Capítulo 19 - Nueva vida
Capítulo 19: Nueva vida.
―Hey, ¿estás bien? ―la mano de Nathan se deslizó sobre la suya, entrelazando los dedos con los de ella. Ashley suspiró y dejó caer su cabeza sobre su hombro. Él besó su frente―. Sabes que puedes hablar conmigo, ¿no?
―Lo sé ―afirmó sin mirarlo―. Pero no creo que quiera hablar por ahora.
―Estoy aquí, nena.
Lo sabía. Él había estado ahí toda la noche cuando ella le había pedido que le hiciera el amor y olvidarse del resto del mundo. Él también había estado para tomar su mano esa mañana cuando subieron al avión, dejando atrás a su hermana.
Ella había estado ausente todo el viaje de regreso a casa. El viaje en el taxi desde el aeropuerto no había sido diferente y Nathan lo había notado pero, a pesar de no hacer preguntas, sabía que él se imaginaba que se debía a lo que sucedió con su hermana y Jeff.
Pero no se trataba de eso.
En lo absoluto.
Su cabeza había pasado la página con ese asunto porque en todo el proceso había una pregunta que si quería responder y aquello pasaría solo si sus recuerdos volvían. ¿Por qué había cambiado con Nathan? Ella lo único que sabía era que todo el asunto con Jeff y Hannah había sido provocado porque, al parecer, ella ya no quería a Nathan. Pero a medida que pasaba el tiempo se daba cuenta que aquello no tenía nada que ver con la falta de amor, había otra razón y tampoco había sido porque se enamorara de Jeff porque eso solo había ocurrido después de alejarse de su esposo.
Regresar a casa era distinto. Cuando cruzó la puerta después del accidente, se sentía confundida y llena de preguntas. Le era extraño pensar en que compartía la casa con alguien, y no como un simple compañero de piso, sino nada más ni nada menos que con un esposo.
En poco tiempo había recorrido un largo camino en ese aspecto. No podía afirmar que había olvidado que muchos años de su vida estaban perdidos en su memoria, pero ahora había aprendido a aceptarlo y no estaba dispuesta a quedarse estancada en factores que simplemente no podía controlar.
El lunes llegó y Ashley se sentía renovada para comenzar otra vida. Esa mañana se levantó más temprano de lo acostumbrado y decidió retomar una antigua actividad que solía tener en sus años universitarios la cual era correr antes de que el sol tomara completamente su posición en el horizonte.
Supo que estaba fuera de forma cuando se cansó en los primeros treinta minutos, pero no se sentía de humor para rendirse tan fácilmente así que se mantuvo en movimiento otra hora completa y regresó con el sudor bañando su frente pero nunca se sintió mejor. Era como si hubiese conseguido la forma de retomar las riendas de su vida y no había forma en que fuese a soltarlas.
―¿Dónde estabas? Desperté en una cama vacía ―Nathan salió de la oficina mientras acomodaba el nudo de su corbata. Observó su atuendo deportivo y luego volvió a su rostro―. Podrías haberme dicho que ibas a correr. Te hubiese acompañado.
―Te merecías un descanso ―se acercó a él y dejó un corto beso en sus labios―. Además, tenía la esperanza de que pudiésemos compartir la ducha cuando regresáramos pero parece que tardé demasiado.
―No estoy objetando a una segunda ducha ―ofreció al colocar ambas manos en sus caderas. Ashley posó sus manos sobre su pecho y fingió reacomodar la corbata con una sonrisa cómplice en su rostro.
―Lamentablemente yo sí. Ya voy tarde así que no podré darme un baño apropiado ―suspiró fingiendo decepción pero el rostro de Nathan se contrajo sin entender.
―¿Tarde para qué?
―Pensé que te lo había dicho ―se separó porque sabía que lo que iba a decirle no iba a agradarle―. Volveré a la galería.
―¿Qué? ―el rostro de Nathan se vio tan sorprendido que Ashley se preguntó si su esposo había estado pensando que dejaría su negocio y el sueño de su vida de lado.
―Ya es hora, Nathan. Ha pasado mucho tiempo desde el accidente y no puedo seguir dejando mi negocio en manos de Jeff.
―Es precisamente por eso que no me parece que deberías volver a ese lugar ―discutió con el rostro contrariado. Ella sabía que aquello no iba a gustarle pero no podía creer que para él fuese tan fácil decirle que era mejor dejar la galería.
―¡No voy a dejar de pintar o vender mis pinturas únicamente porque no te guste mi socio! ―su voz sonó molesta y alterada. Ambos estaban perdiendo los estribos muy rápido.
―¡No es eso lo que te estoy pidiendo! ―se defendió―. Lo que te digo es que no tienes por qué continuar trabajando con él.
―Tengo porque es mi socio y ambos decidimos formar ese negocio juntos. No voy simplemente a dejar la galería y no puedo decirle que se aleje.
―¿¡Por qué no!?
―¿Estás hablando en serio? ―ni siquiera podía creer que lo considerara―. ¡Eso no es justo!
―¡Tampoco lo que él te hizo!
―¿Qué fue lo que me hizo? ¿Acostarse con mi hermana? Lo siento pero ese es un problema que decidí que ellos debían resolver. No tiene por qué afectarme.
―¿Qué pasa si él intenta algo contigo de nuevo?
―Entonces deberías tenerme la suficiente confianza como para saber que puedo manejarlo.
Nathan la miró fijamente sin cambiar la expresión de su rostro. No podía convencerlo de que debía retomar su puesto sin importar que su socio fuese el amante con el que lo había engañado. Siendo sinceros, la situación sonaba racional para unos celos, claro, si no se mencionaba el hecho de que él también había tenido una amante y que eso ocurrió cuando se suponía que el matrimonio estaba por terminar.
No hubo más palabras porque Nathan decidió hacer su retirada. Tomó el saco colocado sobre el respaldo de uno de los muebles y lo siguiente que se escuchó fue el portazo de la puerta al cerrarse.
Ashley no pudo evitar preguntarse si así había sido las veces anteriores cuando discutían y al final cada uno terminaba por irse con otra pareja. Incluso llegó a tener dudas de si Nathan podría recaer de nuevo y fue ahí cuando entendió lo que seguramente él estaría pensando al imaginarse a su esposa trabajando nuevamente con su ex amante.
Se vio tentada a ir por él pero necesitaba recomponer los aspectos que ya se había predispuesto y no iba a detenerse por aquel imprevisto. Tendría que hablar nuevamente con Nathan y hacerle entender que la única relación que ella tendría con Jeff sería de trabajo. Así mismo tendría que dejárselo claro a su socio si es que volvía a intentar algún movimiento con ella.
Después de una rápida ducha y un corto desayuno, se encaminó a la que era su galería. En realidad solo había ido una vez anteriormente y ni siquiera había entrado. El lugar le parecía un sueño desde afuera, mucho menos podía sentirlo como propio aunque le causara una emoción indescriptible.
Tomó un taxi y marcó el número de Jeff para decirle que se encontraba en camino. No supo nada de él después de que lo dejó en casa de su hermana así que era una posibilidad que él ni siquiera se encontrase en Seattle todavía pero obtendría su respuesta cuando atendió al tercer timbrazo.
―¿Ashley? ―la voz de Jeff sonaba somnolienta lo que indicaba que probablemente aun no hubiera salido de la cama―. No puedo creer que estés llamando.
―No debería puesto que él sábado te informé que el lunes estaría de vuelta en el trabajo y voy rumbo a él lo que al parecer tú no haces.
―¿Solo llamas para decirme que iras a la galería? ―su voz sonó decepcionada y casi la hizo sentirse mal pero lo desechó de inmediato.
―Fue lo que te informé ―repitió con voz solemne.
―Tenemos que hablar, Ashley ―pidió cansinamente.
―Eso es cierto, sobre nuestro trabajo juntos ―aclaró rápidamente porque sabía que Jeff no hablaba de eso pero, para ella, el otro asunto estaba zanjado―. Nos veremos en la galería en media hora.
Cortó de inmediato. A medida que el taxi se movía por la ciudad su mente viajó a la discusión con Nathan y, con cada minuto que pasaba, se sentía peor por haberlo dejado ir así.
Si se intercambiaran los papeles, y la mujer con la que había salido Nathan en su tiempo antes del presunto divorcio trabajara con él en la empresa, ella fuera la primera en imponerse sobre ese hecho. También tenía que aceptar que sería difícil pedirle que dejara de lado la empresa que él se había esforzado por mantener a flote solo porque ella era demasiado egoísta para arriesgarse a que él cayera en los brazos de otra mujer nuevamente.
Cuando bajó del taxi aún le quedaban quince minutos a Jeff de la media hora que le había dado así que caminó una calle más abajo en la que había leído «Café orgánico» y cuyo cartel anunciaba que también vendían pasteles y panecillos. Ya que su desayuno no había sido exactamente como Dios manda, decidió comprarse una ración de ponqués y un café mediano.
Comió su pedido en el mismo establecimiento y por fin regresó de vuelta a la ahora abierta galería. No lo estaba para el público pues el cartel indicaba «cerrado» pero sabía que Jeff ya se encontraba en el interior.
Él se encontraba en la parte trasera la cual debía ser la oficina que compartían para manejar la parte contable y de papeleo.
―Me alegra saber que eres rápido ―se anunció Ashley como modo de saludo. Jeff se giró para mirarla y de inmediato pudo ver la emoción reflejarse en el rostro del rubio.
Jeff era un hombre apuesto entre su manera descuidada. Su perilla bien cuidada, su cabello ya bastante largo y su ropa informal. Jeff no era ni remotamente parecido a Nathan, y no era que los estuviese comparando, sino que ambos tenían algo especial que los metía en un mismo grupo pero jamás los hacía parecer iguales.
―Pensé que tendría tu carta pidiendo mi renuncia si no lo hacía ―dijo en un vago intento por aligerar el ambiente. La verdad no le causó gracia pero dibujó una leve línea en su rostro que simulaba ser una sonrisa.
―Tal vez tu trabajo deba ser muy bueno para no considerarlo ―continuó en un tono jovial mientras se acercaba al escritorio que poseía una pila de carpetas―. Necesito que me pongas al tanto de todo lo más pronto posible.
―Hace un tiempo te hablé de unos potenciales clientes ―recordó él mientras sacaba un par de carpetas. Agradeció que fuera directamente al grano en un ámbito profesional y que no siguiera intentando sacara a relucir su vida personal nuevamente―. Tuve varias reuniones con ellos y finalmente aceptaron exponer sus obras aquí.
―Bien, mientras más clientes nuevos tengamos aportaran estilos diferentes ―se alegró de que la galería estuviese progresando aun cuando no había sido parte de ello en los últimos meses.
―Estoy de acuerdo. De hecho quería hablar contigo de una idea que tengo en mente.
―Escucho ―instó a proseguir mientras leía los documentos contables pero Jeff no respondió así que subió la mirada para encontrarse con la suya―. Jeff...
―Necesito mostrarte algo ―pidió casi como un niño inocente.
―Te dije que solo quería hablar de trabajo ―le recordó con un tono de advertencia.
―Y lo es ―aseguró―. Pero necesito mostrarte algo antes de decirte mi idea.
Ella suspiró y finalmente aceptó que la llevara a una habitación dispuesta en la parte trasera de la oficina. Se preguntó qué demonios tenía que hacer Jeff llevándola a otro lugar para decirle una simple idea hasta que finalmente la hizo entrar a lo que parecía ser un taller de pintura.
Varios lienzos se extendían por las paredes y por una considerable parte del suelo. Algunos estaban completos y otros sin terminar pero sin duda alguna reflejaban la inspiración y la pasión en ellos.
―¿Son tuyos? ―preguntó acercándose para mirarlos con más detalle.
―Mira la firma.
Ella se acercó a uno lo suficiente para leer la letra en la esquina de uno de los lienzos y casi cae de espaldas a reconocerlo. Un destellante recuerdo flaqueó en su memoria en el que aparecían Lynn y ellas sentadas en un salón vacío. Un cuaderno se extendía frente a ellas con un dibujo recién terminado pero su amiga insistía en que le faltaba algo.
―Debes firmarlo, Ash ―la presionó su amiga.
―Ya le puse mi nombre ―colocó el dedo sobre las letras que acababa de escribir, señalándolo.
―¡No! ―sacudió la cabeza con vehemencia―. ¡Tiene que ser algo importante, una firma alucinante!
―¿Qué se supone que debo hacer? No soy una artista.
―No todavía, pero cuando lo seas tendrás que firmar tus cuadros y las personas no querrán ver un simple «Ashley». ¡Ellos querrán una verdadera firma!
Ashley suspiró y contempló la imagen por unos segundos antes de volver la mirada a su amiga.
―¿Qué sugieres? ―le preguntó finalmente.
Las ideas de su amiga cayeron como una lluvia en otoño sobre ella. La hizo practicar tantas veces como fuese posible para que la firma quedara grabada en su cerebro y ahora la veía en aquel lienzo frente a ella.
―¿Ashley, estás bien? ―preguntaba la voz de Jeff detrás de ella.
―¿Ah? ―se giró para mirarlo.
―No estabas escuchando, ¿estás bien? ―ella asintió y volvió a mirar los cuadros―. Son tuyos. Estuviste trabajando en cada uno de ellos durante meses porque querías hacer una exposición únicamente con tus trabajos.
―¿En serio?
―Sé que algunos están incompletos pero creí que si podrías terminarlos tal vez... ―ella se giró para mirarlo al entender lo que sugería―. Quizás podríamos hacer una exposición en la que se dieran a conocer las nuevas adquisiciones de la galería y seguidamente una donde se den a conocer solo tus trabajos.
Ashley lo miraba sin poder creer lo que proponía. Sabía que había sido un total logro llevar a cabo la apertura de esa galería pero exponer sus propios cuadros en una única exposición era totalmente diferente. Sus pinturas estarían a merced de críticos y amantes del arte para poder observar como desnudaba su alma en cada uno de sus trazos y no sabía si estaba lista para eso todavía.
―¿Crees que estoy preparada? ―murmuró, indecisa.
―No estoy diciendo que tiene que ser ahora ―le aclaró ante su duda―. Es solo una propuesta para cuando decidas que es momento de terminar esos cuadros incompletos. Tus trabajos tienen que ser expuestos al mundo, Ashley.
Ella lo meditó y sintió la emoción recorrerla pero eso no frenó el pánico que también se apoderó de ella. Desde que comenzó a pintar le había tomado mucho tiempo dejar que sus padres, hermana y primo vieran sus creaciones. Después de la muerte de sus padres dejó de pintar por un tiempo, justo en el momento que dejó de soñar con el arte como una carrera y se decidió por una más práctica.
Recordaba que le había tomado tiempo enseñarle cualquiera de sus pinturas a Lynn fuera de su familia así que suponía que habría sido igual de difícil confiárselas a Jeff o Nathan.
Se enfrentó a sus cuadros como si ya estuviesen expuestos a un público invisible y se preguntó si podría hacerlo.
―Voy a dejarte sola para que te familiarices con tu trabajo ―anunció Jeff a sus espaldas antes de que escuchara una puerta cerrarse.
Se paseó por cada rincón del estudio notando los trazos de sus cuadros. Se sintió increíblemente atraída por los incompletos, sus manos casi picaban por tomar un pincel y terminar el trabajo que había comenzado hace casi un año atrás pero hubo uno que llamó su atención por sobre todas las cosas.
Estaba oculto debajo de una manta blanca y detrás de un lienzo más grande. Se preguntó por qué lo tendría allí hasta que destapó lo que estaba reflejado. Miró la fecha y se sorprendió al sacar las cuentas. No debería haber hecho un cuadro como aquel para aquel tiempo aunque, ahora que lo pensaba, era la única razón por la que debía estar oculto.
Sonrió mientras su mano delineaba el contorno de las líneas que conformaban aquella pintura y supo qué debía hacer con ella.
****************
Nathan nunca tuvo un peor humor dentro de la oficina y lo sabía. Había hecho trabajar a sus empleados durante todo el día sin tener a penas descanso más que para el almuerzo y regañó a todo el que se tomó más tiempo del necesario.
No podía creer que Ashley no lo entendiera después de todo lo que había ocurrido en Los Ángeles. Era normal que él tuviera miedo si hasta hace poco había estado confundida con respecto a sus sentimientos. Ella lo había escogido a él, si, pero aun tenía miedo de que su cabeza o su corazón no estuviesen del todo claros y, si todo era como había sido en el tiempo antes del accidente, Ashley pasaría más tiempo con su "socio" que con él mismo.
Resopló ante los correos que continuamente llenaban su bandeja de entrada sin nada más que problemas que debían ser atendidos por él pero para los que no tenía cabeza. Estaba atravesando una crisis en su relación y esos idiotas lo único que querían era que él diera su aprobación para cualquier mínimo detalle.
Cerca de las cuatro su impecable vestimenta ya no hacía caso al calificativo. Su corbata estaba desatada, su saco en el sofá de cuero y su cabello despeinado por tantas veces que sus manos pasaron por él, descargando la frustración de su situación.
Para esa hora muchos de sus empleados ya deberían haberse ido en cualquier día normal de trabajo pero él los había hecho trabajar para que todos los informes estuviesen en su escritorio esa misma tarde y ahora no tenía cabeza para revisarlos lo cual lo hizo sentir un autentico idiota o tirano. Llamó a su secretaria por el intercomunicador y decidió era hora de ponerle fin al día.
―¿Desea algo, señor? ―dijo la mujer al entrar a la oficina.
―Puedes decirles a los empleados que den el día por terminado.
―¿Está usted seguro? ―preguntó con cautela. La entendía porque su humor había estado cambiante durante todo el día así que se armo de paciencia para no enviarla a meterse en otros asuntos.
―Estoy seguro ―confirmó.
―Bien, con su permiso.
Salió de la habitación, dejándolo solo. Él, por el contrario, no tenía ganas algunas de salir de aquella oficina porque no estaba ansioso por volver a casa. Se sentía como un déjà vu a los días que había estado peleando constantemente con Ashley y no quería volver a ellos pero no sabía cómo hacerle entender a su esposa lo mal que le ponía verla interactuar con el que había sido su amante.
Unos golpes en su oficina lo hicieron volver al presente cuando su secretaria volvió a entrar en la oficina.
―¿Qué...?
―Hay algo para usted señor ―la mujer se hizo a un lado para dejar entrar a un hombre con un enorme cuadrado en sus manos.
Lo que fuese que fuera estaba oculto por una manta y cubría casi por completo al hombre cuya estatura no le ayudaba demasiado.
―Necesito que firme esto ―le informó el hombre, entregándole un portapapeles. Nathan lo miró ceñudo pero decidió terminar con eso y firmar―. También tiene una carta.
Nathan la recibió y los despachó a ambos para que lo dejaran solo. No estaba seguro de qué cosa ver primero pero la curiosidad de saber quién era el remitente le ganó así que fue por la carta. No había gran cosa escrita en ella pero solo ver la firma lo congeló:
«Nunca dejé de pensar en ti. Mira la fecha»
-Ashley.
Fue por el objeto traído y retiró la manta para dejar ver un enorme cuadro. Lo más sorprendente es que tuvo que verlo dos veces para no creer que aquello era un espejo porque lo que se extendía en el enorme lienzo era su propio rostro con cada facción detallada a la perfección. Ni él mismo había divisado tanta precisión en su propio rostro a través de un espejo y ella lo había hecho con tan solo mirarlo a diario.
Nathan sintió una calidez en su pecho al pensar que Ashley se había tomado el día para realizar semejante trabajo pero luego reparó en las últimas letras de la carta «mira la fecha».
Entre los detalles de las líneas de su nariz, mentón y frente; el acertado tono de azul y verde para sus ojos y el dorado para su cabello, fue difícil reparar en lo que ella decía pero finalmente encontró lo que ella señalaba justo debajo de la firma que él había aprendido a memorizar.
«02-09-2013»
La memoria de Nathan retrocedió varios años, preguntándose si aquel cuadro había sido hecho en la fecha en la que su relación iba bien pero no cuadraba la fecha. El dos mil trece había sido uno de sus peores años porque había sido la fecha en la que en peor estado cayó su relación y, de hecho, dos meses después de aquella fecha firmada en el cuadro habían fijado la fecha de divorcio.
Eso solo quería decir una cosa.
Aquel cuadro había sido pintado cuando todo en su relación iba mal.
Entonces lo supo. Aun cuando ella afirmaba no querer nada más que el divorcio para ese entonces.
Ella nunca dejó de pensar en él.
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¡Hola, hola!
Esta vez no me he tardado tanto como en otras oportunidades aunque si lo hice un poquito.
Este capítulo lo escribí estando inspirada como no pasaba en mucho tiempo y creo que ya descubrí lo que me hace escribir así. Huir de hacer algo más. Y ese algo más es estudiar, juju. Lo sé, no soy el mejor de los ejemplos pero vean el lado bueno, mi examen no es pronto así que tengo el tiempo para recuperarme pero finalmente pude venir a escribir un poco.
Espero que el capítulo les guste y me lo dejen saber con votos y comentarios.
Muchas gracias, enormemente, a todos los que dejan comentarios y votos en cada capítulo que subo, dejándome saber su opinión sobre el transcurso de la historia. Espero continúen haciéndolo.
Saluditos <4
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