-012-

- ¿Quieres ir a almorzar? -dijo Alice.

- Se me antoja una pizza -ella rió.

- Pizza, será entonces - y condujo hasta algún restaurante de Los Ángeles.

Bajamos del auto y nos adentramos al restaurante.

- ¿Cómo está tu amiga? -preguntó Alice.

- Bien. Antes de venir a Los Ángeles, la había visto -sonreí-. Ariana está creciendo rápido -ella sonrió.

- Vi fotos, es hermosa.

- Sofía no le gusta que le ayude. Siente que se aprovecha de mí.

- Pero no es así. Tú la ayudas porque quieres que estén bien -asentí.

- Sí, pero no lo entiende -bufé.

- ¿Qué ocurre entre tú y Shawn? -preguntó Alice.

- Nada. Fue mi mejor amigo. ¿Por qué?

- En la presentación, se la vio enfadada a Camila -chasqueé la lengua.

- Se hace ideas de cosas que nunca fueron -mentí.

- Yo también me las imaginé -dijo.

- ¿De qué hablas? -la miré confundida, quería ocultar mis nervios.

- Nada, olvídalo -dijo ella riendo.

- Dime -insistí.

Ella hizo una mueca.

- Bueno... creí que ustedes dos eran amantes -soltó, y mi sangre se heló.

Es la segunda persona que lo dice, primero mi padre y ahora Alice.

- ¿Te sientes bien? -dijo Alice. - Estás pálida.

- Sí -contesté incorporándome-. ¿Me pides un agua saborizada? -ella asintió-. Iré al baño, ya vengo.

Después de caminar sin saber dónde estaban los sanitarios, tuve que pedir ayuda a una camarera para encontrarlos. Una vez dentro, me mojé las manos y traté de calmarme. Al salir, noté que la mayoría ya se había dado cuenta. Me refresqué la cara y, después de unos cinco minutos, me sentía más tranquila.

Cuando regresé donde estaba Alice, la pizza ya estaba servida.

- ¿Te encuentras bien, cariño? -me preguntó Alice. Asentí.

- Sí, no te preocupes -respondí con una sonrisa.

Empezamos a comer la pizza y cambiamos de tema.

(...)

Una vez en el hotel, comencé a revisar las historias en las redes sociales, y una en particular llamó mi atención. Era de Camila, quien estaba en Los Ángeles. En la historia, anunciaba una sorpresa para sus seguidores y mostraba un fondo que me resultaba familiar.

Decidí retroceder la historia y observar detenidamente el fondo. Al hacerlo, me di cuenta de que reconocía el lugar. Volteé para mirar detrás de mí y no podía creer lo que veía: ¡estábamos hospedadas en el mismo hotel!

De inmediato, llamé a recepción para preguntar por ella y descubrí que estaba dos pisos más arriba que yo. Memorizé el piso y el número de su habitación, y salí al pasillo donde me encontré con Alice.

-¿A dónde vas? -preguntó Alice, visiblemente confundida.

-A la habitación de Camila -respondí con entusiasmo.

-¿Qué? ¿Está aquí? -inquirió, con preocupación reflejada en su voz. Asentí. -No sé si es una buena idea -añadió ella. Sin embargo, opté por hacer caso omiso a sus palabras y me dirigí hacia el ascensor.

Presioné el botón correspondiente al piso donde se encontraba Camila. A medida que ascendía, sentía un nudo en el estómago. Estaba asustada, no puedo negarlo. Comencé a respirar profundamente para tratar de calmarme.

Cuando las puertas se abrieron, me lancé hacia la puerta de su habitación. Tragué saliva, dudando si debería seguir adelante. Ahora que lo pienso, me arrepiento de mi impulsividad.

Atrévete, ¡ya!

Golpeé la puerta tres veces con mis nudillos y esperé ansiosa a que abriera, sintiendo cómo mi respiración se volvía más difícil con cada segundo que pasaba.

La puerta se abrió y allí estaba ella, con el pelo recogido y una vestimenta cómoda. Su expresión cambió al verme.

-Camz... -murmuré, sintiendo la incomodidad pesar sobre mis hombros.

-Martina, ¿qué haces aquí? -frunció el ceño, su tono de voz me intimidó.

Siempre la había conocido como alguien alegre, con una voz dulce y espontánea, pero ahora la veía distante, fría, casi cruel. Como si ya no fuera ella misma.

-Bueno... -dije incómoda, buscando las palabras adecuadas. -Resulta que nos encontramos alojadas en el mismo hotel -añadí rápidamente cuando ella suspiró, como si estuviera a punto de cerrar la puerta.-Quiero hablar.

-Bueno, será en otra ocasión -dijo, intentando cerrar la puerta, pero la detuve con una mano.

-No -hablé con determinación, sintiendo que ya estaba harta.

-Estoy sin ánimos -dijo ella, pareciendo cansada.

-Yo también -respondí con firmeza. -Estoy harta de que los paparazzi me persigan, de que hablen mal de mí. Estoy harta de todo esto -exhalé, cansada de contener todo ese peso. -Así que vine a aclarar las cosas, y me vas a escuchar, quieras o no, Camila -la miré directamente a los ojos. Ella desvió la mirada por un momento y luego volvió a observarme.

-Cinco minutos -dijo finalmente, cediendo y permitiéndome entrar. -¿Qué me vas a decir? -preguntó cuando cruzamos el umbral de su habitación. -¿Que tú y Shawn no tuvieron nada? -bufó, evidenciando que ya sospechaba algo. En cierta parte, Camila ya lo sabía, pero aún así, no tenía pruebas suficientes para admitirlo. Sin embargo, su intuición lo confirmaba.

--En realidad, no hubo nada entre nosotros -dije, tratando de explicarme. No mentía del todo, pero sabía que sonaría como una excusa vacía. -No sé qué te han dicho o cómo te enteraste, pero entre Shawn y yo no hubo nada -añadí, tratando de mantener la compostura mientras sentía el nudo en mi garganta. Suspiré, consciente de que mis palabras podrían sonar huecas para ella.

-¿Realmente crees que voy a creerte? -dijo ella con un tono de incredulidad.

-¡Por favor, escúchame! -respondí con desesperación. -Estaba a punto de casarme. Estaba comprometida, ¿cómo puedes pensar siquiera que...? -las lágrimas amenazaron con salir y tragué saliva, luchando por mantener la calma.

-Martina, no te querías casar -dijo ella, interrumpiéndome con un tono de voz que denotaba su frustración. -No te hagas la víctima.

-No estoy tratando de hacerme la víctima -respondí, sintiendo cómo la rabia se apoderaba de mí. -Y sí, sí quería casarme. Solo que... me sentía presionada -admití con sinceridad, aunque doliera.

-Sea cierto o no lo de Shawn, ya no me importa -suspiró, llevando una mano a la nuca y mirándome con resignación. -Lo que duele es que, siendo mi novio, él te prestaba más atención a ti. Siempre estaba más pendiente de ti -mordió su labio inferior, y su expresión se tornó vulnerable.

-¿Qué estás diciendo? -una lágrima rodó por mi mejilla ante sus palabras. -Él siempre te ponía primero, siempre te preocupaba. Shawn está completamente enamorado de ti -respondí con vehemencia, tratando de hacerla entender. -Deja de torturarte con ideas absurdas.

-Los descubrí a ambos, Martina. Hay una foto de ustedes en Hawai -dijo ella con voz quebrada. -No puedo entender cómo pudiste hacerme esto -se echó a llorar, y su dolor me atravesó como una daga.

-¡Camila, por favor, entiende que no pasó nada! -grité, sintiendo la frustración y la impotencia apoderarse de mí. -Él te ama a ti -intenté mantener la calma, aunque por dentro sentía que mi mundo se desmoronaba.

-No les creo a ninguno de los dos -respondió con amargura.

-Eso es asunto tuyo -dije con firmeza, aunque mi corazón se partía en mil pedazos. -Ese chico daría cualquier cosa por ti. Sí, puede ser un idiota, pero te ama -añadí, aunque en mi interior también sabía que lo amaba. -Fuimos a Hawai porque estaba muy deprimida -mentí, desesperada por encontrar una salida. -Temía que terminara haciéndome daño -dije, luchando por mantener la compostura mientras mis palabras resonaban en el aire cargadas de dolor y verdad. Ella se quedó en silencio, mirando al suelo, y me aparté, sintiéndome como una intrusa en su dolor.

-Vete, Martina, por favor. Ya no quiero hablar más -dijo, dirigiéndose hacia la puerta con paso firme.

-Camz...

-Por favor, no hagas esto más difícil -dijo con voz apagada, y me quedé mirando el techo, sintiendo una mezcla de frustración y tristeza mientras salía de su habitación y ella cerraba la puerta tras de mí.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top