|1.6| Corazón frígido
Año 2016.
18 de abril.
Hokkaido.
Madrugada.
—Llegó una petición de Iván.
—¿Y ahora qué quiere?
Conocía ese nombre, de simple mención, nunca lo trato directamente. Para él era una pieza más del enorme tablero cual se movía con destreza. Por eso mismo no se adentró a informarse, prefirió regresar en otro momento.
Y se hubiera desatendido del asunto si no fuera porque lo siguiente le intereso más de lo que debió.
—Que eliminemos a alguien por él. Esta es la fotografía... si me permite decir, la chica tiene un singular color de cabello, y se llama Sakura.
—Oh... que coincidencia, ¿no lo crees, Fauno?
No lo era.
El destino juega en las mentes, poniendo a las personas dónde no debería y muy cerca del peligro.
Acercándose más a la puerta, se apoyó en esta, atento a la voz de mujer, tan llena de odio y rencor, capaz de lo que sea para conseguir sus objetivos. No se tentaba el corazón.
Le recordaba a cierta persona.
—Lo parece, mi señora —respondió la misma voz rasposa llena de respeto por la mujer.
—¿Y qué me dará a cambio de arreglar su problemilla?
—Le dará la manada completa.
Fue suficiente para entender que ella aceptaría el encargo, pase a que detestaba encargarse de pequeñeces, obtener a los veinte miembros de la manada de Iván era un gran intercambio, desde que pactaron, estaban detrás de los Lobos. La derrota de hace casi un mes en China. Necesitaban los Mestizos de la manda de Iván.
Abrió la puerta de sopetón sin anunciarse como tal, adentrándose a la estancia a paso apesadumbrado. La oscuridad en el gran salón apenas ocultaba las dos presencias. Fauno, de pie a las escaleras, lo miró con sus enormes ojos negros, mostró sus dientes de Minotauro en todo su esplendor. Un gesto de rechazo, nadie le agradaba en lo absoluto.
Se detuvo a medio salón, con la luz de luna filtrándose por los ventanales, las cortinas cafés caían con gracia, ondulándose a la brisa del bosque. Si silueta fue tomando forma a medida que daba otros pasos.
—Oh, llegas justo a tiempo, Sasori —La mujer seguía sentada en una de las butacas del fondo, distinguió sus ojos rojos teñidos de sangre—. Tenía otro trabajo para ti, pero creo que este será más entretenido.
Fauno se acercó a él tendiéndole la foto que antes sostenía ella. La examino sin mostrar ningún gesto en su rostro al comprobar de quién se trataba. Cabello rosado y ojos verdes. Verla plasmada en ese pedazo de papel le trajo muchos recuerdos cuales se ha empeñado a enterrar.
—¿Qué tengo que hacer con ella? —preguntó solemne.
Una sonrisa de lado se asomó en los labios de la mujer.
—Matarla.
19 de abril.
Tokio, Japón.
Tarde.
Sakura lo siguió sus ojos verdes centellantes por sus propias lágrimas. La emoción por saber que aquel familiar del que tanto habla Sasuke es Kakashi, su tío, hermano de su difunta madre.
Eufórica y alegre. Así se sentía. En cualquier momento su pecho explotaría de emoción.
Se sentó en la silla que Kakashi ofreció y él arrastró la propia para acomodarse frente a ella. Lo miró directamente a la cara, Kakashi también había llorado, y sus ojos se veían rojizos. La sonrisa que le mostró la reconfortó demasiado. Estaba conteniendo su llanto, no quería interrumpirlo.
—Sé que tienes muchas preguntas.
—Demasiadas —asintió estando de acuerdo.
Kakashi tomó sus manos entre las suyas, observándola fijamente. Se parecía demasiado a Hana cuando era más joven, sus rasgos fáciles combinados con la forma de los ojos de Kizashi. Verla le trajo cierta nostalgia.
Apretó más sus manos. Debía afrontarla.
—Todo es muy confuso —dijo de pronto Sakura, agobiada—. Siempre ha sido así, rodeada de misterios. Recuerdo muy poco de mi infancia, pero usted sigue presente. Por eso... puedo decir que lo extrañé todos estos años, incluso cuando mis padres murieron.
El Cazador compuso una sonrisa triste.
—Sí, cuando me enteré quise venir por ti.
—¿Por qué no lo hizo entonces? —preguntó dolida. Todo este tiempo él estuvo con vida y jamás apareció hasta ahora. Quiso tirar de sus manos, pero el agarre de Kakashi era firme.
—Ciertas situaciones se atravesaron y lo impidieron.
Pero Sakura no tomó la basta explicación y sus ojos lo reflejaron. A Kakashi le dolió ver esa emoción en su rostro, pero no quería sobrecargarla de información. Debía protegerla incluso de sus recuerdos y de la vida en la que ambos están envueltos, lo menos que quería era lastimarla o abrumarla.
"No la subestimes" había dicho Sasuke antes de salir de la habitación.
Lo recordó. Su mirada sorpresiva y decisiva al mirar a su sobrina.
¿Y si se equivocaba?
—Puedo soportar la verdad —intervino deprisa Sakura, apartando sus manos delicadamente, contrario a como pensó en un principio. Lo miró directamente a los ojos, de una manera extraña—. La mayor parte de mi vida han sucedido cosas extrañas, y ni se diga cuando aparecieron los Hombres-Lobos a querer secuéstrame. Luego, un chico aparece a salvarme diciendo que es mi protector y me da una "introducción" del mundo. Tengo apenas conocimiento del mundo que me rodea y cual pertenezco realmente.
La manera en que lo dijo y sus ojos feroces lo envolvieron, supo el pesor de las palabras de Sasuke. Él se había dado cuenta de ello tras convivir con Sakura en estos días. Bastaba una simple observarla para llegar a esa conclusión. Podía ver cierto miedo tras esa capa determinante, la valentía en saber lo que realmente sucede a su alrededor.
Ella, cansada de tantos rodeos y secretos, lo enfrenta. La motiva a encararlo.
Le devolvió la mirada.
Y habló, esperando no equivocarse.
—Cuando tenías tres años vivías en Canadá, en un pueblo fundando por varias especies Mestizas —comenzó a relatar. Sakura prestó atención—. Una noche nevada atacaron el pueblo, todos estaban desprotegidos. Un... Demonio apareció y tuve que detenerlo, fue cuando me separé de ti y tus padres.
Kakashi suspiró al recordar el vació que lo invadió en ese entonces.
—No sabía si seguías con vida, eso me preocupaba. Me dediqué a buscar tu paradero por años, y me topé... con la muerte de tus padres —dijo soltando el aire contenido—. Debido a que abordaron un avión en París con destino a Afganistán, no estaba seguro de dónde comenzar a buscar nuevamente. Pues en los reportes del accidente no había nadie con tu identidad, lo que supuse que seguías con vida en alguna parte del mundo. Estuve a punto de dar con tu paradero en esa casa hogar en Osaka, cuando...
Guardó silencio, no sabía sí que aquello le preocuparía.
—¿Cuándo qué, tío? —insistió ella ante su silencio.
—Casi logran matarme.
Los ojos de Sakura se agrandaron, inversa en sorpresa, un escalofrío recorrió su espalda baja. Estupefacta, apretó las palmas contra sus rodillas. Se sintió avergonzada por exigir respuestas cuando él tuvo que lidiar con eso para encontrarla. No habló, y Kakashi la miró precavido.
—¿Sakura?
—¿Fue... muy grave? —preguntó.
Kakashi supo a que se refería.
—Hirieron parte de mi hombro derecho —reveló. La cicatriz que cargaba en dicho lugar le peso demasiado—. Ya no puedo sostener por mucho tiempo un arma con la mano derecha sin temblar.
—Lo siento.
Frunció el ceño.
—¿Por qué te disculpas?
—Es sólo que...
Saber que su tío estuvo buscándola por cielo, mar y tierra la reconforto demasiado. Y pensaba que nadie más la consideraba importante además de Tenten, Suigetsu y Karin; resultó que estaba él guardando el anhelo de tenerla frente a frente, su familia de sangre no la abandonó después de todo.
Sus padres una vez le aseguraron que el futuro sería una línea que retorcería de diferente manera, creyó que estaban locos por la seriedad que se lo transmitieron. Pero esta circunstancia lo afirmaba. Antes de la aparición de Sasuke se creía vacía, anormal comparado con las personas, denominándose un espécimen que no debió nacer.
Lamentaba cada día de su tortura. Y ahora...
Ver a Kakashi, aliviado y feliz de encontrarla, le traía una nueva emoción a su vida.
Esperanza.
¿Acaso este era el motivo por el cual debía seguir con vida? ¿Para encontrarse con él?
—No fue debido a tu búsqueda. —Kakashi interrumpió sus pensamientos—. Esto fue... porque, digamos que ambos pertenecemos a un linaje de Cazadores, de los últimos que quedamos e intentaban eliminarme a toda costa.
Y más dudas surgían para ella. ¿Cuándo acabaría el misterio?
—¿Es igual a mí y Sasuke? —preguntó asombrada.
Kakashi torció el gesto, y a Sakura le pareció ver tristeza en sus ojos.
—No. Ustedes con especiales a su manera.
Su respuesta encerró demasiadas dudas, pero no siguió insistiendo. Por el momento le interesaba saber más de los motivos. No de su procedencia.
Hizo un sobre esfuerzo en frenar su curiosidad, las respuestas llegarían. Sasuke le prometió decirle finalmente "qué" era si encontraba a su familiar, bien, lo ha conseguido y él no podrá romper su promesa a menos que desee conocerla realmente furiosa.
—Entonces por eso no fue a Osaka en ese entonces.
El hombre asintió. Vio dudas en sus ojos cuales reprimió, seguía inversa en su historia.
—Sasuke y sus hermanos me ocultaron por un tiempo, y continuaron con la búsqueda hasta que me recuperé y me les uní. Mis enemigos piensan que estoy muerto, es un beneficio que debo aprovechar.
Respondió a la pregunta implícita de Sakura de porqué utilizaba un cubrebocas o el color de su cabello. Recordó que antes era castaño claro, y ahora un color plateado que brillaba a la luz del sol. Lo dedujo en un instante, se escondía de sus persecutores. Apostaba que su nombre fue lo único que deja abiertamente.
—Pero, todo valió la pena. Al final pudimos encontrarte —aseguró con una sonrisa, el hoyuelo de su mejilla se marcó.
Ella le devolvió el gesto, dándose cuenta de que la confianza era sincera. No pasajera, en verdad la sentía. El cariño que le profeso de niña y su mención, seguía ahí. Hana lo alimentaba al relatarle su infancia con él, maravillándose y apegándose a él pensando que nunca volvería a verlo. Viéndolo como un difunto.
Por fin, el hueco de su pecho era llenado.
—No entiendo del todo porque no apareció de inmediato y envió a Sasuke en su lugar —Frunció los labios, consternada.
—Antes debía resolver unos problemas. Sakura —dijo su nombre en advertencia al ver que separaba sus labios para interrogarlo—. Por el momento es mejor que no sepas mucho.
—¿Usted también me ocultara información? —El que la detuviera le frustró demasiado.
—No se trata de eso, más bien, de algo mucho más grande.
—¿Acaso no confía en mí?
Lo dijo con tanto coraje y tristeza combinadas, que a Kakashi le dolió el corazón. Pero no flaqueó, permanecer firme a su decisión era lo correcto. Todavía no estaba lista para toda la verdad, confesárselo sería darle una carga que nunca llegó a imaginar.
Primero debía prepararla mentalmente, no sería fácil.
—Claro que confió en ti.
—Entonces, ¿por qué no me dice?
La mirada de Sakura rayaba desesperación, en verdad deseaba saber la verdad.
Kakashi solamente negó mudamente.
—Aún no estás lista para afrontarlo.
Sakura tragó grueso, pensando en la gravedad de lo que le ocultaba realmente. Por la mirada solemne de su tío, presionarlo no sería la mejor idea del mundo. Una vez más, reprimiría su ansiedad por respuestas. Tampoco sería inteligente la sobrecarga de información, por más que deseara saberlo todo ya, estaba consciente del riesgo.
Sasuke y Kakashi se lo advertían. Era mejor frenarse y aceptarlo, por el momento.
Suspiró, dando por sentado que accedería a lo que le dijesen poco a poco.
—Bien. No preguntaré nada más al respecto... pero quiero saber lo demás —renegó, no aceptaría un no por respuesta.
Y Kakashi sabía que sería inevitable ocultarle más cosas de su origen, en parte ella estaba en su derecho de saberlo. Así que eso no lo mantendría en secreto.
La puerta se abrió de sopetón, y ambos giraron la vista a esa dirección.
Naruto se asomó por el umbra, mantenía una expresión serena, pero sus ojos parecían urgentes. Clavó su mirada en Sakura, en su propia confusión.
—No sabía que Sakura estaba aquí —dijo confundido y luego sonrió de lado.
La aludida no sabía por qué mencionó su nombre de una forma tan familiar, como si la conociera de toda la vida.
Kakashi suspiró, el chico siempre trata a cualquiera con esa actitud tan amigable. Y Sakura no sería la excepción, por supuesto.
—Sakura, él es Naruto, también me ayudó en tu búsqueda —lo presentó suspirando.
La chica lo miró fijamente. No supo porque, pero le causo una buena impresión, su mirada era retadora y a la vez amigable, parecía ser ese tipo de persona positiva y sociable. Distinto a ella que rehúye de cualquiera.
Tal vez contribuía al hecho de que ayudo a su tío a buscarla.
—Un gusto... —dijo, vacilante.
Naruto sonrió más.
—Si me permites elogiarte, Sakura, de cerca eres mucho más hermosa —alabó mandándole un giñó, lo que provocó un sonrojo en la chica.
—G-Gracias. —Se apenó por el cumplido.
—¿Qué necesitas, Naruto? —inquirió el hombre por su interrupción.
El rubio compuso una mueca al recordarlo.
—Cierto. Ahora mismo Sasuke está reteniendo a un chico que pertenece a la manada de Iván. Lo vi hace rato seguir a Sakura por las instalaciones de la escuela.
Tal dató logró que Kakashi se incorporara rápidamente. Y Sakura se tensó en su lugar, recordar el acontecimiento del tren le traía malos recuerdos y reacciones nada gratas a su cuerpo.
—¿Dónde está?
—Aquí mismo.
Sasuke venía caminando por el pasillo, lo vieron a través de la ventana, agarraba fuertemente los brazos de un escuálido muchacho de cabellera ceniza, se quejaba del dolor por sus brazos alzados de una manera incomoda. Naruto se apartó de la entrada dándole paso y cerró la puerta con pestillo.
Al tenerlo de cerca, Sakura observó el rostro pálido del muchacho, ojos enmarcados de ojeras y labios agrietados. Su estado gritaba lo deplorable que se veía, incluso sus movimientos, débiles y sosos. No hacía el menor esfuerzo para liberarse del agarre.
Sasuke lo obligó a ponerse de rodillas y advirtió con voz amenazante que si intentaba algo conocería el verdadero dolor. Quedando muy claro sus palabras, permaneció quieto, con la vista gacha al suelo.
Kakashi esperó a que Naruto bajara la última persiana para quedar totalmente aislados de ojos curiosos. Se acercó al chico con la intensión de averiguar su aparición. Vio su aura negra vibrar en contorno a su silueta. Sin duda alguna se trataba de un Mestizo con gen de Lobo.
—¿Cómo te llamas?
El chico apenas tensó los músculos. Parpadeó varias veces antes de contestar con voz patosa, como si no hubiera tomado agua por mucho tiempo.
—Isas.
—¿Por qué la perseguías a ella?
Señaló con un ademan a Sakura.
Los ojos azules del muchacho se enfocaron en ella, intrigado una vez más por su ausencia de aura. Cerró los ojos, aparentemente cansado. La fuerza con la que Sasuke lo sujetaba era innata, digno de un Alfa. Sentía cada poro de su piel doblegarse, amenazado por el dominio que ejercía sobre él.
—Es una vía... para encontrarlo —farfulló.
—¿Encontrar a quién? —cuestionó una vez más Kakashi.
—A él.
Y apuntó con su pulgar hacia atrás, rozando el brazo del muchacho que lo sostenía. Ciertamente esa no era la respuesta que los varones esperaban, se miraron entre sí, y luego a Sakura que permanecía en silencio, contemplando el estado deplorable del chico arrodillado.
Al ver que apenas se movía, Sasuke lo dejó libre. Lo rodeó hasta quedar frente a él, no mostró ni una pizca de compasión al verlo sostenerse sobre sus brazos tambaleantes. Débil e indefenso. ¿Por qué se arriesgó a aparecer frente a ellos poniendo su vida en riesgo? La razón debía ser poderosa.
Isas tragó grueso. Estar frente a un Cazador puro le causaba nervios. No se acobardo, no después de haber logrado escapar de ese infierno. Procedió a explicarse desde el principio, ellos sabían que estaba ligado con Iván.
—Hace unas semanas Iván descubrió las actividades de Suigetsu —La mención del nombre de su amigo puso más alerta a Sakura—. Que la protegía a ella de ciertas criaturas —cerró los ojos al tratar de sentarse, cayó se sopetón y apenas logró mantener la cabeza en alto para mirar a la chica con intensidad preguntándose porque era tan especial a tal grado que el peliblanco puso en riesgo su pellejo—. Mandó a capturarla para saber porque lo hacía, y ahí se enteró que no sólo él la protegía, si no, el Alfa Mestizo que llegó recientemente a la ciudad. Ató cabos y dedujo que Suigetsu estaba involucrado, lo considero traición y lo encerró con nosotros en el calabozo.
La traición. Un tema bastante delicado entre las manadas de Lobos. Siendo criaturas apegadas a su piel y sentimientos, cualquier acto terrorífico tendría severas consecuencias. Lo entendía, por un lado, pero hasta ese punto le parecía absurdo.
—Por eso Suigetsu desapareció de repente después de esa noche —murmuró Kakashi.
—Oye, dijiste que lo encerraron con ustedes en el calabozo —intervino Naruto interesado por ese detalle.
Isas se quejó de dolor nuevamente al mover su rostro rápidamente a él.
—Sí... Iván aborrece a los Mestizos por completo. —Al decirlo, clavó sus ojos en Sasuke—. Utilizó su voz de mando para prohibirnos cambiar de fase y nos lanzó a una cueva para que perezcamos uno tras otro de inanición.
El rostro de Sakura se deformó al escuchar tal atrocidad. ¿Cómo podría alguien hacerles eso a unos pobres chicos? Estimaba que Isas no pasaba de los quince años, y a pesar de eso, se veía tan débil que incluso el aire más fuerte podría romperlo. Sucio y con ropas rasgadas, entendió el porqué de su aspecto.
Al principio le tuvo cierto miedo, pero, tras escucharlo, comenzó a sentir lástima por él.
—Iván está loco —rugió Naruto bastante molesto—. Encerrarlos por ser Mestizos... ¡que se pudra él!
Sakura no comprendió del todo la definición, basándose por la lógica y por la información proporcionada, Isas debía ser mitad Hombre-Lobo y mitad de otra especie. No veía nada raro en él conforme a apariencia u olor. Apenas podía percibir su aroma.
—¿Y por qué me buscas? —Sasuke planteó la cuestión inicial del tema.
Pase a todo lo relatado, no le tocó el corazón. ¿Qué quería Isas? ¿Qué se compadeciera de él y dijera que todo saldría bien? Absurdo, no le interesaba en lo más mínimo. Ciertamente perder a Suigetsu como aliado sería una verdadera pena. No estaba muy apegado a él después de todo.
Isas suspiró.
—Escuché ciertos rumores sobre ti. Lo pensé mucho y... escape en tu busca a pedirte ayuda.
Se calló. La sonrisa desdeñosa que le mostró el muchacho Alfa no le fue muy amistosa. En su mente la comparo con las muecas maniáticas de Iván, y hubo mucho parecido. Tuvo un escalofrío interno. Ganas de huir no le faltaron en ese instante.
—¿Por qué piensas que les ayudaré? —cuestionó bastante tranquilo.
—B-Bueno, eres un Mestizo... ¿no?
La mirada de Sasuke enmudeció. Que le recordaran su origen no le parecía nada grato. Sintió la pesada mirada de Sakura a su costado, la observó de reojo, permanecía expectante a la plática y en segundo plano. Controlaba muy bien su curiosidad.
Volvió a centrarse en Isas.
—El que sea uno no significa que lo haré.
Llegados a este punto, Isas tensó todo su cuerpo por la respuesta negativa. Suigetsu se lo advirtió en un principio que Sasuke parecía ser una criatura sin piedad, pero él creía firmemente que en verdad lo era.
Se tragó su orgullo.
Se tragó sus ansias de gritarle.
Se tragó todo.
Permaneció la creciente desesperación en su pecho. Si no lo convencía... el resto de su familia perecería en la cueva. Pensó que al exponerle que si vencía a Iván el peligro para esa chica pelirrosa acabaría, y se equivocó.
A Sasuke no le importó.
Con sus últimas fuerzas, se arrastró a él, tomándolo de los pies. No le quedaba de otra más que suplicar. Lo miró directamente a los ojos, no vio compasión en los de Sasuke. Le devolvía la mirada fría e indiferente. Pero no se movió.
—Te lo ruego —pidió con voz de hilo—. Eres el único que puede ayudarnos.
Pero el azabache no se inmuto. Ni siquiera al tener las miradas de los demás sobre él. ¿Lo creían un alma caritativa? Esbozó una irónica sonrisa. Ayudar a las personas de su misma especie ajenas a su círculo social... dejó de interesarle.
Cuando tienes un corazón bondadoso solamente lo destrozan.
—Lo último que deseo es hacerme cargo de una maldita manada moribunda.
Sus palabras calaron visiblemente en Isas, sus ojos se agrandaron y el agarre de sus manos se debilitaron. Su cuerpo tendido en el suelo perdiendo toda fuerza y, temblando, apartó sus brazos. Su crueldad era tan grande como la de Iván.
No. Simplemente este chico tampoco tenía corazón.
—Sasuke... —susurró impresionada Sakura.
Sintió la opresión al recibir una mirada dura. La imagen que tenía de él se vio distorsionada por su mera negación en ayudar a un grupo de chicos al borde de la muerte, entre ellos, a Suigetsu.
Les daba la espalda.
—No sé por qué creí que podrías ayudarnos —espetó Isas. Apenas con fuerzas, se movió a un lado, trataba de sentarse—. ¿No se supone que entre los Mestizos nos ayudábamos? ¿Eh? "Jamás podrán matar nuestra voluntad" —recitó con voz grave.
Aquella mención logró tensar a Sasuke visiblemente, entrecerró los ojos bastante afectado, y después de unos segundos se recobró con facilidad. Tan acostumbrado estaba en ocultar sus emociones que no le pareció un verdadero reto.
Permanecieron en silencio, observando como Isas se quedó sumamente quieto al intentar levantarse. No se movió, no dijo nada más.
—¿No habrá...?
—Aún escuchó su corazón —respondió de golpe Sakura a su tío.
Vacilante, se acercó rápidamente al chico que yacía en el suelo, inconsciente. Se arrodilló a su lado para voltear su cabeza y así mirarlo. Detalló a fondo su rostro cansino y demacrado, totalmente flaco. Era un verdadero milagro que siguiera caminando, y, sobre todo, con vida.
Se permitió tocarle la frente, su piel seguía caliente pase a las condiciones que les relato. La asimiló de inmediato con la temperatura corporal de Sasuke. Los Hombres-Lobos tenían una temperatura alta comparada con la de los humanos. Pero su condición era grave.
—Naruto, llévalo al hospital con Tsunade —dijo Kakashi al transcurrir los segundos—. Vigílalo hasta que despierte. —Su mirada se posó en el azabache que seguía observando a Isas—. Sasuke, hablemos un momento.
—Iré a dejar a la señorita a su trabajo —espetó el susodicho sin mirarlo.
El rubio procedió a acercarse a Isas, Sakura seguía a su lado. Le sonrió para tranquilizarla, asegurándole que estaría bien con los mejores cuidados. Y mintió perfectamente sólo para que ella no se preocupara más.
La realidad es que Isas era un Mestizo. Y sí era su primera batalla con su salud... había muchas posibilidades que nunca más abriera los ojos.
Lo cargó sobre su hombro y se dirigió a la ventana.
Naruto marchó sin mirar a Sasuke.
Ciertamente no podía culpar a su amigo por la renuencia que mostraba en ayudarlos. Después de todo, no era una persona que se dedicaba a salvar al indefenso, refugiar a los necesitados. No, desde hace ya bastantes años dejó esa personalidad en el olvido tras las diversas traiciones.
Se cansó de confiar en los demás.
Se cansó de ser pisoteado.
Se cansó de ser gentil.
Y se convirtió en lo que es: un joven sin escrúpulos que arrebataba vidas sin misericordia.
Cómo se la quitaron a Mikoto.
Normalmente el silencio sería llenado por las cuestiones de Sakura, intrigada a saber cada vez más, intentando saciar su curiosidad sin tomar en cuenta los límites. Sin embargo, nada salió de su boca en el trayecto al centro. Su mirada estaba perdida en un punto en la nada, sin atreverse a dirigirle la palabra a su acompañante.
Seguía consternada por lo sucedido con Isas, le rogó a Sasuke que los ayudara, tirándose a sus pies, humillándose, expresando su dolor. Y le fue indiferente a él.
La imagen que tenía de él se rompió en un segundo.
El coraje que sentía lo traía atorado en su garganta. Reclamarle, sí, lo quería hacer. Se detenía en el último segundo. ¿Quién era ella para hacerlo? Ciertamente, en una situación similar... no sabría qué hacer. Aunque estaba segura de que haría lo posible, no por alto la vida de los demás.
Al fijarse por la ventana, se percató de que Sasuke no iba a la entrada principal del centro comercial. Se adentró por detrás del estacionamiento, directamente a la zona de restaurantes. Del otro lado del callejón dónde entraban los empleados, detuvo el auto cerca.
—¿Piensas que soy un degenerado?
Su pregunta la retuvo de bajarse a prisas y evitar reclamarle. Siendo él quien habló, volteó la cabeza, mirándolo. Sus ojos negros permanecían lejos de ella, sus fracciones seguían tensas, igual de como salieron de la preparatoria.
Dudó en responder.
—Pienso en cómo puedes ser diferente a su dolor —dijo sin rodeos—. Lo escuchaste y viste su estado deplorable. ¿No sentiste ninguna clase de compasión?
Sasuke no movió ningún músculo.
—Ese es el problema: si siempre les tengo compasión, de una u otra forma será mi responsabilidad.
Entonces la miró fijamente, cortándole la respiración. No aparto la suya, manteniendo desafiante sus gestos. Lejos de sentirse intimidada, se permitió sacar el coraje de su interior. Su intención no era hacerle entrar en razón, solamente... necesitaba conocer sus razones.
¿Quién era él realmente?
Hasta ahora no había mostrado ese lado. Los momentos que pasa a su lado parecía tranquilo y, hasta cierto punto, aliviado. En varias ocasiones lo ha pillado mirándola de esa forma anhelante, como si esperara que desapareciera en cualquier momento.
Tanía ganas de hacerle frente y preguntarle que porqué la miraba así, pero se acobarda en el último segundo presintiendo que la respuesta sacaría a la luz sus emociones escondidas.
—¿Te da miedo asumir la responsabilidad de Alfa?
La forma en que le hablaba, sin restricciones, ayudó a Sasuke en concentrarse debidamente. Ella comenzaba a comprender la carga del mundo que le presentó en un principio. Tanto que, al conversar, no se limitaba a titubear e iba de frente.
—¿Miedo? —repitió en voz baja, sus ojos brillaron por una emoción oscura—. No, señorita. Resulta más complicado de lo que piensas.
—Yo lo veo muy sencillo —contradijo muy segura—. Solamente debes ganarle a Iván en una pela para tomar su poderío... ¿No?
—Tengo que matarlo.
La revelación no fue bien recibida por Sakura, quién torció los labios, disgustada y un poco asustada por esa visión. ¿Matarlo? Desvió la mirada a las manos de Sasuke, que reposaban en el volante, sus dedos largos, cicatrices apenas visibles adornaba su piel. Se preguntó, ausente, como llegaron ahí.
—No tengo problemas en arrebatarle la vida a ese malnacido —aclaró, notando la inquietud de sus ojos al ver sus manos—. Quedarme a cargo de esos chicos sería una responsabilidad a la cual hui hace años.
—Así que prefieres ignorar el hecho que sólo tú puedes salvarlos —dijo muy despacio a sabiendas su respuesta. Lo enfocó profesándole tantas emociones encerradas en su pecho—. ¿Simplemente lo olvidarás sólo por qué no quieres tomar un puesto?
—Miles de personas mueren a diario, un puñado no hará la diferencia.
Estupefacta, entreabrió los labios. Su respuesta espetada de una forma fría y sin remordimientos, le trajo un vértigo. Sin creerlo realmente, soltó aire por la nariz. Era cruel pensar de esa manera. ¡Tenía en sus manos la vida de esas personas! ¿Daría la media vuelta y los dejaría morir?
Quería bajarse del auto, alejarse de él y sus pensamientos. ¿Cómo podría él no tener conciencia para decirlo tan a la ligera? La vida, una joya apreciada otorgada cual pertenecía a cada quién en este mundo.
Claramente Sasuke no lo veía así.
—No tienes corazón.
Lo dijo cargada de coraje. Ni siquiera lo miró cuando abrió la puerta del copiloto dispuesta a marcharse. Compartir el mismo aire que él, cada segundo a su lado le atraería más coraje.
Sintió su mano tomar la suya y atraerla de vuelta al asiento, soltó una exclamación muda y giró a él dispuesta a exigirle que la soltara. Pero lo que hizo Sasuke la dejó totalmente perpleja.
Guio su mano a su torso, del lado izquierdo. Su rostro estaba a una distancia prudente, y sus ojos negros tan profundos y carentes de emociones la enfocaron avivando los suyos. Su molestia era tan grande que no se sintió intimidada o avergonzada. Sólo quería apartar la mano de ahí.
—¿Lo sientes? —preguntó él, serio. Se atrevió a acercarse un poco más y apretar su mano al pecho. Ella frunció el entrecejo, sin comprender al principio—. Escuchas mi corazón y lo sientes latir bajo tus dedos.
Era cierto. Si ponía la debida atención, sus oídos captaban un ligero sonido, sus palpitaciones por segundo. El calor traspasaba su camisa y se colaba en sus dedos, los golpes a su pecho los sentía. Uno, dos, tres. Se repetía, inversa en proporcionar vitalidad a él.
Muda, no supo que responder.
—Tengo este órgano que no hace más que causarme problemas. ¿Sentir compasión? Dime una cosa, ¿acaso crees que voy por la vida salvando a otros? ¿Cómo a ti?
—Yo...
—No lo hago. Tú eres un favor que debo a Kakashi —le soltó la mano de una forma brusca—. Contigo es una obligación.
A pesar de que intentó, por todos los medios, aparentar que sus palabras no la hirieron, Sakura sintió un vació en su pecho al escucharlas. Su expresión debió delatarla muy pronto. Incluso antes de reponerse de golpe y apretar los labios.
Nunca esperó llegar a este punto. Ciertamente su parte racional se lo advirtió, involucrarse mucho con él traería problemas, se haría ilusiones de que por fin alguien llegó a comprenderla voluntariamente. ¿Quién en su sano juicio querría convivir con ella de esa forma?
Soltó un bufido, ocultando momentáneamente el nudo de su garganta.
—Así que te fastidia estar a mi lado.
El azabache contestó inmediatamente.
—No quise decirlo así exactamente.
Los ojos fríos de Sasuke se ablandaron de repente al mirarla, no tuvo el suficiente valor de sostener el gesto. Con la cabeza gacha, jaló bruscamente su mano y se bajó del automóvil. Había tenido bastante ese día y todavía no terminaba.
Antes de cerrar la puerta, se agachó ligeramente para verlo mejor.
—Si tanto te cuesta protegerme, olvídate de tu favor, así como lo haces con Isas y sus amigos. Es más, trae a Iván para que me mate, así tendrás una carga menos.
Cerró la puerta de sopetón, descargando su frustración y enojo. Prácticamente corrió al callejón al escuchar la otra puerta abrirse, señal de que él había decidido bajarse para enfrentarla.
Demasiado tarde, ya había ingresado al restaurante poniendo la puerta de barrera.
Incluso a ella le dolieron sus palabras.
Tarde-noche.
Hospital general de Tokio.
Por primera vez en años, quería retractarse de sus palabras. Golpearse una y otra vez la cabeza, reclamándose por ser tan estúpido y desconsiderado. ¿Hasta cuándo aprenderá que esa actitud acarrea problemas?
Siempre ocultó sus verdaderas emociones, dominó cada rasgo de su rostro, cada musculo y así controlarlo a su antojo. A veces sus reacciones espontaneas le causaba cierta incomodidad. Vivir rodeado de un ambiente cual tenías que aparentar ser otra persona no le resultó favorecedor.
Aprendió a ser insensible al dolor ajeno.
Aprendió a dar la espalda a quienes no conocía.
Aprendió a enterar su humildad para que su vida perseverara.
Y también, con quién personas utilizarlo.
Sakura no era una enemiga, mucho menos una amenaza.
Entonces, ¿por qué la hirió de esa forma tan cruel?
Sabía que ella tenía una herida profunda en su corazón. Ser rechazada por los humanos toda su vida al considerarla anormal, se encerraba en un círculo de confort y no dejaba pasar a cualquiera que no gane su confianza. Pocas son las personas que lo consiguieron, y fue porque son parecidos a ella.
Su percepción de las personas es rara y confusa, pero su bondad y benevolencia estaban intactas mientras que fueran extraños. La solidaridad a los demás, sin medir las consecuencias externas o el grave error oculto en segundas intenciones.
"Amor al prójimo", gravadas en las escrituras. Le parecía de muy mal gusto recordarlo, cuando Sakura y él fueron concebidos de los más imperdonables pecados. Son una especie cual el Todopoderoso aborrece. ¿Por qué tener compasión y bondad por los demás cuándo ellos no la obtienen? ¿Preocuparse por los demás? Él dejó de hacerlo hace bastantes años para no volverse loco.
Por eso, simplemente no comprendía la bondad en el corazón de la chica pase a todo lo que ha vivido en su corta vida, acertando que hay más de lo que habla, ocultándolo.
Aunque no le daba derecho de hablarle así.
Soltó el aire retenido en su pecho.
Sus ojos verdes eran tan profundos y fáciles de leer. Sus fracciones permanecían impunes, perfectamente controladas con las emociones que destilaban sus labios. Pero, sus ojos la delataban vilmente. Dos ventanas que profesaban demasiadas ideas, un sentimiento puro, ningún rodeo en ellos.
Pero cuando la emoción era tan intensa e impactante, su rostro se descomponía.
Justo como ese momento, cuando soltó las palabras sin pensarlo demasiado. Sus cejas se alzaron y sus labios se abrieron. Cada fracción de su rostro formó una mueca y demostró lo herida que sintió en su pecho.
Se lamentó en silencio. Él no quería expresarlo de esa forma.
¿Y traer a Iván? Jamás.
Verla muerta... desde que la encontró no ha pasado por su mente esa imagen, rememorarla le revolvía el estómago. Se estaba acostumbrando a ella que le era imposible imaginársela, no mientras él estuviese a su lado.
Protegiéndola.
—Te tomaste tu tiempo para regresar.
Kakashi venía cruzando las puertas del hospital, pasando por la ambulancia que se estacionó rápidamente en la acera. El sonido de las sirenas le parecía lejanos, las voces a su alrededor, gritos y llantos de los familiares de esa persona sobre la camilla, luchando por su vida.
Miró el cielo sobre él, en unos escasos minutos acabaría el ocaso y daría paso a las estrellas. Aún no se acostumbraba a ver unas cuantas, en el pasado, todo estaba inundado de eso puntos que formaban imágenes dignas de ver por horas sin cansarse.
—Tenía que pensar en todo —espetó tirando el cigarrillo que sostenía en sus manos. Fumar siempre le ayudaba a concentrarse cuando estaba estresado, y el Cazador lo sabía.
Pero dudaba que la situación de Isas lo tuviera así. Algo más ocurrió.
—¿Sakura con quién se quedó?
—Karin estaba ahí, me aseguré de ello. También le dije que se quedara hoy con ella en su departamento —comentó lo último frunciendo el ceño—. Dudo mucho que la señorita quiera verme en estos momentos.
Kakashi lo miró serio.
—¿Qué le hiciste?
—Le dije algo que no debía —reveló sin rodeos.
Decirlo le resultó más grave de lo que era, sobre todo a Kakashi, pero le tenía la suficiente confianza para mostrar esa clase de debilidad. Soltó un resoplido y se encaminó a la entrada del hospital.
—¿Qué fue exactamente?
—Que la cuido por un favor que te debo. Le di a entender que no quiero estar a su lado.
—No es exactamente una mentira.
Se detuvo en seco, sospesando las palabras de Kakashi. ¿Lo era?
—Piénsalo de esta forma, si ella no te quiere cerca, simplemente puedes... —comentó Kakashi.
Le envió una mirada seca al entender su insinuación.
—No dejaré de protegerla, ¿está claro? Lo haré desde lejos, como al principio.
Y retomó su andar sin advertir de la expresión resignada del Cazador.
Noche.
Trabajar arduamente en el restaurante fue la mejor decisión que tomó al instante. Despejar su mente y olvidar las hirientes palabras del azabache. Todo. Incluso que pertenecía a otra realidad oculta. Quiso ser de nuevo esa chica de que lo único que se preocupaba era llegar viva al final del mes.
La tarde acabo demasiado rápido, y agradeció infinitamente de que, tras beber mucha agua, la picazón de su garganta persistiera. Lo menos que quería era tener el malestar por el resto de la semana, bastante tenía ya con sus propios problemas.
Su jornada acabó tarde, al haberse retrasado en su hora de entrada, sería la última en quedarse junto a Karin que decidió hacerle compañía. Decir que se tragó la excusa sería mentirse. Sospechaba que la pelirroja sabía más, no por nada era amiga cercana de Suigetsu, a menos que él se lo ocultara.
Así como lo hizo con ella. Sabía de primera mano que Karin era una Vampiresa, aún le costaba asimilarlo.
Terminó su horario al cerrar la puerta de empleado con el juego de llaves, se las entregó a Karin ya que ella llegaría al día siguiente por la mañana.
Caminaron en silencio por el estacionamiento del centro comercial, hasta que Karin habló.
—¿Te sientes bien?
Sakura dudó en decirle, ciertamente su pecho explotaría en cualquier momento, necesita sacar las emociones que atosigaban su mente, haciéndola incapaz de olvidar. Pero también quería saber los motivos de Karin para cuidarla. ¿Serán los mismos de Sasuke, por obligación?
Recordarlo le daba jaqueca.
—Karin, si te pregunto algo... —Se detuvo un momento, y Karin la imitó, mirándola expectante—. ¿Me dirías la verdad?
La pelirroja juntó las cejas, ciertamente no le sorprendía las dudas de Sakura. Las esperaba, se había preparado para esto desde que Sasuke apareció a sustituirlos.
—A medida que necesites saber.
La basta respuesta le infundo el valor suficiente para continuar. Retomo su andar, con la vista fija al frente, sus pasos eran lentos con la intención de retrasarla, pensar en cual pregunta expondría a ella.
—¿Por qué... me proteges? —murmuró con voz apagada—. ¿Es por la misma razón que Sasuke?
—Es un deber que le prometí a tus padres, Sakura —dijo después de meditarlo unos segundos. Decidida, suspiró, un hábito humano cual estaba acostumbrada—. El deber y la obligación están separados por una línea fina. Mi deber es cuidarte porque le hice una promesa a propia voluntad, ¿entiendes? Quise hacerlo desde el principio.
—¿Desde hace cuánto me protegen?
Decirlo así, se sentía una niña pequeña. No le agradó demasiado por ese punto, su mohín lo demostró.
Karin esbozó una pequeña sonrisa.
—Mucho antes de lo que piensas. Suigetsu y yo te cuidamos desde lejos, con el pasar de los años Lord Kizashi vio innecesario que nos mantuviéramos en las sombras y nos permitió acercarnos más a ti —Se rascó la mejilla, pensativa—. Te protegíamos de todo peligro, incluso de...
Cerró la boca a tiempo, apretando los labios en una línea fina. Recordar a ese sujeto desagradable le hervía la poca sangre que circulaba en su apestoso cuerpo. El coraje que sentía nunca ha sido dispersado. Juró matarlo algún día, por hacer sufrir a Sakura, de la peor forma posible.
Un corazón roto era más doloroso que las heridas físicas.
La chica notó el abrupto cambio en la expresión de Karin, sus ojos rojos reflejaban impotencia y recelo a alguien en sus recuerdos. Se preguntó a cuál de sus enemigos recordó, seguramente estaría en otro mundo contando que ella seguía viva.
Viró la vista al frente, comprendiendo, asustada, lo que significaban sus palabras. Siempre la protegieron del peligro, de personas como Iván que intentaban hacerle daño. ¿Por qué la perseguían tanto?
Hasta ahora no se percato de eso. En las ocasiones en las que Sasuke salía por la madrugada, regresaba apestando a sangre agria, similar al petróleo. Él creía que no se daba cuenta, y decidió ignorarlo, por su propio bien. Para no involucrarse más.
Lo cierta es que se mentía. Se ocultaba en su capazón, fingiendo demencia.
—¿Incluso de...? —Sin embargo, no seguiría huyendo.
Karin se rehusó a contestar, negando con la cabeza a medida que se apresuraban al otro extremo del estacionamiento. Había pocos automóviles estacionados, distanciados entre sí. El centro de la ciudad a sus espaldas, dejando atrás el bullicio de los coches y las mismas voces.
Se acercó más a ella, queriendo saber. Su intentó de persuadirla quedó al aire notando que se detenía en seco, completamente plasmada, su rostro se tornó amenazante y frunció los labios. Sus ojos se fijaban en un punto determinado.
Siguió con la mirada aquello que provocó esa reacción en Karin. Su corazón se aceleró en cuanto lo encontró.
Y quiso no haberlo echo en ese instante.
De sus labios, salió el nombre que tanto le causó sufrimiento.
—Sasori...
Sasuke miró a Isas a través del cristal, con la mascarilla de oxigeno sobre su nariz y el monitor cardíaco a su lado, marcando los latidos de su corazón. No expresó nada, simplemente se quedó quieto, esperando a que Kakashi se terminara de informar con las enfermeras sobre el sombrío estado del chico.
Ladeó la cabeza, olfateando aromas desconocidos en el aire. Una persona muy conocida se alejaba de él. Descruzó los brazos de su torso y dio dos pasos a esa dirección, dispuesto a ir tras él.
—¿A dónde vas, Sasuke? —lo llamó Kakashi desde atrás.
Detuvo en seco su andar. Sería mejor esperar a encontrarlo, Kakashi no lo dejaría en paz hasta haber hablado seriamente con él. estaba seguro de que intentaría persuadirlo de ayudar a los Mestizos de esa manada. Y claramente expondría sus razones. Por supuesto, como él no tomaría el mando.
Pase a ser un Alfa como tal, nunca fue apegado a ninguna manada. Jamás tuvo esa intención y mucho menos ahora, no después de haber huido de la muerte. Un Alfa-Mestizo no es común en estos días, sobre todo en las manadas, la mayoría desprecian a los de su especie; en consecuencia, llegan al mismo extremo de Iván.
—¿Shikamaru está aquí? —preguntó frunciendo el ceño.
El Cazador asintió.
—Lo verás después. Tenemos que resolver este asunto, no podemos ignorarlo.
Y se dirigió en dirección contraria, invitándolo a seguirlo.
Sasuke apretó ligeramente los dientes al seguir. Odiaba con todo su ser esa sensación de que iba a ser regañado, no debía sentirse así, ya no era un estúpido niño impulsivo que buscaba problemas que no le concernían. Solamente tratarían puntos estratégicos y tomaría la mejor decisión.
Después de avanzar al fondo en silencio, se detuvo en medio del pulcro pasillo, sus oídos comenzaron a zumbar, primero fue ligero que apenas se percató, y de pronto, comenzó a zumbar sin control. Fue una reacción repentina, que incluso se cuestionó de dónde venía la inoportuna inquietud que le embargó por completo. Una voz susurrante en su mente, un eco lejano intentaba darle la familiaridad de ese instante.
Al frente, Kakashi se detuvo al no sentir sus pasos. Se giró a él cuestionándolo con la mirada cuyos ojos se entrecerraron al verlo tan absorto, fuera de este mundo. Frunció el ceño y se acercó rápidamente. Verlo en ese trance no era normal.
—¿Qué sucede? —le preguntó sin rodeos.
—Es mi instinto —reveló el azabache elevando la cabeza, viendo a sus lados las paredes blancas—. Tengo un maldito presentimiento.
Confiaba ciegamente en su instinto antes que cualquier otra cosa. Muchas veces le ha salvado el pellejo, le faltarían dedos para contarlo. Lo que le inquietaba, era saber que clase de peligro corría él ahí. No sentía ninguna presencia peligrosa a su alrededor y tampoco los vellos de sus brazos se erizaron, era más bien... una advertencia.
Le irritaba no saberlo.
—¿Seguro que es un instinto? No siento nada alrededor —dijo Kakashi avanzando a pasos agigantados a la siguiente intersección, verificando el perímetro.
Sasuke se quedó ahí, procesando el fuerte ataque de pánico que comenzaba a inundarlo, trabajó mucho en sus emociones antes, así que calmarse no fue tarea difícil. La parte con la que batalló fue en hallar la razón, ¿por qué de repente sentía esta opresión en el pecho?
Nunca la había sentido, no que recordara.
Completamente estático, reparo la última frase. No que él recordara...
Cuando algo próximo se acercaba a él, sus sentidos se activaban segundo antes, apenas le daba tiempo en reaccionar. El patrón se repite una y otra vez, sin dudarlo. Lo tiene guardado en su memoria, su cuerpo reaccionaba a enfrentar al enemigo por inercia. Pero no había nadie a su alrededor, además de Kakashi —quién claramente no era una amenaza—.
Lo que quedaba un espacio. Los presentimientos nunca se aferraban a él, parecía más un cuento sacado de pesadillas para atormentarlo. La última vez que lo sintió, y que recordara fue cuando asesinaron a su madre.
Horror.
Estaba unido tanto a su madre que el peligro a su alrededor se eclipsaba en él de esa manera. Advirtiéndole del peligro.
¿Y ahora? ¿A quién había ligado tanto a su ser?
La respuesta le llenó de terror y cierto pánico.
Y, aunque lo quisiera negar con todas sus fuerzas, en todas las lenguas y formas existentes, la verdad yacía en el núcleo de su mente. Aterrándole por completo.
Otro recuerdo, o más bien, sentir se liberó de su ser en ese instante, como si unas cadenas rompieran la cajita en su interior que resguardaba ese pensamiento.
Sintió la misma opresión cuando se llevaron a Sakura a los tres años.
—Haruno —murmuró pasmado.
Por inercia, Kakashi volteó a él enarcando una ceja.
—Es raro que me llames por mi apellido, ¿ya encontraste la razón?
Lo vio negar con la cabeza, y comenzar a moverse a su dirección, sus pasos rápidos y la manera en que su rostro se tornó severo, apretando los dientes. En sus ojos aparecieron cierta desesperación, lo abrumó un instante.
—No habló de ti —dijo apresuradamente, sentía que caminaba lento, así que comenzó a correr con Kakashi pisándole los talones, preocupado por el rumbo que llevaban los instintos de Sasuke al comprenderlo—. Es ella, está peligro.
Centro comercial.
Verlo tan cerca parecía tan irreal, tanto que estuvo tentada a acercarse a él y comprobarlo con su tacto. Pero su parte racional le dijo que era mejor no hacerlo, tan afectaba se encontraba solamente atinó a encogerse de hombros, protegiéndose de él a su manera. No verlo, exactamente, era lo principal.
Apartó la mirada al costado, sin bajar el rostro. Tampoco quería mostrarse sin dignidad. Su cabeza le daba vueltas a causa de la impresión, las palmas de sus manos sudaban a mares, nerviosa y completamente temerosa a lo que sucedería.
—Sakura.
La aludida alzó la cabeza, dirigiéndole la mirada. Sus ojos cafés seguían siendo inexpresivos como la última vez que lo vio, nada comparado con el chico amoroso del cual se enamoró, a estas alturas no debería sorprenderla. Pero, lo seguía haciendo.
Y su voz... parecía un sueño.
—Sakura —repitió su nombre, y esta vez se alejó de la escasa luz que brindaba el foco del poste y fue acercándose a ella.
A cada paso que daba, Sakura se encogía más de hombros. De un momento a otro sintió a Karin reaccionar de inmediato e interponerse entre ellos. Agradeció ese gesto, no quería enfrentarse a él directamente. No ahora.
Lo que nunca imaginó fue que Karin se comportara muy defensiva.
—No te acerques Sasori o tomaré medidas —advirtió amenazante, que incluso Sakura la desconoció.
De inmediato el joven pelirrojo se detuvo lentamente, seguía a metros de ella, pero evidentemente más cerca. Sus ojos cafés seguían fijos en los de Sakura. Le devolvía una mirada inexpresiva, fría. Tal y como su corazón.
Deslizó su vista a Karin y su cuerpo ligeramente encorvado, una clara señal ofensiva.
—¿Me extraerás toda mi sangre? —preguntó indiferente.
Sin aprensiones, la Vampiresa expresó:
—Si lo veo necesario.
Sakura apenas podía comprender sus palabras. Los miraba de hito en hito, asimilando la extraña interacción. Cuando Sasori le dirigió de nuevo la mirada, un terrible escalofrío recorrió su columna, pensó que era imposible sentir esa clase de respingos frente a él.
—No estoy para juegos estúpidos —espetó Sasori, volviendo a retomar su marcha.
Vio a Karin obligando a Sakura retroceder, la mirada de esta parecía confundida y asustada.
—Entrégame a Sakura ahora a menos que desees morir.
La manera en que lo dijo, su tono de voz cambiante y su expresión dura, le hizo comprender de golpe que no se trataba de una simple guía a una plática para aclarar cierto puntos o situaciones pasadas. No. Era algo mucho más enredoso.
Karin dijo que la protegió de todo. Y supo a quién se refería en esa ocasión al ver de nuevo a Sasori.
Él alzó las manos y movió sus dedos, las yemas brillaron de un intensó color zafiro y supo distinguirlo gracias a su vista, no fue difícil. Lo que realmente la dejó en un estado confuso e impactante, fue ver hilos azules emerger de sus dedos, alargándose a cada segundo.
Aproximándose a su dirección.
—¡Corre! —gritó Karin tomándola del brazo, la jaló a su costado.
Soltando un jadeo de sorpresa, movió sus piernas con fuerza, pronto se vio cruzando el parque lateral del otro lado del estacionamiento. A tal velocidad que al principio la asustó, todo a su alrededor parecía una mancha borrosa si no ponía la debida atención. La adrenalina poco a poco comenzaba a regir en su cuerpo.
Miró sobre su espalda, Karin venía detrás de ella y a la vez también atenta por detrás, los hilos azules seguían persiguiéndolas, y más detrás, Sasori corría a una velocidad impresionante, era cuestión de tiempo para que la alcanzaran.
Y eso lo sabía Karin, Sakura no tenía práctica con su velocidad, le sería difícil escapar de Sasori. Apretó los dientes, enfrentarlo sería la única solución.
—¡No te detengas, sigue corriendo!
La orden llegó a sus oídos. Vio de reojo como se quedó en medio del parque, justo detrás de los juegos infantiles. Se detuvo de golpe a mitad de la banqueta, su respiración errática y su pecho subía y bajaba con insistencia. La miró asustada.
—Karin, ¿no pensarás...?
Incluso ella sentía su energía espiritual, ahora que sus sentidos en el ámbito fueron disparados, sentía con cierta facilidad lo que residía en Sasori, por eso le asustó y las preguntas comenzaron a fluir sin parar, pero claramente no despejaría sus dudas con él. No después de sentenciar que la quería, prácticamente, secuestrar.
—¿Qué haces? ¡No te detengas! —exclamó Karin insistente, Sakura dio un respingo—. Lo retendré aquí, pero tú tendrás que huir y esconderte. Es muy peligroso.
—Pero...
—¡Vete ya! Busca a Sasuke en el hospital, con él estarás más segura. —Le ahuyentó una vez más.
Indecisa y con el corazón en la mano, Sakura cerró los ojos y se dirigió rápidamente al otro lado de la calle, ignorando por completo el carro que casi la embiste. Pareció un borrón rosa frente al conductor que freno de golpe, consternado.
Karin la observó alejarse antes de volver su vista a Sasori que emergía de los árboles, caminando lentamente, a sus costados los diez hilos azules se arrastraban por la hierba, dejando marcas en la tierra fértil. Avanzó tranquilamente hasta posicionarse frente a ella.
Le sonrió mostrando sus dientes de aguja.
—¿Por qué quieres llevarte a Sakura? —exigió saber—. Su relación amorosa terminó hace mucho tiempo, ¿no crees que es tarde para redimirte?
Detrás de toda esa fachada, una creciente ira y rencor se escondía en lo profundo de su ser. Sus ojos rojos destilaban odio y muerte, lo quería ver retorcerse en el suelo y agonizar lentamente.
No sólo traicionó a Sakura, sino, a Suigetsu y ella. Les prometió que nunca le haría daño, que siempre la protegería, por eso lo dejaron acercársele, vieron cuan profundo era su amor.
Pero resultaron ser puras patrañas.
—Nunca es tarde para tratar de enmendar los errores —expresó Sasori alzando los dedos, apoyó un pie por detrás y movió ligeramente los hombros. Su mirada no decía nada.
—Uh... que asco me das.
Karin se preparó agazapando su propio cuerpo, las uñas le crecieron en un santiamén, pronto sus finas garras hacían equipo con sus colmillos brillantes. Lanzó los lentes a un costado, sólo le estorbarían en la batalla. Sasori no era alguien a quién subestimar.
—Sólo quiero saber una cosa.
Enarcó una ceja, verdaderamente intrigada por la repentina actitud del pelirrojo. Permaneció callada.
—¿Sakura ha sido muy infeliz desde ese día?
La expresión de Karin se mantuvo impune. Sus ojos se tornaron más rojos de lo normal.
—Sí, gracias a ti.
Y tras sus palabras, se lanzó a Sasori con las garras al aire.
A cada pasó que daba con fuerza, sentía que estaba haciendo mal huir de esa forma. ¿Cómo pudo abandonar a Karin? Se preguntó apretando los parpados.
No, se dijo de inmediato. Serías un estorbo para ella, la mejor estrategia fue separarse, así estaría luchando sin protegerla inmediatamente. No tenía conocimiento en todo lo relacionado con las peleas.
La primera vez quedó pasmada en medio del tren, frente a Sasuke que tuvo que zarandearla para hacerla entrar en razón. La asimilación de las verdaderas peleas entre la vida y la muerte, la superaban de sobremanera. ¿Por qué matarse entre sí?
¿Qué quería Sasori de ella?
Correr demasiado le cansó de un momento a otro, sus piernas le dolían de apoyarlas fuertemente en el asfalto. No le importó ir por una zona transitada al principio, hasta que recordó que no debía exponerse a los humanos de esa forma, tuvo que desviarse a otro camino más solitario.
La dirección del hospital era...
Maldijo por debajo. Había tantos hospitales en la ciudad, ¿cuál de todos era?
Sus pasos comenzaban a hacerse más torpes, tambaleándose en cada esquina, apoyándose en cada pared o porte que veía. No tardó en perder la compostura y casi caer de rodillas. Necesitaba descansar un momento, ya estaba lejos de Karin y Sasori, debía ser paulatinamente seguro la zona.
Pero no debía confiarse.
Buscó con la mirada algún lugar cual refugiarse un momento, estuvo alternando entre los locales hasta que dio con una cabina de teléfono. El lugar perfecto, o, por el contrario, el peor para detenerse. Decidió arriesgarse un momento.
Cruzó la calle con torpeza y llegó a la cabina, se adentró rápidamente apoyándose en el cristal derecho, tratando de recuperar el aliento. Su condición física le ayudó demasiado, sorprendida por la distancia que recorrió en poco tiempo. Estaba en otro distrito.
Visualizó a su alrededor, alerta tras tomar varias bocadas de aire. Hasta ese momento no había sentido un ligero vibrar a la altura de su cintura. Llevó su mano al bolsillo de su falda extrayendo su celular —Sasuke le dio el repuesto de su celular que estaba en el fondo del río—. Era sorprendente que no se haya caído en su huida.
El celular vibraba incansablemente, al ver la pantalla el nombre de Sasuke relució nuevamente. El alma volvió a su cuerpo, y cierta tranquilidad se instaló en su pecho pase a que en las previas horas discutió con él, y prácticamente le dijo que sería mejor que la dejara en paz.
¿Sería hipócrita de su parte pedirle ayuda?
Apretó el aparato entre sus dedos. Karin le dijo que se dirigiera con él, así que...
Contestó antes de perder la llamada.
—... ¿Hola? —murmuró pasándose un mechón suelto detrás de su oreja.
—Señorita. —La voz de Sasuke parecía completamente aliviada. Una punzada a su corazón, a sus ilusiones de que "en verdad" se preocupaba por ella—. Maldición, creí lo peor cuando no me contestaste la primera llamada.
Tragó grueso.
—¿Dónde estás?
Las preguntas de Sasuke le dieron el incentivo para hablar nuevamente. Le dijo la dirección al basarse en su memoria, cuando él preguntó si estaba en peligro, respondió inmediatamente.
—Sobre eso... —Miró a su alrededor, alerta a cualquier movimiento inusual—. Tenemos severos problemas. ¿Recuerdas que te hablé un poco de mi exnovio? Él... apareció de repente cuando salíamos del restaurante, quiere... raptarme.
—¿Y Karin? Ella puede defenderte de un simple humano.
—Es esa cuestión, al parecer... no es un humano. Los hilos azules que salieron de sus manos no fueron una ilusión y su energía espiritual...
Se quedó callada recordando, ¿cómo no pudo sentirla antes? Que patética.
Sasuke también guardo silencio, fue su imaginación, pero escuchó sus dientes chocar y un gruñido brotar de su garganta.
—¿Tu exnovio tiene el cabello rojo y ojos cafés, y una apariencia entre los diecisiete y veinte años?
Enderezó su cuerpo de golpe ante la tan extraña coincidencia. Lo describió lo más cercano a lo que era.
—Sí. —Un nudo se formó en su garganta.
—¿Cómo se llama?
Volteó a su costado para agarrar la manija y salir, la cabina le pareció asfixiante. Pero justo cuando alzó la vista, se llevó un susto de muerte al ver del otro lado a Sasori, con sus ojos inexpresivos enfocándola sin piedad.
Soltó una exclamación, apegándose al teléfono detrás de ella, la mano que sostenía su celular seguía en la misma posición. Temblaba, escuchando la voz de Sasuke preguntándole porque se había asustado.
—Sasori —dijo en susurro. No apartaba la mirada de él.
Reaccionó rápido al ver que él agarraba la manija, se abalanzó a la puerta y le trabo con el pestillo, haciéndole imposible pasar, a menos que decidiera romper los cristales que la protegían. Nuevamente sus miradas se encontraron en ese punto, la de ella desafiante y atemorizada, la de él, carente de una emoción profunda.
—Sal de ahí Sakura —espetó alejando su mano—. Hazlo por tu propio pie.
—No dejaré que me toques —sentenció aferrándose a su celular.
Por un momento un recuerdo vino a su mente: Karin. Si él estaba ahí quería decir que ella...
Temió lo peor.
—¿¡Qué le hiciste a Karin!?
—No debes preocuparte, una ventaja para ella es que sus heridas sanan más rápido por ser una Vampiresa, a menos que no tenga mi veneno. Morirá pronto —La forma tan casual en que lo dijo heló la sangre de Sakura, estática, apenas pudo respirar—. No lo repetiré de nuevo, Sakura, sal de ahí por tu pie.
—Primero muerta. ¿Me escuchaste? ¡Jamás iría contigo por voluntad propia!
Estaba alterada de todas las formas posibles, y la tranquilidad de Sasori le causaba miedo.
—Tú lo decidiste así.
Observó a Sasori acercarse más, poniéndose de cuclillas, sacó un cuchillo de su bota negra y procedió a hacerse un corte profundo en la palma de su mano. No comprendió al principio sus acciones, pero al ver la sangre escurrir frente a ella, su olor metálico combinado con azufre... le aturdió por completo.
Más cuando la sangre impacto en el suelo, se evaporó en una nube morada, que poco a poco iba extendiéndose tras los segundos. Sus ojos se abrieron de golpe al darse cuenta de que el humo se colaba por la rendija de la puerta de cristal, inundando el pequeño espacio de un metro cuadrado. Rápidamente se cubrió la nariz y boca con su otra mano, intentando aguantar la respiración.
Se apegó más a su espalda, pero ya no había dónde huir. El humo se expandió más, alzándose sin remordimientos. La cabeza comenzó a darle vueltas, distinguió la voz de Sasuke hablándole desesperadamente, diciéndole que estaba muy cerca, sólo debía soportar un poco más.
—Sasuke... —susurró al sentir sus párpados pesados.
—Maldición, no, no. Soporta un poco más, estoy en camino.
Cayó de rodillas al suelo, tosiendo por la excesiva capa de humo dentro de la cabina. Por más que intentara no retirar la mano, inhaló humo por la nariz. El efecto se inyectó en su cuerpo, sus extremidades fueron entumeciéndose. Apenas podía aferrarse al celular. Su mente caería como su cuerpo en cualquier momento.
—Tengo miedo —lo dijo tan bajo, pero supo que la escuchó.
—No lo tengas porque yo te protegeré, soy tu guardián, ¿lo recuerdas? Ese imbécil pagará muy caro haber intentado tocarte.
Sakura apenas lo distinguió. Apoyó la cabeza en el cristal, su mano careció de fuerza, su mente se volvió un remolino que se adormecía, intentaba darle batalla a la inconciencia. Vio los pies de Sasori adentrarse al cubículo, no podía distinguir su rostro y tampoco moverse.
—Sasuke... —Su nombre pareció un refugió.
—No te duermas, Sakura, por favor...
Ya no lo escuchó.
¡Hola, hola!
Uf... estoy arrasando con esto, ¿A qué el suspenso quedó perfecto? No soy malvada, simplemente...
En fin, Sasori aceptó el cargo de matar a Sakura, y está dispuesto a hacerlo. ¿Sus razones? Aunque no han quedado bastante claro, hay algo detrás de eso.
Sasuke, Sasuke, Sasuke... sigue rehusándose a aceptar que siente algo especial por Sakura, incluso su corazón se lo dice a gritos, pero sigue en negación.
¿Alguien notó que por fin la llamó por su nombre en el último dialogo? ¿Nadie? -c va a llorar-
No leeremos pronto, ¡gracias por leer pequeños saltamontes!
Alela-chan fuera.
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