|1.10| Convicción a la vida
5 de mayo del 2016
Tokio, Japón.
Departamento de Kakashi.
Madrugada.
—Esperemos que abra —dijo Hikoro después de haber visto a Tenten en la entrada de la sala. Con el mismo propósito en mente que los demás: lograr ver a Sakura.
La saludó con una sonrisa y la guio por el pasillo hasta la habitación de la chica. Se quedó un momento observando la puerta, pensando en las posibilidades, y después la tocó suavemente.
—Sakura, Tenten-san está aquí —llamó con dulzura. Esperó unos segundos, y, como de costumbre, no recibió respuesta.
Con cierto desánimo se giró a Tenten y Kakashi, negando sutilmente con la cabeza. No era la primera vez, cuando Kakashi lo intentó días atrás tampoco recibió respuesta.
Tenten se acercó a la puerta y la tocó otra vez. Su rostro reflejaba la angustia de su pecho.
—Sakura, ¿puedes abrir? Quiero verte.
El silencio se prolongó como un vacío entre ellos. La voz quebradiza y serena de la chica lo interrumpió.
—No puedo verte. No ahora —susurró del otro lado de la puerta. Se escucharon pasos alejándose, había estado apoyada en la puerta todo este tiempo.
La castaña soltó un suspiró de impotencia. Saber que era cierto lo que le dijo Kakashi que Sakura no quería ver a nadie, ni siquiera a ella. Aún le costaba asimilar muchas cosas que le explicó su primo a detalles; no imaginaba cuán duro debía ser para Sakura, por ello quería estar con ella.
Apretó las manos en puño y se giró a Kakashi que aguardaba detrás con un semblante preocupado. Al igual que ella, ambos no sabían cómo reaccionar con respecto a Sakura. Y eso no le consolaba mucho a Tenten, se suponía que él estaba más familiarizado con todo este asunto, le inquietaba más.
—Intentemos mañana —le dijo el peligris con una sonrisa apacible.
Tenten no tuvo más opción que asentir. Aunque se negara Sakura no abriría la puerta.
Regresaron a la sala en silencio. Ahí Sasuke estaba recostado leyendo un libro, Tenten apenas entendió que los garabatos de la portada eran otro idioma. Se preguntó cuando sabía él del asunto porque se veía tan tranquilo. Como si no le preocupara.
Se acercó frente a él y carraspeo para atraer su atención.
—¿No ha salido para nada? —le preguntó.
Sasuke apenas levantó la mirada del libro.
—No —alegó apenas, desinteresado del asunto.
La joven apretó los dientes por la actitud del chico. Si antes no le agradaba ahora mucho menos.
—¿Estás seguro de que no ha salido para nada?
—Ha permanecido encerrada en esa habitación desde hace días enfrentando un duelo consigo misma —espetó esta vez con dureza. Bajo el libro y la miró fijamente—. Ninguno de nosotros sabe que parte de su naturaleza será la dominante: si la demoniaca o la del Cazador. Será mejor no presionarla.
Le lanzó una mirada oscura a Kakashi, dándole a entender que sus palabras también eran para él.
La indiferencia de Sasuke ante el asunto podría llegar a colmar los nervios de cualquiera, por ejemplo, el de su hermana que estaba sorprendida la calma con la que se tomaba la situación.
Sakura había estado encerrada en su habitación cinco días, en los cuales no ha probado bocado alguno o bebido agua, no sabía que intentaba probar con ello, pero no le beneficiaría en lo absoluto. No después de que no sabían de su estado mental después de enterarse que parte de su naturaleza era Vampírica.
Para Hikoro no imaginaba que clase de sensación embargaba a la pelirrosa, enterarse de ese dato perturbador de su procedencia la volvería loca, en dado caso. Sin poder controlar sus emociones ya se habría automutilado. Sinceramente es su miedo más grande como Cazadora: convertirse en Vampiro. Pasar de ser un ser espiritual a una esencia podrida.
Se quedó de piedra al pensarlo.
¿Acaso así pensaba Sakura?
—Lo que me preocupa es su encierro voluntario —continuó Kakashi, y Sasuke apartó la mirada— y lo que puede conllevar.
—Entonces, ¿Qué estamos esperando para abrir la puerta a la fuerza? —dijo Tenten.
Su sugerencia provocó que tuviera la mirada fija del azabache.
—Es contraproducente. No debe estar cerca de ti en los próximos días. Es mejor así.
Tenten frunció el ceño y abrió la boca para protestar contra ello, pero Hikoro le interrumpió.
—Pero es muy pronta su reacción, ¿no lo creen? —alegó Hikoro desviando el tema para no entrar en detalles perturbadores—, ella no sabe realmente lo que significa ser un Vampiro.
Incluso para Sasuke era un misterio. Así que sólo se encogió de hombros y regresó su atención al libro, invitándoles a que lo dejaran en paz en su distracción. Él también estaba estresado y al límite. Que lo llenaran más de preguntas hacía que su malhumor aumentara, tampoco le agradaba la situación.
Kakashi se dio cuenta de ello. Suspiró al incorporarse sobre sus piernas, ya no podía hacer nada más que esperar.
—Vamos Tenten, te llevaré a casa.
La susodicha le lanzó otra miradilla a Sasuke. Sinceramente no le daba aires de confianza, pero Kakashi aseguraba que él era el más indicado para cuidar de Sakura. No le creía del todo, menos al pensar que estaba muerto y de pronto aparece en su vida llenándola de información que creía surrealista.
Pero, como decía, no podía hacer nada más allí.
Con resignación, recogió su bolso y se marchó con Kakashi.
—¡Mamá, por aquí!
Al escuchar la voz de su pequeño, la mujer alzó la cabeza en su búsqueda. Tranquilamente la enfocó a los árboles frente a ella y vio el borrón negro esconderse detrás del tronco. Sonrió divertida y se levantó de la banca dónde dejó el libro que leía. A su lado, el cuenco de dangos se agitó, pero no cayó al suelo.
Se adelantó cuidadosamente a dicho lugar.
—¿Uh? ¿Quién me habrá llamado? —divagó divertida. A hurtadilla se acercó más y...—. ¡Aja!
Vio detrás del tronco, pero no encontró a nadie, segundos después sintió un peso sobre su espalda. Las risas infantiles llegaron a sus oídos y unas manitas se colgaron de su cuello.
—¡Aquí estoy! —exclamó feliz.
—Está vez me engañaste, Sasuke —rio ella doblando sus brazos para cargar a su hijo.
El niño sonrió de oreja a oreja, admirando la bella sonrisa de su madre. Sus ojos negros brillaban cada vez que la veía sonreír. No le gustaba cuando su rostro triste reflejaba su angustia y las lágrimas rebatían por la ausencia de su padre, por eso intentaba contarle chistes y mostrarle los insectos que encontraba.
Siempre se preguntaba dónde se encuentra él, ¿por qué no venía con ellos? Ya hace más de un año que no lo había visto y le preocupa demasiado, en el mundo dónde viven es peligroso. Siempre que le pregunta a su mamá, ella evade el tema y dice "vendrá pronto".
A estas alturas ya no lo creía, pero no insistía para no verla triste.
Mikoto lo llevó a la banca y lo sentó a su lado, aprovechó para tomar de los dangos que estaban en el plato, le gustaba mucho los dulces favoritos de su mamá; compartirlos con ella siempre le ponía feliz. Tenía que alejar el desagrado por las cosas dulces, pero lo valía.
—Mi nuevo truco fue subirme al árbol —alardeó Sasuke con su vocecita, sonriendo de lado mientras masticaba—. La próxima vez intentaré ir más alto.
—Ten cuidado cuando lo hagas —replicó Mikoto.
—Mamá, ya no soy un niño —rechisto con un puchero, obviamente creía que por tener más años que su apariencia le hacía valides a cierta consideración—. Además, si me rompo un hueso me regeneraré en unas horas.
Mikoto suspiró.
—Aún sigues siendo un cachorro.
—¡Mamá!
Ella se rio enternecida por la mueca irritable de su pequeño hijo. Lo abrazó con fuerza y le besó la frente, diciendo que, aunque pasaran los años siempre será su pequeño cachorrito. Para Sasuke ese concepto le molestaba para aquella época, estaba consciente de que apenas conocía del mundo, había vivido sus primeros años alejado de la civilización. Apenas hace unos meses Mikoto comenzó a llevarlo con ella al mundo humano. Todo era bello para sus ojos, convivir con los humanos le pareció un reto pues no podía decirle a nadie su origen y tampoco lastimarlos.
Vivía así, de un lado a otro, estableciéndose en una posada y al día siguiente seguían moviéndose. A veces dormían en la cueva de algún bosque o se transformaban en lobos y se acurrucaban en los troncos huecos de los árboles. Cuando llovía si era necesario un techo para dormir.
Nunca se preguntó porque no se establecían en un solo lugar.
Hasta después de ese día.
De repente, Mikoto alzó la cabeza en dirección al bosque a sus espaldas. La densidad del atardecer apenas y ocultaba las siluetas. Entrecerró los ojos y sus fosas nasales se extendieron a medida que respiraba.
—¿Mamá? —susurró Sasuke intentando ver en la misma dirección.
Mikoto abrió más los ojos y se levantó de sopetón arrastrándolo con ella. El plato de dangos cayó al suelo, rompiéndose en añicos y el libro quedó desparramado, con las hojas pasando gracias al impulso del aire.
Sasuke apenas reaccionó cuando su madre le empujó al bosque tras entregarle el arco, flechas y un cuchillo que traía consigo. Su mirada perturbada se dirigió a ella y su espalda. La escuchó a medias, debía correr al bosque y ocultarse, su mirada teñida de desesperación le alertaba.
Los oídos le zumbaban, los rugidos amortiguados y la sensación en su piel del peligroso, las cigarras volaban despavoridas era catastrófico. Sus pies no se movían y sus ojos clavados en Mikoto que seguía dándole instrucciones que él sabía de memoria, pero parecía no recordarlas en ese momento.
Ocultarse en un lugar seguro, aunque pasen los días, ella irá por él a dónde esté.
Seguir cambiando de lugar cada día.
Estaría completamente solo.
Tenía miedo. Quería a su papá. Él los protegería del peligro, lo sabía.
Pero mayormente el deseo de verlo no se cumple.
Una sombra se alzó del otro extremo y unos ojos terroríficos le miraron profundamente.
Respingó.
Fue la primera vez en su vida que experimento el terror.
Sasuke abrió lentamente los ojos, observando el techo de su habitación, con la mano sobre su frente y la otra mano sobre su pecho. Entrecerró los ojos adaptándose a la escasa luz que entraba por el ventanal abierto; sintiendo la brisa después de la lluvia era fresca. Las nubles ya no tendrían que ser un obstáculo para la luna, las sombras pasaban en el suelo.
Estuvo quieto por unos minutos, procesando los retrasos del recuerdo. Hacía mucho que Mikoto no se presentaba en sueños, y mejor así para él. Aún le dolía terriblemente la partida de su madre y recordarla lo ponía nostálgico, desdichado y desganado, con terribles ganas de mandar todo al carajo y explotar a gritos desesperados.
El punto sensible fue recordar lo que fue de su vida después de ese día. Siempre escondiéndose, escapando de los Cazadores o Demonios que los buscaban, nunca podía estar completamente en paz, viviendo al extremo día con días. Ni siquiera cuando Kakashi apareció en sus vidas su ritmo se apaciguó.
Incluso la desdicha se presentó por mucho tiempo que a veces no lo dejaba dormir.
Hasta que, después de la muerte de su madre, conoció a una niña risueña y adorable...
Recuerdos que no quería alcanzar, pero a contra de su voluntad se presentaban como una estrella fugaz. No van en orden, están desordenados y hasta ahora no ha podido encontrar la lógica en ello. La reconocía, tanto que aún no asimilaba que ya no era una niña, sino una joven atemorizada de su origen.
Tal pensamiento lo sacó de sus cascabeles, por más que había intentado no retomarlo, ahí estaba, con un pie a la cordura y con otro a lo incorrecto según sus parámetros.
Dejó escapar el aire por la boca y se levantó con desgano. Apostando por la oscuridad del cielo y la posición de la luna, asumió que todavía faltaba para el amanecer. Encendió la luz de la habitación e inmediatamente sus ojos volaron a la repisa. Allí dónde estaba la fotografía que había agarrado aquella vez en casa de Sakura. Estaba boca abajo, leyó nuevamente la leyenda que Hana escribió para él.
Aquella foto representaba su pasado y, tal vez, su futuro.
Suspirando, salió de la habitación acomodándose la camisa. Al poner un pie en el pasillo, vio por poco la puerta de la habitación de Sakura cerrarse con suavidad. Seguramente ella había salido por fin en busca de la ración de comida que le dejaba Hikoro por las noches con la esperanza de que saliera por ella.
Desde el día en que le reveló su origen, ella rechazaba en silencio las comidas que Hikoro le llevaba, y se negaba en ver a Kakashi quiso hablar con ella la primera vez. Respondió, muy suavemente, que deseaba estar sola.
Nadie se lo impidió.
El duelo interno por el cual cruzaba era difícil. Él lo sabía, ya había pasado similar y no era una experiencia grata. ¿Cuál de las dos sangres dominarían sobre uno? Hasta ahora él mismo no tenía la certeza de ello, en ocasiones se sentía más desquiciado e impuro que otras veces.
Aceptarse uno mismo es duro.
Y, pesar de que Sakura era parte Vampiro necesitaba de alimento, pues al abstenerse de la sangre tenía que recurrir a su otra opción. Su hermana le hizo brincar por el bardal y verificar si seguía ahí. Lo cual tampoco era una opción tan descabellada. Era como si Sasuke esperara a que alguien más le dijera para tener el valor de verificarlo. Lo hizo.
Y se quedó con una imagen que oprimió su corazón.
La vio acurrucada en la esquina de la habitación, con la cabeza entre sus manos y las piernas flexionadas, únicamente respiraba agitadamente, como si hubiera corrido un maratón y a la vez negaba con la cabeza. No pudo ver más, su pecho se estrujará por la visión y el mismo sentir que ella.
Por más que le faltaban motivos de intervenir no lo hizo. Se quedó el pie del ventanal observando el cielo nublado. Ella tenía que enfrentarse sola a ese duelo.
O eso pensó hasta ahora. Lo estaba considerando seriamente.
Ella se ha descuidado demasiado, casi una semana sin comer. ¿Acaso quería matarse de hambre?
El tren de sus pensamientos frenó abruptamente ante la cuestión. Sus ojos se engrandecieron al enfocar el plato, ¿por qué demonios no lo había pensado antes? Se preguntó comenzando a sentir la opresión de su pecho.
No, esto ya no se trata de un duelo.
Sakura quería matarse de hambre, era aquello lo más viable. Pero seguramente se dio cuenta de que no posible pues ni siquiera se había enfermado.
—Si no saliste por comida, ¿Qué hiciste entonces? —se preguntó en murmullo.
Salió de la cocina y miró a su alrededor, la sala, el ventanal cerrado, la puerta de salida. Nada. Ahí no había aroma de Sakura, únicamente estuvo en la cocina. Volvió sobre sus pasos y barrió con la mirada el anaquel, la estufa, la ventana... ¿qué hizo si no fue tomar comida o beber agua?
Comenzó a crearse ideas parecidas yéndose a lo tajante, por más que quisiera convencerse de que nada malo sucedía, algo en él lo contradecía vilmente. Fue como esa ocasión que sintió el presentimiento que ella estaba en peligro y dijo su apellido. La sensación era similar y le costaba alejar ese pensamiento.
Estaba caminando ansioso sobre su lugar hasta que se detuvo un momento tras sentir una fuerte punzada en las sienes. Se llevó las manos a su cabeza tras sentir una oleada de calor, ¿qué demonios?
El dolor era semejante a cuando utilizaba el Sharingan, pero él no lo había invocado y lo verificó cuando apenas abrió los ojos y su visión era la misma. Cerró los ojos y se inclinó un poco tratando de encontrar una explicación a su repentino dolor.
Y entre la oscuridad de su mente. Una imagen se instaló en sus retinas, como si estuviese recordando un hecho del pasado. Aún seguía en un lugar oscuro, el único haz de luz llegó detrás apenas alumbrando, se dio cuenta de que era una habitación, el suelo reflejó la sombra de un ventanal hasta alguien estaba acurrucado en la esquina. Poco a poco la imagen se iba aclarando.
Era Sakura agarrando un cuchillo con sus manos temblorosas, apuntando el filo cerca de su hombro. No tuvo el tiempo de reaccionar, la vio enterrarse sin dudas el cuchillo en el pecho.
Directamente a su corazón.
Abrió los ojos de golpe dando trompicones hasta la barra, con la respiración acelerada y sudando completamente frío. Lejos de preguntarse si fue un recuerdo o no, o porque vio aquello, se abalanzó al otro extremo de la encimera en dónde descansaban los cuchillos a la vista.
Y efectivamente faltaba uno.
Si acaso dudó al principio si intervenir, ahora se tragaba las palabras que le dijo a Kakashi.
Apretando los dientes y con la ira bullendo en su interior, agarró el plato y se encaminó rápidamente a la habitación de Haruno. Una vez frente a frente no dudó en tocar varias veces la puerta, una parte de él temía que fuera tarde. Le reconfortó no olfatear sangre.
—Sakura, abre la puerta —dijo lo suficientemente alto para que le escuchara—. Traje algo para que comas.
No hubo respuesta.
Aspiró con fuerza, ciertamente la paciencia no es una virtud de él, pero intentaría controlarse si se trataba de ella con lo que... vio u imagino. Siempre confía más en sus instintos que su mente. Volvió a tocar y habló con más delicadeza —si acaso pudiera—, esperó unos segundos más y tampoco recibió respuesta. Apretó más lo dientes.
—Abre la maldita puerta. No puedes estar ahí por más días sin comer —gruñó después de perder la calma sin dejarle saber su verdadera intención de querer entrar—. Si no lo haces me veré obligado a entrar por la fuerza.
Silencio.
—Y sabes que hablo en serio.
Esta vez escuchó vestigios de pasos débiles, segundos después la manija de la puerta se movió abriéndola un poco, no vio nada. La oscuridad se ceñía a la habitación, mientras su vista se adaptaba, se adentró sin darle tiempo de pensar si estuvo en lo correcto o no dejarlo pasar. A tientas cerró la puerta, las cortinas tapaban el acceso a la luminosidad de la luna, además un ambiente sombrío lo rodeaba.
Movió la cabeza a su lado, dónde Sakura había vuelto al rincón de la habitación. Apenas podía ver su silueta. Justo en la forma que vio en su mente.
Jaló las cortinas del ventanal permitiendo que hubiera un poco de luminosidad en la habitación. Vio a través de las ventanas las masetas con flores que yacían en el balcón, todas marchitas y decaídas, igual al estado de ánimo de Sakura que con su vitalidad les daba vida. También reparó en la cama acomodada, sin ninguna señal de que haya dormido allí. Y a la vista no estaba el cuchillo.
Regresó su vista a la esquina mientras se acercaba. La vio flexionar sus rodillas contra su pecho y hundir su rostro entre ellas, su cabello largo le caía a los costados, como un manto que la protegía de los ataques externos. Sasuke se puso de cuclillas a su lado y le dejo enfrente el plato con comida, guardo silencio unos segundos, esperando que ella diera señales de hablar o tan siquiera moverse.
No lo hizo.
—Tienes que comer algo —dijo él.
—No quiero nada. —Su voz salió rasposa.
El azabache torció el gesto molesto.
—Si no lo haces en serio pensaré que intentas matarte de hambre.
La tensión repentina del ambiente, y las manos apretadas de la chica le dieron la respuesta que tanto temía. No podía concebir la idea de que ella pretendiera llegar a esos extremos de incluso tomar un cuchillo para apuñalarse. ¿Por qué le afecto tanto? Se preguntaba una y otra vez, sería insensato de su parte cuestionarla.
Al igual en quedarse de brazos cruzados a esta situación. No permitiría que se hiciera daño. Él la protegía del peligro, y si ella misma lo era, le haría ver su equivocación.
—Es una estupidez lo que intentas hacer —escupió enojado y extendió su brazo—. Ahora, dame el cuchillo.
Los ojos de Sakura se dilataron en cuanto lo vio directamente a los ojos. Las ojeras se enmarcaban en sus ojos cansados y derrotados, su semblante no emitía ningún atisbo de esperanza.
—No sé de qué estás hablando —mintió al verlo extender su mano.
—Y yo no estoy para tus juegos. —En un arrebato apretó los dientes y se inclinó más a ella, enfrentándola con decisión— El. Cuchillo. Ahora —replicó sin delicadeza. Debía mantenerse firme para evitar que ella se dañara. No le hablaría con amabilidad y tampoco le aplaudiría el que intentara apuñalarse.
Movió los dedos y su mirada se intensificó. Envueltos en tensión, Sakura se enderezó un poco y sacó detrás de ella el cuchillo que tenía oculto. Se lo entregó con el mango por enfrente y volvió a esconder su rostro entre las rodillas, apretándolas entre sí con la sensación de vacío en su pecho.
Sasuke pudo respirar un poco más calmo. No sabría que hubiera sucedido si acaso no lo descubría a tiempo. Se permitió cerrar un poco los ojos y serenarse, también estaba consiente de que ella atravesaba un momento difícil en el cual su moralidad de ambas líneas sucesoras se enfrentaba entre sí.
Intento ser más comprensible, pero sin perder su toque severo.
—¿Lo hubieras hecho?
—¿Y qué más puedo intentar si seré una asesina? —Sakura apenas alzó la cabeza.
—No sabes realmente lo que dices.
—¡Tengo que matar para vivir una vez que se acaben las pastillas! —exclamó lo suficientemente alto para despertar a medio condominio.
Se percató de su propio grito y escondió de nuevo el rostro entre sus rodillas, para abrazarse más.
A él no le sorprendió que llegara a esa deducción cuando antes de que supiera su origen; le había dado la pastilla diciéndole que controlaría parte de su naturaleza, al saberlo ella lo dedujo por su cuenta. Demasiado lista para su propio bien, si antes hubiera sabido que esto pasaría, preferiría que ella se mantuviera ignorante a su propio origen a que intentara matarse de hambre o apuñalarse como última alternativa.
—Realmente lo harás si continuas sin comer —gruñó él, acercándose más. Se atrevió a tomarla del hombro y obligarla a que lo mirara a la cara, ella tenía el ceñó fruncido y las lágrimas amenazaban sus ojos. Se detuvo un momento en el que su pecho se contrajo al verla sufrir de esa manera—. Tu cuerpo no funciona de la misma manera del que un Vampiro normal. Primeramente, no solo tienes que vivir a base de sangre si puedes controlar la sed.
Los ojos de la chica parecían abrirse cada vez más, y su respiración se pausaba.
—Y si intentas saber cuánto dura tu cuerpo sin comida, puedes pasar el resto de tu vida sin probar bocado y no morirte. Y con referente a las heridas, a diferencia de algunos, los Mestizos con genes Vampíricos no mueren inmediatamente por una apuñalada al corazón. Es una apuesta grande si mueres o no por ello.
Sakura cada vez estaba más anonada, y Sasuke le lanzó una mirada fría.
—Las pastillas te ayudan a controlar tu sed, pero al privarte necesitaras de sangre, y entre más sedienta te encuentres, te volverás igual a un animal salvaje. —La rudeza de sus palabras se clavaban en la mente de la Haruno, su expresión iba cambiando a una desesperada al ver la seriedad de la suya. Apretó un poco más su brazo, sin dejarla escapar de su mirada, obligándola a pensarlo—. ¿Acaso quieres llegar a eso?
—Yo... no quiero matar a nadie —susurró con voz ahogada, y por fin las lágrimas resbalaron sobre sus mejillas, cada vez la fuerza de su brazo cedía al agarre de Sasuke. Su mano intentó ahogar los sollozos que amenazaban sus labios. Se avergonzaba ella misma de lo que estaba haciendo.
Sasuke la miró en silencio sin la menor idea de cómo reaccionar. Nunca había sido dado de consolar a nadie en específico, no sintió la necesidad antes, pero en este momento algo se removió en su interior al verla tan indefensa de sus propias emociones. Su pecho se contraía y su mente caía en un pozo profundo de aceptación.
Recordó la foto de su habitación.
Fue suficiente.
Su mano se movió por si sola, la retiró del brazo y la colocó en la cabeza de la chica, que, al sentir su contacto, respingó y lo miró directamente a los ojos. Poco a poco la cercanía entre ellos era más estrecha. En su vida Sasuke pensó que estaría en una situación similar con alguien que no fuera su madre, ni siquiera con aquella mujer con la que compartió un tiempo de sus emociones fue así, todo era frío y carnal.
Pero con Sakura...
Se perdió un momento en sus ojos, desesperados por aceptar su desdicha. Él lo sabía, debía ser difícil.
—No lo harás si aprendes a controlarte. —Incluso su voz fue suave, le acarició un poco la cabeza, dejándose llevar por un momento—. Yo te enseñaré a controlarte.
—Pero tú... no eres como yo.
—Tienes razón, pero Naruto sí —dijo, y pudo admirar como su rostro cada vez era más apaciguado—. Él también tuvo este duelo.
—¿Y cómo se libró de ello?
Esta vez Sasuke se quedó callado y continúo acariciando su cabeza, intentando calmarla de los repentinos temblores de su cuerpo. La espesa tensión y la negatividad en la que se envolvió la habitación perjudicaba a Sakura, él mismo sentía el bello de sus brazos erizarse y tenía ganas de salir de ahí, era una sensación desagradable.
Llenándose de paciencia, agarró el plato quitándole el plástico y se lo tendió, con su sola mirada le indicó que comiera. Sakura le sostuvo la mirada por un largo tiempo hasta que se encogió de hombros y tomó el plato que le ofrecía.
—Cuando termines cámbiate de ropa —le dijo mientras se levantaba del suelo y tomaba el cuchillo.
La chica apenas asintió con la cabeza con la atención fija a la comida.
—¿A dónde iremos? —murmuró.
Sasuke se detuvo en el umbral, sin demorarse demasiado en guardar silencio.
—Sólo hazlo, y come todo. Sabré si lo tiraste por el inodoro —replicó alejándose.
Por casi al amanecer, Tenten salía de su casa para ir a su trabajo a la cual ella llamaba una forma de sobrevivir. Tomaba el tren de las cinco con cincuenta minutos y llegaba a su estación quince minutos después. Caminaba unas cuadras más al centro de la ciudad y llegaba al edificio dónde trabajaba: una agencia de viajes por la ciudad. Y mientras lo hacía, miraba el cielo que apenas se iba aclarando con
Pero los últimos días no tenía ánimos. Lo único que le preocupaba realmente era el bienestar de Sakura, su prima. O, mejor dicho, sobrina. El pensarlo le era tan bizarro y sobre todo lo que Kakashi le explicaba. Cada vez que preguntaba él no se detenía a censurar ningún detalle, por eso mismo sabía porque no podía estar cerca de Sakura hasta que ella lo decidiera.
Le haría daño.
Hasta ahora le parecía tan surreal, pero armando las piezas en su cabeza, no le parecía tan descabellado con respecto a Sakura y su naturaleza. Más con ella misma, siendo una humana... o eso pensaba. Saber que venía de un linaje de Cazadores Haruno que se "extinguieron" tiempos atrás. Gracias a las explicaciones fue comprendiendo poco a poco.
Kakashi no le quiso revelar eso hasta que estuviera lista.
—Ah, que complicado —murmuró para ella.
Por otro lado, también le preocupaba el hecho de que Kakashi le haya pedido que dejara el trabajo y se enfocara en terminar su carrera de enfermería. Ella estaría más que dispuesta a hacerlo, pero le preocupaba su economía. Él aseguró que no tenía porque inquietarse por el dinero nunca más porque él se haría cargo de todo. Incluso convencería a Sakura de no ir al Ichiraku por su propio bien.
Con ello en mente, lo consideró. Pero ahora sólo faltaba la gran prueba: presentarle su renuncia a su nuevo jefe detestable y odioso que le cambio el horario a una hora antes de lo normal y con un ritmo de trabajo que el antiguo no tenía. Y apenas lo había soportado unas semanas. No quería ni imaginar el resto del mes así.
—Será mejor presentarla pronto... —se dijo mientras cruzaba la calle.
Estaba tan cerca del edificio. Cuando pasó por un callejón, unas manos emergieron de ahí para cubrirle la boca. Tuvo miedo en ese instante e intentó gritar, pero el hombre la tenía bien afianzada y la arrastraba al interior.
No se dejó nublar por el miedo y forcejeó con todas sus fuerzas y dando un codazo a su atacante para que la liberara. Funcionó, de inmediato las manos la liberaron y lo único que pensó ella fue en escapar.
—¡Arg, Tenten! ¿Por qué diantres me golpeaste? —exclamó alguien por detrás con cierta dificultad.
La chica dio un respingó de sorpresa al volverse sobre su espalda, lo que vio fue a su jefe inclinado al frente con las manos en su estómago. Lo extraño de ver fue la forma en que estaba vestido: con un traje negro entallado y su cabello largo y castaño amarrado en una coleta alta. En contorno a su cintura tenía una verdadera funda de espada, que si Tenten tuviera lentes se los hubiera quitado para verificarlo.
El joven compuso una mirada acusadora a su dirección.
—¿Neji-sama? —preguntó con sorpresa. Luego reparo en su antigua pregunta y frunció el ceño—. Cómo no lo voy a golpear si pensé que era un secuestrador.
Neji bufó.
—Ni en tus mejores sueños pienses que alguien te secuestraria.
Tenten se sintió ofendida y, sin decir media palabra, dio la media vuelta para irse.
—¡Oye! Detente ahí.
—Fuera del edificio usted es mi jefe. Fuera de él es un secuestrador. Así que no... —Dio apenas un paso y sintió la mano firme de Neji sujetarle el brazo, deteniéndola. Suspiró cansada, no tenía ganas de tener una contestación. Pensó que podía utilizar esto a su favor para pedir su renuncia.
—Eres enfermera, ¿no es así?
La chica entrecerró los ojos a su dirección, Neji seguía serio.
—Casi, me falta hacer mis prácticas —replicó no muy contenta.
—Bueno, casi enfermera, necesito que me costures una herida que tengo en el abdomen, me duele mucho.
Hasta ese momento Tenten no se había percatado de que sus manos estaban manchadas de sangre. Abrió los ojos y se llevó las manos a su boca. No dudó en sacar su celular y encender la linterna para verificar la parte afectada. Se agachó a la altura de su estomago dónde la tela negra taba rasgada. Era una herida muy abierta y demasiado profunda, como si le hubiesen enterrado un cuchillo.
Frunció el ceño y giró guio la luz a la espalda baja, ahí se veía la misma herida. Alzó la vista a la espada que cargaba y no dudo en quitársela antes de que pudiera hacer algo, se alejó su suficiente para que Neji reaccionara y la mirara con mala cara.
—¿Qué...?
—¿La herida fue hecha con una espada? —inquirió sintiendo el pesor del arma, estaba un poco pesada. La desenvainó hasta la mitad para compararlo con la herida.
En la empuñadura vio una insignia grabada a oro, la observó un rato recordando los símbolos de los clanes en el libro que Kakashi le dio para que supiera más de su mundo. Eran seis clanes, y, entre ellos, los Hyūga, con el símbolo de una llama de fuego.
Así que Neji era un Cazador. Eso explica porque no se ha desmayado por el dolor o por la falta de sangre en su sistema.
—Fue con...
—... Otra espada, sí. —Asintió acercándose a él para regresarle su arma. Lo vio intrigada y a la vez serena—. Mira, no puedo tratarle esa herida de magnitud en este lugar y tampoco tengo la experiencia necesaria. Así que es mejor que vaya a un hospital.
—Si te has dado cuenta no puedo manejar con esta herida...
Tenten le lanzó otra mirada, ¿acaso quería que hiciera todo ella? La seriedad en Neji le hizo saber que así era, incluso le extendió las llaves de un coche. Suspiró una vez más y como última esperanza le preguntó:
—¿Cómo sabe que sé manejar?
—Tengo tu expediente. No hace falta más hablar.
—Malditos Cazadores y sus heridas —murmuró por debajo arrebatándole las llaves enojada y comenzó a caminar hacia la calle con Neji pisándole los talones—. Malditos jefes abusivos.
—Te puedo escuchar y despedir si me insultas de nuevo.
La sonrisa de Tenten fue una fe victoria.
—No es necesario, porque le presentó mi renuncia ahora. Esta es la última cosa que haré como su asistente. Busque a alguien más en mi lugar para explotar —replicó con un tono de voz más alegre.
En cambio, la mirada de Neji se volvió más pesada y turbada al verla adentrarse al automóvil robado, pero eso no tenía porque saberlo. Sin más que la resignación, se adentro al asiento del copiloto esperando que no tuviera problemas en el hospital.
Hospital general.
—¿¡Qué diantres dices!? —gritó Tsunade azotando su puño sobre su escritorio, la computadora casi cae al suelo debido a ello.
El sujeto frente a ella tragó grueso y su compañero tuvo miedo de su actitud. Sabía que la noticia le caería mal, y tal vez los despedirían.
—Q-Que Orochimaru-sama ha desaparecido. Y en las cámaras de seguridad se ve como está robando los expedientes del área de Cuidados Especiales —respondió.
Los ojos de la rubia se afilaron peligrosamente y su aura comenzó a aumentar por su mal humor. Los guardias respingaron cuando la vieron soltar otra exclamación de ira y apuntarlos con un dedo de forma amenazante.
—¿Qué estás esperando? ¡Muévanse a búsquenlo ya!
—¡Sí, Tsunade-sama!
Ambos salieron casi corriendo a cumplir las órdenes.
Estando sola, se llevó la mano a sus cienes en busca de paciencia y diligencia. Se maldijo una y otra vez por ese descuido. Orochimaru no era más que un neurocirujano que atendía el ala dónde ingresaban los humanos. Al ser un hospital que atiende también a Seres Sobrenaturales, su personal también estaba dividido: Ala de Cuidados Especiales que embarca a toda criatura con relación, y el Ala General que abarca todo lo referente a los humanos. Y los docentes de esta ala no podían pasar al de Cuidados Especiales.
Sin embargo, Orochimaru fue contra las reglas hace unas semanas y los guardias lo encontraron caminando en el Ala de Cuidados Especiales. Él aseguró que no vio nada y las cámaras lo comprobaron. Por eso lo dejó seguir laborando en el hospital, fue una estúpida al dejarlo así, debió sospechar que se dio cuenta de algo.
Ahora se había robado expedientes.
Llevó su mano al teléfono y marco a recepción.
—Ve al archivero y averigua que expedientes de llevó ese infeliz de Orochimaru.
No espero respuesta y colgó de sopetón. Estuvo a punto de rodear la mesa a su estante en busca de licor para calmar sus nervios cuando la puerta se abrió de sopetón y de ahí entró la misma recepcionista, solemne y con un semblante serio.
—Disculpe Tsunade-sama, pero me colgó antes de avisarle que un Cazador Hyūga ha llegado al Ala General.
El rostro de la rubia volvió a crisparse. ¿Un Cazador Hyūga? ¿Qué diantres hacia uno en la ciudad?
Suspiró de nuevo.
—Vamos a ver que quiere.
Su consultorio estaba en el Ala General, no tuvo que caminar mucho hasta urgencias y lanzar una hojeada al panorama. La sola aura blanca la guio hasta una de las camillas cerca de recepción, caminó hasta ahí con el ceño fruncido hasta pararse frente a él. Lo identificó apenas lo miró a la cara, ¿cómo no conocerlo si era uno de los hijos de la Cabecilla del Clan?
—Neji.
Los ojos perlas del joven se entrecerraron.
—Ah, pero si es Lady Tsunade.
La susodicha lo miró con seriedad, poco después se dio cuenta de otra presencia. Una mujer de cabello castaño y aura azul. La reconoció apenas la miró, Kakashi se la había presentado anteriormente cuando la llevó al hospital por la presión baja. Tenía entendido que era parte de los Haruno, pero con una anomalía: no era una Cazadora. Más bien, una extraña especie entre los Cazadores.
—¿Cómo te encuentras? —se dirigió a ella con cierta curiosidad de verla ahí.
Tenten le sonrió cortésmente.
—Bien. Esta vez traje a mi jefe por la terrible herida de espada que tiene en su abdominal —señaló al susodicho que se dedicaba a mirarlas una a la otra, sin perderse de nada—. Como es de suponerse, su presión y temperatura del cuerpo está estable, no tiene ninguna contusión además de la herida y su pulso parece estar en los parámetros normales... para un Cazador.
Tsunade volvió a dirigirle la mirada a Neji que tenía una cara malhumorada.
—Tenten, ¿te importaría quedarte con él un momento mientras traigo los instrumentos necesarios?
—Claro.
La vieron partir entre las camillas en busca de lo necesario para atenderlo. Tenten supuso que los utensilios de la plancha a su costado no serían de mucha ayuda domando en cuenta que Neji no era una persona común y corriente. Se quedó observando el pasillo hasta que sintió una pesada mirada sobre ella. Era Neji que seguía con los ojos clavados a su dirección.
—¿Cómo supiste que soy?
Se encogió de hombros ante su pregunta.
—No todos somos ignorantes. Además, es normal tomando en cuenta que aquí hare mis próximas practicas —dijo como si nada.
Después de ello se dispuso a guardar silencio, y con resignación, Neji se dio cuenta que no pudo sacarle información y se dedicó a mirar por el pasillo.
Cuando Sakura terminó de ponerse la blusa manga larga no tuvo ánimos de verse al espejo y asesorarse de que estuviese vestida bien. En su estado actual no quería saber de nada ni nadie, mejor para ella si pudiera quedarse tirada en el suelo por la eternidad. La sola idea le aterró en ese momento al recordar las palabras de Sasuke si no hacía nada al respecto.
«Animal salvaje», ¿se convertiría en ello? Lo temía profundamente a lo pudiera suceder. Por ello prefería matarse ella misma antes de arrebatarle la vida a alguien más en egoísmo a la suya. Estaba aterrada.
Se abrazó con fuerza intentando controlar el temblor de su cuerpo. Ni siquiera ella sabía porque llegó a este extremo de ansiedad y tristeza, conocía de los Vampiros solamente por los mitos y de los relatos de Hikoro en cuanto le preguntó días atrás. A pesar de que la Cazadora no le dijo todo tal cual, no se quedó satisfecha.
Y decidió investigar por su cuenta de los Mestizos.
Maldijo su curiosidad. Si tan sólo la hubiera contenido y obedecido la única limitación que Itachi le impuso de no entrar al despacho de su tío. Sus ansías de saber más la llevaron a romper la regla y se escabulló a dicho lugar, le pareció un lugar acogedor. Reparando del estante de libros con símbolos extraños. Muy pronto los tomó en posesión y no tuvo reparos en leer el contenido de las criaturas Sobrenaturales que existían, o por lo menos tenían conocimientos.
Lobos.
Felinos.
Demonios.
Vampiros.
Pero nada de los Mestizos.
¿Qué debería pensar al respecto?
Dejó de lado sus pensamientos, tomó el libro y se dirigió a la sala en busca de Sasuke. Por el momento no se mortificaría por las respuestas que obtuvo de los libros. No tardó en localizarlo, a pesar de su ánimo no pasó por alto las vainas que metía en las fundas enganchadas al cinturón que traía puesto y lo cubría la gabardina.
—Ni pienses tomar uno de aquí, sentiré cuando intentes agarrarlo —le advirtió el azabache alzando el rostro a ella.
En silenció le extendió el libro, pudo ver asombro en sus ojos en cuanto lo recibió.
—¿Cuándo tomaste esto? —le preguntó severo—. Sabes que tienes prohibido entrar al despacho de Kakashi.
Lo sabía perfectamente, por alguna razón se lo impidieron, y no obedeció.
Ahora pagaba las consecuencias.
—Mientras estuve solamente con Hikoro-san e Itachi-san —dijo desanimada, después se arrepintió y llevando las manos detrás de su espalda, agregó: — Lo siento, sé que no debía hacerlo.
Lo viró debajo de sus pestañas, su mandíbula apretada sin apartar su mirada, por una vez se preguntó que pesaba él al respecto. Parecía molesto y a la vez resignado, como si vigilar cada uno de sus movimientos fuera fatigoso. Ahora que lo miraba fijamente, podía ver las ojeras debajo de sus ojos y el cansancio en su mirada.
—¿Te cansa vigilarme?
La pregunta escapó de sus labios sin darse cuenta hasta que la pronunció.
Se llevó las manos a su boca, tratando de contener su propia sorpresa. Él le dirigió una mirada indescifrable, sospesando una respuesta que seguramente no quisiera escuchar. Sakura no se quedó a averiguarlo, le dio la espalda y se encaminó a la puerta dispuesta a tener unos segundos a solas, seguramente se le olvidaría lo que dijo.
Agradeció internamente que durante el trayecto a dónde fueran se tornó en un silencio cómodo, Sasuke no tuvo intención de hablar y ella se limitó a observar por la ventanilla la ciudad que apenas daba vestigios de las personas que salían de los bares y antros. De cierta forma le abrumaba estar fuera de su habitación, ¿y si atacaba a alguna de esas personas? Tan sólo imaginarlo se le revolvía el estómago y le daban ganas de vomitar.
Su consuelo fue saber que Sasuke no dejaría que sucediera, la retendría sin duda alguna.
Miró a hurtadillas y lo descubrió un par de veces mirarla de soslayo y apretar los labios, como si quisiera contenerse en decir algo, ¿responder la antigua pregunta?
Le avergonzaba tan sólo pensarlo.
Sin embargo, ya no soportaba la extraña atmósfera.
—¿Me dirás a dónde vamos? —Y decidió romperla.
La pregunta se respondió sola cuando él giro el volante en dirección al estacionamiento del hospital, admiró la gran estructura justo cuando se dirigieron a la entrada y detenerse ahí. Justo cuando iba a lanzar otra pregunta, vio a Naruto traspasar las puertas cargando cinco urnas pequeñas.
Se limitó a observar cómo el rubio se las ingeniaba para meterlas en la cajuela y después ingreso a la parte trasera portando una jovial sonrisa.
—Hola, Sakura-chan —saludó animado.
Ella apenas lo miró, no se esforzó por sonreír y tampoco parecer alegre.
Naruto pareció notar su ánimo y se dirigió a Sasuke, este comenzó a manejar de nuevo.
—La abuela Tsunade separó los restos en diferentes urnas, también dijo que quería saber lo que harías con ellas —informó con cierta seriedad.
¿Son cenizas? Se preguntó Sakura mirando por el retrovisor un poco afectaba. Las personas que fueron despojadas de la vida...
—¿Le dijiste sobre los planes? —La voz de Sasuke la distrajo.
—No, se supone que tú debes decírselo —replicó su amigo, a lo que recibió un asentimiento seco de su parte.
Después de eso, Naruto se acomodó en los asientos con toda la confianza del mundo y se propuso a mirar su celular. A este punto, Sakura se desesperó un poco al no saber de lo que hablaron. Para empezar, si iban a poner los restos en algún lugar, ¿por qué traerla a ella?
Lo analizó un momento hasta que recayó en la figura de Naruto por el retrovisor, se sorprendió al verlo devolverle la mirada, como si supiera de sus inquietudes. La sonrisa llena de confianza que le profeso le hizo comprender por qué Sasuke la sacó de su habitación.
«Él ya ha pasado por esto», recordó.
Bajó la mirada, no tuvo el valor necesario para indagar. Permaneció en silencio la mayor parte del trayecto, ni siquiera le puso atención a dónde se dirigían esta vez, solamente... cerró los ojos y quiso olvidarse de su existencia.
O por lo menos intentarlo.
—Sakura, ¿estás bien? —Naruto no se iba a quedar callado, Sasuke ya le había dicho por teléfono de la situación de Sakura, y está más que dispuesto en ayudar a una hermana en especie. La había visto dudar y permanecer callada. Una mirada por el retrovisor le bastó para hacerle saber que era el momento.
Sakura separó los párpados, observando la carretera frente a ella, ¿cuánto tiempo había pasado? Luego se giró ligeramente a él, mirándolo con incertidumbre en sus ojos verdes.
A Naruto se le encogió el corazón su desesperación.
Y sabía que debía ayudarla.
Alcaldía de Tokio.
Kakashi se dejó caer contra el sillón recargando su cabeza, bajándose la máscara para soltar un fino suspiro de cansancio. Los músculos de sus hombros tensos fue un incentivo para llevarse la mano a dicho lugar y apretarlo, en momentos como este sin duda alguna recordaba toda la política entre los tratados de paz por parte del Consejo Real.
Sus representantes habían tocado la ciudad por la mañana e hicieron presencia en la alcaldía de forma inesperada tras enterarse del nuevo gobernador de Tokio, Minato los recibió haciendo su papel de líder público y puso todo en orden. Aunque fue difícil y él tuvo intervenir en algunas clausuras, fue consciente de que los representantes trataron de indagar su identidad sin conseguirlo.
El Consejo real era una mera jerarquía y velaban por el bienestar de sus hermanos Cazadores, y al ser la última voluntad de Haruno Sakumo, el anterior líder del Clan, decidieron respetar sus deseos y convertir a Tokio una zona neutra dónde los Seres Sobrenaturales sin intenciones de dañar a los humanos anduvieran deambulando. Siempre y cuando Minato y su propio consejo regulador se encargara de mantener en orden a los líderes de los Clanes o Familias asentadas en la ciudad.
Lo cierto es que dieron ese voto de confianza por Minato. Él, décadas antes, fue un Cazador perteneciente al Clan Uzumaki, pero entre una de las tantas guerrillas un Vampiro lo mordió y mantuvo cautivo hasta que el proceso de conversión fuera un éxito. Por eso mismo tuvo que abandonar su título de Cazador, rechazando su propia naturaleza sin beber sangre humana y velar por los humanos aún tras haber perdido su propia alma.
Siempre había sido su propósito. Por eso mismo accedió a ser la cara pública al consejo, para que nadie supiera que Kakashi seguía con vida.
Después de todo quienes lo intentaron matar fueron los que una vez confió como hermanos de sangre.
Los mismos Cazadores del Clan Hyūga.
—¿Kakashi?
Dejó de mirar el techo y ladeó la cabeza a su lado. Minato entraba impetuoso por la puerta, su largo cabello rubio lo traía atado en una coleta alta, sobre sus hombros una capa azul resaltaba escondiendo su cintura la espada que traía. Siempre para protección, nunca se sabe el momento de una batalla.
—Pensé que te habías ido a casa.
—No lo haré hasta que los representantes dejen la ciudad —concluyó enderezándose—. Si salgo ahora me seguirán hasta el departamento y comenzarán a investigar.
—Se encontrarán con muchas trabas.
—No necesito que sospechan más, no quiero poner en riesgo a Sakura.
Minato se sentó a su lado enfocándolo con sus ojos rojos como la misma sangre.
—Aunque, ahora que la ley ha sido impuesta me siento un poco más tranquilo —confesó Kakashi—. Sakura puede tener un poco más de libertad.
—Y si alguien la ataca podremos proceder según nuestras leyes.
—No sucederá mientras Sasuke esté a su lado.
El rubio también se recargó en el respaldo, cruzado de brazos.
—Me sorprende que confíes tanto en él... Me refiero a sus poderes —aclaró en cuento lo vio fruncir el ceño—. Yo también creo que no es tan despiadado, lo conozco tan bien como tú. Y también sé el alcance que puede tener su propio poder. ¿No es más peligroso que esté junto a ella?
—Precisamente eso es lo beneficioso. —Kakashi apuntó repentinamente entusiasmado, y Minato aún no comprendía a que se refería—. Sasuke no se ha esmerado a controlar su poder, pero ahora que tiene que estar cerca de Sakura le dará el motivo suficiente para hacerlo, a contra medida, aprenderá conforme el tiempo.
Pero Minato lo veía muy arriesgado.
—¿No crees que es una apuesta demasiado arriesgada?
—Confió en Sasuke. Sé que lo logrará.
—Aprendiste bien de Tsunade-Hime... pero también me alegró que todo este marchando así. Ahora Naruto puede estar cerca de Sasuke, le hizo mucha falta cuando estuvimos en Nueva York. Y creo que la influencia de Sakura le sienta bien, lo veo sonreír más a menudo.
Minato entrecerró la mirada un poco afectado por sus propias palabras, recordando al niño travieso que fue antes de la desaparición de Kushina. Marcando un antes y un después. Antes de que su esposa desapareciera, todo era luz y alegría, y en cuanto se esfumó de sus manos, Naruto se culpó de ello y se encerró en su pequeño caparazón, negándose a relacionarse con las personas por temor a que desaparecieran, una idea absurda para alguien como él.
Pero a Naruto le afectó mucho, sobre todo ser odiado por su otro hijo, Menma y se separará de ellos. El que Sasuke se volviera a cruzar en sus caminos tiempo después fue un gran respiro, encontró a un hermano de especie y congeniaron bien, y cuando tuvieron que separarse a cumplir la misión en busca de la sobrina de Kakashi, Naruto se hizo el valiente y cumplió con su misión de la mejor manera.
—Sí, también lo he visto más animado en estos días —contestó recordando también—. Va a casa intentando ver a Sakura, pero, como desde hace una semana no quiere salir de su habitación.
—Es normal, Naruto paso por ese duelo hace tiempo —dijo el rubio totalmente comprensible.
Incluso él tuvo que pasar ese mal trago sólo. Cuando pasó de ser alguien que protege a los Humanos de lo que se convirtió fue un golpe a su ser, intentó de todo para matarse, y ahí estuvo ella, su amada Kushina para hacerle ver que no todo estaba perdido.
—No sé qué hacer con respecto al encierro voluntario de Sakura —confesó totalmente contraído, Minato lo miró fijamente—. Por primera vez me encuentro en una situación tan bizarra. Y tampoco puedo imaginar cómo reaccionará cuando le diga que ella es...
Apretó los labios, frustrado. Ciertamente había dejado pasar los días, pero seguramente ella tendría una ligera sospecha. Hasta ahora no sabía que tanto sabía ella del mundo que la rodea, Sasuke sólo le había dado datos vagos pues hasta él no era realmente consciente.
Pero, por la forma en que ella reaccionó al saber su origen, se daba una idea de la magnitud de la información que poseía. Y le preocupaba, ¿a qué extremos llegaría su sobrina? Para ella aún era desconcertante que perteneciera a este mundo, y tras lo que sucedió con Sasori fue un peso que todavía no se había quitado de encima.
Y tal vez la estaba destrozando.
Sakura se impresionó al bajar del automóvil en la orilla de la acera y ver al frente el inmenso mar que se extendía por el horizonte, apenas se veían las franjas del sol que esperaba ansioso para levantarse con majestuosidad. El cielo ya mostraba signos de claridad, apenas tenues a sus ojos.
La brisa de la marina alboroto su cabello, tuvo que amarrarlo para que no le estorbara. Esperó a que Naruto y Sasuke sacaran las urnas de la cajuela para comenzar a caminar hacia el mar. Se había enterado de quienes pertenecían esos restos, le entró un nudo en la garganta cuando Sasuke le relató como los encontró y que no todos sobrevivieron.
Entendió porque los Natus aparecieron días atrás. Los difuntos eran Mestizos. Obtuvo su respuesta a cuanto, si tuvieron una vida plena o feliz, se le revolvió el estómago y la pena sucumbió. Todos ellos debieron de sufrir mucho antes de morir.
—¿Por qué tiran las cenizas al mar? —le preguntó al azabache mientras le ayudaba a cargar una urna.
Sasuke la miró de reojo y vio su rostro, seguía decaído con los ojos enrojecidos. Seguramente intentaba alejar un momento lo que platicó con Naruto en el vehículo. No la culpaba, era muchas cosas que asimilar. Dirigió de nuevo su vista al frente, dos siluetas cerca de la orilla esperaban.
—Cuando un miembro de la manada muerte, se queman sus cuerpos en una hoguera y las cenizas se transportan al mar, donde pueden unirse con la naturaleza. De cierta forma estamos ligados a esta, es un sinónimo de libertad y paz... Mi madre también es parte del mar.
La mención de Mikoto atrajo la atención de Sakura, era la primera vez que lo escuchaba de su boca. Sabía que murió años atrás debido a Hikoro, y pensaba que para él aún era doloroso recordarla, por ello se sorprendió del repentino dato. A la vez no pudo evitar sentirse cálida, por fin él parecía tenerle cierta confianza para contarle esto.
Pensar en su madre también le traía recuerdos. Se alegraba por Sasuke, por lo menos él podía venir al mar pensando que era la tumba de su madre que compartía con sus hermanos de especie. En cambio, ella... no tenía un lugar el cual ir y pensar que tal vez sus padres estaban enterrados ahí. Lo único que tenía era una tumba vacía de su hermano mellizo también desaparecido, debajo de un árbol de manzanos en medio de un bosque. Le gustaba pensar que el alma de sus padres yacía ahí.
Nunca encontraron sus cuerpos y fueron dados por muerto; primero su hermano y años después sus padres. Eso no le dio esperanzas, al contrario, la destrozo más.
Se obligó a tratar de componer un mejor rostro, Sasuke la sacó de la habitación para despejar su mente, no para atormentarse más.
—Hum... —murmuró al darse cuenta de que no dijo nada inmediatamente—. ¿Te digo un secreto? Es la primera vez que vengo a la playa.
Los ojos de Sasuke se giraron a ella, impresionado.
—¿Nunca habías venido?
Sakura negó con la cabeza.
—Mis padres me lo prohibieron rotundamente, tampoco podía ir a un lago o por el estilo. Recuerdo que lloré una vez que la escuela organizo una lunada en la playa. No me dejaron ir.
Escuchó que él murmuraba muy por debajo:
—Tengo una idea del por qué no te dejaban.
Sasuke ladeo la cabeza a su dirección, cuando Sakura se dio cuenta que no la veía a ella, si no, al mar, siguió el trayecto de su mirada. Las olas irrumpían con su habitual fuerza e impetuosidad. Desde ahí, parecían inofensivas.
—¿Al agua?
—Recuerda que tu madre era una Cazadora Haruno —dijo entrecerrando los ojos—. Los Haruno pueden controlar dos elementos naturales: la tierra y el agua. E imagino que ellos no querían que despertaras ese lado tuyo porque puede ser peligroso para ti.
La información recibida dejó a Sakura pensar hasta que llegaron a los chicos. Sorprendió en ver a Suigetsu junto a un chico castaño con una sonrisa demasiado alegre, parecía tener una edad rondando entre los diecisiete y veinte. Sus ojos eran oscuros y debido a su collar no podía dictaminar que clase de criatura era, así que se guio por el aroma, Sasuke le había enseñado a diferenciarlo, la esencia de lobo estaba ahí.
—¡Sakura!
La aludida dejó la urna en el suelo y corrió a abrazarlo, feliz de verlo sano. En los días que él estuvo en el hospital fueron los mismo que ella se encerró, ahora se dio cuenta de que dejó varias cosas de lado por enfrentarse en su propio duelo.
—Suigetsu, estoy feliz de verte —dijo mientras se separaba de él y lo inspeccionaba los brazos—. ¿Estás bien? ¿Ya te recuperaste? Oh, estaba tan preocupada.
—Calma, calma. No hay nada que pueda vencerme —aseguró alborotándole el cabello, no pasó por alto su semblante desdeñoso y desanimado, pero no comentó nada al respecto—. Me alegro de que estés bien, ¿has estado comiendo a tus horas debidas?
La sonrisa de Sakura titubeo una fracción de segundo. Afortunadamente no tuvo que responder debido a que el chico castaño se acercó a ellos claramente curioso y deseoso de presentarse.
—Sakura, te presentó a uno de los miembros de... la manada. Él es el tercero al mando, Inuzuka Kiba —refutó a regañadientes Sasuke a su lado, la chica clavó sus ojos verduzcos en la sonrisa del chico que extendió su brazo para saludarla.
Ella, un poco consternada, le estrechó la mano.
—Un gusto señorita Sakura, he escuchado mucho sobre usted —Kiba le habló formalmente—. Si necesita algo no dude en pedírmelo, con mucho gusto estaré dispuesto a cumplirlo.
La pelirrosa bufó, ya venía triunfando de que Sasuke no le hablara de «señorita» y ahora Kiba parecía hacerlo formalmente. Ni que fuera alguien importante...
¿O sí?
—Puedes decirme solamente Sakura —le pidió, o, mejor dicho, suplicó con la mirada.
—Pero el jefe dijo...
Kiba recibió un zape de Suigetsu que se regodeaba de risa a costa suya, farfulló una grosería y media y le sonrió alegremente de vuelta a la chica.
—Bien, bien, ¡ya entendí! Como quieras, Sakura.
—Chicos, es hora —les interrumpió Naruto señalando el horizonte.
Voltearon a dónde él apuntaba. El cielo comenzaba a teñirse de la aurora de la mañana, a punto de amanecer en la playa de la bahía. Las olas parecían más calmadas y mansas a esta hora, como si supieran el momento exacto para guardar los respetos.
Naruto y Sakura permanecieron apartados, observando en silencio como Sasuke, Suigetsu y Kiba iban abriendo urna por urna y, tras susurrar «buen viaje, hermano» lanzaban las cenizas al agua para que las olas las arrastrarán a las profundidades del mar, siendo una sola. Esperaban unos segundos y seguían con la siguiente.
—Hasta el aire está de acuerdo —comentó Naruto sin dejar de observarlos, a su lado, Sakura lo miró al escucharlo—, ayuda a esparcir las cenizas sobre el mar. Pensé que tendría que intervenir.
Sacó su mano del bolsillo de su chaqueta y dejo que ella viera el pequeño remolino que se formaba en la palma de su mano. Sakura había escuchado hablar de ello, Mestizos con sangre de Cazadores que heredaban las habilidades de controlar ciertos elementos naturales. Lo mismo que comentaba Sasuke cuando le dijo que nunca había ido al mar.
—La naturaleza parece muy servicial —murmuró apartando la vista a los demás—. Aunque el ambiente no parece... triste ni tenso.
Se fijó más en las miradas de los chicos, no parecían tribuladas ni solitarias, más bien era como si estuvieran despidiendo a un amigo que se va de viaje antes que ellos a otro continente; una expresión de mansedumbre y cierta paz, como si no lamentaran en dolor y tristeza que hubiera muerto.
—Es como si estuvieran...
—Felices —concordó Naruto, le ofreció una pequeña sonrisa—. Mayormente lo que expresa el rostro es lo que sentimos.
—¿Sentirse feliz por la muerte de alguien más? —Sakura no comprendía.
Vio a su amigo sonreír un poco.
—Igual pensé lo mismo hace tiempo, ¿cómo alguien podría sentirse feliz de la muerte de un amigo? Pero lo comprendí a medida que perdía a mis amigos y camaradas. La mayoría de los Mestizos tenemos una vida complicada y aún más desdichada, no todos pueden caminar en plena ciudad, así como nosotros.
—¿Somos afortunados? —El nudo de la garganta de Sakura persistió.
Naruto asintió con una risa un tanto irónica. Él también lo pensaba, ¿afortunados? Para nada, sólo tenían un poco de suerte y sus padres o familiares no los rechazaron por su origen.
—Hay muchos Mestizos que son torturados y esclavizados por Demonios o Cazadores que creen que tienen derecho sobre ellos al creerlos inferiores, los hacen pasar por el mismo infierno sin siquiera haberlo pisado. Es una vida que te hace desear que es mejor estar muerto.
Entornó los ojos azules a los de ella que parecían más consternados y tristes.
—Por eso mismo para nosotros el morir no es una desdicha, sino, todo lo contrario. Nos alegramos de que esa persona dejó de sufrir pagando prejuicios de nuestros persecutores y puede descansar en paz. El mar es un símbolo de pureza y una fuente de vida.
—Libertad —recordó la chica, absorta—. Aquella aldea dónde años atrás vivían la mayoría de los Mestizos se llamaba así. ¿Es por lo mismo?
—Así es. Es una alegría para nosotros que puedan descansar, ellos lucharon por sus vidas y al final no pudieron más y se marcharon dando lo mejor de sí. Y está bien —dijo Naruto alzando de nuevo la mano, los pájaros volaban sobre ellos, dando vueltas. Sakura igual alzó la vista—, están junto a las almas de los brujos, descansando mientras esperan al día en que Dios nos dé un lugar en el cielo o Lucifer nos reciba en el infierno.
Haruno pensó al respecto mientras ambos se unían a los demás a la orilla para presenciar el amanecer, mientras miraba el horizonte y sentía el viento sobre su piel, pensó que todas aquellas almas que tuvieron una vida horrible en esta tierra. ¿Cuántas de ellas habrán gritado por ayuda sin recibir una respuesta, sin nadie que les tendiera una mano? ¿Cuántas sintieron el dolor a carne viva por las torturas o fueron asesinados sin razón alguna?
Ella fue afortunada de cierta forma. Sufrió, sí, pero no fue tanto como aquellos cachorros desamparados en esa cueva, lanzados a esperar cada día la muerte, resignados a una muerte, sin opciones de por medio. Se sintió culpable, cuando antes ella deseaba morir con todas sus fuerzas insultaba a todos aquellos que desearon una vida como la suya que no tuvieron a alguien que les extendiera una mano. Perdieron la esperanza y esperaron la muerte cada día para dejar de sufrir. Debían estar ofendidos.
«Vive...».
Ah, recordó lo que le dijo el Natsu cuando lo tocó ese día.
Vivir. Esforzarse por vivir.
Por ellos. Para honrar a todas esas personas que no pudieron vivir.
—Sasuke, viviré —dijo totalmente decidida. A su lado, el chico inclinó un poco la cabeza por sus repentinas palabras llenas de convicción y seguridad. Sus ojos chocaron en el primer rayo del sol naciente en el horizonte, sus pupilas brillaban determinados—. Viviré de la mejor manera para honrarlos a todos ellos, aprenderé a controlarme y me haré fuerte para extender mi mano en ayuda.
El viento azotó en sus rostros y la arena revoloteó a sus pies, el agua salpicó y se llevó consigo las huellas que dejaban mientras caminaban, esperando el momento en que el sol saliera completamente. Sin dar espacios a los razonamientos ilógicos, dejando que el miedo y la tristeza de sus corazones fueran difundidas por el agua, llevándosela todo al mar.
—No estarás sola. —Sasuke ladeó su cabeza mientras caminaban lentamente, sin prisas, delante de ellos sus tres amigos corrían para saber quién llegaba más rápido al conjunto de rocas del costado—. No tienes por qué enfrentar esto sola. Estaremos aquí para ti, confía más en nosotros.
De nuevo Sakura sintió un calor en su pecho y sonrió a medias, poco a poco se recuperaría, estaba segura de ello.
—Gracias por estar conmigo. Sé que te cansa vigilarme.
Le pareció ver un amago de sonrisa en el rostro del azabache.
—Estoy tomándole aprecio a desvelarme, Sa-ku-ra, no te preocupes por ello.
Sakura sonrió más, mientras caminaba a su lado y observaba de reojo el mar. El amanecer estaba alzándose sobre ellos como manto que los cubría de pies a cabeza. Escuchó el tintineó de un celular y descubrió que Sasuke contestaba una llamada. Se hizo la desentendida obligándose a no escuchar y se apartó para caminar descalza cerca del agua.
Descubriría porque sus padres no querían que tocara el mar. ¿Será algo irremediable como contaminar el agua con su presencia? ¿O su piel se quemará al contacto? A estas alturas las cosas de este mundo ya no le agarraban con la guardia baja, y no le sorprendería si la ola la tragase.
Se quitó lo zapatos y lo sostuvo con su mano, con la otra metió un mechón suelto de cabello detrás de su oreja. Un poco indecisa, se adentró un poco, esperando que la ola cubriera sus pies y descubriera por fin porque le prohibieron el mar. Contó un par de segundos y observó el agua acercarse a sus pies cubiertos de arena.
Pero el agua no la toco.
La rodeó.
Quedó ligeramente fascina y sorprendida por ello. Se acercó más y descubrió que la ola venía a ella se dedicaba a esquivarla cuando intentaba "pisar" por dónde iba, como una piedra en medio de un río. Era como si evitara su contacto a toda costa.
Como si no quisiera tener relación con ella.
Sintió una punzada de desilusión un poco después al analizar por qué la naturaleza la rechazaba. ¿Incluso algo tan misterioso como el mar le tenía repulsión a los Mestizos? ¿Se debía a su parte de Vampiro? Quiso reír, ella misma repugnaba ese lado suyo, y no por su padre, en lo absoluto. Le temía a lo que podría convertirse en el futuro.
Alzó los hombros desilusionada y dio la vuelta para volver con Sasuke, aun teniendo los pies más secos que su cabello. Cuando se alejaba, escuchó la ola aproximarse y al voltear un poco, sintió el impacto suave del agua hasta sus rodillas descubiertas.
—¡Ah! —exclamó sorprendida dando saltitos en reversa.
Eso fue inesperado.
De nuevo se dedicó a observa como esta vez las débiles olas mojaban sus dedos, los movió para sumergirlo en la arena húmeda y otra ola limpió sus dedos, lo contempló fascinada. La sensación era única e inexplicable.
Su pecho se infló de emoción y no pudo evitar reír de alegría, como una niña pequeña, ¡por fin había tocado el mar!
Volteó buscando a Sasuke.
—¡Sasuke! —le llamó. Él se volvió a espalda metiendo el celular en el bolsillo. La miró desde ahí con intriga—. ¡Por fin pude tocar el agua!
Aquella sonrisa era lo último que él quería estropear ese día. Nunca la había visto tan feliz y contenta desde que la conoció, no realmente. Siempre tenía esa mirada alegre, pero sus ojos lloraban por dentro y se lamentaban por la desdicha de su corazón.
Cerró los ojos soltando un suspiro. Acercándose a ella, se percató que ella seguía dando saltitos de alegría mientras las olas rompían con la arena. A lo lejos también escucho las gaviotas y los cuchicheos alejados de Naruto, Suigetsu y Kiba, del otro extremo observando con interés el amanecer.
Llegó a su lado contemplándola en silencio.
—Veo que ya descubriste porque no podías venir a la playa.
—Nunca lo hubiera imaginado —expresó ella cada vez más emocionada—. El mar ya me ha aceptado, ¿verdad?
Sasuke asintió, pero seguía con su semblante impasible. Ella lo notó enseguida, algo no iba bien. Aspiró por la nariz y se propuso a preguntarle casualmente. Tampoco es que quisiera saber, pero él se veía preocupado.
—¿Sucedió algo malo?
Sasuke no contestó la pregunta de inmediato. Poco después ladeó la cabeza para mirarla fijamente.
—¿Estás lista para regresar con Tenten?
Un nudo se formó en la garganta de Sakura y la alegría que estaba experimentando se fue al caño.
—N-No respondiste mi pregunta.
—Ni tú la mía —replicó el azabache. Se detuvo un momento para analizar su reacción y aspiró por la nariz—. Sucede que llegaron unos Cazadores a la ciudad y sospecharon de Kakashi. Nadie puede saber su parentesco, así que necesitas regresar con Tenten mientras ellos se van —explicó brevemente, vio como su expresión cambió a unos de susto—. No te preocupes, estaré con ustedes para defenderte si algo más ocurre.
—No, yo no me preocupo por ello —expresó de prisa—. ¿Estará bien mi tío?
—Ah —El monosílabo del chico le colmó los nervios—. No te preocupes por él, tampoco irá al departamento. Debemos alejarnos un poco por si investigan sus movimientos. Por eso te preguntó si estás lista para regresar con Tenten. Si no puedes, entonces iremos con Hikoro e Itachi... —Se calló al ver que Sakura cerraba los ojos y alzaba su mano para pedirle unos segundos.
Sakura lo hizo porque quería pensarlo unos minutos antes de contestar, para dar una respuesta sincera.
—Sí prometes que me ayudarán a controlar mi sed y entrenarme con armas, iré con Tenten. Así también puedo protegerla a ella.
Sasuke bufó por lo último, y después sonrió de forma burlona.
—No tienes que preocuparte por aprender a pelear, para esto estoy aquí y puedo acabar con quién se te acerque con intenciones asesinas.
La chica entrecerró los ojos a su dirección.
—Egocéntrico.
—Gracias.
—En todo caso —prosiguió ella—. Quiero aprender. Me siento humillada públicamente por esa vez que me atacaron esos Lobos y no pude defenderme correctamente. Tengo una noción del combate cuerpo a cuerpo y aprendí a disparar un arco y flechas en la secundaria como club. Así que...
Vio como el rostro del chico daba una chispa de interés, como si lo que dijo fuera una cosa digna de admirar.
—Trato echo —le dijo extendiendo su mano, burlándose de ella. Por supuesto que Sakura rechinó los dientes y le estrechó la mano apretándosela con fuerza, cosa que causo más burla en el chico—. Pero no vale arrepentirse después, señorita.
—¿Y quién dijo que me arrepentiré?
Lo que a Sasuke le hizo acceder a la petición de Sakura no fue por la terquedad de sus palabras o lo lógico que sonaba el que ella supiera defenderse en dado caso que él no estuviese a su lado; no, en realidad fue la convicción de sus palabras y la decisión que resplandecieron en sus ojos por proteger lo más querido para ella.
Y a lógica de él, es lo que más importa en el mundo. Proteger aquello por lo que luchas todos los días.
No se quería llevar por sentimentalismo, pero, inconscientemente, él también se manejaba de esa manera con Sakura.
¡Hola! Ayer dije que iba a actualizar ;-; pero me dormí *risas*
¡Sorpresa! Nueva actualización, nos estamos acercando poco a poco a los capítulos que están establecidos. ¡Y podemos descubrir por fin como prosigue!
Conforme al capítulo, Sakura SÍ quería acabar con su vida, en los libros se mostraba lo despiadado que son los Vampiros y ella se imaginaba que llegaría a ser eso. No podía concebir la idea de que pudiera hacerle daño a Tenten. Eso fue lo que la orilló a tomar el cuchillo, protegerla de ella misma. Siendo Tenten Humana temía que le hiciera algo.
Afortunadamente Sasuke se dio cuenta a tiempo, ¿qué piensan de esa visión que tuvo? ¿Qué podría ser? *muchas preguntas, pocas respuestas* muakakakak
Por lo pronto a aparecido Neji y sabemos sobre el Consejo, ahora estarán más protegidos, o por así decirlo. No les será fácil atacar a Sakura. ¿Y bien, qué les pareció el capítulo? Sé que faltó acción, pero pronto eso no dejará de suceder jajaja
¡Muchas gracias por seguir aquí! En verdad reeditar una historia lleva su tiempo, estos dos meses lo medite muy bien y ahora sé con certeza como acomodar todo. Así que las actualizaciones vendrán más constantes ;)
Disfruten de la nueva portada, iare ?)
¡Alela-chan fuera!
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