17: El Gran Castillo.

Narra Evie:

-Y creí que la comisaría fue lo peor que pudo pasar -dijo Jay retorciéndose en la limu.

-¿Bromeas? ¡Es un castillo! Al fin a conoceré algo que no sea una pocilga -dije yo entusiasmada.

-La escuela es un castillo -me dijo Mal.

-Ordenado como una escuela, y eso no es un castillo -reproché.

-Eres peor que mi madre -dijo Carlos negando-. Y ser peor que Cruella, es un horror.

-Mi madre estaría orgullosa -dije con tono melancólico.

-¿Y te sigue preocupando ser su orgullo?

-No -respondí-. Pero no puedes culparme por recordarla, ¿Qué ustedes no recuerdan a los suyos?

-Trato no hacerlo -dijo Carlos- ¿Quién quisiera recordar que dormía en un armario? ¿Que su madre no la alimentaba? ¿Que era un esclavo? No, gracias. Prefiero borrar cualquier momento en la Isla, excepto los buenos momentos que pasamos.

-Yo sí recuerdo a mi padre, constantemente regañandome, y pidiéndome cosas, más una relación jefe-empleado, así que lo recuerdo como un empleo.

-Al parecer, no soy a la única a la que su madre parecía odiarla -dije-, me obligaba a comer una manzana al día, nada más, había días en los que ni eso comía, me maquillaba hasta que la cara me sangraba, y era una tortura.

Mal permaneció callada, al parecer, no sufrió tanto como nosotros, considerando que es hija de la "Emperatriz Del Mal", chance y su vida no fue tan dolorosa, o tal vez no quería contarnos.

-Hemos llegado -dijo el chófer.

Bajamos de la limusina, habíamos llegado al castillo de Bella, después de que el hada madrina fuera por nosotros a la comisaria, nos metió en este coche, y nos dijo que querían vernos. Nos habíamos metido en problemas antes de que acabara nuestro primer año escolar, la verdad compadecía a Mal.

-Bienvenidos -dijo Bella cuando bajamos-. Adelante, pasen al castillo.

-Creo que estamos en problemas -me susurró Jay.

-Nunca estuve más de acuerdo contigo.

-Bueno, seguramente se han de estar preguntando para qué están aquí, bien, tenemos noticias, dos malas, y una buena.

-¡Las malas primero! -exclamamos los cuatro al unisono.

-La primera: ¿Me quieren explicar qué hacían ustedes en la comisaría? ¿Y por qué habían robado? -el ex-rey bestia parecía tranquilo.

-Nosotros...

-Fue mi culpa -dijo Jay-. Yo fui el su robó esa tela.

-No -dije yo-. Yo quería la tela. Si no fuese por mi no hubieras hecho nada.

-Es mi culpa -dijo Mal-. Yo fui la que le enseñó al tienda a Evie.

-No, en ese caso soy yo el culpable, fue mi idea venir acá -dijo Carlos.

Y ahí me di cuenta que por más de ser villanos, siempre nos tendríamos el uno al otro.

-Fue culpa de los cuatro -dijo Bella-. Los cuatro tienen la responsabilidad. Pero, chicos, tienen que comportarse, ya no están más en la Isla, y si hacen cosas que perjudiquen su mala reputación, y tendremos que regresarlos a la Isla.

Y ahí fue cuando supe que tendríamos que cambiar.

-Okay, entendemos, prometemos no ser tan... ¿Malos? -dijo Mal.

-¿Cuál es la otra mala noticia?

-Tendrán que quedarse unos días en el castillo, hubieron unos imprevistos con la barrera en la coronación.

-¿Qué imprevistos? -preguntó Carlos, que al parecer era el único que pudo decir algo.

-¿Cómo creen que salió Maléfica de la Isla?

Miré a los chicos desesperada, los cuatro sabíamos lo que significaba, y no era bueno:

La barrera se había roto.

-Y según sabemos, cuatro de ellos escaparon.

-¡Mier...!

-¡Jay! -reprendió Bestia.

-Reina, Jafar, Cruella y Maléfica.

Maldecir es malo. Maldecir es malo.

-¡¿ESCAPARON?! -preguntó Carlos alterado- ¡¿TIENEN IDEA DE LO PELIGROSO QUE ESO ES?!

-Carlos, calmate...

-¡No puedo! ¡Ellos! ¡Mi madre...!

Carlos estaba asustado, lo sabía, todos los sabíamos, su mayor temor era su madre, y ahora que la había decepcionado no sabía que le podía hacer, como si dormir en un colchón con hoyos no hubiera sido suficiente.

Aún recuerdo lo horroroso que fue estar en el castillo De Vil, y también recuerdo la amabilidad de Carlos, por un momento me sentí especial, y sentí que alguien me quería, desde ahí, Carlos ha sido más cercano a mi, y no podía estar más feliz.

Pero, dejando la felicidad a un lado, estábamos en problemas, nuestros padres habían salido, la magia en Auradon existe, era nuestro fin.

Los cuatro lo sabíamos. Estábamos acabados.

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