|1.3| Verdad opuesta
Año 2016
Tokio, Japón.
10 de abril.
Noche.
Resultó ser complicado encontrar el olor de Sakura entre toda la ciudad con más de diez mil habitantes, cuyos aromas se mezclaban entre sí e iban de un lado a otro. Claramente pudo seguirla desde su trabajo, empero, ella no llegó, así que estimó que sería su día de descanso.
Naruto quiso ayudarlo, pero le pidió que mantuviera la boca cerrada hasta que él estuviera totalmente seguro, agradecía que su amigo fuera cauteloso en el asunto.
Fue un reto arduo y entretenido, al final halló la zona donde su olor era más penetrante. No podía esperar más, así que comenzó a seguir el rastro. Las horas cayeron sobre él en cuanto el alba culminó en medio de una zona peligrosa y la noche lo cubrió todo. Uno de los distritos menos concurridos, o eso escuchó de algunas criaturas cuando les preguntó.
Ellos no sabían nada de la búsqueda de Sakura, solamente aquellos allegados a Kakashi tenían conocimiento de su existencia, para evitar un desenlace catastrófico. O más de lo que era. No se podía confiar en todo el mundo.
Al tener el aroma identificado a las afueras de la estación del metro, lo siguió sin dudarlo. No se desviaba mucho de su ruta cotidiana, visitaba pocos lugares por ahí, y no le extrañaba, para cualquier persona la oscuridad le daría miedo, o en dado caso tendría el pendiente de mirar a otro lado. La maldad no solamente está en los Demonios o criaturas Sobrenaturales, sino también en los humanos: asesinos, ladrones, abusadores, hipócritas, incrédulos... Todo. La ambición contaminó sus corazones y cargan el deseo errante de maldecir la vida de sus hermanos en carne.
Por lo menos Sasuke sabía que no era el único con pecados.
Mientras divagaba en sus pensamientos llegó al lugar tan esperado. Un edificio donde el aroma de Sakura rebosaba en uno de los pisos. Lo detalló desde ahí pues la fachada era de un color crema cuya pintura se caía a trazos, dándole un aspecto desdeñoso. Era de cuatro pisos y sus dimensiones proporcionales eran poco común, aunque si en condiciones para ser habitable.
Ingresó por la puerta de cristal cual carecía de una y era cubierto por madera. Hizo el menor ruido posible al subir las escaleras que rechinaban a cada paso, muy pronto localizó el departamento donde Sakura vivía, en el tercer piso a la derecha, el número seis estaba tallado en madera y colgado en una puerta azulina.
Aguardo un momento la respiración y no escuchó nada en el interior, pero sabía que Sakura estaba dentro, era muy penetrante su aroma. En ese momento su nariz se acostumbraba a la suavidad que le acariciaba las fosas nasales, era calmante.
Miró el picaporte. Lo pensó por un segundo y decidió entrar por la ventana, no se arriesgaría a ser visto por ella. No era el momento.
Volvió al exterior y se encaramo en el edificio de alado, pues este tenía pequeños balcones con los que se impulsaba hasta quedar a la altura del cuarto piso. Un salto más y se aprensó del marco de la ventana semiabierta, se apoyó del pie y asomó la cabeza, su vista se adaptó a la oscuridad.
Con sumo cuidado terminó de abrir la ventana y se adentró. Sus pies tocaron el suelo y su vista inmediatamente recayó en la cama. Inmediatamente su mirada recayó en la figura de la chica ceñida a la ligera cobija, durmiendo sin tener la menor idea del intruso.
Caminó ágilmente por la habitación, observando cada detalle con cierta curiosidad. Era simple y sosa, sin nada que resaltar pase a que había otra cama vacía del otro extremo. Por ello supo que no vivía sola, un aroma diferente se combinaba, una mujer.
Sus ojos captaron el mueble que estaba alado de la cama donde dormía Sakura. Se acercó sin reparos y agarró un portarretrato, la fotografía que exponía reafirmaba lo que él creía.
En ella los rostros de Hana y Kizashi estaban grabados, tan felices y libres de cargas, dejando atrás el pasado tan sangriento y ambiguo, las luchas cuyas derrotas sobrepusieron las victorias. Dos seres distintos que se encontraron en medio de la guerra, intentando arrebatarle la vida al otro, con el único pensamiento de eliminar al enemigo, aferrándose a sus ideales y creyendo las viles mentiras de sus superiores.
Actuando como simples marionetas.
Mas el sentimiento que creció entre en ambos fue inevitable y se dejaron guiar sin culpa alguna. Dejaron de lado la guerra que no les incumbía y se permitieron encontrar su propia paz, viviendo como les placía. Se movieron con libertad a su propia felicidad.
El resultado de sus decisiones fue la pequeña chica que se encontraba con ellos en la fotografía, de cabello corto y de color similar al de su madre, sonreía con toda la facilidad del mundo. Como si su pecho no pudiera contenerlo y necesitara sacarlo de esa forma para que su corazón no explotara de tanta dicha.
Detalló la apariencia en la foto y que debería tener en la actualidad. Creció de la misma forma que los humanos, un detalle que alarmaba de cierta manera, cualquier criatura Mestiza alcanza esa apariencia en aproximadamente en dos décadas.
Sus ojos se posaron en la figura sobre la cama al detectar movimiento, cambiando de lugar, se destapó un poco del pecho. No se despertó.
Dejó el objeto sobre el mueble y cortó la minúscula distancia que los separaba. Agachó la cabeza, observando con la escasa luz su fino y pulcro rostro. Sus largas pestañas unidas y su respiración tan compasada que pareciera que no albergaba vida.
—Quién iba a imaginar que estarías aquí —susurró quedamente.
No podía apartar la vista de ella. Un fugaz pensamiento aprensó su mente: lo frágil que se veía, envuelta en la fina tela, parecía una muñeca de porcelana y con el más mínimo movimiento se haría añicos.
¿Cómo se sentiría el tocar su piel?
Estiró la mano hacia su pómulo, tentado en sentir la piel de aspecto suave bajo sus dedos, provocar una sensación en él.
Recorrer cada fracción de su rostro.
Rememorar los recuerdos enterrados en su propia mente.
Su propia destrucción.
Detuvo abruptamente la mano, percatándose del rumbo de sus pensamientos. Aquellos que prometió nunca tener si la encontraba, o más bien que jamás llegarían porque no se hizo esperanzas de que ella estuviera con vida.
Se empeño en sostener su fundamente que en ese momento se volvió errónea. Sakura estaba frente a él y no lo debatía. No se trataba de un espejismo o una ilusión, era totalmente real. El calor que emanaba lo afirmaba con creces.
La paz inundó su pecho. Una emoción positiva embargo su estado de ánimo, le resultaba tan familiar y añorado, como si hubiese esperado mucho tiempo para experimentarlo.
¿Tan cercana fue su relación con ella en el pasado? Los años caen sobre la mente enviando las memorias al pozo nebuloso, confundiéndolo cada vez que cierra los ojos e intenta recordar nítidamente las vivencias. El corazón no despejaba esos sentimientos y el alma se aferraba a ello con la poca fuerza de voluntad que albergaba.
Siempre lo detestó, ¿para qué guardar los sentimientos cuando los recuerdos no volvían? Absurdo. Él no requería de sensaciones vacías, tampoco le interesaba recuperarlas.
Miró el cuello de la chica, una vez más comprobó que el matrimonio Haruno previno diversos escenarios y pensaron en soluciones.
Alrededor de su pequeño cuello femenino colgaba un collar igual al suyo.
Él portaba un collar de una esfera negra rodeada de oro fundido en tubos que la sostenían, unida a una cadena del mismo material. Al contacto con la piel el objeto absorbía su energía y creaba una capa sobre su cuerpo ocultando la presencia y aura. Por ahora lo mantenía en su bolsillo para evitar el efecto.
Y el de ella, la esfera parecía los iris de sus ojos verdes, pero de tonalidades azules y los tubos de plata la rodeaban. Tampoco pasó desapercibido el otro colgante, de una flor de cuatro pétalos rosados.
Iba a seguir inspeccionando la habitación cuando escuchó el chasquido de la puerta principal, y otro olor entró junto con el viento. Al parecer la mujer que vivía con Sakura había llegado.
Impulsado por su sentido de saber cada detalle, rápidamente abrió las puertas del diminuto armario e ingreso, dejando la puerta de madera semiabierta para tener mejor visión.
Al cabo de unos segundos los pasos se hicieron más pronunciados y la puerta de la habitación fue abierta.
La mujer era común. Incluso el aura azul celeste la hacía inofensiva. Era una humana. Le pareció una broma tan irónica, ¿cómo Sakura no la habría matado ya? Teniendo genes de Vampiro, debió de tener una inmensa sed de sangre con tan solo olfatear su aroma.
—Sakura. —La mujer le habló en susurro mientras la sacudía delicadamente.
Los párpados de la chica se abrieron de golpe y permaneció quieta unos segundos mientras retomaba la conciencia.
—Tenten... ¿Qué sucede?
Sasuke prestó atención al rostro de Sakura, no parecía percatarse de su presencia.
—Traje la cena.
—No tengo hambre.
Sakura le dio la espalda y se acomodó en el suave colchón, dispuesta a seguir durmiendo.
—También compré de esos rollos que tienen ciruelas dulces...
Inmediatamente volvió a su posición anterior.
—Debiste haberlo dicho antes.
Tenten emitió una risa por su actitud y le dio una palmada en la cabeza.
—Andando entonces, saben más ricos calientes.
Sasuke observó a Tenten salir de la habitación casi revoloteando. En cuanto a Sakura, se sentó en la orilla de la cama estirando su cuerpo, su rostro recayó en cansancio. Volteó instantáneamente a la ventana abierta. El aire agitaba ligeramente las cortinas. Finalmente se levantó de un saltó para dirigirse a la puerta.
Una vez que salió, el muchacho dejó su escondite dispuesto a marcharse. Mas, al dar dos pasos, con la vista fija en el suelo algo llamó inevitablemente su atención; una pila de libros viejos desparramados, entre ellos, varias fotografías donde la mayoría aparecían Sakura y Hana.
Y en una de ellas mostraba la niña que se presentaba en sus sueños. La pequeña castaña de ojos verdes, un abrigo rojo cubría su silueta y un gorro del mismo color caía con gracia sobre la cabeza. El paisaje se tornaba en medio de una nevada. Ella sonreía alegremente y podía entrever la falta de un diente.
No soportó el escozor de su mano, tan intenso que lo impulsaba a tocar el papel. Finalmente se rindió y se hizo se la fotografía acercándola más a su rostro. La volteó y encontró una pequeña leyenda escrita al reverso con una letra bastante conocida para él.
«Ten presente por quién te mantienes de pie. No dejes que los sentimientos negativos rijan nuevamente tu vida
Para ti U.S»
Apretó los labios y contrajo los dedos, arrugando la fotografía. Era su nombre en siglas. ¿Hana tomó esa fotografía para él?
—Tenten, hay alguien en la habitación.
Su cuerpo se tensó al captar la frase en un tono más alto de lo normal. Él no se descuidaba, ni siquiera hizo ningún ruido anormal.
—Sakura, ¿qué cosas dices...?
—No estoy loca. Escuchó a alguien respirar en la habitación.
Y él identificó el sonido del metal chocar, seguramente había agarrado un cuchillo.
—¡Deja eso!
Metió la fotografía dentro de su gabardina y saltó por la ventana, apenas tocó suelo y se abalanzó al otro lado de la calle, a un pasillo totalmente oscuro. Desde ahí, escondido detrás de un tubo de drenaje, vislumbró a Sakura asomarse por la ventana abierta y mirar por todos lados, tratando de encontrar al supuesto usurpador.
Al cabo de unos segundos, ella se cerró la ventana y las cortinas, cortándole la visibilidad al interior.
Soltó el aire por la boca. Eso jamás lo esperó. No imaginó que Sakura tuviera su oído agudizado al grado de escuchar un poco más nítido que los humanos. Más bien, creyó que no le prestaría atención debido a su escaso conocimiento.
O tal vez Kizashi la entrenó. No lo sabía. Le frustraba no tener la información general de su vida al igual sus peculiaridades. Las dudas lo rodeaban y requería de respuestas.
Despejó sus pensamientos al sentir dos presencias asomarse en el perímetro. No eran normales. El aire trajo consigo el aroma de dos criaturas puras: un Lobo y un Vampiro. Ambos venían a sus espadas, seguramente querían sorprenderlo.
Pero de antemano ellos sabían que él los había captado, así que el Vampiro utilizaría su rapidez para tomar la ventaja.
Sintió un arma rozarle el cuello, tan fino y frío.
No se equivocó.
—Si me dices que intenciones tienes con ella, probablemente te conceda una muerte rápida —habló amenazadoramente una mujer.
La mayoría de las veces acierta en sus suposiciones.
—¿Ella? —Se hizo el desentendido.
No se movió. Esperó a que la Vampiresa respondiera.
—Sabes a que me refiero. Acabas de salir corriendo desde la ventana de su departamento.
Las posibilidades atacaron su mente: una Vampiresa protegiendo a una persona en particular, a menos que tuviera una relación estrecha. O podría ser una situación donde protegía a su presa. Los de su especie así eran al encontrarse con una persona cuyo olor no se comparaba a los demás, se ensañaban y esperaban el momento exacto para extraerles la mínima gota de sangre.
Esta mujer protegía a su presa.
Lo que le intrigaba era su compañía, el Lobo a unos metros de tras de él. Dos enemigos naturales colaborando.
—Contesta. —Le insistió al presionar el cuchillo.
—Aquí está mi respuesta.
Sasuke giró rápidamente la mano sin mover su cuerpo y lanzó una esfera de fuego al estómago de la Vampiresa, al mismo tiempo agarró el cuchillo con su otra mano, alejándola del cuello.
La mujer se apartó intentando apagar las llamas de sus prendas. Sasuke se volteó y vio su apariencia, lo único que resaltó fue su cabellera pelirroja tan brillante como el fuego, y por supuesto que identificó su rostro. La vio en el mismo restaurante donde trabajaba Sakura, dándole los pedidos de comida.
Aprovechó los segundos de ventaja para manifestar su arma, una esfera se formó alrededor de la mano, y al dispersarse sostenía el mango de la katana. Avanzó a ella con intensiones claras de clavárselo en el pecho. La mujer reaccionó y se agachó evadiendo la fina chichilla, se impulsó de la pierna derecha y dio entrada a una rigurosa batalla.
La Vampiresa contrarrestaba los ataques físicos del muchacho, moviéndose rápidamente entre los espacios, con el arma silbándole en los oídos. Estiró la pierna en una patada certera en el pecho que mandó al azabache contra la pared del fondo. El estruendo sacudió el muro y las piedras cayeron.
Avanzó unos pasos y reparó de los contenedores de basura que estaban a su lado. Antes de que Sasuke se recuperara completamente, levantó el contenedor como si se tratara de una pelota y se lo lanzó sin reparos.
El azabache los evadió agachándose y saltando sobre ellos, algo cayó sobre su cabeza, restos de cáscaras, comida podrida y otros objetos malolientes. Pero no fue suficiente para aturdido por completo, afirmó la katana al cortar a la mitad un contenedor.
En medio del ataque apareció el Lobo blanco con el hocico abierto, dispuesto a morderlo, mas Sasuke marcó un arco al frente rozándole la pata derecha delantera. Recibió a cambio un zarpazo en el hombro izquierdo, la sangre salpico en el pelaje blanquecino del animal; instantes después Sasuke elevó la pierna y propino una patada en las costillas del animal, el gran cuerpo salió suspendido a sus espaldas emitiendo un gruñido.
Antes de poder ir tras él, un peso extra recayó en su espalda. La Vampiresa se trepó sobre sus hombros y le jalaba la quijada sin remordimientos con las piernas apoyadas en sus hombros. Quería arrancarle la cabeza a toda costa.
Guio la cuchilla sobre su hombro, inmediatamente un chillido lastimó sus oídos, supo que le clavó el arma en alguna parte de su cuerpo, pero no fue suficiente para que la mujer retirara las manos, al contrario, se intensificó el jalón.
Al chico no le quedó más que sostener las muñecas de Vampiresa, intentando amortiguar su agarre, y como era de esperarse, tampoco cedió. Manifestó sus garras cuales no tardaron en clavarse en la piel contraria y otro quejido salió de los labios contrarios. Sintió la sangre escurrir de sus dedos, resbalándose por su brazo.
No dejó de prestarle atención a su otro enemigo que se recuperó del golpe e iba a él. Reaccionó por inercia. Se movió con dificultad aun teniéndola sobre él, dio media vuelta y regresó sobre sus pasos asentándole otra patada en el hocico Lobo antes que le mordiera, las garras del animal rasgaron parte de su pantorrilla.
Sasuke inhaló aire y no esperó a que se acercara más, desde esa distancia el daño sería inevitable. Infló sus mejillas y soltó con fuerza el soplo, el fuego salió disparado de su boca directamente a la cara del Lobo, nublándole la vista.
Su rostro iluminado por las llamaradas no demostró el esfuerzo que hacía por quitarse a la Vampiresa en encima y enfrentarse a la bestia. El alarido del Lobo resonó entre las paredes del callejón y el fuego se alzó sobre los edificios hasta extinguirse por falta de potencia.
La Vampiresa le jaló más la cabeza.
—Solo estás alargando tu hora, pero no podrás evitarlo. Así que contesta antes de que te arranque la cabeza: ¿Qué sabes de ella?
Sasuke se detuvo, observando al Lobo gruñir a su dirección con parte de su pelaje negruzco a causa del efecto del fuego. Su mirada cambió a una petulante y se rio entre dientes desconcertándolos.
—No creí que el enfermizo deseo de los Vampiros fuera tan vehemente y repulsivo.
Y él no tenía derecho en criticar.
Tras mencionarlo, se dejó caer de espalda, con tanta fuerza que el impacto rompió unos cuantos huesos de la mujer y el suelo se agrieto. Ella gritó en cuanto su cuerpo fue aplastado por el de Sasuke y sus manos perdieron inevitablemente las fuerzas. Con rapidez él se incorporó quedando nuevamente en sus dos piernas y las garras al aire.
Volteó su mirada al percibir peligro, el Lobo se encaramo sobre él, mordiéndole agresivamente el hombro. Sasuke apretó los dientes evitando soltar una maldición ante el dolor, lo tomó de las orejas y las apretó mientras utilizaba su propia fuerza para quitárselo de encima.
Su digno adversario no dejó afectarse por el golpe y volvió a él sin reparos. Sasuke tuvo que volver a utilizar otro de sus poderes. Agarrando desprevenido al Lobo, estiró la palma de la mano a su dirección y un potente chorro de agua impactó en el cuerpo contrario, elevándolo hasta el otro extremo del pasillo. En cuanto el agua mitigo. El lobo se estrelló del otro lado, no fue tan potente como el de la pelirroja, pero le ingirió el suficiente daño para mantenerlo unos segundos tratando de recuperarse.
Se permitió evaluarse al entrecerrar los ojos, el pesor de las heridas en dicha parte. La sangre comenzó a impregnarse a su ropa, al igual que la mujer tendida en el suelo, resintiendo el tremendo golpe. Con una rodilla apoyada en el suelo, tenía en mano la katana que estaba clavada en su cintura, la herida no tardaría en sanar.
Riachuelos se abrían paso debajo de sus botas, detectó líneas rojizas danzantes al compás de la inexistente corriente. Tres sangres mezcladas, tres vidas sin definir.
Sangre... un olor metálico y áspero, tan familiarizado con ese aroma que no se inmutaba o alarmaba ante su presencia, no importaba de quién era. Sea de ellos o de él.
No tenía valor mientras no se determinaba era quién terminaría de pie.
—Ya que no hablas, tendrás que morir —sentenció la mujer levantándose precavidamente. La mano sostuvo firmemente la katana.
Sasuke miró de reojo al Lobo que se acercaba.
—He perdido la cuenta de cuantas veces me han dicho eso —dijo frívolamente.
Y era cierto. Tantas voces se mezclaban entre sí, levantándose en un coro de sentencias que caían en saco roto sobre la soberbia. Él se encargaba de restregárselo en la cara una antes de acabar con sus miserables vidas, disfrutando cada segundo de su tortura, demostrándoles que no todo se volvía realidad.
Generando la fachada perfecta, infundiendo temor hasta el último segundo.
«Alguien maldito como tú merece la muerte»
«¿Tener misericordia de ti? Eres un bastardo que no debió ser concebido, agradece que volverás de dónde viniste».
«¡Muere ser inmundo!»
La tensión se apoderó de su cuerpo tras ser bañado de lejanos recuerdos, ambiguos y carentes de sentido. Algunos años no los traía con claridad porque no se esforzaba en contenerlos, su mente no retenía lo que le hacía daño.
Décadas que permanecían lejanas y bizarras convertidas en manchas oscuras en su mente, lagunas sin descifrar.
El chapoteo de las pisadas contrarias retumbó sobre sus oídos, trayéndolo lentamente al presente. Un vistazo basto y supo sus intenciones de no alargar el enfrentamiento, el problema culmina acabando con él.
Ni es sus más remotos sueños los dejaría llevarse danta dicha.
Agitó ligeramente la cabeza y se impulsó hasta agazaparse poste de alumbrado que estaba a unos metros de él. Se sostuvo con su mano izquierda y las piernas. Entonces, su mano libre arrancó los cables que colgaban de la caja y sin temor agarró el cobre sobresaliente.
Los únicos beneficios que utilizaba de su otro origen era manifestar y controlar ciertos elementos naturales. El fuego, agua y rayo encajaban en él. Pase a que los dos primeros los dominaba sin problemas, con el último tenía ciertas complicaciones ya que no era un Cazador Puro, recientemente se activó en su genética y aún entrenaba para controlarlo libremente.
No le tomó mucho tiempo, solamente tocó el cobre y la corriente alterna reconoció un nuevo residente, volvió a impulsarse para aterrizar de cuclillas sobre el suelo con la mano apoyada en este, formando un camino torcido de electricidad. El agua era un perfecto conductor, nadie se libraba de sus efectos.
Ni siquiera el Lobo y la Vampiresa.
Las chispas saltaron al aire, los aullidos de sufrimiento de ambas criaturas no fue más que una victoria asegurada. Para ellos era lo mismo que una parálisis, pero, en vez de tranquilizar los sentidos, disparaba el dolor en todos los aspectos, obligándolos a volverse completamente vulnerables.
Si Sasuke tuviera el perfecto dominio de ese elemento, la corriente alterna de la cual tomó la electricidad sería una mera ganga. El impacto de un rayo era mortal, sin la más remota grieta de salvación, una muerte instantánea.
Su cuerpo que poseía alta resistencia no resultaba con los mismos efectos, solamente un escalofrío y un soportable dolor eran el precio que pagar, nada de lo que tuviera que sufrir realmente.
El foco del poste parpadeó consecutivamente hasta apagarse seguido de una pequeña explosión producto de un fusil quemado. Alejó la mano al no sentir la electricidad y estiró los dedos engarrotados al incorporarse. Sus ojos enfocaron en ambos cuerpos caer fulminado sobre el agua, dando espasmos por la conmoción.
Sin componer otra expresión, agitó un poco sus extremidades con cuidado, esperando unos segundos a que el calambre disipara y permitiera moverse un poco. Finalmente se acercó a paso lento debido al propio entumecimiento de su cuerpo, pero no dejaría que el enemigo lo notara, sería darle una ventaja que no estaba dispuesto a mostrar.
Recogió la katana desparramada del suelo y miró a la Vampiresa.
—Y así, las cartas se voltean.
Caminó a su dirección. Su andar lento y el sonido del rose con el suelo inspiró una actitud arraigada en ambas criaturas. Pareciera un cazador deseoso de ponerle fin a su presa. Un ser despiadado sin consideración a vidas ajenas, aunque tampoco ellos la tendrían de él.
Ser la presa no traía una sensación estimulante.
—Ahora ustedes me dirán que saben de Sakura, y espero la verdad si no desean que les falte algún brazo o pierna —advirtió mirando específicamente a la mujer—. Trabajas en el mismo establecimiento que ella e imagino que la conoces muy bien.
Girando la katana, el rostro contraído de la pelirroja se reflejó en una imagen clara, donde los restos de la sangre de su portador se secaba con el viento.
—¿Qué tanto sabes de Sakura? —Le dedicó una mirada entrecerrada.
La Vampiresa apenas pudo hablar, elevó un poco la cabeza y lo vio de una forma ruda. En sus ojos rojos se establecieron la determinación en mantenerse callada hasta el último aliento de vida.
Sasuke aceptó aquel sentimiento y supo su respuesta antes de ser pronunciada.
—P-Primero muerta —escupió.
—Como desees —decretó él posicionando ambas piernas a los costados de su cuerpo, llevando el arma a su garganta, una de sus manos sostenía la melena pelirroja.
Desesperado, Lobo comenzó a gruñir y proferir sonidos extraños. Su cuerpo comenzó a temblar bruscamente y a disminuir de tamaño, el pulcro pelaje paso a ser una piel blanquecina y las patas fueron sustituidas por extremidades humanas.
Sasuke observó sin inmutarse la transición del Lobo a un cuerpo humano. Resultó ser un joven que rayaba en apariencia de unos veintitantos años, la cabellera albina explicaba el color de su pelaje en la forma lobuna y unos ojos amatistas se clavaban en él con tanto odio.
—No soy muy paciente, ni tan generoso como ustedes —dijo el azabache sin moverse—. Pero hoy estoy particularmente de buen humor. La dejaré con vida si hablas —ofreció.
El albino intentó moverse, pero su cuerpo seguía entumecido y le era imposible levantar la mano. Su cuerpo desnudo temblaba ligeramente, pero no por el miedo, era a causa del terrible dolor. Nunca llegó a imaginar que ese Mestizo-Lobo fuera tan fuerte para ponerlos en esta situación.
Quién sabe qué intensiones tendría él con Sakura. No podía permitir que llegara hasta ella. Hasta ahora nadie los había puesto en estos apuros tan severos.
Necesitaba ganar tiempo.
—¡No! No lo hagas —replicó desesperadamente la Vampiresa—. Jamás deben de saber quién es en realidad.
El joven albino la miró con desdicha. Su rostro se contrajo de dudas. Tampoco quería verla morir frente a sus ojos.
—Parece que necesitas un incentivo. ¿Qué tal si...? —opinó Sasuke apretando el arma en la piel. Un hilillo de sangre escurrió hasta el suelo.
La pelirroja se mordió el labio inferior aguantando las ganas de gritar. El Mestizo estuvo más atento a los ademanes del joven, en ningún momento flaqueó.
Bien. Si no hablaban sería mejor matarlos y así evitar futuros problemas.
—¿Qué estás haciendo?
A oídos de los tres llegó aquella voz familiar.
Al pie del pasillo, se encontraba Kakashi con los ojos ligeramente abiertos, observando a ambas criaturas tendidas en el suelo y el arma que sostenía Sasuke rozando el cuello de la mujer.
—¿Qué crees que hago? —bufó sarcástico—. Rutina de madrugada.
—Has cometido un error.
Las cejas de Sasuke se fruncieron.
—¿Error?
Incluso el albino y la pelirroja estaban confundidos. ¿El hombre de la máscara y este joven se conocían?
Kakashi procedió a responder precavidamente la pregunta de Sasuke.
—Ellos son Suigetsu y Karin, los que han protegido a mi sobrina desde hace años.
Tenten mantenía la vista fija en la ventana, viendo a su prima colocar frenéticamente pegamento permanente en las orillas del marco para que jamás pudieran abrirla.
—¿No crees que estás exagerado?
Pero Sakura no lo veía así. Estaba renuente a los intentos de Tenten a que resistiera de su idea "absurda". ¿Qué más argumentos necesitaba para conversarse de que era lo correcto?
Desde que despertó y vio la ventana abierta se desconcertó, pronto le restó importancia al pensar que Tenten lo abrió, mas al sentarse en el comedor la mujer le regañó por dormirse con la ventana abierta a sabiendas de que se encontraba completamente sola.
Sola...
Dejó de escucharla y agudizar su oído, entonces, un sonido fuera de lugar captó su atención, una respiración suave y en un segundo que contuvo el aire.
Tenía miedo. El saber que alguien estuvo dentro de su habitación mientras dormía, un sinfín de posibilidades asaltaba su mente y le provocaba escalofríos.
—A esto se le dice precaución, ¿qué tal si ese ladrón regresa? Tal vez no corramos con la misma suerte de hoy —opinó Sakura al terminar de colocar el pegamento.
Dejó el bote en el suelo y tiró de la ventana hasta cerrarla completamente. Listo, en unos minutos quedaría así por siempre, a menos que alguien intente destruirla. Por lo menos escucharía el estruendo y tendría tiempo para escapar.
Antes de cerrar la cortina miró la calle desierta apenas alumbrada por la luna. No quiso alarmar más a Tenten, pero le parecía escuchar aullidos y gritos cerca, notó la ausencia del alumbrado en la zona.
Lo que no se explica es como el individuo huyó tan deprisa. Tuvo que saltar por la ventana y mínimo romperse una pierna en el proceso, la altura de más de doce metros lo ameritaba. Los diez segundos en que llegó a la habitación y se encaramó al marco no habría sido suficientes para una huida tan rápida y efectiva.
—Sakura, hemos vivido aquí por un año y hasta ahora no ha sucedido nada.
—Nadie lo asegura —espetó.
Y volvió a la cocina a terminar de cenar. A sus espaldas Tenten soltó un suspiro cansino y se limitó en aceptarlo. La miró en cuanto se sentó abruptamente en la silla.
—Bien, si así te sientes más segura...
—Por su puesto.
Se le daba mentir en ocasiones, y al parecer esta vez fue una de esas, pues Tenten asintió sonriente y se propuso a preparar café.
No se sentía a salvo ahí ni en ninguna parte de la ciudad. Vivía con la sensación de que en cualquier momento algo sucedería y marcaría definitivamente su existencia. Sin siquiera saber de dónde provenían esos pensamientos, siempre inundaban su mente en sucesos similares.
Constantemente se sentía vigilada, perseguida. Aunque después alegaba que se tratan de paranoias suyas, que tal vez le afectaba el estrés en general y llevar una escasa interacción con las personas.
Pero, en el fondo sabía que no era así. Un instinto le advertía que debía tener cuidado. Desde pequeña vivió rodeada de sucesos extraños, incrédulos para su inocente pensamiento. Poco a poco la realidad fue abriéndose paso, rompiendo aquella burbuja de ilusiones.
Del porqué no se quitaba el collar.
Del porqué los recuerdos de su niñez son confusos.
Del porqué fue atacada dos veces en el pasado.
Todo tenía una compleja e irreal explicación lo cual su madre se la daría al volver de ese viaje.
Pero ella nunca regreso, y las dudar aumentaron con su misteriosa muerte.
"Accidente aéreo". Patrañas. La certeza de que fue provocado no se alejaba con el pasar de los años, sobre todo porque sus padres se negaron a que ella fuera a ese viaje tan importante cuando siempre los acompañaba cuando quería.
Cerró los ojos cansada de las cuestiones que nunca tendrían respuestas. Así sería el resto de su vida, rodeadas de dudas e inseguridades. Esperaba que en algún punto no la carcomieran demasiado para salir por su cuenta a obtenerlas, aún sin saber si las encontraría.
—Mis disculpas por el malentendido. —El Cazador los miró un poco apenado.
—No hay problema Kakashi-san, comprendemos que todo fue una enorme confusión —declaró Karin con voz respetuosa.
Sentada en medio del techo de un edificio, componía muecas de incomodidad al mover una de sus extremidades. El caso de Suigetsu no estaba lejos de ello, su cuerpo aún temblaba ligeramente, por un momento pensó que se debía a que está a semidesnudo y le afectaba el frío del aire, pero recordó que la temperatura de los Lobos era elevada y soportaban nevadas enteras.
Sus ojos rojos se enfocaron fugazmente en un iracundo Sasuke que los veía desde el otro lado, su rostro sereno no demostraba ni un ápice de cansancio o dolor como ellos. Aquella descarga les había engarrotado los músculos y aún sentía las convulsiones, y él parecía tan sereno.
—Para ser sus protectores temporales la han mantenido con vida.
Viniendo de Sasuke no podía considerarse específicamente un halago, más bien la incredulidad rayaba la cuestión e ironía escondida detrás de sus palabras.
Pero Suigetsu y Karin no lo sabían. No lo conocían como Kakashi.
—Sasuke.
El aludido enarcó una ceja y le devolvió la mirada al hombre que irrumpió su enfrentamiento.
—¿Algún problema? —No creía que le daría un sermón por el altercado. En su innecesaria defensa, solamente abatió contra quienes intentaron asesinarlo.
Kakashi simplemente negó con la cabeza y dirigió su atención al par de seres sentados frente a él.
—¿Se sienten mejor?
—Claro. —Su tono ácido se alzó entre su voz seria—. Sí que das unas tremendas descargas eléctricas —chistó Suigetsu entre dientes. Su rostro nada amistoso se enfocó en Sasuke.
—¿Hay mucha actividad a su alrededor? —preguntó este.
Observó desde ahí la ventana cubierta por la cortina, ya no vislumbraba al interior. La fotografía guardada en su bolsillo le pesó más y la curiosidad brotó en lo más recóndito de su mente.
Entonces, miró a Suigetsu de forma penetrante.
El Lobo apretó los labios al sentir la opresión que ejercía en él. Detestaba esa sensación de sumisión.
—Ocasionalmente. Desde que su familia piso Tokio, Hana se encargó de ocultar muy bien su presencia con un collar y Kizashi le ministraba... una sustancia para que su olor pareciera más humano. Aunque llama mucho la atención por el color de su cabello. No hace falta saber su apellido para tenerla en la mira.
—Comúnmente nos deshacemos de todos —murmuró Karin, su cuerpo dio un pequeño respingo ante el dolor—. Estamos al tanto de ella día y noche cuanto nos sea posible.
Sasuke se incorporó ladeo la cabeza ante las cuestiones que se formaban en su mente, afirmando una vez más que el matrimonio Haruno pensó en todo y se adelantó a los acontecimientos.
No era para menos, la vida de su única hija estaba en juego, un paso en falso y todo acabaría. Esto se trataba de algo más grande que protegerla, lo sospechaba, había cosas que Kakashi no le decía. Le irritó de cierta forma, muy bien podría preguntarle sin pena.
—Por hoy irán a descansar. —Escuchó decir a Kakashi—. Me quedaré a montar guardia.
Ambos abrieron la boca para protestar y él negó con la cabeza.
—Aunque no están severamente lastimados, les costará moverse con los músculos entumecidos y adoloridos.
—Es nuestro trabajo.
—En dado caso es trabajo de Sasuke —aseguró tranquilo. El aludido entornó los ojos por debajo, soltando un gruñido inconforme que pasó desapercibido por los dos seres—. Ustedes no tienen ninguna responsabilidad con ella.
Karin rebatió.
—La tenemos, Lord Kizashi dejó a Sakura bajo nuestro cuidado hasta que usted llegara con el Fujun'na hanta que debe protegerla. Y, por lo que veo... no ha logrado localizarlo, ¿o me equivoco? —Miró de soslayo a Sasuke.
Este joven apático no parecía ser uno de esos sujetos que se dedicaban a ese arduo trabajo. Por más fuerte que fuese, intuía que no le agradaba la situación por la mueca de inconformidad que compuso después de soltarlos en el callejón. Como si le desagradara dejar una presa con vida o tener una pizca de misericordia.
Además, aquel que cuidaría de Sakura respondía a nombre de Watani Sayi y ella escuchó perfecto a Kakashi llamarlo Sasuke.
Sasuke... El nombre le sonaba de algún sitio.
Un segundo después sintió temor al recordarlo, y nada bueno provenía de la escasa información.
—¿Cuál es el nombre de ese supuesto Fujun'na hanta? —preguntó Sasuke sacando a Karin de su cavilación.
—Watani Sayi —respondió solemne Suigetsu ajeno al temor de su compañera.
—T-ú...
El albino enarcó una ceja, intrigado por su reacción. Pareciera que vio un fantasma.
—¿Eres Uchiha Sasuke, el hermano del Cazador Uchiha Itachi...?
Silencio.
Los ojos del aludido fueron más pronunciados y serios, el rostro recayó en un semblante imperturbable.
—Mayormente me dicen Watani Sayi —espetó con un tono duro.
Ambos dieron otro respingo. No fue por el dolor, no fue por el escalofrío que recorrió su columna. No...
Pasmados, digirieron lo que significaba en lleno.
Sangre.
Desgracia.
Muerte.
Sus ojos llenos de pánico se enfocaron en el azabache cuyo rostro indiferente los analizaba, expectante a sus reacciones. Esos ojos frívolos y secos han sido espectadores de tantas desgracias dadas a sus propias manos.
Sabían de él por lo que había escuchado. Uchiha Sasuke es un impío. Buscado por una lista larga de crímenes que de seguro ni él se ha de acordar de todos sus pecados. Su sola presencia provoca náuseas.
Representaba peligro, el peor de todos. Los Cazadores Puros lo catalogaban como uno de los peores Mestizos en su mundo, no sólo por sus fechorías, también por lo que ha provocado a largo de su vida eludiéndolos frente a sus narices.
Saber que él, precisamente era quien Kizashi le confío la seguridad de su única primogénita. ¿En el último momento el Lord se volvió loco? ¿Cómo se atrevía a confiar en este joven cuya reputación no inspiraba confianza?
—Parece que no están conforme —opinó el azabache un tanto sarcástico, esbozando un amago de sonrisa retorcida.
Karin permaneció con la boca cerrada. Tenía miles de preguntas al respecto, pero sabía que no era correcto soltarlas sin delicadeza.
—Sé que tienen muchas dudas, pero por hoy vayan a descansar. —Kakashi intervino antes de que Sasuke se le ocurriera soltar una de sus frases incómodas y astutas para intimidarlos más—. Mañana intercambiaremos información.
La aseguración no bastó del todo para hacerlos retirarse. Tuvieron que aceptar sin otra opción.
Antes de irse, Suigetsu se detuvo. Karin lo observó intrigada.
—Si cazas en los alrededores, procura no pisar el bosque Sur rumbo a Osaka. —Le advirtió al azabache que lo miró.
—¿Por qué no debería? —preguntó Kakashi.
—Sasuke es por naturaleza un Alfa, y aquí está la manada de la cual pertenezco. —El modo en que lo dijo se dejó entrever que no le agradaba la frase—. Y sabes perfectamente que sucede cuando dos Alfas se encuentran en términos hostiles. —Esta vez miró a Sasuke.
—No tengo intención de robar una manada —dijo irritado—. No soy devota por lidiar con un puñado de desconocidos.
Eso bastó para que Suigetsu se diera un poco satisfecho sin dejar de lado la renuencia en dejar a Sakura a su cuidado, por más que Kakashi estuviera ahí, nunca ha confiado en nadie más que Karin. La inquietaba no vigilar a Sakura.
—Parece ser que no les agrade a tus amigos —comentó vagamente Sasuke cuando se quedó a solas con Kakashi.
—No es para menos. Escucharon tu nombre real, y déjame decirte que no tiene una reputación tan limpia que digamos.
Sasuke no renegó. Lo sabía perfectamente.
—Pero ellos no te conocen. Simplemente se guían por lo que saben.
—Me tiene sin cuidado si creen que soy un degenerado —espetó sin dejar de mirar la calle. Ojos entrecerrados y una línea fina en su boca.
—Ambos sabemos que no lo eres.
Las palabras de Kakashi se retorcieron en su mente. Reprimió una sonrisa mordaz y se mantuvo impasible. No negaría el hecho de que el hombre lo ayudó a aplacar sus malos hábitos, ciertos despliegues y pensamientos, incluso lo convirtieron más... Compasivo, por así decirlo. Tampoco se catalogaba como un loco que mataba a cualquiera que se atravesara en su camino.
Lo que creó su fachada era que acababa con sus enemigos sin titubear. Al no tener compasión de ellos, el no pensarlo ni dos veces antes de herirlos o acabar con sus vidas antes de que él recayera.
En el pasado no hubiera dudado en matar a Suigetsu y Karin por creer que eran un peligro potencial para la integridad de Sakura. No como ahora que dio una fina oportunidad de que hablaran.
Y si no fuera por Kakashi ahora mismo estuviera convirtiendo en cenizas sus cuerpos.
—Hum.
Kakashi sonrió, la máscara se arrugó ante su acción. Por más que Sasuke intentara ocultarlo, estaba dispuesto a cooperar en frenar ciertos instintos y pensar más a fondo sus alternativas. Sus estándares y opciones variaban a menudo.
Hubo un tiempo que su lado humanitario salió a la luz, convirtiéndose más compasivo y servicial. ¿La razón? Su sobrina. En aquel tiempo por más que Sasuke haya intentado no dejarse llevar por sus instintos y emociones, dejó de lado sus reglas autoimpuestas y decidió seguirlos sin culpas.
Pero ya no lo recordaba, y al no hacerlo, ese lado fue enterrándose, perdiendo potencia sin perder lo que le beneficiaba.
—Ve a descansar también —dijo de pronto al reparar de sus heridas.
—No necesito descansar.
—Tus hermanos están preocupados por ti —comentó aparentando indiferencia. Vio el ceño fruncido del muchacho—. No les contestas las llamadas, no recibes los mensajes elementales. Hikoro se veía muy preocupada cuando hablé con ella.
—¿La viste? —Sasuke arqueó una ceja.
Kakashi asintió al míralo de vuelta.
—Fui a donde al departamento a recabar información que consiguió de la muerte de Mizaki.
Escuchó de la noticia por Naruto. Al parecer Minato y él encontraron su cuerpo en un callejón olvidado de Nueva York. No tuvieron tiempo de examinar a fondo la escena porque escapaban de los Cazadores Uchiha que se asentaban en la ciudad.
Siendo sinceros, el azabache no lamentaba a grandes rasgos su muerte. Se trató de una compañera de batallas y pocas veces intercambiaron palabras. Era una mujer poderosa y ejemplar para ser una Felino en su totalidad.
—Hikoro regresó hace una hora de Nueva York, fue a investigar. Encontró marcas de fuego negro, pero ya era muy tarde para rastrear su ubicación.
Desde un principio supieron quién mató a la Felino, era más que obvio. Los Cazadores del Clan Uchiha tenían muy vigilada la ciudad, no cualquiera entraba y salía con vida.
Uno de ellos encontró a Mizaki y la aniquiló. Así de simple sucedió.
Lo que mantenía en duda era cómo ella se dejó vencer fácilmente, la había visto en batalla, totalmente feroz, una máquina cuyas garras afiladas atravesaban cualquier piel y una astucia evadiendo armas.
¿Quisieron apresarla por ser aliada de Minato y así extraerle hasta la más mínima información?
Al cruzar una breve mirada con Kakashi dedujo que él pensaba lo mismo.
Ante el público Minato gobernaba Tokio y aquel pequeño grupo de aliados. Se encargaba de dar la cara ante los problemas, preservando y cuidando sus intereses.
Y en realidad, el Vampiro fungía de tapadera.
Quién realmente lideraba todo yacía a su lado, mirándolo expectante a su respuesta. Oculto tras una vieja máscara que cubría la mitad de su rostro, alejándose de sus enemigos y tomando las decisiones drásticas ante las turbulencias.
Pocos sabían que seguía de pie en el mundo. Sus enemigos perjuraban que lo exterminaron juntos con los de su Clan; las Cabecillas de ciertos Clanes Puros celebraban silenciosamente su victoria, una que se transformó en bizarra al ser ignorantes de la verdad tan cruda.
Una que llegaría con el tiempo y acabaría con planes sin concretar.
Un golpe duro para el orgullo y sensatez de quienes lo creían y festejaban su descenso en silencio, hipócritas que no deseaban enemistarse con sus hermanos de sangre.
—Sasuke, ellos se preocupan genuinamente por ti, ¿no crees que ya es tiempo de darles una oportunidad?
La sutil advertencia lo alejó de sus pensamientos.
—Ya se las di.
—Una sincera, no por beneficio.
El rostro del muchacho se crispo. Sus ojos entrecerrados observaron el cielo nocturno, las interminables estrellas que antes se vislumbraba nunca más aparecerían.
No respondió. Despegó su vista el panorama y emprendió camino.
—Dormiré en el sillón.
—Todavía no ha llegado la mudanza...
—Entonces no me importa dormir en el suelo.
Kakashi lo vio partir conociendo sus emociones referentes a sus hermanos, negándose a vivir con ellos como de costumbre. Sus ojos reflejaron cierto desosiego al vislumbrar su silueta desaparecer entre la oscuridad de la noche.
Jamás le ha impedido su libertad pase a que en ocasiones se comportaba como un adolescente rebelde. Él lo escuchaba atentamente cuando hablaba e incluso seguía su mandato, en el fondo sabía que se impulsaba por el sentimiento y la gran deuda de por vida que tenía.
Viró al edificio y estiró su brazo como si la pudiera alcanzarla desde ahí, tocando su rostro asimilando que era real. Cerró la mano en un puño y soltó un silencioso suspiro.
Muy pronto, se dijo. Muy pronto la estrecharían entre sus brazos, sentiría su tranquilizante aroma y le diría cuanto la extrañaba. Verla desde lejos le produjo mucha paz por varias cuestiones.
El otro motivo oculto de su urgencia por encontrarla se debía a Sasuke. No lo admitiría abiertamente, pero esperaba que cuando el muchacho estuviera más cerca de Sakura pudiera recordar todo lo que vivió junto a ella cuando era una niña.
Qué recordara ese lado humanitario.
El amor que le profeso.
El significado de la vida.
Sus emociones fueron distorsionadas por el dolor. Sasuke se rige conforme a ello sin darse cuenta del gran error que cometía. Arrastrando a los de su alrededor con sus fechorías. El sufrimiento silencioso por el cual sigue afrontando únicamente fue calmado en el pasado por la presencia de Sakura.
Le trajo la paz que ahora le faltaba y se dirigía al camino del que una vez él lo sacó con esfuerzo y sacrificio.
13 de abril.
PROGETO.
Tarde.
Estaba paranoica. Desde hace unos días se sentía ridículamente más observada de lo normal.
Sakura se detuvo en la entrada de la preparatoria y arrugó la frente ante la sensación. Miró a su alrededor tratando de encontrar el origen de su inquietud. Solamente vio a los estudiantes, lanzando vagos comentarios al aire sobre ella o siguiendo con lo suyo.
Agudizando su oído e intentando captar algo sospechoso. No consiguió nada, pero nadie le quitaba la idea de que la veían desde algún lugar.
O solamente era su imaginación, quería creer. Le estaba afectando el hecho de ser blanco de agresiones verbales y un espécimen por sus antecedentes y color de cabello. Siempre la mirarían con desprecio.
Con ese pensamiento negativo, alguien paso a su lado chocando su hombro con ella.
Apretó los labios para no soltar el insulto que cruzó por su mente al ver el rostro de aquel chico castaño, ocasionalmente se le daba molestarla con ligeros roces y una que otra palabra ofensiva. Al principio lo ignoraba y seguía con lo suyo, pero hace unos meses las palabrerías se convirtieron en agresiones y no le quedaba de otra más que afrontarlo cuando la evasión no era efectiva.
—Uy, perdona fenómeno, ¿te dolió? —preguntó de forma burlona el chico. Los otros dos estudiantes que venían con él rieron entre dientes.
Sakura entrecerró los ojos a su dirección, aún con los labios apretados. De reojo captó varias miradas posadas sobre ellos y quiso gritar que no había nada que ver ahí.
No dejó que la ira se apoderara de su mente, dio la media vuelta y caminó en dirección opuesta al chico. Este silbó y le dedicó unas palabras ofensivas mientras las risas de sus compañeros rompían su calma.
—Es un alivio que no sacaras tus garras de gata. No me hubiera gustado terminar como Sasori.
Un comentario que abrió una vieja cicatriz.
Un dedo sobre la expuesta llaga.
Un grito mudo.
Sasori...
Entró en un ligero pánico al recordarlo. Le faltó el aire y sus ojos amenazaron con soltar las lágrimas que nublaron por un momento su visión. Se ahogó, y el pecho se oprimió al igual que el nudo de su garganta.
Su mente confundida le mandó señales y no respondía. Varias a la vez, correr, acercarse más y asentarle un golpe, gritar, llorar, reír histéricamente. Todo era muy confuso, sus pensamientos se entrelazaban y creaban un nido de opciones, mortificándola.
Y, como siempre, se tragó dolorosamente sus reacciones y emociones.
Se tragó los insultos.
Se tragó lo malos tratos.
Se tragó sus dolencias.
Tras respirar fondo y fingir serenarse, siguió su camino aparentando no escuchar las risotadas que lanzaron esos ineptos, satisfechos por conseguir un efecto. Se mantuvo impasible hasta que se alejó considerablemente de la vista de curiosos.
Los ligeros temblores de su cuerpo aumentaron a medida que los recuerdos llegaban, mortificándola y culpándola de lo que ahora sufría en la escuela y su vida personal.
Deteniéndose en el paso peatonal, cruzó los brazos y los apretó con tanta fuerza intentando no llorar en la vía pública. Rechinando disimuladamente los dientes para no soltar un alarido de furia combinado con dolor. La injusticia a la cual la sometieron le afecto más de lo que debería.
Y el único responsable era Sasori. Tan solo pensar su nombre le embargaba una profunda tristeza y desolación.
La única persona que le confío su sincero y puros sentimiento fue quien la destrozó por dentro.
Su traición le pegó en lleno. Fue su suporte para sobrellevar completamente la muerte de sus padres, su apoyo incondicional la enamoró, se sentía segura y se olvidaba de sus dolencias.
Nunca imaginó que él sería causante de que su estadía en la escuela se convirtiera en suplicio y su propia autoestima terminara en una línea fija de indiferencia y nimiedad.
Alzó la vista en cuanto el semáforo cambió de color y las personas comenzaron a avanzar. Permaneció quieta unos instantes, con el corazón latiendo furiosamente contra su pecho al rememorar la desgracia.
Apretando los dientes, avanzó rápidamente. No quería llegar tarde al trabajo.
—¿Cómo viste a Sakura? No confió mucho en mi visión después de ayer.
Los ojos de Karin reflejaban preocupación.
—En lo físico no tiene ningún rasguño —dijo Suigetsu quitándose el gorro de cocinero.
El joven albino fue convocado directamente por su Alfa. Internamente maldecía entre dientes por pertenecer a una esa maldita manada donde el líder no respetaba la vida humanitaria que sus miembros decidían seguir. Iván aborrecía a los humanos y todo lo que conllevaba a ello, y si no fuera por la otra ley que impide matarlos, ya habría una cacería en la ciudad.
Por supuesto que Suigetsu está en contra, lastimosamente no puede desobedecer las órdenes de su Alfa, le costaría la vida y en estos momentos no tenía el lujo de perderla.
Además, seguía intranquilo. Esa noche se reunirán con Kakashi y Sasuke a intercambiar información. El hecho de no vigilar a Sakura las pasadas horas lo alteraba un poco, verla entrar por la puerta y poder bromear con ella le tranquilizó, pero no lo suficiente.
Salió junto a Karin del restaurante, ella atendería al llamado de Minato. Vio a la mujer escabullirse entre los pasillos.
Sus ojos amatistas se elevaron hasta enfocarlo en la orilla del edifico continuo. Una figura envuelta en prendas oscuras le devolvían la mirada sin ninguna clase de emoción.
Su estómago se revolvió. No sabía si por estar ante la presencia de otro Alfa o por su esencia de Mestizo. Estaba a favor de que su especie prevaleciera, más, sin embargo, seguía renuente a la idea de que Sasuke cuidara de Sakura.
Y la mirada penetrante que le dedicó Uchiha no calmó sus preocupaciones.
—¿Tienes algún problema? —gruñó Suigetsu.
Sasuke enarcó ambas cejas. No habló ya que alguien emergió desde la entrada del callejón. Por el olor supo que era otro Lobo, retrocedió sin hacer el menor ruido.
—Oye, estúpido. ¿Qué haces ahí perdiendo el tiempo? —El individuo se detuvo de golpe, elevando la vista y observando el techo.
No vio a nadie.
Suigetsu imitó espontáneamente su acción, Sasuke se alejó lo suficiente evitando el contacto visual. Se hizo el desentendido aun sabiendo que su compañero captó el aroma y caminó a la calle.
—Hace unos días Iván se enteró que un Alfa Mestizo pisó sus dominios —comentó el hombre. Tomándolo del brazo, lo apretó con fuerza. Suigetsu reprimió el impulso de empujarlo—. Si me entero de que estás involucrado con él, mataré al inmundo cachorro, ¿entendiste?
La opresión del agarre no se comparó con lo emocional. Lo miró con ojos entrecerrados y labios apretados. Replicar a un ultimátum del segundo al mando era equivalente a desafiar al Alfa.
Y no debía. Aguantaba esto por su amigo Mestizo, privado de su libertad. Iván odiaba a los de su especie, por eso los tenía ocultos en el bosque, apartados de la civilización. Viviendo en carencias y sin dejarlos cambiar a forma lobuna.
Apretó los dientes. Siempre tenía mucho cuidado con la vigilancia de Sakura, lo hacía durante el día ya que en la noche —además de que Karin se encargaba de esa tarea— Iván los obligaba a cazar los animales del bosque y llevárselos como ofrenda.
Tantos años eludiéndolos, pero sabía que sería por la eternidad.
El presentimiento de que Iván sabía de sus actividades durante el día, no lo dejaba dormir tranquilo. Temía por Sakura y por un lado estaba agradecido de que haya aparecido quien se encargará de su protección. Lo que le inquietaba era que se trataba de otro Alfa.
Todo se volvió una bomba que no tardaría en explotar.
Apartó la extremidad de un manotazo.
—Lo tengo muy presente.
—Gracias por ayudarme a cerrar el restaurante, Sakura.
La aludida sonrió un poco provocando que el gesto de la hija de su jefe se marcara más. No dijo nada, se limitó a asentir con la cabeza y encogerse de hombros.
—Te acompaño a la parada del bus.
—No te preocupes, tomaré el metro para llegar más rápido. Tú debes apresúrate, el bus no tardará en llegar —recordó Sakura señalando la parada más cercana.
Ayame torció la boca. Le disgustaba que Sakura anduviera sola por la noche. Disimuladamente miró a su alrededor intentando ver a Karin o Suigetsu que siempre se escondían entre las sombras para cuidarla, pero no vio a ninguno.
Le dio mala espina.
—Pero... Sakura, ir sola no...
—¡Mira! Ya está aquí —Sakura señaló el bus que se detuvo frente al paradero. La tomó del brazo y sin dejarla hablar, la llevó hasta ahí.
Ayame intentó hacerla cambiar de opinión sin conseguirlo. Se tragó sus réplicas al ver lo testaruda que era Sakura. No le quedó de otra más que subirse y esperar que no le ocurriera nada.
—Envíame un mensaje cuando llegues a casa.
—Lo haré, no te preocupes. No es la primera vez que me voy a esta hora.
«Pero sí la primera sin que te cuiden las espaldas» pensó Ayame y estuvo a punto de decírselo si no fuera porque el conductor cerró las puertas, evitando la filtración de información que no le concebía revelar.
La muchacha sacudió débilmente la mano al ver el rostro preocupado de Ayame, sin comprender demasiado su excesiva necesidad de seguirla. Vio partir el bus por la enorme calle hasta perderse en una calle empinada.
Se quedó de pie en medio de la noche, escuchando el bullicio de la ciudad, sus oídos captando cada lideró sonido, las conversaciones de las personas, el claxon de los autos, las pisadas a su alrededor... El susurro del aire.
Mayormente los pasaba por alto. Si atendiera a cada efímero sonido parecería una loca. De por sí sus reacciones no eran amistosas, se empeñaba en actuar con normalidad mientras estuviera fuera de casa. Cuidando cada minúsculo acto.
Giró sobre sus pasos dirigiéndose a la estación. No mintió al decir que tomaría el metro, no le agradaba tardar demasiado en llegar a casa, y más siendo tan noche. Por sus antiguas agresiones aprendió a la mala que la oscuridad oculta los verdaderos peligros y debía estar atenta sin importar el lugar.
Adentrándose a la entrada, bajo rápidamente las escaleras. Sacó su tarjeta y se adentró al edén, mirando a su alrededor notó que, además de ella, habían alrededor de diez personas esperando el metro.
Se aferró a su mochila. En este tipo de lugares o calles solitarias sus sentidos se disparaban al máximo, manteniéndose alerta a su entorno, tensando los músculos tras ciertos pensamientos. En cualquier momento ocurriría un percance y tenía que estar preparada, por experiencia aseguraba que eran inesperados.
Contó mentalmente los segundos que tardaría el metro en llegar. Miró al frente tras escuchar su nombre creyendo que se lo imagino. Sus ojos verdes se enfocaron justo del otro lado de las vías.
Alguien la miraba fijamente. Unos ojos negros la escudriñan sin remordimiento.
Tuvo un escalofrío, aferrándose a las cuerdas de su bolsa. Desvió la mirada, atemorizada del acontecimiento.
Por otro lado, la masoquista curiosidad pudo más y volvió a posar firmemente los ojos en él, detallando cada rasgo de su aspecto.
El cabello cenizo le caía a los costados de su rostro enmarcándolo, unos ojos carbón, tan frívolos y atentos sobre ella, examinándola a profundidad intentando ver más allá de lo exterior. Su expresión imperturbable le causó cierto escalofrío. Estática, no pudo más que devolverle la mirada sin mostrar la perturbación que embarga su mente.
Vio la comisura de sus labios elevarse ligeramente, apenas lo percibió. Le sonreía de una forma satírica, burlona, como si estuviera divirtiéndose de un chiste privado.
Pero, extrañamente, su mente trabajaba en otro pensamiento. Le asaltó el pensamiento de reconocimiento. De esas ocasiones que creía conocer a la persona y no recordarlo.
«Lo he visto antes...»
No supo cuánto tiempo transcurrió en que lo miró fijamente y sin rastro de temor en sus fracciones. Perturbador, sí, e intentaba sentir miedo de ser acosada por un supuesto desconocido.
No lo consiguió. Por más se enfocó, su pecho no se oprimía y la desesperación no llegaba. Todo lo contrario: sentía cierta paz. Tuvo la repentina necesidad de acercarse a él y preguntarle el motivo de sus propias reacciones, como si supiera su sentir.
En un simple parpadeó, todo fue un torbellino. Su mente se nubló y todo a su alrededor se volvió borroso, la única figura nítida era su silueta. Susurros embargaban su mente, mezclándose en una fina línea de recuerdos sin pies ni cabeza.
El metro pasó frente a ella como una bala, sobresaltándola bruscamente. Sucedió tan rápido que apenas advirtió de él por el sonido. Ya no pudo ver del otro lado, su visión fue obstruida.
Cuando el metro se detuvo y las puertas se abrieron, se adentró al último vagón abalazándose a los asientos cuyas ventanas daban vista al otro lado. El muchacho ya no se encontraba en donde lo vio. Consideró que se trató de una alusión suya y no pudo más que soltar el aire por la nariz. La fatiga le jugaba chueco.
Al pasar los minutos, las puertas se cerraron. Alternó la cabeza a su alrededor dándose cuenta de que era la única en el vagón, las otras personas se encontraban en los vagones continuos pero sumergidos en sus celulares o cabeceando a causa del cansancio.
Al ponerse en marcha, se permitió relajarse al cerrar los ojos. El sueño la invadió, pero no caería, ya había tenido la experiencia de pasarse de su estación y tuvo que hacer otra hora de trayecto, prefería aguantarse las indefinidas ganas de juntar los parpados.
Observó a través de la ventana, pasaban debajo de un túnel, tan rápido que apenas distinguía el concreto y las señaléticas, el aire revoloteaba sus cabellos y el sonido inundaba sus oídos.
Seguía pensando en el muchacho, la sensación de que lo conocía de algún lugar no se disipaba de su mente. A lo mejor lo vio en la ciudad mientras caminaba o se trataba de un cliente frecuente del restaurante.
Lo que le intrigaba era su propia necesidad de saber dónde, ella no era de cuestionarse sobre las personas que veía a diario, no se entrometía en cuestiones ajenas.
La puerta se azotó, distrayéndola. Sus ojos verdes rápidamente se enfocaron a la derecha. Dos hombres cruzaron el umbral que conectaba al otro vagón. Uno de ellos le ponía el seguro manual a la puerta y el otro la miraba con sus ojos de un extraño color azul.
El corazón comenzó a latir abruptamente contra su pecho y aguanto la respiración cuando los individuos enfocaron su vista en ella. Se levantó de su asiento al instante que ambos hombres comenzaron a avanzar a su dirección.
El miedo que tanto ansió llegó en la situación macabra. Su respiración pausada le ayudó a concentrarse un poco, sus piernas temblaban a causa de las inevitables ideas que ellos tuvieran. Apretó los labios y tensó su cuerpo.
—¿Estás seguro de que es esta chica? —preguntó el hombre de ojos azules a su compañero.
El otro, que poseía una cicatriz en la barbilla le clavó sus ojos rojos. Le perturbó, pocas veces había visto los ojos de colores en distintas personas que se encargaron de infundirle pavor.
Y, al parecer, esta vez no sería la excepción.
—Sí, es la chica que Suigetsu protege.
Escuchar el nombre de su amigo la confundió más. ¿Suigetsu la protegía? No hallaba el sentido a la frase... Negó con la cabeza. No era momento de cuestionarse, el peligro se encontraba al frente.
Dislocada y llena de pavor, buscó con la mirada la palanca de emergencia, no tardó en saber su ubicación.
—Te aseguró que no lograrás llegar a ella.
Al volver su vista a ellos, notó que el de ojos azules se acercó rápidamente a ella, apenas tuvo tiempo de correr al otro extremo. Una mano le cubrió la boca para que no gritara y la otra le rodeo el cuerpo.
Gimió desesperada presa del pavor. Sus ojos trataban de encontrar a alguien dentro de ese vagón, por desgracia solamente ellos tres estaban dentro. Pero no se las dejaría fácil, se resistió en todo momento, retorciéndose y dándole codazos pudo zafar la mano derecha y enterrarle las uñas en el brazo que le impedía gritar.
—¡Es una fierecilla! —exclamó divirtiéndose de los intentos de Sakura en escapar.
La susodicha abrió su boca y le mordió el interior de la mano con todas sus fuerzas. La reacción del hombre fue exagerada, lanzó un alarido de dolor y retiró la mano cuyos dedos se enredaron con sus collares y al ejercer la suficiente fuerza, las ligeras cadenas fueron desprendidas cayendo al suelo en un tintineo.
Aprovechó el ligero segundo de estupefacción del otro individuo para propinarle un codazo a su agresor en las costillas y correr directamente a la palanca de emergencia.
—¡Maldita escuincla! —gritó.
Sakura se subió a los asientos, pero antes de alargar el brazo a la palanca, dos brazos volvieron a tomarla de la cintura frustrando sus acciones. Reaccionó rápido: apoyó las piernas en la ventana del metro e impulsó su cuerpo junto con el hombre, este chocó con el tubo de agarre y no la soltó, la apretó más sacándole el aire.
—Uh... ya veo porque Suigetsu te escondía tanto —dijo el de la cicatriz, mirándola ceñudo, sus fosas nasales se expandieron.
—Mátala ya —dijo su compañero agarrándose la mano lastimada.
Anonada, la chica frenó su resistencia al vislumbrar la sangre escurrir de la mano que mordió, hasta ese momento saboreo la sangre que se resguardaba en su boca. No imaginó que su mordedura ocasionara ese tipo de herida, es más, ni siquiera debería traspasar la piel.
No obstante, el líquido carmesí que emergía de la herida no parecía ser superficial, se veía sumamente real.
Lo que provocó estupefacción en su ser, fue ver una especie de llamarada roja que rodeaba el cuerpo del hombre, tan fina e irreal que se presentó unos segundos. Su respiración se cortó por unos segundos al recordar una ocasión similar en el pasado.
—Iván solamente nos ordenó capturarla.
—¡De todos modos la va a matar!
Hasta ese momento le prestó atención a su conversación, su sangre se helo al escuchar su futuro a manos de esos hombres y quién deseaba aniquilarla.
—¿Por qué quieren matarme? ¡Nunca los había visto en mi vida! —Sakura tembló de pies a cabeza al ser movida de lugar. Los balanceaba ligeramente.
—No es nada personal... —Se calló al ver que la chica seguía insistiendo en liberarse de su agarré, debía tener cuidado con ella, su especie era peligrosa e inestable—. Deja de moverte o me veré la obligación de dormirte.
—¡Pues entonces quita tus asquerosas manos de mi cuerpo!
—Imposible chiquilla, tenemos que cumplir...
Cortó su conversación de golpe. Ambos pares de ojos se fijaron en la entrada del vagón, la puerta que daba a las vías que se abrió de golpe revelando la silueta de otro ser.
Sakura también observó, el intenso aire provocado por la velocidad a la que iba el metro revoloteaba bruscamente las prendas oscuras del muchacho de pie sobre el umbral, su impresión fue identificarlo. Era la misma persona que la observó en el andén. A diferencia de los hombres que querían matarla, él emanaba una especie de energía negra, tan oscura que si no prestaba la más mínima atención lo confundía con el paisaje lúgubre del túnel.
Lo miró fijamente, su rostro no pareció inmutarse por la escena anormal presentada frente a él. Le devolvió la mirada por unos escasos segundos para luego enfocarla en los agresores.
—Tú...
El gruñido que brotó del hombre de ojos azules fue aterrador. No se trataba de un gruñido normal, no se comparaba con los perros callejeros que solían ladrarle. No, este parecía bestial, atemorizante, se estremecía con tan solo escucharlo.
—Suéltenla.
La voz del muchacho rompió el repentino silencio.
—¿Soltarla, dices? Por lo que veo tienes tus deberes con esta mujer —dijo el que la sostenía, su rostro furioso se contrajo—. ¿Qué crees? Tenemos ordenes de llevarla a nuestro Alfa. Si provocas una pelea, daremos por hecho que deseas una batalla a muerte con nuestro jefe.
Una señal de irritación apareció en su rostro sereno.
—No estoy particularmente interesando en tener un duelo con su Alfa.
—Entonces, apártate de la puerta, bastardo —amenazó su compañero.
El temor atacó a Sakura que se removió en los brazos ajenos, comenzaba a sentir repulsión. No sabía quién era ese muchacho ni porque se veía tan sereno ante la situación, pero ella no quería morir en las próximas horas de una manera inimaginable.
—Estate quieta engendro —chistó al que mordió—. Muy pronto descansarás por la eternidad.
—Púdrete. —La osadía dominó sus acciones y le escupió en la cara.
Las fracciones del hombre se crisparon de rabia al momento de alejarse e intentar limpiarse el rostro con la mano.
—¡Ya me sacó de quicio! Mátala aquí mismo.
Las pisadas contrarias los alertó. El muchacho avanzaba sin rastros de miedo en su semblante. Estiró la mano derecha a su espalda retirando la katana de la funda, al bajarla se detuvo a unos escasos metros.
—Solamente tengo una pregunta.
—Adelante. —Los ojos rojos se entrecerraron y sus fosas nasales de expandieron al sentir el escalofrió en su cuerpo, ese que le advertía de los peligros prontos y los cuales debería huir.
—¿Prefieren que primero les arranque las extremidades o ser calcinados lentamente?
Sakura se estremeció ante la mirada furtiva que Sasuke le dedicó.
La hizo sentirse pequeña e indefensa. Los vellos de su nuca se erizaron y tragó grueso. Y pensar que la situación se convirtió caustica y no tenía la menor certeza en quién confiar. Ya no sabía quién representaban la mayor amenaza: los dos hombres que deseaban matarla o el chico cuya mirada imperturbable y adusta avisaba un inminente desenlace.
¡Volví!
Como algunas de ustedes sabrán, no tenía computadora y por eso no podía traerles una nueva actualización, pero ahora que la tengo en mis manos ¡vendrán más capítulos!
Con respecto al capítulo, todo está comenzando a presenciarse desde el principio, sobre el supuesto tiempo que Sasuke convivió con Sakura y los recuerdos confusos de ambos, todo tiene un porque y se irá descubriendo a lo largo de los capítulos. Por lo pronto, la primera vista entre ambos no fue maravillosa, y es lejos de serlo.
Haré un apartado al principio del fic dónde iré poniendo algunos términos que no pongo al principio del capítulo y lo de las auras, lo iré actualizando conforme vaya subiendo capítulo para que estén a la par.
Bueno, ¡les deseo un lindo día! Con esto de que el Fandom SS está en movimiento y con esto de las novelas y el anime de Boruto añlsdjsñjna -c tira
Alela-chan fuera.
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