E X T R A
V
Su cabello ahora completamente negro ondeaba con el viento, podía ver muy bien a través de los lentes de sol. Y como si volviera al pasado un sombrero y una pañoleta ocultaban perfectamente su identidad.
Mientras las observaba a ambas reír entre los juegos y columpios del parque.
Evelyn sonrió enternecida.
Ellas eran felices y eso era todo lo que importaba.
Dispuesta a retirarse se levantó de su asiento y comenzó a caminar, pero una pelota chocó contra sus pies, se agachó para sujetarla y entregársela al pequeño o pequeña dueño del juguete.
Pero el movimiento al levantarse fue tan brusco que su gorro se cayó, afortunadamente alguien pudo atraparlo, pero ella no se dio cuenta. El corazón le dio un vuelco cuando reconoció a la dueña del objeto.
La pequeña Isabella la estaba observando con curiosidad.
—Supongo que esto es tuyo preciosa —sonrió entregándole la pelota.
—Isa, ¿qué se dice? —juraba que sintió su corazón dar otro vuelco al escuchar aquella voz a lo lejos
—Mu-muchas gracias señora, y discúlpeme por haberla golpeado con mi pelota.
Evie volvió a sonreír y se dio vuelta dispuesta a irse. Pero escuchó que la llamaron deteniendo su andar.
— ¡Espere! Su sombrero —maldición, ¿es que ese día el mundo estaba en su contra?
Evie pidió a los dioses que no la reconocieran, pero no tenía tanta suerte.
—Un momento, ¿Evie? —fue lo que escuchó al momento de recibir su sombrero de vuelta.
— ¿Evie? ¿Ella es mi mamá?
Ay no...
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