D i e z
A veces las cosas pueden salir mal, pero siempre, siempre habrá una solución.
Hoy, treinta y uno de diciembre, Yuuri entró en celo.
Hiroko me había invitado a pasar Año Nuevo junto a ellos, obviamente acepté. Con ello también me llevé a Yurio conmigo el día anterior para pasar la noche en casa de los Katsuki.
Todo mostraba que sería una linda celebración y muy chistosa.
Eran las cinco de la madrugada.
Yurio dormía en un sillón más grande que él, que se encontraba en la habitación de Yuuri. Por otro lado, yo compartía la cama con mi mejor amigo, como era de costumbre.
—Victor, por favor, d-despierta...
Sentí una mano acariciar mi mejilla. Ésta estaba fría y sudorosa.
Me voltee y sentí un intenso olor a fresas. Mis fosas nasales llegaron a saturarse por el fuerte olor.
Abrí los ojos y vi a Yuuri con unas mejillas adorables pero intensamente rojas. Su respiración era agitada y jadeaba en un tono bajito.
—Te haré un té de trébol.—despejé su frente, echando todo su flequillo hacía atrás para que no se sintiera tan sofocado.
—Apresurate... Mhg...—su mano apretaba mi polera como pidiendo que no me marchara.
Corrí a toda prisa hacía la cocina, y con rápidez comencé a hervir agua, la cual parecía demorarse mil años, así que no esperé más y rogué porque al menos estuviera tibia.
Al volver, vi a Yurio sentado en el sillón mirando a Yuuri. Era una tensión algo extraña.
—Lo siento, yo también odio emanar este olor desagradable.—se disculpaba Yuuri a mi compatriota, el cual tenía una sábanas obstruyendo su nariz para evadir el olor a celo de Yuuri.
—Es extraño...—dijo Yurio tomando bastante aire—. ¿Se supone que debería atraerme?
Pasé el té a Yuuri, el cual tomó la taza de forma desesperada para luego sentarme y dirigirme a Yurio.
—No exactamente. Cada quien es libre de ver que te atrae y que no.—sonreí y noté como Yurio se relajó.
Yuuri había caído bajo los efectos del té y cayó algo brusco en hombro, así que lo acomodé entre mis brazos, tapando su cuerpo con las sábanas y procuré tener una mano con la cual acariciar su rostro. Noté que habían pequeños dejes de sudor en su cuello y toda la zona de la cara.
Nos quedamos en un extraño pero no incómodo silencio. Éste fue roto por Yurio, el cual estaba lleno de dudas.
—Ese extraño olor desapareció. ¿Es normal?—dijo mirando con desaprobación el té que se encontraba en la mesita de noche.
—Esa es la función del té de trébol, calmar el celo y todo lo que convella éste, incluyendo el olor.
—Parece que sabes mucho del tema.—dijo con un tono irónico, pero luego me miró con un pequeño rubor en su rostro—. Victor...
—¿Qué pasa?—pregunté ya más preocupado al ver esa nueva expresión su rostro.
—¿Por qué le diste el té si disfrutas su olor?
Quedé mirando a Yurio largos segundos.
Realmente me había tomado desprevenido, ya que ni yo mismo me había planteado aquello y tampoco entendía de donde había sacado esa conclusión. Ni el mismo Yuuri sabía que amaba su olor en estos días del mes.
—Pues... No lo sé del todo. Sólo sé que ayudo a Yuuri en estos días porque me duele verlo en ese incómodo estado. Me gusta ver a Yuuri feliz.—sonreí.
—¿Desde cuándo estás enamorado de Yuuri?—su tono sonó tan natural, como si fuera una pregunta común y silvestre.
—¿Disculpa?—lo quedé mirando como si no entendiera su idioma o algo así.
—¿Te lo digo en ruso? Escuchaste bien, responde.—su mirada era severa.
—Quiero a Yuuri.—volví a sonreír en un intento de dejar la tensión de lado, pero Yurio no cooperaba en absoluto.
—No pregunté si lo querías, pregunté si te gusta, en el sentido amoroso, esas cosas asquerosas.
Sus palabras sonaban cada vez más filosas y sentía me acorralaba con la mirada impidiéndome a mí mismo pensar con claridad. Los nervios estaban presentes en cada rincón de mi cuerpo.
—¿Me vas a responder o no?—ahora su tono era más aburrido, como si la espera lo cansara.
—Lo siento, no sé que responder.—dije finalmente.
Yurio tomó sus mantas y se tapó para seguir durmiendo.
Me acomodé junto a Yuuri, dejando su rostro contra mi pecho. Estaba profundamente dormido.
Sus pestañas se veían largas al tener sus ojitos cerrados. Sus mejillas ahora tenían un color más suave en comparación al rojo vibrante que tenía hace un rato. Sus labios se mantenían entreabiertos logrando que su respiración se escuchara suavemente. Algunos cadejos de su cabello estorbaban en su angelical rostro, así con mis dedos los retiré lentamente.
—Yuuri, ayúdame a buscar la respuesta a este sentimiento tan extraño. —susurré mientras mi pulgar acariciaba su mejilla derecha.
Sentí como sus brazos buscaron mi cintura y al encontrarla nos unimos en un cálido abrazo.
Mi nariz se perdía en el cabello de Yuuri, de esta forma podía sentir ese delicioso olor a fresas de forma intensa.
No sé en que momento caí dormido, sólo desperté horas más tarde gracias a que alguien se movía de forma agresiva.
—¡Victor!—abrí mis ojos asustado y vi a Yurio con una expresión llena de desesperación—. ¡Ayudalo!
Miré a mi costado y vi a Yuuri sentado en la cama con su espalda apoyada en la cabecera. Su cara estaba roja y jadeaba incomodamente.
Me acerqué a Yuuri y éste pareció desearme cerca como nunca antes, ya que estiró sus brazos y rodeó mi cuello.
—Victor...—susurró entre jadeos contra mi oreja.
Le desabroché dos botones de su camisa para que algo de aire entrara en él. Puse el dorso de mi mano en su frente. Estaba ardiendo.
—Ni los supresores y el té sirven...—musitó—. Tengo miedo, este calor da mucho miedo.
—Yurio, ¿Puedes traer otro té?—sin recibir respuesta, éste fue por otra taza.
—Te dije que no funciona. Además se va acabar y mamá no podrá comprar más...—lágrimas amenazaban con salir.
—No te preocupes por eso, lo solucionaremos.—comencé a acariciar su cabello, ya que sabía que aquello lo relajaría mentalmente.
Yurio llegó con el té, miró unos segundos a Yuuri y se marchó, dejándonos solos.
Mientras Yuuri tomaba el líquido, esperando a que se mejorara comencé a abrir todas las cortinas y ventanas de su habitación para que el aire circulara. Nunca me había tocado ver a Yuuri de esta manera y aquello me tenía nervioso.
—Victor...—miré a Yuuri, este se había tomado toda la taza—. Abrázame, por favor.
Me quedé en mi eje totalmente estático.
Él realmente estaba depositando toda su confianza en mí. Un alfa que si quisiera podría en este mismo instante ir y destrozarlo.
Obviamente eso nunca estaría en mis planes.
Yuuri tenía sus brazos estirados hacía mí, así me acerqué a él lentamente y de igual forma rodee su cintura con mis brazos y lo saqué de la cama. Yuuri parecía un tierno koala sobre mí.
No recuerdo haber estado en esta posición antes y me encantaba más de lo que pensé. El calor intenso de su cuerpo me mantenía a una temperatura agradable.
—¿Cómo te sientes ahora?—pregunté en un susurro mientras nos mirábamos fijamente.
—Creí que tu olor me ayudaría, pero me siento igual que antes.
Con algo de fuerza logré mantenerme con Yuuri en brazos un rato más.
—Intentaré algo, no te asustes.—miré a Yuuri esperando que hiciera algún gesto que me diera a entender que tenía su aprobación. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios.
Tengo catorce años, toda mi vida he tenido el mismo círculo de amigos. No sé que es estar enamorado, no sé como besar a alguien y mis muestras de cariño se limitan a una caricia y un abrazo.
Pero por él haría lo desconocido.
Acerqué mis labios a su mentón y deposité un beso en el, luego me acerqué a su mándibula y repeti la acción, así seguí con su mejilla, nariz y finalmente su frente. Yuuri reía libremente.
—Tu cabello me da cosquillas.—dijo corriendo mis cabellos hacía atrás.
Me alejé unos segundos de su rostro para ver si había alguna mejoría, ya que la proximidad entre nosotros era bastante y no distinguía con claridad si su celo había bajado o no.
—No ha bajado.—vi un deje de mentira en aquella frase, pero creí incapaz a Yuuri de mentirme.
Hice un leve puchero y acerqué mi nariz a la suya en lo que llaman "beso esquimal". Yuuri movía su nariz de lado a lado con una expresión algo triste mientras que yo sentía que mi cuerpo subía de temperatura sin razón alguna.
—Victor... Yo... Creo que sé como calmar esto.—sentí como las manos de Yuuri tomaron mis mejillas y poco a poco nos fuimos acercando de forma lenta y algo asustada.
Fue entonces que mis labios estuvieron a milímetros de los suyos.
Mi corazón rebotaba dentro de mi cuerpo buscando una escapatoria y sólo esperaba no vomitarlo.
Nuestros labios rozaban.
¡¿En serio tendré mi primer beso con mi mejor amigo?!
Y entonces...
—¡Yuuri, tu olor a celo disminuyó!—gritó Yurio.
Yuuri me empujó lejos, quedando ambos sentados en el piso con el rostro extremadamente ruborizado.
—S-sí, eso creo.—replicó Yuuri. Entonces comprendí que hace bastantes minutos su celo ya había disminuido y probablemente lo utilizó como excusa para... ¿Besarme?
La tarde transcurrió lenta pero ansiosa.
Ayudábamos a Hiroko a preparar la cena mientras Yurio corría de un lado a otro con confeti junto a Makkachin.
La noche se estaba acercando y el año se estaba terminando.
Toshiya llegó de trabajar y con él trajo una gran torta de frutilla. Al verla, Yuuri y yo corrimos a mirarla. Esto nos llenó de recuerdos.
Ya han pasado seis años desde que un trocito de torta nos unió.
Ya eran las once de la noche cuando nos sentamos en la mesa.
Parecíamos una gran familia.
A las once cuarenta y nueve nos pusimos de pie y nos dirigimios a la calle, que para nuestra suerte, desde allí podíamos ver los fuegos artificiales.
Comenzó la cuenta regresiva. Yurio y Mari tenían dos tiras de confeti en sus manos para ser explotadas, mientras Yuuri y yo teníamos un globo "Zen" o mejor conocido como Globo de los deseos.
—Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco...—decían al unísono Hiroko y Toshiya—. cuatro tres dos... ¡Uno!
Yuuri corrió a abrazar a sus padres.
—Espero este año supere el anterior, Yurio.—acariciaba el cabello de Yurio mientras nos abrazabamos como nunca antes.
Yurio corrió a los brazos de Yuuri y se abrazaron de forma brusca.
Unas manos acariciaron mi cabello, al voltearme la familia Katsuki me encerró entre sus brazos.
—Vitya, cariño. Te debemos y agradecemos tanto. Te mereces realmente lo mejor.
Aquellas palabras las guadaré por siempre.
Aparentemente los abrazos habían terminado.
Yurio tiró el confeti con una cara de rebeldía que nos hizo reír a todos.
—¿Y yo?—escuché su voz y sentí su olor a fresitas.
—Ven, vamos a tirar el globo juntos.
Caminamos hacía la mitad de la calle con el globo encendido. Ambos pusimos nuestras manos sobre éste y mientras nos mirábamos pedíamos el deseo que se mantendría secreto por siempre. Lo dejamos volar.
El globo iluminaba nuestras caras y a medida que iba subiendo poco a poco todo se volvía en oscuridad.
Yuuri me quedó mirando con una sonrisa y sus brazos en espera de mí y nadie más que a mí. No dudé y lo abracé con ganas y cariño. Fueron innecesarias las palabras.
Una vez que nos separamos nos mantuvimos en una mirada fija.
—¡Miren allá!—gritó Hiroko. Yuuri miró hacía la dirección indicada mientras yo seguía contemplando su rostro entre las penumbras.
Entonces el primer fuego artificial explotó en el cielo dejando ver brillantes destellos que iluminaban nuestra cuidad.
Di un paso adelante y tomé ambas manos de Yuuri, el cual era iluminado por aquellos brillos en el cielo.
Entonces...
A la edad de catorce años, el día de año nuevo tuve mi primer beso, con la persona que me gusta.
+Continuará
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#Sólofaltan7capítulos !💗
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Esta vez no me demore tanto (? Y eso que cambié muchas escenas, aunque no sé si lo noten e u é.
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En el próximo capítulo harán sus apariciones ciertos personajes🐻🐹💞
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Subí el capítulo 2 de Misophobia, por si gustan ir a leer!😄💕
Eso, espero les gustara el capítulo.
¡Gracias por leer, apoyar, votar y comentar! 🌸
No olviden que las quiero.
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