10

Kagome encontró a Inuyasha sentado en el pórtico, suspendiendo una mano para escudar sus ojos del intenso sol. Supuso que sólo intentaba lucir fresco.

"El sol lastima tus ojos de nuevo?" adivinó ella.

Él saltó ante el sonido de su voz que llegó inesperada. "Uh… sí…" Él removió su mano pero no hubo caso… aún podía verlo…

Kagome frunció cuando Inuyasha entrecerró sus ojos al cielo. "Estás bien?"

"Estoy bien. Puedo comer un sándwich, por favor?" preguntó rápidamente.

Sintiéndose como si le hubiesen dicho ir a hacer sus tareas por su madre cuando sus padres querían 'hablar', frunció un poco más y entró.

Inuyasha movió una mano en frente de sus ojos mientras levantaba la mirada, y notaba el definido destello en la luz ante él. Antes todo lo que había podido ver era negro… pero ahora… cuando estaba afuera en el sol, el negro se aclaraba varios tonos de gris. No entendía bien, pero se sentía como si su mente estuviera jugándole bromas otra vez.

Kagome regresó con su comida y sonrió mientras se sentaba junto a él. Se giró para encararla y se asustó cuando vio una borrosa sombra negra de algo contra todo el gris. "Te traje tu sándwich… es de pollo… está bien?"

"Sí…"

"Pareces muy callado esta mañana." Ella ladeó su cabeza. "Escuché que estuviste despierto anoche. No pudiste dormir?"

Él había estado mirando el techo desde su cama… mirando los tres espectros de luz gris que había visto sobre su cabeza. "Kagome… cuántos bombillos tengo en la luz en mi habitación?"

"En MI habitación, creo que quieres decir." Lo corrigió ella. "Cuatro."

"Entonces creo que uno está fundido." Dijo él simplemente y ella le dio una mirada sospechosa.

"Está bien, Sr. Bimble, voy a tomar una ducha y creo que debes tomar una siesta, sí?" dijo ella lentamente y regresó adentro.

Por supuesto que ella se desvió y terminó vagando por la casa por casi una hora antes de realmente ir al baño, y para entonces, Inuyasha seriamente estaba comenzando a cuestionar su salud mental. Lentamente las cosas estaban comenzando a tomar forma a su alrededor. Y desde un punto cuando sólo podía ver sombras, veinte minutos después vagamente podía ver tonos diferentes de gris y algunas veces detalles. Todo era un poco extraño… todo estaba en blanco y negro… y aún del lado oscuro de la escala… en realidad podía ver cosas vagamente.

Caminó por la cocina, buscando el corredor, pero se tropezó con algo a los pies. Bajó la mirada y vio un bulto negro en el suelo. Se agachó para darle un vistazo más de cerca y lentamente lo recogió, girándolo en sus manos. Era un libro… uno grande, pesado y negro… y realmente pudo ver la diferencia en la cubierta y las páginas adentro.

Lo soltó apresuradamente y decidió que debía haber algo en sus ojos - así que fue a lavarlo y entró en el baño, olvidando que Kagome AÚN estaba ahí.

"Ah! Inuyasha!" Kagome se paralizó, a medio camino de alcanzar por su toalla mientras salía de la ducha. "Nunca escuchaste de golpear?"

Inuyasha sólo podía mirar indefenso. Kagome estaba de pie completamente desnuda ante él y actuaba como si fuera la cosa más natural en el mundo. Por sentado, realmente no podía ver mucho detalle… pero podía ver la forma básica, y de repente el vapor en el baño se tornó mucho más caluroso. "Maldición, es algo bueno que estés ciego." Murmuró ella, finalmente envolviendo una toalla a su alrededor - haciendo a Inuyasha recordar desviar su mirada a otro lado.

"Lo siento…" murmuró tranquilamente.

"Está bien - debí asegurar la puerta." Ella sonrió plácida y lo pasó en su salida.

Una vez ida Inuyasha abanicó su rostro extremadamente acalorado y fue al lavamanos. Echó agua fría sobre sus ojos y los frotó furiosamente, como si intentara limpiar el polvo de ellos. Pero cuando miró en el espejo se encontró encarando una mancha gris, con una gran mancha blanca de cabello alrededor de - su rostro. Sin detalles… sólo manchas grises.

Sus ojos estaban jugándole bromas. Estaba seguro. Pero entonces cómo supo que Kagome le había robado una de sus galletas.

Estaban sentados en el sofá, juntos con un plato de galletas y una de esas películas de horror en la TV - una que Kagome estaba teniéndole que explicar a Inuyasha cada unos minutos. Arruinaba la gracia, pero ahí estaba.

El aire acondicionado no era lo único que se había dañado - sino el calentador central, el cual estaba conectado a él, también se dañó. Y aunque había hecho calor durante el día - podría hacer mucho frío en la noche y desde que Inuyasha inadvertidamente había roto la puerta, podrían entrar muchas corrientes de aire a la casa.

"Inuyasha… tu codo está en mis costillas." Se quejó ella mientras discretamente intentaba agarrar una de sus preciadas galletas para después - podía ser muy posesivo con ellas.

"Bueno, es tu culpa por tener tus costillas ahí." Refunfuñó él mientras movía su brazo levemente. Estaba seguro que había visto la sombra gris de su brazo escabullirse en silencio hacia su plato. "Disfrutaste tu galleta?"

Ella se tensó. "Lo siento… es sólo que… también me gustan… y nunca me dejas una…" se disculpó.

"Devuélvela!"

Ella la lamió rápidamente. "No." Y le sonrió.

Eso no pareció molestar mucho a Inuyasha porque se la arrebató y la metió en su boca, luciendo pagado de sí mismo. Kagome quedó boquiabierta por un momento antes de agarrar otra galleta. Inuyasha rápidamente la levantó y la alejó de su alcance.

"Eso no es justo!" ella se levantó de rodillas en el sofá para alcanzar por el plato pero él sólo se recostó más y sostuvo el plato sobre el brazo del sofá. Estaba siendo derrotada e inclinada sobre él, apenas inconsciente del hecho de que tuvo que presionarse contra su pecho para hacerlo.

Pero Inuyasha definitivamente era consciente. Y a esta proximidad estaba seguro que podía ver lo que podría ser su nariz.

"Kagome…"

"Inuyasha - dame una galleta!" rió ella mientras las mantenía lejos de su alcance.

"Bésame de verdad."

Ella se paralizó ante su declaración y de repente retrocedió hacia el otro extremo del sofá, sus mejillas ardientes como hornillos. "Q-qué?"

"Dijiste que me mostrarías apropiadamente cuando no estuviéramos en público." Él señaló alrededor. "Esto no es público."

Realmente había estado esperando que lo hubiese olvidado. "Sólo bromeaba."

"Sonó serio para mi." Dijo él, cruzando sus brazos.

Kagome estaba perdida. "Pero… pero realmente nunca he besado a nadie…"

"Me besaste antes."

"Pero no de verdad - y no fue como si fuese serio - besar así ES serio." Ella sacudió sus manos. "No es algo que hagas sólo porque lo sientes… bueno… sí… pero ese no es el punto!"

"Estás haciendo excusas." Y sabía la forma perfecta para hacerla sentir culpable. "Es porque soy ciego, verdad? No quieres estar con un lisiado."

"Inuyasha! Sabes que eso no es verdad!" espetó ella enojada. "Nunca pensaría eso!"

"Entonces pruébalo." Él le sonrió. "O eres gallina?"

"Soy muy gallina." Ella se dio la vuelta y él se tomó la breve oportunidad para enfocarse en su rostro, notando que los detalles lentamente estaban tomando más proporción.

"Entonces no tengo opción sino creer que eres racista… no… sexista… um… no puedo recordar la palabra."

"NO soy prejudicial!" exclamó ella indignada.

"Nunca dije que fueras PREJUDICIAL!" dijo él sincero.

Kagome estaba alcanzando sus últimas. "De acuerdo… pero si lo hago… tienes que… dejar de molestarme con eso, sí?"

"Está bien." Asintió él.

Kagome avanzó en el sofá hacia él, sintiendo como si sus adentros estuvieran el alta vibración como su teléfono móvil. Se acercó un poco más antes de estar sentada justo junto a él y observó su rostro intensamente. "Bien… y ahora nos besamos." Ella se inclinó… y lo besó en la mejilla.

Él le dio una plana mirada viéndola realmente. "Un beso, mi trasero."

"No gracias. Preferiría besar tu mejilla." Dijo ella antes de intentar escabullirse de nuevo.

Inuyasha la detuvo efectivamente con su brazo alrededor de su cintura y suspiró. "Realmente soy así de feo?"

Todo dentro de ella gritó 'POR QUÉ DEMONIOS PENSARÍAS ESO?' Nunca había visto un espejo? "No eres… feo."

"No te esfuerces."

"No tendría que forzarme para besarte… es sólo que…" ella jugó con el borde de sus mangas. "Nunca lo he hecho antes… es más probable que lo haga más mal que tú."

"Entonces intentémoslo juntos." Estimuló él. "Qué es lo peor que podría pasar?"

Bueno… el techo podría caerse… el sofá podría colapsar… su madre podría atravesar la puerta en el momento preciso - o aún peor - los malos del instituto de Inuyasha. Todas esas respuestas estaban en la punta de su lengua, pero de repente guardó silencio mientras podría jurar que la mirada de Inuyasha estaba fija con la suya por primera vez.

Tenía que ser un error… pero qué importaba… no podía darse la vuelta. Y fue como un halón magnético para ambos mientras se acercaban mutuamente como si estuvieran siendo juntados por hilos. Los labios de Kagome encontraron los de Inuyasha suave y tiernamente… mucho mas a propósito que la última vez que lo había intentado… y sus ojos se cerraron.

Por unos momentos permanecieron así, besándose sobriamente, hasta que Inuyasha ladeó su cabeza levemente, como si lo hubiese hecho por años, y presionó contra sus labios más profundo. Kagome simplemente cedió ante la firme presión y su boca se abrió ligeramente, prácticamente invitando a su lengua.

Pero en vez resultó ser Kagome quien tomó la dominancia en el beso, pasando sus manos para enredarse en su cabello para acercarlo más. Inuyasha se sorprendió por un momento para responder antes de que sus manos finalmente subieran para descansar en sus hombros y deslizó su propia lengua contra la suya en respuesta.

Casi una corriente eléctrica se disparó por los brazos de Kagome hacia su estómago y más allá. Se sentía muy bien para ser decente y no quería nada más sino continuar, pero estaba comenzando a tornarse un poco intenso cuando el beso tomó una forma más apasionada y agresiva y aún cuando no estuviera siendo controlada por él, sabía que tenía que detenerse.

"Es suficiente." Ella empujó contra su pecho, haciéndolo retroceder reluctante. Se sentó, jadeando, y presionando una delicada mano en su corazón para estabilizarlo. "ESE es un beso de verdad… qué piensas?"

"Mm… está bien." Dijo él con un movimiento de hombro.

Los ojos de Kagome destellaron peligrosamente en él. "Sólo 'bien'? Qué brillante! Qué tan desastrosa y estremecedoramente brillante?" Se había sentido así para ella.

"Cielos, alguien tiene una alta opinión de sí misma." Él le sonrió y la haló contra su lado con su brazo alrededor de su cintura. "Estuviste grandiosa. Fue mejor de lo que pensé."

Ella lo aceptó… gruñona.

"Y qué nos perdimos?" Él volvió su atención al TV.

"Um… oh… el asesino parece haber sido resucitado - y esa chica gritando es-"

"Connie?"

"Síp."

Inuyasha despertó a la mañana siguiente, e hizo una mueca ante la incómoda posición en la que estaba en el sofá. Kagome aún estaba en la misma posición, sentada a su lado, medio recostada en su pecho con su cabeza en su hombro.

Pero eso realmente no le molestó mucho porque algo mucho más impresionante estaba pasando. Podía ver. Todo y cualquier cosa. Incluso en color… aún parecía un poco gris en los bordes, pero era todo, casi como debería ser.

Inmediatamente miró a Kagome, ansioso de ver cómo era. Y cielos, lucía mal en las mañanas. Pero eso no desmeritó toda su apariencia. Tenía piel perfecta… completamente sin fallas como si nunca hubiese visto un grano en su vida y el cabello negro más sedoso que hubiese visto con un brillo casi azul eléctrico. Sus dos labios llenos estaban separados levemente y largas pestañas bordeaban sus ojos.

Demonios… si era plana entonces qué se supone que debía considerar una visión pura de belleza? Porque pensaba que la visión de la belleza estaba durmiendo en su hombro en ese preciso momento.

Le tomó un momento girar su cabeza para mirar alrededor y frunció. Las paredes estaban pintadas de lavanda… y siempre había pensado que habían sido blancas. Pero otra vez… las paredes blancas era todo lo que había visto siempre.

Entonces vio la ventana y de repente salió del sofá con prisa por alcanzarla. Kagome despertó con un frunce mientras se tomaba unos momentos para despertarse, después de acurrucarse en el cálido puesto donde Inuyasha había estado.

Pero Inuyasha estaba ocupado viendo afuera. Podía ver la luz del día… en realidad podía ver el sol y todo debajo. Era como una realidad totalmente diferente. Él se giró para mirar a Kagome quien lentamente estaba comenzando a sentarse en el sofá con un amplio bostezo. Se veía adorable para sus ojos… y tan pequeña comparada a los otros hombres que había visto.

"Buenos días." Dijo ella cuando vagamente lo ubicó al otro lado del salón. "Qué hora es?"

"No sé." Respondió él, mucho más alerta y despierto que ella.

De repente lo golpeó la idea de que esto podría cambiar todo. Su relación con Kagome era una… y otra ahora que podía ver, tendría que dejarla… para bien… y continuar huyendo de su pasado.

Así que al momento que sus adormilados ojos se enfocaron más claramente en él, medio cerró sus ojos y miró al espacio como normalmente lo había hecho. No quería que las cosas cambiaran.

"Apuesto que mi cabello es un desastre," dijo ella con una sonrisa y se levantó del sofá. "Mejor voy a asearme…"

"Yo iré por una bebida." Dijo él, aún medio en estado de shock.

"Hazlo… pero no tires nada, de acuerdo?"

Él ahora no tiraría o se tropezaría otra vez en su VIDA.

"Sabes, hoy estás actuando horriblemente extraño. Pasa algo malo?"

Después de sentir como si hubiese estado viviendo en una pequeña y oscura habitación por tres semanas, se sentía terriblemente agorafóbico de repente. "Estoy bien. Tú?"

"Estoy bien, Inuyasha." Ella le frunció, y él vio cómo se creaban pequeñas arrugas entre sus cejas, haciéndola ver más preocupada que enojada.

Ella levantó su plato del que había estado comiendo la cena y se fue a la cocina. Inuyasha la observó irse intensamente, no siendo capaz de mirar suficiente de ella. Luego… justo cuando alcanzó el lavaplatos y comenzó a lavar… un pequeño punto rojo apareció de la nada y apuntaba el costado de la cabeza de Kagome.

Inuyasha había visto ese pequeño punto rojo muchas veces para no saber lo que era. "KAGOME! AGÁCHATE!"

"Qué?" ella levantó la mirada con alarma pero fue derribada por Inuyasha antes de que pudiera decir más.

De repente unos estruendosos disparos atravesaron el aire y el vidrio de la ventana de la cocina se quebró y cubrió ambos cuerpos con pequeños fragmentos. Kagome gritó y se agachó más bajo Inuyasha mientras el sonido del arma continuaba y agujeros comenzaban a subir por la pared opuesta a la ventana.

Eventualmente se detuvo y Kagome quedó boquiabierta ante Inuyasha cuando sus ojos se fijaron de golpe en los suyos y se daba cuenta de lo que estaba pasando. "Puedes ver…"

No hubo mucho tiempo para responder cuando ambos escucharon un crujido de madera mientras la mitad de la puerta se abría. Inuyasha se dio cuenta que finalmente lo habían encontrado y agarró a Kagome antes de lanzarla sobre su hombro. Ella contuvo su grito petrificado mientras atravesaba la casa y se dirigía directo hacia las puertas de vidrio de la sala. "No! Inuyasha! NO!"

Pero la ignoró y las atravesó, quebrando el vidrio alrededor. Le tomó unos momentos recuperar su equilibrio después de un golpe como ese antes de adentrarse en la oscuridad. Escuchó gritos tras él cuando los militares los vieron hacer su escape.

"Están siguiéndonos!" gritó Kagome.

Y también, estaban adelante, bloqueando completamente su escape en el bosque - así que el único otro camino era el acantilado. Inmediatamente cambió su trayectoria y Kagome lo sujetó más fuerte mientras aceleraba y saltaba por el borde del acantilado y comenzaba a caer. Ella sólo esperó el horripilante impacto de huesos rompiéndose contra las afiladas rocas… y asombrosamente nunca llegó. Hubo un impacto levemente fuerte de un golpe en la arena e Inuyasha momentáneamente titubeó precario, probablemente no acostumbrado a su añadido peso antes de partir otra vez.

Kagome no podía creer que en realidad estuvieran huyendo tan fácilmente - no había nadie siguiéndolos. Pero Inuyasha lo sabía mejor y podía ver la sombra corriendo a lo largo de la cima del acantilado, igualando su paso, si no un poco más adelantado. Cualquier momento y sería interceptado completamente de su escape.

Y al momento que Kouga aterrizó sin esfuerzo ante él fue llevado a un abrupto alto. Dejó caer a Kagome de repente y la movió tras él protectoramente.

"No huirás otra vez, Inu." Dijo Kouga fríamente. Estaba sin ningún tipo de arma, pero no las necesitaba para detener a Inuyasha.

"No puedes detenerme… tendrás que matarme."

"Corta esa basura, sé que no lo dices en serio." Siseó Kouga.

"Si me regresas entonces sólo estás impresionándote." Inuyasha se abalanzó furioso y lanzó sus garras. Kagome gritó mientras se quitaba del camino cuando Kouga se deslizó bajo el brazo extendido con asombrosa velocidad. "Sólo me detienes porque no puedes escapar!"

"Si no puedo irme entonces tú tampoco!"

"Puedo y lo haré!" Espetó Inuyasha y estuvo por abalanzarse antes de que Kagome les gritara detenerse.

"Alto!" gritó ella y se lanzó entre los dos, deteniéndolos efectivamente en seco. Se giró hacia Kouga. "Déjalo ir… por favor, Kouga…"

"No supliques por mi, Kagome-"

"Cállate!" ella se giró hacia Inuyasha, enojada con él por una desconocida razón. Se giró hacia Kouga con un tono más suave. "Sé todo sobre quién eres Kouga… si dejas ir a Inuyasha… entonces también puedes escapar?"

"No puedo escapar." Siseó Kouga venenosamente. "Un tan llamado 'mejorado'."

"Qué?" Kagome estaba confundida.

"Él tiene que obedecer la orden del líder sin importar qué. Sólo puede irse cuando le dan permiso. Y tiene que regresar si le dicen." Respondió Inuyasha. "Justo un maldito perro faldero!"

"Y tú eres un maldito mestizo!"

"Basta!" Kagome ondeó sus brazos para interrumpirlos. "Kouga, no puedes entregar a Inuyasha… por favor… no lo detengas… si no puedes ser libre entonces al menos déjalo ser libre…?"

Kouga la miró, sus ojos furiosos. "Bien… pero la próxima vez que nos encontremos podría no dejarte ir, Inu."

"Como si te necesitara." Replicó Inuyasha, mientras Kagome le disparaba una mirada de advertencia.

"No les dirás?" llamó ella tras Kouga mientras se alejaba.

"No a menos que pregunten." Dijo él sobre su hombro.

Ambos esperaron hasta que se fue completamente de vista antes de confiar lo suficiente para girarse hacia el otro. "Eso fue un-"

"Inuyasha - has estado mintiéndome!" siseó ella, interrumpiéndolo con lívido temperamento.

"Qué?"

"Has estado haciéndome creer que estabas ciego! Pero podías ver todo el tiempo!" ella estaba cercana a las lágrimas. Realmente confiaba en él para no mentirle.

"Bueno… no todo el tiempo!"

"Entonces admites que mentiste?!"

"No todo el tiempo!" protestó él en defensa.

"Cómo puedo creerte?!" ella frunció y se alejó de él. "Todas esas veces que pensé que era privado para mi… en el baño - cuando entraste - pudiste verme, verdad?!"

"Bueno…"

"Verdad?!"

"Sí." Dijo planamente. Como siendo regañado por una madre. Pero entonces la memoria le sirvió por una vez y su rabia destelló un poco. "Y qué hay de ti?! También me mentiste!"

"Cuándo?"

"Cuando dijiste que eras plana - mentiste sobre eso."

"Apenas es algo como para enojarse!"

"Y tampoco estar ciego - no estás feliz de que pueda ver de nuevo?!" le frunció.

"Estoy extasiada! Pero aún mentiste!" espetó ella.

"Sabes por qué?!" espetó él. "Porque cada minuto de cada día mientras estuve ciego juré que podía ver cosas - pero siempre era mi mente jugándome bromas - haciéndome pensar que veía cosas cuando realmente no había nada! Y cuando comencé a ver de nuevo pensé que era otra broma!"

"Y en vez de decirme me hiciste creer que aún estabas ciego y que me necesitabas?!" se infló ella. "Podrías haberte ido y entonces esas personas nunca hubiesen atacado la casa y casi me disparan con un arma!"

"Querías que me fuera?" él estaba genuinamente lastimado. Pero intentó mantenerlo escondido.

"Al menos estaría más segura!" admitió ella bruscamente.

Casi de inmediato esa misma barrera emocional que había estado usando la mayor parte de su vida regresó a su lugar, se fijó y cerró nuevamente. "Bien! Si así es como lo quieres entonces me iré! Nunca tendrás que verme otra vez! Feliz?"

Él comenzó a alejarse, y Kagome se quedó muda momentáneamente. Estuvo a punto de gritar 'espera' cuando su estúpido orgullo sacó lo mejor de ella. "Bien! Nunca quiero verte otra vez, mentiroso!"

"Estoy dolido, perra!" espetó él.

"Vete al infierno!"

"Ahí estaba - no voy a regresar!" gritó él. "No esperes que te vea otra vez!"

"No lo haré!"

"No me esperes despierta!"

"No lo haré!"

"Adiós Kagome!"

"Piérdete!"

Eventualmente él desapareció de vista a la vuelta del acantilado y ella permaneció fuerte por un tiempo, mirando tras él con pasión. Hasta que todo cayó por su peso y ella colapsó en la arena, y comenzó a desahogar su corazón.

No lo había dicho en serio… sólo había estado asustada y enojada de que le hubiese mentido… no quería que se fuera para siempre.

"Por qué estás llorando?!" gritó Inuyasha desde arriba, sobre el acantilado.

"Oh desaparece y ve a joder a una ardilla!" le gritó ella.

"Perra!"

Y eso fue. Él se fue y no lo vio otra vez.

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