Capítulo 3: Algo perdidos

—Espejito, espejito en... mi mano —intentó cantar Yuri. Aunque realmente solo habló con cierto ritmo—, ¿está la varita mágica que quiero ver? —el dichoso espejo empezó a mostrar una bruma la que no se veía nada. Después de un tiempo, allí formó la bonita varita mágica antes perteneciente al hada madrina.

—Allí está —dijo Yugo observando con cierto esfuerzo al pequeño objeto encantado—, parece un campo de fuerza. Y una sala.... Muy elegante.

—¿Dónde está exactamente? —preguntó Yuto.

—Espejo mágico, muéstranos mejor el lugar —ordeno Yuri, la imagen del espejo se alejó un poco hasta mostrar el edificio completo.

—¿Alguno vio ese edificio cuando veíamos a la Academia? —preguntó Yuto. Hubo una negación general—Esto será más difícil de lo que pensábamos...

—Allí dice que es un Museo de la Historia Cultural —dijo Yuya fijándose un poco mejor en las letras pequeñas. Yuri suspiró resignado—, quizá toman cultura como magia.

—Parece que es más fácil buscar las caderas de mi madre... —el espejo mágico se alejó drásticamente del museo y empezó a viajar en dirección de la Isla de los Perdidos—¡Ni se te ocurra! ¡Vuelve al museo Espejo mágico!

Todos se alejaron instintivamente del espejo.

—Entonces, museo de la Historia Cultural —dijo Yuto intentando dispersar un poco la atención—, eso es un comienzo.

—Uno muy malo —suspiró Yugo tirándose para atrás—, un museo es bastante vigilado —se cruzó de brazos—. No lograríamos entrar con facilidad—Yuya se puso a pensar un poco.

—¿Tu estás de adorno? —preguntó Yuto—Porque, si no estoy mal, lo tuyo es robar y entrar donde no te llaman, ¿no?

—Ugh, sí —respondió de mala gana—, pero ya intenté robar el museo de la Isla varias veces —les recordó. Yuri lo miró con los ojos entre cerrados. Yuto solo le ponía la mirada encima.

—¿Te refieres al que tiene cuatro cachivaches y que nos sabemos de memoria porque todos los años tenemos que ir a ver el caldero de mi madre? —preguntó Yuri en tono aburrido—. Porque creo si no has podido con ese eres el peor ladrón que conozco.

—¡Eh! —exclamó Yuto—¡Ellos no me quitan un ojo de encima! Me conocen todas y cada una de mis jugadas, es la única lámpara que he visto en toda la isla que no haya podido tocar —se puso las manos en las caderas. Reclamándoles algo de respeto—. No es como si lo hubiera intentado 2 o 3 veces.

—Bueno, aquí no te conocen —dijo Yuri dejando su espejo mágico en la cama y se cruzó él de brazos—, creo que puedes hacer una mejor presentación.

—Y tienes manos extra —dijo Yuto—, porque todos queremos recuperar esa varita, ¿no? —preguntó alzando una ceja. Yugo hizo una expresión de molestia y Yuri de pereza—No vamos a desperdiciar esta oportunidad, ¿verdad? —preguntó a todos con un tono de voz más fuerte—Somos los únicos que han salido de esa Isla en 20 años, no podemos tomar esto como un camping.

—Hablas como si estuviéramos contrarreloj —dijo Yuri desafiándole un poco con la mirada—. No es como si tu madre te hubiera dicho que lo necesitaba para hoy, ¿verdad? —se acercó un par de pasos—Entonces entiende que no estamos vagueando como para que nos hables de esa forma.

—Además esto parece que es un poco complicado, ¿sabes? —dijo Yugo aún con sus manos en las caderas. Yuto tomó aire, quizá aquello de ser líder no iba a ser tan fácil como él creía. O al menos no tanto como lo hacía ver su madre. El hijo de Cruella quiso arreglar un poco as tensiones.

—Podemos preguntarle a Yugi mañana por ayuda, ¿no? —dijo Yuya de la nada—O revisar en el mapa que nos dará Kaito si lo encuentra.

—¿Preguntarle a Yugi? —Yugo tenía una ceja en alto cuando habló —¿Y cómo vamos a hacer para no sonar sospechosos?

—Nos estarán vigilando casi todo lo que hagamos durante estos días —suspiró con ganas—. Sospecharán de cualquier cosa que hagamos, tienen razón. No podemos ir tan ansiosos por esa varita.

—Espera, espera —Yuri sonrió y sintió que era su momento de brillar—. ¿No tienen idea de como preguntar algo sin que se les note que quieren saberlo? —Yuto soltó algo de aire—Ja, déjenmelo a mi nada más.

—Todo tuyo... —soltó Yugo.

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—Bien —dijo Yuya algo perdido mirando el mapa—, creo que lo encontré —mientras marcaba algo en el mapa. Era la quinta o cuarta vez que decía eso en el día. Ya ninguno de los dos acompañantes que tenía se sorprendía o se alegraba. Uno solo seguía evaluando lo que había conseguido y el otro seguía leyendo hechizos—. Eh, chicos, dije que lo tengo.

—¿Seguro de que no es otra vez el ayuntamiento? —preguntó Yugo sin mirarlo. Yuto terminó de leer lo que tenía y le levantó la mirada.

—¿U otro centro comercial? —preguntó Yuto dándole una rápida mirada y después volvió a susurrar algunas cosas de la siguiente página de su libro de hechizos. Yuya entrecerró los ojos para verlos.

—Eso fue una vez —suspiró al ver la mirada de Yugo sobre él de nuevo, sobre todo que traía una sonrisita—, bien, dos. Pero no es como si fuera fácil. Este mapa parece muy antiguo.

—¿Poniendo escusas? —dijo Yuri al entrar al lugar con un paso confiado. La puerta había estado abierta todo el tiempo. Los chicos se habían puesto a mirar el mapa juntos en la habitación de Yugo y de Yuri cuando Kaito se los dejó en la mañana (ni siquiera los había saludado, solo los dejó en una caja con sus nuevos horarios). Y aunque había empezado todos juntos, con el tiempo solo quedó el de ojos rojos haciendo todo—¿Tan temprano?

Yuya respondió con un murmullo.

—¿Y tú? —preguntó Yugo mirándose desde su posición—¿Jugando con príncipes tan temprano? —había cierto juego en sus palabras. Yuri se encogió de hombros.

—Todos se han ido a sus castillos por lo que me cuentan —suspiró—, no hay mucho que ver, apenas ese Atem que nos encontramos ayer —se sentó entonces en la silla del escritorio. Sin importarse si Yuya se sentaba allí para buscar en el mapa.

—¿Hablaste con Yugi? —preguntó Yuto guardando su libro debajo de su manga con un hechizo.

—Oh si —sonrió—fue fácil. Solo le dije que querías conocer algo de la magia de manera algo más... legal —soltó una risita—, se lo creyó todo y dice que nos puede llevar a todos, caminando, pero que nos puede acompañar si queremos —dijo brillante—. Les dije que me lo dejarán a mí.

—¡Ajá! —exclamó Yuya, quien había vuelto en el mapa y a buscar—¡Museo de la Historia Cultural! —apuntó un punto en el mapa, diferente a los que ya había marcado—¡Y decían que no servía de nada! Está a unos... cuantos quilómetros de aquí.

—¿Cuatro? —preguntó Yuri con cara de aburrido.

—¡Creo que sí! —celebró Yuya mirándolos. Todas las caras lo miraban con cierta desaprobación—Si, bueno, llevo todo el día buscando y creí... ugh. Olvídenlo.

—¿Cuándo vamos a ir? —preguntó Yuto—Debemos ir los cuatro, si todos vamos a ayudar a conseguir esa varita, tenemos que encontrar algún modo de hacerlo juntos.

—Hey, hey, tampoco te metas con eso de la amistad —dijo Yugo bufando suavemente—. Es desagradable.

—Lo que sea —dijo Yuto restándole importancia—, ¿Cuándo vamos?

—¿Mañana quizá? —propuso Yuri—Es el día que menos gente hay —alzó los hombros—, al menos eso dijo Yugi—hizo una pausa mientras miraba a la nada y pensaba un poco en la información dada—, no sé qué tan seguido va al museo para saber algo como eso.

—En fin, wiii, vamos mañana —dijo Yuya con poco entusiasmo—. Espero que no sea tan aburrido como el de casa.

—Ugh —exclamó Yugo rodando los ojos—, ese es insufrible.

—Sea lo que sea —Yuto habló—, tienes que decirnos que es lo que deberíamos mirar para que el robo sea exitoso —Yugo lo miró extrañado. ¿De qué diablos estaba hablando? Aunque fue el único que no entendió, Yuya por su parte asintió y Yuri solo estaba aburrido siéndose las uñas (las cuales estaban bien arregladas y limadas. Su madre se había encargado de eso)—. Dijiste que no habías podido robar nada del museo de casa, así que aquí todos nos encargaremos de que eso no pasa y puedas robar a gusto.

—Que considerado —dijo Yugo cínico.

—Necesitamos esa varita —Yuto habló con decisión—. Haremos lo que nuestros padres no pudieron hacer, planearemos todo esto y lo realizaremos perfectamente. Vamos a demostrarles que somos mejores —miró a cada uno de ellos—. Vamos a liberar a todos y vamos a reducir a Auradoon a solo cenizas.

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En efecto, lo que parecía calar en los chicos no era como tal el museo de toda la vida, eran todos los museos en general. Esas salas supieron a asco, se aburrieron casi todo el tiempo y fingieron interés con las pocas fuerzas que habían tenido. Yugi los acompañó, Atem también, aunque él también estaba un poco más alejado y siguiendo su propio ritmo. Visitaron todas las cosas que había allí, la galería de Héroes, la de Villanos (en la cual todos se asustaron ligeramente al ver las estatuas de sus padres de manera tan realista y joven), objetos mágicos y de acompañantes. Fue casi una visita de 3 horas. Una que casi pareció no tener fin y de la cual solo vieron la varita casi al final.

El único que pareció sorprenderse por ella fue Yuya, quien se quedó mirándola un rato y le preguntó a Yugi varias cosas al respecto. Su madre no le había enseñado mucho de objetos mágicos, de todos, Cruella era la que más alejada estaba de la magia y de algo que no fuera de lo común. A Yuya le había tocado una educación así, sus compañeros solían salir con cosas como maleficios con los que engañaban a alguien, suplantaciones de identidad, las historias que contaba Jafar, Maléfica o la Reina Malvada de por sí. Todas eran extrañas para él. Cruella solo le decía como los perros eran estas criaturas tan terribles, pero más allá de eso, era la que mejor se acostumbró al hecho de tener pocas opciones. Fue la primera en proponer que se hiciera una tienda de moda y que la Reina Malvada diera consejos de belleza. Nunca lo admitirían, pero Cruella y Jafar eran de cierta manera los que permitían mantener el hogar que los cuatro compartían. Todos aquellos objetos que Yuya veía mágicos eran maravillosos a los ojos de un chico que solo conocía el exterior a través de los ojos de Cruella.

Pero aparte de ese momento de brillantez de interés por parte de Yuya, Yuto y Yuri fueron los que mantuvieron a Yugi ocupado. El primero preguntando un par de cosas ocasionales y el segundo manteniendo las apariencias como podía. Yugo y Yuya atrás estudiaron todo lo que tenían que estudiar del lugar y pusieron apenas atención. Miraron que las cámaras podían ser un problema ya que todas estaban bien puestas. También el lugar era algo laberintico, escapar no iba a ser tan fácil. Podrían entrar por varias puertas y todas ellas estaban lejos de la varita o algo difíciles para acceder a la misma. Al Yugo no se le ocurría nada demasiado coherente para que los cuatro entraran y pudieran robar esa cosa. Bueno, en realidad solo uno.

Aunque lo peor fue tratar de explicarles eso a los demás. E iba a llevar algo de tiempo antes de que pudieran hacerlo juntos. Pero, al menos tuvo el apoyo de Yuto y la paciencia de Yuya. Iba a pasar algún tiempo antes de que pudiesen hacerlo correctamente. Pero al menos no tendrían que gastar otro domingo aprendiendo de las historias de los que los metieron en una maldita isla sin escapatoria.

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—Ustedes tienen que aprender un poema —dijo el profesor de Lengua después de un rato de clase. Algunos de los alumnos hicieron mala cara, pero ninguno tan evidente como los chicos de la isla de los perdidos—. Tienen que estar conectados con las antiguas escrituras, más de lo que lo están con los textos que ven y leen todos los días. La escritura antigua también tiene mucho que ofrecerles a ustedes.

—Oh genial —dijo Yuri dejándose de mirar en su espejo—, otro loco con la poesía...

—Para ello y para el festival de poesía de fin de año —sonrió—, haremos un trabajo intensivo —contuvo la espiración mirándolos a todos—para que alguno de nosotros se presente —puso sus manos a los lados y las agitó. Nadie se emocionó siquiera. Yuto estaba sobre su cuaderno mirando el dibujo que había hecho sobre el único vistazo que había tenido sobre la varita. Arrugó un poco su cara y lo retocó un poco más. Yugo estaba dormido sobre le pupitre. Yuya había aprendido el sorprendente deporte de fingir prestar atención al profesor cruzado de brazos, pero en realidad estar pensando en otras cosas—. Así que empezaremos fácil para ir lentamente escalando de nivel. Por lo tanto, por favor formen grupos de 4 —los hijos de villanos ni siquiera se movieron. Yuto y Yuri intercambiaron miradas, sospechando que quizá lo habría hecho a propósito.

—¿Grupo? —preguntó Yuri.

—¿Hay siquiera alguna otra opción? —Yuto ni siquiera levantó su mirada para responderle. Yuri hizo un puchero.

—Le quitas el misterio a esto —juntó sus labios y soltó aire.

—Chicos, orden —dijo el maestro con una voz un poco más grave—. Yo les daré un poema. La idea es estudiarlo en grupo, cada día que nos veamos vamos a practicar como se entona, la memoria que tengan de él y sobre todo que se familiaricen con él. Cada clase al menos alguien de su grupo va a presentar, primero elegido por el grupo, después elegido por mí. Cuando todos hayan presentado al menos dos o tres veces, les daré un poema a cada uno para que se lo aprenda y lo recite en frente de toda la clase. Los tres mejores serán elegidos para el festival de fin de año —explicó. Yugo siguió dormido y Yuya apenas escuchaba claramente las palabras del profesor. Al verlos tan entusiasmados, el profesor les dedicó a los hijos de los villanos unas palabras—. Ustedes también pueden participar si les parece bien.

—Estamos bien así —respondió Yuri con una sonrisa falsa. Yuto solo le levantó la mirada lo suficiente y volvió a su dibujo—. Gracias —la pronunciación del hijo de la Reina malvada fue lenta, enfatizando en que lo entendía.

—Es que los vi bastante entusiasmados —miró al pupitre que compartían Yugo y Yuri—, sobre todo al señorito Yugo.

—Él no va a despertarse —dijo Yuri mirándose las uñas, buscando alguna suciedad en ellas. Yuya afiló un poco la mirada, concentrado.

—Shen se enamoró de Mulán cuando aún no sabia que era mujer, ¿verdad? —Yuya habló de la nada—¿Eso quiere decir que se enamoró de un hombre? Digo, no tengo nada en contra, pero es un giro muy raro, ¿no?

Yuto le giró el rostro y lo miró confuso.

—¿Qué diablos? —preguntó Yuto extrañado. Yuya apretó sus labios y miró de un lado a otro antes de dirigirle el rostro al de ojos grises.

—Lo dije en voz alta, ¿verdad? —Yuya bajó la mirada y maldijo en voz baja.

—El Mar —todos los hijos de villanos (menos Yugo, obviamente) miraron al profesor al pronunciar esas palabras—, ustedes van a trabajar con El Mar —y se retiró. Todos se quedaron viéndose y volvieron a sus asuntos.

Lo irónico es, que él único que, si puso atención a las palabras del Poemas después, fue Yuya. Aunque, y como todos los demás, puso esa hoja en alguna parte de su cuaderno y pasó de ella por el resto del día.

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—¡Hey Yugi! —Yuri se acercó a él por detrás y se puso a caminar por su lado. El aludido lo miró apenas pudo, estaba concentrado revisando unos detalles que le había pedido un profesor.

—Oh, hola, Yuri —le sonrió—. ¿Cómo te ha ido en tu primer día? —preguntó amablemente.

—Oh, nada demasiado extraordinario supongo —dijo alzándose de hombros—. Te quería preguntar algo.

—Claro, lo que necesites —Yuri sonrió. El príncipe era muy amable con todos ellos. Casi se sentía mal que fuera todo a arder en algún punto. Quizá luego se encargaría de que no le tocara una celda tan mala.

El hijo de la reina malvada se adelantó un poco y lo enfrentó. Obligando a Yugi a detener su paso.

—¿Vamos a poder escribirle a nuestros padres? —preguntó directo. El chico se descolocó al momento de escucharlo, pero apenas se notó y no perdió ni por un solo instante los estribos.

—Ah, perdón —le sonrió suavemente mirándolo confundido. Yuri se volvió más insistente con su mirada—. ¿Quieren escribirles a sus padres?

—Bueno, esperábamos poder hacerlo —Yuri se mostró un poco más relajado—. Ya sabes, al menos una vez al mes.

—Oh, ah —Yugi le puso a pensar a toda velocidad. En ningún momento había pensado en algo así. Pero claro, los hijos de los villanos iban a extrañar a sus padres. ¿Cómo podía haber sido tan indiferente? Sacudí su cabeza y miró a Yuri—. Quizá podamos hacer que sean entregadas en los barcos que van a la Isla. Yo puedo hablar con mi padre, de seguro él no tendrá problema.

—Oh, claro —Yuri miró a otra parte y se hizo un poco el inocente—, debo suponer entonces que ya ha vuelto a zarpar ese barco—Yugi hizo una cara de extrañeza.

—¿El barco? —preguntó el próximo rey.

—Sí, el barco —Yuri sonrió un poco, pero se corrigió—. No ha ido desde hace un par de semanas. Pensamos que quizá algo malo habría pasado.

Antes de que el más bajo pudiera responder, sonó el timbre.

—Perdóname Yuri, pero yo... —estaba contrariado, sin saber con exactitud que hacer exactamente. El otro le dedicó una mirada de supuesta compresión.

—Ve a clase, no puedo dejar que el próximo rey se pierda de...

—¿Geografía?

—Geografía, ve a aprender como leer un mapa, ¿quieres? —le dijo dejándole el camino libre.

—Gracias... Nos veremos más tarde —dijo mientras se alejaba a paso librero. Yuri lo vio alejarse, se preguntó entonces como se había dejado llevar por sus impulsos de esa forma.

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—Entonces —volvió a contar Yugo en voz baja. La clase que había no le interesaba en lo más mínimo. ¿Quién querría aprender como entonar poemas de hace quien sabe cuantos años? Era una actividad cansina y que no le gustaría nunca hacer—, necesitamos a alguien que se aprenda esos códigos de seguridad del sitio, por si nos equivocamos en algo.

La noche anterior había sido un fastidio. Yuto les había obligado a todos a planear lo de la varita y mirarlo desde cada ángulo. Yugo había expuesto lo que había pensado. Pero todos habían cambiado de Roles al menos 4 veces cada uno, puesto que estaba inconformes con lo que iban a hacer o no sabían que debían hacer. Fue una discordia total entre los tres aquella noche. No habían conseguido casi nada, salvo Yuri, quien puso una excusa barata para volver al museo y conseguir un par de cosas útiles. Consiguió el número de serie de la alarma, cosa que, tras una búsqueda en la biblioteca lograron identificar y el manual de esta. La cosa que los llevaba a la otra manzana de la discordia. Un guarda de seguridad tenía que saberse de memoria que cosas habían pasado con la alarma de seguridad o tenía que entender, básicamente, que algunas cámaras podían fallar y otras no. Eso y otras cosas más que había que entender de memoria solo por si cualquier cosa salía mal en el robo.

Era estresante y cansino. Yugo estaba hasta las narices.

—¿Quién se puede aprender esas cosas? —preguntó Yuri—Son demasiados para variar, además no es como si de verdad nos fuéramos a equivocas, ¿no?

—Ninguno de nuestros padres creyó nunca que iban a fallar —argumentó Yuto—, tenemos que asegurarnos de que esto nos salga perfecto, sin fallas o al menos procurar que si las hay, no se noten.

—Tiene razón —dijo Yuya asintiendo suavemente.

—Pero no hay nadie que quiera hacer alfo como eso —dijo Yugo—, no podemos inventarnos cualquier cosa, si lo hacemos tu idea de tener un plan de respaldo se fue a la mierda —les insistió a susurros.

—Por ello intento que sea lo mejor posible —les dijo alzando el mentó suavemente hacia ellos. Yuri se volvió a él, dejando de ver su espejo mágico y viendo a Yuto. Pero antes de que alguien pudiera decir nada, el profesor se aclaró la garganta al lado de ellos.

—Veo que ya no necesitan hojas para aprenderse su poema muchacho —les dijo mirando sus pupitres limpios de materiales—, ¿debo asumir entonces que ya lo han aprendido? —todos se quedaron callados, no porque les intimidara, sino porque se habían peleado entre ellos tanto la noche pasada que ya no tenían ganas de nada—. Bueno, alguno de ustedes hará su presentación, ahora mismo —les anunció—, ya que se saben rodo el poema.

—Que lo haya Yuya —dijo Yuri de primero—, se lo sabe mejor que nosotros.

—Yuya es el indicado para eso jaja —dijo Yugo sonriendo nerviosamente.

—Puede ser el que sea, preferiblemente Yuya, pero puede ser el que sea —Yuto terminó de rematar. La mirada de Yuya sobre ellos fue asesina. Lo más asesina que Yuya podía con sus ojos, pero allí estaba.

—Y yo soy el traidor —dijo él negando suavemente.

—Por eso estamos a mano ahora —Yugo le guiñó un ojo. Yuya rodó los ojos. El profesor le pasó un libro, Yuya lo tomó dubitativo.

—Te prestaré mi libro para que veas el poema, está en la página 130 —le avisó sonriendo—, vamos al frente. Presentarás ahora.

—¿No era al final de la clase? —preguntó Yuri sonriendo con sorna—Tienes mala suerte Yuya...

—Oh, cállate —le dijo mientras se levantaba y seguía el profesor adelante.

Este llamó la atención de los alumnos. Todos se volvieron a ver a Yuya y se prepararon para juzgarlo, para decir cosas de él en el pasillo. Estaban ansiosos por escuchar que tan mal podía hacerlo, por ver que tanto se equivocaba y ver como no terminaba.

No podían estar más equivocados.

—Muy bien, Yuya —le dijo el profesor suavemente—. Por favor entónanos con El Mar, me imagino que debes de tener una relación estrecha con él mismo, ¿verdad?

—¿Supongo? —el aludido se alzó de hombros. Casi todas las miradas estaban sonríe él, pero no estaba para nada intimidado.

—Bien, tienes en total tres veces para mirar el poema si te pierdes —le anunció—comienza por favor.

El hijo de Cruella se limpió la garganta y puso una de sus manos en el bolsillo. Mala manera de empezar.

—"El Mar" —tomó aire y empezó a pronunciar cada palabra con un ritmo lento y aburrido, pero lo suficientemente alto para que lo escucharan todos.

«Antes que el sueño (o el terror) tejiera

mitologías y cosmogonías,

antes que el tiempo se acuñara en días,

el mar, el siempre mar, ya estaba y era.

«¿Quién es el mar? ¿Quién es aquel violento

y antiguo ser que roe los pilares

de la tierra y es uno y muchos mares

y abismo y resplandor y azar y viento?

«Quien lo mira lo ve por vez primera,

siempre. Con el asombro que las cosas

elementales dejan, las hermosas

tardes, la luna, el fuego de una hoguera.

¿Quién es el mar, quién soy? Lo sabré el día

ulterior que sucede a la agonía —terminó. Todo el mundo estaba mudo, en su puesto. Cada sílaba había sido entendida a la perfección, no tuvo ninguna muletilla ni tampoco había mirado al libro donde estaba el poema. Le faltaba actitud, pero tenía toda la seguridad que debía. Fue casi perfecto. Sus únicos tres acompañantes lo miraban realmente sorprendidos. Yuya esperó a que le dijeran algo, cualquier cosa, para que pudiera dar un comentario cualquiera y sentarse. Pero no ocurrió nada. Así que alzó sus cejas y miró al profesor—¿Ya puedo sentarme? Odio estar parado demasiado tiempo.

El mayor pareció reaccionar y parpadear.

—Sí, sí claro —dijo mientras le dirigía con la mano hacia su puesto—. Lo has hecho... perfecto —normalmente en la clase de él, cada vez que algo así pasaba todo el mundo aplaudía por entusiasmo, felicitaban al que había entonado el poema y lo llenaban de gratitud. Solo que ese no era el caso—, perdóneme, creo nunca debí subestimar...

—¿A un villano? —preguntó Yuya retirándose y sin mirarlo siquiera. Había dejado el libro en el primer pupitre que había encontrado. El profesor se demoró un momento antes de responder.

—Me refería a un estudiante nuevo —sonrió tratando de esconder su error—. Bueno muchachos, ¿quién sigue?

—Al fin dices una respuesta decente —dijo Yuri—, todas tus respuestas dan asco normalmente.

—Como digas... —se abstuvo de responder algo más. No quería hacerlo. Meterse con Yuri era perder siempre. Cuando se sentó, Yugo le golpeó el brazo semi amistosamente mientras le miraba con una gran sonrisa.

—Ya sé quién se aprenderá esos códigos de seguridad —la felicidad se les notaba a borbotones. Yuya parpadeó, miró al lado donde Yuto también lo estaba mirando. Después se dirigió al hijo de Jafar apuntando al hijo de Maléfica.

—¿Yuto?

Se ganó otro golpe no tan amistoso esta vez.

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Oh, ¡ustedes no saben cuanto me alegro de que esta locura tenga fans! Ustedes son lo máximo, déjenme decirles. Por cierto, sé que hoy es el estreno de Descendientes 3, espero  que varios de ustedes la disfruten y que les guste mucho. Yo aún estoy pensando en si verla o no. :'v. 

En cualquier caso, espero que esto sea de su agrado. ¡Nos vemos la próxima semana!


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