

—Me hiciste recordar la conversación entre Sophie y Tessa —respondió entrando con total confianza en la habitación, como si fuera suya, y sentándose en la cama de Matt. Yo la miré extrañado, sin comprender a qué se refería—. Sophie y Tessa —repitió. Yo arrugué mi frente—. De cazadores de sombras —La miré como si tuviera frente mí a un bicho raro—. O-olvídalo. El caso es que lo que responde a tu pregunta para mí sería eso. Que está bien querer a alguien que no te corresponde mientras sea una persona que valga la pena y que lo merezca.

—¿E-estabas escuchándome?

Ella soltó una carcajada y se dejó caer sobre la cama. Era una completa confianzuda.

—Sólo escuché lo que tenía que escuchar —puso sus manos bajo su cabeza y se quedó mirando hacia el techo—. Así que te gusta alguien más, una persona diferente a tu novia ¿verdad?

—N-no.

Un escalofrío helado me recorrió la espina dorsal. Nunca me había sentido tan inseguro, no podía dejar que nadie más supiera y mucho menos una persona que ni siquiera conocía.

—No sé de qué hablas, creo que escuchaste mal —Mi voz temblaba, siempre había sido consciente de que era pésimo para mentir—. Yo amo a Irene y somos muy felices.

—Y yo creo que deberías terminar con tu novia —se sentó y clavó sus ojos en mí—. Las personas son muy frágiles y las mentiras pueden terminar rompiéndolas, los sentimientos no son algo con lo que puedas jugar —su rostro era serio—. Qué pena siento por ella... Se ve que es una gran chica.

—Tú no sabes n...

El estruendo de la puerta abriéndose me interrumpió.

—Así que aquí estabas —Matt se veía muy radiante y feliz—. Espero Tobi se haya portado como un caballero.

—Sí —respondió ella sin darme tiempo de hablar—. De hecho, tuvimos una conversación muy interesante ¿cierto? —dirigió su mirada hacia mí, seguía sonriendo—. Espero sigas mi consejos, son los mejores, pregúntale a Matt.

Ambos sonreían y yo lo único que quería era lanzarme por la ventana, aunque eso sólo supondría un brazo o un par de huesos rotos. En ese momento llegaron a mi mente imágenes de tal escena, pero no me veía a mí saltando, me veía empujando a Sam y luego veía su cuerpo en la acera, rodeado de sangre.

—Tobi —La voz de Matt me sacó de mis pensamientos.

—¿Qué? —contesté con algo de fastidio.

—Luna y yo vamos a ver una película, ¿te gustaría verla con nosotros? —Luna se levantó de la cama y caminó hacia la puerta.

Ambos me miraban expectantes.

—N-no. Me siento algo cansado, mejor véanla sin mí —necesitaba estar solo y pensar en todo lo que estaba pasando, en lo que haría con Irene, con Matt, con Sam, o al menos en lo que me gustaría hacer, como dicen por ahí, soñar no cuesta nada.

—Bien, como quieras —Luna salió de la habitación y Matt fue tras ella.

Yo me recosté, cerré mis ojos y luego escuché la puerta cerrarse. Pensé en las palabras de Luna y me entristecí al no poder encontrarlas erradas, me sentí una mala persona otra vez, me sentí un completo miserable y entonces noté que así había sido la mayor parte de mi vida, una completa basura que no hacía más que molestar a los demás.

—Estoy cansado —sentía un nudo en mi garganta y un fuerte dolor en mi pecho.

Narra Matt

Pusimos una película que Luna había traído, se llamaba la chica Danesa, yo no había oído de ella pero Luna dijo que parecía muy interesante y fuerte, aunque no explicó a qué se refería con fuerte, de igual modo ella a duras penas había visto el trailer.

Antes de ponerla tomó su celular y llamó a alguien. Mientras ella hablaba fui a la cocina por algo de comida, quería hacer perros calientes. Me encontraba buscando las salchichas cuando Luna entró con una sonrisa picarona bailando en su rostro.

—Ten —dijo extendiendo su mano con el celular hacia mí—. Hay alguien que quiere hablar contigo —guiñó el ojo y volvió a la sala.

Acerqué el celular a mi oído.

—¿Hola? —dije inseguro.

—¡MATT! —un grito del otro lado casi me deja sordo—. Feliz cumpleaños, Matt. Siento mucho no haber podido ir hoy, pero estuve muy enfermo.

—Santiago —Me sentí muy feliz de escucharlo—. Tranquilo, no te preocupes. Fue un día muy lindo. ¿Y cómo estás? ¿Cómo va todo?

—Bien, las cosas van muy bien —dijo con entusiasmo—. ¿Y Luna se ha portado bien?

Hablamos por aproximadamente diez minutos. Me contó que había comenzado a hacer deporte y que eso le había ayudado a sentirse mejor de salud. Yo le hablé de mis nuevos amigos y en general de mi nueva vida, incluso le hablé de Sam. Al parecer, mi querida amiga Luna ya le había ido con el chisme, cuando me preguntó por él me sentí algo extraño pues no estaba acostumbrado a responder a ese tipo de preguntas. Antes de colgar me felicitó y me dijo que se alegraba de que hubiera encontrado a una persona especial, no sé si había sido mi imaginación pero noté en su tono algo raro, no hablaba como el Santiago que había conocido en el pasado.

—¿Listo? —Luna asomó su cabeza. Yo me encontraba en las nubes pues pensé en que tal vez a Santiago le pasaba algo y eso me preocupaba. Y mayor fue mi preocupación cuando llegué a la conclusión de que tal vez la persona de la que Luna hablaba era él.

—Sí —tomé los perros calientes y caminé hacia la sala.

«—No puede ser, es imposible que a Santiago le guste yo —pensé mientras me acomodaba en el sofá»

Quería preguntarle a Luna, pero lo mejor era sólo evadir el tema. Tal vez era sólo impresión mía, y si no era así de nada servía pues ahora yo estaba con Sam y con él me sentía bien, me sentía feliz, me sentía seguro.

Durante los siguientes minutos mantuvimos un silencio sepulcral, estábamos enganchados con la película. Y cuando Luna había dicho que era fuerte, tenía mucha razón. Trataba de un hombre que era un pintor exitoso y tenía un matrimonio feliz y tal vez envidiable, pero que debido a ciertas circunstancias descubrió que no era quien quería ser, puesto que en el fondo no era hombre sino mujer. Pensé en lo difícil que debió ser, principalmente por la época en la que se desarrollaba la historia, una época en la que la homosexualidad, la transexualidad y todo lo relacionado con ello, era visto como una enfermedad, como algo monstruoso, pero también por todo lo que tuvo que pasar para poder ser lo que quería.

También pensé en su esposa, que a pesar de todo siempre estuvo ahí, aunque sabía que su amor no sería correspondido, o no en la misma manera. Y pensé en lo difícil que es sentir que vas en contra de lo moralmente correcto, aunque no sea así, aunque sean sólo invenciones de la sociedad o de la religión, pero que aunque sean inútiles causan discriminación, violencia, exclusión.

—¿Qué te pareció? —Luna encendió la luz—. Basada en una historia de la vida real. La primera mujer transgénero que se sometió a una cirugía —suspiró y se estiró.

—Estuvo muy buena —contesté sin querer decir más.

—Oye, Matt —La pelirroja se sentó en el sofá—. ¿Puedo pedirte algo? —asentí con mi cabeza—. Podrías darme el número de celular de Alexander.

—¿Qué? —En mis labios apareció una divertida sonrisa—. Pensé que ya se lo habías pedido, ¿desde cuándo eres tan tímida? —sus mejillas se llenaron de color.

—No empieces —me miró con los ojos entrecerrados—. Más bien dámelo.

Después de darle el número de Alexander, le hablé un poco de lo que sabía sobre él. Nunca había visto a mi amiga tan interesada en acercarse a un chico, es decir, generalmente los chicos eran quienes estaban tras ella. Recuerdo que muchas veces ella me pedía que me hiciera pasar por su novio para espantarlos, aunque algunas veces eso me traía muchos problemas, como chicos queriendo pelearse por su "amor" a la salida. Pero como obviamente yo no podía ni dar una palmada sin que me doliera la mano, hacía lo posible por salir corriendo de la escuela. Luego de eso ella prefirió decir que era lesbiana.

—Alexander parece una persona difícil —dijo ella a tiempo que jugaba con su celular—. Pero bueno, mañana le hablaré —sonrió—. Y Matt, creo que a tu hermanito le pasa algo.

—¿Mi hermanito? Él no es mi hermanito —le quité el celular de las manos—. ¿Por qué lo dices?

—Lo escuché hablando solo —trató de quitarme el celular—. Creo que las cosas con su novia no van muy bien.

—Tienes razón —recordé la escena que había presenciado cuando fui por mis guantes—. Yo lo vi pateando una almohada, eso sí que es extraño y luego me reclamó por entrar a mi propia habitación.

—Pues así como lo encontraste pateando una almohada, podrías encontrarlo en situaciones más incómodas y comprometedoras —apretó los labios pues estaba por soltar la risa—. Es que imagina las posibilidades. Está en lo correcto al pedir que al menos toques a la puerta.

—Prefiero imaginar nada —respondí tratando de evitar que extrañas imágenes se asomaran a mi mente. Sacudí mi cabeza—. Eres una sucia.

Narra Tobi

Después de pensar y pensar concluí que debía hacer que las cosas fueran como antes, debía recuperar mi relación con Irene y hacer que sus inseguridades desaparecieran. Es decir, ella estaba sufriendo por mi culpa, ella me quería y eso era demasiado, no es fácil encontrar a alguien que te quiera de verdad. Por otro lado, sabía que Matt era algo imposible para mí, pensar en él me hacía pensar en lo inalcanzable, creo que me resultaría más fácil encontrar el secreto de la vida o la juventud eterna o averiguar lo que hay después de la muerte sin necesidad de abandonar este mundo.

Cerré mis ojos y en mi cabeza repetí una promesa, a partir de ese día sería un hermano para Matt y pensaría en él como tal, y le daría todo mi amor a Irene, quien había sido muy buena conmigo y que a pesar de todos mis errores seguía ahí.

Tomé el celular y la busqué en mis contactos.

Tobi: Hola, amor. Sólo pasaba para recordarte que te amo :*

Me quedé mirando la pantalla por al menos cinco minutos.

Irene: .-. y ahora ¿qué fue? ¿Eres tú?

Tobi: Cómo dices cosas así...

Irene: Bueno pues es raro que me estés escribiendo cosas como esas cuando a duras penas contestas mis mensajes.

Tobi: Tienes razón. Lo siento u.u no he querido hacerte sentir mal, ni que pienses que no te quiero o que mis sentimientos han cambiado. Pero te aseguro que haré que confíes en mí de nuevo y te demostraré lo importante que eres para mí.

Veía que Irene escribía, pero no enviaba nada y eso me ponía muy ansioso.

Tobi: Sé que no he hecho las cosas muy bien estos últimos días, pero no ha sido por lo que crees, han pasado muchas cosas últimamente en mi vida y los cambios algunas veces son difíciles de aceptar.

Irene: En eso tienes razón. Bueno, está bien, acepto tus disculpas. De cualquier modo no puedo estar enojada contigo.

Irene: Hablamos mañana, me voy a dormir <3

Miré mi foto del whatsapp, en ella salíamos Irene y yo en los carritos chocones. Recordar los viejos tiempo me hizo pensar en que luchar por ella valía la pena y que si en el pasado la había querido y habíamos sido muy felices, era posible que recuperar esa felicidad y esos sentimientos. No dejaría que se siguieran alejando cada vez más y más, mientras pensaba en algo que además de imposible era absurdo.

En ese momento la puerta se abrió. Luna y Matt entraron.

—Me temo que hoy tendremos que compartir cama, Tobi. Espero no te moleste —dijo Matt buscando su pijama, bajo su almohada.

—Está bien —traté de sonreír amablemente, pero creo que me salió una sonrisa muy fingida.

—Iré a cambiarme —dijo Luna, dirigiéndose al baño.

Matt cerró la puerta y comenzó a desvestirse.

—¿Q-qué carajos haces? —¿cómo podía lograr mi cometido si llegaba a hacer algo como eso?—. ¿Por qué te cambias aquí? Para eso está el baño.

Matt me miró extrañado.

—Es gracioso porque esta escena me recuerda algo, es como un déjà vu. Sólo que estamos en situaciones contrarias —Matt rio mientras terminaba de acomodar su camisa—. Repetiría tus palabras pero eran sólo bobadas, así que sólo te diré que no tiene nada de malo que me cambie en mi propio cuarto.

—Como sea —Me metí bajo mis cobijas y me cubrí con ellas hasta la cabeza.

Luna tocó a la puerta.

—Ya te abro —dijo Matt.

—¿Qué pasó? ¿Ya se pelaron? —bromeó la chica. Yo me mantuve oculto bajo mis cobijas.

Matt las alejó de mí y me pidió que me corriera. Sin replicar me moví, abriéndole campo. Luna apagó la luz y ambos se pusieron a hablar, a echar chisme de todos los compañeros del antiguo colegio de Matt. Quería pedirles que se callaran y me dejaran dormir, es que ni siquiera era chisme de alguien conocido, qué sentido tenía quedarme escuchando información de gente "x". Apreté mi almohada contra mis oídos, pero no sirvió de nada, sus voces retumbaban en mis oídos y me hacían imposible conciliar el sueño.

—¿Pensaste en lo que te dije, Tobi? —Luna nuevamente me tomaba por sorpresa con sus preguntas. Guardé silencio, traté de hacerme el dormido.

—¿Te pasa algo, Tobí? —sentí que Matt se giraba hacia mí—. ¿Todo va bien con Irene? —No quería hablar—. Vamos no te hagas el dormido —continuó Matt—. Oye —sentí su mano en mi hombro y al girarme nuestras frentes se chocaron y casi nos damos un beso.

Matt se quejó y recostó su cabeza sobre mi hombro, algo aturdido. Mi respiración comenzó a sentirse pesada y mi corazón a latir más rápido. No podía tener a Matt tan cerca, eso no me ayudaba a cumplir mi promesa.

—No te recuestes en mi hombro y déjame dormir —dije mezquinamente moviendo mi cuerpo con agresividad.

—A ti te pasa algo —insistió Matt—. Puedes hablar conmigo luego si quieres.

—Conmigo también, yo soy una tumba —dijo Luna.

—Sí, claro —bufó Matt—. Por eso Santiago me preguntó ciertas cosas que se supone no sabía —Luna soltó una risita nerviosa.

—Pues es que mi hermano estaba enamorado de ti —dijo con total libertad, realmente era una boquisuelta.

En ese momento recordé al tal Santiago y me sentí celoso nuevamente.

—¿Q-qué? —La voz de Matt sonaba entrecortada.

—Sí —dijo ella en un suspiro—. Si hubiera sabido antes de ambos les habría ayudado, ustedes son unos bobitos.

Matt no contestó. Me pregunté si tal vez él era capaz de terminarle a Sam por aquel chico.

—De cualquier modo ya no viene al caso —siguió Luna—. Igual te ves muy feliz con Sam, hacen una linda pareja, pero debo admitir que quería que fueras mi cuñado —se quedó en silencio un instante—. Aunque todavía se puede, tal vez yo resulte saliendo con tu hermanito.

—¿Qué? —Ahora se metía conmigo la muy loca.

—Pues como las cosas no parecen tener mucho futuro con tu novia —su tono demostraba que se divertía al molestarme.

—Ya deja de decir bobadas —dije con la ira ardiendo en cada palabra—. Ambos. Ya cállense y dejen dormir.

—Ay pero qué gruñón. Sólo estaba bromeando —Matt reía, no hacía ruido pero podía sentir una leve vibración en el colchón—. Te compadezco, Matt. Con ese hermano tan amargado.

—¿Ves? Todo lo que te dije es cierto —Matt volvió a girar su cuerpo—. Pero sí, ya es tarde. Duerme bien, Luna.

—Buenas noches, cariño —murmuró la chica.

—Descansa, Tobi —dijo Matt y la habitación fue tomada por el silencio.

https://youtu.be/5Jyc16LxZqA

"Mientras siga viendo tu cara en la cara de la luna, mientras siga escuchando tu voz, entre las olas entre la espuma. Mientras tenga que cambiar la radio de estación porque cada canción me hable de ti..."

Bacilos - Caraluna

Hola a todos <3 Al fin puedo traer otro capítulo x.x siento mucho la demora. Primero quiero agradecerles a todos los que han llegado hasta aquí y que siguen apoyando esta historia, y también decirle gracias a todos por sus mensajes, realmente me hacen muy feliz <3 Espero este capítulo les guste. Y nuevamente gracias, gracias y mil gracias por leer esta historia.

Por cierto, puse el gif de Malec porque *w* son hermosos y quisiera saber si a ustedes les gusta cazadores de sombras. 


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