18

El espécimen 'tres-dos-nueve I' ha sido un tema controversial durante las últimas semanas como el que ha sido el primero en escapar, y esperanzadamente el último." Un hombre a su derecha narró la prueba en la otra habitación. Francamente, Kagome lo encontró molesto.

Observó mientras los electrodos eran conectados a una caja con botones y papeles eran entregados al frente de un tranquilo Inuyasha, junto con una pluma.

"Mientras creíamos que antes tenía destrozado su espíritu, parece que ha experimentado un cambio mental en su ausencia. Y mientras su Coeficiente Intelectual aparentemente ha-"

"¿Qué es eso?" Preguntó Kagome inocente.

El hombre le dio una extraña mirada. "CI, Mayor."

Kagome se abofeteó mentalmente - había dicho algo muy Kagome.

"De cualquier forma… mientras su Coeficiente Intelectual no se ha incrementado mucho (Kagome resintió las risas ante ese comentario) parece que su CE está en duda."

"¿CE?" Kagome frunció levemente.

"Sí, Mayor. CE - se refiere a Emocional en vez de Intelectual en CI. Y su nivel parece haberse incrementado."

"¿Qué es CE?" Dijo Kagome de nuevo.

"Su percepción de emociones en otros. Parece que se ha vuelto más perceptivo en general. Hemos practicado una prueba en él para probarlo."

"Entonces ¿para qué es esta prueba?" preguntó Kagome, regresando su mirada hacia donde el doctor estaba obligando a Inuyasha a sostener la pluma y a escribir. Uno de los doctores estaba retorciendo una de sus orejas y susurrando algo feo en ella.

"Nunca ha matado antes…" dijo el hombre solemne. "Esta prueba es para su resistencia."

"¿Resistencia de qué?" preguntó Kagome una vez más.

Inuyasha soltó la pluma deliberadamente y un doctor tocó algo en la caja conectada a los electrodos. De repente Inuyasha hizo una mueca y saltó casi fuera de su silla. Kagome también saltó en respuesta.

"Oiga - creo que hay algo malo con el aparato… un corto circuito o algo." Kagome le dijo al narrador a su derecha.

El hombre sólo le dirigió un frunce a ella… y rápidamente se dio cuenta que no había nada de malo con la máquina - se supone que haría eso. ¿Ahora qué debía hacer? Golpear la ventana y saludar a Inuyasha? No era como si la vería de todas formas. Y si tenía un momento a lo Bruce Willis y trataba de liberarlo entonces sería descubierta.

Estaba indefensa para sentarse y observar.

"Adelante con la prueba." Kagome escuchó a uno de los doctores pellizcar a Inuyasha en la oreja con una mano y colocó la pluma en su puño.

Por un momento vio a Inuyasha fruncir sus ojos brevemente antes de bajar la punta para comenzar a escribir.

"¿Para qué es la prueba?" repitió Kagome. Fallaría de seguro si era una prueba de inglés.

"Para ver cuánto tiempo le toma detonar. La última vez la prueba continuó por tres días. La primera vez sólo treinta segundos."

Kagome mordió el interior de su mejilla. Inuyasha de nuevo hizo una mueca cuando otro corrientazo eléctrico se disparó y por un momento pensó que iba a continuar con la prueba, hasta que se detuvo otra vez y soltó la pluma. Otro corrientazo golpeó su cuerpo y el doctor frente a él dijo algo muy tranquilo para que alguien en la sala de observación escuchara. Inuyasha sólo lo miró levemente. Estaba rehusándose a cooperar.

"Noten cómo el sujeto desafía sus órdenes." Habló el narrador. Kagome frunció. Realmente trataban a la gente como animales. De hecho había visto verdaderas ratas de laboratorio que habían sido mejor tratadas que esto.

Hubo una orden entregada por uno de los doctores quien estrelló su mano en la mesa entre él e Inuyasha, obviamente intentando obtener alguna reacción. Pero la mirada de Inuyasha ahora se había desviado del hombre hacia la pared y estaba ignorándolo o había perdido interés en todo. Algo dentro de Kagome se apretó - muy probablemente su corazón.

El doctor estaba muy molesto ahora, su paciencia agotándose. "¡Comienza la prueba!" Prácticamente gritó en la cara de Inuyasha. Finalmente el espécimen decidió tomar un poco de interés en el hombre, pero sólo le dio una plana mirada… no se veía asustado, aburrido o molesto. Kagome nunca lo había visto así… ¿qué le habían hecho? ¿Siempre había sido así antes de que escapara y quedara ciego?

Hubo un tenso momento de absoluto silencio mientras todos en ambas habitaciones contenían el aire para ver lo que pasaría. Y finalmente algo pasó - aunque no fue lo que Kagome había estado esperando.

Inuyasha tomó la pluma y continuó con la prueba. Los doctores dispararon molestas miradas en dirección del espejo. No estaban espetando tranquilidad… aunque Kagome dudaba que lo hicieran.

"Así… parece que tal vez ha estado engañándonos." Anotó el narrador tranquilamente. "Parece no estar rebelándose tanto como habíamos pensado."

El dedo de un doctor lentamente presionó la consola en la mesa y un largo choque pareció envolver a Inuyasha. Él se retorció e hizo una mueca antes de permitirse liberar un fuerte grito de dolor. Kagome se sintió débil de rodillas.

La tortura se detuvo e Inuyasha se deslizó de la silla sin mucho como un susurro de advertencia. Uno de los guardias en la habitación con él simplemente avanzó y lo levantó por su camiseta y lo sentó en su silla, aunque parecía un poco fuera de ella.

"Continúen con la prueba." Repitió el doctor, obviamente intentando presionarlo.

Kagome frunció el ceño mientras Inuyasha alcanzaba la pluma al mismo tiempo en que el doctor alcanzaba la consola. Vio sus ojos desviarse a donde la mano del doctor estaba dirigiéndose y de repente extendió su brazo y derribó el equipo de la mesa, zafando los electrodos en el proceso.

Hubo un caos repentino en la brillante habitación mientras guardias se abalanzaban para dominarlo, pero Inuyasha estaba enloqueciendo. Había logrado derribar al malvado doctor al piso y estaba golpeándolo repetida y violentamente en la cabeza.

"Por ende, la prueba confirma que el espécimen 'tres-dos-nueve I' se ha revertido a un anterior estado mental en su ausencia," dijo el narrador animado. "Parece que sólo le ha tomado cinco minutos para estallar. Muy interesante."

Una silla rebotó contra el espejo y los observadores en la oscura habitación dieron un nervioso paso atrás mientras el panel de vidrio temblaba. Kagome había tenido suficiente y salió del salón. Sólo le tomó segundos encontrar la otra habitación antes de abrir la puerta, y gritar un alto a las actividades adentro. "¡Detengan esto!"

Inuyasha había sido sometido en el piso, dos hombres de pie o arrodillados en su espalda, y aún tenían problemas en detenerlo. El doctor que estaba a punto de sedarlo la miró molesto. "¿Cuál es el significado de esta interrupción?"

Buena pregunta…

"Um…" Kagome rápidamente puso su fachada de Kikyo. "Naraku quiere verlos… algo sobre una lámpara."

"Pero estamos ocupados."

"Trataré con él." Les dijo firme.

Debió haber esperado la incrédula y ofensiva mirada que le dieron. "¡Déjenlo parar en este instante!"

Ella estaba más arriba en rango que ellos y obedecieron instantáneamente. Kagome fue y bajó el falso sobre el espejo y despidió a los soldados haciendo guardia con una simple mirada y un, "Yo manejaré esto a mi manera."

Tan pronto como se fueron y la puerta fue cerrada se giró hacia Inuyasha y abrió su boca para hablar, sólo para encontrarlo escupiéndole en su mejilla. Quedó en silencio.

"¡Maldita perra!" gritó él con tal veneno que ella retrocedió, a punto de llorar… hasta que notó que estaba hablándole a Kikyo.

"Ew… Inuyasha…" ella limpió su mejilla y la secó en su chaqueta despreocupada, ignorando la extraña mirada que le dio. "Esa es la forma en que siempre saludas a tus salvadores."

Él pausó un momento antes de resoplarle. "¡Sin juegos, esta vez, perra!"

"¿Dejarías de llamarme así? Mi nombre es Kagome." Sonrió. "¿Me recuerdas?"

Él se sonó y continuó sonriendo. "Sí, y yo soy la hija perdida de Marilyn Monroe."

"Oye… ¿cómo supiste de ella?" Kagome frunció, pero medio contenta de no parecer estar escondiéndose dentro de una carcasa que observó momentos antes. Esos estúpidos doctores lo habían regresado directo al lugar donde habían enviado su mente.

"No puedes engañarme para creerte Kagome, perra." Él miró pasándola. "¡¿Qué demonios es eso?!"

"¿Qué?" ella miró sobre su hombro pero frunció y se giró lentamente cuando resopló con carcajadas. "¿Qué es tan divertido?"

"Eres una vaca ignorante." Dijo él sacudiendo su cabeza.

"Bien. Quieres que pruebe que soy Kagome, aquí hay una buena prueba." Ella se inclinó, apuntando para besarlo. Los ojos de Inuyasha se abrieron de repente y retrocedió rápidamente. Ella sonrió y retrocedió para darle espacio. "¿Cuál es el problema? ¿No quieres averiguar más sobre cómo es besar?"

"¿Kagome…?"

"Duh." Sonrió. "Te tomó mucho-"

Ella fue interrumpida rápidamente cuando él envolvió sus brazos alrededor de su cintura y la haló en un beso muy acalorado y 'complacido de verte'. Estaba acostumbraba a ellos para entonces y felizmente cerró sus ojos para disfrutarlo, simplemente amando la forma en que sus fuertes manos recorrían su espalda. Entonces de repente notó algo mientras 'chupaban cara' como Inuyasha lo ponía delicadamente.

"Um… ¿Inuyasha…?"

"Te he extrañado tanto…" le dijo él antes de sellar sus labios con otro beso.

"Hay una cámara allá." Murmuró ella contra él.

"¿Y?"

"¡Aléjate de mi antes de que lo descubran!" Ella lo empujó rudamente. También recordó que había toda una agencia escuchando su pequeña conversación.

Se alisó su pequeño uniforme y aclaró su garganta. "Sígueme, te sacaré de aquí."

En cuanto dieron dos pasos fuera de la sala de pruebas tres oficiales en uniforme militar llegaron, sonriendo. "Creo que debemos llevar al espécimen de aquí a su celda."

"Pero no he terminado con él." Protestó Kagome.

Todos los tres resoplaron al unísono en lo que pensó fue muy infantil, hasta que se dio cuenta que debieron haber venido de la sala de control donde vieron todo…

Kagome se sonrojó. Sería llamada una mujerzuela por años… esperen… ¿qué le importaba? Ahora estarían llamando a Kikyo una zorra. Hurra por Kikyo… en cualquier armario que estuviera encerrada en ese momento…

Ellos arrastraron a un irritado Inuyasha, dejando a Kagome un poco desolada en medio del corredor.

"Bien, hemos visto suficiente, puedes regresar ahora." Ella escuchó a Sesshomaru en su oído.

Kagome discretamente levantó una mano para escudar su boca mientras hablaba. "¿Van a cerrarlo?"

"Sí, estamos enviando un escuadrón en este momento - deben llegar allá en una hora."

"¿Y van a liberar a Inuyasha y a todos los demás?" Preguntó Kagome.

Hubo un crujido de estática pero nada más.

"Uh… ¿podría repetir eso?" susurró ella rápidamente.

"No."

Eso fue un 'no' para no lo repetiré, o un 'no' no vamos a liberarlos. "¿Perdón?"

"No - no vamos a liberarlos."

Kagome hizo un alto de emergencia como una persona mayor, deteniéndolos a todos. Rápidamente se hizo a un lado del corredor antes de que alguien se molestara mucho y la sacara del camino. "¿Qué quiere decir con que no van a liberarlos?"

"Son ilegales y no naturales. Querías que termináramos el proyecto - y eso es lo que vamos a hacer." Respondió él fríamente.

Iban a terminar todo… aún después de todo lo que dijo sobre querer salvar a Inuyasha.

Sus labios bajaron y se arrancó el audífono de su oído y lo estrelló en el piso con su tacón, seguido por la cámara y el micrófono. Demasiado para ser los chicos buenos. Ella parecía ser el único ser humano con moral en el mundo en ese momento.

Y estaba ocupada formando un plan en su cabeza sobre cómo iba a burlar dos agencias del gobierno en una noche… necesitaría mucho descanso cerebral en la mañana. Revisó su reloj. Cincuenta minutos hasta que llegara la caballería. Eso le daba suficiente tiempo.

Kagome se encaminó por los corredores, siguiendo las señales que la dirigieron hacia el edificio de aislamiento. No fue difícil encontrar a Inuyasha desde que su celda tenía una placa diciendo 'Tres-Dos-Nueve-I' al frente. Abrió el seguro con la tarjeta que Kouga había copiado y entró.

La cabeza de Inuyasha se levantó de golpe y los ojos de Kagome se deslizaron hacia la cadena y esposas que lo detenía en el rincón de una cama de cemento. "¿Por favor dime que estás aquí para liberarme?"

"Bueno…" Ella cerró la puerta y miró alrededor por cámaras. No había ninguna… bueno… ninguna que fuera visible. "En realidad, tengo una mejor idea."

Inuyasha se sentó en el piso rápidamente. "¿Qué podría ser mejor que sacarme de aquí?"

"La agencia a la que fui me dijo que planeaban terminar con todos los sujetos que han sido creados - incluyéndote a ti y a Kouga. Así que he estado pensando…"

Él puso esa preocupada mirada.

"Oh, por amor de dios, tengo buenas ideas, ¿no?" le frunció ella. "Esperamos hasta que la agencia llegue armada disparando y yo estaré esperando en la sala de control. Al minuto que lleguen apagaré todos los sistemas de seguridad en las celdas, liberando a todos los prisioneros. En la confusión, creo que muchos de ellos escaparán."

Inuyasha frunció.

"¡Di algo!" siseó Kagome, molesta de que pareciera reluctante a su idea.

"Podría funcionar…"

"FUNCIONARÁ. Tiene que funcionar." Dijo Kagome firmemente. "Quédate aquí, y cuando las puertas se abran, corre como el viento, ¿de acuerdo?"

"¿Qué hay de ti?"

"También saldré."

"Iré por ti."

"No juegues al héroe."

"No juegues a la heroína." Replicó él.

Ella fue conmovida por su preocupación y sonrió. "Estaré bien, lo verás. Puedes soltarte de esas esposas por tu cuenta, ¿verdad?"

"Um…" él flexionó sus muñecas y mordió su labio mientras intentaba abrirlas. Hubo un tembloroso sonido mientras el hierro se estiraba al punto de romperse, entonces se detuvo. "Eso creo."

"Bien… porque necesitarás ser capaz de huir al minuto que se abran esas puertas."

"Eres una buena persona, Kagome." Le dijo él tranquilamente. "Espero que lo sepas."

"Debo serlo. Muy demente si realmente creo que esto va a funcionar." Ella sonrió mientras pasaba una mano por su rostro, titubeó levemente mientras él se reclinaba en su caricia. "Juré que nunca te abandonaría. No lo haré."

Si lo hacía entonces la culpa la devoraría viva por el resto de su natural vida. No lo soportaría si sabía que había dejado a Inuyasha en semejante infierno. Mientras salía escuchó las palabras de Inuyasha de incentivo. "Buena suerte."

Así entonces se dirigió hacia la sala de control, y después de perderse dos veces, encontró que la puerta no sólo estaba asegurada por una tarjeta - sino por alguien detrás.

"Rango, nombre y serial por favor." Alguien dijo cuando su tarjeta falló en abrir la puerta.

"Um… Mayor Kikyo, serial, ocho-cuatro-dos-dos-cinco." Repitió ella los números que la habían obligado a memorizar.

Al fin fue autorizada a entrar. "El Doctor Kurusei quiere verlos a los dos en su oficina." Inventó ella sin rodeos.

"¿Quién?" ambos hombres le fruncieron.

"¿En el primer piso?" Kagome luchó por lucir molesta. "Cómo pueden no saber quién es el Dr. Kurusei?"

"Er… por supuesto que lo conocemos…" los dos hombres se fueron confundidos y rápidamente aseguró la puerta tras ellos. Escasamente tenía quince minutos antes de que llegara la caballería… mucho tiempo para sentarse y resolver cómo abrir cada puerta y celda en la base.

Kagome miró aquí y allá y buscó los programas antes de finalmente decidir que tenía una ruda idea de cómo hacerlo… primero tenía que trazar el plano eléctrico… y luego… tirarlo… y luego… correr.

Simple.

Excepto que cuando estaba dibujando en los cinco minutos que quedaban, la puerta se abrió de repente, estrellándose contra la pared detrás. Kagome se giró y quedó cara a cara con una furiosa, desaliñada y perturbada Kikyo, y tras ella estaba Kouga, como siempre, un poco irritado pero tolerante. Y tras ellos estaban docenas de soldados apuntándole sus armas a Kagome.

Por primera vez en su vida nunca había visto tantas armas… hacia ella nada menos. Estaba aplastada contra el panel de control en un esfuerzo por alejarse.

Y desde atrás de todas esas personas llegó Naraku mismo, se detuvo al lado de Kikyo y miró a Kagome. "¡Pensé que te había dado una justa advertencia!"

Kagome no tuvo el coraje para escupirlo en su cara y sólo se quedó callada, mirando a Kouga. Probablemente le habían ordenado liberar a Kikyo… no lo culpaba por esto… no mucho.

"En momentos como este deseo no haber destruido mi cámara secreta." Remarcó Kagome tranquilamente.

Naraku se congeló y las cejas de Kikyo se fruncieron.

"¿Qué dijiste?" Demandó Naraku en voz baja.

"Destruí mi cámara secreta… y la caballería de la otra agencia en la que estás infiltrado estará aquí en menos de cinco minutos."

"Miente." Kikyo frunció sus ojos.

"No está mintiendo." Dijo Kouga simplemente. Y su palabra fue lo buena suficiente para todos. Todos sabían que no podía mentir.

Kikyo quedó boquiabierta. "Todo este instituto… ¿qué has hecho?"

"Lo correcto por primera vez." Kagome miró a su gemela. "Todos estarán en prisión antes de que amanezca."

Naraku de repente se movió, tomando a Kagome por sorpresa y la quitó de la consola. Kagome tambaleó a un alto al lado de Kikyo y se giró para ver lo que estaba haciendo.

"¿Qué está haciendo, señor?!" demandó Kikyo, insegura.

"Activando la autodestrucción."

"¿Qué?" dijeron las dos chicas al unísono.

La mano de Naraku se estrelló en el botón en el teclado y el suelo tembló bajo ellos, mientras la mitad de las pantallas se apagaron. Se giró hacia su audiencia y sonrió. "Que tengan un lindo día."

Y con eso salió de la habitación y desapareció de vista. Kikyo reaccionó más rápido que alguien más y corrió a la consola para intentar deshacer lo que había hecho. "Mierda…"

"¡¿Qué demonios hizo?!" Jadeó Kagome.

"Hay pequeñas bombas sembradas al azar alrededor del instituto." Le dijo Kouga lentamente. "Son para la autodestrucción… las ha activado…"

"Las puertas están cerradas." Kikyo retrocedió del panel de control y cruzó sus brazos. "Nadie puede escapar."

"Pero toda la base están por envolverse en llamas." Kouga le gruñó.

"Esa es la decisión de mi superior," le espetó Kikyo fríamente. "Debe destruir la evidencia sin importar qué… no habrá nada aquí cuando la otra agencia llegue en cinco minutos."

Kagome hizo a un lado a Kikyo y oprimió furiosamente en el teclado, intentando abrir todos los seguros automáticos. "¡Necesita una clave!"

Todos, incluyendo los soldados que habían bajados sus armas para entonces, miraron a Kikyo. Kouga frunció. "Dale los códigos."

"No los sé." Dijo Kikyo levemente.

"¡Pero eres la segunda al mando!" Gritó Kagome. "¡Debes saberlos!"

"Lo siento." Ella no sonó sincera.

Kagome frunció y regresó a intentar descifrar la clave con todos los códigos, claves y números que había memorizado. Pero ninguno de ellos pareció estar funcionando.

Partes del plano en la pantalla frente a ella estaban rojas. Incluso Kagome sabía lo que significaba. "Todo el piso de aislamiento ha sido destruido." Ella miró los monitores sobre su cabeza. "Las llamas se están esparciendo hacia el primer nivel…" Inuyasha estaba en el primer nivel.

"Y a la guardería." Comentó Kouga casualmente, deslizando una mirada hacia Kikyo quien estaba mirando duro el piso.

"Mayor Kikyo…" dijo Kagome. "Todos moriremos si no nos dices esos códigos."

Kouga fue un poco más forzoso. "¡¿Quieres morir sólo porque tu superior lo dice?!" obviamente él se sentía menos contenido que Kagome.

"Y qué hay de ti, Kouga? ¡Te digo sentarte aquí y morir y lo harás!" le espetó ella.

"No tengo opción-"

"¡Deja de hablar!"

Kouga se calló.

Kagome miró enojada a la otra joven. "¡TIENES opción! ¡No puedes compararte con él! ¡Sólo dime los códigos y déjanos salir!"

"¡No puedo!"

Kagome había tenido suficiente de esta vaca y se dirigió hacia ella y la abofeteó. Duro. La cabeza de Kikyo se giró, y antes de volverla le regresó el favor a Kagome - tan fuerte que la pobre chica se tambaleó. "Ow…" ella no había esperado que la golpeara.

Unos cuantos hombres al fondo hicieron una mueca, y probablemente a unos pocos no les habría importado una buena pelea de perras, salvo por la parte de que estaban a punto de morir.

"¿Por qué no siguen a Naraku y escapan?" Siseó Kikyo, tocando su rosada mejilla suavemente.

Kagome ignoró su propio ardor y señaló las pantallas tras ella. "No va a ningún lado - sólo está sentado en su oficina esperando morir."

Todos miraron.

"Planea hundirse como un capitán en su barco." Remarcó Kouga.

"Cállate." Siseó Kikyo. "¡No nos vamos a amotinar!"

"Oigan - ¿quieren amotinarse y vivir - o morir inútilmente?" Kagome llamó a los soldados quienes se movieron inseguros. Ella no iba a señalar todavía que si se amotinaban y vivían entonces estarían viviendo en una pequeña celda por el resto de sus vidas. Pero no había necesidad de arruinar el prospecto todavía.

Kagome le dirigió una mirada a las pantallas de vigilancia y frunció con ansiedad. Humo y llamas estaban comenzando a envolver el siguiente nivel y podía ver las puertas de las celdas golpeando en sus marcos mientras los habitantes intentaban salir. La celda de Inuyasha era una de las más golpeadas. Y ninguno de ellos podría ser liberado a menos que Kikyo escupiera los códigos.

"También estás matando a cientos de humanos, sabes." Kagome se giró hacia Kikyo. "No sólo estás destruyendo la evidencia. No has perdido a alguien que amaras."

Kikyo levantó su mentón y miró a Kagome. "Mis padres. ¿Qué hay con eso?"

"Piensa en cuántas familias tienen esas personas… quienes sentirán el dolor que sufriste." Eso fue asumiendo que Kikyo tenía un corazón como para preocuparse por sus padres.

Los ojos de Kikyo se fruncieron muy levemente… algo que Kagome había dicho obviamente había golpeado un nervio. "Perdí a ambos de mis padres."

"¿Y? ¿Perder un miembro de la familia no es suficiente?" Kagome frunció. "Naraku nos matará a todos si no abres los seguros…"

Hubo momentos de silencio antes de que Kikyo avanzara hacia la consola, tomó un profundo respiro y escribió un breve código en la caja de mensaje y presionó enter. Hubo un corto zumbido que hizo eco por los corredores, y de una vez, cada puerta en la base con un seguro eléctrico se abrió. Kagome vio la puerta de Inuyasha abrirse, junto con cada otra puerta y todo un flujo de personas vestidas en similar ropa blanca corría por el corredor hacia las salidas.

Kagome no desperdició más tiempo con Kikyo y corrió de la sala de control como cada soldado ahí. Contra el mejor juicio corrió más profundo en la base, desesperada por encontrar a Inuyasha.

"Kagome!"

Ella se giró y lo vio corriendo adelante de un río de otros híbridos que se veían humanos salvo por las extrañas diferencias. Pero parecía que estuviera corriendo para evitar ser pisoteado.

"¡Muévete!" él la agarró mientras la pasaba y la arrastraba también.

Humo estaba comenzando a contaminar el aire, haciendo difícil respirar, pero casi estaban en las salidas, una vuelta más y serían libres. Inuyasha pateó las puertas con un fuerte golpe y todos salieron en un río blanco.

Casi por primera vez fueron saludados por una vista de luces destellantes. La caballería había llegado al fin… y todos se veían un poco ocupados capturando a todos los científicos y soldados del instituto para poder perseguir a los rápidos híbridos en huida.

Inuyasha estuvo por echar vuelo con Kagome cuando ambos se detuvieron y se miraron mutuamente al mismo tiempo, notando lo mismo. "Mi mamá…"

"Regresa…" le dijo ella rápidamente. "Ten cuidado…"

"Lo haré…" él se giró para irse.

"Te amo." Se le escapó antes de poder detenerlo y lo vio titubear un momento, pero sin mirar atrás él arrancó.

Kagome no estaba por intentar detenerlo, y viendo que sería mejor si no iba tras él, corrió también, retirando la chaqueta y zapatos y soltando su cabello recogido. Nadie notó su escape porque ya habían capturado a la única mujer que se supone estaría en la base.

A pesar del humo que rápidamente estaba envolviendo los corredores, oscureciendo sus sentidos, aún podía captar un leve rastro que pertenecía a Yashira… su madre. ¿Por qué no había escapado como el resto? ¿Qué estaba deteniéndola?

Tuvo que recorrer la red de corredores, corriendo más profundo en la base de lo que debió. El piso bajo él estaba caliente, lo que significaba que el nivel de abajo debía tener llamas rozando el techo. No pasaría mucho antes de que traspasaran la división e irrumpieran en el próximo piso. Y si no había encontrado a su madre para entonces… moriría tratando de encontrarla.

Escuchó a alguien toser débilmente y siguió el sonido a una celda que estaba cerrada manualmente - así que no había sido afectada por las cerraduras eléctricas que habían sido manipuladas. Rápidamente la deslizó y la abrió.

"Yasha!"

"Mamá - deja de perder el tiempo y vamos."

Ella estuvo por decir algo a eso desde que no había tenido la oportunidad a desperdiciar el tiempo, pero literalmente la levantó y la lanzó sobre su hombro para cargarla como una alfombra.

Esta vez iba a tomar un atajo hacia la salida.

Un giro a la izquierda y luego uno a la derecha y comenzó a oler aire limpio… a través de esas puertas de vidrio abiertas, por esa habitación y luego al otro lado. Entró sin un momento de vacilación.

Un pequeño error.

Al momento que entró en la habitación las puertas a cada lado de cerraron automáticamente y se encontró atrapado. La silla en el escritorio al otro extremo de la habitación se giró y fue enfrentado con su creador.

"Si yo no salgo de aquí vivo entonces ustedes tampoco." Dijo Naraku.

Inuyasha bajó a su madre al suelo quien estaba ocupada mirando a Naraku para prestarle mucha atención a su hijo.

"Abre las puertas." Demandó Inuyasha.

"Como si fuera a hacerlo. Tengo algo que decirte primero. Algo que vas a llevarte a tu tumba y desearás nunca haber sabido." Naraku sonrió lentamente, asustando a Inuyasha intensamente.

"¿Y eso sería…?" Inuyasha se movió nervioso.

"Inuyasha… yo soy tu padre."

Su madre hizo un ahogado sonido tras él e Inuyasha miró a Naraku con una irritada expresión. "¿Y?"

La sonrisa de Naraku se desvaneció. "¿No significa nada para ti?"

"Ya lo sabía, cielos…" Inuyasha le resopló. "Todos saben que tú eres el padre biológico de cada híbrido creado. Sólo porque piensas que eres perfecto. Me alegra que no heredé mi gusto en la ropa de ti."

"Gracias a dios que sacaste tus rasgos del lado de mi familia." Añadió su madre, desde la seguridad detrás de Inuyasha.

"Aún." Naraku se encogió. "No van a ir a ningún lado."

"¿Oh sí?"

Inuyasha se abalanzó hacia Naraku, ignorando el grito de sorpresa que hizo su madre y derribó al hombre al piso sorprendiéndolo por un momento. Inuyasha tomó la oportunidad para agarrar una lámpara y a su madre y arrastrarlos a ambos hacia el otro lado de la habitación. Pateó las puertas, sacó la lámpara y a su madre y luego cerró con cuidado las puertas tras él, a pesar de estar rotas y todo.

Para entonces, Naraku estaba de pie y podía ver lo que Inuyasha estaba haciendo, y se precipitó hacia las puertas. Pero era muy tarde. Inuyasha deslizó el largo de la lámpara por las asas de las puertas y retrocedió mientras Naraku se estrellaba en ellas desde el otro lado. Las puertas dieron un brinco, pero no pudieron abrirse.

"Eso no durará." Advirtió su madre.

"Lo sé…" Inuyasha miró alrededor y ubicó un hacha contra incendios en una caja de vidrio contra la pared. Quebró el vidrio rápidamente y la añadió a la barrera contra la puerta. Cómo un hacha podía evitar un incendio de esta escala siempre había estado más allá de Inuyasha…

"Quise decir las puertas de vidrio." Dijo su madre de nuevo.

"Son a prueba de balas." Dijo Inuyasha simplemente y levantó la mirada para fijarla con la de Naraku. De repente su rostro esbozó una amplia sonrisa y se despidió alegremente. "¡Adiós papá!"

"Te veré en el infierno, Inu!" rugió Naraku.

"Como sea, vámonos mamá."

La mujer tranquilamente se alivió en el hecho de que él la había adoptado como su madre tan rápidamente y le permitió llevarla hacia la salida.

Naraku fue dejado solo en la base para cocerse en su oficina mientras se ponía más y más caluroso cuando las llamas se elevaban por los pisos…

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