La Resistencia. Parte II

¡Hola lectores adorados!

Hoy capi doble por ser día festivo y a demás porque no sé si notaron que la historia se está desarrollando para las vísperas de Semana Santa, así que estamos en un lapso temporal paralelo hahaha.

Espero que les vaya gustando mucho la obra y me lo hagan saber a través de sus lindos comentarios.

Dedicado a febrero2001as GraceSeidl20 Caramelo_Rosa97 Chicaenamorada93 ItsasoAU TaniaLiberaliss DaisySalazar27 NatashaCo Kiss_The_Book EmelyR02 MisteryGirl024 carolinamorenoguerra Escriboymegusta mariacross96 Luzaellechi Valeria17773 jorge1617 ivicats Britger26 barbie0526 romiladiosa maygomez1513 ariagomez69 sebymelano44 clarymorgen2 kariis78 carliita69 sarita_mommy adriv1959 emiliano7322 MissLocatismemento99


El recinto pronto se pobló de luz y de múltiples sonidos. Los choques de las luminosas espadas cercenaban los miembros de los aguerridos vampiros, que se lanzaban abriendo sus fauces, enseñando sus afilados colmillos, y desplegando sus garras, contra los seres mágicos.

Algunos de sus mutilados restos terminaban ardiendo en el suelo, mientras los vástagos del infierno proferían agudos lamentos, al ver aquellas heridas cauterizadas por la luz empírea. Pero aun así, los que estaban aptos para pelear continuaban haciéndolo, con todo el fervor que una dieta de sangre animal les permitía.

"Es una batalla perdida" supo reconocer Johanna, y se alegró por ello. Las hadas y los elfos llevaban la ventaja.

En tanto, la demonia, se había cargado a unos cuantos hijos de la noche, en su trayecto, y ya estaba bastante próxima a su amiga.

Antes de que el oscuro brujo pudiera clavar la peligrosa hoja de negro fuego en sus entrañas, Johanna se había interpuesto, haciendo a Astrid a un lado, mientras retaba a su oponente a la lucha.

Te crees muy listo para luchar contra mujeres maniatadas, a quien has privado de su magia ¿no?—siseó la súcuba y se jactó de ver la expresión de asombro pintada en el horroroso rostro del brujo—. ¿Qué te parece si mejor te metes con un igual?

—Tú...—masculló el brujo tensando la mandíbula. Las venas de su cuello parecían querer estallar—. Has logrado escapar...

—¡Ya veo que en efecto tú te salteaste la generación con talento! Eso resulta obvio, estoy aquí ¿no?—se burló Johanna.

—¡No por mucho parásito del infierno!—arguyó Merliot y ante los negros ojos de Johanna la caja se materializó—. Ya no sonríes ahora ¿verdad?

Los latidos del corazón de Julieth se habían incrementado y parecían resonar en sus oídos. La tensión era visible, pero había algo más, un sentimiento familiar que Julieth conocía muy bien en ella, pero que nunca había sentido en su huésped: era miedo.

Johanna sentía temor por aquel artefacto divino y eso la había paralizado. Y no era para menos, ya que aquel serviría para contener su esencia, y así poder controlarla. Era la única arma capaz de destruirla, en un sentido figurado.

Ante la falta de reacción de su huésped, Julieth tomó el control del cuerpo y fijó sus ojos en el recipiente oval, que no tenía nada de especial a primera vista, salvo su carácter místico, más cuando el brujo intentó abrirlo, ella se le echó encima, intentando quitárselo de las manos, mientras le daba tiempo a su huésped a salir de su estado de trance.

Ambos empezaron un forcejeo por el control del recipiente. Julieth aferró sus manos férreamente a este, y tironeó con fuerza.

"No quema" pensó Johanna, en el momento que fue consciente de que podía tocarlo sin salir lastimada, volviendo de pronto en sí misma.

Entonces tomó nuevamente el mando del cuerpo, alentada por ese descubrimiento y comenzó a luchar con mayor fervor con su portador, hasta que logró que aquel finalmente lo soltara. El objeto sacro voló por los aires y cayó a unos cuantos pasos de ellos, muy cerca del sitio donde David estaba en plena lucha con una elfa (la única que conformaba el grupo de soldados reales)

El vampiro ni siquiera hizo amago de cogerlo, pues la elfa, de flamantes cabellos blancos lo tenía arrinconado y estaba a punto de clavar la espada de luz en su pecho, cuando el vampiro se vaporizó ante ella, tomando la forma de un humo negro alado, y huyendo del recinto, bajo el grito de "Cobarde" de la elfa.

Merliot, en tanto comenzó a usar su magia para reducir a su oponente y Johanna intentó esquivar aquellos rayos de fuego centelleante, mientras ambos avanzaban hacia el recipiente celeste, que aún estaba en el suelo, en una muy competitiva carrera.

Por desgracia el brujo estaba tomando la delantera, y parecía que estaba por hacerse de la caja, cuando unas manos demasiado humanas, que no eran justamente las de Julieth, la tomaron del suelo.

Jen la estaba sujetando, y comenzaba a correr por el recinto haciendo evasivas maniobras para que su contrincante no la hiriera con sus rayos mágicos, que ahora se dirigían a ella.

Esa chiquilla podría carecer de poderes sobrenaturales, pero era evidente que era osada, y pese a todo lo que había vivido seguía siendo valiente, y muy inteligente claro, pues cuando se vió casi arrinconada por el brujo, supo hacerle un acertado pase a Johanna, que finalmente se hizo del objeto divino.

En ese instante, la vampiresa, compañera de David, a quien él había dejado librada a su suerte, y por ende su estado de furia era considerable, había logrado llegar hasta Jen y relamía sus labios, pasando su lengua por las puntas de sus colmillos puntiagudos, listos para saborear la ansiada sangre que el líder del grupo les había prohibido.

Johanna supo que aunque se esforzara, estaba demasiado lejos de la humana para salvarla, y de todas formas no hubiera podido hacerlo.

—¡Es hora de irnos ya!—dijo una voz a sus espaldas, sorprendiéndola, y cuando ella atinó a mirar a su interlocutor, captó apenas la mirada fugaz, de un par de ojos violetas, bastante conocidos por ella, justo antes de que dos fuertes manos la sujetaran con vehemencia por detrás y la arrojaran, caja incluida, hacia el luminiscente portal.

El clamor desesperado de Julieth, mientras las diamantinas luces la envolvían, y la transportaban hacia un mundo desconocido por ella, era que Jen hubiera salido de allí también con vida.

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