1. Mal comienzo

New Jersey, otoño de 2010

La aguja segundera se movía perezosamente hacia el doce y solo los alumnos más estoicos permanecían despiertos mientras el profesor de Historia de la Museología daba un largo discurso sobre las técnicas de exposición y conservación de piezas de arte medieval, en un tono tan monótono, que hasta los más valientes estaban sucumbiendo y dejaban escuchar sonoros ronquidos.

Cuando la aguja, por fin, llegó a su destino, algunos alumnos escaparon del aula aun antes de que el profesor comenzara a despedirlos. Jane trató de poner atención hasta la última palabra por si al catedrático se le ocurría dejar algún trabajo extra.

—¿Y? ¿Qué tenemos pensado para hoy?

Jane rodó los ojos ante la pregunta de Dina. Su mejor amiga nunca parecía pensar más que en salidas, antros y chicos. Parecía que quería sacarle provecho a su exuberante aspecto: su hermoso cabello rubio y brillantes ojos verdes eran motivo de atracción para muchos chicos y ella lo sabía. Encaramada en la mesa ante ella movía su hermosa melena, acentuando su aire de diva.

No es que Jane fuera una mojigata, bueno quizá un poco, pero estaban en el último año de la universidad y había comenzado a pensar en serio en su trabajo. Irse de fiesta la última semana del semestre no concordaba precisamente con sus planes.

—Dina, nos dejaron tarea como para toda la vida, quiero terminar ese informe y poder dormir tranquila.

—¡Por favor, Jane! No estamos en preparatoria.

—¡Exacto! Ese es el punto, no estamos en preparatoria, ya deberíamos tomarnos las cosas en serio.

Dina hizo un puchero y estaba a punto de agregar algo más, cuando fue interrumpida por Liam, el rubio y guapo novio de Jane.

—Hola, chicas. ¿Nos vamos ya? Los chicos nos están esperando.

—Nos vamos cuando convenzas a nuestra pequeña Jane de que solo se vive una vez.

Liam comenzó a jugar con el cabello color chocolate de su novia al tiempo que se sentaba a su lado.

—Hey, pequeña, ¿Qué pasa?

A Jane no le hacía gracia cuando usaba ese tono condescendiente, como si ella fuera una pequeña a la que había explicarle las cosas con palitos.

—Ya les dije que quiero concentrarme en mi investigación, estoy a punto de encontrar una prueba de que la Maldición de Apofis es real, eso podría convertirme en la primera de mi generación o de la historia, no quiero perder eso por una noche de juerga...

Se levantó apartando la mano de su novio y recogió sus libros.

—¡Otra vez con esa tontería! ¡Es un mito Jane, ya deja de tratar de demostrar lo de indemostrable! Deja de ser tan...

—¡No te atrevas a terminar esa frase Dina Dupré!

—Hey, hey, hey... tranquilas. Mira "Jini" hagamos algo: vienes, te tomas un trago y luego te llevo a casa. Terminarás tu investigación a tiempo y todos contentos. ¿Qué te parece?

Jane no quería pelear con ellos. Eran las únicas personas cercanas que había tenido en toda su vida universitaria, así que cedió.

—Ok, pero solo uno. Verónica Spencer me está esperando para corroborar unos datos.

Esta vez fue Dina quien rodó los ojos.

—Verónica, la nerd, sí, sí. Son tal para cual —dijo con fastidio y se fueron juntos al antro.

La música era ensordecedora y Jane si sintió mareada ante las masas de gente apretada que se entregaba a las danzas sin noción de la realidad a su alrededor. Luces, música, gritos y alcohol, mucho alcohol.

—Bailemos —le susurró su novio en tono tan sensual que parecía otro tipo de invitación.

Sin esperar su respuesta la arrastró al centro de la pista y comenzó a moverse frotándose contra ella mientras le respiraba contra la nuca.

—Oh, dios, ¡Jane! ¿Por qué eres tan hermosa?

—Depende.

Liam dejó oír una carcajada, aunque a ella le pareció que era desproporcionada a la conversación.

—¿Depende de qué?

— Específicamente de a qué dios le preguntes.

—Esa es mi nena —declaró antes de atraparla por la cintura y apretarla mientras besaba su cuello con brusquedad.

—¡Liam! ¿Vamos por ese trago?

Consiguió que le diera un poco de espacio y fueron a la barra donde Dina ya disfrutaba de los efectos del alcohol en su sangre junto a algunos de sus compañeros.

Cuando Jane ingresó a Drew para estudiar arqueología, en contra de los deseos de Elena, su madre, creyó que encontraría muchos compañeros a quienes les apasionaba como a ella descubrir los secretos del pasado escondidos en objetos con miles de años de antigüedad. Su decepción fue grande al darse cuenta de que ni siquiera los profesores expresaban la pasión que ella buscaba y para sus compañeros era más bien motivo de burla el amor que ella sentía por su futura profesión.

—Aquí tienes, preciosa. —Besó su mejilla y puso en su mano un pequeño vaso que ella no preguntó qué era. Solo quería tomar su trago y volver a sus estudios lo más pronto posible.

La repentina sensación de estar caminando debajo del agua la asaltó. Las notas de Ode To Oi se escuchaban ralentizadas y, poco a poco, se fueron deformando y mezclando con las risas de sus amigos.

*******************

Jane abrió los ojos cuando el sol le dio en la cara.

Se levantó y se dio cuenta de que no estaba en su cama. Miró alrededor confusa y reconoció la habitación de su novio.

—¿Otra vez?

Había pasado un par de veces, se pasaba un poco de copas y terminaba en la cama de su novio. Solo que esta vez estaba casi segura de que solo había tomado un trago. ¿Qué estaba pasando?

—Liam... —llamó deteniéndose en la pared. Se sentía tan mareada que le parecía que el mundo entero se mecía como barco en alta mar—. ¡Liam!

Bajó las gradas con cuidado y llegó hasta la estancia. Se quedó paralizada ante la visión de lo que había sobre la alfombra frente a la chimenea.

Fue tan atroz que no pudo evitar vomitar ahí mismo, llamando la atención de las dos personas desnudas que mantenían relaciones en la estancia.

—¡Jane! —clamó Dina buscando a tientas su ropa para cubrirse mientras sus esbeltas piernas se desenredaban de las caderas del novio de Jane.

—Pequeña... —comenzó Liam, pero no pudo terminar la frase porque un florero de vidrio se estrelló en sus genitales expuestos. 

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