9

Otra semana, unas cuantas llamadas de ciertos padres preocupados y 'molestos' doctores después, Kagome estaba considerablemente más feliz. Sus vacaciones lejos de casa se habían extendido de nuevo. No tenía que regresar a la escuela o a Tokio por otras tres semanas… aunque le preocupaba lo que se supone haría con Inuyasha durante el tiempo que estuviera en la escuela.

Pero agradecidamente, Inuyasha no estaba actuando más como un caso sin esperanza. Entró a la cocina, abanicándose con una revista y retirando su cabello de su rostro. La unidad de aire acondicionado estaba dañada, y exactamente no podía pagarle a nadie para venir y arreglarlo - así que estaba aplicando el tradicional método de la revista. Inuyasha parecía menos preocupado por el calor… principalmente porque no tenía que preocuparse sobre usar una camisa como ella.

La cual probablemente fue la razón de por qué se tropezó con sus zapatillas cuando entró en la cocina para encontrarlo sin camisa, con su espalda hacia ella, y alcanzando por un vaso en el gabinete sobre su cabeza - dándole una buena exhibición de músculos flexibles. Sus instintos femeninos rápidamente se alertaron mientras veía lo que estaba haciendo - y los instintos maternales entraron en acción. "Qué estás haciendo?" preguntó ella ansiosa.

"Buscando un vaso de agua, no has notado el calor que hay?" Dijo él, encontrando finalmente un vaso. "Y no voy a beber del inodoro sólo porque es más seguro."

"No iba a sugerirlo." Ella lo observó con escrutinio, esperando a que lo dejara caer y se rompiera.

Él notó su silencio y supo que estaba mirándolo de nuevo. "Qué?" preguntó defensivo mientras se movía hacia el lavaplatos.

"Nada." Dijo ella apretadamente. Pero esos vasos eran costosos!

"No lo soltaré - ups!" él lanzó el vaso en el aire deliberadamente y ella gritó y se lanzó hacia él. Afortunadamente la mano de Inuyasha lo atrapó perezosamente antes de que tuviera una posibilidad de aterrizar en sus extendidas manos y sacudió su cabeza con una sonrisa mientras sentía por los grifos y llenaba el vaso con agua. "Realmente deberías relajarte, sabes."

"Lo sé…" ella suspiró, se levantó del piso y se sacudió el polvo. Genial… esa pequeña actividad la acaloró aún más. "Voy a salir al pórtico… hay una corriente de aire ahí."

"Iré contigo." Asintió con una plácida sonrisa en sus labios. Al menos estaba aprendiendo a aceptar esta discapacidad durante estas últimas tres semanas. Se movía con más seguridad y cuando salían a caminar a lo largo de la playa a veces tenía problemas para seguirle el ritmo. Nunca se tropezaba o se frustraba más…

"Pareces más feliz." Comentó ella casualmente mientras tomaba asiento a su lado en el pórtico, recostándose contra la baranda a su lado.

"Bueno… es como que lo sé… no tienes que ver algo para saber que está ahí." Dijo él simplemente y tomó un profundo respiro. "Es como si no tuvieras que ver el viento para sentirlo y sabes que siempre estará ahí."

"De acuerdo… ahora estás asustándome… estás muy animado." Sonrió ella.

"Y no tengo que ver tu sonrisa para saber que estás sonriendo." Él giró su cabeza hacia ella.

Por primera vez estaba contenta de que estuviera ciego de lo contrario habría visto el asombroso rubor en sus mejillas en dos segundos… pero de nuevo no tenía que verla para saber que también estaba sonrojada, verdad?

Él giró su cabeza hacia el sol. "Y aún puedo sentir el calor del sol… ow…" sus manos se depositaron sobre sus entrecerrados ojos.

"Qué pasa?" Kagome fue rápida en entrar en pánico.

"Está bien… sólo que mis ojos duelen otra vez." Se encogió él.

Kagome miró desde él al brillante cielo y luego a él con un frunce. "No ves ninguna luz, verdad…?"

"Nah… sólo duelen… lo hacen de vez en cuando." Él sacudió su cabeza y se levantó. "Mejor entro."

"De acuerdo…" Kagome sonó insegura, pero ya se había ido de vista sin mucho problema.

Asombrosamente, una vez que estuvo de regreso en la casa, lejos de la mirada del sol, sus ojos se sentían mucho mejor. "Que extraño…"

"Estaba segura que nos quedaba pan…" murmuró Kagome mientras rodeaba la cocina buscando el pan que había dejado anoche. "Inuyasha!"

"Yo no lo hice!" llamó él reflexivamente.

"Te comiste lo último de pan?"

"Oh - yo hice ESO!" llamó él de nuevo.

Kagome suspiró y fue a encontrar si quedaba algo de arroz. Nop… y no había mucho de algo más - excepto una cantidad de papas sabor a marmita, las que Inuyasha odiaba. Personalmente… a ella le gustaban…

"Maldición… no hay nada más que hacer…" ella cerró los gabinetes y fue a la sala donde Inuyasha estaba escuchando la TV. "Voy de compras - regresaré en un rato-"

"Espera! No vas a salir sin mi." Él se levantó rápidamente.

"Por qué? Porque soy muy patética para cuidarme?" sonrió ella.

"Porque podrías tener una cita secreta con Kouga, eso es." Él sonó serio y la sonrisa se deslizó de su rostro.

"Aún con eso, huh?"

"Aún hueles a él." Él arrugó su nariz.

Kagome le dio una tentativa olfateada a su cuello e hizo una mueca. "Pero me bañé esta mañana."

"Obviamente… ese bastardo probablemente está tratando de marcarte…" gruñó él, frunciendo sus ojos.

"Debes dejar de ser tan posesivo." Ella lo tocó en la nariz para distraerlo y salió de la sala para traer su chaqueta. "No he visto a ese chico en años, y está muy lejos de otra cita. No es divertido."

"Soy más divertido." Él de repente bloqueó su salida de la casa y Kagome quedó preguntándose cómo demonios había logrado moverse tan rápido.

"Insinúas algo, Inuyasha?" tentó ella.

"Voy contigo." Dijo simplemente.

Kagome rió. "Oh no, no vas."

"Oh pero sí voy." Él sonrió.

"Pero no! No puedes!" ella movió su peso un poco hacia su otra pierna, preparándose para la típica discusión. "El pueblo está lleno - te caerás si estás ciego - maldición, yo apenas llego a la tienda sin ser pisada."

"Bueno, soy más grande que tú, la gente no podrá levantar sus pies lo alto suficiente para pisarme - y si se tropiezan conmigo, quién caerá, él o yo?"

"Tú!"

"No, él!"

"Inuyasha, es muy pronto para ir por el pueblo en tu estado, sólo dale tiempo."

"No confío en ti para encontrarte con Ookami, además, estoy aburrido y no tengo nada mejor que hacer que escuchar los pájaros en el techo-"

"Hay pájaros en el techo?" Kagome miró rápidamente hacia arriba.

"Y si voy a salir al mundo real, tengo que comenzar en algún momento. Nunca he estado en una pueblo antes, Kagome."

Ella bajó su mirada del techo hacia su rostro, y sus desenfocados y extrañamente enfocados ojos. "Tanto quieres ir?"

"Sí, por qué no?"

Kagome suspiró y lo tomó de la mano. "Entonces vamos - pero no te atrevas a soltar mi mano, no quiero perderte, de acuerdo?"

El estrecho del camino desde la casa al pueblo estaba vacío de cualquier otro vehículo o persona, pero Kagome aún mantenía un fuerte agarre en su mano, secretamente maravillada en la protección de su agarre. Llámenla una chica a la antigua, pero le gustaban los hombres machos y protectores. Aún cuando Inuyasha podría ser un poco sobre protector a veces.

Para cuando alcanzaron el concurrido centro del pueblo después del largo, LARGO camino, Kagome se estaba volviendo increíblemente impresionada con la habilidad de Inuyasha para enfrentarse a la multitud. No se tropezó o chocó con nadie, aunque su agarre se apretó en ella considerablemente cuando subían los escalones de la tienda. Podía decir que deliberadamente estaba evitando tener contacto con alguien más… no le gustaba el contacto físico de otros. Hizo a Kagome sentirse un poco especial de saber que era la única que podía tocarlo sin que hiciera una mueca… sólo un poco…

"Hay un escalón ahí… y aquí estamos!" ella soltó su mano al fin mientras entraban a la tienda mucho menos concurrida y más fresca. Él inhaló profundo y se giró lentamente.

"Puedo oler comida por todos lados…" dijo él ensoñador.

"Sí, y puedo traerte lo que quieras." Ella sonrió, caminando en dirección de la sección de dulces, Inuyasha siguió su voz automáticamente.

"Incluso los pequeños pasteles con la crema y mermelada en el medio?" preguntó él con esperanza.

"Los esponjosos miniatura? Seguro!" ella dio la vuelta en un pasillo y ubicó a alguien conocido caminando con alguien igualmente familiar. "Sango! Miroku!"

Ambos jóvenes se giraron ante el sonido de su voz y saludaron felices. Sango instantáneamente fue a saludarla. "Kagome! Que bueno encontrarte aquí… y también trajiste a tu amigo?!"

Inuyasha recordó a Sango de antes… y recordó que Miroku era ese doctor.

"Estábamos escasos de comida, así que tuvimos que ir de compras. Inuyasha insistió en asegurarse de que estuviera bien." Ella guiñó y murmuró un poco extra. "Celoso."

"No!" Inuyasha de alguna forma escuchó su leve susurro y ella le giró sus ojos.

"Te creo ahora… dónde… oh! Olvidé traer una canasta de la entrada - Sango, podrías sujetar a Inuyasha por mi?" Sango no tuvo mucho tiempo para objetar mientras Kagome corría hacia la entrada. Ella miró a Inuyasha quien parecía estar siguiendo su nariz hacia un estante de Yogurt. Miró a Miroku quien se encogió.

"Inuyasha y…" Sango lo siguió. "No tienes padres que estén preocupados por ti?"

"Um…" él sintió a lo largo del anaquel hasta que encontró el yogurt del que le gustó el olor. "Supongo… pero probablemente todos están muertos."

Sango lo miró. "Todos?"

"Bueno… dos de ellos eran perros… perras, creo… no se quedaron ahí mucho más después de que nací." Él devolvió el yogurt, decidiendo que no le gustaba el olor después de todo y fue en busca de galletas digestivas.

Sango quedó boquiabierta en shock antes de apresurarse hacia Miroku. "De acuerdo, ese chico tiene serios problemas de familia disfuncional. Obviamente su madre tenía una amante lesbiana y no creo que pueda pensar mucho en ellas si las llama perras… pobre chico… y ciego encima de todo."

Ahora fue el turno de Miroku para mirar a Sango. Pero ella se apresuró tras Inuyasha antes de que lo perdiera de vista.

Kagome estaba teniendo más problemas en encontrar las canastas de lo normal, porque para comenzar habían sido movidas. Pasó un par de minutos revisando por la entrada antes de descubrir finalmente que habían sido situadas afuera de las puertas corredizas. Lo cual significaba que tenía que ir a la salida y luego regresar a la entrada para poder abrir las puertas y conseguir una canasta.

Imaginen si ella fuera Inuyasha y tuviera que ir de compras. El mundo era una pesadilla si no podías ver en lo absoluto.

Pero ella ubicó algo… y parcialmente deseó que también estuviera ciega para poder ignorarlo. Pero él la vio antes de que pudiera huir. "Oye, Kagome."

"Hola Kouga…" esto era malo. Estaba dirigiéndose hacia la tienda, como si fuera de compras. Si entraba y ubicaba a Inuyasha entonces todos sus esfuerzos por mantenerlo a salvo se irían al infierno. "Vas de compras."

"Sí." Él se detuvo a su lado y sólo entonces se dio cuenta que había estado caminando con alguien más. Una mujer joven, levemente mayor que ella y se parecía a la persona que Kagome veía en el espejo cada mañana… pero no tan fuerte de rasgos. La mujer los pasó a ambos y entró a la tienda con una canasta en su brazo. Por la forma como Kouga parecía ignorar la presencia de la otra mujer, Kagome imaginó que ellos no habían estado juntos después de todo.

Entonces todo lo que tenía que hacer era detener a Kouga y si era posible alejarlo del local. "Encontraste a tu amigo?"

"Nop. Pero estoy dispuesto a esperar un tiempo. Tengo un lugar en un hotel por la calle con un amigo, esperanzadamente lo encontraremos."

"Genial." Maldición… así que decidió una larga estadía…

"Entonces dónde está el pan?" Preguntó Sango mientras los tres vagaban por un pasillo.

"Por allá." Señaló Inuyasha y se adelantó. Sango lo dejó ir cuando obviamente conocía su camino por la tienda mejor que ella.

Una mujer la pasó y a Miroku y por un segundo Sango abrió su boca para llamarla Kagome… antes de notar que estaba usando ropa diferente a la de Kagome y su cabello estaba recogido. Rápidamente cerró su boca, contenta de no haberse ridiculizado.

La mujer continuó pasando el pasillo del pan hacia las cajas, segundos antes de que Inuyasha emergiera de ese mismo pasillo dirigiéndose hacia ellos con un pan en sus manos. "Creo que tomé el marrón."

Sango revisó. "Nop, es blanco, pero no hay mucha diferencia, déjame decirte." Ella captó a Kagome dirigirse hacia ellos por el rabillo del ojo y saludó. "Por aquí, Kagome!"

"Dios… nunca pensé que me desharía de ese zoquete." Kagome se infló mientras los alcanzaba.

"A quién?" Inuyasha frunció.

"Kouga, es quien." Ella cruzó sus brazos antes de notar algo. "Ah! Olvidé traer una canasta gracias a él!"

"Qué quería?" Gruñó Inuyasha.

Kagome lo miró antes de suspirar. "No era nada de eso…"

"Quieres apostar?" él podía decir que estaba nerviosa, debido a estar agitada o ser besada, no estaba seguro. Pero el olor de Kouga permanecía a su alrededor y no le gustó. Nada de Kouga debería atreverse a tocar a su Kagome. Kagome era su salvadora… Kouga podía conseguirse a alguien más.

"No comiences a ponerte paranoico otra vez." Gruñó Kagome. "No estoy de humor."

"Pero siempre de humor para él!" espetó él.

Kagome frunció sus ojos peligrosamente mientras Miroku y Sango encontraban los quesos muy interesantes. "Tienes un problema, lo sabes? Tienes un gran chip en el hombro de esa granada?"

"Oh sí, vamos a burlarnos del ciego!" rugió él.

"Realmente eres ciego, sabes! Porque simplemente te rehúsas a ver que no me gusta Kouga tanto como crees! Te doy un pequeño beso y actúas como si te perteneciera! Necesitas relajarte un poco!" Siseó ella.

"Un pequeño beso - Kagome - te robaste mi primer beso!" Medio gritó él.

"Podrías decirlo un poco más fuerte?! No creo que Miroku y Sango te escucharon!" jadeó ella.

"Oh, escuchamos." Asintió Miroku rápidamente, pero Sango lo codeó.

Kagome pasó sus manos por su cabello. "Escasamente podría llamarlo un beso! Por amor de dios - así es como beso a mi abuelo. Un beso apropiado es totalmente diferente!"

"Sí? Muéstrame!"

Kagome no pensaba que Inuyasha supiera en lo que estaba metiéndose, y rápidamente miró a Sango y a Miroku quienes ahora los miraban abiertamente. Pero tan pronto como notaron la mirada de Kagome rodearon la esquina. Kagome sacudió su cabeza. "No puedo mostrarte lo que es un beso de verdad." Le dijo ella seriamente.

"Por qué no?" gruñó él.

"Porque eso sería un beso de VERDAD, no?!" ella apretó sus puños en un esfuerzo por mantener calmada su voz.

Él le sonrió. "No sería permitido? Viendo cómo Kouga es al único al que besas?"

Ella apretó sus dientes por un momento antes de suspirar. "Yo no beso a Kouga, Inuyasha."

"Entonces bésame y pruébalo!"

Kagome sólo lo miró, entre sorprendida y una cantidad de mariposas en su sistema. "No puedes PEDIRLE a alguien que te bese!"

"Por qué no?"

"No es normal!"

"YO no SOY normal, Kagome." Señaló él.

"Realmente estás seguro que quieres que te de tu primer beso?" ella retorció sus dedos. Realmente amaría…

"Es sólo un beso." Él se encogió.

Por supuesto… realmente no entendía las implicaciones de un apropiado beso si nunca había visto a nadie besarse. Era tan ingenuo… y ella se sentía una total vagabunda por tener más conocimiento que un chico.

"Un beso, Inuyasha, es algo que comparten dos personas íntimamente involucradas cuando se… gustan… mutuamente…" dijo ella, nerviosa. "No puedes sólo PRACTICAR besar como si no fuera nada."

"Por qué no?"

Kagome maldijo a la persona que le había enseñado la palabra 'por qué'. "Porque… haría pensar a las personas que…"

"Pensar qué?"

También maldijo a la persona que también le enseñó 'qué'.

"Que estamos involucrados… porque no lo estamos."

"Esa sólo es una excusa, y estás llena de ellas." Él frunció sus ojos levemente.

"De acuerdo, te lo mostraré después - sólo que no en un lugar tan público…" se desvaneció ella tranquilamente.

"Bien."

Y esperanzadamente lo olvidaría.

Para el anochecer, Kouga y Kikyo habían hecho el viaje por las aguas hacia la pequeña isla lejos de la costa. No era algo que disfrutaran considerando que tenían que soportar la compañía del otro por un tiempo, solos, y juntos. Y temían llegar ante el Sr. Naraku como siempre, con las manos vacías sin nada sino excusas patéticas para escudarse.

"Esto es tu culpa." Le siseó Kikyo a Kouga mientras seguían al guardia por los corredores hacia la oficina de Naraku.

Kouga tuvo que elevar su voz sobre un grito particularmente fuerte que hizo eco por los corredores desde algún lugar en la base. "Cómo lo sabrías?"

"Si no hubieses estado coqueteando con esa tonta y mantuvieras tu mente en el trabajo entonces lo hubiésemos encontrado."

"Oh seguro…" él rodó sus ojos pero rápidamente los cerró cuando la puerta de Naraku apareció a la vista.

Entraron en una habitación mucho más oscura y minimalista y cuidadosamente se arreglaron para permanecer lado a lado ante el largo escritorio al final de la habitación que estaba puesto ante puertas de vidrio corredizas. Kouga supuso que si hubiese algún problema, Naraku siempre tendría una ruta de escape tras él.

Típico.

"Así que están con la manos vacías." Él se giró lentamente en su silla giratoria, haciendo una muy buena impresión de un villano de James Bond menos el peludo gato blanco. "Y qué tienen que decir esta vez?"

Kouga abrió su boca para mentir pero Kikyo fue muy rápida. "Fue culpa de Kouga." Ella lo miró.

La mirada de Naraku se desvió brevemente hacia la joven mujer antes de regresar a Kouga. "Oh?"

"Ha estado saliendo con una chica en el pueblo costero." Informó Kikyo.

"Sin duda." Naraku probablemente no estaba escuchándola porque continuaba mirando a Kouga como si fuera un cretino. Kouga no se molestó en mirarlo. "Quién es esta chica?"

"Sólo… Kagome Higurashi… de vacaciones… quedándose en una casa sobre la orilla." Dijo él casualmente, intentando dejar el tema.

"En la costa, eh?" Naraku se inclinó en sus codos y juntó sus manos bajo su mentón. "Con su familia?"

"No…"

"Con alguien más?"

"Sí." No podía mentir. Seriamente.

"Quién?"

"Un amigo."

"Y cómo lo sabrías?" Naraku frunció sus ojos ante el medio lobo y Kikyo le dio una confundida mirada.

"La conocí mientras hacía unas compras de accesorios masculinos." Dijo él, sus ojos en el piso. "Asumo que no es familiar porque…" él murmuró la última parte.

"Perdón? No escuché eso?" Dijo Naraku con falsa cortesía.

"Asumo que no era de su familia porque parecía haber estado buscando…" él luchó por la palabra correcta. "Condones."

Kikyo resopló y Naraku lució divertido.

"Ya veo…" él cruzó sus brazos ante sus dos empleados. "Parece que nuestro pequeño amigo Inu ha conseguido una mujercita… y no parece estar desperdiciando mucho tiempo en libertad."

El rostro de Kouga permaneció neutral.

"Has visto a su amigo?" preguntó Naraku.

"No."

"Entonces podría ser Inuyasha. Está ocultándolo de ustedes deliberadamente."

Kouga sólo asintió.

Naraku se levantó rápidamente y salió de la oficina. "Movilizaré un escuadrón para ir en busca de la casa de esta chica. Espero que guíes, Kouga."

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