Capítulo 4

-¿Por qué no estás espiando al vecino?

-Yo no espío al vecino, además, tengo cosas importantes que hacer -respondo. Mi hermana me mira confundida.

-Ajam, sí tú lo dices. Sin embargo, son las cuatro menos diez.

-¿Y? -Continúo concentrada en el capítulo de la novela que estoy leyendo. Es de una autora que sigo en Wattpad.

-¿No es a las cuatro en punto que te adhieres a la ventana?

Suspiro y dejo caer la Tablet en mis piernas. Le envío una mirada siniestra a Jenny. -¿Qué haces aquí?

-Descansando -responde y se acuesta en el mueble, toma el control y enciende el televisor.

-Se supone que cuando nos mudamos, era para tener nuestro espacio. Fue lo que dijiste cuando abandonamos la casa de mamá.

Se encoje de hombros y murmura-: Tienes tu espacio y yo el mío.

-Sí, pero mi espacio se ve constantemente invadido por ti. Casi las veinticuatro horas.

-Que mal agradecida -Finge indignarse por mis palabras-. Yo, que dejo mi hermosa y tranquila casa todos los días, para venir aquí y entretenerte o alejarte de tu espeluznante pasatiempo de espiar al vecino; además te libero de las sobras de comida y me aseguro que tu cable y tu internet funcionen perfectamente, ¿y así es como me pagas?

Ruedo los ojos y levanto mi Tablet, de nuevo. Jenny es imposible.

-Tonta. Como sea, hoy no te quedarás aquí.

-¿Por qué no?, ¿tienes una cita caliente?

-No.

-¿Te vas a masturbar?

-¡Jenny, Jesús contigo!

-Ay por favor, masturbarse no es pecado. Es más, tener un encuentro con tu fríjol es importante. Hay que asegurarnos que funcione.

-Eres una enferma. Deja de hablar de mi fríjol.

-Estoy preocupada. Hace meses que no sales con alguien, por lo menos dime que tu frijolito tiene atención. De lo contrario, mi sentido pésame.

-¿Por qué no te das a ti misma "Suprimir" y acabas con nuestro sufrimiento?

-¿Qué es lo que te tiene de ese humor de perros?, oh ya sé, no has tenido tu cuota del vecino aterrador con cara de limón. -Estrecho mis ojos hacia ella y tomo un cojín para arrojárselo.

En el blanco.

-¡Tonta! ¡Me hiciste golpear con el control!

-Bien por mí, ahora déjame en paz.

-Estoy aburrida, hagamos algo.

-Estoy leyendo.

-¿Cuál?, ¿Está terminada al menos?, estoy cansada de esperar actualizaciones.

-Pues SkinnyHeart7, Lenablan y EstefaniaScioli ya actualizaron

-¿Qué? ¿Por qué mierda no me dijiste? Llevo años esperando el epilogo de Mi Evangeline, un nuevo capítulo de El Beso de un Ángel y... Oh mierda, ¿Ya subió el final de Ocho años verdad?

-Sí. Y...

-No me hagas spoilers, voy a buscarlos en mi móvil. A veces, como en estas ocasiones, odio a Wattpad. No me envió las notificaciones.

-¿Ves? Ni siquiera Wattpad te soporta.

-Pendeja, ve a acosar a tu vecino más bien.

-No soy una acosadora, sólo una observadora apasionada.

-Puaj, lo que sea. -Un minuto después y ya la he perdido.

Así como yo, Jenny es fiel amante de la lectura, y no es lo único que tenemos en común. Las dos somos ingeniosas, divertidas, decimos las cosas tal cual las pensamos, somos extrovertidas, berrinchosas y leales. Pero donde yo soy más cariñosa, Jenny es más brusca y tosca. Ella es más amante de la adrenalina, los hombres, las fiestas pesadas e intensas, es un poco perezosa para trabajar, cocinar, limpiar y todo lo que conlleve las palabras "limpio" y "orden". Ah, y odia las flores porque atraen abejas, ella odia las abejas. Les teme a morir.

Otra de las diferencias es nuestro cuerpo, Jenny es más alta que yo -aunque soy la mayor- su cabello es liso, negro y largo. El mío es castaño cobrizo, ondulado y corto. Ella tiene más pecas que yo y es de piel más blanca. Yo no tanto, soy más de "piel tostada" como mi propia hermana lo dice, unos cuantos lunares en el cuerpo. Lo más impresionante de Jenny son sus ojos. Son hermosos, de un azul pálido que me recuerda al cielo despejado. Los míos son café, sólo así. Ambas tenemos nuestras curvas, pero por yo ser la más bajita de las dos, creo que se me nota más.

Y aunque ella en ocasiones puede ser una pesada, intensa y molesta mujer. La amo. Tenemos sólo dos años de diferencia y aun así somos las mejores amigas. Nunca hemos discutido más allá de cosas banales, y estamos unidas a cal y canto. Papá y mamá dicen que somos una unidad perfecta, y es cierto. Desde pequeñas la una no se ido muy lejos de la otra; y para la muestra de un botón, hace tres meses vivíamos juntas, pero el desorden de Jenny y mi obsesión por las flores nos llevaron a separar cobijas y cada tener su espacio. Pero no permanecemos mucho tiempo separada la una de la otra.

-Oh mi Jesús, voy a matarla. Juro que voy a matarla -grita Jenny.

-¿A quién?

-Estoy leyendo -gruñe, enviándome una mirada de muerte-. No me distraigas.

Levanto mis cejas y resoplo. -Lo dice la chica que acaba de gritar que matará a alguien.

-Lo que sea. Ve a regar las plantas.

La fulmino, ella sabe perfectamente que esa es mi excusa para espiar a Pablo. Negándome a dejar que mi vecino me descubra observándolo con pasión, jamás acosándolo, decido seguir leyendo; aunque mi mente viaje cada vez más al hombre que vive al lado.

-¡Alerta! ¡Vecino aterrador en camino! -grita Jenny asustando la mierda de mí-. ¡Alerta! ¡Alerta!

-¿Qué demonios, Jenny? -bramo entre dientes, limpiando mis manos en un paño. Los gritos de mi hermana casi me hacen cortar la mano. Estaba pelando cuidadosamente una cebolla.

-¿Estás sorda? Tu vecino cara de limón viene en camino. -tres golpes en la puerta hace que me vuelva en esa dirección-. Oh, ya está aquí. ¿Dónde está la escopeta? ¿Tenemos algo con que defendernos por si viene a descuartizarnos?

-No seas ridícula, Jenny. -Quito el delantal de mi cintura y lo arrojo al comedor-. Pablo no va a lastimarnos.

Jenny se detiene en medio de un paso hacia la escalera. Me mira, se cruza de brazos y levanta una de sus muy bien definidas cejas.

-¿De cuándo acá, pasamos de "Vecino" a "Pablo"?

-Así se llama -defiendo sabiendo que me estoy sonrojando.

-Ujum -hace esa seña militar de "Observar" y me señala-. Te estaré vigilando.

-Y eso que la acosadora soy yo -murmuro pasando de ella para abrir la puerta.

-¿Pensé que eras una observadora apasionada?

-Lo que sea Jenny. No asustes al vecino.

-Hombre, eso sí es ridículo. Ya que es él quien me asusta.

-Compórtate -gruño antes de abrir la puerta-. O cambiaré la cerradura.

Agudiza su mirada en mí, pero finalmente se calla. Abro la puerta y me quedo pasmada cuando veo a Pablo mirando hacia mí. Es la primera vez que no usa un traje, y es ridículo que incluso en una camiseta polo y jeans siga viéndose impresionante, aterrador, pero impresionante.

-Susana -gruñe mi nombre y siento que me derrito.

-Vecino.

Escucho que Jenny resopla tras de mí. Le saco el dedo medio sin volverme. Pablo me mira confundido.

-¿Mal momento? -duda en la puerta y le sonrío. ¡Yo le sonrío!

Vamos ganando seguridad.

-No, para nada. Es sólo mi hermana y yo diciéndonos cuanto nos amamos -bajo la mano. Pablo mira más allá de mí y cuando su boca se curva, sé que Jenny está haciéndome muecas.

-Bien. Yo uh... -Rasca la parte trasera de su cuello-. Dejé la tarjeta en tu tienda.

-Oh sí, la tengo para ti. Déjame la busco. -Le hago una seña para que pase, vuelve a dudar y sólo da dos pasos para quedar entre la puerta y el portón.

Tomo la tarjeta de una de las cómodas donde la dejé y se la entrego.

-Aquí tienes.

-¿Por qué no la habías llevado? Estaba esperándote. -Frunce el ceño cuando lo dice, me mira, esperando por mi respuesta. Creo que tardaré en darle una, estoy estupefacta-. Tampoco estabas en tu ventana hoy. ¿Estás bien?

Mientras yo hago catarsis interna, Pablo me ve imperturbable, como si no estuviera preguntándole a su acosadora, por qué razón no lo estaba acosando.

-Hombre, esto es interesante. -El murmullo de Jenny me saca de mi lapsus.

-Jenny, cállate -digo mirándola por encima de mi hombro. Regreso mi mirada a Pablo y la intensidad de las suya me hace sonrojar.

-Estoy bien, sólo un poco ocupada. Yo, hmm, olvidé llevarte la tarjeta.

-Ya veo. Gracias de todas formas.

Su labio se curva, de esa manera que empiezo a identificar como el indicio de una sonrisa, y ladea su cabeza.

-No hay de qué, estamos para servirnos.

-Sí -responde y se aleja. Tomo con fuerza el pomo de la puerta mientras lo veo caminar a su casa. A mitad de camino se voltea y con esa mirada aterradora suya gruñe-. Extrañé la sensación de ser observado. No me molesta que me observes, también te veo.

Mi rostro se desencaja y creo que, o quiebro el pomo o quiebro mi mano, de tanto apretarlo. Antes de que pueda responder algo, ya está entrando a su casa, sin una mirada hacia mí.

¿Qué en nombre de Dios, fue eso?

-Ay mariachis, Susy. El vecino aterrador comparte tu pasión de observador apasionado. Mierda, mejor y consigo una escopeta.

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Mención especial a las hermosas y talentosas SkinnyHeart7, EstefaniaScioli y @lenablan

Besote amigas...

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