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Estaba corriendo - o más como volando desde que se movía tan rápido que apenas podía sentir sus pies tocando el suelo. Pero podía sentir sus músculos comenzar a quemar, y su pecho comenzar a doler. Cuánto tiempo había estado corriendo…? Bueno… no mucho, pero bastante lejos. De hecho nunca había llegado así de lejos y así de cerca a la libertad.

Adelante no había nada sino tierra seca y pasto, con la ocasional barrera de árboles que lo pasaba - pero más adelante estaba el océano. Sin brisa para crear las olas, estaba en silencio, igual como el aire rodeándolo, pero sabía que estaba ahí. Podía olerlo. Y en tan sólo unos minutos alcanzaría la costa y podría llegar a la libertad y dejar de correr.

Por supuesto… luego tendría que nadar, lo cual es un poco como correr, pero también tienes que usar los brazos… y eso lo cansaría aún más. Pero las pocas horas que debía enfrentar adelante eran mucho mejores que la vida tras él.

No podía detenerse ahora… no cuando estaba tan cerca… no cuando por primera vez no estaba siendo seguido o buscado.

"Resiste…" jadeó él, y se tambaleó a un alto para descansar sus manos en sus rodillas y recuperar el aliento.

Estaba pensando como un prisionero… diciéndose no detenerse, porque siempre había gente crítica observándolo. Pero ahora estaba solo… podía hacer lo que quisiera! Y eso significaba que podía detenerse para tomar aire si lo sentía así! Ahora era su propio amo.

Una rama crujiendo lo hizo hacer una mueca y girarse, ojos abiertos en la oscuridad y escaneando desesperadamente el área tras él. No había nada. Pero estaba seguro que había escuchado algo… eso o su mente le estaba jugando bromas. Sería mucho más útil si fuera de día… pero no podía arriesgar un escape en un día soleado… la hora de la noche era mucho más segura. Pero no podía esperar hasta que el amanecer asomara su luz sobre el horizonte. Nunca había visto el sol. Bueno, al menos no el verdadero sol. Siempre deseó que pudiera ver la tierra con su calidez.

Después de unos minutos más de recuperar el aire en sus pulmones y masajear el dolor en su costado, arrancó de nuevo con unas pocas miradas a su alrededor. Luego estaba corriendo, apenas recuperado de la última siesta, pero estaba determinado a poner tanta distancia entre él y las cosas malas atrás.

Sus pulmones le ardían para cuando alcanzó la costa, e inhalaba respiros tan laboriosos que fue todo lo que pudo escuchar por un tiempo. Pero aquí estaba el océano, una negra superficie que se extendía tan lejos como podía ver. Sabía que había tierra más allá de su vista, pero la distancia entre la isla y el continente sólo podría cruzarse en bote… pero no necesitaba un bote.

Dio un paso en el recién hecho muelle de madera que se extendía lejos de la ensenada inmediata y un poco más allá en aguas más profundas. Era así que los grandes botes aún podían anclar en la orilla. Dio otro paso, y de repente la vecindad alrededor estuvo bañada en una cegadora luz blanca. Se giró y escudó sus ojos de la intensa vista, pero podía verlos a todos rodeándolo, en jeeps y botes al lado del muelle, y dos torres de vigilancia a cada lado del muelle que eran las responsables de la intensa luz.

Hubo un brusco crujido desde algún lugar alrededor, pero no podía decir de donde exactamente desde que todo lo que veía eran oscuras siluetas, y eso.

"Hazlo fácil para ti Inu. Ríndete." Habló alguien, con ayuda de un megáfono o algo.

Era un poco dramático para un pequeño Houdini, pero necesario. Sin embargo… los cercanos helicópteros no fueron útiles o seguros, pero no había forma en que fuera a rendirse sin una pelea.

"Tendrán que matarme para detenerme!" gritó él y se disparó por el muelle. Tras él escuchó botes reviviendo sus motores para alcanzarlo, y supuso que lo alcanzaban muy rápidamente, cortando cualquier escape que podría intentar por los costados del muelle. Terminaría cortado en cuadritos por los pedales de los botes y dejado como alimento para tiburones. No era una plácida idea.

Así que fijó su mirada al final del muelle que parecía apuntar directamente al océano y hacia el continente. Lo lograría… si sólo pudiera moverse más rápido.

Estaba a menos de cien metros del final cuando vio un bote patrulla dispararse de repente de su escondite tras la hilera de rocas que cerraban la ensenada. Apagó su motor, bloqueando su escape efectivamente. Pero aún no podía detenerse, y estaba juzgando ansioso, tendría que saltar para alcanzar el techo de la cabina, y luego caer dentro del agua sin ser disparado.

Casi estuvo encima cuando hubo un fuerte sonido desde atrás, y algo pequeño mordió su hombro. Lo retiró sin titubear, pero de repente encontró muy difícil mantener sus piernas en movimiento. No había forma en que pudiera lograrlo ahora.

Y no ayudó que una repentina sombra se levantara ante él y le pusiera un fin a su escape con una fuerte patada en el pecho que lo envió atrás. Lo reconoció de una vez. "Ookami!"

Ahora estaba meciéndose, muy peligrosamente, y su visión se nubló. Vagamente escuchó el sonido de pasos tormentosos en las placas de madera tras él antes de que muchos pares de brazos se cerraran alrededor de sus hombros y brazos, intentando forzarlo al suelo. Cuando no cayó, patearon las partes traseras de sus rodillas hasta que cayó, antes de aplastarlo boca abajo en las placas. Su visión estaba desvaneciéndose completamente y ahora estaba siendo agobiado por varios hombres.

"Nunca saldrás con ese transmisor detrás de tu oreja." Dijo la sombra desde arriba.

Él se tensó, notando de repente lo que había dicho esa sombra antes de que un fuerte golpe descendiera en su cráneo y se desmayara.

"No te preocupes, mamá, ambas somos adolescentes responsables." Kagome levantó la maleta de su madre y la sacó por la puerta. "Necesitas ir a ver al abuelo al hospital - lo entiendo!"

"Van a estar bien las dos?" llamó su madre ansiosa mientras Sango comenzaba a apresurarla y al hermano de Kagome hacia el auto.

"Síp!" entonaron ambas.

"Odio dejarlas solas - digo - ahora no puedo llevarte a ver a Mimi y a su nuevo esposo." La Sra. Higurashi estaba ocupada metiendo su equipaje en el baúl. "Están seguras de que no quieren regresar al templo? A tu abuelo le encantaría verte-"

"Sólo es su estómago." Kagome sonrió, apretando sus puños tras su espalda. "Se intoxica al menos dos veces al mes, no estará feliz si sabe que abandonamos nuestras vacaciones por su bien."

"Bueno… si estás segura…"

"Estamos seguras." Sango y Kagome entonaron de nuevo.

"Bueno…" su madre permaneció en la puerta del auto, dividida entre irse y quedarse, antes de finalmente deslizarse en el asiento. "Las veo en unas semanas!"

"Sí!"

"Pueden usar mi tarjeta de crédito si necesitan comida!"

"El pueblo está por la carretera principal y a la izquierda en el primer semáforo!"

"Sí!"

"Nada de beber!"

Ellas titubearon un momento. "Está bien!"

"Nada de conducir! Nada de fiestas! Nada de drogas! Nada de chicos! Nada de sentarse por ahí a hacer nada!" ella giró la llave en la ignición y el motor cobró vida.

"De acuerdo!" ellas sonrieron mientras las miraba sospechosamente por la ventana.

"Limpien, hagan un poco de jardinería, y-"

"Tal vez debamos regresar con ella…" murmuró Sango.

"Tienes las papas fritas, verdad?" susurró Kagome, apenas moviendo sus labios mientras su madre continuaba revisando su lista de cosas que debían y no debían hacer.

"Las tengo. Y las bebidas también."

"A qué hora?" Kagome la miró un momento.

"Siete… esta noche…"

"- y recuerden! Esta casa es un préstamo! La arruinan y los dueños esperan que pague los daños." Su madre terminó estrictamente antes de esbozar una cálida sonrisa. "Diviértanse sin mi! Las llamaré cuando llegue allá! Adiós!"

"Adiós!" entonaron ellas y se despidieron pacientemente y observaron mientras desaparecía por el camino antes de girar en la carretera.

Sango y Kagome se giraron hacia la otra y sonrieron animadas. "No puedo creerlo! Toda la casa para nosotras por casi una semana!" gritó Sango. "Mi papá se caería si supiera que estoy sola en casa!"

"Bueno, no estás sola - me tienes a mi!" Kagome la arrastró hacia el lado de la casa y se detuvo cerca a la cerca a lo largo del acantilado. "Y al sol! Y al mar! Y al aire fresco! Y-"

"Bien - ahora vas a comenzar a sonar como una de esas representantes de viajes." Sango sonrió. "Pero este es el sueño de toda joven! Unas vacaciones en la playa sin padres entrometidos bajo nuestros pies."

"Pero tenemos que limpiar después de la fiesta de lo contrario mamá va a colgarme de las cuerdas de mi guitarra y a dejarme por un día o dos. Nada muy cruel, no creo." Kagome se giró hacia Sango. "Carrera a la playa!"

"Tienes tu traje de baño debajo?" Sango levantó una ceja ante su astucia.

"Sí."

"Yo también - vamos!"

Ambas rieron y medio se deslizaron, medio corrieron la pendiente hacia la arenosa playa abajo. Era toda suya. Nadie más aquí sabía que existía.

Y estaba corriendo de nuevo. Pero al menos esta vez no esperaban que hiciera el mismo truco dos veces, en tan corto período de tiempo. Anoche había fallado y había sido tranquilizado todo el día. Probablemente no esperaban que saliera hasta temprano en la mañana… pero aquí estaba… once en punto, y lo despierto suficiente para correr una maratón.

Mientras corría rascaba agitado el pequeño hueco justo detrás de su erecta y puntuda oreja. Podía sentir algo que se sentía como un botón de metal pegado a su piel - o medio hundido en la piel. Nunca lo había notado antes porque era tan pequeño… y aún si lo hubiese sentido probablemente no tendría idea de lo que era.

Pero entonces le habían informado. Y ahora sabía por qué nunca había logrado la libertad. Porque rastreaban cada movimiento suyo y podían cortar su escape antes de llegar muy lejos.

Anoche habían estado jugando con él. Deliberadamente le habían hecho creer que estaba en camino a su libertad antes de atraparlo en el último momento. Pero ahora no tenían idea.

Con un jadeo amortiguado y una mueca, sus garras lograron meterse bajo el transmisor y lo soltó, rasgando la piel levemente. Lo llevó ante él para mirarlo un momento, notando que sus dedos ahora estaban manchados con sangre. Entonces lo lanzó tan fuerte y tan lejos como sus quemados brazos pudieron lograrlo.

Luego cambió de dirección y comenzó a dirigirse hacia el muelle que había descubierto anoche. Nunca lo sabrían. Mientras corría, sintió el conocido dolor de sus músculos, pero esta vez lo ignoró, mientras su oreja derecha se retorcía de vez en cuando del dolor.

Entonces lo vio.

El muelle, inundado de luz y rodeado con hombres en uniformes verde oscuro. Obviamente sabían que había perdido su transmisor… y obviamente planeaban interceptarlo antes de que llegara a la costa. Pero eso no iba a detenerlo - no cuando no tenían idea de dónde estaba.

Todos estaban alrededor de sus vehículos y botes, armados con sus rifles tranquilizadores y preguntándose adónde había ido el hanyou. Se asomaban en la oscuridad y ocasionalmente movían las luces hacia un punto probable donde pensaban que podrían haber visto movimiento. Un guardia permanecía particularmente cerca a la oscuridad alrededor del pequeño campamento, mirando distante con una mano en su rifle y sus pensamientos obviamente en algo más.

Le tomó varios momentos notar que la mancha blanca que lo pasó y sopló unos cuantos mechones de cabello fuera de lugar era realmente el hanyou. Se giró, y para entonces muchos de los otros hombres habían notado lo que estaba pasando.

"Está escapando!" gritó alguien mientras las luces se giraban instantáneamente hacia el muelle donde el chico perro estaba dejando rastro de fuego ante la velocidad en la que se movía.

"Dispárenle!" gritó un superior.

Dardos volaron de todas direcciones - asombrosamente, las que fueron apuntadas correctamente fueron evadidas hábilmente. Sin embargo por un momento cuando unos dardos tranquilizantes se dispararon en su camino, cayó de manos mientras volaban sobre su cabeza - pero luego se levantó y corría por las tablas de nuevo.

Esta vez se preocuparon realmente. No habían esperado que fuera tan rápido.

"Mátenlo!"

Una orden brusca - pero necesaria. Los rifles espetaron mientras cargaban sus municiones y hubo momentos de silencio antes de que el fuego abierto atravesara el aire hacia el hanyou. Pero en esos preciosos momentos, el chico se había lanzado por el final del muelle y estaba nadando rápido.

"No llegarás lejos, Inu!" el mismo superior agarró una de las armas más peligrosas y le dijo al conductor de su jeep correr por el muelle. Frenaron fuertemente al final y el superior apuntó el arma. "Nadie escapa vivo de la isla, monstruo!"

Inuyasha escuchó el fuerte grito tras él y pausó por un momento para mirar hacia el final del muelle. Algo lo golpeó en la cabeza y siseó de dolor, frotando el punto antes de darse cuenta de qué lo había golpeado exactamente.

Una granada. Y una que parecía faltarle un seguro…

Él miró hacia el muelle para ver al coronel aún sosteniendo el arma que había disparado antes de darse cuenta que debía alejarse. Antes de que pudiera levantar sus manos para escudar su rostro, la granada estalló, justo frente a él.

Probablemente hubiese gritado de dolor mientras el cegador destello consumido por agua se cerraba sobre su cabeza y su voz se perdió en un instante. Fue empujado con increíble fuerza en las oscuras profundidades…

Por unos breves momentos se desmayó, pero sólo por segundos, aunque fue suficiente para desconcentrarlo mientras regresaba. Estaba tan profundo bajo el agua que todo estaba negro; no sabía cuál camino era arriba o cual abajo. Si subía a la superficie, sería asesinado… si permanecía aquí abajo, se sofocaría. Sus heridas estaban ardiendo en el agua salada y sabía que tenía que subir… así que se dejó flotar gradualmente hacia arriba.

Eventualmente salió y jadeó por aire para llenar sus vacíos pulmones… y supuso que debería estar agradecido de no estar más dentro del rango del muelle. Podía escuchar los gritos de los militares en la distancia… pero estaban muy lejos para verlo. Estaba negro, igual que bajo el agua… y no tenía idea de cuál camino debía tomar.

Flotó por unos minutos más antes de que los sonidos en la distancia se desvanecieran y todo lo que llenara sus sentidos fuera el fuerte frío. Aún estaba oscuro… pero eso no hizo la diferencia mientras finalmente se rendía ante el frío y caía inconsciente.

Los sonidos de la fiesta terminando podían escucharse en la casa sobre la playa. Kagome se había cansado muy rápidamente y había bajado a la playa para alejarse. Había disfrutado, pero tenía que admitir que no era exactamente un animal fiestero. Sango por otro lado lo había disfrutado inmensamente… y parecía estar muy amistosa con Miroku.

No era que Kagome fuera fría - sólo era que el único chico agradable había sido Hojo… y como pueden imaginar, no era el joven más interesante en el planeta. Así que ahora estaba sentada en una roca sobre la oscura agua e imaginó el trabajo que iba a tomar limpiar esa casa. Estaba adormeciéndose del húmedo calor pero fue vagamente consciente del último grupo tambaleándose de la casa para salir hacia sus casas. Entonces escuchó a Sango llamarla.

"Dónde estabas? Habría pensado que estarías en lo bueno." Sango caminó tras ella, a una corta distancia desde que no quería humedecer sus pantalones.

"Me cansé."

"Necesitas un novio."

"Como Miroku?" Replicó Kagome, dándole a su amiga una ceja levantada. Sango se sonrojó y retorció sus dedos.

"No vas a tener a Miroku." Advirtió ella.

"Intentaré recordarlo."

"Parece que te gusta Hojo lo suficiente-"

"Se llama una conversación amable… por qué crees que huí para esconderme de él?" Kagome bostezó cansada y se deslizó de la roca. "Probablemente debamos limpiar ahora."

"Muy cansada." Sango atrapó el contagioso bostezo y lo contuvo con su mano.

"Sí… probablemente debamos hacerlo en la mañana." Kagome estuvo por girarse para regresar por la pendiente cuando vio algo que hizo congelar sus adentros y despertarla al mismo tiempo. "Oh, dios mío…"

Sango frunció confundida y siguió su mirada hacia el agua. "Parece como… una bolsa de plástico…"

Kagome aún estaba paralizada. "Una bolsa de plástico con brazos y piernas?!" chilló ella.

Sango miró con más cuidado y dejó escapar un corto grito. "Oh, dios mío! Mierda! Es un cuerpo!"

"Oh no! Oh, dios mío!" Kagome estaba saltando de un pie a otro. "Qué hacemos? Qué hacemos?!"

"No me mires!" Gritó Sango.

"Espera!" Kagome se tensó. "Aún podría estar viva!"

Asumiendo que era una 'ella' debido al largo cabello.

"Um… entonces ve a revisar…" Sango la codeó hacia las olas.

"QUÉ?! Ve a revisar tú!" ella codeó a Sango.

"De ninguna manera! Tú lo viste primero!"

"No es una 'cosa' hasta que esté muerto!" siseó Kagome. "De cualquier forma… los cadáveres no flotan a las playas a menos que sea una película de horror…"

"Kagome!" Gruñó Sango. "Mira a tu alrededor! Estamos solas. Estamos fuera de la ciudad. No hay nadie por millas a la redonda y esa ropa se ve ensangrentada!"

Kagome le dio una nerviosa mirada al bulto que se acercaba y tragó. La persona parecía estar usando ropa blanca… con manchas rojas. Mordió su labio inferior y comenzó a caminar rápidamente.

"Tal vez le dispararon…?" Ofreció Sango.

"No estás ayudando." Espetó Kagome mientras caminaba un poco más rápido, pasando el punto donde el agua alcanzaba su cintura. Arruinaría esa ropa, pero en el momento no le importó realmente.

Mientras se acercaba se dio cuenta que la persona de hecho era un 'él'. Y definitivamente un él… nunca había visto un joven tan bien construido como este. Pero pasó por alto ese hecho desde que medio de su rostro se veía como si hubiese frenado en un camino pavimentado usando su mejilla. Le faltaba la mitad de su camiseta y lo que se revelaba debajo no era una bonita vista. El largo cabello blanco era confuso… no pensaba que ningún joven tuviese la paciencia para dejarlo crecer tan largo, pero estaba ennegrecido debido al hollín… o humo, o algo sucio - como mucha de su expuesta piel y ropa.

"Oh mierda… estás bien?" susurró ella mientras lo alcanzaba, moviéndolo con su muy frío brazo. Estaba titubeante en tocar algo más por temor de tocar las heridas. "Qué demonios te pasó…?"

Ella miró su rostro de nuevo… luego un poco más arriba - sus ojos se abrieron con shock cuando ubicó dos triángulos blancos de pelo saliendo por la húmeda mopa de cabello. Por un momento, se preguntó por qué estaba en un disfraz de Halloween… antes de notar rápidamente que no tenía orejas normales. No era humano.

Sango esperó ansiosa en la playa, abrazándose fuertemente mientras esperaba a que Kagome revisara su pulso. Cuando lo hizo, se alejó bruscamente y retrocedió en el agua varios pies. Se giró hacia Sango con un rostro tan pálido que parecía un fantasma. "Está muerto!"

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