S i e t e
Semana cinco en Rusia
—Yurio, si hoy no comes carne te regalaré este gorro de gato.—en mi manos sostenía un tenedor que en la punta tenía una pequeña porción de brócoli.
—Los árboles no se comen.—susurró mirando con odio al vegetal.
—Yuuri ¿Podrías darle de comer tú?—le pregunté mientras él comía tranquilamente.
—¿Otra vez?—suspiró—. Está bien.
Me paré de mi asiento para dejar que Yuuri se sentara en el.
Me quedé mirando como Yuuri alimentaba a Yurio. Éste último estaba en una silla junto con 3 cojines para quedar a una altura conciderable de la mesa. Entre más miraba, más adorable lo encontraba.
—Victor...—susurró—. Yurio se durmió otra vez mientras comía. Llévalo al sillón.
Asentí y tomé a Yurio en brazos para luego acomodarlo sobre "su" sillón. Desde lo sucedido, Yurio viene a comer todos los días con nosotros para acostumbrarse a ser totalmente vegetariano. Entonces se creó otra pequeña rutina para nosotros. Llegaba a las doce y media del día, a veces papá preparaba el almuerzo y otras veces lo preparabamos nosotros mismos. Entonces yo intentaba darle de comer pero se rehusaba y Yuuri terminaba de darle de comer. La forma suave en la que mi amigo lo trataba terminaba dándole un sueño indescriptible a Yurio. Por eso siempre terminaba tomando una siesta en el sillón.
Dentro de estas semanas, descubrimos por qué a Yuuri se le borró la mordida de la noche a la mañana. O al menos eso creemos.
Un día jugando con Yurio, tropecé con unas ramas y caí rasmillando mis palmas y rodillas. Esas heridas fueron bastante graves y dolorosas, pero como estábamos en busca de una razón lógica de lo que había sucedido con la mordida, Yuuri decidió dormir en el sillón esa noche.
A la mañana siguiente, mis heridas tenían pequeñas costras pero no habían sanado en absoluto.
Entonces volvimos a dormir juntos.
Al despertar, todas mis heridas habían desaparecido como por arte de magia.
Yuuri en forma de broma dijo: "Tal vez mi olor a fresas te sanó".
Desde entonces creemos que nuestras escencias tienen poder curativo. Lastimosamente sólo funciona entre él y yo.
—Hey, Yuuri...—habló mi padre mientras tomabamos el té—. Me gustaría saber si te interesa ir a pasear por las bellas calles de San Petersburgo. No me gusta que estén encerrados aquí.
Yuuri me miró buscando respuesta de mi parte. Su boca se curvó demostrando su obvia vergüenza.
—No quiero ser una molestia.—replicó llevando una galleta grande a su boca.
—Hijo, no lo eres.—rió—. Si lo fueras no te ofrecería esto.
—¿Victor irá con nosotros?—preguntó de pronto.
Sentí como mis mejillas comenzaban a arder de apoco.
—Obviamente.—afirmó papá tomando un sorbo de su té.
—Entonces si quiero ir.—su tono era bajito pero su sonrisa delataba su felicidad interna.
Esa tarde, Yuuri estuvo todo el tiempo preguntándome como debía vestirse.
—¿Debería ir elegante?—miraba toda su ropa, la cual estaba esparramada sobre mi cama.
—Ve como quieras, Yuuri.—sonreí creyendo que eso lo haría sentir seguro.
—¿Con lo que quiera? ¡No sé que quiero!—sus ojitos se llenaron de dulces lágrimas.
—No, Yuuri, no de nuevo...—lo abracé como por quinta vez en una hora—. Ponte lo que usarías si fueras a ver a la chica que te gusta. Eso dice mamá cuando no sé que ponerme.
—Pero a mí no me gusta nadie.—admitió resfregando sus ojos.
—Pues piensa que sí te gusta alguien.
Un pequeño deje de tristeza invadió mi ser. No terminé de entender por qué.
—Está bien.
Después de eso, Yuuri no insistió más.
—Yuuri, esta es la Avenida Nevski.—comenté mientras caminabamos por ésta.
—Victor, hoy está transitando demasiada gente. Dale la mano a Yuuri.—dijo mi padre que caminaba atrás de nosotros.
Miré a Yuuri con una sonrisa mientras extendía mi mano hacía él, esperando que la aceptara. Yuuri me devolvió la sonrisa mientras nuestras manos se juntaban.
—¡Es colorido y bonito! Los edificios son enormes.—Yuuri miraba hacía arriba, y podía asegurar que se sentía pequeñito.
—¡El río te gustará más!—dije mientras buscábamos transporte.
Cuando entramos a pagar, Yuuri miraba a todas partes con un brillo precioso en esos ojitos color chocolatito.
—Victor, es imposible que esto sea una estación de metro.—se mostraba totalmente atónito.
—¡Lo es! La mayoría de los turistas vienen a mirar aquí, pero no viajan. —reí mientras esperábamos a que un tren llegara.
—Es una de las arquitecturas más bonitas de San Peterburgo.—comentó mi padre. Entonces el tren llegó y nos subimos tranquilamente, pero la gente nos tiró al fondo del vagón. Yuuri quedó contra la pared y yo quedé frente a él. Puse mis manos a los costados de su cabeza para poder tener una distancia conciderable uno del otro.
—¿Estás bien?—pregunté moviendo mi cabello, que estaba suelto, hacía atrás para no causarle cosquillas a Yuuri.
—S-sí.—sonrió con sus mejillas en un lindo degradé de rojos.
—Se irá vaciando de apoco.—aseguré y Yuuri asintió moviendo su cabeza de arriba abajo.
Los minutos fueron pasando. Ciertamente nos habíamos levantado muy temprano y Yuuri había dormido muy mal por un pequeño dolor de cabeza después de haber llorado y quejado tanto por el tema de su vestuario. Pero, ¿Era necesario que se durmiera?
—Oh ¿El pequeño Yuuri se durmió?—preguntó papá que estaba detrás de mí.
—Sí.—respondí mirando a Yuuri que tenía su boca un poco abierta y cabeceaba.
—Es realmente adorable. Ahora comprendo porque tu madre quería que viniera hasta aquí a toda costa.
—Vió la fotografía.
—¿No preguntó nada?
—Absolutamente nada.—repliqué apoyando su frente en mi pecho. Me asusté al notar que inmedeatamente se acurrucó a mí cuerpo, como lo haría generalmente por las noches.
—Creo que lo irán comprendiendo mejor con el tiempo.
Papá nunca dijo que el viaje sería largo y tedioso. Empezando porque la gente no se bajaba nunca y mis brazos no aguantaban tanto. Al cabo de cuarenta y cinco minutos, la cabeza de Yuuri estaba totalmente cómoda en mi pecho, por esto decidí rodear su cuello con mi brazos para dejarlos descansar. La diferencia de estaturas nos beneficiaba un poco.
—Victor, hoy hueles más a canela...—susurró somnoliento mientras abrazaba mi cintura. La última acción hizo que el corazón se me acelerara de forma desesperada.
—Papá, creo que debo ir al médico...—dije mirando a mi padre. Éste me miró con una sonrisa seguida de una carcajada. Esto me hizo enojar—. ¡No te rías! Puedo estar muriendo.—fruncí el ceño y sentí como Yuuri apretó mi abrigo con fuerza.
—Hijo, no tienes nada.—su sonrisa me estaba hartando.
—¿Cómo estás tan seguro?—enfatizé el "tan".
—Aún eres muy pequeño para comprenderlo.—sin más siguió leyendo su libro. Su gran altura lo ayudaba a no ser interrumpido.
Me voltee a mirar a Yuuri que se había escondido nuevamente.
—Perdón.—dije buscando su mejilla con mi mano. Al hacerlo comencé a acariciarla en pequeños círculos imaginarios—. No quise asustarte.
—No mueras...
—No lo haré, Yuuri.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.—me atreví a besar su frente.
De pronto escuchamos a un montón de chicas mayores que nosotros gritar cosas como: "¡Qué adorable!"
Finalmente llegamos a la estación. Yuuri bajó muy ansioso, pero nada lo preparó para la hermosa vista que tendría ante sus ojos al salir del metro.
—Y para finalizar el día... El Río Neva.—comentó mi padre mientras caminábamos hacía el puente.
—Esto es muy bonito.—dijo Yuuri observando el agua con una sonrisa en su rostro—. Creo que estas son las vacaciones más geniales que he tenido. Además estoy contigo.—sentí como sus dedos buscaron mi mano con lentitud.
—Y-Yuuri... —lo miré unos segundos y entrelaze nuestros dedos para luego desviar la vista hacía el agua, al igual que él. Subí mi bufanda hasta mi nariz y pude ver como Yuuri me miraba a través del reflejo del agua.
Recorrimos el largo puente tomados de la mano.
Al terminar, papá nos invitó a tomar el té en alguna cafetería del lugar, Tomamos leche con chocolate y un par de galletas.
Después volvimos a hacer el mismo recorrido, sólo que esta vez era para llegar a nuestro hogar. Por suerte el tren no iba lleno como la vez anterior y pudimos sentarnos. Pero como siempre hay un pero, apareció una ancianita. Me sorprendí al ver que Yuuri se paró casi por instinto y cedió su asiento y se quedó de pie, apoyado en un fierro.
—Yuuri, puedes sentarte aquí.
—Estoy bien así.—replicó agitando una de sus manos y una sonrisa.
—No lo estás.—frunci el ceño—. Siéntate en mi regazo al menos.
—E-está bien.
Yuuri se sentó en mi regazo mirando hacía la ventana.
—Victor, el cielo está naranjo.—el dedo de Yuuri señalaba las anaranjadas nubes que decoraban el lindo atardecer. Esto le daba un aspecto muy acojedor a la cuidad.
—¿Cómo la pasaste?—pregunté apoyando mi frente en su espalda y rodeando su cintura con mis brazos.
—Todo fue muy divertido.—hizo una pausa algo larga—. Pero sin ti, tal vez hubiera sido aburrido.—mire hacía la ventana y pude ver el reflejo de Yuuri sonriendo. Él se dió cuenta y su sonrisa pareció hacerse más grande, logrando que sus ojos se hicieran chiquitos. Desvié la mirada hacía otro lugar.
¿Por qué mi corazón salta de esta manera?
+Continuará
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Cositas nuevas por aquí, cositas nuevas por allá, una cosita nueva verás.
Ahora que le agregué esas cositas, se volvió mi capítulo favorito💜.
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Recordé que la vez anterior, muchas personas no entendían mi manera de ver el Omegaverse, por lo que dejaré mi propia guía, ya que comprenderán que se viene su primer celo en un par de capítulos y no quiero malos entendidos.
🌸Supresores: Para mí son calmantes. No anticonceptivos o algo por el estilo.
🌸Té de trébol: Para mí funcionan para bajar el celo por un indeterminado tiempo.
🌸Duración del celo: En este fic, duran 3 días.
Eso, creo. Si alguien de las antiguas tiene alguna de esto no dudare en responderlas c:
PD:💙 ¡Subí el capítulo 2 de All day All night [Otabek x Yuuri K] !💙
¡Gracias por leer, comentar, apoyar y votar!
Se les quiere un montón.🐷
🌸💜🌸
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