|1.17| Es todo o nada (parte 1)

Términos.

—Auras, clasificación y color de aura

Humano: azul celeste.

Cazador Puro: blanco.

Cazador Impuro: morado.

Lobo: rojo.

Vampiro: gris.

Felino: verde.

Mestizos-Híbridos: negro.

Ribus (demonio inferior): naranja.

Medium (demonio intermedio): amarillo.

Exoctis (demonio único en su especie): café.

—Fujunan'a hanta
Significa "cazador impuro" un título irónico conforme a la situación. Son Mestizos que se someten a un riguroso entrenamiento en los cuales se especializan en el arte de proteger a quien los contrate. Mayormente sean demonios o Seres Sobrenaturales. Es un oficio antiguo que se remota a los principios de su existencia, pues cobran por sus servicios y ejercen cualquier trabajo que se les presente. También son mercenarios, intermediados de información al mejor postor.

—Clanes de Cazadores Puros
Son los encargados de proteger la paz de los humanos como se mencionan en el prólogo. Hasta ahora se han mencionado cuatro Clanes: Haruno, Uchiha, Uzumaki y Hyuuga.

—Clanes de Cazadores Impuros
Son Cazadores con líneas de sangre derivados a los Clanes Puros. Sus poderes no son nivelados y son consideramos como "apoyo" para los Clanes; no son muy numerosos por lo que no tienen un lugar como tal en la categoría.

—Fuerte
Lugar apartado de la civilización dónde viven la mayor parte de los Cazadores, escondidos bajo un campo de energía espiritual para evitar se detectados por Demonios y Humanos.

—Consejo Real
Es un conjunto de Cazadores Puros e Impuros que dictaminan las leyes en el Mundo Sobrenatural cual pertenecen. Tienen la función de juzgar a cada Cazador por sus actos cometidos dando una sentencia cómo castigo.

—Akatsuki
Son un grupo de Demonios y Seres Sobrenaturales de distintas especies. Antes se encargaban de ser intermediados de información entre guerrillas —siendo partícipes las mismas especies—. El Clan Haruno fue el encargado de darles caza, y se cree que por ello el Clan fue eliminado. Hasta ahora uno de sus objetivos es eliminar a los Haruno sobrevivientes y atrapar a Haruno Sakura con vida.

10 de junio del 2016.
Lugar desconocido.

Desde que tenía memoria en ese mundo nació siendo un simple mortal, con un cuerpo propenso a resultar herido al más mínimo rasguño, el cual se enfermaba con cierta facilidad, uno que iba envejeciendo y debilitándose con el pasar de los años. Y él mismo no se había dado cuenta lo aberrante que resultaba estar en el cuerpo de un mortal hasta que despertó de su largo sueño.

Fue cómo si hubiera estado flotando en la nada durante siglos, cinco para ser exactos. En cuanto abrió los ojos del interior pudo ver por fin el exterior; la nueva era se abría pasó ante sus pies, muchas posibilidades de destrucción aun cuando los humanos parecían ignorantes al mundo Sobrenatural y caótico que se escondía entre las sobras.

Él mismo lo llamaba "El despertar".

Su recipiente era descendencia nacida de brujos y magos; en ocasiones los hijos no heredaban las cualidades de sus padres y las generaciones seguían hasta que nacía el elegido para ser su recipiente. Y en este siglo le tocó a ese científico obsesionado con ese mundo caótico y cruel, lo que le venía en una ganga, no tendría que tomarse demasiadas molestias con su nuevo recipiente y manejarlo a que todo saliera cómo quería, al parecer Orochimaru quería lo mismo: hacerse uno con el huésped de su interior.

Un ingenuo. En el fondo lo era.

Para hacerse primero de su antiguo cuerpo tenía que absorber demasiada energía de diferentes especies, los brujos poseían la magia para hacer cosas impensables, por eso su padre y él los crearon en los principios de los tiempos con su propia "magia" cómo decidieron llamarlos, le parecía realmente gracioso ese término. Le valía un comino como lo llamasen, lo importante era crear de vuelta su cuerpo.

Un cuerpo en proceso, mientras Orochimaru leía los archivos que robó del hospital de importantes identidades y características de los Seres Sobrenaturales. Hasta ahora habían conseguido más Mestizos cuyos lamentos podía escucharlos a lo largo del laberinto, encerrados en lo profundo de las celdas. Siendo nada más abono para el cuerpo inmortal que creaba.

—¿Hasta cuándo estará listo?

Orochimaru nunca se intimidaba de nada ni nadie, pero le mostraba recelo al hombre que alegaba ser camarada del huésped de su interior. Nunca lo rebatía, sobre todo cuando sus ojos rojos brillaban intensamente en la fina oscuridad de su laboratorio y las luces del tablero apenas alumbraban su rostro, haciéndolo ver más tétrico.

—Necesito más cuerpos —dijo cerrando la capeta de sopetón—. Tráiganme más Mestizos, Cazadores y Lobos.

El hombre no cambió su expresión indiferente, así que Orochimaru se aclaró la garganta sabiendo que le exigía mudamente una extensa explicación.

—Necesita la habilidad telepática y regenerativa de los Lobos para sus heridas. Al unificarse con los genes de los Vampiros incluso puede regenerar partes de su cuerpo cuando sean mutiladas...

—¿Y la durabilidad del cuerpo? —su voz lo interrumpió. Orochimaru se quedó callado revelando que la respuesta era una que no deseaba escuchar—. No servirá de nada todos esos dotes si vive una o dos décadas.

—Por eso también pensaba en los Cazadores —alegó mostrándole en la pantalla la información adquirida hasta el momento—. El promedio de vida es de un milenio, y dependiendo de cual absorba tenemos la posibilidad de contrarrestar a los Cazadores con sus elementos.

El hombre observó los archivos y reconoció los experimentos anteriores realizados, a decir verdad, hace quinientos años la fusión y el renacimiento de su camarada se debió al ritual de varios brujos cobrándoles la vida, pero en la actualidad apenas se contaban con un cuarto de los que utilizaron en el pasado. A causa de esto tuvieron que recurrir a la fusión de diversas criaturas utilizando la tecnología de ese sigo y magia de los brujos.

No dejó de observar la información de los Cazadores, seres tan repugnantes. Recurrir a los demonios parecía la mejor opción, pero sus habilidades no fusionaban entre sí, no era el primer cuerpo que intentaban crear.

—¿No pensaste que su propia sangre pura lo rechacé? Sería inútil, a menos que lo convirtamos primero en un brujo —dijo, y después enarcó una ceja tras comprender lo que le quería decir Orochimaru—. ¿Ese es tu plan?

Orochimaru asintió.

—Será justamente el día 30 para ser exactos, el punto donde su poder espiritual es menos que la magia. Ese momento será.

—¿Cuántos Cazadores necesitas?

La pregunta abrió del hombre abrió muchas posibilidades, Orochimaru supo que excepto su plan por lo prometedor que sonaba. Siempre podía hacer girar las cosas a su favor, y este hombre haría lo que fuera por traer a la vida al huésped que yacía en su interior sin saber que en realidad él se aprovecharía de ello para conseguir su cuerpo inmortal. 

https://youtu.be/H4BlbkkxsQ8

18 de junio.

El Cairo, Egipto.

Desierto.

Cuando era niña su madre le decía que los monstruos poseían muchos tamaños y formas, la seriedad con lo que le explicaba y la importancia que le daba al tema debió alertarla después de analizar sus palabras; sin embargo, jamás les prestó la debida atención. Los monstruos eran un término relativo para expresar a los malvados en los cuentos infantiles; un adjetivo para definir a una persona despiadada en particular.

Pero, en este nuevo mundo podía asegurar que los monstruos sí existen cómo los describía su madre. Aunque jamás se imaginó que alguno de ellos tuviera una apariencia tan humana, que la mirara fijamente del otro lado de la celda cuyos ojos reflejaron por un momento miedo y luego recelo.

«Monstruo».

Un ser totalmente horrendo que intenta hacerte daño.

Un adjetivo para definir a una persona sin escrúpulos.

Al igual que una persona retraía que no paraba de mirarla.

Al transcurrir los segundos entendió lo que dijo uno de los hombres antes, "llévenla a la última celda, esperemos que sobreviva al monstruo".

Sakura lo veía con los ojos engrandecidos, totalmente quieta esperando el momento en que el chico se abalanzara a intentar matarla; pero nada de eso ocurría. Él seguía sentado en la esquina sin apartarle la vista, como si estuviese esperando algo.

¿En verdad ese chico escuálido, de mirada pérdida y llena de tristeza era un monstruo?

Reaccionó al recordar que le preguntó su nombre. Tragó grueso mientras movía apenas su mano para terminar de apoyarse y sentarse lentamente contra los barrotes, escuchando la respiración de Kurama a sus espaldas, sintiendo su presencia. A pesar de que sería imposible que él la defendiera en estos momentos, le dio cierta seguridad.

—¿Por qué te diría mi nombre? —dijo apenas, temiendo por un momento que por tan sólo hablar el pelirrojo haría algo.

Él siguió mirándola fijamente desde la oscuridad, pero su vista fue adaptándose a su entorno y detalló mejor los grilletes que la tenían aprensado, las cadenas sujetas a la pared en la que se recargaba, no había ninguna ventana por el cual ver el exterior. Todo era seco, pero con una extraña sensación de frialdad.

Tembló. Él entrecerró los ojos y agachó medio cuerpo al frente.

—Quiero conocer el nombre de mi atacante.

¿Qué estaba diciendo?

Sakura frunció el entrecejo.

—¿Atacante? ¿Por qué debería de atacarte? Tú... —Detuvo su abruptamente cuando el chico se incorporó rápidamente y en menos de un segundo casi lo tenía frente a ella, ni tiempo le dio de soltar un grito.

—¡Aléjate de ella! —bramó Kurama extendiendo su mano desde atrás para dar un zarpazo, pero se llevó una sorpresa al ver que solamente el chico se había acercado y puesto de cuchillas a un metro de Sakura. Aunque no bajó la guardia, y le gruñó—. Si te acercas un centímetro más, te carbonizaré.

El chico seguía sin inmutarse y no apartaba la vista de una estática pelirrosa.

—Dentro de estas celdas no podemos utilizar nuestros poderes sobrenaturales, los barrotes están hechos del mismo metal que utilizan los Cazadores para hacer sus campos de contingencia y nos inyectan una sustancia de su misma creación —dijo solemne, apenas le dirigió una mirada—. Yo sólo repito la información que escuché.

Kurama gruñó por debajo. Ciertamente sintió la opresión en cuento lo alojaron en la celda, fuera de ella le clavaron una estaca en el brazo —cual tenía acalambrado en este momento— y sospechó desde el principio que podría tratarse de algo similar.

Lo que ahora tenía cuidado era del chico frente a Sakura, cuando escuchó de cierto monstruo de la última celda jamás pensó que se trataría de un muchacho, los rumores dentro de ese lugar llegaron a él mientras la arrastraban a su celda junto a la pelirrosa. De cómo "la linda chica moriría apenas tocara la celda" "el monstruo no tendría piedad". Pero hasta ahora el pelirrojo se mostraba sereno, ¿acaso esta calma era la misma antes de la tormenta?

—¿Cuál es tu nombre? —Volvió a preguntar el chico.

Y esta vez Sakura parpadeó, se había quedado tan quieta cómo una estatua pensando en el color de aura que desprendía el chico. Al estar envuelto en repentina oscuridad no se percató en un principio, pero cuando se acercó al centro y la escasa luz del pasillo alumbró su piel pálida, notó su aura negra relampagueando apenas.

Al igual de las horribles cicatrices que tenía en la parte de su torso y estomagó, la más notoria surcaba desde parte de su hombro hasta el costado derecho, otras más pequeñas a la altura de su corazón, y notó, también, más ligeras que parecían hechas recientemente, pero no permanentes cómo las demás.

Sin razón alguna le causó una terrible tristeza y compasión el ver sus heridas y lo que debió sufrir.

—¿Por qué insistes tanto en saber mi nombre? —preguntó de vuelta—. Y por lo que dijiste, a menos que no te acerques más no tengo porqué atacarte.

Sus palabras, a pesar de ser lo más lógico para ella, notó que en el chico parecieron una reverenda sorpresa, pues apenas abrió sus ojos y luego frunció el ceño, confundido.

—¿No me atacarás?

Sakura apretó los puños y siguió firme, sin titubear.

—No mientras tú no me ataques.

El chico pareció consternado retrocediendo paso a paso hasta llegar a la pared y quedarse ahí, mirándola.

—Debes estar mintiendo —insistió—. Todos los que pisan esta celda me atacan sin razón alguna, ¿o sólo me odian por ser Mestizo? Pero tú... tu aura es del mismo color que la mía.

—También soy Mestiza. —Asintió Sakura sin llegar a relajarse por completo, seguía alerta. Le pareció demasiado desalentador lo que dijo sobre el odio a los Mestizo, no se equivocaba con la realidad—. Y no estás tan alejado de la realidad.

Una realidad de la cual no podía escapar ni siquiera escapando del otro lado del mundo, ya sea en peleas clandestinas o en una enorme ciudad, la acechaban en las sombras buscando el momento indicado para atacarla y robarle su vida.

Cerró los ojos un momento, intentando serenarse.

—En el mundo los Mestizos somos odiados, esclavizados, usados... asesinados de muchas formas. Nos desprecian porque no somos humanos y tampoco demonios, una aberración que jamás debió existir. —A medida las palabras salían de su boca con cierta amargura, los ojos del pelirrojo se oscurecían pensando que no estaban tan herradas sus suposiciones—. No pertenecemos a ninguna de esas especies.

—Entonces, ¿no hay esperanzas para nosotros? —cuestionó a un hilillo de voz.

Pensar que quizás era mejor permanecer por siempre encarcelado entre esas cuatro paredes si el mundo exterior era incluso peor de lo que describía la chica que ya estuvo ahí. A pesar de que él sueña en un lugar dónde el dolor no existiera y nadie le hiciera daño quizás era un deseo ingenuo de su parte.

Lo único que conocía era sufrimiento, dolor y más tristeza.

Nada más.

—La hay —rezongó de inmediato Sakura repentinamente llena de vida a pesar de la situación. El pelirrojo la miró incrédulo, creyendo que le mentía escuchando la escasa esperanza que teñía su voz y él esperando que le revelara el secreto del universo, del por qué el cielo es azul y el odio que sentía desprender de cada criatura que pisaba esa celda y terminaba matándolos.

Una sonrisa delicada asomándose en el rostro de ella, bastó para que sintiera una punzada en su pecho, algo que jamás había experimentado. ¿Empatía, quizás?

—A pesar de que todo pinte muy mal no todo es maldito y no todos nos odian. Allá afuera... incluso hay alguien esperando a tu regreso—dijo recordando a Sasuke, lo cual la llenó de tristeza. ¿Lo volvería a ver algún día? Suspiró mientras veía al chico frente a ella percatándose que ya no tenía esa pose de alerta, más bien, cada vez se encontraba más abatido.

—No creo que afuera nadie espere mi regreso —dijo sumiéndose de hombros intentando que no le afectara, seguramente ellos dos tenían personas allá afuera que esperaban su regreso, no cómo él. Lo habían abandonado desde hace años—. Llevo aquí dentro casi toda mi vida y solamente tengo a Temari, pero no se acerca mucho a mí porque me tiene miedo.

Miedo.

Una emoción que incluso albergó a ella en cuento lo vio a él en la esquina de la celda, pero ahora que se había sentado y abrazado las rodillas, parecía más indefenso que ella. Encogido de hombros y con una mirada perdida en los dedos de sus pies descalzos y sucios, contrayendo las manos sobre las rodillas y un brillo incesante en sus ojos verdes, queriendo experimentas la sensación de saber que alguien afuera de estas paredes esperaba su regreso.

Le rompió parte de su corazón.

—¿Cuántos años tienes?

—Me llamó Gaara y tengo diecisiete años, pero me dicen el monstruo carmesí. Ya me imaginarán porqué. —alegó presentándose con una voz mesurada, era pura rutina, cuando lo torturaban le hacían repetir su nombre y edad para no perder la noción del tiempo—. Pero llevo catorce años aquí dentro, o eso dice Temari. No recuerdo mucho, cuando tuve memoria de mí mismo me encontraba peleando en contra de cualquiera que me atacara. Cada criatura que pisa esta celda muere porqué intenta matarme, yo sólo me defiendo.

Así que los rumores no eran del todo ciertos, pensó Kurama apretando la mandíbula, sintiéndose culpable de cierta manera en contribuir un juicio en contra de ese chico. Cada segundo que pasaba y lo veía detenidamente, sus actitudes contraídas hablaban por sí solas; en un principio por eso no atacó a la pelirrosa y le preguntó su nombre, manteniéndose a la defensiva esperando el momento exacto en que se lanzara contra él para atacarlo.

Y al no sentir peligro proveniente de Sakura, entrado en la curiosidad del mismo color de aura dejó pasar el peligro por un momento para aventurarse a lo desconocido.

—¿Y tú? —le dijo Gaara antes de que pudiera preguntarle quién era Temari—. ¿Cuál es tu nombre?

—... Sakura.

—Sakura... —repitió él, en sus labios ese nombre le traía una sensación de familiaridad, parecido a un déjà vu, las palabras saliendo en automático de sus labios, sin dejarla de mirar con cierta consternación. Significa flor de cerezo, y combina con el color de tu cabello.

—Exactamente.

La chica esbozó una fina sonrisa, a pesar de ver la renuencia que aún se asomaba en los ojos del pelirrojo y de su propio miedo que bullía en ese momento, cuando Gaara encorvó los labios y sonrió un poco, supo que no fue una decisión errada decirle su nombre.

Tokio, Japón.
Hospital.
Mañana.

—¡Sai, piensa en lo que haces! —exclamó yendo detrás de él.

—Eso es lo que hago —espetó el pelinegro sin dejar de caminar a la entrada del hospital.

Detrás lo venía persiguiendo Obito, su expresión resignada decía todo y a la vez nada. Intentó convencer a su sobrino que no era la situación indicada para interrogar a Hikoro —se enteraron de que se encontraba en el hospital a voz de Fugaku—, Sai le parecía un escenario perfecto para obtener información de Sasuke y su residencia en Tokio ya que Shisui parecía no haber encontrado mucho más que nombres falsos.

Le parecía cada vez más bizarro las acciones de Sai en contra de Sasuke, su hermano menor, además de ser Mestizo, le tenía un odio profundo. Tras analizarlo por varias veces, Obito había llegado a la conclusión que se trataba de un rencor arraigado de culparlo por la separación de sus padres. Pues cuando la madre de Sai se enteró de su existencia maldijo a Fugaku haberla engañado con una Loba y los abandonó fragmentado a su familia.

—Exijo ver a Uchiha Hikoro. —Sai se detuvo frente a la recepción y habló demandante a la enfermera que se encontraba ahí, quién le dirigió una mirada caladora tras notar el aura blanca alrededor del chico. Lidiar con Cazadores nunca le es grato.

—La hora de las visitar culminaron, regrese mañana —espetó mesurada la enfermera, en su rostro claramente se veía el esfuerzo por mostrarse educada.

—Ya escuchaste, es mejor volver mañana —apremió Obito intentando llevarlo de regreso, pero su sobrino jaló su mano evitando el contacto.

Se giró de nuevo a la recepcionista inclinándose sobre la barra para intimidarla, no lo consiguió puesto que la enfermera compuso un semblante duro.

—Creo que no comprendiste, criatura repugnante ¿no sabes con quién estás tratando? Soy un Cazador y por naturaleza oprimo a los de tu especie. ¡Y por ello exijo que me des la información! —exclamó irritado azotando el puño sobre la barra sobresaltando a la otra recepcionista que se encontraba alado.

—Me importa poco si estoy tratando con la mismísima Cabecilla del Clan —espetó manteniendo la compostura despegando la vista del tablero que leía, tenía confianza en las reglas que había sobre Tokio y su propia fuerza física si el Cazador se atrevía a agredirle—. Respete las normas de este hospital y vuelva mañana a la próxima visita.

Llegados a ese punto, Sai tomó de la mano a la enfermera y la apretó, la mujer apretó los dientes sin moverse, pero su compañera se incorporó, ella le hizo un ademán mudo que no interviniera en el asunto.

—Eres un ser repugnante que no tiene claro quién manda aquí... —susurró Sai.

—Suéltala ahora mismo —ordenó Obito dando un manotazo al brazo del joven y así, este dejó libre a la mujer con un movimiento brusco—. La enfermera sólo cumple su trabajo.

—Y parece que se le olvidó su posición ante mí —espetó con aires de superioridad el azabache menor.

—El que olvido su posición, eres tú, hermano —interrumpió Itachi.

Apareció desde la entrada, apenas piso la recepción y se dio cuenta de lo ocurría con solamente lanzarle un vistazo a la enfermera que se frotaba la muñeca mostrándose recelosa, a Sai colérico y su tío intentando retenerlo. No faltaba ser experto para deducirlo, especialmente conociendo el carácter especial de Sai con los Demonios y Seres sobrenaturales.

Lo que no sabía era su motivo de visita, pero lo sospechaba.

Se acercó hasta quedar alado de Sai, le sonrió a la enfermera a modo de disculpa por las molestias y le dijo que se encargaría de su hermano. La enfermera volvió a sentarse en su lugar sin dejar de fulminar con la mirada a Sai que gruñó y tuvo que centrar su atención a Itachi, esperaba verlo ahí, pero no tan pronto. Pero ojalá no hubiese aparecido antes de conseguir su propósito.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Itachi siendo directo.

—Vine a visitar a nuestra hermana, escuché de padre que está grave —dijo Sai frunciendo el ceño—. Pero esta basura no me deja pasar, ¿sabes el número de su habitación?

Itachi entrecerró los ojos tras cruzarse de brazos. Sabía que su hermano no era el tipo de persona que se preocupaba por los demás, especialmente por ellos dos. Antes su relación era de lo más estrecha, llena de confianza y cariño, pero después que se pusiera del lado de Fugaku para asesinar a Sasuke su lazo se vio fragmentado.

Por eso le parecía totalmente extraño, y suponía una razón en especificó por el cual quería ver a Hikoro. Al advertir que su tío asentía con la cabeza detrás de su hermano, confirmó sus sospechas.

Venía a saber de Sasuke.

—Debes saber que gracias a nuestro padre restringieron la visitas a todo Cazador Uchiha que venga de fuera —explicó Itachi sin dejar de mirarlo directamente a los ojos—. Y con respecto a Hikoro, dudo mucho que te interese su salud.

El chico pálido contrajo la mirada en una fingida perfecta de sorpresa.

—¿Cómo puedes decir eso? Me preocupa mucho que le sucede a mi hermana mayor después de realizar la teletransportación, si mal no recuerdo tiene prohibido utilizar esa técnica.

—Más bien, te preocupa que no despierte y así no obtengas la información que tiene. Pero no es necesario que le preguntes, yo puedo responderte por ella —se aclaró la garganta ante su la mirada estupefacta—: no te diré dónde está Sasuke.

—¿Cómo...? —La expresión de Sai lo dejó al descubierto.

—Y aunque intentes hacer algo en contra de él dentro de la ciudad, el peso de la ley caerá sobre ti y tu Clan —prosiguió diciendo—. Lo cual me resultaría singularmente irónico contando que los Uchiha cumplen las normas sin importar qué, ¿no?

Se quedó en silencio contemplando lo rojo que se ponía Sai al verse descubierto de sus intenciones, lo cual para él no era ningún secreto. Su mismo padre dejó en claro cuáles eran una de las razones por la que permanecían en la ciudad: darle caza a Sasuke.

Lo que le aliviaba era saber de cierta forma que ellos no tenían conocimiento de que Sasuke no se encontraba en la ciudad, lo cual resultaba una ventaja.

—Lo obviarán cuando sepan a quién aniquilé. Les haré un gran favor desapareciendo a un ser repugnante cómo Sasuke, ¡él merece morir por lo que es! —gritó moviendo las manos expresando con todo su ser el desagrado y odio que residía en su corazón.

Itachi lo miró con mucha tristeza en su mirada cómo si se viera reflejado asimismo tiempo atrás. En el pasado no llegaba a ese punto de repudiar a Sasuke, pero le tenía cierto recelo cuando se entero por la madre de Sai que Fugaku tuvo un vástago con una infame Loba; el Clan perdonaría su pecado si los asesinaba. Recuerda vívidamente la discusión que tuvo con su progenitor cuando él se negó a matar a Mikoto y su bastardo, ni siquiera quiso saber el nombre de la criatura que arruinó su familia, simplemente quería saber sus razones.

—Es mi sangre, Itachi —dijo Fugaku mirándolo severo, un deje de culpa se asomaba en sus ojos negros—. Es mi hijo al igual que tú y no sería capaz de matarlo. Jamás.

En ese entonces no comprendió porqué tanto empeño en mantenerlos vivos con tanto esmero, los primeros años a escondidas los protegía indirectamente. Hasta que Itachi se cansó de la sensación aterradora con la que amanecía todos los días con el miedo incierto a lo que harían los Consejeros sobre la Rama Principal del Clan.

Decidido, esculcó entre las pertenencias de su padre hasta hallar un retrato dibujado de Mikoto y el bastardo. Después lo planteó con Hikoro y Sai sobre ellos mismo buscarlos y asesinarlos por su cuenta. Su hermana siempre fue benevolente y estaba de parte de Fugaku en que el bastardo siguiera con vida; en cambio, Sai ya tenía una mirada de odio puro, él sí quería deshacerse de esa criatura para que su familia volviera a la normalidad.

—Debemos matarlo y así asegurar nuestra salvación, no cargaremos con los pecados de nuestro padre.

E Itachi, lo único que quería era no recibir ningún castigo por parte del Consejo a causa de su padre, no le parecía justo ser condenado por ello, así que buscaría la forma de salvarlos a todos.

Y así comenzó la búsqueda a escondida de los mayores y en contra de los deseos de Hikoro, no le quedó de otra más que ayudarlos sabiendo de las consecuencias. Fueron semanas incesantes siguiendo el rastro principal de la Loba, Mikoto, que huían mayormente de los otros Demonios que intentaban matarla, pero sin su pequeña cría.

Fue hasta el día menos esperado que lo encontró sin siquiera buscarlo. Quizás fue suerte, Dios o el mismo destino, pero simplemente recorría lo profundo del bosque por su cuenta adentrándose en medio de una noche dónde caía un aguacero torrencial, las pisadas resonaban sobre el lodo y mantenía la vista al frente. Había aceptado la petición de los pueblerinos a que eliminara a Demonio que aterrorizaba esa parte del bosque puesto que a quién enviaron jamás regresó. Y su trabajo como Cazador era traerles paz a los aldeanos al eliminar al Demonio.

Un golpe de suerte encontró a la persona menos esperada y había acabado con el Demonio que aterrorizaba a los humanos. En medio de la lluvia tendido en el suelo, inconsciente, un niño de entre unos diez años con heridas graves en todo su cuerpo y a un lado el Medium terminando de desintegrarse en cenizas. Se quedó impactado cuando lo reconoció y rápidamente sacó su espada para acabar ahí con su vida.

Sólo bastaría un golpe limpio, sólo eso. Si lo mataba todo terminaría y su familia volvería a ser normal. Estaba decidido a pesar de que el pecho de le contraía con dolor, no pensó que fuera un niño... que pareciera un niño corriente. Sin darse cuenta su mano temblaba por lo que estaba a punto de hacer, bajó la hoja de la espada hasta su cuello y lo escuchó.

Mamá... papá... Sálvenme.

Llamando a sus progenitores que lo protegieran. Su corazón se estruja de tanta culpa y se convenció que no podía matar a un ser indefenso en la inconsciencia, sería mejor esperar a que despertara, sí, era lo correcto en su moral de no matar a sus enemigos por la espalda. Así que metió la espada a la funda y lo tomó en brazos de regreso a la aldea.

Lo que marcó un principio.

—Lamento que las cosas resulten así, Sai —dijo de pronto recordando que su otro hermano seguía frente a él, con la misma mirada de odio que él expresaba décadas atrás.

Porque desde ese día, cuando Sasuke despertó y le agradeció resguardarlo con una sonrisa que expresaba toda su gratitud, en su mente algo se libró. Fue cómo si sus cadenas fueran rotas.

—Me llamo Sasuke, ¿y tú? —se había presentado el niño con una sonrisa radiante mientras extendió su mano para ser estrechada.

El Mestizo también podía sonreír de esa forma, agradecerle, tener miedo, angustia y pedir por sus padres de una forma tan apremiante que le removía el corazón. También tenían un nombre que decía con tanto orgullo.

Sasuke también poseía un corazón.

Con el pasar de los días, mientras intentaba convencerse de que sólo permanecía cerca de él para analizarlo y saber de sus habilidades, conocía más sus actitudes y descubría que no era tan diferente a él.

Llegó a quererlo de verdad y permaneció en contactó con él mientras también lo protegía desde las sombras cuando repentinamente su padre se ausentó por asuntos internos el Clan y le prometió que lo cuidaría, ocultándoselo especialmente a Sai, porqué con Hikoro no hubo ningún problema.

—Y mientras intentes matar a Sasuke estaré aquí para frenarte. —Itachi seguía mirando a Sai.

Sai rechinó los dientes intentando que sus palabras no le afectaran. Siempre resultaba el mismo escenario cual purgaba: Itachi defendiendo a ese ser. ¡Era injusto! Cuando debía estar a su lado para ejercer los códigos que mandaban sus leyes, no haciéndose enemigo de ellas.

—Es irónico que lo digas tú, fuiste el primero en proponer matar a Sasuke. ¿O acaso se te olvidó? —pinchó la hiedra sensible de su hermano mayor y no tuvo reparos en ello. Itachi no respondió y sabía porque se había tragado sus propias palabras, no tuvo más remedio que sonreírle con ironía.

Sai juró que mataría a toda abominación no importando si llevaba parte de la misma sangre.

No le importaba, hacía tiempo que arrancó de su pecho emociones efímeras como el cariño que sentía a sus hermanos mayores, todo para que no le afectara el hecho que lo traicionaron, o por lo menos Itachi que comenzó con todo y terminó por defender al Mestizo cuando Fugaku cambio repentinamente de opinión y se fue en contra de Mikoto y Sasuke.

Lo miró largamente sin intenciones de moverse, recapacitando si era el momento justo para sacarle la información o si ya había sido suficiente.

Por esta ocasión debía desistir, no era una derrota.

—Pues nos veremos muchas veces más, hermano —la última palabra salió con acidez y burla dando la media vuelta para salir de ese hospital plagado de criaturas repugnantes.

—Lo siento —formuló Obito una vez que Sai comenzó a caminar a la puerta; se viró a su sobrino sonriéndole débilmente—. Intentaré evitarlo la próxima vez.

—Gracias por todo, tío. Le daré a Shisui sus saludos.

Su corazón siempre se dividía en estos momentos, cuando enfrentaba a Sai para defender a Sasuke. Una parte anhelaba volver a los días en que eran felices dentro del fuerte, antes de que supieran la existencia de Sasuke, pero, por otro lado, no podía imaginar una vida sin su presencia.

Cuando Hikoro y él fueron cercanos a Sasuke, Fugaku llegó en un parpadeó a querer matarlo y ellos salieron en su defensa luchando sin importarles si eran tachados como traidores y, por consiguiente, desterrados del Fuerte. A boca de su padre el menor se enteró que al principio querían matarlo y le hacía tan irónico que ahora quisieran defenderlo cuando estaba haciendo justo lo que querían. Recordaba tan nítidamente el rostro del azabache marcado en dolor y decepción, como si la espada que le fue retirada del estómago siguiera ahí.

Pero ambos en verdad amaban a su hermano menor y aunque al principio lo protegían para redimirse de sus pensamientos, todo se convirtió conforme a los deseos de sus corazones.

Y desde ese día Sasuke lo tomó cómo traición y se alejó de ellos abruptamente. Mikoto era más comprensiva y les pedía tiempo para que regresara y aceptara la situación. Habían pasado demasiados años y al son de hoy parecía querer aceptar que estaban del mismo lado a pesar de haber vivido juntos tanto tiempo.

Sin embargo, a veces sentía esa renuencia y Sasuke aún no olvidaba.

—Ah —suspiró en lleno, pocas veces se permitía recordar porque se ponía melancólico—. Somos una familia bastante disfuncional.

El Cairo, Egipto.
Tarde.

Sasori se detuvo frente a un edificio pequeño de fachada desalentadora en medio de uno de los barrios bajos del Cairo. Las ventanas eran cubiertas por tablas de maderas formando una "X", la pintura de las paredes cayéndose a tirones y el ambiente tan escalofriante para hacer que cualquiera que pasara enfrente no tuviera la necesidad de voltear a mirarlo.

Con tan sólo caminar en la acera el escalofrió te inundaba de pies a cabeza, o fue lo que observó de un par de chicos humanos que caminaron cerca de él y susurraron que ese edificio parecía embrujado por todas las leyendas urbanas que contaban los habitantes de sus alrededores.

Le parecía una estrategia de Kakuzu para mantener alejados a ratas que intentaban darle caza, nadie imaginaría que dentro de ese edificio se encontraría uno de los antiguos Akatsuki; su ubicación pasaba de boca en boca para quienes necesitaban información dentro del submundo y tuvieran una fuerte suma de dinero para negociar con el Exotic.

Se acercó a la puerta y tocó tres veces seguidas, pero lento. Esperó y segundos después se abrió la puerta revelando un hombre corpulento cuyos ojos rojos brillaron cuando lo enfocaron.

—Requiero de información —dijo la frase, y el Demonio asintió.

—¿Traes con qué pagar? —preguntó escéptico, Sasori alzó el maletín a respuesta—. Adelante.

El Demonio lo dejó pasar al interior del estrecho y oscuro pasillo, esperó a que el otro hombre más bajito le hiciera una ceña con la cabeza para que lo siguiera. Un par de metros más y bajaron escaleras, el ambiente seguía igual de sombrío y pesado, anteriormente había visitado a Kakuzu años atrás en busca de información de Sakura.

Y a pesar de que Kakuzu mayormente lo sabía todo, en esa ocasión apenas fue poco lo que consiguió de ella, tal como su origen y verdadero apellido cual no fue ninguna sorpresa para el comerciante de información. Sasori dedujo lo demás, no se necesitaba demasiado cerebro para encajar piezas y saber una de las razones por la cual Izumi la quería atrapar.

Cuando fueron pareja fue fácil desviar la atención de Izumi a otro lado, después de todo a él le había encomendado exclusivamente la tarea de hallarla y llevarla frente a ella. Pero cuando se infiltró en la escuela como estudiante de tercero y se ganó su confianza, cada vez que ella lo miraba sentimientos que se formaron en él, fue lo que impidió que Sakura estuviera muerta ahora.

Pero Izumi no tardó en comenzar a sospechar que en realidad Sakura estaba en la ciudad, y él, presó del pánico, atino a darle otra ubicación falsa.

—Está en América, sus protectores la llevaron ahí.

Por eso tuvo que irse para seguir con su actuación confiando que Karin y Suigetsu seguirían protegiéndola en su ausencia; y sabiendo que quizás no volvería para protegerla, la hirió emocionalmente para que no lo extrañara. Fue demasiado cruel, lo aceptaba, pero no tuvo otra opción.

Se enamoró de su propia presa, y fue su perdición.

Le brindó el sentimiento de la traición y dolor, internamente quería que ella lo recordara, aunque tales emociones no fueran precisamente de amor. Siempre había sido alguien egoísta, y esta vez no era la excepción a pesar de que Sakura no tuviera sentimientos por él, sino por ese maldito lobo sarnoso. Le llenaba de furia tan sólo imaginarlos juntos.

Despejó sus pensamientos cuando terminaron las escaleras y cruzaron el umbral para llegar a una habitación apenas luminosa por las antorchas que colgaban en las paredes. Sasori se detuvo apenas unos pasos después, observando con su expresión indiferente a su alrededor sin variar demasiado.

El escritorio enorme frente a él cual encima reposaban un montón de fajos de efectivo de diferentes nacionalidades, así como montañas de monedas una tras una. Exageración fue observar que en el suelo se alzaban más pilas de dinero y objetos varios, tales como estatuas, telas brillosas, espadas, escudos y pergaminos. A Kakuzu siempre le gustaba mostrar parte de su fortuna a otros para que pensaran lo miserables que eran.

Enfocó su atención en el susodicho, sentado en una gran silla de respaldo alto. El Demonio contaba otra pila de monedas y parecía ignorar la presencia de Sasori hasta que después de terminar, alzó sus extraños ojos a él y entrecerró la mirada.

—Sasori —lo nombró y siguió indiferente contando sus riquezas—. ¿Cuál es el motivo de tu visita está vez? No creo que estés aquí para velar los intereses de Akatsuki, escuché que desterraste.

No era de extrañarse que se supiera ya sobre su ausencia, después de todo también él tenía enemigos por todos lados y aprovecharían tal oportunidad para intentar acabarlo. Pero no estaba aquí para saber sobre el peligro de su propia existencia.

—Vengo a obtener información.

—Sabrás que mis servicios son elevados —espetó fríamente Kakuzu sin dejar de contar sus monedas, después mostró cierto interés en cuando Sasori le dejó caer en el escritorio el maletín que llevaba consigo, enarcó una ceja cuando lo abrió y vio los fajos de dólares—. ¿Cuánto es aquí?

Mientras preguntaba colocaba el primer fajo en la contadora de billetes.

—No es necesario que te lo diga si ya lo estás contando —dijo sin dejar de mirarlo, esperando que fuera suficiente para obtener la información que necesitaba. Kakuzu era muy desconfiando con las cantidades—. Necesito toda la información de Zuberi Nasser, especialmente sobre el negocio de esclavos que tiene.

Sus exigencias al parecer tendrían que esperar unos minutos porque Kakuzu se quedó en silencio sin apartarle la mirada de encima mientras la máquina contaba los billetes. Le parecía terrible esperar a que Kakuzu terminara de contar los billetes y le diera la información que necesitaba.

Cuando terminó de contar, Kakuzu alzó la vista a él con su rostro indiferente.

—No es suficiente.

—¿Qué diantres estás diciendo? —El rostro de Sasori se descompuso en uno de furia, azotó las manos en el escritorio, inclinándose a él mientras le exigía—. Es más, de la cantidad que te día la ocasión anterior, ¿no te parece una cantidad perfecta por la información que tienes?

—Estamos negociando información, y me parece una cantidad absurda lo que me ofreces. —Kakuzu se levantó de su asiento haciendo que Sasori se enderezara y alzara la vista, el Exotic era mucho más alto que él por dos cabezas y su cuerpo corpulento le daba aires peligrosos, pero no se intimido, nadie lo lograba—. Eres tú el que está subestimando la calidad de la información que poseo en tiempo y forma ofreciéndome esta miseria. Y si no tienes nada más con que pagarme, lárgate, no me hagas perder mi valioso tiempo que vale oro.

Sasori se encontraba incrédulo hasta cierto punto, ¿cuánto más quería este hombre para darle la información? ¡Lo que tenía el maletín debía ser más de lo requerido! Kakuzu no sólo era desconfiado con sus clientes, sino un avaro mezquino que buscaba beneficiarse a toda costa de la miseria de los demás.

Chasqueó la lengua, al final quizás no fue buena idea acudir a Kakuzu para obtener información, pero era la vía más rápida. Y si no conseguía los datos, Sakura podía terminar muerta en cualquier momento. Cada instante era valioso y no podía simplemente dar la media vuelta e irse.

—¿Qué estás esperando para irte? —espetó Kakuzu haciéndole una señal al guardia que esperaba ahí para que lo sacara a rastras de ahí.

—¿Cuánto más necesitas para darme la información? —preguntó Sasori mandándole al mismo tiempo una mirada letal al guardia, de la manga de su camisa manga larga brotó una ligera bruma morada, era veneno. Una advertencia sutil de que si intentaba tocarlo moriría—. Te daré lo que me pides.

—Dame como pago tu corazón.

Sasori apretó la mandíbula. Maldito, ¿no le bastaba tener cinco de ellos en su cuerpo? Debajo de toda esa tela que tenía encima se escondían cicatrices brutales de sus operaciones, cinco corazones implantados en su cuerpo de Exotics, sumándose a que absorbía los poderes y lo hacían un ser verdaderamente peligroso.

—No pidas más de lo que vale la información, Kakuzu.

—Es lo justo que pienso que vale la información, si no estás dispuesto a dármelo puedes largarte ya.

—No estoy para bromas —gruñó el pelirrojo contraído.

Fueron interrumpidos por el eco de un grito ahogado proveniente del pasillo. Kakuzu le hizo una ceña al guardia para que fuera a investigar y se percató de que Sasori apenas viraba la vista a sus espaldas y la volvía a él, apretando la mandíbula y manos.

Prestó más atención y pronto el mismo guardia terminó por proferir un grito desgarrador. Lo obligó a intensificar su presencia en son de amenaza a quién estuviera bajando esas escaleras, apenas vislumbró las tres siluetas aparecer, la única visible era un aura blanca, no le sorprendió que fuera un Cazador desterrado, más bien le intrigo las otras dos siluetas.

—Entre más años pasan, te vuelves más codicioso, Kakuzu.

Esa voz. Imposible, pensó el Exotic apretando los puños sobre la mesa.

Del umbral emergieron Naruto, Shikamaru y Sasuke. El primero bajaba sus garras ensangrentadas evidenciando quién acabó en primer lugar con los guardias que custodiaban la entrada y el pasillo, la espada que sostenía Sasuke dejaba en claro que también contribuyó al exterminio de los seres. Kakuzu no se mostró nada contento con su presencia, especialmente del último que pronto le dirigió una mirada frívola, así como la de él.

—Uchiha Sasuke —dijo Kakuzu sin sorprenderse de su presencia a pesar de los rumores falsos de que había muerto meses atrás en una encrucijada, pero él bien sabía que este hombre no moriría tan fácilmente.

No por algo fue candidato a pertenecer a los Diez Escalones de Akatsuki, y un digno rival. El sólo recordar lo abrumador del poder que se escondía en ese cuerpo y detrás de esa mirada frívola podía asegurar que andaría con cuidado si se volvía su enemigo fuera cual fuera la situación. Sin embargo, ahora tenía más corazones y una libertad que lo superaría.

Sasuke se acercó al escritorio, la gabardina ondeando a su alrededor dándole su propia aura peligrosa y abrumadora. Una vez frente a Kakuzu, alzó la cabeza para entablar una conversación con el hombre. La diferencia de estatura y corpulencia nunca le fue impedimento ante sus enemigos, si fuera así ya hace tiempo hubiera estado muerto.

—Mataron a mis hombres.

El azabache entrecerró los ojos, Kakuzu no le reclamaba en sí la muerte de sus hombres, más bien el dinero que gastará al desaparecer todo rastro de su existencia.

—No me dejaban pasar y tuve que hacer algo al respecto. Sasori desaparecerá los cuerpos con su veneno si no se desintegran, no tendrás que intervenir —alegó sin reparar si el pelirrojo estaba de acuerdo o no, detrás de él se encontraban los tres observando sin precedentes el intercambio de palabras que mantenían ambos. Kakuzu cada vez expresaba algo en sus fracciones—. Debo suponer que le brindaste la información que te pidió.

Observó el maletín encima de la mesa y los billetes esparcidos.

—Es una cantidad mísera con la información que me solicitan —dijo el Demonio en un gruñido.

—Este hombre si es codicioso hasta el alma —susurró Naruto con una mueca a Shikamaru, este asintió sabiendo de los rumores, de reojo viendo a Sasori que no apartaba la vista de ambos.

Sin previo aviso, Sasuke agarró un pañuelo de aspecto valioso del escritorio y comenzó a limpiar la hoja de la espada que sostenía bajo la atenta mirada de Kakuzu que seguramente le cobraría el paño que estaba ensuciando.

—¿Acaso debo recordarte quién te ayudó a desterrar de Akatsuki? —su pregunta no fue al azar, dio justamente en el clavo, por eso Kakuzu descompuso su mueca a una de total enfado, tentando en estirar su mano y pulverizarlo, pero no lo hizo—. Te dije la ruta de los comerciantes dónde pudiste vender información, maté a la Luz Cegadora de Akatsuki por ti y te contacté con Juugo. ¿No te parece que estás en deuda por dos vidas conmigo?

Kakuzu permaneció en silencio, escuchando atentamente el pequeño discurso de Sasuke mientras este terminaba de limpiar la hoja de su espada, lo metía en una funda roja y la colocaba encima del escritorio, deslizándola a su dirección. Los ojos de Uchiha estaban rojos, el Sharingan coloreaba mientras lo miraba directamente a los ojos, mostrándole los recuerdos de aquellos sucesos en menos de un minuto.

Ciertamente sin la extraña ayuda del chico no tendría su imperio de fortuna e información que posee ahora. Su destierro de Akatsuki fue por su propia ambición, pero Izumi no lo dejaría ir fácilmente. Fue un golpe de suerte que Sasuke rehuyera de ella e hiciera un revuelto para rescatar a uno de sus compañeros atrapados para chantajearlo. Ambos hicieron un pacto momentáneo para librarse de la organización.

En el proceso Uchiha mató a dos de los Diez Escalones de Akatsuki y le ofreció a él los dos corazones. ¿Sus razones? Hasta ahora son un misterio, pero lo único que sabía era que estaba en deuda, y él odia con todo su ser estar en deuda con las personas, especialmente con este Fujun'na hanta, no por nada es uno de los Mestizos más buscados en el submundo.

—Y a pesar de ello, pretendes cobrarme, sí que te has vuelto temerario, Kakuzu —señaló con un dedo la espada dándole dos golpecitos—. Esta arma puede invocar el elemento tierra. Apuesto que puedes venderla a un bien precio, ¿lo aceptarás cómo pago por todo lo que te pediré? Siento que sea muy poco, pero contando con lo que me debes...

—¿Qué es lo que quieres? —gruñó Kakuzu arrebatándole el arma de sus manos, aceptando que tenía que saldar su deuda.

Internamente el Mestizo sonrió, había conseguido que el Demonio accediera, y ahora tendría que cumplir sus demandas para no estar en deuda con él.

—Lo que Sasori te exigió —dijo sin rodeos.

—Información sobre Zuberi Nasser —susurró Kakuzu sentándose en la silla. Miró al frente y sus ojos se pusieron completamente negros, entrando en un trance.

Aprovechando a que Kakuzu recababa la información, los tres se acercaron a la par de Sasuke, sin quitarle la vista al demonio frente a ellos.

—Sorprendente, pensé que no accedería —dijo Naruto enarcando una ceja.

—Me lo debe después de todo.

Sasori frunció el ceño virando el rostro a él.

—Los dos corazones que le diste, ¿en verdad eran de la Luz Cegadora?

Recordaba a esas criaturas, unos gemelos que nacieron en el instante que el eclipse lunar ocurrió creando dos de los poderosos Demonios que pudieron existir. Nadie podía hacerles completo frente y eran el arma mortal de Akatsuki cegando por completo a todos sus enemigos.

Fueron los primeros en conformar el cuerpo de élite junto a Tobi, después le siguió Konan, Izumi, Deidara, Kisame, Kakuzu, Hidan y él. Por último, Izumi convenció a Pain de integrar a Sasuke para que entrara por completo a Akatsuki, pero Sasuke se negó y desató la ira de Izumi quién capturó a Ino, una camarada de él perteneciente al gremio de Fujun'na Hanta.

Fue un caos total y Sasuke armó una revuelta para recuperarla rompiendo todo lazos con Akatsuki. Y en ese revuelto desaparecieron los gemelos, todavía no creía del todo que Sasuke los haya derrotado sin ninguna ayuda.

—Los gemelos Sasithorn y Atid —le interrumpió Sasuke ligeramente irritado a que le cuestionara—. Ahora ya sabes cómo desaparecieron.

—Me parece mentira que tú los derrotaras completamente solo —se burló Sasori.

El pelinegro no dijo nada más, lo ignoró como de costumbre esperando a que Kakuzu terminara de recopilar esa información.

—Su verdadero nombre es Rasa y es de origen japonés —les interrumpió el Exotic tras recabar la información—. Es uno de los hombres importantes en El Cairo, nació en 1888 tras la guerra que hubo entre Akatsuki y los Hyūga. Es un Cazador Impuro desterrado por traición de su Clan, de este no se conoce nada más que son parte descendencia de los Uzumaki. En 1994 se asoció con varios Demonios de diferentes especies y tras un préstamo que le di, formó una cadena de entretenimiento ilegal en el país.

—¿Qué tipo de entretenimiento ilegal? —cuestionó Naruto.

—Peleas clandestinas —respondió Shikamaru al instante.

El hombre de ojos extraños le dio la razón al Cazador Nara al mirarlo y siguió con su monólogo.

—Dentro del negocio tiene a sus tres hijos, uno de ellos es Mestizo que le hace ganar muchas riquezas —siguió con el informe mientras volvía los fajos de dólares en el portafolio—. Tengo un buen negocio con él, capturo las criaturas que necesita por él —dejó de ver el dinero que tenía en la mano para mirar una pila de billetes a su costado—. Hace unas horas le vendí a un grupo pequeño concentrados en el desierto.

Sasuke apoyó una mano en la mesa tratando de concentrarse y no caer en la furia, Kakuzu fue el responsable de capturar a Sakura y Kurama. Ya no podía hacer nada más al respecto.

—Eso es lo que busco, a ese grupo de esclavos —dijo, y Kakuzu mostró cierto interés—. ¿A dónde los llevan?

—En medio de desierto, cerca de la carreta "50 Suez Rd". Está escondido por una barrera de artefactos creados por los Cazadores, por eso se ha mantenido hasta ahora —informó notando algo extraño en el chico—. ¿Hay alguien a quién buscas ahí?

—Mi protegida fue capturada por tus hombres y voy a rescatarla —dijo sin entrar en demasiados detalles—. Necesito que me des todos los mapas que tengas de ese lugar, rutas, horarios y nos ayudarás a infiltrarnos.

—Eso significa un grave problema —se negó Kakuzu indiferente—. Mi negocio con Zuberi se disolvería y tendría bajas en mis presupuestos.

—Después de la revuelta que haremos apuesto que Zuberi tendrá que buscar más criaturas, ¿y a quién crees que pedirá ayuda?

La propuesta de Sasuke parecía insólita e increíble incluso para Kakuzu, era una apuesta totalmente arriesgada, pero podría beneficiarse de ello. Mayormente sus tratos con Sasuke le dejaban mucho que ganar, y al parecer esta vez no sería la excepción.

Siendo ese caso debería considerar lo que nunca había hecho: hacerse de aliados por ahora.

Bueno, tampoco quería tentar su suerte.

—El próximo espectáculo es en la madrugada, conseguiré boletos para la función —aceptó Kakuzu incorporándose de su asintiendo, estirando la mano hacia el chico—. Es un trato, Uchiha.

Sasuke asintió con la cabeza estando de acuerdo y observo la espalda de Kakuzu desaparecer tras otro pasillo al costado. Era cuestión de minutos para que regresara con una táctica.

—¿No crees que exageraste al darle tanto dinero? —pregunto Naruto al limpiarse las manos ensangrentadas con el mismo pañuelo que Sasuke limpió la katana.

El aludido no apartó la vista del arma de Sakura que ofreció, tuvo que recurrir al arma para saldar el precio, pero confiaba que mandaría a hacer otra para ella más poderosa y que pudiera aprovecharla al máximo.

Lo único que acaparaba su mente en estos momentos era arriesgar todo para rescatar a Sakura.

—A Kakuzu es conveniente tenerlo de "aliado" en esta ocasión, y para ganar su atención es necesario recordarle viejos tiempos. —Uchiha lo expreso en palabras al mirarlo a los ojos—. Además, no le conviene tenerme de enemigo en este momento que soy capaz de todo por rescatar a Sakura.

Sasori soltó una carcajada seca detrás de ellos al imaginar a Sasuke tratando de hacerle frente a Kakuzu, este siendo prácticamente un ser inmortal debido a que era un Demonio que podía absorber los corazones de varias criaturas así obteniendo las habilidades de dichos individuos; y para matarlo, era necesario destrozar todos sus corazones al mismo tiempo. Cosa realmente imposible, y más para alguien como Sasuke.

—¿Una pelea entre los dos? Está más claro que el agua la respuesta del quién saldría en victoria. —Sasori se mofó con ironía.

Sasuke lo dejó ser. Sasori no sabía la magnitud de su fuerza porque nunca había combatido seriamente con él, y aunque lo hiciera seguro triunfaría.

Con Kakuzu la situación pintaba distinta, para hacerle frente en una pelea seria requería de todo su poder, el mismo que yacía retenido con cadenas invisibles en lo más recodito de su ser. Su fuerza actual era de el mismo y las grietas de aquel sello sobre él impuesto por el mismo Kakashi tiempo atrás.

Un acontecimiento que ocurrió justo después de servir a ese Demonio y regresó con su gremio a retomar sus labores de mercenario; la brutalidad que de repente se desató en su interior en uno de los entrenamientos y casi hizo desaparecer a todo su gremio por el mínimo destello de dicha energía.

Fue algo desconocido. Algo peligroso que lo asustó, temió por su vida, por la de su madre y de su gremio, no quería hacerles ningún daño.

Quizás sus ruegos fueron escuchados en alguna parte —porque estaba seguro de que Dios no lo escucharía—, y Kakashi apareció en sus vidas salvándole la vida y su conciencia de acabar con lo más valioso para él. Selló ese poder en su interior con un conjuro especial de los Cazadores sin afectarle a él directamente.

En ocasiones, cuando el mismo poder quería desatarse, le dolía las muñecas y cuello, cuales le ardieron levemente en este momento al pensar en ese acontecimiento. Esas partes eran donde se encontraba el sello invisible, cadenas espirituales que impedían la liberación de dicho poder. Ni él mismo conocía la magnitud y esperaba nunca hacerlo.

Se repetía una y otra vez que no era necesario, pero sabía que tendría que aprender a controlarlo pronto para no lastimar a Sakura.

Le resultaba estresante reprimirse así mismo.

Ah... pensó tomándose ligeramente de la cabeza, recordando que una vez tuvo que hacerlo, años atrás cuando se separó de Sakura de niña. Es cierto, en esa ocasión salvé a Kakashi y morí.

No quería pensar en ello, no quería pensar en esa noche helada en la que corría con Sakura en brazos y Kakashi a su lado. El recuerdo vino de golpe en partes borrosas, escuchando el grito de Sakura que eran perseguidos por una cosa horrible y a Kakashi apresurarle. Podía sentir el frío en sus brazos y el temblor de la pequeña que abrazaba.

Incluso su propio temor de pensar en que no lo lograrían, no sin ningún sacrificio. Y cuando Kakashi le dio la espalda y le ordenó que siguiera andando supo quién sería el sacrificio de quién. Pero no lo aceptaría así, no cuando él podía hacer algo para evitar la muerte del Cazador. Por eso puso a Sakura en un campo de protección y regresó con él aceptando su propia muerte.

No quería rememorar ese día, por eso se concentró en las burlas de Sasori saliendo de sus cavilaciones.

—¿Tantas ganas tienes de pelear, pinocho? —preguntó Sasuke en medio de gruñido sin mirarlo.

—Lo ansío tanto —reveló el pelirrojo indiferente.

—Sakura, ¿cómo es el mundo allá fuera?

Era similar a explicarle a un niño porqué el cielo es azul, pero con Gaara tenía que explicarle lo que era el mismo cielo, las estrellas, la noche, la luna, el universo. Todo lo insignificante de la vida, pequeños detalles obsoletos que lo eran todo en estos instantes.

Sin darse cuenta, después de unas horas en silencio, Gaara se había acercado de nuevo manteniendo la misma distancia y preguntando al azar. Sus ojos opacos parecían recobrar cierto brillo mientras le explicaba lo que era el mar, le parecía realmente impresionante que pudiera existir una enorme cantidad de agua salada concentrado en un mismo lugar.

Y siguieron las preguntas.

Unas insignificantes.

Otras conforme a lo que eran ellos.

A lo que eran los Cazadores y Demonios.

Sí, así resultó ser Gaara. Un pequeño niño que escuchaba atentamente, luego se alejaba unas horas y volvía con otra serie de preguntas.

Sakura intentaba no bajar la guardia, pero le pareció imposible no hacerlo del todo. Cada vez que Gaara volvía con otras preguntas le sonreía con cierta indulgencia y respondía a medida que sabía, dijo que no conocía todo, pero le ayudaría a entender.

Le parecía insolente de su parte preguntarle cómo es que no sabía nada, aunque no era para menos contando que lo han mantenido cautivo desde que tenía memoria y lo trataban cómo un completo animal a pesar de que él había dicho ser uno de los hijos del dueño de las peleas.

—Me acogió, no soy su hijo verdadero —había dicho cuando le preguntó sobre su familia y las palabras de qué nadie lo esperaba afuera, después se encogió de hombros—. Mi verdadera familia me abandonó porque soy demasiado peligroso.

Pero, al igual que intentaba entretenerse con él, no podía evitar pensar que cada minuto se acercaba a su fin. En algún momento la harían pelear a muerte con alguien más y tendría que vencer para seguir con vida. Ni a Kurama ni a ella se les había ocurrido alguna forma de escapar de este lugar, a juzgar por lo que escuchó él, las celdas los contenían además de inyectarles una extraña sustancia que reprimía sus poderes.

Suspiró cuando estaban en silencio, mirando a su alrededor con desaliento. Por más que intentó derribar la celda fue inútil.

Comenzaba a desesperarse, el tiempo parecía tan eterno y no sabía la hora que era, pudieron pasar horas e incluso días, no lo sabía. Tampoco había ninguna ventana por dónde ver el cielo y averiguarlo. Dormía entre ratos, luego se levantaba. En una ocasión llegó alguien, se había quedado de pie frente a la celda con una expresión sorprendida, había lanzado la comida sin delicadeza y se fue sin decir nada.

De eso transcurrió mucho tiempo, ¿horas? No lo sabía, a su alrededor parecía cada vez más gélido, sombrío y húmedo. Tembló a causa del frío que sentía, se maldijo por ser tan sensible.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Kurama frotándole las manos—. Tus manos están heladas.

—Tengo frío, pero eso no es lo importante.

Desde la otra esquina Gaara los observaba en silencio, hasta ahora había mantenido la cabeza hundida entre sus rodillas, pero los escuchaba atentamente sin perderse de nada. Le parecía increíble toda la información que obtuvo del mundo, ¡era mucho más grande que estas cuatro paredes!

Y él sufriendo ahí, pero no podía salir o lo intentarían matar... siempre que ingresaban a esa celda intentaban...

«No todos son malos».

Abrió los ojos, y los enfocó en Sakura y lo desanimada que se veía. Ciertamente ella no era una persona mala, hasta ahora mantuvo su promesa de no atacarlo si él no lo hacía, pero no tenía intenciones de hacerle daño. Cómo le dijo, únicamente se defendía de quiénes intentaban matarlo, nada más.

Reprimió sus propias palabras, moviendo un poco los pies las cadenas sonaron. Los dedos de sus pies se toparon con la manta sucia y descuidada sobre la que dormía, una idea surcó su mente.

—Sakura —la llamó.

Le pelirrosa enfocó su vista en él, curiosa. Cuando se percató Gaara se había movido a ella dejando caer encima de su cabeza una manta, se la quitó del rostro para ver que el chico regresaba a su lugar haciendo sonar las cadenas y se dejaba caer contra la pared.

—Escuché que tenías frío —se explicó.

Sakura la tomó entre sus manos, la manta era pequeña, pero lo suficiente para cubrirla si se sentaba. La puso sobre ella y junto las manos para frotarlas. No desistió en sonreírle en agradecimiento.

—Gracias, Gaara.

La primera vez que escuchaba esa palabra.

¿Qué significaba?

Quería preguntarle, abrió la boca e intentó hacerlo, pero antes de que pudiera formular una palabra escuchó el familiar ritmo de unos pasos. Cada semana lo hacía desde que tenía memoria, al principio le llegó a emocionar, pero conforme pasaba el tiempo e iba comprendiendo, ese sentimiento se transformo en... nada.

Ya no sentía nada más que decepción.

Enfocó su vista en la figura que se detuvo frente a la celda, unos ojos verdes más claros lo enfocaron desde ahí y luego a Sakura que permaneció rígida sin apartar la vista de ella, en la espera que hiciera algo.

—Los guardias tenían razón, no la mataste —La rubia pareció realmente sorprendida por el hecho. No dejó de detallar incluso que la chica tenía la manta de Gaara para protegerse. Dudaba que se la hubiera quitado sin pelea de por medio, entonces, ¿el pelirrojo se lo cedió? Volvió a mirarlo aún precavida—. ¿Por qué?

—Te lo dije una vez, Temari —Gaara apretó las manos entorno a sus rodillas sin mirarla realmente—. Ellos intentan matarme, es natural sentir miedo, ¿no? Eso fue lo que me dijiste: matar a quién intentaba matarme mientras sientas miedo.

Así que ella es Temari, pensó Sakura sin dejar de escudriñar a la rubia de cuatro coletas y extraña vestimenta. Sus rasgos eran finos y una cara marcada, los ojos de la joven se mantuvieron siempre en Gaara y sus expresiones rayaban lo severo. A pesar de saber poco, se hacía una idea de porqué Temari le dijo eso a Gaara, que matara a quiénes lo atacaran, eso lo hacía más dócil a las peleas que tenía.

—¿Y por qué no mataste a esta chica? ¿Acaso tenías curiosidad por qué también es Mestiza? Esta chica no es cómo tú, no es un monstruo.

—Ella no intentó matarme —expresó Gaara apenas dirigiéndole una mirada—. No todos son malos como dices.

—Todos, absolutamente todos son malos —rectificó ella acercándose más a los barrotes, intentando convencerlo—. Nadie es la excepción, por eso debes defenderte, por eso los matas.

Sakura no pudo soportar más ver aquel intercambio de palabras.

—Es muy cruel de tu parte decirle eso a tu propio hermano, —Su voz apenas fue audible, pero retomó fuerza a medida que los ojos de Temari se volvían a ella con cierta indiferencia en su mirada—. Si lo que pretendes es mantenerlo encerrado en esta celda por siempre para que peleé, privándolo del mundo y sus decisiones, el único monstruo que hay aquí eres tú.

El verdadero monstruo lo traía cada quién consigo, y unos que otros se reflejaban con mayor intensidad, o eso pensó Sakura. Podía ver el dolor en los ojos verdes de la rubia, era real. Demasiado real.

Se quedaron en silencio, desafiándose con la mirada. Sakura se la sostuvo todo el tiempo sin importarle en lo absoluto si eso le perjudicaba, pero no se quedaría sin dar su opinión cuando se daba todo frente a sus ojos. Le parecía tan injusto.

Gaara la había mirado con los ojos muy abiertos y después a Temari que se separó poco a poco de los barrotes sin apartar la vista de ella. Después la deslizó a él, y no dijo nada más a ellos.

—Ed, encárgate de ellos —ordenó a voz alta al hombre que se detuvo a su lado.

—Vaya, tenía razón, señorita Temari —dijo el hombre-Felino, sus ojos azules se enfocaron en la pelirrosa. Del otro lado de los barrotes se topó con los ojos rojos del Zorro que gruñó en forma de advertencia—, el monstruo no mató a la chica.

—¿Será por qué igual es Mestiza? —preguntó uno bajito, al parecer era un hombre-lobo quién devolvió la vista a Temari que se perdía en el otro pasillo sin dirigirles una mirada.

—Quizás. Después de todo entre la escoria se entienden —espetó Ed con desagrado, después volteó a los otros dos—. Sometan primero al Zorro para que podamos sacarla.

Sakura observó horrorizada cómo los dos hombres entraban a la celda de Kurama y lo sometían con muchos golpes y Kurama intentaba repelerlos a pesar de carecer de fuerza, pero ellos lo derribaron en menos de un segundo pues él se encontraba tan débil.

—¡Kurama! —gritó su nombre en desesperación, pero no pudo hacer nada; los otros dos hombres entraron a la celda y el Felino la tomó del cuello conteniéndola en el suelo.

De su boca profirió un chillido agudo, la cabeza le dio vueltas y aún le dolían los anteriores azotes que le propinaron con los látigos. Intentó empujarlo, pero los dedos alrededor de su cuello la aprisionaban.

—Si te resistes será mucho peor —dijo él inclinándose a ella rosándole la oreja con sus labios, la sintió estremecerse—. Es una lástima, eres demasiado hermosa cómo para morir pronto. Si no fuera porque eres Mestiza te haría mía, muñeca, pero eres tan repugnante.

—Tú eres el repugnante aquí. —Apenas formuló ella teniendo pocas fuerzas para tomarlo de las muñecas—. Q-Quítate de encima de mí.

—Gracias por el halago, muñeca. —Sacó de su bolsillo unos grilletes—. Es hora de que participes en el espectáculo.

—¡Suéltame! ¡No iré contigo a ninguna parte!

—No es una opción, vendrás conmigo quieras o...

Unas cadenas sonaron, se escuchó el grito ahogado de alguien más. Ed, que hasta ese momento había estado concentrado en Sakura, viró su rostro a un lado descubriendo que el otro hombre que venía con él caía desparramado escupiendo sangre, cuando tocó el suelo ya estaba muerto.

—¿Qué demonios? —Ensanchó los ojos, perplejo, apenas percatándose que Gaara estaba de pie frente al cadáver, sus pies hicieron eco a medida que se acercaba a ellos. Sakura tenía los ojos muy abiertos mientras lo observaba acercarse—. Oye, maldito monstruo, quédate quieto.

Gaara se detuvo frente a ellos con una mirada indiferente, de su mano derecha goteaba la sangre del individuo detrás de él.

Ed trató de no entrar en pánico y retiró la mano del cuello de la chica.

—Si das otro pasó más...

La misma mano que aniquiló al de atrás, fue la misma que atravesó repentinamente el pecho del Felino.

Sakura cerró los ojos pensando que le tocaría su turno. Quizás era esto lo que estaba esperando Gaara, que confiara un poco en él y así matarla. Mantuvo cerrado los ojos esperando el golpe, pero nunca llegó. De pronto sintió la ausencia del pesó muerto y una mano tocarle el brazo, pero la sensación fue diferente, abrió de sopetón los ojos y se encontró con Gaara inclinado a ella, se veía preocupado.

—¿Estás bien? ¿Te duele mucho el cuello? —preguntó ayudándola a sentarse.

Ella estaba conmocionada. ¿Qué acababa de ocurrir? Al mirar fijamente el rostro preocupado de Gaara, los dos cuerpos inertes a su alrededor y notar su propia respiración pausada lo comprendió. Bastó un segundo.

Gaara actuó para protegerla.

La protegió.

—Gaara, tú... me protegiste de ellos.

—Tú no intentaste matarme —dijo él sin soltarla de los brazos—, tú eres una persona buena.

—¡Rápido, avisen que el monstruo mató a dos de los esclavistas! —exclamó uno de los que arrastraban a Kurama por el pasillo.

Sakura entró de nuevo en pánico cuando vio a un grupo con más personas pararse frente a la celda, Gaara les dirigió una mirada gélida antes de ponerse frente a ella y tronar su mano, hasta ese momento se percató de que les crecieron garras parecidas a las suyas.

Él la defendería de ese grupo, pero sería inútil, ¿verdad?

Lo supo desde el principio, incluso después de que Gaara matara a dos más de ellos y después lograran inmovilizarlo, ellos tenían más cuidado con él para no destrozarlo. Fue cuestión de tiempo, por más que se negó y pateó a sus captores, lograron ponerle los grietes y dejarla débil para sacarla de la celda sin resistencia y con Gaara gruñendo sin parar.

—¡No se la lleven! ¡Déjenla conmigo! —gritaba desesperado el pelirrojo, tres hombres lo sostenían—. ¡Sakura! ¡Sakura!

—¡Silencio! No tendrá caso, participará hoy en el espectáculo —dijo uno hablando con toda la malicia del mundo—. Si sobrevive a las peleas, al final peleará contigo, y tendrás que matarla.

No.

Él no quería matarla.

La quería con vida, porque ella era una persona buena, ella no intentó matarlo a él. Y no la atacaría porque mantuvo su promesa de no hacerle daño. Por eso la defendió de los dos primeros hombres, porque no quería que se la llevaran.

Quizás no la volvería a ver y eso le dolía.

¡No estoy llorando por Gaara! ¿Tú estás llorando? 

Se me rompió mi corazón cuando escribí esa parte, ¿quién acertó a que se trataba de Gaara? Siempre a estado encerrado y lo consideran un monstruo por matar a quienes lo atacan, él no quería hacerlo pero no le quedó otra alternativa para sobrevivir. 

Sasuke está dispuesto a todo por Sakura no importando los medios, él necesita rescatarla ya. Los recuerdos cada vez vuelven a él y le será difícil seguir conteniéndose, no podrá ignorar por siempre su pasado y lo saber, pero no quiere aceptarlo aún, su prioridad ahora es Sakura.

Con Itachi... ¿quién imaginó que al principio quería matar a Sasuke? Considerando la situación era normal, los Cazadores se les inculcan la idea de que los Mestizos deben ser eliminados y todo ese rollo, pero jamás los vio como seres vivientes que tenían emociones, por eso cuando conoció a su hermano algo cambio. ¿Qué habrá pasado con Fugaku para que haya cambiado repentinamente de parece cuándo al principio se negaba? Misterios misteriosamente misteriosos, ya lo sabremos con el tiempo.

¡Es una actualización doble! Si no te aparece el capítulo 18 es porqué estoy a nada de subirlo, actualización doble comenzando el año ;) 

¡Nos leemos allá!

Alela-chan fuera.   

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