Capítulo 8: Juego

Yugo había sido todo un maldito caballero en su primer juego de Tourney. En palabras de él al menos. Dado que estaba siendo observado por absolutamente todo el mundo, no podía hacer nada que fuera agresivo ni siquiera mostrarse como tal. La misma directora había ido al juego solo para ver cómo se desempeña en juego. ¡Ella que nunca iba a nada de eso! Fue duro, pero al menos pudo correr por todas partes y sentirse mejor cuando tenía la pelota. Sabía que solo estaba allí porque era el reemplazo de Tristán. Pero fue divertido. No esperaba que lo fuera, creía que iba a ser mucho peor, pues le había prohibido rotundamente tocar, así fuera por accidente, a alguien. Así que jugó al ratón que se esconde, lo hizo porque temía lo que Yuto o Yuri pudieran hacerle si incumplía lo pedido. Entendía el plan e intentaría no estorbar. Solo seguiría instrucciones para que no lo molestaran y el resto el tiempo haría lo que se le viniera en gana.

No iba a hacer nada que no quisiera.

Solo que, bueno, las cosas en el equipo maravilla iban todo menos bien. No iban perdiendo, pero tampoco iban sobrados. Claro, eso se debía una única presencia incomodaba a todo el mundo. La de Yugo. La mayoría había hecho cara de desagrado cuando el de ojos esmeraldas volvió para la práctica del lunes. Otros estuvieron medianamente incómodos y unos pocos se mostraron indiferentes. Yuya fue el único que estuvo más o menos alegre de que volviera. Volverían los golpes, pero al menos no estaría tan solo en prácticas. Para los demás fue un martirio. Pero a Yugo, como al de ojos rojos le gustaba de decir, se la sudaba todo. Le importaba bien poco lo que los miembros de ese equipo pensarán de él. Él solo quería correr y hacer anotaciones, no porque fuera bueno para la Academia de Auradoon, sino porque era divertido.

Lo único malo, es que le habían anulado en total 6 anotaciones. Y él ni enterado. Lo peor de todo, era que, si bien el entrenador estaba aliviado de que pudiera meterse en el campo enemigo, no estaba tan feliz con que no pudiera contar con los demás. Yugo jugaba solo. Absolutamente solo. Incluso el entrenador había entrado a Yuya únicamente para que Yugo se animara a pasársela a alguien. No pasó nada. El equipo dejo de pasársela durante un tiempo, pero dado que él era la única oportunidad de anotar algo, tenían que acomodarse para ganar el juego. No importa cuantos tiempos pidiera el entrenador y hablaran todos. Yugo era terco.

Todo eso, resultó en un resultado mediocre para lo que la Academia normalmente esperaba. Habían pasado, pero lo hicieron con muchos problemas. A penas los separaban un par de anotaciones de la derrota. Y todo el mundo estaba molesto por ello. Menos Yuya y Yugo claro. La directora, con un sentimiento agridulce en su boca, se fue de nuevo a su despacho y varias personas encararon a Yugo después, tras vestidores, reclamándole su mal juego y actitud mala hacia él. A lo que él, digno y morrongo, respondió:

—¿Y a mí que me importa? —gruñó con su camiseta afuera—Ustedes querían botarme del equipo, ¿por qué debería de importarme si no juego con ustedes?

Esa fue la llama que empezó el maldito infierno. Yugo tenía la razón en decir eso, pero de todos modos algunos de ellos prácticamente se lanzaron a él a entrar en conflicto. Ninguno de ellos se fue a los golpes. No iban a decirlo, tenían cierto miedo de lo que Yugo fuera capaz de hacer.

Y todo eso, únicamente para terminar con una charla con el entrenador después y con algunas clases de refuerzo de bondad.

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—¡Esto no nos lleva a nada! —bufó Yugo con los brazos cruzados el fin de semana siguiente cuando se habían reunido.

Lo que siguió de la semana fue realmente nada. No hicieron nada salvo lo que les pedía el instituto que hiciera. Todo iba bien, de acuerdo con el plan, Yuri seguía hablando con Kaito y con Dennis, Yuya y Yugo yendo a unas prácticas donde no se sentían bienvenidos; y Yuto investigando más sobre la magia. Pero a diferencia de sus días en la isla de los perdidos no había nada más por hacer. Había algunos videojuegos que los mantenían distraídos y Yuri se la pasaba de aquí y allá, tratando de explorar todos los rincones posibles para que pudiera manejar el terreno, pero no ayudaba en nada. Incluso Yugo había salido a explorar y ver que conexiones podía hacer con la gente. Para que fuera información o para que robara algo de alguien y ganar algo de dinero.

—La directora no nos lo ha puesto fácil —dijo Yuya intentando que Yugo se calmara un poco. Era fácil encender la mecha, Yuri también estaba ligeramente irritable. Se había enterado de la relación aparentemente íntima que tenía Dennis con Grace, hija de Rapunzel. Estaba con los nervios a tope, Yuto era el otro que estaba calmado con la situación. Había esperado toda su vida por una oportunidad. Solo tenía que esperar un poco más—, no podemos hacer nada más.

—Ugh, esto va a terminar por matarme de aburrimiento —bufó Yugo de nuevo—, no hay nada que hacer. Robo las mismas cosas todos los días y las devuelvo porque es demasiado fácil. En serio, podría coger los exámenes finales de este año y nadie pensaría que soy yo, sino que se perdió por gracia divina —rodó los ojos. Yuto suspiró ante la actitud de Yugo—. Es peor de lo que pensaba. Solo vale la pena jugar Tourney y ya.

—Oh, quieres robar algo que te parezca un reto, ¿no? —insinuó Yuri. El de ojos esmeraldas lo miró con interés—¿Por qué no intentas robar esa lampara mágica del museo? Apuesto a que es tiene más interés para ti —bufó con cierta molestia. El aludido gruñó de mala gana a al de ojos fucsias.

—Grandiosa idea, déjame hacerla esta noche, a ver si salgo vivo de ese museo, por la maldita paliza que ustedes dos me darían si me atrevo a ir siquiera —bufó suavemente. Yuya estaba algo estresado también—. ¿No creen que exageran ustedes dos? Se supone que no me voy a dejar ver, podría intentar...

—La lámpara está vacía —dijo Yuto agarrándose la sien.

—Nada impide que si lo intento...

—Yugo —Yuya interrumpió—, déjalo así. Puedes buscar otras lámparas mientras tanto.

—Vaya, dices algo con sentido —admiró el aludido—, en cualquier caso, ¿tan lejos estamos de tener esa varita? Esta rutina va a matarme un día de estos.

—Bueno, nadie te impide irte todos los días a hacer Tornei —sugirió Yuri con las manos en sus caderas.

Tourney —le corrigió—. Y sí, supongo que podría partirme los huesos en un deporte en el que todos me odian —alzó los hombros—. Será divertidísimo.

—Yo no te odio —murmuró Yuya. Yuto arrugó un poco el ceño.

—¿Y a quien le importa? —dijo Yuri sin haber escuchado al de ojos rojos—Te aburres en Auradoon, ¿no? Pues ocúpate en algo, has más esa cosa, hazla todos los días, ¿no dijiste que era lo único que valía la pena? Pues hazlo más y deja de molestar con que te aburres mucho —dijo. Yugo pareció pensarlo un poco mientras se ponía una mano en el mentón—. Irritas hasta en nuestra habitación con eso.

—Podría hacerlo... —miró sus posibilidades—, pero siempre estoy en detención, así que no es una buena idea.

—Podrías intentar no dormirte en clase para empezar, no hace falta que apruebes todo —sugirió Yuri.

—Sobre todo en las clases de Bondad, el hada madrina no te perdona una —dijo Yuya. Yuto, un tanto apartado de la situación, asintió.

—Vaya, ustedes dando consejos... eso es raro —dijo mirándolos sorprendido. Yuri rodó los ojos y Yuya cerró la boca, formando una línea con los labios muy recta—. ¿Tanto les ha cambiado este lugar?

—Que te quejes es un martirio —bufó el de ojos fucsias—y entre más fuera de mi vista estés mejor para mí.

—Y si te mantienes ocupado, es menos posible que hagas menos desastres —argumentó Yuto. Yugo sonrió y los miró a ambos.

—Estos son los compañeros que yo conozco, ya temía que los hubieran cambiado —rio un poco. Yuya relajó los labios y puso una expresión un poco más neutra.

—¿Algún avance con Kaito? —preguntó Yuto mirando a Yuri—¿Crees que ya le ha dicho algo a la directora?

—Creo que si —dijo un tanto relajado—, digo ha intentado nuevas "técnicas" —utilizó sus manos para enfatizar las comillas—. Son igual de inútiles de antes, pero igual no admite que nos sigue.

—Oh, ese es el que nos sigue a todas partes, ¿no? —preguntó Yugo con los brazos cruzados.

—Si —Yuri suelta una risita—, solo que todos lo notamos. Digo, normalmente me sentiría halagado por esto, pero digamos que no se centra en mí, entonces es irritante, digo, ¿por qué no se centraría en mí? Soy el mejor de todos ustedes, el más guapo si se puede ser preciso.

—Y el único al que le interesa tener pareja —Yugo alzó una ceja.

—Solo espero que no estés coqueteando todo el tiempo, Yuri —recrimino Yuto. El aludido le quitó importancia.

—Tengo que parecer natural, ¿no? —sonrió el de ojos fucsias—Coqueteo de manera natural, así que consideradlo parte de la actuación.

—Entonces... —Yuya movía la mano en círculos. Yugo tenía los brazos cruzados y sonrió.

—Entonces solo ha jugado con el tipo durante toda la semana, ¿no es obvio? —le dijo Yugo, después, miró al de ojos fucsias—. Supongo que te llama la atención o algo.

—Es divertido, digo es diferente a otros tipos a los que sigo. Es bastante más divertido de lo que pensé —sonrió con sorna. Se permitió hacerlo por unos momentos antes de quitársela por completo—. Solo me falta, bueno, atraparlo cuando esté hablando con la directora, si no ha hablado ella sobre que ya lo sé, entonces lo obligaré a hacerlo.

—Bien —dijo Yuto secamente—. Ahora ya solo nos queda ver cómo evitamos cualquier otro problema —suspiró mientras se acomodaba un poco el traje—. Solo no olviden que tenemos tarea —hubo un gesto de desagrado en general—. Creo que eso es todo por ahora —dijo mientras se sentaba en su cama. Yugo fue el primero en retirarse, aun no teniendo nada que hacer, no quería quedarse allí, quizá se iría a escalar algún edificio sin que nadie se diera cuenta o a simplemente dormir como el vago que era. Yuri se fue después despidiéndose con una sola mano y salió a los pasillos. Yuya no sabía que podría ser o a donde se dirigía. Lo único que pensó es en que quizá fuera a buscar a Dennis o a Kaito. O quizá solo fuera por algo de comer. Quién sabe.

—Bueno, ya solo nos queda una semana menos —dijo Yuya cuando cerró la puerta. Yuto no respondió simplemente estaba sentado en la cama, codos en las rodillas, palmas cerradas encima de su frente. Ojos cerrados. Yuya lo miró y se empezó a acercar—y después podremos ser crueles con todos, solo falta esperar a la coronación, ¿no crees?

—Yugo tiene razón —suspiró y abrió los ojos—, puede que nada de esto nos lleva a ninguna parte.

—¿Eh? —Yuya detuvo su andar.

—No importa si esta señora confía en nosotros o no —se quitó las manos de la cara—, puede que no haya manera en la que nos podamos quedar con la varita si vamos a la coronación —Yuto levantó una mano y murmuró un hechizo. Un libro de texto en el escritorio de Yuya salió volando directamente hacia las manos de Yuto, quien lo atrapó con mucha tranquilidad.

—Wow, eso es... —empezó a decir con los ojos un tanto brillantes.

—Inútil —suspiró de nuevo y dejó el libro en el suelo. Yuya calló—, apenas son unos metros y apuesto lo que quieras a que no nos van a mandar tan adelante. He intentado encontrar maneras de como arreglarlo o que sea de mayor alcance, pero no hay ninguna. Al menos no sin tener un objeto mágico.

—¿Podríamos conseguirte uno? —preguntó Yuya alzando los hombros—Digo, con la ayuda de Yugo...

—No, no funcionaría, no tan fácilmente —Yuto volvió a levantarse y a acercarse a Yuya, este parpadeaba confundido—. Los objetos mágicos son cosas que son de cada uno de los portadores. Cada portador tiene el suyo y le ayudará a él y solo a él a hacer que su magia sea más efectiva. Podría usar algún otro objeto de alguien más, pero no será tan efectivo si no es el mio o el de alguien que tenga que ver conmigo.

—Cómo... ¿cómo otra hada? —Yuto negó—¿Familia?

—Familia —dijo él confirmándolo—, o que el mismo portador haya dejado algún hechizo para que alguien más lo use. Sería muy inútil si usara el objeto de alguien más.

—Espera, si eso es así... ¿Por qué vamos a usar la varita para romper la barrera? —preguntó Yuya confundido—Si el hada madrina no dejó un hechizo para que otros la usaran...

—No importa —dijo Yuto negando con la cabeza—, solo ella puede usar todo su potencial, es verdad, pero también es muy fuerte d por sí sola. No importa si no sabes cómo usarla, es como si tuvieras el poder del sol en tus manos. Podría usarlo aún si no puedo hacer todo lo que esta puede hacer.

—¿Y los otros objetos no sería lo mismo? —Yuto negó de nuevo.

—Ya lo había pensado, son menos poderosos en comparación, la lampará está vacía, apenas tiene algún remanente, la rosa solo tenía una maldición para el padre de Yugi y eso se acabó hace mucho tiempo —Yuya siguió pensando—. Y los demás están deteriorados, con el tiempo cambian y se vuelven menos poderosos.

—¿Cómo el espejo de Yuri? —preguntó Yuya. Yuto asintió—¿Y una espada mágica?

—¿Cómo las iba a entrar a una coronación? Son demasiado vistosas —Yuya vio como Yuto estaba casi que seco de ideas.

—Eh, podemos encontrar alguna solución... solo hace falta que practiques más, puedes hacer que puedas atraer objetos más lejanos si prácticas, ¿verdad? —Yuto suspiró—¿No?

—A este ritmo, no podré hacer la distancia necesaria cuando estemos en la coronación —chasqueó la lengua. Yuya pensó un poco más.

—Y si... ¿Y si no estuvieras tan lejos de la varita? —sugirió Yuya. Yuto negó suavemente.

—No tengo hechizos de invisibilidad ni tampoco puedo pasarme por en medio de la gente sin que algún guardia me pille —descartó. Yuya infló las mejillas suavemente—. ¿Qué?

—¿Qué de qué? —preguntó—¡Somos amigos de Yugi! Podríamos conseguirte de alguna manera. Tiene que haber alguna forma.

—¿Con la familia real? ¿Al lado? ¿Villanos? —Yuto estaba exceptivo a la idea. Yuya, sin embargo, no pareció vacilar—No creo que sea una buena idea.

—¡Piénsalo! —insistió Yuya—Yugi nos trajo aquí, supongo que esa fue su primera decisión como Rey, si alguno de nosotros se sienta al frente, será porque él quiere demostrar que nosotros también somos parte del reino —el de ojos grises arrugó el ceño—, ya sabes como dice que somos del reino también y eso...

—No es mala idea... —después levantó una ceja—, mañana podemos intentar hablar con él, a ver que nos dice.

—Eso resuelve esto —sonrió. Yuto asintió y se dirigió a su cama. Yuya no lo siguió, sino que miró al hijo de Maléfica con cierto interés—. Entonces, ¿puedes atraer cualquier clase de cosas?

—Ummm.... —pensó un poco y miró a Yuya. Después, alzó un poco su mano hacia él y murmuró un par de palabras. Sin que lo pudiera evitar, sintió que su cuerpo se movía sin que pudiera evitarlo hacia el de ojos grises. Fue muy rápido, se acercó tanto, hasta que la mano del hijo de Maléfica pusiera su mano en todo su pecho. Casi como si le dijera que hasta a allí podía acercarse. Yuya se quedó mudo, demasiado sorprendido como para decir algo—Puedo atraer a personas también —dijo con un tono un poco más personal. Yuya infló un poco el pecho y se retiró de allí. Dejó a Yuto sonriendo levemente, solo, mirándolo irse.

—Solo quería saber —dijo con cierta irritación.

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—Oh, me temo que no puedo hacer eso —dijo Yugi avergonzado. Estaban todos comiendo el almuerzo, Yugo como siempre había volado a hacer cualquier cosa y Yuri había encontrado algo que hacer con Dennis, así que los había dejado solos sin demasiado problema—. El frente está reservado únicamente para mi familia.

—Woah, ¿en serio? —Yuya infló un poco las mejillas—Y yo que quería ver a la varita de primera mano...

—Pensé que ya la habías visto en el museo... —apuntó Atem. Yuto masticaba con calma y esperó.

—Sí, pero estaba detrás de un enorme vidrio, no es como si se pudiera ver mucho, ¿saben? —Yuya seguía con una actitud ligeramente infantil. Yuto tragó y habló.

—No se puede apreciar mucho en la distancia, al menos allí podríamos ver como se usa —Yuya asintió repetidamente. Atem parecía estar pensando de más en la situación—. Es un objeto muy poderoso...

—Oh... y tú estás estudiando magia, ¿verdad Yuto? —preguntó el heredero al trono. El aludido asintió secamente y volvió a comer—Uh, quizá si hablo con la directora...

—Está bien Yugi —cortó Yuto educadamente. Este se sintió un poco mal—, pero gracias de todas formas —Yuya sonrió un poco y miró más al de ojos amista.

—¿Ni siquiera Atem? —preguntó interesado—Él y tu son bastante cercanos, pensé que irían juntos.

—Me temo que no —el hijo de la bella durmiente tomó la palabra antes de que el más pequeño pudiera decir algo—, la única persona que podría entrar con Yugi a la coronación, sería su novia —dijo con cierto tono entristecido. El más pequeños pareció morderse el interior de sus mejillas y el ambiente se tensó.

—Por eso de que también sería un gobernante —explicó Yugi casi murmurando—, pero dado a que no tengo pareja, bueno, no se llena ese cupo tampoco —hubo un breve silencio—. Lamento no poder llenar sus expectativas, pero creo que puedo conseguirles un puesto lo más cercano posible.

—Es muy amable de tu parte Yugi —dijo Yuto dándole una pequeña sonrisa—, gracias.

En ese momento, Yugi se avergonzó levemente de lo dicho por él. Atem miraba todo mientras se forzaba a mantenerse al margen. El heredero al trono sabía lo que hacía.

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Yuri tenía la billetera de Kaito entre manos. Ya la había mirado de antro hacia afuera y de afuera hacia adentro. Se había reído de la foto de identificación que tenía, había contado el dinero que tenía, había mirado todas sus tarjetas y se había dado cuenta de que era un cliente habitual de una tienda de sándwiches. Se había dado cuenta de muchas cosas con solo verla y hasta ahora le parecía un tipo mucho más interesante que antes. Solo que no se la había devuelto. No había tenido la oportunidad, pues él no había ido con la directora en todo el día y se la había pasado de aquí para allá siguiéndolo tanto a él como a los chicos. Era gracioso, los primeros momentos había funcionado, ninguno de ellos lo había notado, pero todo se daban cuenta eventualmente de que estaba allí. Era molesto para todos, pues Yuri era el único lo suficientemente habilidoso como para perderse de su vista. Lo otros no podían hacerlo, al menos no con la misma habilidad del hijo de la reina Malvada.

Aunque con alguien como Kaito sería muy fácil. Ni siquiera había notado que Yugo había algunas cosas desaparecer de la nada y después las hacía volver. De todas maneras y aunque algunos lo habían intentado, no había funcionado. Seguían teniéndolo allí, a la espera de sus acciones, día a día. A Yuri le hacía mucha gracia el chico, estaba tan determinado a atraparlos con las manos en la masa que apenas notaba que, en realidad, no podía. Por mucho que lo intentara, y ahora que el estaba tras tu pista, ninguno de ellos iba a hacer nada en su presencia, menos con el plan de Yuto en marcha y bajo amenaza de sus padres.

Esperó pacientemente, dejando que lo siguiera a todas partes. Habló con Dennis, fue a la sala de estudio a la biblioteca, fue a comerse algún dulce, fue hasta su dormitorio a guardar algunos libros y se quedó sentado en su salón esperando a que la clase empezara. Todo el tiempo estuvo allí, esperando por que ocurriera algo. Tenía que seguirlo a él, Yugo estaba durmiendo en uno de los pupitres de su siguiente clase, Yuya y Yuto estaban hablando a solas en un salón, no se habían movido de allí.

Cuando finalmente terminó el recreo y Kaito se fue, Yuri decidió que sería la hora de ir a hablar con la directora. Después de todo, compartían clase. Si había alguien que se podría saltar clase sin que le importara, ese no era su querido acosador. Debía estar haciendo algo importante. Así que esperó tranquilamente a que su profesor llegara, llamara a lista y cuando llegó a su nombre dijo que había encontrado una billetera. Lo soltó en medio de la nada y nadie reaccionó exactamente. Solo lo miraban sin entender. El profesor no estaba muy seguro, pero antes de que pudiera decir algo, Yuri preguntó si podría ir a dejarla a la rectoría. A lo que el maestro pareció tener serias dudas sobre si de verdad tendría la pura intensión de devolver. Solo que fue inteligente, lo suficiente como para darse cuenta de que si lo decía en medio de toda la clase era para que no hubiera duda de que él estaba dispuesto a devolverla. Así, así sin más, le dio el permiso de irse a la rectoría a dejarla.

Yuri salió dichoso de la clase y se dirigió a la oficina, no quería perder mucho el tiempo. Durante el camino, consultó con su espejo mágico que el chico todavía seguía allí y, en efecto, allí se encontraba. Al llegar, obviamente encontró la puerta cerrada. Se aseguró de que nadie lo estaba mirando y puso una oreja sobre la puerta. Escuchó las voces del interior.

—¿Qué quieres decir con eso? —esa era la voz de la directora. Parecía ligeramente alterada.

—No creo que sea de utilidad que los siga por más tiempo —dijo Kaito. Yuri sonrió, había arrimado en el momento correcto—, no creo que ellos vayan a hacer nada malo, no parecen siquiera interesados en hacerlo.

—Ellos son hijos de los peores villanos de todos —argumentó ella. Yuri se sintió alagado—, no pueden ser inocentes solo porque no han hecho nada. Son bombas de tiempo.

—Si ellos hubieran querido hacernos algo, ya lo hubieran intentado —dijo Kaito. Yuri puso su boca de manera en la que formara una "o". Así que el no era tan tonto como lo ponía Yugo que era—, no creo que ellos sean los que esperan el suficiente tiempo para hacer algo. No estoy seguro de que ellos sean capaces de elaborar un plan malvado. Si sus padres...

—Supongo que tienes razón... —Yuri se levantó de su lugar ligeramente sonriente. Tocó la puerta y acto seguido intentó abrir la puerta. No tenía seguro así que simplemente entró, sabiendo que tipo de caras iban a poner en su presencia.

—Señora directora, me encontré con una billetera —y levantó la mirada. Ella lo veía muy sorprendida de lo que estaba pasando y parecía que el habla se le había ido—. Pensé que sería mejor que usted la entregara —dijo él mientras la acercaba a su escritorio. Entonces se volteó y fingió sorpresa—. Oh, hola, Kaito, no te vi cuando llegué —dijo con una ligera sonrisa. Después se acercó al chico y le puso una mano en el hombro—, has mejorado en algo, ya no te veo a la primera —sonrió suavemente y le dio unas palmaditas en el hombro—, digo te sigo notando todo el tiempo, pero has mejorado.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó la directora. Yuri solo negó suavemente y se fue mientras se despedía con una sola mano.

—Nada en realidad, yo me voy, tengo clase —y cruzó la puerta, tenía las miradas sobre él y estaba seguro de que los había dejado con las palabras en la boca. Ya podría decirle a Yuto que había cumplido con su cometido y que ya podría que los dejara en paz. Ya tenía lo que quería y él también. La cara de Kaito al verlo no tuvo precio, y estaba seguro de que pagaría lo que fuera solo por verla de nuevo.

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—Yugo —dijo el entrenador al ver al chico entrar con todos los demás a la práctica. Se suponía que ese día no te tocaba venir, era el día en el que entrenaba con los novatos—, hoy no te toca, puedes irte a descansar.

—Oh, lo sé —dijo mientras se sacaba las yucas de los hombros y el cuello—, solo quería entrenar hoy también.

—No es necesario que lo hagas —dijo él mostrando sus palmas al chico—, nos veremos mañana después de todo.

—¿No puedo quedarme? —preguntó. El entrenador se quedó en blanco—No tengo nada que hacer y no quiero pasarme otra tarde mirando al cielo preguntándome porque es lo que voy a hacer. Quiero hacer algo —dijo con determinación—y creo que, de todos los lugares, este es el mejor para gastar el tiempo —el entrenador lo miró un poco orgulloso de que se diera el tiempo de entrenar con novatos. Sería una gran oportunidad para él. Podría ayudarle con algunos aspectos básicos de técnicas.

—Muy bien —aceptó—, ponte a calentar con todos, ¡la próxima semana será nuestro siguiente juego! ¡Esfuérzate! —Yugo se fue corriendo hacia ellos.

Durante buena parte del entreno, no se arrepintió de su decisión. Aprender a cómo mover su cuerpo en ese deporte era mucho más entretenido que ir robando cosas porque sí. Sus compañeros le tenían miedo, así que no lo tocaban o intentaban meterse lo menos posible con ellos. Casi ninguno estaba dentro de la clase que iba a representar a la escuela, solo unos pocos estaban allí como él, gastando el tiempo o aprovechando para practicar más. Esa era la clase en la que se supone debería estar Yugo y Yuya, de hecho, era en la que este último debería haberse quedado. Solo que, por primera vez, el entrenador tuvo piedad de Yugo y los puso juntos. Sabía que el hijo de Jafar no era bienvenido. Obviamente había mucha gente en contra de eso, en especial Joey y Tristán.

Cuando llegó la segunda parte del entreno, esa en la que tenían que jugar hasta que se terminara el tiempo, se sintió como un inútil. No solo no le pasaban la pelota a posta, sino que cuando la tenía tres o cuatro del otro equipo se encargaban de tumbarlo con más violencia de la necesaria. Era obvio que más de uno sabía cómo era su rendimiento en la cancha y que él siempre recurría a métodos violentos. Al inicio, Yugo se enfureció y quiso devolver el golpe. Pero le pareció que volver a la oficina de la directora era mucho más fastidioso. Así que jugó como malamente pudo y cuando anotaba (que siempre iba a terminar haciéndolo, ¿por qué no?) se los restregaba en la cara.

Al final del entreno, cuando lo dejaron en el suelo abatido y sin posibilidad de hacer nada más por el equipo por el que estaba jugando, Yugo se quedó en el césped. Miró como varios de sus compañeros se ponían a dar las vueltas finales alrededor de la cancha mientras él se quedaba en el suelo sin hacer nada. Se levantaría y las haría, claro, pero solo cuando le dieran las ganas. Ahora mismo, estaba exhausto y golpeado, lleno de sus propios olores a sudor y lleno de dolor de sobre esfuerzo. Estaba tan concentrado en su propio dolor, que apenas notó cuando unas pisadas llegaron a su lado.

—¿Te encuentras bien? —preguntó una voz arriba suya. Yugo levantó la mirada como quien no quiere la cosa y vio a Gongensaka, el mejor defensa que tenía la escuela.

—¿Eso importa? —el más grande no pareció extrañado de la actitud del chico.

—Te caíste muchas veces el día de hoy, quizá estás golpeado —dijo mirándolo atentamente. Tenía marcas de barro por todas partes y de pasto.

—¿Y qué más da? —preguntó mientras bufaba fuertemente—A esto es a lo que venimos, ¿no? A que nos golpeen todo el tiempo —suspiró. Gongenzaka siguió allí de todas formas—NO importa que sea injusto.

—Has jugado con honor —Yugo bajó su cabeza mientras miraba a otra parte—, he visto lo mismo que te han golpeado el día de hoy, y yo, el honorable Gongenzaka te admira.

—¿Por dejarme golpear? —hizo una risa irónica—¿Qué clase de honor hay en eso? —hubo un silencio, uno largo mientras había otras pisadas alrededor de ellos. Yugo no prestó atención a lo que ocurría, o no al menos, hasta que lo cargaron como una princesa—¡¿Eh?! ¡¿Pero que estás haciendo!? ¡Suéltame! ¡Oe! —intentó forzar una salida, pero Gongenzaka era demasiado fuerte para sus manos y la sorpresa no dejaba actuar de manera rápida o eficaz.

—Yugo, has recibido los golpes y no has intentado devolverlos en ningún momento del juego —dijo el mayor mientras se dirigía hacia el entrenador—, ¡eso demuestra que no importa lo que pase tu siempre serás honorable e intentarás que el juego sea limpio! —Gongenzaka sonreía mucho, antes tenía dudas de su compañero, tras lo de Tristán cualquiera lo tendría, pero ahora veía que el chico en realidad quería jugar y que los que lo hacían agresivo, eran ellos—¡Eso es lo más honorable que me he encontrado! ¡Incluso finges estar bien para no preocuparnos! ¡Eres una buena persona después de todo!

—¡Suéltame Gongenzaka! —gritó de nuevo intentando forcejear. Se preguntaba de donde sacaba tanta fuerza, habían terminado un entreno de casi dos horas y media—¡Oe!

—¡A partir de hoy eres mi compañero! —dijo el otro con cierta felicidad en su voz—¡No volveré a juzgarte!

Y con eso, todos tuvieron la risa del día. Lo bueno, fue que Yugo recibió un muy necesitado baño de hielo, que terminó por hacer que llegara exhausto a la cama sin que se cruzara con Yuri o fuera a la cena. Si bien algunos se preocuparon, Yuri se limitó a decir que el de ojos esmeraldas había caído como un bebe en la cama.


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