V e i n t i u n o

Otros tres meses después

Ya estaba todo hablado y listo.

Otabek definitivamente se mudaría a vivir con nosotros, y así, Yurio podría tener un mejor contacto con él, ya que estaban buscando la organización perfecta de estudios y trabajo, sin descuidar su relación.

Por otra parte, Victor y yo habíamos dado los exámenes de admisión para la misma universidad, quedando ambos tal cual como queríamos, solo que Victor con un puntaje inferior al mío, lo cual rompió un poco su orgullo de Alfa. 

El día de hoy, Yurio había pedido libre para comenzar nada más y nada menos que la habitación del bebé. 

Me creaba cierta felicidad saber que ese niño que todos deséabamos ver nacer, utilizaría la habitación que yo ocupaba cuando tenía nueve años. 

Con martillos, pegamento para madera, clavos, pintura y brochas, nos dirigimos los tres a comenzar a pintar toda la habitación de un color amarillo pastel. 

No podía evitar sonreír al ver a Yurio que no quitaba los ojos de Otabek en cada movimiento que ejecutaba. 

—Yurio, a Otabek no le va a estallar la panza por agacharse, lo juro. 

—Muchas gracias, Yuuri —respondió Otabek con una sonrisa al ver a su pareja rodar los ojos. 

Luego de haber pintado todas las paredes, fui en busca de pínceles delgados y pinturas de colores cuando nadie me estaba mirando. 

Al volver, antes de entrar a la habitación, vi a Yurio sentado en el piso junto a Otabek. Se estaban besando con calma mientras Yurio le acariciaba las mejillas. 

Al finalizar, ambos se miraron a los ojos para luego desviar la mirada hacia la barriga de Otabek. Sonrieron, y entonces vi la escena que creí que mis ojos jamás verían. 

Yurio comenzó a cantarle.

Sic mea vita est temporaria, cupit artenter caeitatem aeternam. Credam, dabo, sperabo, honorabo, laborabo, gratias agam...

Mea vita amabit caritatis pacem. Hanc gelicitatem aeternam esse, oro —terminó por cantar Otabek. 

—Espero que le guste la música clásica. 

—Así será, tranquilo.  

Preferí no interrumpir su momento de padres, y decidí ir a tomar una siesta a mi habitación en lo que llegaba Victor y así irme a la universidad.

El tiempo inevitablemente pasaba más rápido cuando tienes tantas cosas en las cuales pensar o también hacer.

Otabek era como una bomba de tiempo para nosotros, haciéndonos sentir que los minutos pasaban sumamente rápido, tanto que, no noté cuando mi cumpleaños ya estaba sobre mí, y de un momento a otro ya tenía diecinueve años.

Esa mañana fue como todas las demás.

Me levanté primero que Victor y me dirigí a tomar una ducha.

El agua se deslizaba por mi piel y mojaba mi cabello como llevándose los malos momentos en cada gota que caía de mi cuerpo.

Con una mano resfregaba mi hombro izquierdo y la otra la mantenía abierta frente a mí.

Mantuve mi mirada fija contando mis dedos hasta cerrar la mano completamente.

—Otabek ya tiene ocho meses... —susurré.

Salí de la ducha y una vez frente al espejo, comencé a secar mi cabello con una toalla más pequeña.

Mis ojos se toparon con una caja de calmantes, la cual estaba sobre una de anticonceptivos.

«¿Cuándo fue la última vez que estuve en celo?

No puedo recordarlo...»

Miré el techo intentando visualizar un calendario en el, pero simplemente no pude hacer memoria de aquello.

Salí del cuarto de baño y Victor se me tiró encima, rodeando mi cuerpo con fuerza mientras me levantaba. Mis pies se movían intentando tocar el suelo, pero simplemente no podía.

Otabek, Yurio y mis suegros tiraron repentinamente serpentinas contra mí y comenzaron a cantar.

Todo estaba sucediendo tan rápido que realmente no sabía como reaccionar.

Makkachin apoyó sus patitas contra mi abdomen, y en su boca se encontraba un bolso de regalo de parte de Victor.

Sonreí hacia todos y tuvimos un abrazo grupal del cual salí con los anteojos chuecos.

—Me alegra que tu cumpleaños fuera un sábado, así podremos estar todo el día juntos —dijo Victor mientras acariciaba mi cabello, y yo respondí besando su mejilla.

—Como ya les habíamos dicho, tenemos cosas que atender con respecto a la florería de tu padre, así que saldremos de la cuidad por hoy.

Asentimos con una sonrisa como buenos dueños de hogar.

—Cuidaremos la casa junto a Yurio y Ota-

—Nosotros iremos a la casa de los padres de Otabek por el día.

—Oh... ya veo.

Miré a Victor y este se encogió de hombros divertido.

Los padres de Victor aprovecharon de llevar a Yurio y compañía a la parada de bus más cercana, por lo que, de un momento a otro, y después de tantos meses, la casa estuvo en completo silencio.

—Esto es tan extraño —dije con una sonrisa algo avergonzada.

—L-lo sé...

Alzé la mirada para encontrarme con Victor jugando con sus pulgares.

—¿Sucede algo? —pregunté acercándome lentamente.

—No. Es solo que, estamos aquí, después de tanto tiempo, a solas...

Vi como tomó mis manos y una la acercó a sus labios para posar un ligero besito.

—... Todo esto me genera algo de vergüenza, ya que, no te mentiré, muero por hacer el amor con tranquilidad, aquí y ahora, pero no sé si tú me concederías el honor de hacerte mío.

Sentí mis mejillas iluminarse en un fuerte rojo.

Mi mente llegó a viajar en el tiempo, hasta cuando portaba catorce años y todos estos sentimientos eran normales.

—¿Qué clase de dudas son esas? —pellizqué su mejilla con suavidad—. Victor, he sido tuyo desde que tengo memoria.

Aquella frase fue la que desencadenó una situación, la cual mucho tiempo más tarde tuvimos que analizar y preguntarnos lo siguiente:

¿Deberíamos arrepentirnos?

+Continuará

.........................

Aquí es cuando entro yo y les pregunto:

¿Sabían que esta historia es un Racconto?👀

Piensen en ello, largo y tendido.

•••

¡MIREN!
¡Una persona preciosa nos hizo un sim de Otabek con pancita de 3 meses!

¡Eran bastante ss, pero estas eran las más bonitas!

¡Gracias cdkorealove!❤❤

♡¡Gracias por leer, las quiero muchito!♡

PD: La canción que cantó Yurio y Otabek es Ágape, por si sabían

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