D o s
Al llegar de la escuela, corrí en busca de mi madre.
-Mamá, ¡necesito hacer un pastel de frutilla! -me miró con algo de curiosidad, aún así, se limitó a preguntar y nos pusimos en marcha.
Harina, huevos, leche, azúcar y por supuesto, frutillas. Todo esto estaba sobre un pequeño mesón de mármol.
Mamá trajo un boul donde mezclariamos todo, entonces tomé un cucharón de madera para ayudar a revolver la masa homogénea que se iba formando a medida que la leche se mezclaba con todos los demás ingredientes.
Una vez que todo estuvo listo y mamá se aseguró de que me alejara del horno para poder incenderlo, ella introdujo la masa que acababa de voltear en un molde de aluminio dentro del ambiente cálido.
Sólo faltaba hacer la crema, la cual mi madre hizo rápidamente y con suma agilidad antes de que el bizcocho estuviera listo.
Esperamos pacientemente a que éste se enfriara, entonces la parte más divertida llegó: La decoración.
Corrí hasta la nevera y extraí una docena de frescas y dulces frutillas, las cuales corté en pequeñas láminas con ayuda de mamá.
Con delicadeza y concentración, posicioné las frutillas recientemente cortadas al rededor de la torta. Tenía aspecto de tienda, por lo que esperaba que nadie pensara que así fuera.
-La mitad se la regalaré a una amiga y la otra mitad es toda tuya. -dijo mi madre mientras me daba suaves palmaditas en la cabeza.
Luego caí en la cuenta de que no podía darle la torta así como así.
Di vuelta la cocina buscando un recipiente donde meter el trozo. Cuando finalmente lo tuve, lo guardé y lo metí en la nevera para el siguiente día.
Eran alrededor de las seis de la tarde, por lo que fui a mi habitación a realizar tareas y quehaceres.
Tomé uno de mis cuadernos y comencé a pasar hoja por hoja con desinterés. Todo era realmente aburrido.
De pronto la imagen de Victor y sus ojos súper galacticos apareció en mi mente y con ello, mil dudas.
¿Le gustará el pastel?, ¿y si no le gusta la decoración?, ¿si no llego a la altura de sus pasteles favoritos?
Dejé caer mi frente contra el escritorio mientras desordenaba mi cabello con las manos.
¿Por qué me siento tan extraño?
Ansiedad e inseguridad. Eso corría por todo mi sistema nervioso.
Con mis nueves años, no estoy seguro de qué es lo que debería hacer estos casos, por eso, decidí dormir.
Apagué las luces, y una vez en la cama, correctamente arropado, comencé a escuchar y sentir mis latidos cada vez más fuertes y de forma tormentosa.
Mi cuerpo rodaba por la cama, intentando ganar algo de sueño, lo cual fue realmente difícil, pero lo logré.
-Yuuri, desde aquí se ve un lindo nido. ¡Mira! -Victor apuntaba desde la ventana de madera un nido que descansaba entre dos ramas. Ahí fui conciente de que estábamos dentro de una casa del árbol.
La mamá pájaro les llevaba comida a unos pequeños pajaritos que aleteaban con fuerza al verla llegar.
Nos volteamos rapidamente cuando ella comenzó a masticar unos grandes y feos gusanos, causando algo de disgusto en nosotros.
-Bueno, Yuuri. ¿Quieres un trozo? -Victor me mostraba génerosamente un trozo de pastel de naranja, el cual tenía chispitas de colores en la primera capa. Acepté y nuestros dedos rozaron suavemente, esto me hizo dar un pequeño salto- ¿Qué pasa?
No respondí nada, sólo tomé la cuchara que se encontraba en el borde del plato en el que yacía el pedazo de pastel y comencé a comer mientras Victor me miraba con una gran sonrisa.
De pronto una gran brisa entró por la ventana, logrando desatar la liga que sujetaba su largo y brillante cabello como la plata más fina del mundo. Su sonrisa nunca se borró de su rostro.
Fue el paisaje más lindo que jamás he visto.
Entonces desperté. Fue como esos sueños que aparentan durar cinco minutos, pero duran horas y horas.
Al abrir los ojos pude notar como la luz atravesaba la ventana logrando iluminar toda mi habitación.
-Fue un sueño...-musité en un tono sólo para mí mientras me sentaba en el borde de mi cama, mirando mis pies.
Camisa manga corta, corbata y pantalones cortos, desayuno y al colegio. Todo muy mécanico y rutinario.
Estaba por irme cuando recordé el pastel. Corrí a buscarlo y de igual forma fui hasta la puerta para marcharme hacía la escuela.
En el camino apareció Yuko, la cual caminaba con una bolsa de arándanos, otra vez.
-Yuuri, ¿me hiciste un pastel?, ¡no debiste molestarte! -preguntó con un brillo extraño en sus ojos. Estos se apagaron cuando vio como negué moviendo la cabeza de izquierda a derecha-¿Entonces para quién es?-su voz sonó algo burlona.
-E-es para...-miré el recipiente y luego sus ojos-Victor.-de nuevos mis nervios traicioneros se apoderaron de mis manos haciéndolas sudar al notar que quedaba menos de media cuadra, y tendría que darle el pastel a Victor.
-¿Para Victor?... Yuuri, es un alfa. No me agrada que estés con un alfa, mucho menos tú, siendo un omega tan dulce... No quiero que te suceda nada.-podía escucharla claramente, pero mis ojos se fijaron en Victor que estaba parado a menos de un metro de Yuko, escuchando y analizando aquellas dolorosas e insensibles palabras. Finalmente sus ojos se fijaron en mi, llenos de tristeza.
Comencé a correr detrás de él. No importaba donde fuera, lo encontraría.
Recorrimos el pequeño patio lleno de árboles de naranjo, limitando su escape. Corrí detrás de Victor, el cual acababa de entrar por una puerta trasera de la escuela mientras los demás estudiantes caminaban a sus respectivas aulas. Se metió dentro de una biblioteca y cerró la puerta impidiéndome el acceso.
-Victor, déjame pasar... -supliqué apoyando mi frente en la puerta.
-¡No!. Soy un alfa. Soy malo para ti, para todos. -replicó Victor.
-Eso es lo que piensan los demás... No yo.-dicho esto, la puerta se abrió levemente a lo que yo entré lo más rápido posible.
Victor se encontraba sentado con su cara entre sus rodillas, así me senté frente a él.
-Sé que todos te tienen miedo. También sé que tu lo sabes. Por eso quiero que sepas que yo, no te tengo miedo. -dije en un tono suave. Entonces él levantó la vista, mostrándome sus dos constelaciones que se veían aguadas por el inminente llanto.
-¿Cómo sé que no mientes? -dudó. Entonces sonreí y negué moviendo la cabeza.
-¡Palabra de omega! -dije levantando mi mano mientras la otra estaba sobre mi pecho, preferentemente, mi corazón.
Sus ojos tomaron algo de vida, y una sonrisa en forma de corazón se formó en su rostro.
Me puse de pie, dispuesto a pedirle que nos fuéramos a clases, cuando recordé el pastel.
-O-oye...-dije mientras buscaba nerviosamente el recipiente en el que portaba el pastel- Te hice el pastel que prometí.
-¡¿Really?!-sus ojos se abrieron rapidamente mientras me quitaba el recipiente de las manos y abría la tapa, dejando que el olor a frutillas llenara el lugar en cosa de segundos. Le facilité un tenedor de plata, especial para comer pasteles.
-¡Wow, amazing! -entonces probó el primer bocado, el cual llenó sus pequeñas mejillas- ¡Vkusno! -esta serie de palabras que no entendía me estaban confundiendo- Está buenísimo. ¿Esto es lo que come dios? -la última frase me sacó una gran sonrisa.
-Me alegro que te guste... -dije mientras acariciaba mi nuca insistentemente.
Al terminar de comer, nos pusimos de pie sin ningún plan en mente.
-Si nos ven llegar a esta hora, nos regañarán. -dije nervioso al imaginar a nuestra profesora castigándonos.
-¿Y si... decimos que me caí y tuviste que arrastrarme hasta aquí? -dijo Victor mientras sacaba la lengua un poco ladeada y su dedo índice se mantenía alzado en señal de buena idea.
No era una mala opción, pero nunca fui el tipo de niño que miente, y hacerlo por primera vez hacía que me diera un leve hormigeo adrenalínico en el estómago.
-No tengas miedo, Yuuri. Sólo será esta vez y cualquier cosa estaré ahí para ayudarte. Porque somos amigos, ¿no?
"Somos amigos". Aquello fue como un ataque de confianza dentro de mí, logrando que me sintiera capaz de todo.
La mano de Victor se extendía frente a mí. Si la tomaba, estaba seguro de que algo cambiaría, así que sin dudar más, la tomé.
Llevé a Victor a la enfermería, diciendo que se había doblado el tobillo mientras corría hacía la escuela, y yo fui el único que había logrado verlo.
Dicen que mentir es malo, pero... ¿Por qué me costó tanto aguantar la risa mientras lo hacía?
El enfermero a cargo lo examinó a detalle, pero obviamente no encontró nada.
Cuando el enfermero no miraba, Victor me hacía muecas chistosas y yo intentaba devolvérselas.
Una vez que nos dejaron volver a clases, le explicamos a la profesora "lo ocurrido", así nos dejó tomar asiento.
La mirada de Yuko intentó calar en lo más profundo de mi ser, pero no lo logró.
De vez en cuando, Victor me sonreía en forma cómplice, recordándome que estaba siendo un chico malo.
La adrenalina y diversión que me otorgó Victor el segundo día de conocernos fue simplemente inigualable. Aseguro que nadie podría hacerme sentir igual en años, después de todo, él tiene lo que yo no y por ello somos amigos.
+Continuará
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🌸ACLARACIONES IMPORTANTES:
🌸Como las antiguas sabrán, Otabek y Yurio eran 4 años menores que Yuuri y Victor. Ahora que estoy reescribiendo las edades cambiarán, por lo que sólo serán un año menores que el Victuuri.
🌸Cambiaré distintos aspectos de la historia por ahora, pero la trama será igual a la que antiguamente conocían.
Ahora sólo agregare detallitos más cute y así.
🌸Para las nuevas, esta historia tenía 17 capítulos antiguamente. Por cosas de normas borraron mi historia, pero eso no afecta en nada.
🌸Como último punto, pero el más grave para mí, es que supe que habían chicas que se aprovecharon de el hecho de que perdí mi historia y querían robarme la idea y escribirlas ellas.
Sólo diré, con el respeto que se merecen, que por favor, no lo hagan.
No me esfuerzo día a día para que llegue alguien y escriba como si nada algo que no les pertenece.
Sean originales.
¡Gracias por leer, comentar y apoyarme!
Se les quiere un montón.
🌸💜🌸
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