3. Encuentro

Jane y Verónica subieron a bordo del "Perla Marina", un crucero de lujo que las llevaría al otro lado del mundo para un inverosímil viaje del que aún no sabían la mayoría de los detalles y las hacía sentir ansias al mismo tiempo que no dejaban de reconocer que era excitante ser parte de aquella misión secreta.

Esa noche, mientras entraban al restaurante del barco, Verónica arrastraba a Jane quien no se sentía del todo cómoda vistiendo el hermoso vestido escarlata, un poco más escotado de lo que ella estaba acostumbrada, que los de defensa habían enviado, junto con otros artículos necesarios para su fachada, incluyendo maquillajes, perfumes y todo su equipo camuflado en coloridas valijas.

—No bajes los ojos, te ves hermosa.

Verónica insistió en arreglarla de acuerdo al vestido y el lugar. Le había arreglado el cabello castaño cayendo hacia un lado permitiendo que luciera el cuello perfecto y parte de la espalda.

—No creo que esté bien que nos divirtamos a costa del gobierno.

—Marshall dijo que pasaríamos por un par de amigas de vacaciones. ¡Estas son las vacaciones perfectas! —Tomaron asiento y se tomaron el tiempo para ordenar, por supuesto Verónica ordenó lo más caro del menú. Luego prosiguió. —Esto será perfecto para que olvides a tu ex-prometido.

—Patrick y yo no hemos terminado, solo fue una discusión. – El recuerdo de sus ojos llenos de decepción y luego de ira la hicieron dudar de sus propias palabras.

—Yo creo que ese "No me llames al volver." Fue mucho más que una discusión.

—Solo estaba molesto.

Verónica miró a su amiga atentamente.

—Jane, se sincera, tú no quieres recuperar esa relación. Es más, yo que tú estaría ahora mismo coqueteando con ese magnífico espécimen de aquella mesa.

Jane miró en la dirección que Verónica le señaló con los ojos. En efecto, había un hombre sentado solo a la mesa. Era alto, de complexión atlética, que era evidente aún a través del traje de etiqueta, a pesar de eso unas gafas y un libro abierto sobre su rodilla le daban un aire intelectual.

Dejó que sus labios se entreabrieran mientras dejaba escapar el aliento que había estado conteniendo. Si, era muy atractivo. De pronto él levantó la vista del libro y sus ojos se encontraron, fue apenas un instante porque ella apartó la vista avergonzada, pero fue suficiente para que algo parecido a una corriente eléctrica le recorriera la espalda y tuviera la visión de esos sensuales labios uniéndose a los suyos bajo un claro cielo nocturno.

—¿Qué hace ahora? – preguntó tratando de disimular la turbación que le provocaron sus ojos.

—Te está mirando.

—¡Eso no es cierto! – Su amiga se echó a reír.

—Pareces una adolescente. Si ese trofeo de hombre me mirara como te mira a ti, te aseguro que no estaría aquí hablando contigo.

—Olvidas que las "vacaciones perfectas" son solo una fachada, tenemos algo importante entre manos y tenemos que vernos con el equipo de biólogos.

—Tú ni siquiera deseas a esos, ¿Cómo les dices? ¡Ah, sí! "Ratones de laboratorio" en la expedición. Ya habrá tiempo de ponernos serias, ¿Qué le robarás al mundo si te diviertes una noche?

Jane nunca se había considerado del tipo "atrevida", eso se le daba bien a Verónica, ella sin embargo era mejor calculando y trazando planes, le gustaba ir a lo seguro.

En la vida profesional era más arriesgada, pero los sentimientos eran algo más preciado y los tenía que cuidar. No pudo evitar echar una rápida mirada sobre su hombro. No le quitaría nada al mundo si tomaba una copa y bailaba un par de canciones, ¿Verdad?

—¡Ve allá!

—¿Qué le digo?

—"Hola" es un buen comienzo, ya luego puedes confesarle tus más sórdidos secretos.

Jane se puso de pie y se encaminó hacia la mesa de aquel apuesto y enigmático extraño, le latía el corazón más deprisa de lo normal, pero trató de estar serena. ¡Era sólo un coqueteo! ¿Qué podía salir mal?

—Hola –dijo y sonrió de manera insinuante. Él levantó la vista. Habría jurado que la había visto acercarse a él y sin embargo fingió sorpresa.

—Eh, hola.

Ese era el momento en que él la invitaba a sentarse y le ofrecía algo de beber. Nada de eso pasó.

—¿Te gustaría... tomar algo conmigo?

—Lo siento, yo... espero a alguien.

Jane recordó sus días de escuela, cuando era una chica larguirucha, torpe y algo tartamuda. ¡Jamás se hubiera atrevido entonces a hablarle a un chico! La razón era precisamente imaginar que recibiría ese tipo de respuesta.

—¡Por supuesto! —Sonrió y regresó a su mesa.

—¿Qué pasó? – preguntó Verónica mientras Jane vaciaba su copa de un trago.

—Recordé porque no debo hacerte caso. – Se levantó y se dirigió a la salida. Verónica la siguió.

—No lo entiendo, te juro que te devoraba con la mirada desde que entramos. ¡No puedo estar tan equivocada!

—Tal vez sí espera a alguien. ¡No lo sé! Pero te prometo que no me quedaré a averiguarlo.

Esa noche recibieron en su camarote de lujo a Jeremy Sloan, asistente de Marshall y quien coordinaba el viaje de todo el equipo de arqueólogos y biólogos por separado para que pudieran todos reunirse en el mismo punto e iniciar la travesía hacia la antigua tumba, en el margen oriental del Nilo.

—Iniciaremos el trayecto en este punto – Señaló un punto en el mapa –. En estos tres puntos serán colocados los radiotransmisores que le darán su ubicación al satélite, de esta manera este escaneará la zona y le enviará un mapa a este dispositivo. – Le entregó el pequeño aparato –. En base a los datos recibidos, usted y el Doctor Faulkner calcularán la mejor ruta a seguir punto por punto.

—¿Me está diciendo que trazaremos la ruta sobre la marcha?

—Tenemos estudios que comprueban la eficacia de este método, Doctora Brown, además nos asegura que el equipo trabaje junto.

—Todavía no sé porque insisten en que trabaje con los biólogos, nunca han hecho trabajo de campo, será un problema.

—No se preocupe por eso, a pesar que no hacen trabajo de campo, han sido entrenados para afrontar este tipo de situaciones, después de todo son agentes de FORCOM también.

—Si usted lo dice.

—Este es el número del camarote del Doctor Faulkner, las espero mañana temprano. Que disfruten la noche. 

Después que hubo salido, Jane miró el trozo de papel y se lo entregó a Verónica, ella era la que se ocupaba de recordar ese tipo de cosas.

Se sentía inquieta porque su gente tuviera que viajar por separado, habían sido colocados en parejas, un arqueólogo con un biólogo y le preocupó tener que hacer que un equipo tan distinto trabajara unido. Comenzando por los líderes, quienes jamás se habían visto las caras, seguramente el tal Doctor Faulkner sería un genio, pero definitivamente no necesitaba a un abuelito nerd interfiriendo en su trabajo.

—Saldré a tomar un poco de aire.

—Como quieras – contestó su amiga mientras revisaba aún algunos datos en el móvil inteligente que le habían dado. Todos habían recibido aparatos nuevos y a todos les habían retirado los propios. Sin decirle a nadie, Verónica llevaba su móvil escondido entre sus artículos de belleza, ¡No podía dejar a su "bebé" en manos de desconocidos!

Mientras recorría la cubierta del barco, Jane recordó a Patrick y se sintió muy mal por la discusión que habían tenido. Le había prometido hacía tres expediciones que cada una era la última y siempre encontraba una buena razón para realizar la siguiente. Realmente se había propuesto que se retiraría y comenzarían a organizar su boda. ¡Le había roto el corazón al anunciarle que siempre no se iba a retirar! Tenía que cumplir su promesa después de esto. Era una decisión que ya había tomado.

"Tú y yo sabemos que esa decisión no la tomaste tú."

Se dio unos golpecitos en la frente para sacar la voz de su amiga de su cabeza, en eso chocó con otra persona que acababa de salir por una de las puertas.

—Oh, perdón... —Comenzó a decir, pero guardó silencio cuando sus ojos se encontraron con una mirada conocida. De nuevo el golpe eléctrico, de nuevo la visión de un beso apasionado bajo la luz de la luna.

—Vaya, "Preciosa" pareciera que me estás siguiendo.

—¿Qué? Perdona, pero soy libre de caminar por donde yo quiera y, además, ¿Qué esperabas? Esto es un barco, te topas todos los días con las mismas personas.

Se acercó a ella, Jane retrocedió apenas, no quería parecer intimidada, pero se sentía algo turbada por su mirada intensa y el aroma de su colonia que definitivamente la hacía desear sentirse abrazada por él y envuelta en su olor toda la noche.

Sacudió la cabeza ante tal pensamiento.

—Qué lástima, me gustaba más la versión en la que me estabas acosando –susurró en tono seductor.

—¿Disculpa? —su voz profunda hizo que se le erizara la piel, pero lo disimuló muy bien, según ella.

Él se rio ante la cara de sorpresa de Jane que en realidad no sabía qué se proponía al rechazarla y luego hablarle de esa manera.

—Estoy disponible ahora para... "tomar algo."

—¿Crees que tienes tanta suerte? ¡Dos conquistas en una noche son demasiado, vaquero!

Volvió a reír y ella comenzó a sentirse irritada.

—No era una conquista sino trabajo y ni siquiera se presentó. Si te hubieras quedado en lugar de salir huyendo te habrías dado cuenta.

—¡No salí huyendo! Y además no me importa. – Se encogió de hombros y tuvo la intención de retirarse, pero simplemente le dio la espalda, sintiendo una gran curiosidad por saber a dónde la llevaría el coqueteo con un desconocido.

—Aún puedes ser mi única conquista de esta noche —le dijo al oído y Jane se estremeció por su cercanía.

"¿Qué le robarás al mundo si te diviertes una noche?"

A veces no sabía si la voz de Verónica en su cabeza era su conciencia mala o la buena o ambas. Nunca había tenido esa clase de aventuras de una noche y tal vez una crisis nacional no era el mejor momento para liberarse, pero entonces él detectó la duda en sus ojos, la tomó por la cintura y se inclinó para tomar sus labios entre los suyos suavemente, pero con firmeza.

Ella sintió la suavidad, la tersura, la calidez y el ardiente deseo en que la humedad y tibieza de su boca se veía invadida por la de él y disfrutaba de la sensación de algo como fuegos artificiales estallando y retumbando en sus oídos. Sin embargo, encontró la suficiente cordura para empujarlo y escapar a su abrazo.

—No me gusta ser la conquista de nadie —protestó tardíamente, dándose perfecta cuenta de cuánto había disfrutado de aquel contacto tan íntimo.

—Bueno, "Preciosa" —Se acercó de nuevo a su oído y deslizó las palabras tan despacio y en tono tan sensual que ella sintió que las piernas le flaqueaban—, si quieres yo seré tu conquista.

No pudo evitar reírse. La propuesta era la misma, pero algo en su sonrisa terminó de desarmar todas sus defensas. Volvieron a besarse apasionadamente y decidió que podía olvidarse de todo, al menos una noche y simplemente disfrutar del momento.

Nunca había sido besada con tanta pasión y al sentir sus manos deslizarse por su cintura y luego acariciando su espalda recordó lo provocativa que estaba esa noche, ese vestido y el arreglo de Verónica la habían transformado por completo, él estaba interesado en una persona que no existía, una Jane de mentiras y tal vez nunca conocería a la verdadera. En un par de días bajarían del barco y nunca más se volverían a ver.

¡Mejor así!

Al llegar a la puerta de su camarote, él volvió a tomarla entre sus brazos una vez más, la deseaba como nunca había deseado a ninguna mujer.

¡Era una completa locura!

No se suponía que debería estar enloqueciendo por una chica, en especial si ni siquiera la conocía y no se suponía que la llevara a su camarote, pero ella lo había hechizado desde el momento en que entró al restaurante, con ese atrevido vestido que contrastaba con su mirada tierna, no se lo podía creer cuando se acercó a su mesa y se sintió como el ser más vil al rechazarla.

Sabía que lo más sensato era rechazarla, pero era simplemente demasiada belleza, demasiada sensualidad, demasiada pasión como para ignorarla.

"Es solo una aventura de una noche." Se dijo mientras saboreaba sus labios y luego la sueva piel de su cuello. "Somos lo suficientemente adultos para saber lo que significa."

Cuando escuchó el débil gemido de placer en la voz de aquella diosa en cuerpo de mujer, sintió que el deseo ya había escalado más allá de lo que podía controlar.

De pronto la magia se rompió, una luz se encendió dentro de su camarote y ellos se separaron como dos adolescentes sorprendidos en un acto ilícito.

—Parece que llegó tu cita de trabajo —dijo Jane percibiendo la frustración en su mirada.

"Maldición" murmuró entre dientes, se dispuso a abrir la puerta con su llave, pero alguien se adelantó y la abrió desde dentro. ¿Quién demonios podría estar dentro de su camarote?

—Vaya, que bueno que los veo juntos, eso me ahorrará trabajo, tengo algo que informarles.

Jeremy Sloan los miró alternativamente esperando a que alguien dijera algo. Ellos se miraron confundidos.

—¿Doctor Faulkner? ¿Doctora Brown? ¿Pasa algo?


Jane deseó encogerse hasta desaparecer y nunca más tener que ver aquellos ojos. A su lado percibió la tensión y supo que las cosas no serían nada fáciles de ahí en adelante.

Volvió a recordar no escuchar a su amiga.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top