Unico
Había algunas cosas que Ryugasaki Hiro no podía llegar a comprender.
-¡Hiro!
Y es que cuando menos reacciona, algo muy diferente pasa de lo que realmente debe suceder. Justo como en ese momento, ver aquellos ojos rubí brillar, aquel cabello blanco totalmente desordenado, aquellas mejillas tan rojas que son capaces de hacer competencia con sus ojos, aquella fuerte respiración como la ropa totalmente fuera de su lugar. Lo que puede hacer en momentos como ese, es tomar una gran bocanada de aire para poder controlar su acelerada respiración y acercarse a ese delgado y frágil cuerpo para poder otorgarle uno de aquellos besos en los labios que solo les hace enloquecer. Sentir como es atraído por aquellos delgados brazos y siendo atrapado por aquellas piernas que no lo van a soltar hasta que terminen el asunto que hace mucho empezó.
-Lucia
Murmuraba con aquella voz ronca, acariciando la mejilla contraria como si de algo hermoso se tratase. El nombrado abría los ojos tan despacio que se sentía desfallecer pero al final, era aquella tierna sonrisa que aparecía en su rostro, aquella señal que le decía que estaba bien. Pequeños jadeos se lograban escuchar pero la mayoría de ellos, eran silenciados por los labios contrarios. Los movimientos que se podían escuchar en la cama, sintiendo como desacomodaban todo debajo de ellos. Mirando en todo momento tanto a las ventanas como a la puerta, asegurándose de que las mismas se encuentren cerradas para evitar pasar la vergüenza de que alguien los encuentre en mero acto.
¿Cómo es que pasa todo esto?
A penas y son capaces de recordar que era lo que había pasado para llegar a esa situación pero poco les importaba cuando volvían a perderse entre la emoción del momento como de sus propios pensamientos.
Lo peor de todo, es que no era la primera vez que sucedía, había pasado en ocasiones pasadas que simplemente, se quedan desconcertados.
Si.
Desconcertados es la palabra correcta que buscaban cada que terminaban y solo era aquel fuerte sonrojo en sus mejillas lo que impedía el verse directamente a los ojos. Aunque al final y después de arreglar sus ropas, es que se podían mirar, soltar un leve suspiro y tomarse de las manos, eran aquellos besos los que ganaban al final. Como esa forma de despedirse y verse al día siguiente como normalmente hacen. Como si fuera aquel pequeño truco de magia lo que provocaría que olvidasen que lo habían hecho hasta hace algunas horas.
¿Qué era lo que los orillaba hacer eso?
Era aquella curiosidad. Una gran curiosidad que fue capaz de instalarse en sus pechos y que les pedía ser satisfecha. Una vez que se encargaron de probar lo prohibido, lo que estaba mal visto por los humanos que se podía considerar como un tema tabú porque aun son unos jóvenes en crecimiento, realmente querían ser capaces de experimentar, de sentir, de tocar. De tener aquella curiosidad.
¿Realmente creyeron que aquella vez que se quedaron encerrados en aquel cuarto, se quedaría en ese momento?
Siendo sinceros, no. Cada que compartían miradas mientras sus mejillas se pintaban de rojo, cada que sus manos se rozaban, cada que compartían un camión y estaban juntos, era imposible el detener aquellas aceleradas respiraciones, aquellos corazones que golpeaban con fuerza su pecho que sentían que en cualquier momento, este saldría de su lugar. Los fuertes sonrojos, aquellos ojos que simplemente pedían lo que sus labios eran capaces de callar, es que al final, no podían detener sus manos, es que al final, sus labios empezaban a tocarse con timidez y cuando no eran capaces de controlar aquellos fuertes impulsos, es que era aquel fuerte sentimiento de curiosidad lo que los empezaba a invadir. Querían más, lo querían todo.
Era imposible controlar lo que tanto deseaban que al final, siempre caían.
No eran capaces de controlarse, no eran capaces de pensar en ese momento, ni siquiera de las posibles consecuencias que pueden tener en ese momento. Todo les daba igual cuando se encontraban solos, cuando se encontraban juntos. Olvidaban todo, incluso, eran capaces de olvidar sus nombres, excepto cuando los escuchan de los labios contrarios, era en ese momento cuando se volvían a mirar, cuando se tocaban tan despacio y con mucho cuidado que volvían a recordar el porqué se amaban demasiado y el porqué estaban haciendo algo como eso cuando juraron ya no volver a repetirlo.
Era tan fuerte como una adicción, un adicción que es imposible de olvidar. Sus cuerpos se encuentran tatuados, se encuentran impregnados por aquel aroma característico del sexo, se encuentran tan perdidos en aquellas caricias que al final, hacerlo solos en sus casas, era demasiado frustrante que preferían tener cada uno de aquellos pequeños encuentros que animaban aun más ese cariño y amor que se tienen por el otro.
Pero esta vez era diferente.
Se supone que como todos los días, iban a ir al estadio para retar algunas personas. Competencias normales de Shadowverse, ahora que podían disfrutar de las mismas después de que la guerra acabo, simplemente querían pasar sus días tranquilos como duelistas y jóvenes normales. Claro, solo buscaban a alguien con quien competir, nunca creyeron imaginar que encontrarían un mini torneo que ambos no pudieron emocionarse por la jugosa recompensa de artículos nuevos como sobres que contienen cartas de su respectivo deck que simplemente, se sonrieron, era aquel indicio de que irían con todo desde el inicio, de que darían el todo por el todo.
-¡Una vez más están ellos dos en la final! –Se escuchaba por el megáfono del estadio.- ¡Yonazuki Lucia vs Ryugasaki Hiro! ¿Habrá alguien más que pueda derrotar a estos dos duelistas profesionales?
Todo iba bien. El duelo estaba en su punto más alto, las estrategias, los movimientos, la confianza de sus cartas y el saber que se enfrentarían a su rival de toda la vida.
¿Cómo fue que cambiaron de un duelo a llegar a esa habitación y encontrarse con su presente?
Ni siquiera son capaces de recordar quien fue el que gano el mini torneo pero como podrían imaginar, quizá fue Hiro el que gano, aunque el de cabellos rojos tenía la sensación de que fue Lucia. En fin, no importaba pensar en eso cuando simplemente, querían disfrutar del momento, querían seguir sintiendo aquellas caricias, querían seguir en su propio mundo.
-Te amo Lucia -Comentaba Hiro en voz baja al detener sus movimientos y mirar a ese delgado cuerpo bajo suyo.- Mi rival eterno, mi mejor amigo
-Idiota -Bromeo Lucia, volvió apretar con fuerza las piernas en la cadera de Hiro, soltar aquellos jadeos y mirarlo con aquellos ojos brillosos.- No me hagas repetirte una y otra y otra vez el cuanto te amo -Soltó un jadeo al sentir como se volvían a rozar.- ¡Hiro!
-Te amo Lucia -Hiro lo repetía conforme sus movimientos de cadera se aceleraban, mientras sus manos aumentaban de ritmo y seguían acariciándose para poder liberarse.- Te amo una y otra y otra vez -Soltó un pequeño gruñido.- Siempre lo escucharas de mi hasta que te llegues a molestar
-¡Hiro! -Grito en voz alta pero sus labios fueron silenciados. Una vez que se separaron, sentían que al fin llegarían a su final.- Nunca me cansare, nunca me cansare de escucharlo ¡Ah! -Soltó un jadeo, tomo con fuerza el hombro de Hiro que hasta sintió, era capaz de dejarle una marca en ese lugar.- Te amo
Fue en ese momento cuando las caderas de Hiro se detuvieron, cuando ambos no dudaron en soltar un grave gruñido y abrazarse con un poco más de fuerza mientras sentían que aquella blanquecina sustancia salía de ellos y al fin podían respirar tranquilos, aunque no dudaron en dejar caer sus cansados cuerpos en la cama.
Realmente se encontraban satisfechos, se encontraban mejor que cuando se frustraban y lo hacían solos. Como Hiro pudo, se levanto con sus temblorosas manos para fijarse en Lucia. Abría y cerraba sus ojos con delicadeza que al final, cuando sintió la mano de Hiro sobre su mejilla, no dudo en sonreír dulcemente, levantarse un poco y volver a besar con suavidad sus labios hinchados.
-Otra vez -Tomo un poco de aire Lucia.- No puedo recordar cómo es que llegamos a esto
-No puedo recordar -Soltó una risita traviesa Hiro.- ¿Acaso eso importa?
Lucia abrió los ojos ante aquella confesión pero al final, solo volvió a soltar otra suave risita.
-Creo que empieza a gustarme esto -Menciono Lucia.- ¿Cuándo es que se volvió tan adictivo?
-Una vez que se empieza, es imposible de olvidar -Otra vez se sincero Hiro, se acerco y beso los suaves labios de Lucia.- Siempre nos deja desconcertados que deje de pensar en ello y solo...
-¿Disfrutar de estos momentos? -Menciono Lucia.- Ya somos dos, es menos frustrante si estás tú
-También me pasa lo mismo -Se rasco su nariz.- Siempre es mejor cuando te encuentras a mi lado
Ante aquella sinceridad, es que ambos volvieron a sonreírse, a soltar una suave risita y unir sus labios. Estaban tan cansados y agotados de toda esa actividad que simplemente se quedaron recostados al lado del otro, uniendo sus manos, pasándose pañuelos limpios para poder limpiarse y esperar a tranquilizar sus corazones, a detener aquella curiosidad de querer seguir tocándose aunque esa sería difícil de controlar pues siempre que tienen oportunidad de rozar sus manos, sus dedos son los primeros en iniciar y los últimos en terminar. Sus ojos siempre se miraban y sus labios siempre se besaban.
Aunque nunca pueden llegar a recordar cómo es que son capaces de llegar a esa situación no pueden evitar pensar que es una hermosa casualidad, un hermoso desconcierto que gracias a ello, es que podían seguir disfrutando de su curiosidad, disfrutar y satisfacer. Amar y querer. Daba igual si no podían comprender porque ahora, solo importaba estar en los brazos y momentos correctos.
Para Lucia Yonazuki y Hiro Ryugasaki solo les importaba una cosa. Estar juntos.
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