Capítulo 12 : Reencuentro (2/2)

Ámbar pov

Quería huir ni bien vi a mi madre, pero como Simón decía; ella me amaba y aunque no lo admitiera yo a ella igual.

Vinieron a mi inmensas ganas de abrazarla, demostrarle que no podía odiarla y que quería estar a su lado; esta vez no la dejaría porque era la persona que más necesito ahora. Es mi madre por favor, no podría vivir sabiendo que decidí dejarla ir y quedarme con la malvada de Sharon.

—Te estuve buscado tanto—Hablo con una débil sonrisa—Sharon no quería que te encontrara y me intento sobornar con dinero para alejarme.

Negué con la cabeza enojada ¿No sabia hacer otra cosa que mentir?

—Es una mujer tan manipuladora— Suspire cansada.

—Pero sí tú no eres Sol Benson— Habló Simón confundido—¿Quién entonces?

—No lo sé pero por algo querrá ocultarlo— Comencé a dudar.

—Esta claro—Habló Silvana; mi madre—Si la verdadera Sol, que debe estar viviendo engañada se entera de su identidad, Sharon perdería todo.

—Me encantaría ver eso— Hablé con odio.

—¿Podemos seguir hablando en mi casa?—Preguntó mamá mirándonos a ambos—Necesito contarte más cosas Ámbar.

Aceptamos y nos llevó hasta allí, vivía en una zona muy asemejada a un pueblo. Todas las casa eran iguales, se veía bien, casi como un estilo Europeo. Me encantaba.

—Acá es—Nos miró desde su asiento de adelante—Bajen mientras estacionó el auto.

Simón me abrió la puerta tras bajar primero y una vez que estábamos a fuera me abrazó

—Tenía miedo que te enojarás conmigo— Me miró a los ojos.

—Iba a ser estúpido—Acaricie su mejilla—Me hiciste un favor tan grande.

Le di un corto beso y vi que Silvana bajaba en dirección a la puerta de su casa.
Era exactamente igual a las de la cuadra y tenía el número 8 junto con ladrillos marrones. Muy parecido a un dúplex.

Abrió la puerta dándonos paso adentro, las paredes eran blancas y la luz tenue, tenía decoraciones mínimas en dorado pero se veía bien.

—Sientense—Hablo dirigiéndose a las escaleras—Debo presentarles a unas personitas.

Me senté con el brazo de Simón rodeandome, miramos las fotos que estaban colgadas.
En una estaba Silvana con un hombre calvo ¿Sera mi papá?

—Ámbar—Simón me dio una foto para que la viera.

Estaban Silvana y tres niños, eran trillizos, y fueron quienes se estaban aproximando mientras bajaban por la escalera.

—Ám-bb-ar ellos son...— Silvana empezó a hablar nerviosa.

—Ya nos debemos ir— Agarré a Simón del brazo y salí apresuradamente.

—Ámbar— Me llamó Silvana bajando las escaleras rápido—¡Ámbar!

—Oye Ámbar ¿Qué paso?—Simón intentó frenar pero seguí tirando de su brazo.

—No esta tan lejos la feria—Evadi sus preguntas, estabamos dirigiéndonos allí para irnos con la moto de Simón.

—Hey basta— Se soltó de mí y habló preocupado.

—Vamonos Simón dale— Intente agarrarlo de nuevo pero se detuvo—¡TE ESTOY HABLANDO EN SERIO!

—¿Acaso eres bipolar o qué? Hace un rato estabas tan feliz y de repente quieres salir corriendo. La neta no te entiendo.

—SI , YA VEO QUE NO ENTENDES- le grité en casi un sollozo—No entendiste nada.

Fruncio el ceño y me limité a llorar, tan difícil me era mostrarme fuerte que cada vez parecía que me quebraba aún más.

—¿Me quieres explicar?—Preguntó aún confundido pero notaba que estaba enojado por mi reacción.

—Me quiero ir— Comencé a caminar dejándolo atrás —Volve con tu moto si querés yo me voy ,con lo que sea, pero me voy.

—Ámbar basta— Agarró mi mano suavemente y me intentó apartar un mechon de pelo.

Corrí mi cara y separé nuestras manos fríamente.

—Te dije que me quiero ir—Hable ahogando mi voz quebrada.

Se rindió y comenzamos a caminar separados.

Casi me resbaló porque el piso no se encontraba seco, debido a las lluvias de las últimas semanas.
Empezó a reírse de mí y le mostre el dedo del medio.

—Pelotudo que sos— Rodé los ojos sin mirarlo.

Justo en el momento en que me debía mostrarme enojada el universo conspira contra mí.

—Tu pelotudo—Corrigió abrazandome por detrás.

—Salí— Le ordené enojada —¡SALÍ!

Besó mi cuello suavemente y un suspiro se escapó de mí, comenzó a reír por mi acción.

—No escuchaste nada tonto— Le pisé el pie y lo escuché agonizando como un dramático.

Llegamos y me quede contra las rejas que daban a la entrada del parque de juegos. Miré a otro lado para no tener que verlo.

—Bueno me parece que me iré— Habló en voz alta para que lo escuchará.

Maldeci por lo bajo sin dejar de mirar a otro lado.

—Llegare a casa en minutos sin tener que esperar un taxi como otros treinta—Volvió a hablar así y se sentó en su lugar de la moto.

—Ridículo— Me acerqué para subir a su moto.

—Señora que hace me debo ir—Me miró a los ojos fingiendo estar asustado—No la conozco fuera de aquí.

—Dale tarado maneja—Bufé resignada.

—No me robé se lo ruego—Comenzó a soltar un llanto falso.

—Simón— Le hablé amenazante.

—¿QUIÉN LE DIJO MI NOMBRE? ALEJESE DE AQUÍ ME VIOLARÁ— Gritó captando la atención de todos.

—Uh yo me voy imbécil— Baje con el malhumor apoderándose de mí.

Me agarró del brazo rodeándolo en su cuello y uniendo nuestros labios desenfrenadamente.
No puedo negar que fue lo mejor que alguien pudo hacer para que lo perdoné.

Comenzó a avanzar con la moto dejándome sola.

—¿Qué te pasa boludo?—Lo mire sin entender.

—Ah...eso fue un beso de despedida chauchis—Me tiró un beso y mientras avanzaba despacio decidí seguirlo.

—Simón no me podes dejar acá.

—¿No?— Aceleró aún más rápido.

—¡SIMÓN!—Me estaba haciendo enojar—Llevame por favor.

—¿Un pelotudo, imbécil y tarado te debe llevar?— Preguntó riendo.

Me estaba mirando pícaro, me estaba boludeando el Mexicano éste.

—¿Señor no me puede acercar hasta un lugar?— Me dirigí a un hombre que guardaba cosas en el baúl de su auto.

—¿Querés que te lleve a algún lado hermosa?— Se acercó a mí con un tono provocativo.

—¿Y tu quieres que te de un golpe que te desfiguré todo esa nariz de tucán idiota?— Simón le habló enojado y tiró de mi brazo.

—¿Ahora sí me vas a llevar?— Le pregunté cerca de su oído.

Me miró enojado y ya nos estábamos yendo a la mansión Benson.

[...] Lo vi frenar una cuadra antes, me iba a interrogar yo lo sabía.

—Sos un insitente—Rodé los ojos cuando giró la cabeza para verme.

—Dale, dime.

—Me— Reí satisfecha.

—Ámbar— Me volvió a mirar.

—Bueno—Hablé cansada—Se nota que Silvana estuvo tan ocupada con los hijos, que no abandonó, que ni me buscó antes.

—Antes o después ella te buscó Ámbar— Habló mirándome atentamente —Y puede seguir con su vida o tener hijos porque ahora sí puede mantenerlos.

—Pero no sé Simón... me dolió y mucho.

Me abrazó acariciando mi pelo y terminó dándome un beso en la frente.

No podia negarlo ni bien entendí, me di cuenta que todo iba bien hasta que me enteré de los trillizos. Sentía que era injusto que primero me abandoné a mí y después tenga otros tres.
Sabía que esto no iba a funcionar.

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