Capítulo 4: "Una Promesa"


Ya no aguantaba. Por más que pudiera, sentía que el sudor de mis manos me ayudaba a resbalarme poco a poco, escuchaba el crujir de las escaleras, dando señal de que muy pronto se vendría abajo. Forcejeaba contra mi propio peso, la gravedad era mi chacal preparándome para mi ejecución. Cerraba mis ojos no quería ver la muerte que tanto esperaba por mí, hasta que de repente escuché un fuerte rugido — ¿Acasos eran los de Tom?—inquirí en mis pensamientos.

Desesperada, sentía que todo se movía, una estela de polvo, paja y de lo que sea, subía hasta el techo, no quería ver abajo pero sea lo que esté pasando, se escuchaba muy feo y atemorizante como si dos grandes y feroces bestias pelearan de la manera más agresiva que uno se pudiese imaginar. Ya era la hora, cada dedos de mis manos cedían uno por uno como si estuvieran rindiéndose ante una batalla, las escaleras cada vez se doblaban más, —Ya casi, ya casi, ya casi— dije optimista deseando en seguir aferrándome a algo que ni el mismo se podía aferrarse solo. Estaba a punto de seguir sujetándome por mi vida, hasta que la escalera por fin cayó.

"PLAAASSSHHH....", fue el horrible sonido que iba a desencadenar mi muerte, veía todo a mi alrededor, mis gritos se perdían en el viento y la caída. En ese momento me acordé de cuando era una niña: fui a una feria con mi padre, él me invitó a que saltara de un trampolín con un bungie, se veía divertido para los demás pero no para mí, a mi padre le encantaba, podía verlo en sus ojos, yo accedí con titubeo para verlo sonreír, ya que muy pocas veces él andaba a mi lado y para mí eran los mejores días de mi vida, estar con mi padre. Cada vez que nos acercábamos más me ponía más nerviosa, cada vez lo veía más alto, me hacía desistir de mi decisión, quería irme hasta que una fuerte mano sostenía la mía, era él diciendo —Tranquila. Estas con migo, yo te protegeré—, esas palabras más su sonrisa era el antídoto para mis miedos, tenía la seguridad de que no iba a pasarnos nada.

Era nuestro turno, cerraba mis ojos, estaba sostenida con un extraño chaleco amarrada a su pecho, igual no quería ver nada, hasta que dio el primer salto, subimos y bajamos, dio el segundo salto luego el tercero más el cuarto y no quería abrir mis ojos, estaba asustada y luego escuché la voz de mi papá —sostén mi mano, no te voy a soltar, ¡te lo prometo!—, agarré su robusta mano como si al sostenerla me mantendría segura, luego me dijo —Abre tus ojos— negué con la cabeza hasta que escuché su cálida y pesada risa, abrí mis ojos lentamente y vi todo, desde las personas que se hacían cada vez más pequeña a mi alrededor hasta los edificios y montañas cruzando la avenida a dos cuadras de distancia, ahora mi miedo se transformó en diversión. Subíamos más y luego observé como mi padre reía mirando al cielo, levantando una mano hacia arriba como Superman y la otra sostenía mi mano, tal como lo había prometido, era increíble esa sensación, sentía que podía volar, enseguida reí tan fuerte que creía que le aria cosquilla al cielo. Carcajadas una tras otras con cada salto que daba con mi padre, hasta que volví a cerrar los ojos y escuché que alguien pronunciaba mi nombre, cuando los abrí, sentía que alguien me sostenía, su cálido y reconfortante cuerpo rosándose con el mío, lo primero que vi fue mi mano sujetando la mano de ¿Tom?

—Eres tú ¡Estas vivo!— dije sorprendida y aliviada

—Sí. Te prometí que no dejaría a que te pasara algo— menciono Tom con su reconfortadora y caída mirada

Yo tan solo sonreí. Enseguida me bajó con delicadeza preguntando —y Toff ¿Dónde está?— observando en varias direcciones

Bajé mi mirada inquiriendo con tartamudez —Ella... ellaaa...seeee.....la...llevaron

Tom se quedó callado, sorprendido o impactado, sus orejas de gatos comenzaron a bajar al igual que su rostro, observando al suelo, estaba triste lo podía percibir, hubo unos cuantos segundos de silencios, esperando a que dijera algo pero nada

—Lo lamento, es mi culpa yo...— dije con sentimientos de derrota manchado con la inutilidad, me interrumpe

— ¡No es tú culpa!

Hubo un silencio entre los dos.

Lo miraba fijamente con mis labios formando una "O" pero tan solo por inercia, lo veía muy agitado, su cuerpo maltratado y rasguñado como si casi le hubieran arrancado la piel y el pelo. Hasta que respiró profundamente, volviendo hablar, alegando —Aquí el único culpable soy yo— subió su mirada observando mis ojos

—Eso no es cierto, hiciste lo que pudiste si no fuera por ti tal vez yo estaría muerta

Hubo otro triste silencio.

Negó con su cabeza, bajando su rostro hasta que lo escuché susurrando —No la pude proteger como me lo pediste, perdóname Dairon...— enseguida se hecho al suelo, encorvándose y gimiendo del dolor, restregándose su felina nariz...

— ¡TOM!— grité nerviosa, salí corriendo a ver que tenía, lo vi sangrando del abdomen, estaba herido

—Estas herido, tenemos que llevarte a casa— dije nerviosa intentando de poner su brazo en mi hombro derecho. Él se resistió expresando

—No. ¡Déjame!, tengo que irla a rescatar

Me qued estupefaciente cuando escuché que la quería rescatar estando en esas condiciones...

— ¡Te volviste loco!, ¿Cómo pretendes rescatarla estando tú así?

— ¡El tiempo es importante! y no debo perder tiempo, por mi culpa ella está allí abajo y no pude cumplir mi promesa ¡así que déjame en paz!

Me empujó a un lado para que no me atravesara en su camino, lo vi caminando, pero cada paso que daba se le hacía más difícil, cada vez cojeaba más hasta que volvió a caer al suelo, me acercó a él y lo veo forcejeando con su propio dolor, arrastrándose por el suelo, creyendo que con eso le va a ganar a su propio cuerpo que está sufriendo. Su sangre se desplegaba por el suelo, su herida cada vez se habría más — ¡Porque será tan terco!— exclamaba por dentro, le escuchaba respirando con fuerza, percibía que estaba sufriendo pero no lo quería demostrar —¿Cómo lo convenzo de que debo atenderlo primero?—si continua así es capaz de que muera, seguía pensando hasta que se me ocurrió lo siguiente

— ¡Oye Tom!— exclamé con mi voz firme

—Ahora ¿Qué quieres?— preguntó con dificultad en palabras

—Tú también hiciste otra promesa ¿o acaso no te acuerdas?

Enseguida se detuvo todo pensativo. Voltio su cabeza observándome y diciendo

—Sí. Es verdad, no se me ha olvidado— asiente observando el suelo

—y bien... ¿Cómo vas hacer?, me vas a dejar sola expuesta a que un Dorten me atrapé

— ¡No! te tengo que llevar a casa— dijo respirando agitadamente

— ¡Bingo!— exclamé de alegría en mi interior, y cerrando los puños haciendo un gesto de triunfó, más una leve sonrisa en mi rostro, ahora podíamos ir a casa. Lo sujeté lo más que podía, de simple casualidad conseguí una rama lo suficientemente resistente en el camino para que él lo usara de bastón, con una cierta terquedad aceptó inconforme pero yo intenté en convencerlo para que podamos movernos más rápido. Veía que poco a poco gotas de sangre caían en el camino, y parte que mi abdomen estaba bañado de su sangre, teníamos que movernos rápido o si no iba a morir. El camino de regreso se nos hacía más difícil, las ramas y hojas nos golpeaban, hacían que nuestro recorrido fuera cada vez más torpe, él enseguida empezó a toser y apretaba sus dientes aguantando la intensidad de sus heridas. Me era más difícil ayudarlo, sentía que el peso de su cuerpo iba a caer sobre el mío, él es más grande que yo, tiraba de su brazo para que siguiera caminando, no podíamos quedarnos, ya faltaba poco para que cayera la noche, volví a pensar, tenía que distraerlo para que no sintiera tanto el dolor de su maltratado cuerpo, entonces pregunté

—Oye Tom ¿A quién le hiciste esa promesa?

— ¿De qué estás hablando?— inquirió el gato algo incomodo

—Hace rato té escuché susurrar. Pidiéndole perdón a una persona de no haberla protegido— conté toda extrañada observando sus cálidos ojos

El me miraba todo inquieto, pero sabía que no podía evadir mi pregunta. Volví diciendo — ¿Quién es esa persona?, ¿sigue viva?—, esperando respuesta ante un intenso silencio. Tom apartó su mirada bajando su rostro, notaba que sus ojos estaban algo llorosos, enseguida explicó...

—No lo sé. Fue hace mucho tiempo

Hubo un corto silencio bañado en el soplido de su respiración.

—Hace muchos años era tan solo un cachorro, fui víctima de la guerra que hubo, perdí a mis padres, me acuerdo que me sentía perdido rodeado de puros escombros y muertos, no sabía a donde ir, ni que comer o en donde beber, tan solo la esperanza de ver a mis padres era lo que me mantenía con ganas de seguir luchando, hasta que por fin los encontré, estaban tirados en el suelo rodeados de puros muros partidos y humo alrededor, estaban muertos, aquella imagen me impactó mucho, estaba destrozado, ya no quería seguir luchando, tan solo me recosté en el cuerpo de mi madre esperando la muerte a que viniera por mí. ¡Pero fui un cobarde!, a la mañana siguiente vi por primera vez a esos horribles Dorten, los negativos, buscando en los escombros, levantándolo con aquella facilidad en fuerza. Me puse nervioso, sentía que cada vez se acercaban más, no quería abandonar a mis padres pero mi miedo pudo más que mi convicción y salí huyendo, buscando en donde esconderme, no me alejé mucho, pensaba que estaban buscando sobrevivientes pero la verdad era todo lo contrario.

Levantaron un enorme escombro, encontraron a mis padres, los veía desde una distancia aparentemente segura, no era muy grande, hasta que vi algo que me marcó para siempre, un Dorten levantó el cuerpo de mi padre y empezó a engullirlo como lagarta devorando a su presa, vi como sus largos y horribles dientes mordían y mascaban, destrozando su cuerpo y escuchando el crujir de sus huesos siendo partidos para luego tragarlo. Sus bocas estaban bañados de su sangre, era el turno de mi madre, estaba impactado, aterrado, confundido y molesto, ya no lo podía aguantar, ver a tus propios padres siendo devorado de esa manera ¡Era algo que nunca me pude imaginar!, hasta que grité del miedo y me escucharon.

Salí corriendo, como era pequeño me podía meter entre los huecos de los escombros con mucha agilidad, ellos eran muy grandes y con torpeza se desplazaban pero eran agiles, cada vez que me alejaba sentía que los estaba abandonando, ¡Yo debí a ver muerto con ellos!, no tuve el valor de estar a su lado, decía en ese momento en mi interior, hasta que por fin logré perderlos. Ese día cayo una fuerte lluvia, lo que quedaba de calle comenzó a inundarse, estaba buscando la manera de no ahogarme y de poder encontrar refugio, hasta que entré en una ventana medio abierta, el lugar estaba oscuro pero para mí era más que suficiente, tan solo quería descansar y reponerme de lo que había visto y vivido, no quería llorar, pero el recuerdo de mis padres inundaba mi mente, algunas lágrimas bajaban de mí. Hasta que se encendió una luz iluminando completamente la habitación, vi en barias direcciones todo asustado y observando una figura grande y oscura acercándose a mí, retrocedía buscando la manera de escapar hasta que pisé una trampa para ratones, me dolía mucho la pata, con desespero rasguñaba el frio metal de la trampa pero no funcionaba, sentía que alguien me cargaba, era la enorme figura, hasta que pude distinguir que era un humano. Vi su agraciada sonrisa, era amigable, me liberó de la trampa acogiéndome como si fuera un bebé entre sus brazos, me llevó a otra habitación, era más cálida que la anterior, sentía su mano acariciando el pelaje de mi cabeza hasta que vendó mi pata y así fue que conocí al padre de Toff.

Me quedé con él por un buen tiempo, me cuidaba, también sentía su acogedora compañía y la de su esposa que estaba embarazada, a consecuencia de la guerra estábamos escondido. El padre de Toff era un brillante científico, creo que era un genetista, comenzó hacerme algunos exámenes, siempre me estaba revisando, empezó a inyectarme una extraña proteína que me hacía más fuerte. Me sentía diferente, veía que mi cuerpo cambiaba, cada vez me parecía más a un humano sin abandonar la forma de mi original cuerpo, ahora podía levantarme en dos patas como los humanos, me sentía especial, único, eh incluso podía hablar y entender lo que él me decía, ¡estaba completamente agradecido del gran cambio que me hizo!, pero ¿cómo se lo podía pagar?, era la pregunta que tanto se arrastraba en mi cabeza hasta que nació una respuesta.

Era una hermosa bebé, los ojos de su padre brillabande alegría y satisfacción hasta que lamentablemente una terrible noticia llegó,su madre había perdido mucha sangre en el parto y como estábamos escondido noteníamos suficiente insumos médicos para atenderla, a la media hora había fallecido.Era horrible volver a vivir esa experiencia pero esta vez era ajena a mí, elseñor estaba destrozado, lleno de lágrimas y mucho dolor, lo comprendía a laperfección en tener que ver la muerte de alguien a que amas. A los díasteníamos que buscar alimentos para poder sobrevivir y también alimentar a labebé, como sea, salimos y buscamos en todo los rincones, él estaba desesperadopara poder alimentar a su hija, no media peligro ni limites, los ignorabaincluso estuvo a punto de sufrir accidentes en varias ocasiones en la cual yolo salvaba, pero lamentablemente esta vez fue diferente, unos Dorten nos habíanencontrado. Salimos corriendo pero ellos era más rápido que nosotros, nosescondimos detrás de un muro pero no teníamos salida, ya no sabíamos a dondehuir, enseguida escuché el papá de Toff agitado diciendo estas palabras <<Tom¿me prometes que vas a proteger la vida de mi bebé?>>, estaba confundido,no comprendía a que se refería con eso, hasta que sujetó con fuerza mis doshombros y me vio fijamente a los ojos y preguntó <<¿Prometes que cuidarasla vida de mi hija?>>, lentamente asentí con la cabeza contestando <<Siseñor prometo cuidar la vida de su hija>>, y él por ultimo respondió <<GraciasTom>>, en ese momento salió corriendo directo al Dorten para distraerlogritándome a que hullera a la izquierda y que no regresara, obedecí muyinquieto, no quería abandonarlo hasta que recordé la promesa que le hice y esome motivó a que huyera. Esa fue la última vez que vi a su padre, gracias a él,yo estoy vivo y cumpliré con mi promesa aunque me cueste la vida... 

Continuará...




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