Epílogo

Años más tarde...

—¡Oigan esperenme! —gritó a pasos rápidos Luna, quien llevaba entre sus manos unos zapatos blancos adornados de cristales.

Ámbar observó atentamente cada rincón del pequeño departamento que compartía con su–ahora prometido–Simón.

—Creo que ya está todo listo—sonrió la agradable Nina mientras soltaba un suspiro del alivio.

— ¡En marcha señoritas! —exclamó Juliana—. ¡Tenemos una boda en camino!

Cada una de las muchachas subió con emoción a la gran limosina, que logró ser alquilada gracias a la fortuna recuperada de Luna Valente, o más precisamente; Sol Benson.

—¿Quién quiere una GRAN copa?— Luna mostró una botella de champagne y alzó sus cejas divertida.

—¿Cuándo perdiste tu inocencia Lunita?—río Ámbar—. Y no tomes mucho, no quiero que se repita lo mismo que ayer.

—¿Qué pasó ayer?—preguntó intrigada Mónica.

—¡NADA mi madre preciosa!— exclamó nerviosa la mexicana, mientras le dedicaba una mirada amenazadora a Ámbar.

—Luego hablaré contigo—advirtió la madre de la castaña.

— ¿Cómo estás Ámbar? —preguntó Jim con una gran sonrisa—. Debe ser una locura esto.

—Tengo unas enormes ganas de vomitar, pero dentro de todo...Estoy bien—respondió nerviosa y logró ganarse risas de parte de las invitadas.

—Es normal, estas a nada de dar un gran paso en tu vida mi pequeña—habló su madre mientras acariciaba su mejilla—. Simón te va a hacer feliz toda la vida.

—De eso estoy segura—admitió Ámbar mientras sonreía de la felicidad.

—¿Quién diría que la fría Ámbar Smith estaría a horas de casarse con el dulce Simón Álvarez?—rió Luna, mientras recuerdos de cuando eran jóvenes pasaban por su cabeza.

—Ni yo puedo creerlo—sonrió la novia—. Espero que los chicos no estén en problemas.

—Eso nadie puede asegurarlo—habló Jam.

Lejos de la limosina, se encontraba el Hotel "Imperio Dorado", donde todos los hombres se arreglaron para la tan esperada boda.

—¡No están! ¡No puede ser!—gritó Nico con histeria mientras miraba por dentro de su mochila.

—¿Perdiste los anillos?—preguntó Gastón preocupado—. Nico no puede ser...

—No...—respondió rápidamente el rubio—. Perdí mis calzones.

—¿Y qué llevas puesto entonces?—preguntó Ramiro impactado—. ¿No tienes unos ahora?

—Obviamente—rodó sus ojos azulados—. Pero no son mis calzones para este día tan especial.

—Nico, relajate hermano—Simón palmeó su espalda—. Ya los encontrarás y si no ¿Qué más da? Son solo unos calzones.

—Simón tiene razón—habló Matteo mientras arreglaba su jopo—. Deberías dejar de ser un dramático.

—¡Nadie me entiende!—se retiró frustrado.

—Parece que está más nervioso que Simón—río Pedro y miró al antes mencionado—. ¿Por qué te ves tan tranquilo?

—No lo sé... No es algo tan importante, es solo una boda.

—No puede estar hablando en serio—negó varias veces con la cabeza Matteo, junto a los demás.

—¿Eres idiota?—sobó su cien Rafa.

—No entiendo...Es sólo ir a la iglesia, decir que sí, nos besamos y listo todo perfecto—volvió a encogerse de hombros.

—¿Y qué tal sí dice que no?—comenzó a hablar Ramiro.

—¿Qué tal sí se te cae un moco en medio de la ceremonia de votos?—siguió Matteo.

—¿Qué tal sí se para tu "amigo" en medio de la ceremonia?—siguió Pedro.

—¿Qué tal sí te deja plantado en el altar?—habló Gastón.

—Oigan chicos, ya basta—respondió Jojó—. Sus comentarios no ayudan para nada.

—Y no olvidemos de un detalle...—volvió Nico a la habitación del hotel—. La luna miel.

Todos menos Simón asintieron dándole la razón al rubio.

—¿Y qué tiene que ver eso?—frunció su ceño el mexicano.

Todos suspiraron, cansados de que el novio no entendiera cada cosa que decían.

—Debes hacer esta noche mágica, sí sabes a lo que me refiero—el italiano palmeó la espalda de su, ahora, amigo—. Pasarás toda tu vida acostándote con la misma mujer por el resto de tu vida.

— ¿Y?

Matteo sobó su cien, harto de que nada de lo que dijera pudiera ser captado por el otro.

—Debes complacerla ¿Entiendes?—alzó sus cejas—. Sí se aburre de ti, buscará a otro para que la complazca.

—Que directo—bufó Gastón.

—Solo sincero—guiñó su ojo y salió de la habitación.

   

Ámbar pov

Parecía ser la sexta vez que me miraba al espejo, estaba insegura y más nerviosa que desde que desperté.

Observé cada detalle del vestido, era perfecto, ideal. Sin duda mamá había hecho un gran trabajo.
Cada curva podía ser lucida con él, el color blanco resaltaba mis ojos azules según Nina, las piedras de color que rodeaban el escote eran lo más precioso según Jim y el detalle de que la pierna pudiera ser descubierta había logrado el gran destaque de este vestido sencillo.

« Estás hermosa Ámbar »

—Bree—las lágrimas corrieron por mis ojos, por fin volvía a escucharla—. Te extrañé tanto...

« Mejor deja de llorar, arruinarás el maquillaje » la escuché reír.

—No puedo—sonreí ligeramente—. Realmente me hacías falta.

« Claro que no, hoy en día estás rodeada de mucha gente ¡Te vas a casar! Dios... No puedo creer lo que haz crecido »

—Es una locura, pero la mejor locura que haré en mi vida.

« Estoy orgullosa, no quiero que pienses que soy cursi pero tengo unas palabras para ti que escribí hace años »

—Me encantaría escucharlas.

« Querida Ámbar: Haz nacido... Tan frágil te ves, tan cruel aquella mujer, tanto amor que te podrían dar y no haz recibido aquello; tanta falta te hace que me encantaría poder dártelo.

Haz crecido... Veo tu dolor, siento tu dolor, no puedo darle un sentido a ese dolor. No lo puedo transformar en algo positivo, sé que muchas veces no te fue fácil; que hiciste lo que pudiste.

¿Qué se hace con tanto dolor?

Creces más... Te veo con bronca, te veo llorando. Sola. Desolada.
Lo veo, te veo a vos.

Podes cambiar, necesitas ayuda y no sabes cómo pedirla.
A vos no te da lo mismo estar sola o acompañada, que te quieran ¿O no? No te da lo mismo, pero tenés miedo. De pedir; deconfías. Pero yo te juro, que podes cambiar »

Lloraba, cada palabra que escuchaba, lloraba. Era raro para mí saber que una voz en mi cabeza podía hacerme llorar en cuestión de minutos.
Era raro saber que tenía a alguien que siempre estuvo conmigo, a Bree. Que me conocía más que a nadie, que podía saber lo que necesitaba o qué quería cumplir.

« Sigue siendo fuerte Ámbar, no tienes más motivos para llorar ahora que Sharon no está a tu lado. Recuerda en el hombre que te acompaña y que él puede hacer de tu vida un sueño. Adiós Ámbar, disfruta esta gran noche »

Sequé las lagrimas cuidadosamente e intenté concentrarme en el hecho de que hoy sería un gran día. Los nervios no podían irse.

Narrador omnisciente
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Era hora, la marcha nupcial resonaba por todo el lugar, alertando a cada invitado de que la novia ingresaría en instantes.

Ámbar tomó del brazo a su padre, con el corazón palpitando alocadamente y la respiración acelerada. No podía estar más nerviosa.

—Tranquila—susurró su padre al notar la ansiedad—. Estás hermosa.

Se adentraron en el gran camino de pétalos por el suelo, Ámbar mantenía su mirada gacha ya que mirar a todos la pondría aún más nerviosa.
Pero al visualizarlo ahí con su gran sonrisa, supo que estaba segura.

¿Cómo puede estar ahí y verse tan perfecto? Se preguntó Ámbar.

¿Cómo es que esa mujer en minutos será mi esposa? Se preguntó Simón.

La novia observó a cada uno de los que estaba ahí. Miró a su derecha, Billy sonreía mientras acariciaba la mano de Jazmín; se alegraba por su relación. Al igual que la de Delfi y Pedro, que ahora sonreían de la emoción. Toda la rivalidad que existía con las dos chicas, ahora era nula.

Nina y Gastón y su amor tan perfecto hoy podía ser visto, Matteo y Luna que se dirigían miradas coquetas al estar uno de cada lado del novio. Gary y Juliana ¿Quién imaginaría a esos dos ahora juntos en un gran romance?

Los pequeños trillizos sin quitarle ojo a la dulce Leia ¿Quién de los tres lograría enamorar a la pequeña?

Los azulados ojos de Ámbar se encontraron con los de su prometido, la mirada que ambos se dirigían no podría cambiar nunca. Las palabras del sacerdote dieron inicio a la ceremonia y ambos no pudieron concentrarse en ellas, solo desearon que acabaran con un "Y los declaro marido y mujer".

Cuando menos se lo esperaban, Simón aceptó y Ámbar también. Estaban listos para vivir por el resto de su vida juntos. En las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad.
En lo que reste de su futuro.

Y todo estuvo dicho y su gran beso de amor lo confirmó. Estaban listos. Listos para seguir amándose y aun así seguir hacia adelante.

Les agradezco infinitamente a todos, gracias
por hacer que está historia y cada voto
o comentario me alegré el día.
Lxs amo.

Lourdes

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