Capítulo 4: El Campo de Fuerza

—Bien, último repaso —dijo Yuto mientras todos estaban en la misma habitación—. Que va a hacer cada uno.

—¿De nuevo? —preguntó Yuya cansado. Llevaba al menos dos días viendo números y códigos todo el día. Estaba cansado ya de eso de prepararse.

—Habla más y queja menos —le dijo Yuri ligeramente molesto—, si lo haces al menos dejara de molestar.

Yuto rodó los ojos.

—Hay siete entradas al museo, pero solo vamos a usar una —empezó a explicar Yuya—, la trasera. Nos dirigiremos en silencio a la puerta en la que están los guardias de seguridad de las cámaras. Tú los harás dormir —se levantó para tratar de utilizar sus manos para comunicar. Tal y como el profesor de Lengua le había indicado—. Entonces allí nos separaremos. Yuri vendrá conmigo, Yugo y tu irán juntos. Nosotros iremos a la sala de electricidad y buscaremos un cable en especial. Lo desactivaremos y con ella cortaremos la energía.

—Yo me quedaré esperando a que los bellos durmientes no despierten y que avisar si alguien viene a revisar que ha ocurrido —dijo Yuri haciendo círculos con su muñeca—. Todo mientras ustedes van hacia la varita, evadiendo cámaras.

—Cuando lléguenos a la recámara de la varita desactivaremos lo que sea que la hace quedarse suspendida en el aire —continuó Yugo ganándose el asentimiento de Yuto—. La reemplazaré por una copia que tú me harás con tu magia y robaremos la original. Dejamos todo como estaba, salimos del edificio. Alquilamos las bicicletas que nos dijo Kaito que podíamos alquilar y vamos cerca del puente de la isla. Allí usaremos el botón de oro que robé.

—Desharás la barrera con la varita, de allí te quedas a crear distintos disturbios en varias partes para confundir mientras nosotros buscamos a tu madre, le damos la varita —Terminó Yuya de memoria—. Y el mal vuelve a estas tierras de parte de todos los de la isla de los perdidos —sonríe suavemente—. Y yo les guio el camino hacia el puente porque yo me lo sé.

—Y yo le ayudo a orientarse porque él se pierde más fácil que un trompo —dijo Yugo sin mucho remordimiento—, además eres un lento.

—No necesitabas decir eso —Yuya lo miró mal.

—Yo digo lo que yo quiera —dijo en respuesta. Tenía un tono algo amenazante.

—Suficiente —dijo Yuto con una voz más alta que la de sus amigos. Si es que les podía llamar así—. Empecemos de una vez —dijo mirando a la ventana—, la noche es joven. Pero no tenemos mucho tiempo.

—Como digas —dijo Yuya mientras se ponía la pequeña mochila donde llevaba los manuales por su algo se presentará.

Todos los demás se fueron ligeros de equipaje, quizá después podrían recogerlas. O robar unas nuevas que les gustarán más. No tenía perdida. Eso era lo que esperaban al menos.

Caminaron y corrieron todo el camino al museo. Yugi había sido muy caritativo y los había llevado en carruaje. A ellos 4 y a Yami. Fue una experiencia de mediación interesante. Tanto silencio mató a Yugo. Por suerte ahora todo era un paso a la vez. Todos podían soportar un trote de esos. Y el que no tuvieran que saltar había que fuese mucho más fácil. Cuando llegaron al museo, en silencio y sin que nadie les diese indicación alguna, se dirigieron a su destino.

La puerta se abrió con el hechizo de Yuto. Casi nadie entendía lo que hacía cuando susurraba. Se suponía que lanzaba lo que el libro ponía. Pero nunca lo escuchaban, solo veían como movía sus labios y unos murmullos salían de su boca. Pero, de allí a poco más.

Todos silenciosamente asumían que la magia no necesitaba decirse en voz alta para cumplirse.

Yugo iba adelante. Era el más silencioso de ellos. Seguido de Yuya, Yuri y por último Yuto. Se deslizaron por los pasillos que sabían que no tenían cámaras, es decir, aquellos que contaban la historia de los villanos. A nadie le importaba si sus reliquias se perdían, no eran parte de gloriosa historia de los héroes. Así que ellos podían pasar por allí sin problemas.

Al llegar a la sala de vigilancia, se separaron. Había un plan B en caso de que Yuto no pudiera dormirles. Una especie de espray que habían hecho podía dormir a la gente, pero era solo en última instancia. Por si fallaba. Fue difícil encontrar esas botellitas, pero nada que Yuri no pudiera hacer.

Estaban listos. Estaban en cada salida que los guardias podían escoger para correr. Yuto empezó a murmurar el hechizo mirando a los guardias directamente. Logró un pequeño cambio cuando uno de ellos bostezó. Empezaron ambos una charla sobre el cansancio. Yuto intentó otra vez, en lo que pareció ser un hechizo más largo y fuerte. Pues ambos bostezaron al instante.

Todos miraron atentos a ambos durante varios minutos antes de que se quedaran dormidos. Justo antes de que Yuto lanzara algún tercer hechizo por puro desespero. Yuya fue el primero, con espray en mano, en revisar si estaban bien dormidos. Yuya asintió. Yugo y Yuto se separaron para ir a buscar la sala de la varita.

—Bien, espero que esto no esté saliendo mal —susurró el de ojos rojos mientras se acercaba a paso sigiloso los dos guardias—, nuestros padres...

Yuri lo chitó.

—No hables ahora, haz tu trabajado —le reprochó. El aludido siguió caminando. Tomó las llaves del guardia, quien se movió suavemente al sentir a Yuya. Pero no se despertó. De igual forma no hubiese podido. El hijo de La Reina Malvada tenía su espray apuntando directo a su cara.

De allí saltaron a una puerta que estaba a unos varios metros. Yuya la abrió con las llaves y entró, Yuri se quedó atrás en un lugar donde pudiera verlo a él y a los guardias. Con una linternita robada de cualquier parte, Yuya buscó la caja donde todos y cada uno de los cables estaban y la abrió. Había un maldito enredo de cables, pero Yuya buscó el que necesitaba y lo desactivo. Las cámaras ahora estaban funcionales en el edificio, pero la memoria no iba a ser guardada. También, desconecto 3 o cuatro cables para quitar la electricidad en partes del edificio en concreto.

—Todo listo, solo queda esperar —dijo a susurros para si mismo. Yuri seguía pendiente de lo que pasaba con los guardias, mirándolos fijamente.

En cuanto a los otros dos, corrieron por todo el museo. Evitaron algunas cámaras y otras simplemente no vieron que estaban allí. Yuto lideraba la marcha, Yugo era más rápido, pero el otro simplemente lo detenía cada vez que se intentaba ir demasiado lejos. Así que simplemente se había rendido e iba detrás suyo. La verdad era que el hijo de Maléfica estaba nervioso, se le notaba de lejos. Solo que, para el hijo de Jafar, eso no le había impedido absolutamente nada. Solo estaba un poco más serio y tajante de lo normal. Y no tenía por qué ser malo, se decía. Mientras no interviniera en nada de lo que debían hacer... o lo que sus padres querían que hicieran, suponía que no estaba mal. Además, meterse con ese tipo era peligroso, ¿quién sabe cuantos hechizos guardaría en aquel libro? Se divertía más molestando a Yuya, era menos peligroso y más divertido, dada la torpeza de este para responder de devuelta.

—Aquí estamos —dijo Yuto de la nada. Yugo miró al lugar, tenía razón, realmente estaban en la sala. Casi sintió pena al llegar, realmente quería quedarse un poco más. Comer algo diferente cada día era gratificante. Aunque borró ese pensamiento de su cabeza, ¿quién le decía que cuanto todo estuviera cubierto por la maldad no podría comer con la calidad de un rey? El pescado se lo dejaría a los hijos de los príncipes, para que ellos supieran también que era comer lo mismo todos los días. Por que ellos, de una manera o de otra, se lo merecían—. Prepárate.

—Ya —dijo mientras sacaba la varita de sus ropas. Miró a la varita real y después a la falsa. Siendo sincero, Yuto había hecho una réplica perfecta, en ambas se podían ver las ondulaciones de cada una, los detalles en dorado, el malo terminado en una incrustación y el color pálido de la misma. Era realmente bonita, y si a él no se esforzara tanto en buscar lamparás, tal vez estaría verdaderamente interesado en tenerla—. Tú encárgate de este... campo de fuerza.

La rarita real, por otra parte, estaba suspendida en el aire. Parecía flotar en el espacio, a su alrededor había una especie de aura de color blanco y una especie de estructura de tubo que al parecer sostenía el artefacto. Aún no entendían que era y no era como su pudieran preguntar abiertamente. Lo único en lo que habían podido tener algo de certeza, era en que tenía una alarma puesta.

—Sí —cuando Yuri había venido al museo por segunda vez, había dicho que vio en los controles que había en la sala de vigilancia, ninguno de ellos tenía varita mágica o algo similar. Así que el control debía de estar en la misma sala en la que estaban y era verdad. Había una caja rectangular un poco debajo de donde estaba la descripción del objeto en exhibición. Yuto la abrió con un hechizo de apertura y miró los cables. Desactivó el que parecía ser la alarma. No hubo cambios en lo de la varita.

—Esto es fácil cuando estás en equipo —murmuró Yugo para sí. Pero Yuto lo escuchó.

—A veces creo que tu padre dice algunas tonterías —dijo mientras seguía pensando en cual desactivar para la barrera mágica.

—Oye, trabajar en equipo no es buena idea —dijo Yugo negando suavemente—. Es más complicado de lo que parece.

—¿Entonces como se supone que hemos llegado hasta aquí? —le dijo mirándole—Tu mismo dijiste que hacerlo solo no iba a ser posible.

—Es muy raro todo esto para mí —dijo mirando a la varita falsa que tenía entre manos—. Ustedes no son la clase de personas con las que haría equipo —admitió. Yuto se decidió por un cable y lo haló. Lo que estaba alrededor de la varita pareció esfumarse—. Son un caos.

—Todos somos un caos —dijo Yuto levantándose y mirando a su objetivo. Sentía la magia que emanaba de ella. La sentía fuerte. Quizá demasiado—. Solo mira como son nuestros padres... —afiló su mirada en la varita. Pensando en algo.

—En fin —dijo Yugo tomando aire—, se ha acabado. Supongo que después es cuando ya seremos nuestra propia persona —sonaba extraño. Pero allí, en ese museo, incluso habiendo hecho todo eso, Yugo, el hijo de Jafar, sentía que no eran exactamente sus acciones las que realizaba. Pero era un sentimiento remoto, en lo más profundo de su cabeza. Parecía tan insignificante que no iba a salir de allí en ningún momento.

—Se supone que ya debería de estar listo —dijo Yuto dubitativo—, pero es extraño. Hay algo que no cuadra aquí... —Yugo lo miraba y alzó los hombros—. Yugo, tienes que esperar...

—No, no hay nada entre la varita y yo —dijo mientras se acercaba a agarrarla—. Esto se acaba aquí y ahora.

—Yugo, escúchame —le dijo Yuto intentando frenarle, pero el aludido estaba ya con las manos sobre la masa—, hay algo raro sobre... —y Yugo salió disparado hacia atrás de la nada. Se golpeó contra el barandal que había separado a la varita del resto de cosas. El hijo de Maléfica tuvo que retroceder dada la onda expansiva. Fue un fuerte impulsó mágico lo que los tiró hacia tras con fuerza—¡Maldición! —soltó al sentirla sobre sí. Era un hechizo, lo sabía por cómo se sentía. Las alarmas empezaron a sonar aturdiendo los oídos de todos. Yuto actuó rápido y puso todos lo cables donde creyó que estaban anteriormente, cerró la caja y se dirigió hacia su compañero.

—¡Por esto es por lo que no hago trabajos en equipo! —dijo Yugo incorporándose y tocándose la espalda, justo donde se había golpeado—¡Maldita sea!

—¡Ocúpate de eso después! —le gritó Yuto mientras se acercaba a agarrarlo de un brazo—¡Hay que irnos! —Yugo se levantó apenas y pasó la baranda, la varita falsa ya no estaba en sus manos, estaba por allí regada en el suelo, lejos de él.

—¿Una tercera barrera además de la alarma y el campo de fuerza? ¡¿No es un poco excesivo!? —preguntó mientras era arrastrado fuera del lugar. Para ese punto, los guardias deberían haber despertado y vendrían en su dirección.

—¡No es momento! —le gritó mientras lo arrastraba por una de las rutas de escape que tenían. Debían reencontrarse con Yuya y Yuri. Debían huir. Maldición.

En otra parte del museo, Yuya y Yuri estaban dentro de la habitación de cables. La muy pequeña, claustrofóbica y calurosa habitación de cables. Indudablemente eso les recordó a la vez que jugaron a 7 minutos ocultos. Se odiaban un poco más desde ese día. Además, en esta ocasión era aún peor. En principio estaban obligados a tocarse y estaban en una posición incómoda. Yuri estaba que golpeaba a Yuya solo para que se corriera más hacia atrás, pero no había espacio, en ninguna parte.

—Hace un calor de infiernos —bufó con ganas. Yuya hizo una muesca, como las que siempre hacía a la vida—. Maldigo el momento en que me metí aquí.

El hijo de la Reina Malvada se había metido por voluntad propia. Los guardias se habían despertado simultáneamente cuando sonaron las alarmas. No había tenido tiempo de írseles encima a ambos, pues la idea era que no los vieran en lo más mínimo. Lo único en lo que pudo pensar, fue en simplemente meterse con De Vil a esperar a que se fueran. Pero ahora no sabía nada porque los sonidos de las pisadas habían sido opacados por las alarmas. Era un idiota.

—No creo que a tu madre le guste que maldigas en vano —le dijo Yuya mientras trataba de removerse para estar más cómodos. Era inútil, pero al menos lo intentaba.

—Ugh, si, ahora un sermón de mi madre es tan importante... —dijo con obvio sarcasmo. El de ojos rojos arrugó adorablemente su ceño.

—¿En serio? Solo lo decía para rellenar el espacio... —soltó. Yuri le lanzó una mirada furibunda—E-Estaba muy silencioso aquí adentro...

—No idiota, no importa —le dijo algo agresivo—, no podría importarme menos sus indicaciones o sus rellenos de espacio —bufó. Yuya se sorprendió un poco. No tenía idea de que a él le irritase tanto los lugares pequeños. Se aclaró la garganta, quizá podría rellenar el espacio de otra forma.

—¿Crees que ya sea hora? Debo llamar a la central y decir lo del fallo de... de ese chip raro —Yuri suspiró poniéndose una mano en las cienes.

—No tengo ojos afuera, idiota —le reclamó. Yuya hizo una mueca de nuevo. Se sentía como si Yuri estuviera reemplazando su cara por la de Yugo.

—Solo pregunto... —dijo haciéndose el inocente. El de ojos fucsias solo se había puesto así dos veces, una de ellas había sido cuando su madre, a pesar de que la cara se le estaba haciendo un desastre, le insistió en utilizar ese maquillaje barato que había en la isla.

—¿Por qué demonios me metí aquí? —preguntó mira do hacia arriba—. Podría haberlos dormido de nuevo a los muy tontos...

—Pero Yuto dijo que... —empezó Yuya, pero fue chitado. Yuri le fulminó con la mirada, pues detrás suyo había sonado que habían tocado la puerta. Ambos se tensaron, pero el de ojos fucsias sacó el espray que traían. Podía dormirlo de sorpresa y escapar. Parecía un buen plan, sobre todo porque ya se quería ir de ese lugar. Podría hasta empujar la puesta hacia el sujeto, hacerlo caer y rosearle en toda su cara ese perfume de Yuto.

De hecho, eso fue lo que hizo. Le aventó la puerta al supuesto desconocido con fuerza descomunal. Saltó a rosearlo en toda la cara, como si le importara poco o nada como actuara en ese momento y casi le vacía todo el tarro en la cara.

—¡¿Pero que haces?! —gritó Yugo quitándose del camino de Yuri con rapidez. Este último arrugó su rostro al verlo allí. No se suponía que estuviera allí.

—Oh, diablos —soltó Yuya mirando bien al cuerpo inconsciente de Yuto sobre el suelo. Yuri puso los ojos en blanco al verlo. Resopló con molestia—, ¡¿cómo no lo viste?!

—No importa eso —dijo Yuri aún más irritado. Yugo se masajeó las cienes con insistencia. También estaba molesto, irritado, cansado. Ahora tendría que cargar a Yuto hasta Auradoon. Que molestia—, lo que importa es que ya lo tenemos que llevar de vuelta o sino todos nosotros nos iremos de vuelta a la isla con el rabo entre nuestras patas a enfrentarnos a nuestros padres.

—Ugh, el lado bueno es que ya nada puede salir... —empezó Yuya. Se ganó una mirada furibunda de Yuri. Casi lo quemó con la mirada.

—Ni se te ocurra —dijo pronunciando cada sílaba en un tono amenazante. Yugo tragó saliva y se acercó sigilosamente a recoger a Yuto—terminar esa maldita frase. Ni se te ocurra maldita sea —Yuya abrió la boca apenas. Después la cerró y sin que le dijeran media palabra se dirigió al panel de control de los guardias—. Detesto esa maldita frase condenada...

—¡Vámonos! —gritó Yugo una vez tuvo a Yuto asegurado en su espalda. Yuri también le dirigió una mirada furibunda, pero hizo lo propio y se dirigió a la puerta a toda velocidad.

—¡Más te vale mover tu trasero! —gritó Yuri a Yuya, quien apenas estaba oprimiendo un par de botones para apagar la alarma.

—¡Ya voy! —gritó en respuesta. La alarma se apagó tras un rato. Sonó el teléfono de los guardias. Se habían tardado lo suficiente, Yuya no quería contestar, pero si no lo hacía, las sospechas serían mucho mayores. Así que agarró el teléfono, lo puso sobre su oreja y boca; y simuló una voz gruesa—. Hola —dijo con la mayor seguridad que pudo—, no, no, no hay problemas —dijo mientras sonreía un poco, mirando a sus compañeros que ya se habían ido—. Solo fue in desperfecto en el chip LM 714 del circuito de la placa de prueba. Sí, sí, activó las alarmas, iremos a revisar en breve... —sonrió más. Casi de alivio y gracia porque realmente le habían creído esa voz tan ridícula que estaba haciendo—. Sí, saluda a tu esposa —colgó. Vio en las cámaras que los guardias se estaban devolviendo al lugar de vigilancia. Esa era tu señal de salida. Corrió detrás de los chicos—. De nada —murmuró para sus adentros.

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—¿Qué diablos haces? —preguntó Yugo al acercarse al baño. Hace más de 10 minutos que Yugo lo había estado buscando y cuando por fin lo encontró estaba en el baño con unos raros productos entre manos.

—Maquillarme —dijo como si nada. Poniendo más atención al espejo y a si mismo que lo que Yugo hacia—. Mi madre me lo pidió cuando llegamos. No me había dignado a hacerlo.

—¿Ahora? Después de lo de anoche... —cuestiono levantando una ceja. Después se puso a mirar los productos que tenía esparcido Yuri en el mesón del baño comunitario. Eran bastantes y casi todos estaban tocado al parecer. Levantó uno para leer de que se trataba. Lo único que pudo entender antes de que el hijo de la Reina Malvada le manoteara la mano para que lo dejara en su sitio si fue quera maquillaje de hombre.

—Deja eso en paz. Y sí, después de lo de anoche —rodó sus ojos—. Nos vamos a quedar mucho más tiempo, así que supongo que es necesario...

—¿Para qué te pones esa cosa en la cara? —inquirió Yugo haciéndose a su lado—¿No se supone que dejaste de usarlo porque te hacía daño en la cara una cosa así? —fue una época un poco oscura en la vida se Yuri. Su madre le insistió por meses que usara unos productos de la Isla. Todos ellos le hicieron daño. Casi parecía que se ponía ácido en vez de maquillaje, No salió en unas varias semanas antes de que estuviera decente en términos de madre e hijo. Yuri se volvía agresivo cuando se lo mencionaban—¿Y porque tantos?

—Porque aún tengo imperfecciones —dijo aun mirándose al espejo, se abstuvo de insultarlo a la cara. Ni valía la pena, ni era un comportamiento del "caballero" que quería ser—. Solo que tú nunca las notas.

—Como si importaran demasiado —le espetó—, no se notan a no ser que te acerques mucho a la cara de alguien —movió su mano en círculos. Yuri se hacía un par de retoques. Era su quinto intento ya. Las otras 4 le habían quedado del asco, esta era casi que perfecta. Solo que, si Yugo no lo dejaba en paz, iba a tener que empezar de nuevo.

—¿Y como crees tú, querido, que voy a besar a alguien? —preguntó detallándose un poco más en el espejo—¿Sentirá mis labios por telepatía o qué?

—¿Qué se yo? Ni sabía que ibas a besar a alguien —se levantó de hombros—, o que siquiera lo quieras.

—Eso es lo que espera mamá, que al menos me case con alguien de la realeza —dijo terminando por fin, sintiéndose satisfecho de su apariencia—. No sé si quiera.

—Ah... ya veo —dijo mirándole algo aburrido.

—No es como si realmente esperara a encontrar a alguien —se lazó de hombros guardando todas sus cosas de maquillaje en el estuche que le había regalado su madre—. Digo, chicos como Dennis, el hijo del príncipe encantador o Serena, la hija de Mulán se ven interesantes....

—Ah, interesante —Yuri se trizó de brazos y ladeó un poco su cadera a un lado. Era evidente que Yugo le había prestado tanta atención.

—Al menos ellos son más interesantes que tú, cabeza de coco —. A veces hacía eso, tanto en su mente con en su hablar, decía cosas que no parecían hirientes solo para que su madre no pudiera refutarle nada. Solo que eran bastante Yugo se le río en la cara por ese insulto. Yuri lo miró furibundo—, ¿te parezco gracioso?

Yugo tosió para intentar disimular su risa. No quería que le volviera a envenenar nada. Había sido suficiente con las otras cuatro veces que había pasado.

—No, no, claro que no —se puso en una pose más relajada. Yuri rodó los ojos y se puso a caminar por fuera del baño. Yugo siguiéndolo—, ¡lo juro!

—Ugh, cállate mejor —soltó, casi escupiéndole—, o mejor dime que querías. Tu nunca me buscas y dudo que haya sigo por mi simpática personalidad —dijo mientras cruzaba una esquina. Yugo bufó.

—Es por el elefante en la habitación —casi le exclamó intentando seguir el ritmo acelerado de Yuri—. ¡Él único de hecho!

—No me grites —le reclamó mientras seguía caminando—. Y pensé que esta no era una habitación...

—¿Cómo le diremos a nuestros padres que hemos fracasado?

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Despertó de la nada. Tomó aire apenas pudo. Sus pulmones se llenaron del preciado aire demasiado rápido y eso lo obligó a expulsarlo tan rápido como lo tomo. Se sentó en la cama en la cama en la que estaba. Se tomó el pecho y tosió un poco. Estaba mal. Lo podía sentir. Su garganta estaba seca y su boca tenía un sabor amargo, agrio. Miró a su alrededor y descubrió a Yuya mirándolo directamente. Pero antes de que este pudiera decirle algo miró a la ventana y vio que estaba maravillosamente brillante. Gruñó con todo su odio.

—Al fin despiertas —dijo Yuya después de vacilar. Se levantó de su cama y le pasó un paquete de galletas—. Intenté tener más de comer, pero Yugo... —Yuto no respondió, simplemente se masajeó las cienes. El de ojos rojos hizo una expresión incómoda—. No importa, te conseguiré otra cosa, hay una máquina expendedora. Voy para allá.

Salió de la habitación. Ni siquiera de detuvo a ver que Yuto estaba aturdido y no sabía exactamente que debía hacer. Salvo por ponerse a pensar. Así mismo, miraba al infinito a través de la ventana. Cuando salió de su transe, se quitó la chaqueta, miró el logo que tenía detrás de él. Los dos dragones que formaban un corazón estaban allí, en su espalda. Tomó aire y lo soltó repetidas veces. Volvió a mirar a la ventana.

—No tiene que saberlo —dijo con una voz murmurante. Arrugó su cara. Tomó aire de nuevo y se levantó a buscar su libro de hechizos. Debían intentarlo de nuevo. Pero con un mejor plan aún. Y debía descubrir que diablos con esa maldita varita.

Pero tocaron a su puerta antes de que pudiera sacar su libro de hechizos. Con cierto mal humor se dirigió a abrirla. No era ninguno de sus... ¿amigos? Ellos solo entrarían como pedro por su casa, como si nada. Pero ese tenía que ser uno de los queridos y adorados principitos amables como ellos solos. Abrió, descubriendo a Yugi. Este le sonrió ampliamente. Independientemente de todo el desorden de cabello que tenía.

—Buenos días —sonrió él bastante animado—, veo que has aprovechado bastante bien el fin de semana —se atrevió a señalar. Yuto asintió algo perdido—. Pasaba para preguntar como les había ido en general, solo que ni Yugo ni Yuri están.

—Hola —dijo con una voz ligeramente gruñona. No eran sus primeras palabras en el día, pero si las primeras que decía fuertemente—. Super —dijo sin demasiados ánimos, después parpadeó una vez, casi al mismo tiempo que Yugi. Sin embargo, este, a pesar de esa actitud tan negativa que emanaba de Yuto, mantuvo su gran sonrisa.

—Eso está muy bien, esto —vaciló un poco y el hijo de Maléfica alza una ceja—, ¿se encuentra Yuya? —al de ojos grises se le hizo ese gesto aún más raro. Eso no era lo que hacían en su casa cuando buscaban a alguien y preguntaban por él—. ¿No?

—Salió a la máquina expendedora —dijo lo justo y necesario. Yugi pareció extrañarse un poco.

—¿Tiene mucha hambre? Lo vi comiendo bastante durante el desayuno, ¿crees que no sea suficiente comida para él? —preguntó amablemente. Yuto negó lentamente, se apoyó más sobre el marco de la puerta.

—Busca algo de comer para mí —explicó. Yugi abrió un poco su boca, pero después pareció regañarse mentalmente y cerrarla.

—¿Para ti no es suficiente comida la del desayuno? —preguntó parpadeando un poco más. Yuto tenía que admitirlo, de cierta forma se le hacía adorable. Aunque se le hacía más adorable Yuya cuando intentaba hacer una risa malvada.

—No he desayunado —Yugi abrió un poco los ojos—. Me acabo de levantar.

—Oh, entiendo —parecía algo perdido, como si no supiera como reaccionar a esa situación en especial—. Déjame te consigo algo de comer. De seguro la cocinera aún tendrá algo —dijo mientras se alejaba un poco—, iré a avisarle a Yuya, tu solo espérame aquí—Yuto arrugó el rostro. Cualquier persona diría que no era necesario esas molestias, que él podría esperar hasta el almuerzo. Eran cosas que quizá en la clase de Bondad le dictaría que hiciera, al menos ser amable. Pero Yuto no tenía ánimos de casi nada en ese día. Después de su gran fracaso, tenía que encontrar otra manera de hacer el robo. Así fuera el solo. Yugi se fue a paso ligero.

Yuto por su parte, se arregló el cabello para no espantar más de lo necesario (ni siquiera tenía ánimo ese día para eso) y se dirigió a la biblioteca.

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¡Hola! 

Adivinen que, :'v

Sí me vi Descendientes 3 y he de admitir, que me gustó... hasta la mitad de la Peli, de allí en adelante, creo que ya me empezó a parecer un martirio. Digo, me gustan las canciones, sobre todo la de Queen of Mean. Pero, muchachos, creo realmente que la peli pudo dar mucho de si, mucho más. Audrey era una mina a punto de ser explotada, lo mismo con la situación con Mal y Hades; pero la primera des un buen iniciador y la otra es forzada. Creo que pudieron sacarle mucho más jugo a ambas. Y también, ¿qué onda con lo que le hicieron a Audrey? ¿Qué mensaje es ese? No daré Spoilers, pero la verdad creo que debieron de tener un poco más de cuidado con esa parte. 

Lo bueno es que saqué un par de ideas (?, les van a gustar. Eso si, le aclaro, mi intensión no es abarcar hasta la tercera película, solo la primera con varios cambios, a lo largo del fic se darán cuenta de cuales. Espero que sean para bien. 

Si alguien quiere discutir conmigo sobre algo de la peli, sea libre de dejarme un comentario por aquí uvu, me gusta hablar con la gente de esta peli.

Quería decir una cosa, esto, no quiero ser mejor que la peli. Me gusta el concepto y decidí usarlo para hacer un fic, véanlo como una versión alternativa de la historia, como una Re imaginación. Una que los llevará por una montaña rusa porque así soy cofcofmuerteydestruccióncofcof. Y porfa, disfruten de la peli también, que es encantadora, si se dejan llevar por ella uvu. 

¡Nos leemos!

P.D.: Tengo curiosidad, ¿cuál es su personaje favorito? OwO


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