Capítulo 42: Perdóname
[Jimin]
¿Qué mierda se pensaba que hacía besándole en frente de mis narices? ¿Pretendía ponerme celoso? ¡Joder, pues no lo iba a conseguir! No me molestaba en absoluto ver que alguien además de mí podía besar esos perfectos labios, claro que no.
- ¿Necesitas ayuda? –preguntó una vez se hubo ido el idiota de su novio, ofreciéndome su brazo. Negué con molestia e intenté ponerme a andar yo mismo, pero no di ni dos pasos cuando sentí una descarga de dolor por todo mi cuerpo. Apreté la mandíbula y me detuve en seco, reprimiendo un quejido de dolor. – Anda, apóyate en mí.
-Que no, que puedo solo –me quejé, zafándome bruscamente de su intento de agarre, de lo cual me arrepentí de inmediato al ver cómo me miraba dolido. Suspiré y suavicé mi voz, intentando calmar el ambiente. – Tú ve a despejarme el paso a tu habitación.
- Como quieras... –respondió con desánimo, adelantándose a la puerta. Antes de que llegara a tocar el pomo, recordé un importantísimo detalle que habíamos pasado por alto.
- ¡Ey, Jungkook?
- ¿Sí? –se giró de inmediato, mirándome esperanzado y levemente más animado.
- ¿Cuál es tu habitación?
- Ah, cierto, mi habitación... –suspiró y rodó los ojos, como si se hubiera decepcionado por mi pregunta. ¿Qué mierda pretendía que le dijera? ¿La hora? ¿Qué esos pantalones le hacen un culo espectacular? ¿Qué su novio es un idiota don perfecto y me saca de quicio? – Sube las escaleras, y la que está al fondo del pasillo a la izquierda, frente al baño.
- Perfecto –sonreí y él volvió a rodar los ojos, haciéndome sentir ligeramente culpable. Él se estaba partiendo el culo por mí, incluso poniendo en juego su relación por alguien como yo, alguien que lo único que había hecho era mangonearlo a su antojo guiado por infinitas indecisiones. – Jungkook... –volví a llamarle, aunque ahora de forma más apagada. Él se giró con cansancio, como anteponiendo mis palabras de antemano.
- ¿Ahora qué quieres?
-...
- ¿Es por dónde dormiremos? –sonrió con amargura, sorprendiéndome, ya que yo había dado por hecho que compartiríamos cama. – Yo dormiré en el suelo y tú ocuparas mí cama.
- E-eh... no era eso... además, no pienso dejar que duermas en el suelo.
- Yo tampoco pienso dejar que tú lo hagas, es decir, mírate Jimin.
- Estoy perfecto, idiota, además... –suspiré y me pasé la mano por el pelo, notando la sangre seca en el comiendo de mi frente. Mordí el interior de mi mejilla disimuladamente guardando el dolor e intenté aparentar normalidad. – Da igual, luego discutiremos el tema, eso no era lo que quería decirte.
- ¿Entonces qué es? ¿Quieres cenar?
- Que no, Jungkook, cállate.
- ...
- Perdón... –me disculpé de inmediato al ver su sorpresa a mi brusca reacción. Me gustaba verle avergonzado y tímido, pero asustado y dolido eran cosas muy diferentes. – Solo quería decirte que gracias por todo.
- ¿A mí?
- Claro, bobo.
- Oh... –se sonrojó y agachó la mirada, de esa forma que tan adorable me resultaba, viendo como entrelazaba sus dedos con nerviosismo. – Gra-gracias... digo, de nada, d-de nada.
- Demasiado tierno... –solté inconscientemente, disfrutando de la imagen ante mis ojos.
- ¿Eh?
- Na-nada, nada... –respondí apresuradamente, volviendo a la realidad. Jungkook asintió y prosiguió con nuestro cometido, entrar en su casa y llegar a su habitación sin que me vieran.
Y no resultó tan difícil como imaginaba. Efectivamente la madre estaba metida en su estudio, y no salió en ningún momento de él, fue Kook quien tuvo que entrar a saludar. Luego el padre estaba en la cocina preparando la cena, y tampoco hizo acto de aparición por la casa, al igual que su mujer, su hijo le saludó y luego sacó rápidamente el culo de la sala, dirigiéndose a la puerta para recogerme.
- Vía libre –me informó, ofreciéndome nuevamente su brazo para apoyarme. Fruncí el ceño y avancé por mi cuenta, tragando cada espasmo de dolor. No me gustaba verme débil frente a otros, e infinitamente menos en su caso.
- Si vuelve a intentar ayudarme juro que te cargaré en brazos y llevaré yo mismo.
- No podrías con las heridas.
Fruncí el ceño y me incliné para agarrarle, poniendo todas mis fuerzas en aguantar la tortura que suponía tener magullado cada centímetro del cuerpo. Esos cabrones me las pagarían, vaya que sí.
- ¡Va-vale, vale, déjame, lo siento! –exclamó zafándose hábilmente de mi intento de agarre. Sonreí victorioso y comencé a andar, borrando de inmediato la sonrisa con el primer paso. ¡Ash, de verdad que hasta soplar se sentía como si me pasara un camión por encima!
Entré con el pelinegro a mis espaldas, avanzando todo lo rápido que mi actual condición me permitía, acallando gemidos de dolor por segundo. Lo peor fueron las escaleras, que parecía que estaba escalando el maldito Tibet con chinchetas dentro de las zapatillas. Pero finalmente llegamos, permitiéndome apreciar de verdad por primera vez en mi vida, el lujo de tener una acogedora habitación propia en la que descansar.
- Siéntate en la cama mientras voy a por el botiquí.
- ¿A por qué? –pregunté extrañado tras tomar asiento en el mullido colchón. Era bastante más normal de lo esperado, pues para que mentir si yo ya venía con la idea de que me encontraría la habitación plagada de Iron Man y demás superhéroes. A excepción de multitud de pósters, lo demás parecía bastante corriente.
- A por el botiquín. Habrá que tratar tus heridas, idiota.
- No hace falta –me apresuré a responder.
- Jimin, no vas a desangrarte en mi cama mientras yo estoy presente – y se marchó sin dejarme tiempo para responderle.
Suspiré y comencé a deshacerme de las prendas que sobraban, como el abrigo o la chaqueta. Cada movimiento era una maldita tortura y por unos segundos me planteé pedirle ayuda a Jungkook, luego imaginé la cara que pondría y las ganas aumentaron, por lo que no lo dudé ni un segundo cuando le vi entrando por la puerta.
- Kookie –le llamé insinuante, haciendo que me mirara de reojo mientras se arrodillaba frente a mí y abría el botiquín. – ¿Me desvistes?
- ¿E-eh, qu-qué has di-dicho?
Efectivamente reaccionó tal y como imaginé, sonrojándose por comleto y mirándome incrédulo, con los ojos exageradamente abiertos y la boca a juego, provocándome para morder ambos labios y hacer cantidad de cosas con ellos.
"Mi hijo es un asqueroso maricón de mierda"
Me helé al recordar las palabras de mi padre y borré mi sonrisa como si le tuviera frente a mí en estos momentos. Suspiré y negué, apartando el tema, rezando para que no se me volviera a aparecer su rostro en lo que quedaba de noche.
- Da igual, ya lo hago yo –respondí resignado, cortando el ambiente y terminando de quitarme la camiseta, aguantando el dolor y disimulando mis reacciones. – ¿Me quito también la camiseta?
- Si es necesario, sí.
- ¿Eso es pomada para hematomas?
- Ajá.
- ¿Y me la piensas echar tú?
- Ajá... –respondió menos confiado que segundos antes. – Si t-te resulta incómodo, po-podemos dejarlo...
- No, no me importa –respondí sonriente, quizás dejando demasiado a la vista lo mucho que me apetecía la idea. Me quité al camiseta con dificultad y la comencé a doblar, dejándola sobre el abrigo y la chaqueta, junto a mi costado. Jungkook rápidamente se levantó y colocó el montó den prendas sobre su escritorio.
- Si quieres puedes quitarte también los pantalones, para que estés más cómodo. Puedo prestarte un pijama.
- ¿No te importa?
Negó y fue rápidamente, avergonzando, a su armario, escondiendo tímidamente la cabeza entre la ropa mientras buscaba como si su vida dependiera de eso. Era realmente adorable, y seguro que la sonrisa de idiota con la que le estaba mirando en estos momentos, sería calificada de "marica cursi" por mi padre.
- Creo que este te quedará bien... –se giró con unos pantalones grises de chándal y una camiseta de manga corta con la cara de un osito en medio. Suspiré, sabiendo de uno que dormiría esa noche sin camiseta. – ¿Aún no te has quitado los pantalones? –Pestañeé sorprendido, observándome por primera vez y percatándome de lo embobado que me había quedado mirándole. – ¿No puedes? Anda, deja que lo hago yo.
Y en menos de un segundo se agachó tras dejar el pijama sobre el colchón, y comenzó a desabrochar mi cinturón con destreza. Tragué saliva y sujeté rápidamente sus manos, impidiendo que siguiera y en consecuencia terminara yo con una erección.
- Yo mismo puedo.
Se encogió de hombros, sin sospechar nada, y asintió, poniéndose en pie mientras yo terminaba lo que él había empezado. Cuando me hube desecho con mucho esfuerzo de la prenda, fui a levantarme para dejarla junto a las otras, en su escritorio, y cuál fue mi sorpresa al encontrarme al pelinegro con una simple camiseta a la altura del muslo, frente a mis narices. Gracias a Dios no tardó en agarrar unos pantalones a juego con estampados de Iron man, y comenzó a ponérselos.
Yo volví a sentarme en la cama como si nada, como si no hubiera sentido el instinto de lanzarme sobre él y follármelo ahí mismo contra el armario.
"Mi padre tiene razón, soy asqueroso"
Suspiré con frustración y me dejé caer hacia atrás, percatándome demasiado tarde de lo que dolería el golpe. Ya tenía los pantalones de pijama puestos, y no pensaba ponerme esa infantil camiseta, así que decidí no mover ni un maldito músculo más en lo que quedaba de noche.
- Estas horrible...
Decisión bastante difícil de cumplir si a Jungkook no se le ocurría otra cosa que inclinarse sobre mí de esa forma, cubriendo la luz de la lámpara con su adorable rostro y entreabriendo los labios con preocupación. Inconscientemente fui a incorporarme, pero para mí sorpresa él me lo impidió, sujetándome del hombro y volviéndome a tumbar sin necesidad de emplear mucha fuerza.
- Jungkook, de veras que no hace falta...
- Cállate, ya te he dicho que no me importa.
Suspiré y cerré los ojos, dejándome hacer.
Primero escuché como se acomodaba a mi lado, probablemente colocándose de rodillas para tener mejor acceso a todo mi cuerpo, luego lo siguió el sonido metálico del botiquín, finalizando con el de un bote. Antes de que pudiera darme cuenta sentí un algodón húmedo y frío haciendo contacto con mi labio.
- ¡Ash, joder, como duele!
- ¡Idiota, no grites así que me asusto!
- ¡Pues no me pongas eso en la boca!
- ¡Es para limpiar la herida y que no se te infecte, imbécil!
- ¿Jungkook? ¿Estás bien, hijo?
Los dos nos miramos atemorizados al escuchar esa voz masculina que no procedía de ninguna de nuestras vocas. El pelinegro se apresuró a ponerse en pie y asomarse por la puerta.
- ¿Sí, papi?
- ¿Estás bien?
- Ajá, perfecto.
- Escuché unos ruidos, pensé que habí-
- Estaba con un video que me pasaron en el móvil, tranquilo.
- Oh, está bien.
-...
- ¿Bajarás a cenar?
- No, tranquilo, ya cené con Eunwoo.
- Oh, cierto, Eunwoo... ¿Qué es de él?
- Lo de siempre, las vidas de los estudiantes no son interesantes, papá.
- Me cae muy bien ese chico.
- Ajá. Bueno, yo ya me voy.
- Dile que se pase algún día más por casa.
- Sí, eso haré. Adiós papá, disfrutar de la cena. Buenas noches.
- Buenas noches, hi-
Y cerró la puerta, apoyándose de inmediato en ella con alivio. Cuando me vio, frunció el ceño y cruzó los brazos, acercándose nuevamente pero con molestia.
- ¿No podías haberte escondido al menos?
- Oh, cierto –sonreí avergonzado y junte las manos en señal de disculpa.
- No tienes remedio –suspiró y agarró de nuevo el maldito algodón que se sentía como el maldito infierno. Me lo acercó de nuevo al labio y yo me intenté alejar por instinto, hundiendo la cabeza más en la almohada. – Eres un exagerado, tampoco es para tanto.
- Eso mismo te diré cuando la pierdas.
- ¿Cuándo pierda el qué? –preguntó con desconcierto.
- La virginidad –respondí entre risas. Él pestañeó varias veces, sorprendido y agachó la cabeza, evitando mirarme mientras volvía a acercar ese algodón a mi boca. Esta vez no me quejé cuando sentí el escozor del alcohol sobre mi herida, reprimiendo cualquier instinto de tirar el botiquín entero por la ventana.
- Ya la perdí.
- ¿Qué? –Sus palabras se sintieron como un balde de agua fría. No podía creerlo, y mucho menos quería. Jungkook parecía indiferente, ahora ocupándose de la herida de mi cabeza, utilizando un paño para limpiar la sangre y otro para desinfectar la zona. – ¿Cómo?
- Con Eunwoo. Estamos saliendo.
- Ya sé que estáis saliendo, pe-pero, no sé. Joder. Eres mi Kookie, eres demasiado inocente.
- ¿Inocente? –preguntó sarcástico, haciéndome recordar todos y cada uno de los momentos que habíamos tenido.
- Bueno, ya me entiendes.
- No pretenderás que en casi un mes de relación nos dedicásemos a jugar a las cartas.
- Las cartas son divertidas.
Rodó los ojos, ignorando mi aportación, y siguió su cometido como enfermero. Yo seguía procesando que alguien se me había adelantado, que el idiota de Eunwoo ya había probado a mi mocoso y yo no había hecho nada para impedirlo.
Después de eso no sumimos en un silencio, no especialmente incómodo, simplemente uno lleno de palabras que no terminábamos a atrevernos a soltar. Yo, al menos, tenía decenas de dudas, de explicaciones y disculpas, pero no me veía en derecho siquiera a formular su nombre.
Siguió ocupándose de cada una de las zonas magulladas que encontró en mi rostro, haciéndome apreciar el verdadero dolor en cada una de ellas. Cada vez que yo apretaba la mandíbula, él alejaba rápidamente la mano, asustado de estar lastimándome seriamente, por ello yo intentaba disimularlo lo mejor posible.
- Parece que te has fracturado alguna costilla –me informó cuando terminó con mi rostro, rozando levemente mi costado con la yema de sus dedos. Fue un simple y ligerísimo toque, pero se sintió tan horrible como si hubiera revuelto en mi interior. – Pe-perdón...
- No pasa nada –respondí fingiendo indiferencia aunque doliera como el infierno.
Seguidamente me colocó una especie de pomada especial sobre el costado, una tan fría que parecía estar hecha de hielo. Dijo que me bajaría la hinchazón, y yo como no entendía ni mierda de nada, le dejé hacer e hice caso, atendiendo a todas sus indicaciones. Luego prosiguió extendiendo otra pomada diferente por las demás partes de mi torso, ignorando lo mucho que mi respiración se aceleraba solo con esa imagen suya tocándome, inclinándose y acariciando con sumo cuidado en círculos cada zona golpeada que encontraba a su paso.
- ¿Qué pasó?
- ¿Eh? –salí inmediatamente de mi ensoñación, aparentando normalida y no los pensamientos pervertidos que no dejaban de cruzar mi mente cada vez que me encontraba con la boquita de Jungkook tan cerca de mí.
- Los que te dieron la paliza.
- Ah, eso... –aparté la mirada con incomodidad. No me apetecía hablar del tema. – Una pelea sin importancia, como otra cualquiera.
- ¿A qué se refería Hoseok con que no podías seguir así?
Tragué saliva, apretando la mandíbula con frustración por lo entrometido que podía ser a veces el mocoso. No iba a contarle que en las últimas semanas sentía tanta rabia que solo podía descargarme rompiéndome la cara con el primero que se ofreciera, que no dejaba de pensar en él y que había llegado hasta a llorar en jodido silencio, imaginando como serían las cosas si yo no fuera un maldito cobarde y me atreviera a enfrentarme a mis padres. No iba a contarle la verdad.
- A nada.
- Mientes de pena, Jimin.
- Entonces no preguntes.
Suspiró con pesadez pero me hizo caso, frunciendo la boca en una sola línea y limitándose a la pomada que pringaba la yema de tres de sus dedos. Era increíble lo bien que aparentaba normalidad, como conseguía ocultar su nerviosismo. Porque era obvio que estaba nervioso, solo hacía falta conocerle y fijarse en pequeños detalles que pasarían desapercibidos para otra persona, como cuando se mordía el interior de la mejilla o intentaba esconderse bajo el flequillo para ocultar su sonrojo.
- ¿Te sigo gustando?
Ni siquiera pensé porque lo pregunté, simplemente lo hice, me salió solo. Él se detuvo en seco, pero tras varios segundos, volvió a untar la pomada y asintió débilmente, zarandeando varios mechones pelinegros sobre su rostro.
- Pero puedes estar tranquilo, ya no pienso causarte más problemas. Mañana volveré a alejarme y dejarte en paz.
- ¿A Eunwoo no le importa?
Negó con la cabeza en silencio.
- Jungkook
No me miró, así que decidí volver a llamarle.
- Jungkook...
- ¡Terminé! –exclamó sorprendiéndome, dejando cualquier tema que quisiera decirle, en un segundo plano. Limpió disimuladamente sus ojos con la manga de su chaqueta, y me sonrió. – Mañana cuando te duches, echaremos un vistazo también a las piernas.
- Jungkook... –murmuré, incapaz de decir nada. Ese cambio de ánimo lo único que me dejaba ver era lo mucho que yo le dolía y como siempre intentaba ocultarlo.
Quizás realmente lo mejor era alejarnos y así dejar de dañarnos mutuamente.
- Pondré la alarma y mañana me despertaré pronto, y así nadie nos pillar...
- Jungkook –está vez mi voz sonó más firme, al tiempo que le sujetaba la muñeca. Me miró sorprendido y pude notar como temblaba bajo mi tacto. Suspiré y le solté, negando levemente con la cabeza para mí mismo. – Nada, no importa.
- Va-vale... –murmuró antes de volverse a girar y ponerse en pie, alejándose de mí alcance.
Tras ello se encargó de guardar el botiquín y colocar unas gruesas mantas en el suelo a modo del colchón. Yo hice el amago de levantarme para dormir en ellas, pero me miró de tal forma que temí por mi vida, así que al final terminé haciéndole caso y ocupando la cama.
- No me hace gracia que duermas en el suelo.
- Buenas noches, Jimin.
- ¿Me estás escuchando?
- ...
- Me estás escuchando, no te hagas el dormido.
- ...
-...
-...
- ...buenas noches, Jungkook.
Cerré los ojos e intenté dormirme, culpándome a mí mismo por no saber apreciar lo que ese niño había hecho por mí, como me dejaba su maldita vida en bandeja. Cuando quise darme cuenta, el reloj de mesilla de Iron man, sí, también, marcaba las tres de la madrugada. Aún adolorido, me incorporé para observar a Jungkook.
Estaba dormido, tan relajado que parecía levitar, caído del mismo cielo.
Sonreí tontamente y bajé sin pensarlo de la cama, agachándome para cogerlo en brazos y meterlo bajo las sábanas, casi sintiéndome morir por ese mínimo esfuerzo que en otra ocasión no me habría resultado ni siquiera levemente complicado. No se despertó en ningún momento, aliviando mis temores porque comenzara a gritar si se percataba, tan solo se removió levemente cuando lo posé con cuidado sobre el colchón. Me quedé varios segundos observándole en silencio, disfrutando de la imagen más serena que había visto en mucho tiempo, llenándome de la paz que últimamente necesitaba más que nada. Finalmente bostecé y decidí que ya era momento de dormir, pero cuando fui a alejarme, sentí un ligero tirón en mi mano.
- Ji-Jimin...
Se me paró el corazón, pensando que lo había despertado, pero para mí alivio, cuando le miré seguía dormido, agarrando mi mano sin siquiera abrir los ojos. Estaba formando inconscientemente un puchero, y una lágrima descendía por su rostro hasta manchar la almohada.
"¿Cuánto daño le he hecho sin saberlo?"
Tragué saliva y limpie su mejilla, posando un ligero beso en ella antes de hacerme un hueco a su lado. Cerré los ojos y sentí como se aferraba ahora a mi brazo, con más ahínco y desesperación.
- Jimin...
Y se me partió el corazón al percatarme de que yo no protagonizaba su sueños, de lo único que conseguía era llenárselos de sufrimiento.
- Perdóname, Jungkook.
"Perdóname por todo"
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Por cierto, me pidieron que pusiera una foto de Eunwoo, así que yo cumplo vuestras órdenes, y encantada c:
Pertenece al grupo Astro, que acaba de debutar hace nada (VIVA ROCKBIN, PEOPLE. Sí, ya me he hecho mis shipeos y Rocky ha nacido para dar duro a Moonbin, ya está) Bueno, que os dejo la foto de Eunwoo, que acabo entreteniéndome x'D
Bueno, ya me calmo con el spam c:
¿A vosotres os encaja con el personaje?
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