Capítulo 50: La sonrisa más bonita del mundo
[Jimin]
Sonreí como idiota al verle volver a su sitio en busca de los apuntes que había dejado olvidados sobre el pupitre. Solo con ese gesto ya sentí que me moría de ternura, y ni siquiera llevábamos una media hora juntos.
"¿No podían haberle castigado otro día? ¿Tenía que ser justamente hoy? ¿Y solo a él? "
Después de casi todo un mes evitándole, mis esfuerzos iban a irse de nuevo a pique solo por este maldito tiempo de castigo. ¡Si tan solo no me hubiera metido en esa estúpida pelea con el hijastro del director! Ash, de verdad que soy idiota, y lo peor de todo era que no podía negar que una parte de mí se alegraba de encontrar una excusa para volver a hablar a Jungkook.
- ¿Ji-Jimin?
- Acerca esa silla –le ordené con fingida indiferencia, como si no hubiera estado comiéndomelo con la mirada hacía tan solo unos segundos, y señalando el asiento más cercano que había a mi pupitre, ya que eran individuales.
Dejó los libros sobre la mesa y asintió tímidamente, yendo a toda prisa a coger a silla y ponerla a mi lado, guardando una excesiva distancia. Suspiré y le acerque más a mí, tirando del respaldo metálico.
- ¿Qué es lo que no entiendes?
- O-oh, sí –bajó la cabeza avergonzado y sorprendido por mi acto, y comenzó a señalar inútilmente la página del libro de matemáticas que había traído, sin concretar en ningún punto. – Todo, o-osea nada, e-es decir, no entiendo nada.
- ¿Nada de nada?
- ¡No es mi culpa, es que es muy complicado! –protestó, cruzándose de brazos y girando el rostro. Me fue imposible reprimir unas risas al ver ese gesto tan infantil, y solo ese sonido hizo que se volviera a girar para mirarme con curiosidad, quedándose embobado con mi risa. Cuando me percaté, me interrumpí de inmediato, cubriéndola con una tos nerviosa que únicamente nos hizo sentir más incómodos a ambos.
- Es sencillo, a mi me lo explicó Namjoon hace tiempo. Mira. –dije para cambiar rápidamente de tema, y tras su asentimiento, comenzó el intento de clase particular.
Fue más agradable de lo que me esperaba, pues Jungkook no tardaba en coger las ideas. Aprendía con facilidad, y casi podía asegurar que me distraía yo más veces que él durante la lección, y eso que era yo mismo quien la impartía. Claro que en mi defensa, alegaré que él no tenía que tratar con el rostro más adorable y precioso del mundo a menos de cinco centímetros del tuyo propio.
- ¿Entonces esto es así?
- Eh... –eché un vistazo a la solución final que acababa de escribir y ladeé la boca en desaprobación. Negué mientras comenzaba a buscar el error, y cuando di con él señalé la reducción en la cual había fallado el pelinegro. – Te equivocaste aquí, pero no te preocupes, solo es un error de cálculo.
- Lo haré de nuevo –respondió con su vista fija en el ejercicio, como si este fuera el rival de su vida y ahora se estuviera batiendo en duelo contra él. Sonreí, cubriendo mi boca con la mano, y agarré su cuaderno.
- Como quieras, pero espérate y lo hacemos en una hoja nueva.
Y ahí fue cuando volví a meter la pata, para variar.
¿Quién mierda me iba a decir a mí que buscando una página al azar iba a terminar encontrándome la última de todo el cuaderno con mi nombre escrito en cada centímetro de ella?
- ¡NOOOOOOOO! –Jungkook se echó encima del cuaderno, cubriéndolo con sus manos y rostro, pero inútilmente, ya que yo había visto todas y cada una de las letras y corazones que invadían la página.
- ...
- ¡No viste nada, no lo has hecho!
- No he visto nada –mentí para intentar tranquilizarle.
- ¡Sí lo has visto! –exclamó casi llorando, volviendo a esconderse bajo sus brazos y aún cubriendo el cuaderno con su cuerpo. – Me muero, me muero, me muero y vuelvo a morirme...
- Jungkook...
- ...
- Kookie...
- ...
- Mocoso, mírame de una vez.
- ... –siguió sin decir nada pero al menos levantó tímidamente la vista, asomándose levemente de entre sus brazos. Tenía el ceño fruncido y un pequeño y lastimero puchero asomaba en sus labios, provocando que lamiera los míos propios al volver a tener pensamientos indebidos con el pelinegro.
- ¿Qué pasa?
- ¿Có-cómo que qué pasa? E-el cuaderno, y-y los no-nombres...
- ¿Y?
- ¡Es vergonzoso!
- Te declaraste por equivocación, Kookie, no hay nada más vergonzoso que eso.
- ¡Cállate, cállate, cállateeeeeeeee! –exclamó poniéndose las manos en los oídos y cerrando los ojos, momento que aproveché para agarrar el cuaderno y echarle un vistazo, apreciando las diferentes y perfectas caligrafías que recreaban mi nombre una y otra vez. Resultaría bastante tétrico si no fuera porque Jungkook era el autor de ello. – ¡Oye, suéltalo, idiota!
Reí y le entregué el cuaderno, el cual escondió debajo de su camisa de inmediato, protegiéndolo con sus manos y mirándome desafiante, como si fuera una madre protegiendo a su bebé.
- ¿Hace cuanto lo escribiste?
- Cada día escribo uno y... ¡oye, ese no es el punto! ¡OLVIDA TODO!
- Vale, olvidado –respondí aparentado seriedad, pero él frunció el ceño y me señaló acusatoriamente mientras con la otra mano seguía sujetando el cuaderno bajo la prenda.
- ¡No lo has olvidado!
- Puedo fingir que lo he olvidado.
- Si lo olvidas no volveré a hablarte nunca más, lo prometo.
Ahora fui yo quien sustituí las risas divertidas por un desconcertado ceño fruncido, aún sin terminar de comprender el sentido de sus palabras, principalmente porque no lo había.
- ¿Por qué iba a querer eso?
- Ah, no sé. Como me llevas evitando todo ese tiempo, supuse que...
Suspiré con frustración y pasé una mano por mi pelo. No podía creer lo complicadas que eran las cosas con este chico, el cómo podía seguir ignorando mis sentimientos hacia él después de que lo hubiera notado hasta Taehyung. ¡Era evidente mi comportamiento y seguro que Jungkook seguía pensando que lo odiaba o algo por el estilo!
- Suéltalo –le ordené con seriedad, acercando mi mano al interior de su camisa para agarrar el cuaderno. Él me miraba mordiéndose el labio, desconcertado y asustado al mismo tiempo, incapaz de soltar su agarre. Adentré más mi mano hasta rozar ligeramente su abdomen, notando como se estremeció a mi tacto. Sus reacciones siempre me conseguían fascinar y excitar has puntos inimaginables, y en esta ocasión no fue diferente. Tragué saliva y lo fui agarrando poco a poco, sin forzarlo a ello, queriendo que fuera el mismo quien lo soltara.
Y así lo hizo. Finalmente terminó dejándose hacer, liberando el agarre y apartando inmediatamente la vista mientras yo observaba la página con mi nombre como si fuera la obra de arte más valiosa del mundo entero. Pasé cuidadosamente mis dedos por cada centímetro, recorriendo las innumerables líneas que formaban la misma palabra por toda la hoja, imaginándome todas las clases que el mocoso se habría pasado pensando en mí y rellenando la página en blanco en vez de atender.
Me pareció simplemente el gesto más precioso que había visto en mi vida.
Cerré el cuaderno con cuidado de no estropear ni un milímetro del papel, y tras dejarlo en la mesa di unos pequeños toques en el hombro de Jungkook, los cuales tuve que repetir varias veces porque no aún no se dignaba a mirarme.
- N-no digas nada, po-por favor...
¿Estaba llorando? ¿Por qué mierdas lloraba tanto este niño? ¿Y porqué tenían que entrarme ganas de abrazarlo con todas mis fuerzas cada vez que lo hacía? Suspiré con frustración y me puse en pie, rodeando la mesa y colocándome frente a él en cuclillas. Al verme llegar intentó girarse en la otra dirección, pero sujeté rápidamente sus muñecas y se lo impedí, obligándole a corresponder mi mirada.
- Eres un niño llorón, Kookie –dije con diversión, incapaz de esconder una sonrisa a ver como frunció el ceño
- Es tú culpa que lo sea.
- ¿Por mi culpa?
- S-sí... –sorbió e intentó limpiarse los ojos, pero como yo estaba sujetando sus manos, lo hizo directamente con los hombros, manchando la chaqueta del uniforme de lágrimas. Tenía toda la cara enrojecida y los ojos tan brillantes que parecían dispuestos a desbordarse otra vez de un momento a otro.
- ¿Yo te hago daño?
- M-me hace daño que no me quieras...
- ¿Me quieres más que a Eunwoo?
- Te quiero más que a nadie –declaró con firmeza, agachando la vista pero desbordando sinceridad en cada sílaba. – Eunwoo lo sabe, y si estoy con él es porque insiste en que te olvidaré. Cuando le digo de dejarlo me dice que solo necesito poner un poco más de mi parte, que me haces mal y lo mejor es pasar de ti, que a él no le importa esperar. –Levantó la cabeza, volviéndome a mirar, ahora haciéndome percatar de lo mucho que le temblaba el labio inferior, formándosele un incontrolable puchero. – Pe-pero yo sé que no puedo, no puedo Jimin. M-me gustas infinito e-elevado a infinito y-y por mucho qu-que lo intento siempre que t-te veo e-el corazón me late muy rá-rápido y siento cosas muy fuertes y-y...
Le interrumpí, abrazándole con todas mis fuerzas y dejando que me correspondiese, sintiendo los mejores brazos que podían rodearme en el mundo haciéndolo exactamente eso, portándome de una calidez y seguridad que hacía mucho tiempo que no experimentaba.
Quería demasiado a este niño.
Y supongo que fue eso lo que pensé cuando le besé. Cuando le levanté con cuidado, dejando que enrollara sus piernas alrededor de mi cintura y seguidamente le posara en la mesa continua, una libre y sin libros de por medio que pudieran resultar molestos.
- Jungkook –me arrimé a su cuello y seguí besando esa zona, delicadamente, lamiendo y disfrutando de los suspiros que se le escapaban con cada roce. – ¿Por qué crees que me cae mal Eunwoo?
- N-no sé...
- ¿O por qué iba a buscarte tan a menudo? ¿Por qué iba a preferir estar contigo que con mi novia?
- No... n-no lo sé, Ji-Jimin... –murmuró aferrándose más a mi chaqueta, arrugándola entre sus puños mientras soltaba delirantes sollozos.
- ¿Nunca te has preguntado si hay alguien que me gusta?
- Cla-claro... t-te gusta Soojung...
- No me gusta Soojung, bobo...
Volví a besarle, incapaz de comprender su ingenuidad, todas esas mentiras que se formaba en su cabeza. Era difícil evadir la realidad, caer en lo más profundo del hoyo y solo imaginar una parte oscura de las cosas, que además de falsa, era dolorosa, pero Jungkook lo había hecho. Jungkook se había montado una película con él de protagonista y sin plantearse siquiera que pudiera haber un poco de felicidad reservada para su persona.
- ¿N-no te gusta Soojung?
- Eso, Jimin –abrí los ojos de par en par al escuchar esa voz, y aún sin soltar a Jungkook, me giré a la puerta, encontrándome cara a cara con la chica que menos me convenía que hubiera escuchado todo esto. – Contesta a tu novio.
- N-no es mi nov-
- No me gusta Soojung –respondí cortante, diciendo la primera verdad en mucho tiempo.
Y fue tan liberador que ni siquiera me planteé las consecuencias que eso llevaría, estaba demasiado feliz aún agarrando las manos de Jungkook y mirando fijamente a Amber, tan seguro de mi mismo que orgullo podría definirme como persona en ese momento.
Al contrario que a ella, a quien la palabra que mejor definiría era furia. Se acercó lentamente a mí y yo solté a Jungkook, posicionándome de cara a Amber, dispuesto a recibir sin rechistar cada golpe que recibiera, pues lo tenía totalmente merecido. Cuando estuvo a medio paso de mí sonrió de medio lado, pero no con alegría, fue una sonrisa que me habría congelado hasta el alma del miedo si no estuviera tan eufórico por mi reciente confesión.
- ¿Estás diciéndome que solo estabas jugando con ella?
- En realidad pensaba enamorarme al cabo del tiempo, pero he terminado dándome cuenta de que será imposible.
- Eres un miserable, Park Jimin.
- Lo sé.
- Ji-Jimin no es ningún miserab... – Y de nuevo las palabras de Jungkook se vieron interrumpidas por esa chica, aunque en esta ocasión fue más concretamente con el puñetazo que le proporcionó a mi mejilla. – ¡EH, TÚ!
Lo siguiente pasó tan deprisa que aún me costaba recolocar correctamente cada suceso. Amber fue a pegarme de nuevo, obviamente sin que yo opusiera resistencia, aunque quizás de poco me habría servido viendo el enfado que desprendían sus ojos. Luego Jungkook de un salto se colocó en medio, recibiendo él el golpe y empujando a Amber, cayendo ambos al suelo. Y seguidamente...
Seguidamente entró la profesora que menos le convenía al pelinegro.
- ¡JEON JUNGKOOK!
Todos nos giramos hacia la mujer que se plantaba en medio de la puerta, cruzada de brazos y fulminando al menor de los tres con la mirada.
- Al despacho del director.
- Profesora, no fue su culpa –intenté explicar.
- El niño no tiene nada que ver –prosiguió Amber, poniéndose en pie y alisándose la falda.
- ¡Ahora mismo!
Miré a Jungkook y de nuevo a la mujer, sin saber qué hacer. Entonces él me levantó el pulgar y sonrió. Tenía el labio sangrando y me sonrió. Tenía los ojos llorosos y me sonrió. Tenía todos los rastros de lágrimas por las mejillas y me sonrió.
Y mientras le veía desaparecer por la puerta, ese acto me sirvió para confirmarme a mí mismo de que tenía la sonrisa más bonita del mundo.
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