Capítulo 28 - Desde el principio [Parte 1]

Capítulo 28: Desde el principio... [Parte I]

«Vamos a divorciarnos»

Tres palabras habían sido suficientes para hacer que su mundo se viniera abajo.

Esas palabras se repitieron cuando salía de la habitación.

Esas mismas palabras se repitieron mientras salía del hospital y conducía a casa. También lo hicieron mientras empacaba y salía de una casa que no recordaba pero en la que había vivido un montón de recuerdos que había olvidado.

La cosa era que el lugar al que se dirigía era aun peor. No tenía opciones por lo que no pudo negarse, al menos de momento mientras conseguía algo más, pero vivir en el lugar en el que ella y Jeff al parecer solían encontrarse cuando sostenían una relación no era del todo cómodo.

Siempre había creído que las cosas sucedían por una razón pero en ese momento en lo único que podía pensar era en que la única razón era que la vida apestaba.

Cada día desde entonces se preguntaba si habría sido mejor simplemente pasar la página e intentar que, aunque Nathan no lo había querido desde un principio, se diera cuenta que había tomado la mejor decisión de su vida.

Pero no era a ella a quien correspondía jugar al destino.

Después de una semana, dieron a Nathan de alta y ella solo se enteró porque Lynn se lo había dicho. Su amiga sabía sobre la situación actual y le había dicho que patearía el culo de Nathan después de lo que había hecho pero ella la había convencido de que había sido lo mejor.

Aunque ni ella misma lo creyera.

Los trámites comenzaron casi al instante. Nathan utilizaría al abogado de su oficina y ella le había pedido a Claire que le recomendara uno ya que su hermana no se especializaba en eso.

El proceso no sería tan largo porque no había niños de por medio. Después de un par de semanas revisándolo se fijo una fecha. Escuchar al colega de su hermana decírsela fue aun más duro que escuchar a Nathan decirle que si quería el divorcio. Era algo palpable, algo real, que pronto estaría fijado en un documento así como antes lo había estado los votos que se habían hecho.

Sus sesiones con la doctora Sullivan continuaron, cada vez menos frecuentes porque los recuerdos no siguieron llegando. De vez en cuando tenía destellos de los momentos que habían ocurrido durante esos siete años perdidos pero se le hizo demasiado duro de revivir cuando aquellos momentos incluían sus sesiones amorosas con Nathan.

Pintar se hizo su único objetivo. Pasaba demasiadas horas en su estudio y muchas veces tuvo reprimendas de Jeff cuando la veía llegar poco después de las seis y nunca se iba antes que él.

Finalmente habían hablado. Él y Claire acordaron tomarse las cosas con calma esta vez y tener citas antes de que todo fuera al siguiente nivel. A ella le pareció algo estúpido después de que ya se habían acostado pero no discutió eso, ya bastante incómoda había sido la conversación.

Lynn había vuelto con su esposo y gemelos poco después de que Nathan volviera a casa.

No habían discutido el tema del divorcio hasta pocos días atrás cuando la había invitado al bautizo de sus niños. Increíblemente sería la primera vez que los veía y ella la había escogido como madrina. Había estado encantada de aceptar hasta que captó que Nathan sería el padrino de uno de los niños también. Su amiga entonces había entrado en territorio peligroso al preguntarle sobre cómo se sentía con el proceso de divorcio y ella había medio enloquecido. Trataba de mantenerse inexpresiva pero su amiga hacia las preguntas correctas para obtener la información que quería.

―Algunas veces hay que hacer las cosas bien, Ashley ―le había dicho su amiga después de que ella confesara que la respuesta de Nathan le había hecho más daño del que creía.

Ella no había sabido qué hacer con esa respuesta. Lynn había estado molesta hasta hace una semana pero repentinamente tomaba aquel asunto con más tranquilidad. La verdad es que aquello no le concernía completamente así que suponía que su amiga lo estaba superando. Sin embargo, no pudo negar que le dolió no escucharla narrar como haría que Nathan entrara en razón utilizando métodos poco favorables para su reproducción.

Cuando Lynn le informó sobre la fecha del bautizo, su corazón dio un vuelco. Era tres días antes de la fecha pactada para firmar el divorcio. Casi había deseado que aquellas fechas se interpusieran, alargando más la espera de la firma de ese maldito papel pero recordó la razón por la que estaba haciendo eso en primer lugar y se dijo que debía dejarlo llegar.

Como arrancar una bandita, rápido y con poco tiempo para procesar el dolor.

En ese momento no había querido pensar mucho en ello pero, dos semanas después, había recibido la llamada de Lynn para pedirle que llegara con un día de anticipación y le ayudara con la fiesta que se haría después del bautizo.

Ahora, tres días más tarde, Lynn le preguntaba si ya había logrado conseguir un vuelo y que quería verla al día siguiente en San Diego. Ella le había prometido que ya todo estaba arreglado e incluso tenía a Jeff cuidando de la galería mientras ella no estaba. Durante el tiempo ausente, él había hecho un buen trabajo, pero en cuanto decidió tomar su posición nuevamente en la galería, ella había tomado una gran parte en ello.

Cuando colgó el teléfono se enfocó en la pintura frente a ella. Se detuvo abruptamente por la llamada, pero ahora que podía tener un vistazo certero de lo que estaba haciendo, su respiración la abandonó.

Estaba dibujando una pareja y lucía muy parecida a ella junto a Nathan.

Aquella era la quinta pintura que terminaba reflejando algunos de los pocos recuerdos que había recuperado que los involucraba a ellos. Una vez había recordado a Nathan llevándola a un picnic en el mirador de la universidad. Habían permanecido viendo las estrellas tanto tiempo que terminó dibujando una pareja sobre una manta a cuadros observando el cielo.

Otros de los cuadros escondidos detrás del estante de las pinturas era el que más dolor le causaba. Había recordado la vez que le pidió ser su novia oficial. Estaban saliendo de la biblioteca después de ayudarlo a estudiar para un examen y la lluvia los sorprendió antes de poder tomar el transporte público. Tampoco pudieron llegar a la parada porque ella se detuvo al sentir las gotas caer sobre ella. Él le había dicho que pescarían un resfriado si se quedaban ahí pero ella le había respondido que de pequeña lo había hecho varias veces cuando convencía a sus padres y estos terminaban cediendo, obligándola a tomar una ducha tan pronto entrara de nuevo y luego tomara chocolate caliente.

Ni siquiera lo vio venir. En un minuto tenía cerrado los ojos contra las gotas de lluvia y al siguiente Nathan estaba besándola. Ahí mismo, en la calle, con la lluvia sobre ellos, le había pedido que fuera su novia y ella no tardó ni dos minutos en dar su respuesta.

Esa imagen fue plasmada a las dos de la mañana sin haber podido continuar su sueño y cuando la terminó casi quiso arrojarla al fuego. No pudo hacerlo, sin embargo, y terminó por esconderla detrás del estante, sintiéndose estúpida cada vez que tenía debilidad y se acercaba para observarla.

Su mano tembló al dejar el pincel a un lado porque sabía que si continuaba de esa manera, pronto tendría que comprar otro estante para esconder las pinturas.

―¿Ashley? ―llamó la voz de Jeff, asomándose por la puerta del estudio. Ella lo observó por encima del caballete, agradecida de que no pudiera ver lo que había estado pintando o sentiría lastima por ella.

―¿Pasa algo?

―Hay alguien que vino a verte.

Ella arrugó el rostro sin entender cuando él desapareció pero en su lugar estaba su hermana.

―¿Claire? ¡Oh por dios! ―se levantó, casi tumbando el banco en el proceso, y corrió a abrazarla.

Después de hablar con Jeff sobre el asunto de ellos, tuvo que terminar la conversación con la otra mitad por Skype puesto que su hermana estaba demasiado ocupada para viajar o atenderla si ella decidía ir para allá.

Habían terminado bien después de esa conversación y ella había querido lanzarse sobre su hermana pero la pantalla lo impedía así que le había prometido que aquel abrazo estaba pendiente hasta que pudiera verla. Era por eso que en ese momento estaba sacando todo el aire de ella.

―¡Dios! Eres pequeña pero tienes fuerza ―resopló su hermana cuando la soltó y ella rodó los ojos pero le dio una sonrisa.

―No pensé que te vería hasta navidad ―exageró ya que aun faltaban un par de meses.

―Pude conseguir la semana libre y decidimos venir antes de ir al bautizo de los gemelos de Lynn.

―Ya va, ¿vinimos?

Casi de inmediato apareció Blaine y en segundos estuvo encerrada en un gran abrazo de oso. Claire se quejó de ser apartada así que también se unió al abrazo y en cuestión de segundos eran un gran lío de brazos y piernas hasta que se soltaron.

―¿Espera, dijiste que van al bautizo? ―miró a su hermana sorprendida―. ¿Cómo pasó eso?

―Lynn llamó a Blaine ―reconoció un poco renuente―. Nos invitó después de decirme que olvidáramos lo que sucedió en Los Ángeles. Ella dijo que después de que le contaras que habíamos resuelto las cosas entre nosotras se dio cuenta que era estúpido seguir molesta por ti así que decidimos hacer que nunca pasó.

―Adoro a esa chica ―sonrió porque Lynn siempre era protectora con ella desde lo que sucedió con David.

―Bien, entonces, ¿qué planeas hacer hoy? ―le preguntó Blaine, juntando sus manos como si ya tuviera algo en mente. Ashley se rió porque su primo era una persona inquieta―. Necesitas sacarme, Ash, ya que la señorita aquí tiene planes ―asintió hacia Claire quien le dedicó una mirada amonestadora en su dirección.

―¿Llevas horas aquí y ya tienes planes? ―bromeó con ella.

―Jeff me quiere llevar a un lugar que acaba de abrir para tomar unos tragos ―admitió, su rostro volviéndose rojo―. Pero puedo decirle que lo dejemos para después.

―¿Después cuando? Nos vamos mañana a San Diego y luego dudo mucho que tengas tiempo antes de volver a Los Ángeles ―cruzó los brazos y la miró con severidad―. Usted va a tener una cita, señorita.

―¿Tengo toque de queda? ―preguntó, la risa filtrándose en su tono.

―Nop. Solo digo que después de las doce no te convertirás en calabaza ―sonrió y ella le devolvió el gesto, luego miró a Blaine―. De acuerdo, pero realmente necesitamos estar temprano en el aeropuerto así que no podemos estar afuera tan tarde.

―Sí, mamá ―dejó los ojos en blanco pero igual curvó sus labios en una sonrisa torcida.

Para Ashley fue agradable tener a su hermana y primo con ella nuevamente, aun cuando la noche solo pudo pasarla en compañía de Blaine. Eso hasta que pudo engancharse una rubia de piernas largas con quien desapareció hasta que ella le dijo que era hora de volver a casa. Le costó sacarlo del club pero eran casi las dos de la mañana y el vuelo saldría a las ocho. No era un vuelo demasiado largo por lo que sabía que no tendría tiempo de dormir ahí y cuando aterrizara tendría que ayudar a Lynn con los preparativos de la fiesta que daría después del bautizo así que sabía que sería un día ajetreado.

Despertó a las cinco y diez. Necesitó una larga ducha y un café bien cargado para soportar salir de la cama sin que sus ojos se cerraran y supo que no era la mejor de las ideas desvelarse cuando tenía que salir tan temprano. Envió un mensaje a Blaine y a su hermana para decirles que se verían en el aeropuerto a las seis pero no obtuvo respuesta. Esperaba que ambos hubieran logrado levantarse o perderían el vuelo.

En el aeropuerto compró otro café mientras esperaba. A medida que pasaban los minutos le inquietaba que ni Claire ni Blaine hubiesen aparecido o enviado un mensaje por lo que casi los ahorca cuando aparecieron justo en el momento en que se anunciaba que pronto abordarían.

―Maldita sea, ¿Dónde estaban ustedes dos? ―los reprendió cuando se encontraron en el interior del avión. No había dicho nada hasta que finalmente los tres estuvieron en sus asientos que ―afortunadamente― habían podido conseguir contiguos.

―No tengo idea cómo pudiste levantarte. Ni el café, ni la ducha, ni la alarma pudieron conmigo ―resopló Blaine, inclinando la cabeza en el respaldo del asiento y sus ojos cerrándose.

―Te dije que debimos irnos antes, pero el señor tenía que ir y dar una probada a Señorita Tetas y Culo ―espetó, cruzándose de brazos.

―¿Acabas de decir eso en voz alta? ―sus ojos se abrieron con sorpresa.

―A menos que hayas desarrollado la capacidad de leer mentes, si, lo dije.

―Ya, ya. Al menos yo llegué al hotel ―dijo con voz cansada, retomando su posición con los ojos cerrados.

―Oh... ―su mirada esta vez viajó a la de Claire―. ¿Noche activa?

―No es lo que estás pensando ―rápidamente se defendió―. Te dije que iríamos lento. Decidimos pasar el rato en su apartamento y hablamos, cuando me di cuenta era tarde y me dijo que durmiera ahí.

―De acuerdo.

―Hablo en serio, Ash.

―No cuestiono, Claire.

Y no lo hacía. Claire era grande y ambos habían expresado su atracción uno por el otro. Sabía que Claire no era del tipo de chica de dormir con cualquiera a pesar de lo que sucedió en Los Ángeles por lo que Jeff debía atraerle más de lo que admitía en voz alta.

Blaine roncó todo el vuelo y Claire permaneció atendiendo unos asuntos del trabajo en su portátil por lo que la dejó con tiempo libre para que su cabeza divagara sobre lo que ocurriría una vez llegara a San Diego. O peor aún, el bautizo. Estaba feliz por ser la madrina de Steve, uno de los gemelos, pero también temía por el otro padrino, Nathan.

No habían hablado desde que sus abogados se pusieron en contacto así que verlo después de un mes se sentía extraño y aterrador. ¿Llevaría una cita? Ni siquiera se había atrevido a pensar en esa posibilidad pero ahora que estaba en su cabeza no podía sacarlo. Él ya había seguido con su vida o eso creía porque Lynn, que había pasado más tiempo hablando con él desde lo de David, nunca mencionó que estuviera abatido o hubiera cambios en su humor.

Resopló cuando se dio cuenta que no era capaz de manejarse tranquila al tener que ver a Nathan y menos cuando dos días más tarde tendría que firmar el papel que los separaría definitivamente.

Sip, ella no estaba preparada.

Al aterrizar en San Diego, Claire y ella tuvieron que hacer un gran trabajo para despertar a Blaine. El chico realmente podía invernar si le dejaban hacerlo y estaba de un humor bastante malo por ser interrumpido. Aun así, lo dejó pasar porque él se lo había buscado y cambió su expresión en cuanto fueron recibidos por Lynn y un hombre de piel oscura junto a ella con un brazo alrededor de sus hombros.

Ashley no lo reconoció, tampoco sabía si le había visto con frecuencia en el tiempo que ella no recordaba pero ya que suponía sabía de su condición, no se molestó en aparentar y dejó que su amiga se lo presentara después de que se abrazaran como si tuvieran años sin verse.

―Este es Brandom ―le indicó mientras él extendía una mano en su dirección y ella la estrechaba―. No lo recuerdas y la verdad es que nunca se conocieron muy bien pero tú sabes de él y él sabe de ti así que es como si lo hicieran ahora.

―Gusto en conocer al hombre que le dio gemelos a mi amiga ―sonrió Ashley y él soltó una pequeña carcajada.

―Bastante contento por eso aunque cuesta recordarlo cuando los gemelos se levantan a las dos de la mañana y tienes que salir de la cama porque el llanto de uno despierta al otro y pronto se convierte en una competencia por ver quién atrae más atención ―bromeó y enseguida le cayó bien. Lynn dio una palmada en su hombro pero se rió de su esposo.

―¿Dónde están los gemelos, por cierto?

―La mamá de Brandom está con ellos. Finalmente vas a conocerlos.

―Extraña situación en la que la madrina conoce al ahijado un día antes de su bautizo.

―Nunca fuimos normales, amiga.

Todos se rieron con aquel comentario y caminaron afuera hacia la camioneta de Brandom. Afortunadamente era lo suficientemente grande para llevarlos a todos y el equipaje. Sin embargo, era bueno que ni ella ni Claire fueran de las que empacaban el armario completo para un corto viaje porque todo encajó como un perfecto rompecabezas.

El vecindario en el que vivía su amiga decía «hogar» por donde se viera. Era cálido, seguro y acogedor. Las casa eran muy parecidas pero cada una tenía su espacio para poder desarrollarse. La casa en la que vivía Lynn con su familia era de ladrillo con algunas partes en blanco. La camioneta se detuvo en la calzada hacia el garaje y todos bajaron para apreciar el interior.

Solo había tenido oportunidad de apreciar la decoración, el color de las paredes y las escaleras que dirigían al segundo piso cuando una mujer de edad avanzada entró desde la puerta que daba al jardín trasero empujado una cochecito doble en el que venían los gemelos.

―Mamá, estos son los amigos de Lynn ―dijo Brandom, acercándose a la mujer y colocándose detrás de ella con sus manos sobre sus hombros.

―Un gusto conocerla ―se adelantó Ashley, extendiendo su mano y ella la estrechó con una sonrisa en sus labios. Luego hizo lo mismo con Claire y Blaine.

―¡Dios! Al fin tengo la oportunidad de conocer a estas ternuritas ―se agachó hasta quedar a la altura de ambos bebés quienes la miraron fijamente―. ¿Quiénes van a ser malcriados por la tía, Ashley?

Como si la entiendan a la perfección, ambos niños rieron ante la voz que ella hizo y agitaron sus manitas. Ashley comenzó a hacer ruidos y muecas lo que los tuvo entretenidos hasta que Lynn resopló.

―Por favor amiga, no los eches a perder ―se quejó cuando ella dejó dos besos sonoros en sus mejillas regordetas.

―Oh, no, no. Ya tuviste suficiente tiempo para enseñarles lo bueno ahora me toca a mí la otra parte ―volvió a sonreírle a Steve y Mason antes de hacerles cosquillas.

―Estoy reconsiderando mi decisión de hacerte madrina.

―¡Muy tarde! ―gritó sobre su hombro, incorporándose―. Si me disculpan, tengo trabajo que hacer.

Tomó la agarradera del coche y los llevó nuevamente hacia el jardín de donde había salido la madre de Brandom hace pocos minutos. El lugar ya contaba con varios juegos que los niños no podrían utilizar hasta dentro de unos pocos años además de los pequeños como juguetes o carritos. Se sentó sobre la plataforma de madera de uno de los juegos y tomó dos peluches que descansaban en un compartimento del coche.

―A ver, ¿Cómo se llamaran este par de amiguitos? ―se preguntó cuando los gemelos se alzaron para tomar el conejo y el tigre de peluche.

Se entretuvo con los niños hasta que Lynn la llamó para decirle que debían ir al salón en el que se realizaría la fiesta. En un principio habían tenido en mente hacerlo ahí pero con los recientes juegos instalados el espacio se reducía por lo que no serían capaces de meter a todos los invitados además de las decoraciones.

Lynn le había preguntado a Claire si quería ir con ellas así que Blaine se había quedado con Brandom ya que parecían haberse caído bien. Ashley había escuchado que Lynn le prohibió a su esposo meter las narices al igual que lo hizo en su boda ―día que ella no recordaba― porque el hombre no tenía gusto en cuanto a decoraciones.

Mientras las tres salían, ahora en el auto más pequeño que conducía Lynn, decidió olvidarse de todo, al menos hasta el día siguiente que tuviera que enfrentar a Nathan.

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¡Hola, hola!

Antes de que me digan "prometiste que actualizarías antes" tengo que decirles que lo intenté. Y lo digo en serio porque ya les dije que tengo los capítulos terminados pero no se qué demonios pasó con mi internet que la parte de "editar nueva parte" en wattpad no me abría.

Al fin pude abrir otro navegador y he podido venir a subir los capítulos, es por eso que les tengo una sorpresa:

¡Los colocaré todos hoy! Sip, este capítulo está dividido en dos y epílogo es muy corto por lo que lo subiré todo junto en pocos minutos.

También les tengo otra sorpresa: ¡Nueva portada! Y esta es la definitiva. Cuando lean el epílogo entenderán el significado aunque puede que muchos lo deduzcan desde ahora. En fin, no me extiendo más para que lean el resto.

Saludos <4




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