Capítulo 26
Narra Tobi
—¿Irene cree qué? —Las mejillas del castaño se encendieron en un fuerte color rojo.
—Cree que estoy enamorado de ti —repetí desviando mi mirada hacia el suelo, que se sonrojara me hacía sentir un poco avergonzado.
Matt soltó una risita nerviosa y sobó su nuca.
—Qué cosas dice —masculló entre dientes—. Creo que al fin has hecho que se vuelva loca, no sé cómo pudo aguantarte por tanto tiempo —Matt tampoco era capaz de mirarme—. Deberías preocuparte un poco más por ella, hacerla sentir bien, hacer que ella sienta que aún la amas porque creo que...
—Ya no la amo —murmuré interrumpiéndolo.
—¿Qué? ¿D-desde cuándo? ¿Por qué? —Matt me miró incrédulo a tiempo que me bombardeaba con sus preguntas, preguntas que no quería contestar pues hasta ese momento no me había sentido tan seguro de que mi amor por Irene se había desvanecido, que había llegado a su fin como todo.
—Desde que te soñé —contesté en un susurro—. Desde el día en el que mis miedos se alejaron de mí y pude volver a dormir tranquilo porque sabía que al cerrar los ojos te encontraría —guardé silencio un instante—. Todo era hermoso, era perfecto —lo miré fijamente a los ojos—. Porque éramos sólo tú y yo.
—¿E-estás enamorado de mí? —preguntó con la voz entrecortada.
—Y-yo... —Mi corazón latía cada vez más rápido, sentía que en cualquier momento se saldría por mi boca—. Yo...
Y entonces Matt se lanzó sobre mí, haciendo que ambos cayéramos sobre mi cama.
—Tobi —susurró en mi oído y un cosquilleo recorrió cada célula de mi cuerpo—. Tobi —repitió acercando su rostro al mío—. Tobi —miró en dirección a mis labios y entonces sentí que debía cerrar mis ojos—. Tobi.
Quería sentir sus labios, realmente quería sentirlos
—¡Tobi! ¡Despierta, maldita sea! —abrí mis ojos de golpe a tiempo que pegaba un salto—. Te pedí que arreglaras tus cosas, en unas horas llegará Luna y no quiero que vea tu desorden.
«¿Por qué sigo teniendo ese maldito sueño? —me pregunté mientras me sentaba y estiraba mis brazos para desperezarme—. Lo he tenido todas las noches, durante estas últimas semanas —me lamenté mientras miraba a Matt recogiendo mi ropa del suelo»
Pensé en el día en el que había comenzado a tener aquel sueño, habían pasado exactamente dos semanas desde aquella noche en la que Irene se fue echando chispas de mi casa porque sentía que yo estaba enamorado de Matt. "¿Estás enamorado de mí?" esa fue su pregunta, pregunta que hizo de mi mente un caos, ¿estaba enamorado de Matt? Ni siquiera yo tenía la respuesta, o tal vez la tenía pero me negaba a aceptarla, de cualquier modo aquel día le había contestado con un rotundo no y al día siguiente había ido a casa de Irene con un oso de peluche y una chocolatina de maní, eran sus favoritas.
Recuerdo que su madre abrió la puerta y me pidió que pasara, cuando entré vi a Irene sentada en el sofá con un libro entre sus manos, estaba tan sumergida en sus páginas que ni siquiera notó que llevaba un par de minutos observándola. Irene era hermosa, siempre me había sentido un hombre afortunado al tener a una chica como ella a mi lado, era hermosa, pero su belleza no se resumía a una cara bonita, no, era su forma de pensar y de ser lo que la hacía tan especial.
—¡Tobi! —El golpe de un par de medias en mi rostro me sacó de mis pensamientos—. ¿Me estás escuchando, maldito vago? —Matt se acercaba a mí con la ira hecha llamas en sus ojos—. Te digo que me ayudes con tu desorden, eres un puerco ¿qué te cuesta poner la ropa sucia en su sitio? Incluso la tiras junto a la cesta ¿qué pasa contigo? —debo admitir que alegando se veía adorable, arrugaba la frente, apretaba los labios, sus labios...—. ¡Vamos! ¡Levántate! —El castaño me tomó del brazo y comenzó a jalarme.
—Déjame dormir —Me solté de su agarre—. ¿Cómo puedes ser tan fastidioso? No me estés molestando, es tu visita así que arregla tú, a mí me da igual que tu amiga vea mi desorden.
—¿Ah? —Matt me lanzó una mirada fulminante, era como si quisiera desaparecerme con ese par de esferas grises—. Pensé que tu estupidez había disminuido, pero veo que me equivoqué, como siempre. No sé cómo sigo esperando cosas de ti.
—Ese truco de hacerme sentir culpable no funcionará —contesté ocultándome bajo las cobijas—. Más bien, deja de molestarme y cuando ella venga cierras la puerta y ya, no notará mi desorden, ni me notará a mí y todos felices.
—Estás loco —gruñó por lo bajo—. Quedamos en comer todos juntos, nuestros padres, Irene, Sam, Alexander... todos.
—Ni siquiera sé por qué carajos viene tu amiga y hacen esa tonta reunión, ni que fuera tan importante —respondí y entonces se hizo el silencio, no recibí respuesta alguna por parte de Matt.
Después de un minuto, o dos, asomé mi cabeza y noté que Matt ya no estaba.
Narra Luna
No sabía qué ponerme. Era un día especial, llevaba mucho tiempo sin ver a mi mejor amigo, Matt, y realmente lo extrañaba, además aquel día era su cumpleaños. Recordé que cuando éramos niños solíamos escaparnos juntos, él, mi hermano y yo a nuestra guarida secreta, una casucha abandonada que quedaba cerca de mi casa.
Allí teníamos guardados libros con historias de terror, debido a que nuestros padres no nos dejaban leer ni ver ese tipo de historias, ya que decían que debíamos alejar esas imágenes negativas y feas de nuestras mentes, para que cuando nos enfermáramos o tuviéramos una fuerte fiebre no viéramos cosas horribles que pudiesen volvernos locos. Como raro los padres llenando tu cabeza de temores para que no hagas "x" o "y" cosa.
Miré mi armario y terminé por escoger un vestido gris con puntitos blancos. Rápidamente me vestí y me peiné, mi cabello no era muy largo así que no tardé en ello. Cuando estuve arreglada corrí en busca de mi regalo, estaba segura de que a Matt le encantaría, era un libro, nuestro libro favorito, que había rescatado de nuestra guarida antes de aquel fatídico día en el que llegamos y la encontramos completamente destruida, la habían quemado y hasta ese día no sabíamos quién y por qué, tal vez había sido algún grupo de ineptos, de esos que hacen maldades sin razón.
—¡Luna! —llamó mi madre—. Ten —puso una bolsa en mis manos—. Llévale esto a Sara y dile que saludes, que aquí los estaremos esperando en navidad —asentí con mi cabeza, al tiempo que agarraba la bolsa y la ponía dentro de mi maleta—. ¿Empacaste todo?
Mi madre y Sara se llevaban muy bien, gracias a nosotros se habían vuelto las mejores amigas y todas las navidades las pasábamos en mi casa, ya que la familia de Matt no era muy grande, mantenían más bien incomunicados y desde que su padre se fue de casa, Sara y Matt habían dejado de celebrarla hasta que mi madre los invitó una noche.
—Eso espero —puse la maleta en mis hombros—. ¿Santiago ya se fue? —pregunté. Me hubiera gustado que mi hermano me acompañara, estaba segura de que a Matt le agradaría mucho verlo.
—Sí, sus amigos pasaron hace un momento por él —contestó mi madre. Santiago había decidido ir a acampar ese fin de semana con sus amigos.
—No puedo creer que haya hecho planes sabiendo que era el cumpleaños de Matt —dije con decepción—. Él se pondrá muy triste, nos esperaba a ambos.
—Dile que enfermó, igual él dijo que le llamaría en la noche —Mi madre me acomodó el cuello de bebé del vestido—. Me llamas cuando llegues, ¿vale? —asentí con mi cabeza—. ¿Y al fin te van a recoger en alguna parada o vas a llegar en taxi?
—Sara me dijo que me recogería, no te preocupes por eso —le di un beso en la mejilla a mi mamá—. Te quiero, má —tomé mis llaves y mi cartera—. Nos vemos mañana.
Salí de casa corriendo, no podía esperar por ver a Matt, lo extrañaba demasiado. Esperé en la parada de autobús durante una media hora, la ruta estaba algo retrasada y el cielo estaba tan oscuro y gris que no dejaba de lamentar el hecho de haber olvidado mi paraguas en la casa.
Por fortuna el bus iba vacío, o al menos había un par de sillas desocupadas. Me senté junto a la ventana, saqué mi reproductor de música, me puse los audífonos y cerré mis ojos mientras me recostaba en la silla y me perdía en las hermosas melodías de Sleep Dealer. Cuando sentí que me quedaba dormida, después de casi recostarme sobre la persona que estaba junto a mí, me senté bien y puse mis manos sobre mis mejillas, acto seguido las golpeé con suavidad a tiempo que sacudía mi cabeza de lado a lado.
—No te vayas a dormir o quién sabe a dónde resultes llegando —susurré para mí en un suspiro.
Narra Matt
«—Maldito, Tobi —maldije para mis adentros al estúpido rubio que seguía bajo las cobijas y que parecía haber olvidado que aquel día era mi cumpleaños—. Lo olvidó, realmente lo olvidó —miré por la ventana y vi a un pelinegro en la esquina, corriendo a tiempo que trataba de cubrir su cabeza, con su maleta, para no mojarse—. ¿Sam? —asomé mi cabeza. El chico levantó su rostro y me vio, y entonces comenzó a agitar su mano de lado a lado para saludarme—. Sí. Es él —sonreí y corrí hacia la puerta principal»
Abrí la puerta. El día estaba oscuro y húmedo, realmente amaba los días así y lo extraño era que no recordaba cumpleaños alguno en el que no hubiera llovido. Mi madre solía decir que cuando llovía era porque Dios estaba triste por el comportamiento de los humanos y por eso lloraba, y recuerdo que al principio pensaba que Dios me odiaba porque era un niño malo, un niño malvado que quería besar otros niños.
Sin embargo, con el tiempo comencé a sentir que era otra cosa, comencé a pensar que la lluvia en mi cumpleaños era un regalo, la amaba, amaba los días lluviosos, amaba sentir las gotas golpear mi rostro, cerrar mis ojos, sacar mi lengua, estar en silencio, sentir que todos los problemas se hacían cada vez más chicos al ritmo del choque de las gotas con la acera.
—¡Feliz cumpleaños! —gritó Sam en tanto se abalanzaba sobre mí para darme un abrazo—. ¿Qué se siente estar un día más cerca de la muerte? —sonreí a tiempo que hundía mi cabeza en su pecho. Sentí su colonia, mi corazón latía cada vez más fuerte.
—¿Qué se siente estar un día más cerca de perderme? —mascullé entre dientes, de una manera casi inentendible.
—Se siente como la muerte así que prefiero no pensar en ello —alejó sus brazos de mi cuerpo y puso sus manos en mi rostro—. Todavía nos queda mucho por vivir —besó mi frente—. Feliz cumpleaños, espero cumplas muchos más y pueda estar aquí para verlo —posó sus suaves labios sobre los míos, yo puse mis manos en su cuello.
Le pedí a Sam que se quitara su chaqueta y los zapatos, estaba empapado. Lo acompañé al baño y le pedí que me esperara mientras iba a buscar ropa seca, le hubiera dicho que se cambiara en mi cuarto pero allí estaba el inútil de Tobi, en medio del desorden, su habitad natural y echado cual cerdo. Entré a mi habitación evitando hacer cualquier tipo de ruido, caminé hacia mi armario y saqué lo primero que vi, una camiseta blanca y un pantalón gris.
—Ten —asomé mi mano, con las prendas, en el baño.
—¿Por qué no entras? —preguntó Sam, sin tomar la ropa. Mi brazo comenzaba a cosquillear—. No te preocupes, no me he quitado ninguna prenda —suspiré y pensé en entrar. Recogí mi brazo y estaba por hacerlo—. O tal vez sí, tal vez estoy semidesnudo —soltó una risita. Mis mejillas se encendieron en un fuerte color rojo, estaban muy calientes, casi podía sentir humo saliendo de mis poros.
—¿Q-qué pasa contigo? —estiré mi brazo nuevamente—. Ten, te espero en la sala —agregué con mi mirada clavada en el piso.
—Eres adorable —sentí su mano en mi hombro.
Levanté mi rostro hacia él y estaba sin camisa. Mi rostro se puso aún más rojo, sentía que iba a estallar o que mi corazón saldría disparado por mi boca.
—¿Q-qq? —me era imposible articular palabra alguna—. Te espero en la sala —le tiré la ropa en la cara y salí corriendo.
Me senté en el sofá, mientras trataba de calmarme.
«—Luna está por llegar —me dije mentalmente—. Piensa en Luna, piensa en que la volverás a ver después de todos estos días—. Piensa en... —me detuve y comencé a sacudir mi cabeza de lado a lado—. No, no pienses en Sam, no pienses en su hermosa piel, y en lo suave que se ve»
—¿De verdad soy tan aterrador? —Sam estaba recostado en el arco que había a la entrada de la sala—. ¿Fue mi tercera tetilla? ¿O la boca en mi estómago? —me miró fijamente a los ojos en tanto daba cortos pasos hacia mí—. ¿O tal vez el bulto que crecía bajo mis pantalones?
—¿Qué? —¿Bulto? ¿En sus pantalones? Me sentía muy avergonzado en aquel momento, y lo peor es que no pude evitar que mis ojos se dirigieran a su entrepierna casi de manera involuntaria.
Sam soltó una carcajada
Lo siento —se arrodilló—. Olvidé decirte que soy un mutante —acercó su rostro hacia el mío y me besó.
https://youtu.be/oDqdieQ17J0
Hola a todos <3 primero quiero agradecerles por llegar hasta aquí y por todo el apoyo que han brindado a esta historia, no saben lo feliz que me hace saber que les gusta y que algunos están esperando por las actualizaciones <3 Gracias, gracias y mil gracias :3 También quisiera disculparme por demorarme en subir los capítulos y en contestar sus lindos comentarios, pero no he podido entrar mucho a wattpad debido a la universidad T.T
Sobre el capítulo. ¿Qué les pareció? ¿Qué creen que pase? Les dejo una de las canciones de la banda que escucha Luna <3 Los quiero.
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